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Capítulo 34: ¡Alfas!

La luz anaranjada del atardecer era igual a la de muchos otros días allí en Twain Harte. No tenía nada de especial. El sol se había ido escondiendo poco a poco como siempre, hasta proyectar aquella mezcla de tonos rojizos, anaranjados y un poco amarillentos. No, no parecía que ese atardecer tuviera algo diferente al resto, o al menos así era para la mayoría de los habitantes de aquella singular ciudad. Sin embargo, sí lo era para algunas personas que vivían allí.

Desde hacía unos días, para diferentes manadas de hombres-lobo, la vida ya no era igual. La desaparición de dos personas había cambiado por completo su existencia, había puesto patas arriba la estabilidad que conocían y había destrozado los planes de uno, y la confianza y los corazones de otros.

La marcha de Minato y Naruto Namikaze había supuesto un varapalo para los planes de Zabuza, pero había sido un golpe mayor para sus más allegados, quienes eran los que más estaban sufriendo ante su ausencia, sobre todo, Sasuke.

Ayer mismo informaron a la manada de la fuga de su alfa. El ambiente se caldeó tan rápido, que tuvieron que cerrar el tema para enfriar las cosas. Hoy debatirían mejor sobre la situación.

El moreno esperaba a su hermano junto al coche de éste, un Ford Focus oscuro. Sus padres se lo compraron de segunda mano cuando se sacó el carnet. Pese a haber pertenecido a otro dueño antes, estaba en bastante buen estado. Su hermano lo cuidaba mucho y solamente había tenido que llevarlo al taller una vez. Lo recordaba bien ya que justo ese día su madre le pidió que recogiera a Itachi, pero como se acababa de sacar el carnet, todavía le ponía nervioso conducir y por eso Naruto...

Al recordar ese nombre, Sasuke no pudo evitar sentir una desgarradora punzada en el corazón. Apretó los dientes en una mueca de dolor y cerró las manos con fuerza, formando un puño. Seguía muy cabreado con él y le enfadaba sólo con pensar en el susodicho. Le enojaba lo que la persona que amaba había hecho, marcharse sin ni siquiera contar con él, sin ponerle al corriente de sus planes y sus motivos para hacerlo; le enojaba que no hubiera confiado en él, pero lo que más le enfurecía era él mismo. Sí, porque por muy cabreado que estuviera con Naruto, lo estaba más consigo mismo, por sentir ese abismal sufrimiento, ese inaguantable dolor al echarle de menos, por amarle como continuaba haciendo, pese a haberle abandonado y traicionado de esa manera, como si no significara nada.

Las lágrimas estaban batallando por salir, pero Sasuke hizo todo lo posible por retenerlas. No sólo porque no quería llorar más por Naruto y su fracasada relación, sino porque Itachi estaba a punto de salir de la casa y reunirse con él. No quería que nadie le viera sufrir por ese inútil que era su ahora ex-novio.

El moreno cerró los ojos e intentó tranquilizarse, relajando sus apretadas manos y controlando su respiración, inspirando y espirando hasta que consiguió esconder todo ese enfado, tristeza y decepción que le acompañaban desde la marcha de Naruto.

Itachi salió justo en ese instante de casa tras despedirse de su madre, a la cual había avisado de que quizás llegarían tarde. No quería preocuparla ya que ella había estado algo nerviosa desde la muerte de Kushina, temiendo que algún animal salvaje atacase a sus hijos mientras estaban fuera, lo cual era un poco irónico teniendo en cuenta que ellos eran mitad lobo. Claro que eso, ella no lo sabía.

El hijo mayor de los Uchiha caminó sin prisa hasta el lugar donde le esperaba su hermano. Había notado que sus emociones se habían alterado hacía unos instantes, por lo que le dio tiempo a que se recompusiera antes de llegar hasta él. Por sus sentidos más desarrollados, ambos sabían que Itachi había notado su estado de ánimo, pero como un acuerdo silencioso al que habían llegado, fingirían ignorancia ante ese hecho.

Excepto por lo ocurrido hacía un par de noches, cuando lo encontró destrozado por la marcha de Naruto, Sasuke no había vuelto a mostrarse vulnerable delante de él. Itachi se temió que hubiera tomado la decisión de enfrentar el dolor que sentía él solo, sin mostrar su sufrimiento a ninguna otra persona, guardándose las lágrimas para cuando se hallaba solo sin nadie que pudiera verlo.

Cada persona tenía su manera de superar las rupturas, eligiendo cómo afrontar una situación así, haciendo aquello que mejor le ayudase y al ritmo que considerase oportuno. Ponerse una máscara parecía ser la forma en que Sasuke estaba haciendo frente a la ruptura.

Pese a saber que debía respetar la manera en que su hermano lidiaba con todo aquello, Itachi no creía que lo que hacía fuese la mejor opción, no obstante, tampoco iba a forzar a Sasuke a hablar de sus sentimientos si éste no quería. Si lo hiciese, lo más probable era que le alejase y que Sasuke se encerrara aún más en sí mismo, por eso simplemente estaría a su lado, apoyándole y escuchándole cuando lo necesitase. Al menos por el momento porque si, pasado un tiempo, veía que su manera de actuar no le ayudaba, tomaría cartas en el asunto.

- Toma – dijo Itachi cuando llegó hasta Sasuke.

El susodicho apartó la vista del frente para observar la mano estirada de su hermano y la prenda que sujetaba entre sus dedos. Reconoció enseguida su bufanda azul oscuro, la cual su madre le había regalado las navidades pasadas.

- Ya empieza a hacer frío y no vas demasiado abrigado – añadió Itachi a modo de explicación.

- Voy bien – se quejó el adolescente –. Esta chaqueta abriga más de lo que parece.

- Pero no te cubre el cuello – argumentó el mayor.

- Sabes que no nos resfriamos – rebatió Sasuke.

- Lo sé, pero eso no significa que no pases frío así que... – insistía mientras movía la mano con ímpetu para que su hermano cogiera la bufanda.

Ante tal empecinamiento, Sasuke puso los ojos en blanco, aunque eso no le impidió tomar la prenda con la mano derecha y colocársela alrededor del cuello con la ayuda de la izquierda.

Satisfecho por haber cumplido su misión, Itachi se apartó de su hermano y rodeó el coche por la parte frontal para ir hasta la parte del conductor. Tras abrir los cierres con la llave, abrió la puerta para meterse, pero antes de que pudiera introducir un pie en el interior, la sosegada voz de Sasuke llegó hasta sus oídos.

- Gracias – pronunció el moreno aquella palabra en un tono bajo, pero que Itachi pudo escuchar a la perfección.

El mayor se paralizó por unos segundos al no esperarse aquello. Tras la sorpresa inicial, Itachi se percató de que ese agradecimiento no se refería solamente a la bufanda, por lo que no puedo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa.

- Para eso están los hermanos mayores – le contestó y Sasuke asintió con la cabeza sabiendo que Itachi había captado todo lo que quería decir con aquella simple palabra.

Ambos se metieron en el coche y, tras poner el motor en marcha, emprendieron el camino hasta el lago de las afueras. Mientras conducía, Itachi captó por su visión periférica cómo Sasuke jugaba con un extremo de la bufanda de manera distraída mientras observaba el paisaje por la ventana. Aquel simple trozo de tela hizo que pensara en su madre y, por relación, en su padre también.

Volvió la vista al frente con el ceño fruncido. Ellos aún desconocían que Minato y Naruto se habían marchado de Twain Harte. Ninguno de los dos les había contado nada del asunto, lo único que Itachi les había dicho cuando vieron el desastre en el cuarto de Sasuke fue que le habían roto el corazón, pero sin entrar en detalles. Sin embargo, sus padres acabarían enterándose tarde o temprano de la marcha de los dos rubios ya que las noticias volaban en aquel lugar, lo cual traería una avalancha de preguntas por su parte y él no sabía qué debía contestar.

Tanto él como sus padres conocieron a Naruto antes de que comenzara a salir con Sasuke y ya le tomaron cariño por ser su amigo; sin embargo, tras averiguar la sorprendente noticia sobre que llevaban unos meses como novios, el afecto que sintieron por el rubio fue aún mayor.

Pese a haber coincidido en pocas ocasiones con los padres de Naruto debido a la reticencia de ambos adolescentes puesto que les daba vergüenza la idea, tanto a la madre de Sasuke como a su padre, les caían bien Minato y Kushina. Consideraban que eran personas amables, educadas y con buen corazón, por eso les tenían un aprecio especial pese a las pocas veces que se habían visto. Fue un duro golpe enterarse de la muerte de Kushina. Por esa razón, su madre no había puesto ningún reparo a que Naruto se quedara con ellos el tiempo necesario mientras Minato se recuperaba en el hospital. No, a Itachi no le cabía ninguna duda de que su marcha provocaría muchas preguntas.

De soslayo, miró otra vez a su hermano dudando si sacar el tema o no. Por una parte, no quería iniciarlo porque sabía que Sasuke no deseaba hablar de Naruto y hacerlo alteraría a su hermano, pero por otra parte, era algo muy importante que debían tratar cuanto antes.

Itachi se debatió internamente unos pocos segundos más; no tardarían más de unos cuatro minutos en llegar a su destino, por lo que no podía desperdiciar demasiado tiempo en decidirse.

- ¿Qué vas a decirle a mamá y a papá cuando se enteren de que Minato y Naruto se han ido? – acabó preguntando finalmente.

Ante aquella cuestión, los dedos que jugaban con la bufanda se detuvieron de inmediato. Permaneció unos segundos pensativo mirando por la ventanilla.

- No lo sé, supongo que la verdad, que se han marchado sin avisar a nadie – contestó sin apartar la vista del paisaje.

- Sabes que mamá se percatará de que fuiste la primera persona en enterarte y te interrogará.

- Pues le diré que Naruto me dejó un mensaje rompiendo conmigo porque se iba de la ciudad.

- ¿Vas a dejar que quede mejor de lo que se portó, cuando ni siquiera te contó lo que planeaba hacer y se marchó sin decirte nada? – le cuestionó molesto.

Por primera vez en todo el trayecto, Sasuke apartó la mirada del exterior y la enfocó en su hermano.

- No se trata de eso, pero es la explicación más sencilla y la que no traerá más preguntas por parte de mamá y papá. ¿Cómo esperas que les explique que sin entrar en su casa, sabía que no habían estado allí en días o que capté su olor alejándose de la ciudad en un coche que no había visto nunca? Cualquier explicación que trate de darles, contándoles que me percaté por mi cuenta de que se iban, sólo traería más preguntas. Lo mejor es decirles que me enteré por Naruto y que no me dio apenas detalles.

Sasuke podía notar que Itachi no estaba conforme con aquello, pero sabía que no podían contarles otra cosa sin levantar sospechas. Lo único que le reconfortaba era que Naruto quedaría mal ante sus padres por romper con su hermano por un mensaje de voz y, por tanto, se enfadarían con él por destrozar el corazón a su hermano de esa manera.

- De acuerdo, aunque hubiese preferido que supiesen lo miserable que es al abandonarte sin ni siquiera una explicación.

El adolescente guardó silencio ante aquello y retomó su tarea de observar el horizonte en clara señal de que el tema estaba zanjado y no quería seguir hablando más sobre Naruto. Itachi captó la indirecta y no habló más, ya que notó cómo los ojos de su hermano se enrojecían al tratar de retener las lágrimas que querían salir. El resto del camino lo hicieron en completo silencio.

***

Mientras caminaba junto a su hermano cerca del lago, Sasuke inspiró profundamente dejando que el aire fresco pasara por sus fosas nasales y llenara sus pulmones. Cerró los ojos un instante disfrutando de la agradable brisa que le inundaba de calma. Quizás por eso Gaara había decidido que se reunieran en aquel lugar, por la tranquilidad que transmitía.

Lo que no sabía era si lo había hecho por toda la manada o por él, ya que la "cueva" estaba impregnada con el olor de Naruto. Lo más probable era que Gaara hubiese pensado en todos y no quisiera reunirse por ahora allí debido a ese detalle. Sea cual fuere el motivo, Sasuke le estaba agradecido porque aquel lugar era un constante recordatorio de lo que había perdido: su alfa, su amigo y, sobre todo, su primer amor.

El moreno continuó disfrutando del relajado ambiente que le ayudaba a despejar su cabeza, aunque, para su desgracia, no pudo hacerlo por mucho tiempo. Pese a la distancia que aún quedaba hasta llegar al lugar acordado, Sasuke e Itachi pudieron oír a Sai, Ino, Neji, Deidara, Kiba y Gaara discutir como habían estado haciendo desde que ayer les dieron la noticia sobre Naruto. ¡La creencia de que las cosas se enfriarían un poco, se desvaneció al instante!

La primera reacción de Sasuke fue soltar un pequeño suspiro de resignación. Pese a no querer seguir hablando sobre Naruto, sabía que los demás tenían derecho a discutir entre ellos del asunto, por lo que ya se había mentalizado de que el tema principal de esa reunión iba a girar en torno al antiguo alfa. No pensaba participar en ella. Él ya había dicho todo lo que tenía que decir al respecto.

- Menos mal que hemos quedado en la parte pública del lago, lejos de las cabañas que alquilan a los turistas – comentó Itachi al oír cómo algunos de sus compañeros alzaban la voz acaloradamente por la discusión que estaban teniendo.

- Sí, aunque teniendo en cuenta la época del año en la que estamos, no creo que haya muchos visitantes por la zona.

Conforme más andaban y se acercaban a sus amigos, más alto se oían sus voces.

- Y yo te digo que Naruto no es así – pudieron oír con claridad la voz de la única chica de la manada.

- ¿No? Pues es lo que ha demostrado al dejarnos tirados de esta manera – escucharon que Deidara le respondía.

- ¡Naruto nunca se iría sin una buena razón! – gritó Kiba.

- Un alfa no debería abandonar a su manada bajo ninguna circunstancia – fue la rotunda respuesta de Sai.

- Naruto ha sido un cab... – comenzó a decir Deidara pero fue interrumpido.

- Chicos – les advirtió Gaara al notar que Sasuke e Itachi ya habían llegado.

De repente, todas las miradas se posaron en los recién llegados. Habían estado tan enfrascados en su debate que apenas habían percibido que los hermanos Uchiha se aproximaban a ellos hasta que prácticamente estuvieron a su lado.

- Por mí no os cortéis – dijo Sasuke sin ningún tipo de emoción al notar que Gaara había evitado que Deidara insultara al rubio en su presencia. ¡Como si él no pensara eso o incluso cosas peores de Naruto en ese instante!

Notó cómo los ojos de todos le seguían mientras se acercaba a una roca de tamaño mediano y se sentaba sobre ella. Durante unos largos segundos, nadie habló, creando un tenso e incómodo silencio; simplemente se quedaron de pie cerca de la orilla del lago observando al moreno.

- Deidara tiene razón, Naruto ha sido un cabrón – dijo Sasuke dando a entender que realmente podían seguir discutiendo e insultando al rubio si querían.

- Sasuke, lo siento. Sé que debe ser duro para ti pero Naruto no... – habló Ino con prudencia.

- ¿Por qué siempre le defiendes? – la cortó Deidara molesto.

- Porque Naruto siempre se ha preocupado por nosotros, nos ha cuidado y ha velado por nuestra seguridad.

Deidara soltó una risa sarcástica ante lo dicho por la chica.

- ¿Qué? ¿Acaso me vas a decir que es mentira? – soltó Ino enojada –. Parece que se te ha olvidado muy pronto lo que hizo por ti. ¿Acaso no fue él quien te sacó de casa tras pasarte casi un año sin salir y te acogió en su manada?

Dei no contestó al instante. Se sentía ofendido con la chica. Claro que recordaba perfectamente aquel duro momento de su vida y cómo Naruto le había ayudado.

- ¿Estuviste casi un año sin salir de casa? – cuestionó Itachi entre sorprendido y curioso. El chico nunca le había contado aquello, aunque eso explicaba un detalle que ahora cobraba más sentido –. ¿Es por eso que repetiste curso?

Deidara era un año menor que él, por lo que debería estar en el primer año de universidad, en cambio, estaba en el último año de instituto.

- Sí – le contestó Dei.

De forma inconsciente, Itachi se acercó hasta él queriendo escuchar esa parte de su pasado que desconocía. Deidara notó el interés en el otro y no pudo negarle contárselo. Tampoco era que lo tratase como un secreto, solamente no había surgido el tema.

- Ocurrió hace unos pocos años – comenzó el relato – me mordieron a finales de verano. Mi alfa, Onoki...

Al recordar a su alfa biológico, el rostro de Deidara se entristeció y su voz se entrecortó debido a la emoción. Aún echaba de menos a ese viejo, como solía llamarle. Gaara se puso a su lado y agarró suavemente su muñeca en señal de apoyo. Deidara le miró y le regaló una pequeña sonrisa como muestra de agradecimiento. Después, carraspeó para aclararse la garganta, apartando a un lado la nostalgia que sentía y así poder continuar.

- Bueno, él estaba mayor y no podía controlarse tan bien como antes, por lo que no me mordió intencionadamente – quiso dejar claro. Onoki era una buena persona y no haría daño a nadie a propósito –. Cuando se dio cuenta de lo que hizo, me pidió perdón mil veces y, tras superar el mordisco, me acogió pese a que él ya no tenía manada.

- ¿Estaba solo? – preguntó Itachi.

- Sí, no tenía familia y su manada había muerto hacía muchos años, por lo que se vino a Twain Harte en busca de tranquilidad para pasar el tiempo que le quedaba de vida – le contestó –. Onoki me enseñó lo básico sobre las normas, los cambios que iba a sufrir, sobre controlar algunos sentidos... pero, como he dicho, era mayor y...

Deidara se mordió el labio reprimiendo el dolor que sentía al recordar cómo se encontró el cuerpo sin vida de su alfa cuando fue, como cada día, a verle a su casa. Por lo que le dijeron los sanitarios que acudieron cuando llamó a emergencias, su corazón debió de dejar de latir durante la noche mientras dormía. El único consuelo que le quedó a Deidara fue que no había sufrido.

- Cuando murió, me sentí triste, perdido y, sobre todo, asustado. Aún estaba aprendiendo a controlar mis habilidades y lo peor era que no tenía a nadie para vigilarme en las lunas llenas, por lo que me encerré en casa. Decidí no poner a nadie en peligro y me negué a salir. Mi madre no entendía mi comportamiento, creo que llegó a pensar que tenía depresión porque apenas salía de mi cuarto hasta que un día Naruto apareció en la puerta de mi casa.

- ¿Ya os conocíais entonces? – preguntó Itachi.

- No, no tenía ni idea de quién era.

- ¿Y cómo es que se presentó de la nada en tu casa?

- Por lo que me dijo, él me había olido cuando me convertí y seguía yendo al instituto, por lo que sabía lo que era. Cuando empecé a faltar, le llamó la atención pero no le dio más importancia, hasta que se enteró de la muerte de Onoki un tiempo después. De alguna manera, supo que era mi alfa biológico y se imaginó por lo que estaría pasando, así que vino a verme para ofrecerme su ayuda. Me habló de su manada y también de la de Kakashi, y me dijo que no tenía por qué unirme a alguna si no quería, pero que aceptara la ayuda de ambos.

- Y te uniste a Naruto de inmediato – supuso el mayor de los Uchiha.

- Para nada. Le cerré la puerta en las narices. Pese a que racionalmente, sabía que tenía razón, no le conocía ni confiaba en él. Además, sentía que estaba traicionando a Onoki de alguna manera. Sin embargo, Naruto no se dio por vencido y continuó presentándose en mi casa cada día durante meses, hasta que al final me hizo ver que no podía seguir viviendo así, encerrado y con miedo, que era mejor seguir aprendiendo porque el método que usase para inmovilizarme en luna llena podía no ser suficiente un día y podría acabar atacando a mi familia. Acepté su ayuda y, al poco tiempo, me uní a su manada – concluyó su historia.

Tras escuchar el relato, Itachi no supo qué decirle a su amigo. Él no había pasado por algo así, por lo que no podía decirle que le entendía. No sería cierto.

- Siento mucho lo de Onoki – acabó diciendo.

- Gracias.

- Al menos, le obsequiaste con tu compañía durante sus últimas semanas y no se sintió solo – quiso reconfortar Gaara a su novio.

- ¿Ves? Naruto siempre ha estado ahí para nosotros – Kiba interrumpió el emotivo momento.

- Quizás lo ha estado en el pasado, pero ahora se ha esfumado y nos ha dejado vulnerables ante otras manadas – rebatió Deidara.

- Y yo te digo que seguro que hay una buena explicación para eso. ¡Naruto no se iría sin más! – insistió Kiba.

- No entiendo cómo dudáis de él tras todo lo que ha hecho por nosotros – intervino Ino –. ¿Y si no ha tenido más remedio? ¿Y si...? – Ino fijó la mirada en un punto indefinido, cavilando diferentes posibilidades en su mente –. ¿Y si su padre tomó la decisión de marcharse en el último momento y Naruto no tuvo oportunidad de contárnoslo?

- No fue algo espontáneo, estaba todo premeditado – contestó Itachi.

- Eso no lo sabes – le espetó Kiba.

- Sí lo sabemos. Mi hermano fue la última persona que le vio y había camuflado su olor porque sabía lo que iba a hacer – le refutó Itachi.

Sasuke se había mantenido al margen en todo ese rato, tratando de ser neutral, de no mostrar ninguna emoción, pero... ya no aguantaba más. Había estado fingiendo que no le importaba o no le dolía lo que dijeran del rubio, pero mentía. Sí que le dolía, pero no porque no tuvieran razón sino precisamente porque la tenían. Le destrozaba pensar en cómo les había abandonado sin avisarles, en cómo le había dejado sin importarle destrozarle el corazón al ver que no le amaba tanto como había estado proclamando las últimas semanas, cómo no confiaba en él para contarle qué pasaba por su cabeza y el motivo de su marcha. Dolía mucho sólo oír su nombre porque le hacía ver que no le había importado nada en absoluto a Naruto. Sasuke no soportó más y tuvo que alejarse de allí.

Itachi le vio perderse en el bosque cercano al lago y quiso ir tras él, pero sabía que no debía. Seguramente, buscaría un lugar apartado para quitarse la máscara y dejar salir todo lo que se guardaba dentro. Necesitaba un momento a solas y no iba a impedirlo. El resto también había notado que Sasuke se había alejado, pero fingieron no saberlo. Sabían que estaba siendo especialmente duro para el moreno por lo que le dieron el espacio que necesitaba. Ellos estarían ahí cuando Sasuke quisiera abrirse a ellos.

- Pues volvemos a lo mismo. Debe haber una buena razón para ello – continuó la discusión Ino.

- Por muchas vueltas que le demos, no vamos a sacar nada en claro – habló Gaara – yo confío en Naruto y creo que algo debió pasar que desconocemos, pero también sé que no lo vamos a averiguar por mucho que discutamos.

- ¿Y Kakashi? Él debe saber algo – mencionó Neji –. No es que conocer el motivo vaya a cambiar mi opinión sobre que Naruto tendrá que empezar desde abajo de la jerarquía cuando regrese...

- Si es que regresa – soltó molesto Sai.

El anterior omega era uno de los más decepcionados con el comportamiento del antiguo alfa. Desde que se unió a la manada, siempre le había respetado, le había considerado un gran alfa, justo, amable y comprensible. Sin embargo, ahora se sentía desilusionado con él y no le tenía en buena estima, ya que les había fallado como líder.

- ... pero saber qué le motivó a hacer lo que ha hecho, nos ayudaría a comprenderle mejor – continuó Neji haciendo como si no hubiese oído el comentario de Sai.

- Conocer eso no va a cambiar que nos ha abandonado – dijo Itachi malhumorado.

- ¡No nos ha abandonado! – gritó Kiba acercándose de manera amenazante al moreno.

- ¿Ah, no? ¿Entonces cómo llamas a que deje la ciudad sin avisarnos? – le preguntó mordaz Itachi encarando al otro chico –. Oh perdona ¿Quizá se ha ido a comprar cigarrillos? ¿No es lo que se dice antes de que te "abandonen"?

- Serás gilipollas – gritó Kiba.

- ¡Ya basta! – gruñó Gaara metiéndose entre ambos y separándolos con los brazos.

Ambos seguían fulminándose con la mirada pese a la advertencia del pelirrojo. Todos estaban tensos, con los nervios a flor de piel y lo menos que les convenía ahora era pelearse entre ellos, por eso Kiba decidió que lo mejor era alejarse y dar un paseo para calmarse. Siempre había sido impulsivo, pero en las últimas semanas, Naruto había trabajado con él maneras para controlar esa parte, así que pensó poner en práctica lo aprendido. Sin mediar palabra, el castaño se dirigió a la espesura del bosque cercano y desapareció entre los árboles.

Mientras se alejaba, oyó las voces de sus compañeros que habían reanudado la discusión. Sin embargo, hubo otro sonido que se mezcló con la pelea y que llamó su atención. Sin darse cuenta, sus pasos le llevaron hacia el lugar de donde provenían aquellos sollozos.

Sospechaba de quién debía tratarse, por lo que sabía que debía dejarle en paz y no interrumpirle, pero algo le forzaba a continuar adelante y perseguir el sonido de su llanto. Se imaginaba que lo estaba pasando mal y que debía estar pasándolo peor que los demás, pero no se esperó quedarse paralizado al ver a Sasuke apoyado sobre el tronco de un árbol y acurrucado entre sus piernas mientras lloraba amargamente. Kiba fue incapaz de moverse o articular palabra alguna; verle de esa manera le había impactado más de lo que se podría haber imaginado.

Sasuke levantó la cara asustado al notar su presencia y Kiba notó los rojos e hinchados que estaban sus ojos de tanto llorar. ¿Tantas lágrimas tenía acumuladas para tener de esa manera los ojos? ¿Lloraría siempre de esa forma sin que nadie se diera cuenta? ¡Sufría muchísimo más de lo que creía!

- Lo siento – se disculpó Kiba en cuanto Sasuke se limpió aquellas gotas saladas de su rostro y trató de recomponer su compostura como si no pasase nada. Pero sobre todo, se disculpó por no haberse dado cuenta antes de la verdadera agonía que soportaba.

Kiba siempre había tenido en alta estima al rubio, le consideraba el mejor alfa y amigo que tenía, incluso le defendía pese a todo lo ocurrido. Sin embargo, ver a Sasuke de esa manera hizo que algo se removiera en su interior y cambiara su perspectiva. ¿Cómo podía alguien poner en esa posición a la persona que amaba, arrancarle el corazón de tal manera, destrozarle de tal forma como para que llorase tan amargamente? Nadie que proclamara su amor por otra persona debería provocarle tal agonía a propósito sin importar el motivo. No, Naruto no se había portado nada bien con Sasuke.

- No pasa nada. ¿Aún siguen peleando? – fingió estar bien y que ahí no había ocurrido nada. Kiba asintió con la cabeza como respuesta –. Será mejor volver y pararles, dentro de poco empezará a anochecer y aún hay otros temas que debemos discutir.

Pese a haber renunciado a su puesto, Sasuke actuó como beta por instinto, preocupándose por los demás y por el bienestar de la manada. En cuanto el moreno se dispuso a volver sobre sus pasos para regresar junto a la manada, Kiba le siguió en silencio sin dejar de pensar en toda la pena que escondía Sasuke, haciéndole ver todo aquel asunto con otros ojos.

***

La marcha de un alfa era algo que corría como la misma pólvora entre las manadas, sin embargo, los aullidos que el viento traía hicieron sonreír a Pain en su mansión. No esperaba que el alfa que se largaría fuera Naruto. Su mayor rival, precisamente el alfa con el que había tenido sus enfrentamientos más igualados y al que más deseaba destruir.

Sobre la mesa, todos devoraban la comida con ansia a excepción de Konan. Con el tenedor en su mano, comía con delicadeza únicamente lo que se había puesto en su propio plato, observando al resto pelearse por las fuentes del centro. Antes de conocer a Itachi, ella siempre supuso que así debía ser una manada, ahora lo dudaba viendo lo civilizadas que eran otras.

- ¿Te vas? – preguntó Sasori al ser consciente de los pasos del alfa hacia la salida.

Pain ya estaba junto a la percha, poniéndose la chaqueta para salir. Era raro que su alfa saliera a esas horas y más cuando toda la manada se encontraba junta. No habían tenido ningún percance ni necesitaban nada de fuera.

- Voy a comprobar ciertos rumores – sonrió Pain – haced el favor de comportaros mientras no estoy.

La mansión de Pain era una de las más hermosas y adineradas de la zona, pero también de las más alejadas. No era algo que preocupase demasiado al alfa, de hecho, era todo un privilegio vivir en mitad de la nada. Allí nadie molestaba.

Lanzó la nariz hacia el aire y olió el ambiente. Muchos aromas se mezclaban. La naturaleza, olores de su manada, la comida, pero no conseguía hallar el olor que deseaba. ¡Sasuke Uchiha! Ese chico no estaba por las cercanías, debería acercarse un poco más al centro del pueblo para localizarle.

Mirando la moto aparcada frente a la puerta principal, sacó las llaves de su bolsillo y quitó el candado de la rueda trasera donde también tenía el casco. Se lo colocó en la cabeza y se subió al vehículo para marcharse de allí. No tenía intención de hacer una visita larga, pero sí lo suficiente como para recordarle a ese chico sus intenciones y ayudarle a tomar la mejor decisión posible en esas circunstancias.

El olor de Sasuke no era demasiado fuerte, pero sí encontró el de toda su manada. Estaban reunidos en el lago de las afueras. Seguramente debatiendo lo ocurrido con su alfa. Una manada sin alfa se volvía completamente vulnerable. Debían estar todos muy confundidos y precisamente ahora, era el mejor momento para ver a un beta.

Dejó la moto aparcada en la parte de arriba y bajó hacia el estanque. Escuchaba las quejas, los gritos, la discusión y sonrió. ¡Estaban todos muy nerviosos por la ausencia del alfa! Lo cual a él le beneficiaba. Desde donde estaba, ya podía captar completamente el olor de Sasuke, aunque no parecía estar reunido en el mismo lugar que los demás.

- Lamento interrumpir vuestra charla – sonrió Pain – bueno, en realidad no. ¿Alguien me dice dónde puedo encontrar a Sasuke?

Toda discusión cesó al instante. Los ojos de la manada fueron a parar a Pain, detenido frente a ellos con ese rostro sonriente que les ponía de mala leche. Sin embargo, el que más se tensó fue, sin duda alguna, Itachi. No pasaba desapercibido para nadie que esos dos habían tenido sus problemas y no estaban en absoluto resueltos. No podían olvidar lo sucedido con Konan, ni que ese tipo casi matase a Itachi, ni que Sasuke tuviera que morder a su hermano para salvarle la vida.

- Es una reunión privada – aclaró Ino – lárgate.

- Uhhh, supongo que tendré que buscarle por mi cuenta – olfateó el lugar con una gran sonrisa, moviendo su dedo índice en círculos y finalmente, señalando una dirección – por allí.

Itachi se puso en medio. Un instinto protector hacia su hermano, su alfa y, a la vez, un sentimiento de venganza pese a saber que no podía vencerle tal y como estaba ahora mismo. Necesitaba controlar mejor sus habilidades para poder ser capaz de igualar a un alfa.

- Apártate. Tú y yo resolveremos las cosas algún día, pero hoy no he venido a matarte –. Se aproximó Pain hacia su oído –. Hoy vengo a hablar con tu hermanito.

- ¡Hijo de puta!

El enfado de Itachi fue notable. Elevó su mano, sacando sus afiladas garras a la vez que Pain le imitaba. Aquello acabaría mal y todos dieron un paso al frente para ir en su ayuda si lo necesitaba, sin embargo, la pelea se detuvo cuando Sasuke sostuvo el brazo de ambos al colocarse en medio. Era suficiente por hoy. ¡Ya tenía demasiados problemas como para añadir a Pain a la lista!

- Ya basta los dos. No eres bien recibido aquí. Lárgate – le amenazó Sasuke.

¡Esos ojos! Esa mirada intimidante hizo que Pain se relamiera los labios. ¡Cómo le excitaba ese chico! No podía dejar pasar la oportunidad de tenerle en su manada, no ahora que Naruto se había largado y seguramente... le había roto el corazón.

- ¡Cómo me calienta cuando me miras así! No dejes de hacerlo – le lanzó un beso, lo cual hizo que Sasuke frunciera el ceño y apartase el rostro ligeramente hacia atrás confuso por aquella reacción.

No entendía a qué venía aquella extraña actitud de Pain, ya que la última vez que se cruzaron, la situación fue más violenta. No comprendía ese cambio de actitud hacia él.

- Gilipollas – susurró Itachi, lanzando su cuerpo hacia delante y siendo frenado por su hermano una vez más, quien estiró el brazo, deteniendo así el dorso de Itachi y evitar el enfrentamiento.

- ¿Qué coño quieres? – preguntó Sasuke con un tono de dureza.

- Bueno, una mamada por tu parte no estaría mal – movió la cintura Pain, ganándose la mirada inquisitoria de todos mientras él sonreía. Sasuke dejó escapar un sonido, una sonrisa incrédula.

- ¿Es lo mejor que se te ha ocurrido? No me hagas perder el tiempo sólo porque andas falto de "cariño". ¿Por qué no le pides a alguien de tu manada que te la chupe? Seguro que estarán encantados.

Sasuke intentó retirarse. Le dio la espalda y eso calmó a Itachi. Sabía que Sasuke tenía mal genio, sabía defenderse y controlaba sus poderes de lobo mejor que él mismo. No necesitaba que nadie le protegiera, pero aun así, todos estaban atentos por si su beta necesitaba ayuda.

- Tienes razón, puedo pedirle a Konan que me la chupe – sonrió, lo que hizo que Itachi se lanzase sobre él y Sasuke tuviera que poner sus manos en su pecho para frenarle.

Las zapatillas de Sasuke resbalaron unos centímetros por el suelo en su intento por frenar el embiste de su hermano, pero lo consiguió. En cambio, cuando pudo calmar a Itachi con su mirada, se giró hacia Pain y tomó su brazo con fuerza, arrastrándole tras él para ir a un lugar y hablar en privado.

Con fuerza, arrastró su brazo y empotró su espalda contra un tronco. Esa distancia sería suficiente para decirle cuatro cosas y que se alejase de allí.

- Oh, sí, me encanta cuando te pones duro, nene – sonreía todavía Pain.

- Déjate de chorradas y di lo que quieras antes de que me enfade de verdad.

- Ya sabes lo que quiero.

- ¿Una mamada? – sonrió Sasuke, devolviéndole la broma subida de tono que Pain le había dejado caer con anterioridad.

¡Era astuto! Cómo deseaba tenerlo en su manada. Ese chico sería un beta estupendo junto a él, le enseñaría a controlar perfectamente su poder y además... lo aprovecharía bien en la cama. Nadie le había excitado nunca tanto como lo hacía ese chico de extraños ojos rojos cuando se enfadaba.

- Quiero que vengas a mi manada. Mira esta situación, Sasuke, tu alfa te ha abandonado.

- ¿Cómo coño sabes ya esas cosas?

- Los lobos de los alrededores hablan. No tengo que sumar demasiado, sé que Naruto ha tenido unos problemillas con manadas no demasiado sociables.

- No nos ha abandonado – dijo Sasuke intentando justificar algo que ni siquiera sabía por qué había ocurrido, pero no quería airear los trapos sucios de la manada para que pudieran aprovecharse de la debilidad que sufrían ahora mismo.

- ¿Ah, no? ¿Y dónde está?

Sasuke miró a otro lado. No sabía dónde estaba, ni lo que estaba haciendo, ni el porqué le había dejado allí sin decirle nada.

- Vaya... no te lo ha contado – llegó a la conclusión Pain – yo jamás le haría algo así a un beta y menos si me lo estoy follando.

- ¡Cállate! – se enfadó nuevamente Sasuke. Sus palabras dolían.

- No confió en ti como para contarte lo que ocurría, se larga dejándote todo el problema para que lo soluciones y encima, se ha llevado unos buenos revolcones contigo. Imagino que serás bueno en la cama.

- ¡He dicho que te calles!

- Sé mi beta, Sasuke, vente a mi manada, asciende hasta beta como hiciste aquí y te aseguro que puedo enseñarte a controlar todos tus poderes de lobo. Yo no te rompería el corazón, sólo quiero sexo – sonrió – sin sentimientos de por medio, venga... te lo pasarás en grande con nosotros.

- Vete a la mierda – le soltó Sasuke para largarse de allí.

- Sasuke... un día dirás que sí, un día... estarás en mi manada y en mi cama como le dije a tu amorcito. Ya lo verás – le lanzó una hoja de papel perfectamente plegada – piénsatelo.

No le hizo caso. Le miró con intimidación pero agarró el papel que le lanzó antes de irse, sin dejar de pensar en un detalle. ¿Qué había querido decir Pain con que ya se lo dijo a Naruto? ¿De qué hablaba? ¿Qué más no le había contado Naruto?

***

¡Novatos! Aprenderían a las malas las cosas que no debían hacer jamás. Kurosuki, con sus tremendas cicatrices por culpa de su enfrentamiento con Kakashi años atrás, miró los moretones del cuello de Haku. Sonrió.

Los nuevos solían cometer el mismo error con Zabuza, pero él lo conocía demasiado bien como para saber que ahora, debía mantenerse a distancia. Había mandado buscar a Minato por todas partes y no encontraron rastro alguno. ¡Lo ocultaron perfectamente! Todos cayeron en la trampa y Zabuza estaba muy, pero muy enfadado por haberle perdido el rastro.

Seguramente Haku había vuelto para comentarle que no encontró nada y al final, había conseguido que Zabuza se cabrease más. Esos moretones en el cuello le decían que no había sido suave y lo habría vuelto a mandar a buscarle. Kurosuki ya buscó en todos lados y al no encontrarlo, se sentó en aquella ladera a dejar pasar el tiempo, tiempo para que Zabuza se calmase un poco antes de ir a decirle las malas noticias.

- Siéntate y aprende – sonrió Kurosuki hacia el novato – jamás vayas demasiado deprisa a contarle una mala noticia, al menos si es de Minato Namikaze o acabarás con una paliza como ahora.

Haku se sentó a su lado. Tenía mucho que aprender todavía. Sin embargo, adoraba a su alfa. Él le salvó cuando se quedó en la calle, cuando nadie le ayudaba. Un apretón del cuello por que estuviera enfadado no quitaba el hecho de todo lo que había aprendido a su lado. Zabuza siempre cuidaba de él.

- Sólo me apretó del cuello – susurró Haku – y me ha mandado de nuevo a buscar a Minato. Esto curará enseguida, ya ni me duele.

- Minato es su punto débil. Quédate aquí un rato y esperemos a que se le pase el enfado. Él ya está siendo medio consciente de que no tenemos ni idea de dónde está.

- Pensará en algún plan. ¿No?

- De esto estoy completamente convencido.

- Kurosuki... Sé que no debería preguntar demasiado pero, esas cicatrices...

- Me vengaré por ellas – sonrió – el muy desgraciado de Kakashi creyó haberme matado, pero por suerte, me regenero rápido. Menuda cara de estúpido se le ha quedado al verme vivo. Tarde o temprano, me cobraré mi ansiada venganza. Puedes estar seguro de ello. Voy a dar una vuelta más desde el hospital, a ver si consigo localizar algún rastro.

- ¿Puedo acompañarte? Me gustaría aprender a rastrear mejor.

- Vamos.

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