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Capítulo 31: La llamada

Entre los rugidos de su manada que discutían por los últimos filetes de carne, Zabuza permanecía sereno. Sentado en la silla presidiendo la mesa, reposaba la cabeza sobre su puño. Todo el tiempo estuvo serio y apenas probó la comida, sin embargo, cuando la sonrisa apareció, todos se detuvieron, soltando la carne sobre el plato.

- ¿Tenemos un plan? – preguntó Ameyuri, la única chica en su manada.

Anteriormente había tenido alguna más, pero por desgracia, Kakashi había asesinado a gran parte de su manada, lo que le tocó reconstruirla a partir de los miembros supervivientes. Ella era una de las supervivientes.

- Jinin, sigue los pasos del detective Senju e infórmame si hay alguna novedad.

Con lentitud pero con decisión, Zabuza se levantó de su gran silla, mirando a toda la manada desde su altura antes de caminar hacia la puerta del gran salón. Nadie entendía lo que le pasaba por la cabeza, pero intuían que el fallo que había tenido con Minato, le haría regresar con otro plan.

- Los médicos han dicho que se está reponiendo. Es toda una suerte con ese ataque que le diste – comentó con una gran sonrisa Fuguki – casi lo matas.

- La idea era inmovilizarle, no quería que se moviera ni un milímetro. Supuse que tras el mordisco, si lo superaba, cerraría su herida. Esa idiota de Kurenai me impidió morderle al final. La habría matado también de no ser porque olí al resto de la manada acercándose.

- ¿Vas al hospital? – preguntó de nuevo la chica, creyendo que sería divertido acompañarle y crear algunos problemas.

- Algo mejor... voy a hacer una visita a mi pequeño alfa descarriado – sonrió con perversión, lo que hizo que todos sonrieran – es hora de que conozca cuál es su auténtica manada.

¡Nadie podía negarse a atender la llamada del auténtico alfa! Esas cosas no solían ocurrir y, por tanto, por muy alfa que fuera ese crío, acudiría como un corderito asustado ante el poder del auténtico alfa.

"Gracias por entrenarlo para mí, Kakashi", fue el pensamiento que cruzó la mente de Zabuza, porque ahora, tenía un pequeño alfa a su disposición y además, conseguiría fuera como fuera tener a su padre en esa manada. Los dos acabarían sucumbiendo a sus deseos.

- Ésta es vuestra manada – sonrió perversamente al pronunciar la frase, como si Minato y Naruto pudieran escucharle. Sin dilación, salió por la puerta principal, dejando a su manada atrás. Era algo que tenía que hacer él mismo.

Todo su plan por fin empezaba a tomar forma. Tobirama Senju odiaba a Kakashi y seguro que se ocuparía de mantenerle ocupado y, mientras tanto, le arrebataría a esos dos rubios casi sin que se diera cuenta. Se había asegurado de llamar la atención de ese detective al decirle que no podía hablar en ese momento porque creía que le habían seguido, y le había ofrecido una tarjeta con su número para que se pudiera poner en contacto con él y acordar verse en un sitio seguro.

***

¡Aire fresco! Eso es lo que necesitaba en esos momentos. Realmente estaba acalorado y tenso por la discusión con Kakashi. Ni siquiera cuando era más joven y con mayor temperamento llegó tan lejos con alguien a quien consideraba como su propio padre. Kakashi le enseñó desde que tenía uso de razón. Nunca dudó que él era su alfa, jamás le desobedeció, pero todas esas mentiras... ¿Hasta que punto afectaba la llamada del alfa? Él nunca vivió algo similar.

De niño no se ponía enfermo por sus defensas, nunca tuvo un resfriado, tampoco supo lo que era llevar una escayola, sus huesos se regeneraban en unas horas a lo sumo. Entrenó sus instintos, conocía lo que era el celo, la euforia que se vivía, conocía la luna llena, sabía cómo ayudar a su manada con todos los temas pero... jamás experimentó la llamada del alfa. Kakashi no era su alfa original, así que por mucho respeto que le tuviera, jamás se vio en esa encrucijada de tener que seguirle pese a tener otra voluntad.

Pensó, quizá podría preguntarle a Gaara o incluso a Itachi. Él mordió a Gaara, era su alfa original y estaba acostumbrado a la llamada cuando él se la daba. Aun así, jamás había discutido duramente con Gaara, ni tuvieron planes diferentes donde él le obligase mediante "la llamada" a cumplir sus órdenes. ¡Itachi! Él era el apropiado, porque su alfa era Sasuke, pero tenía que obedecerle a él. ¿Podría resistir la llamada de Sasuke cuando no quería hacer algo y él se lo ordenaba?

Suspiró. Se lo estaba tomando demasiado en serio. Él jamás estuvo al lado de Zabuza así que no debería poder controlarle, en cambio, Itachi vivía con Sasuke. ¡Se estaba preocupando por nada!

Dio otro paso. Quería ir al hospital a hablar con su padre y decirle que se metiera esa estúpida idea en otro lado, porque no pensaba mudarse. Él pelearía, ya fuera Zabuza, Pain o el mismísimo diablo, él no pensaba mudarse abandonando a su manada ni a Sasuke.

¡Ese olor! Movió la nariz al darse cuenta del olor familiar. ¡Lo conocía! Era detestable y hacía poco que llegó a sus recuerdos. Se giró con rapidez, viendo una figura apareciendo entre la neblina de la tarde. En Twain Harte era típica por la cercanía del bosque y la humedad que provocaba.

Gruñó instintivamente al darse cuenta de que era un hombre-lobo y no uno cualquiera. Quizá no viera su figura, no pudiera distinguir nada de ese tipo, pero era el asesino de su madre y caminaba despacio en su dirección. Entre la niebla, una silueta oscura apareció y entonces, teniéndolo a la vista, se lanzó al ataque.

- Detente – se detuvo el individuo frente a él, elevando la palma para darle el alto.

No quería detenerse, quería desgarrarle las entrañas, pero sus piernas no se movieron pese a que seguía gruñendo con violencia.

- ¡Maldita sea! – intentaba mover las piernas para que siguieran avanzando, pero todo su cuerpo parecía congelado. Su cerebro le decía que atacase y, a la vez, le impedía hacerlo.

- Sé un buen perrito, siéntate y escucha – ordenó Zabuza frente a él, obligando a las piernas de Naruto a agacharse hasta el asfalto.

¿Por qué no podía atacarle? Lo deseaba pero no podía hacerlo. Algo le decía que no podía hacerlo. Un escalofrío recorría todo su cuerpo, casi como si fuera miedo. ¡Miedo al alfa! Era eso, pero pese a no sentirlo racionalmente, inconscientemente... estaba ahí. Sentía la presión que ejercía el aura de ese tipo, casi sentía que podía destrozarle en tan solo un movimiento y su cuerpo se negaba a ir contra él.

- ¡Mierdaaaaa! – gritó Naruto con frustración – voy a destrozarte, hijo de puta.

- Sí, sí, pequeño cachorrito – sonrió Zabuza – veo que por fin Kakashi se ha dignado a contarte la verdad.

- ¿Crees que te saldrás con la tuya?

- ¿Es que no lo he hecho ya? – preguntó con arrogancia – esto sólo es una demostración para ti, tú no puedes vencerme, es mejor que te unas voluntariamente a la manada. No tengo inconveniente en que traigas a los tuyos tampoco.

- Ni lo sueñes. ¡TÚ ASESINASTE A MI MADRE! – gritó completamente fuera de sí –. ¡TE DESTROZARÉ!

- Bueno, sí es una lástima. No tenía nada en contra de tu madre, es sólo... que estaba en medio – se excusó con esa sonrisa que sacaba de los nervios a Naruto – ahora escúchame bien, únete a mí y todo estará bien. Tu padre acabará estando en mi manada, sea como sea y nadie me lo va a impedir. Es mejor que te vayas acostumbrando ya a tu nueva familia. No tendré reparos en matarte si te interpones en mi camino, aunque... sería una lástima hacerlo. Dale un mensaje de mi parte a tu padre – se acercó hasta Naruto, tomando su rostro gruñón con la mano y lamiendo el lateral de su rostro. Aquello saco de quicio a Naruto, dándose cuenta de las intenciones sexuales que tenía hacia Minato.

- ¡HIJO DE PUTA! SI TOCAS A MI PADRE, TE MATO.

¡Sangre! Las manos de Naruto sangraban por la presión que estaba haciendo al intentar mover su cuerpo para golpearle, sin embargo, nada funcionaba y eso hacía sonreír a Zabuza. Realmente, la llamada del alfa funcionaba como de costumbre, incluso aunque Naruto jamás hubiera estado con él.

Zabuza se levantó al ver cómo sangraba por la presión que estaba poniendo sobre él. Realmente quería llevarlo al límite y saber lo bien que podía funcionar su manipulación. ¡Funcionaba mejor de lo esperado!

- No te presiones tanto, pequeño, te harás daño. Por más que luches contra esto, no puedes resistirlo. Yo te convertí, te creé, llevas mi misma sangre de lobo corriendo en tus venas, no puedes atacar a tu creador. Será más saludable que te rindas y me obedezcas.

- Encontraré la forma de detenerte, ya lo verás, conseguiré moverme, cueste lo que cueste y entonces, no habrá lugar donde puedas esconderte. Te destruiré – aseguró Naruto.

- Dame la patita – se rió Zabuza ante sus palabras, viendo cómo la mano de Naruto temblaba en el suelo queriendo levantarse y él luchaba por no hacerlo. El grito que dio Naruto y cómo elevó la otra mano para bloquear la que quería levantarse realmente, hizo que Zabuza se diera cuenta de lo cabezón que era. Lo que no se esperó es que Naruto sacara tal fuerza de voluntad como para enseñarle el dedo corazón como queriendo decirle "jódete". No pudo evitar sonreír ante tal insolencia, pese a preocuparle levemente que hubiera logrado tal cosa –. Bueno, supongo que tendré que enseñarte este truco en otro momento. Nos vemos.

Luchaba por moverse pero no podía y, de hecho, todavía sentía ese escalofrío recorriendo su cuerpo. Ése que le decía que Zabuza era peligroso y era mejor no subestimarle. ¡Ahora sentía el miedo de Kakashi! Si él no podía luchar... ¡No! No era sólo eso, ¡Zabuza podía utilizarle en contra de sus deseos y obligarle a atacar a los suyos! Era un riesgo.

Por fin podía mover con cierta libertad los dedos. Sus oídos aún escuchaban los pasos de ese tipo y quizá, con algo de suerte, aún pudiera acercarse medio en sigilo y matarle allí mismo. Esperaba el momento en que ese escalofrío terminase y cuando sucedió, se levantó como alma que lleva el diablo, corriendo en la dirección de Zabuza.

¡No pudo encontrarle en la niebla! Ese tipo desapareció sin dejar rastro. Ni siquiera le olía cuando la parálisis pasó. Eso hizo que se enfadase el doble consigo mismo por caer en algo semejante. ¿Cómo iba a evitar las órdenes de "la llamada del alfa"? No tenía ni idea. Era la primera vez que se enfrentaba a algo semejante.

- ¡JODER! – gritó por la frustración.

***

Itachi no podía creer que su cuñado estuviera allí, en su cuarto, sentado sobre la silla giratoria de su escritorio y con el rostro cabizbajo. Normalmente, las veces que Naruto iba por su casa, era a buscar a su hermanito pero hoy, pasó de él y pidió unos segundos a solas para hablar de algo que evidentemente le afectaba.

- ¿Vas a contarme qué ocurre? – preguntó Itachi desde el colchón de su habitación.

- Tengo una pregunta y es importante pero... es sobre...

- ¿Lobos? – preguntó con cierto interés – yo creía que tú sabías todo lo que había que saber sobre los lobos. Bueno... Sasuke me dijo que fuiste... - bajó el volumen – mordido cuando fuiste un bebé. Tú has nacido prácticamente con esa condición. ¿En serio hay algo que no sepas sobre el tema?

- Es... sobre la mordedura o más bien, sobre ese sentimiento que tiene cualquier lobo hacia el alfa.

- ¿Sentimiento?

- Sí. Yo nunca he tenido un alfa, pero dicen que hay un sentimiento que hace que respetes a tu alfa, que le obedezcas.

- Algo así. No es que sea un sentimiento, es más bien, que tu cuerpo y mente saben que él es superior, él es quien te convirtió y evita que le ataquemos o más bien, hace que queramos obedecerle para estar en su manada.

- ¿Te ocurre con Sasuke?

- Sí. A menudo de hecho. Son cosas tontas, pero, cuando a veces discutimos por algún trozo de carne o algo semejante y me da una orden, es como que no puedo evitar cumplirla. Es el alfa y por más que me esfuerzo en aceptarte a ti, mi mente sabe que es Sasuke el auténtico. La ventaja en la manada es que Sasuke suele estar de acuerdo contigo y no da órdenes o da las mismas que tú, no me supone un problema seguiros, pero si un día discutierais o algo...

- Él es el auténtico alfa tuyo.

- Sí. Creo que tiene que haber alguna forma de superarlo y de hecho, a veces, cuando me esfuerzo mucho, consigo no obedecerle al cien por cien pero es realmente difícil. Sin embargo...

- Los alfas y la jerarquía cambia constantemente – sugirió Naruto – tiene que haber alguna forma en la que un beta supere al alfa y para ello, no debería estar bajo su control.

- No lo sé. Quizá por eso hay pocos cambios del alfa, un beta tendrá que aprender a lidiar con ese inconveniente, supongo – comentó Itachi.

- Tiene que haber alguna forma de romper ese yugo. De todas formas, gracias, Itachi, era lo único que me preocupaba.

Con rapidez y algo más animado, se levantó de la silla y corrió a la puerta. ¡Sasuke estaba detrás! Le esperaba en el pasillo y era posible que hubiera escuchado toda su conversación, pero aun así, le dio un rápido beso en los labios y salió corriendo por el pasillo.

- Tengo algo importante que hacer, Sasuke, pero... ¡Volveré! Te lo prometo – se giró antes de dar la esquina hacia las escaleras –. ¡Te amo!

Esa palabra hizo que Sasuke abriera los ojos con intensidad frente a la risa que Itachi dejó escapar por la cara de idiota que se le había quedado.

- Cállate, imbécil. Ve a rascarte la barriga – le ordenó, viendo cómo Itachi le maldecía antes de rascarse involuntariamente el abdomen.

***

Naruto caminaba a paso rápido para alejarse cuanto antes de la casa de los Uchiha y poder quitarse aquella fachada de "todo está bien, no pasa nada" sin ser descubierto. Odiaba tener que fingir ante los demás, pero sobre todo, ante Sasuke. Le amaba y quería ser sincero con él, pero... eran tantas cosas y él había hecho ya demasiado desde que... todo pasó. No quería preocuparle más. No quería poner ese gran peso que ahora llevaba sobre los hombros en Sasuke.

Sabía que no sólo como beta de la manada sino como su pareja, debía ser sincero y compartir la carga con él, tener una buena comunicación y enfrentarse a los problemas juntos, pero... esto era demasiado. Tan sólo quería protegerlo.

Naruto continuó caminando durante largos minutos sin un rumbo fijo, dejando que sus pies le llevaran donde quisieran, ya que su cabeza era un torbellino de pensamientos en ese instante y decidir un destino no se encontraba entre estos.

Una de las cosas en las que no podía dejar de pensar era Zabuza. ¿Por qué se le aparecía de repente ahora, después de tantos años y justo cuando acababa de descubrir que era su alfa biológico? ¿Habría sido casualidad o le había estado vigilando? Seguramente, se trataba de lo segundo, lo cual explicaría la sensación de ser observado que había tenido en las últimas semanas.

Al principio, había pensado que quizás se trataba de Pain y su manada, pero ahora estaba convencido de que había sido Zabuza quien le había estado vigilando entre las sombras, porque dudaba que Pain pudiera camuflarse tan bien como para no haberle olido.

¡Joder! Ese desgraciado seguro que había estando acechando a su familia y a él desde a saber cuánto tiempo, planeando su ataque sin que ninguno fuera consciente de ello. Eso le enfurecía mucho, porque creía que era fuerte, al menos lo suficiente para proteger a su familia, pero no había sido ni capaz de detectar su olor o su presencia, tan sólo había tenido la sensación de tener unos ojos sobre él en determinados momentos, y no se había molestado en cerciorarse si era así y averiguar quién le seguía. Si lo hubiese hecho, quizás su madre... aún estaría viva.

O al menos, eso era lo que le decía una parte de él, pero otra intentaba hacerle ver que Zabuza estaba a otro nivel como para no ser detectado fácilmente, que tenía más años y experiencia que él, y además, era su maldito alfa.

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo al recordar aquella desagradable sensación de no tener el control sobre su propio cuerpo, de no poder moverlo a voluntad aunque su mente le gritara que lo hiciera. Se había sentido impotente al verse en esa situación, no quería obedecerle, pero jamás hubiese imaginado que la llamada de un alfa pudiera ser tan poderosa como para doblegarle la voluntad de esa manera.

Le había dicho a Kakashi que la posibilidad de que Zabuza pudiera controlarle era muy pequeña, ya que nunca había pasado tiempo con él ni le reconocía como alfa, pero... o se había equivocado o había tenido la mala suerte de que ese bajo porcentaje ocurriera.

Entre tanta frustración, intentaba animarse recordándose que al menos había conseguido sacar la suficiente fuerza de voluntad como para no obedecer su última orden, aunque le había costado muchísimo. Aquello era un pequeño rayo de esperanza, porque quería decir que era posible no caer en ese yugo, y más tras la charla que acababa de tener con Itachi. Lo único que tenía que hacer era entrenar, aunque aún no sabía cómo, pero lo haría.

Naruto sonreía con determinación. Averiguaría la manera de sublevarse a la llamada del alfa y enfrentaría a Zabuza haciéndole pagar por todo lo que había hecho. Podía notar cómo una nueva oleada de energía renovada le invadía.

Sin embargo, esa euforia no duró demasiado y la sonrisa del rubio desapareció al levantar la vista y ver dónde sus pies le habían llevado inconscientemente. A unos metros delante de él, se hallaba su casa.

No la había pisado desde la mañana del día en que Zabuza le arrebató a su madre y casi lo consigue con su padre. En todo ese tiempo, había estado entre el hospital, el instituto y la casa de Sasuke, cuando éste le obligaba a ir para alimentarse de algo más que de comida de hospital y descansar en condiciones en una cama, y no en una incómoda silla.

Pese a saber que la policía había liberado la escena del crimen y había mandado a una empresa de limpieza especializada en esos casos para eliminar cualquier rastro de que se hubiese cometido un terrible crimen en su interior, no había ido en ningún momento. Había estado evitando el lugar todo lo posible.

Se decía a sí mismo que era porque tenía que estar cerca de su padre, que tenía que protegerlo, y en parte era verdad, pero sabía que la verdadera razón de peso era que no se sentía preparado. No se sentía con la fortaleza necesaria para volver al que había sido su hogar, pero que ahora era un recordatorio de lo que había perdido por culpa de la locura de otra persona.

Naruto se quedó estático frente al camino que llevaba a la casa, observándola pero a la vez, sin hacerlo. Su mirada estaba fija en el inmueble, pero realmente no la estaba viendo. Era como si su mente se hubiese desconectado de su cuerpo.

Estuvo así durante varios minutos, en aquel estado, inmóvil y con la mirada perdida hasta que, sin que se lo ordenara, el pie derecho se movió hacia delante dando un paso, siendo seguido a continuación, del pie izquierdo, y así sucesivamente, en un lento caminar.

No sabía qué le impulsaba a posar un pie delante del otro, recorriendo la distancia que le separaba de la puerta, porque sabía que aún no estaba preparado para enfrentar aquello, pero cuando se quiso dar cuenta, su mano ya se encontraba sobre el pomo de la puerta, girándolo.

En cuanto la puerta estuvo abierta, la mezcla de olores de diferentes productos químicos le golpeó con fuerza en las fosas nasales, tanto que se sintió ligeramente mareado. Tuvo que llevarse la mano a la nariz para impedir que más de aquel fuerte olor entrara mientras cerraba los ojos con fuerza debido a la imagen que había venido a su cabeza.

Cuando su olfato se acostumbró y el mareo se pasó, abrió los ojos para observar el interior de la vivienda. Entró despacio y entornó la puerta dejando así que el aire de fuera se colara y airear el ambiente. Su mirada recorrió la estancia pensando que realmente habían hecho un buen trabajo limpiando, ya que parecía que allí no había ocurrido nada. Si no supiera la verdad, parecería que era un día como cualquier otro, en el que sus padres estaban trabajando y en unas horas, volverían a casa para cenar todos juntos. Aquel pensamiento provocó una punzada de dolor en su pecho.

Continuó adentrándose en el que había sido un hogar cálido, lleno de risas y cariño, pero que ahora sólo era un lugar frío, lúgubre y vacío. Aunque casi al instante, sus pies se volvieron a detener por voluntad propia.

Con la mirada fija en el suelo, Naruto se estremeció y sintió que su respiración comenzaba a ser irregular y con más intensidad. Ahora entendía por qué su cuerpo había decidido pararse justo en ese sitio. Gracias a su insistencia, había logrado que Kurenai le contara dónde habían encontrado a su madre y era en el mismo punto donde se encontraba.

Su cuerpo empezó a temblar y su respiración se alteraba cada vez más, cuando poco a poco, empezó a levantar la mirada y a girar su cabeza con lentitud. Algo dentro de él le decía que no lo hiciera, que se detuviera, que diera media vuelta y se marchara de allí de inmediato sin mirar atrás, pero era como si un imán tirase de él y le impidiera poner en marcha aquel pensamiento.

Sus ojos se abrieron al máximo debido a la impresión, mientras se quedaba sin respiración y le daba un vuelco al corazón por lo que vio frente a él. Allí estaba, podía verla, sabía que era imposible, que seguramente era una alucinación provocada por el dolor, pero parecía muy real.

El cuerpo inmóvil de su madre se hallaba colgado delante de sus ojos, con su largo cabello rojizo tapando su rostro, con sus brazos inertes a los lados y la sangre resbalando por su piel formando un charco a sus pies.

Las lágrimas comenzaron a acumularse en los cristalinos ojos del adolescente mientras una mueca de dolor se formaba en su rostro, queriendo gritar pero sin que ningún sonido saliera de su garganta, cayendo al suelo de rodillas cuando todas sus fuerzas se desvanecieron y sus piernas no pudieron sostenerle por más tiempo, dejando finalmente salir su llanto cargado de pena y dolor.

Mientras lloraba sin consuelo, no pudo evitar imaginar a su madre en aquella posición intentando resistir y agarrarse a la vida hasta que, poco a poco, sus fuerzas fueron abandonando su cuerpo debido a la enorme de cantidad de sangre que había perdido y que aún seguía perdiendo, sintiendo cada vez más frío conforme notaba que la vida se escapaba de su cuerpo.

Podía imaginar las lágrimas en sus ojos al saber que nunca más vería a su marido, que no volvería a besarle ni podría abrazar a su hijo o reírse con ellos, que no pasaría más tiempo con ellos, que no vería a Naruto convertirse en adulto, que no envejecería junto a su marido...

Naruto tembló al creer que el último pensamiento de su madre, mientras el brillo de sus ojos se apagaba y daba su último aliento, era que nadie iba a acudir en su ayuda... que iba a morir sola y asustada.

Aquello acabó derrumbándole y terminó de caer del todo en el suelo, adoptando una posición fetal, agarrándose las piernas con fuerza y escondiendo su rostro entre ellas permitiéndose bajar la guardia y sacar todo el sufrimiento, frustración y dolor guardado en su interior.

Cuando se quedó sin fuerzas y sin lágrimas que derramar, permaneció tumbado en aquella postura, con la mirada perdida en aquella pared donde aún seguía viendo a su madre muerta y con un único pensamiento en su cabeza: le daba igual que Zabuza fuera su alfa biológico, no iba a marcharse y dejar que el asesinato de su madre quedara impune.

***

Minato se hallaba tumbado sobre la cama del hospital observando cómo poco a poco, el sol iba desapareciendo a través de la ventana, cuando unos toques en la puerta le sacaron de su ensimismamiento.

- Adelante – dijo a la vez que se incorporaba ligeramente para atender a su inesperada visita –. Naruto – susurró al ver a su hijo allí.

Después de la manera en que se había marchado, todo enfurecido, no creía que volviera, pero allí estaba. Observó el rostro de su hijo y no supo identificar su estado de ánimo ya que notaba ciertos detalles contradictorios: Podía notar que su mirada trataba de reflejar determinación, aunque también veía que sus ojos estaban hinchados y rojos como si hubiese estado llorando.

Naruto cerró la puerta tras él para tener una conversación privada con su padre, además, le había pedido a Asuma e Ibiki fueran a por algo de comer o beber, así ellos tampoco les escucharían.

- Sé que quien mató a mamá y te atacó es quien me convirtió en hombre-lobo – le contó.

- Naruto...

- No he terminado – le interrumpió con un tono serio –. También sé que no es la primera vez que ha ido a por ti, sino, de hecho, al parecer siempre ha estado obsesionado contigo – alzó ligeramente la voz en las últimas palabras.

- Naruto... – intentaba explicarse pero el adolescente no le dejaba.

- ¿Por qué nunca me lo contaste? ¿Eh? ¿Por qué no me dijiste que había alguien tan enfermo como hacer daño a tu familia por... a saber qué retorcidos motivos? – le preguntó cabreado.

- Porque no lo sabía – le contestó ofendido creyendo leer entre líneas que su hijo le acusaba de haberles puesto en peligro por no haber hablado del tema de Zabuza.

- Sí lo sabías – le contradijo Naruto –. Kakashi me ha contado que el año pasado, Zabuza estuvo en Twain Harte y no sólo te enteraste de que él era mi alfa biológico sino que además, fue a por ti.

Naruto se había ido acercando a Minato señalándole con el dedo conforme hablaba, lo cual no gustó al adulto.

- No pasó nada y no te lo conté porque no quería agobiarte por algo que se quedó en un susto.

- ¿Y por qué antes de eso nunca me habías hablado de Zabuza? – quiso saber Naruto.

- Porque era algo que en principio sólo me afectaba a mí y nunca me imaginé que pudiera llegar tan lejos. Zabuza siempre se portó bien conmigo...

- Excepto cuando intentó morderte, después, me mordió a mí, el año pasado intentó convertirte de nuevo y hace tan sólo unos días mató a mamá y te puso a ti en esta cama – señaló con sarcasmo.

Minato se quedó sin palabras durante unos segundos, sin saber cómo rebatir aquello.

- Vale, en algún momento perdió el rumbo, pero antes de eso, sólo era un chico con problemas y al que todo el instituto insultaba. No me parecía justo que le tratasen de esa manera y sólo quise ser amable con él.

Naruto estuvo a punto de decirle a su padre que mirase dónde le había llevado su amabilidad, pero sabía que no era correcto. Su padre siempre había tenido un corazón enorme y no soportaba ver alguna injusticia, por lo que era normal que tratase de demostrarle a un adolescente Zabuza que había buenas personas en el mundo también. Si hasta él hubiera hecho lo mismo si hubiese estado en la situación de su padre. Tampoco podría haber sospechado las consecuencias tan nefastas de un acto de gentileza.

- De acuerdo, puedo entender que cuando creías que no era peligroso o ingenuamente únicamente te afectaba a ti, quisieras manejarlo por ti mismo o con la ayuda de Kakashi, pero cuando me mordió y fui lo suficientemente mayor, ¿por qué no me contaste la verdad?

- Porque no le vi la importancia – respondió sincero Minato –. Ya te habían mordido y mi única preocupación era que sobrevivieras; después, cuando estabas fuera de peligro, solamente pensaba en que no sabía mucho sobre hombres-lobo, sólo lo que Kakashi me había explicado, y yo no lo era, así que no sabía qué debía hacer o qué enseñarte, y ahí fue donde entró Kakashi. Ya tenías a alguien bueno como alfa, que me había ayudado a entender el proceso por el que ibas a pasar y lo que debía hacer, además de instruirte. No lo veía necesario contártelo porque, ¿de que iba a servirte saber quién era la persona que te había mordido, cuando quien de verdad se había comportado como un alfa para ti había sido Kakashi? No habría supuesto ninguna diferencia.

Naruto se quedó mudo ante aquello. Entendía lo que su padre quería hacerle ver, y algo de razón tenía, pero también creía que sí habría marcado la diferencia conocer aquel dato tan importante.

- Sí lo habría supuesto. Si lo hubiese sabido con tiempo, podría haber tomado medidas de precaución para que nada de esto pasase.

Naruto dijo aquello pensando que si Kakashi o su padre le hubiesen contado la verdad hacía mucho tiempo, podría haber estado entrenando para soportar y vencer la llamada del alfa.

- Ésa es tu opinión, pese a que no coincido con ella – dijo Minato en tono conciliador – pero ya da igual, en cuanto nos marchemos, no tendrás que preocuparte por el tema. Kakashi y su manada se encargarán de todo.

- No – soltó molesto Naruto.

- Sí, Naruto, es mejor que dejemos el tema en manos de Kakashi.

- Ni hablar. No pienso marcharme de la ciudad y abandonar a mi manada a su suerte ni voy a dejar a Sasuke.

Minato podía entender que su hijo estuviera reticente a marcharse, pero debía hacerle ver que era por el bien de todos.

- No les estás abandonando.

- ¿Cómo que no? ¿Entonces cómo llamas a irme y dejarles en la estacada? – dijo malhumorado el rubio.

- Ven aquí – le hizo un gesto para que se sentara en la cama.

Naruto le miró reacio, con el ceño fruncido, pero al final acabó cediendo y se sentó en el borde de cara a Minato.

- No les estás abandonando ni dejando en la estacada – le repitió – les estás protegiendo.

- ¿Cómo voy a estar proteg...?

- Escúchame – le cortó hablando un poco más alto que él. Cuando vio que su hijo le hacía caso a regañadientes, continuó –. Ya hemos comprobado que Zabuza su obstinación hacia mí es mayor de lo que pensábamos y que es más peligroso de lo que creíamos, nadie se había dado cuenta de su vuelta.

- Ni de que seguramente nos vigilaba desde hacía un tiempo – comentó Naruto sin pensar.

- Ni de eso, por lo que seguramente volverá a intentar ir a por mí o puede que ahora vaya a por ti – Naruto apretó los labios para evitar que se le escapara que ya se había presentado frente a él y no había sido un encuentro agradable – por lo que lo mejor es marcharnos para que no nos encuentre mientras Kakashi se encarga de solucionar el problema en nuestra ausencia.

- No me parece bien. Si nuestras dos manadas se enfrentaran a...

- Naru – volvió a interrumpirle – eres fuerte y un gran alfa, pero Zabuza te supera en muchos aspectos, no eres rival para él – agarró con delicadeza el rostro de su hijo – no quiero que te pase nada. Kakashi ya le conoce, ya se ha enfrentado a él antes, puede con esto, pero le dificultará hacerlo si tiene que preocuparse por protegernos al mismo tiempo.

El adolescente agachó la mirada porque, aunque le jodiese admitirlo, tanto Kakashi como su padre tenían razón, más de lo que se podían imaginar, sobre todo, tras su encuentro con Zabuza hacía unas horas. Sin embargo, su parte combativa le seguía impulsando a pelear y poner punto y final a todo ese asunto de una vez por todas.

- Pero, ¿y mi manada? No puedo dejarlos – miró a su padre a los ojos tratando de hacerle ver que era su deber estar con ellos.

- Si te quedas y te enfrentas a Zabuza, les pondrás una diana en sus espaldas. Tu manada es extraordinaria, pero me temo que tampoco están a la altura de Zabuza, y éste solamente se divertiría jugando al gato y al ratón hasta que... acabara con ellos.

Naruto sentía que lentamente esa resolución que había sentido tan sólo unas horas antes iba flaqueando cada vez más, aunque le costaba darse por vencido.

- No puedo dejar a Sasuke. Le amo, no quiero estar lejos de él – dijo casi en un susurro.

- Naruto, no quiero que tengas que pasar por lo mismo que yo. No quiero que te lo encuentres... – se le quebró la voz a Minato al recordar la manera en la que había hallado a su esposa el día de su aniversario.

No hizo falta que el adulto terminara la frase para que Naruto supiera lo que quería decir. No pudo evitar que la visión de su madre muerta viniera a su mente, primero en la morgue y después, como alucinación que había tenido en su casa, pero lo peor vino después, porque en su cabeza, el cuerpo de Kushina fue sustituido por el de Sasuke.

Naruto se horrorizó ante la imagen de Sasuke colgado y desangrándose mientras Zabuza reía a carcajadas de forma macabra a su lado. No pudo evitar que su cuerpo volviera a temblar y, para su sorpresa, las lágrimas cayeran de sus ojos de nuevo.

Al ver el estado de su hijo, Minato se apresuró a abrazarlo y a susurrarle que todo estaría bien.

- No quiero que Sasuke... – logró articular Naruto entre el llanto –. Nos iremos... de aquí – accedió cuando su determinación por quedarse y luchar desapareció por completo.

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