Capítulo 24: Confesiones desastrosas
Notas: como siempre recordar que ésta historia y sólo ésta, es escrita por dos autoras, Kaoru Himura y yo. Un saludo y disfrutad.
Capítulo 24: Confesiones desastrosas
Aquellos ojos azules seguían fijos en el suelo, sin embargo, realmente no podía verlo debido a la venda que los cubría, aunque tampoco le habría prestado atención de no ser así, ya que su concentración estaba dividida entre su sentido del olfato y del oído.
Estaba centrado en cada ruido y olor que pudiera percibir que rompiera con la normalidad del bosque: pequeñas ramas que se rompían al ser pisadas, animales que huían cuando alguien se acercaba a ellos, el aire cortándose cuando un cuerpo corría para cambiar de posición y esconderse, los latidos y el olor de quienes intentaban camuflarse en el ambiente para pasar desapercibidos...
Todo aquello y más detalles le permitían saber que estaban muy cerca de él y que, de un momento a otro, le atacarían. Se concentró todavía más y se preparó para el inminente ataque.
A los pocos segundos, comenzó el asalto contra él. Percibió varias personas lanzarse hacia él desde diferentes posiciones, lo cual le daba a entender que se habían puesto de acuerdo para realizar un ataque coordinado para así aumentar sus posibilidades de derrotarle.
Esquivó un puño que iba directo a su mejilla derecha y saltó para apartarse de la trayectoria de una patada que se dirigía a su pierna para desestabilizarle. Justo después de volver a pisar el suelo, tuvo que agacharse y rodar para evitar otro golpe, y así, poco a poco y con gran precisión, fue esquivando todos los ataques... o eso creyó.
Apenas pudo reaccionar cuando un pie pasó entre sus piernas, se enganchó en su tobillo izquierdo y tiró de él desestabilizándolo y tirándolo al duro suelo, para acto seguido sentir el peso de un cuerpo posarse sobre él e inmovilizarle las extremidades.
- Te pillamos – escuchó que decía con triunfo aquella familiar voz.
- Eso parece – dijo Naruto sintiendo cómo le quitaban la venda de la cara.
Cuando sus ojos se adaptaron a la luz, pudo ver a Gaara con la venda en la mano derecha y a Sasuke encima de él.
- Ha sido una buena estrategia atacar todos al mismo tiempo – alabó el alfa – excelente trabajo en equipo.
- Hacemos lo que podemos – comentó Gaara mientras observaba cómo Sasuke se quitaba de encima del rubio y le daba la mano para ayudarlo a ponerse en pie.
- Intentémoslo de nuevo. Esta vez no me pillaréis – dijo Naruto sacudiéndose la suciedad de la ropa.
- Es mejor que descansemos un rato, llevamos así horas – sugirió Sasuke.
- Una vez más y ya descansamos.
- Naruto, necesitamos descansar ahora – el moreno intentó hacerle cambiar de idea.
El alfa miró a su alrededor y observó que, efectivamente, todos parecían bastante cansados después de tanto entrenamiento.
- De acuerdo – accedió – tomaos un descanso, mientras haré algunas ejercicios de fuerza.
Naruto dio un par de pasos antes de que un brazo le cerrara el paso y le detuviera.
- Cuando he dicho "necesitamos", me refería a ti también – le miró Sasuke con seriedad.
El rubio consideró sus opciones: podía hacer caso omiso de lo que le decía Sasuke y continuar entrenando solo hasta que los demás recargasen las energías, o podía acompañar a los demás mientras lo hacían y así el también descansaba. Se inclinaba más por la primera opción, pero conocía bien a su novio y sabía que podía llegar a ser muy terco si se lo proponía, y estaba seguro que ésta era una de esas veces en las que no le iba a dejar tranquilo, así que al final decidió que recuperaría el aliento al igual que los demás.
- Está bien, tú ganas – levantó las manos en alto como si se rindiese ante un atracador –. Hacemos una pausa así que aprovechad para rehidrataros si lo necesitáis – se dirigió al resto de la manada.
Vio cómo Gaara se sentaba en una roca y él se dejó caer en el suelo cerca del pelirrojo apoyando la espalda en un tronco caído. Sasuke le acompañó, quería hablar con él ahora que los demás estaban distraídos y no les prestarían atención. La presencia de Gaara no era un impedimento para ello, al contrario, creía que le vendría bien su ayuda en el tema a tratar.
- Naruto – llamó su atención.
El susodicho ladeó un poco el rostro para poder mirarle y darle a entender que le escuchaba.
- ¿Qué es lo que te preocupa? – no se anduvo con rodeos el moreno.
El rubio puso cara de confusión como si no supiera de lo que hablaba.
- ¿A qué te refieres?
- No intentes hacerte el tonto, sé que algo ronda por esa cabeza tuya – le dijo dándole con un dedo en la sien – es posible que engañes a los demás, pero no a mí.
- Tendrás que ser un poco más específico, porque sabes que siempre tengo cosas rondando por mi cabeza: la manada, nuestra relación, mi familia, el instituto, dentro de poco la universidad... - le enumeró dándole a entender que había muchos temas que le podían preocupar.
- Pero ésas son las normales desde que te conozco. Me refiero a que desde la pelea con Pain, nos haces entrenar más.
- Un poco más de ejercicio no es malo.
- No me estoy quejando, ya que lo que nos pides a nosotros no es nada comparado a lo que te exiges a ti mismo.
Naruto iba a abrir la boca para rebatirle, pero Sasuke vio su intención y se adelantó.
- No lo niegues. Sé que has aprovechado para entrenar a solas cuando los demás estamos ocupados con otras cosas.
- ¿Cómo...? – se delató sin darse cuenta.
- Notaba que estabas más cansado de lo normal y sabía que no podía ser por el entrenamiento grupal. Al principio, pensé que quizás se debía a que estabas más ocupado en casa o que no dormías bien, pero le pregunté a tu padre y me contestó que todo seguía como siempre en casa y que no tenías problemas para conciliar el sueño porque podía oír tus ronquidos desde su dormitorio.
Había otro motivo por el que intuía que no podía ser eso, pero le daba un poco de vergüenza contar delante de Gaara que había notado que su cuerpo estaba un poco más musculado y definido cuando se acostaban.
- Por lo tanto, sólo puede ser que estés entrenando por tu cuenta – continuó dejando sus pensamientos lascivos a un lado – me vi tentando a seguirte y confirmarlo con mis propios ojos, pero no lo hice porque sentía que si lo hacía, no estaba confiando en ti ni te estaba dando tu espacio, pero ya no puedo mirar hacia otro lado y ver cómo caes rendido por la extenuación. Necesito saber qué te preocupa.
Naruto le miró a los ojos y podía notar la inquietud y una enorme preocupación en ellos. No soportaba saber que estaba así por su culpa por lo que decidió contarle lo que ocurría.
- Pain sigue por ahí – dijo.
- Lo sé, pero por lo que me contasteis, le venciste y le dejaste claro que no se acercase a nuestra manada. No creo que sea tan tonto como para hacerlo si le derrotaste fácilmente – comentó Sasuke.
- No fue fácilmente – le corrigió haciendo que el moreno pusiera una expresión de confusión –. Pain está más o menos al mismo nivel que yo en muchos aspectos, lo que hizo que la pelea estuviera muy igualada, más de lo que me gusta admitir. Y te puedo asegurar que si yo me di cuenta, él también.
Sasuke le miró al principio incrédulo y después posó su mirada en el rostro de Gaara buscando su apoyo, ya que él fue el único de la manada presente durante la pelea de Naruto y Pain.
- Aunque estuve más centrado en mi propia pelea, sí que pude notar que estaban más o menos a la par – le explicó.
Aquello pilló por sorpresa al moreno, ya que esperaba que Gaara le dijera que Naruto era claramente superior a Pain y que estaba exagerando con sus entrenamientos secretos.
- Pero le venciste – se dirigió a Naruto costándole aún aceptar la verdad.
- Supongo que ese día tuve suerte o algo más de determinación que él, no lo sé. Lo único que sé es que si decide pasar de mi advertencia, debo estar preparado. Necesito desequilibrar la balanza y que se incline a mi favor, porque si no, el resultado de esa pelea podría ser muy diferente a la de la última vez.
Sasuke ahora entendía mejor por qué Naruto se exigía más a él que a los demás. Era el alfa, quien debía proteger a los demás y garantizar su seguridad, por lo que sentía todo el peso sobre sus hombros. Para él, era su responsabilidad evitar que los demás resultaran heridos.
- Por una parte, estoy molesto por el hecho de que te exijas tanto y vuelvas a poner toda la carga sobre ti, porque todos estamos juntos en esto y yo soy tu segundo al mando, por lo que puedes contar conmigo y con todos los demás. Pero, por otra parte, no puedo estarlo, porque eres consciente de esto último y por eso también nos haces entrenar más, para que mejoremos y estemos preparados – le comentó Sasuke.
El rubio notaba el conflicto dentro de su pareja, todavía no había decidido si cabrearse o no por haberse callado cómo se sentía, lo que le preocupaba y haber decidido unilateralmente que todo dependía de él.
- Supongo que no puedo evitar que te escapes de vez en cuando a entrenar solo cuando los demás estemos ocupados, pero me gustaría que me avisaras y así acompañarte en ellos si me es posible, pero recuerda que todos estamos en esto – le dijo Sasuke en un tono conciliador, aunque pronto lo cambió a uno autoritario – y vas a bajar el ritmo, si no puedes ni mantenerte en pie, no servirá de nada tanto entrenamiento.
Naruto sonrió ante la regañina de su novio.
- Sabes que te amo, ¿verdad? – soltó de repente Naruto.
- No intentes camelarme – le contestó Sasuke ligeramente avergonzado por la espontaneidad del rubio.
El escándalo provocado por Sai, Kiba, Deidara y Neji atrajo la atención de los tres interrumpiendo el momento. Naruto hizo el amago de levantarse e ir a ver lo que ocurría, pero Sasuke le puso un brazo en el pecho impidiéndolo.
- Ya voy yo. Tú descansa un poco más, te hace falta – sentenció el moreno mientras se ponía de pie.
Cuando Sasuke se alejó lo suficiente, Gaara decidió que era el momento de intervenir.
- Tú y yo sabemos que no le has dicho toda la verdad.
Naruto le miró con un poco de pánico por si Sasuke le oía y estuvo tentado de llevarse al pelirrojo más lejos, pero eso sólo atraería la atención del moreno.
- ¿Se lo vas a contar? – le preguntó en un susurro para dificultar que Sasuke les oyera, aunque estaba tan centrado en Sai y los demás que no creía que fuese a prestarle atención en ese instante. Menos mal que ese día Itachi tenía clases en la universidad, así tampoco tenía que preocuparse por que escuchara su conversación con Gaara.
- Si no lo he hecho ahora, no lo haré más adelante, ya que no me corresponde a mí hacerlo.
- No puedo decirle que me estoy machacando más no sólo por la manada, sino por él, por la obsesión que parece haber desarrollado Pain por él. No quiero que cargue con ese peso también, ya tiene suficientes preocupaciones.
- Pero no saberlo quizás le ponga en un peligro mayor.
- Por eso me estoy esforzando en mejorar, para protegerle de Pain. No pienso dejar que le haga nada – se defendió Naruto.
- No creo que lo que necesite Sasuke es que le trates como a una damisela en apuros sino saber a lo que se enfrenta y estar preparado.
- No lo trato de esa manera. Sé que es fuerte y puede defenderse por sí mismo, pero estamos hablando del alfa de otra manada, aún no está a su nivel, pero yo sí, aunque necesito superarle para vencerle con total seguridad si llegase la ocasión – intentó hacerle ver.
Gaara le miró dubitativo. Entendía su punto de vista, pero también creía que Sasuke se merecía saber la verdad.
- Espero que tengas razón y esto no te explote en la cara.
Naruto no dijo nada ante eso, simplemente echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos dando por terminada la conversación e intentando descansar un poco pese al escándalo que tenían montado los demás.
***
- Os digo que ya la tenía en el bote, pero vosotros estropeasteis mi gran momento – decía Sai molesto.
- Venga ya, tío, eso es imposible. Seguro que estaría pensando que eras un pervertido por ir desnudo a buscarla – se reía Kiba.
- Que nooo – se quejaba Sai - ¿es que no la visteis? Estaba tan preocupada por mí que no le importaba que estuviese desnudo, e iba a aprovechar que tenía la guardia baja para que cayera rendida a mis pies.
- Pues yo la vi asustada – intervino Deidara sonriendo, aunque pronto se le borró al ver que Gaara se acercaba al grupo y, como había estado haciendo ese pelirojo durante el último mes, se alejó lo más posible de él.
No entendía ese cambio de actitud de pasar de obligarle a estar casi todo el tiempo posible entrenando con él a apenas acercarse a él o cruzar palabra. Recordaba perfectamente que le dijo que le iba a dejar su espacio y no le iba a forzar a esos entrenamientos tan extenuantes, pero esto era demasiado. Se alegraba de no estar agotado todo el día, pero tampoco le gustaba ese distanciamiento entre ellos y no entendía nada.
Quería haberlo hablado con el pelirrojo, pero no había tenido la oportunidad de hacerlo. Quizás debería crear él la ocasión y no dejar que le rehuyese para poder obtener una explicación por su parte, además, tenía curiosidad por saber si le había entendido mal o no cuando le insinuó que debía declararse a Itachi.
- Es muy probable que se fijase bien por primera vez en las pequeñas dimensiones que tiene tu aparato reproductor – habló Neji dejando a todos sin habla por no esperarse un comentario como aquel por su parte.
A los pocos segundos, unas enormes carcajadas rompieron el silencio que se había creado tras esa declaración tan contundente y segura.
- ¿De qué os reís? – se quejaba Sai ofendido – si os pareció que estaba asustada era más bien por todo lo contrario, por el enorme tamaño de mi polla y temía que pudiera no caberle.
- Eres un bestia – comentó Sasuke incrédulo ante la conversación tan cavernícola que estaba presenciando.
- Sé que mi polla es una bestia descomunal que asusta a cualquiera, pero si se la trata con cariño, recompensa dando mucho placer – le soltó Sai.
- No puedo con esto. Seguid con vuestra discusión de trogloditas – dijo Sasuke apartándose y yendo junto a Naruto, quien aún descansaba en el tronco caído.
El moreno compadecía lo que Ino tenía que aguantar con Sai. Le tendrían que poner un altar por tener tanta paciencia con ese chico.
- La tenía casi lista y por vuestra culpa no pude estrecharla entre mis brazos y sentir sus enormes y redondos pechos contra mí – siguió Sai.
- Sí, claro. Si no te pegó ni te llamó pervertido fue porque la situación no lo apremiaba – se burlaba Kiba.
- Os equivocáis. Fue porque interrumpisteis y ya le dio vergüenza declararme su amor delante de vosotros.
- Si tan seguro estás que sólo fue por nuestra culpa, ¿por qué no vas a su casa y terminas lo que empezaste? – le desafió Deidara.
- Porque sus gónadas son del tamaño de una canica – dijo Neji volviendo a provocar el asombro de todos y después, sus risas.
- ¿Eso creéis? Pues os voy a demostrar que os equivocáis y que yo llevo razón.
Sai comenzó a quitarse la ropa que llevaba puesta y a dejarla caer sin ningún miramiento.
- Tío, no hace falta que nos la enseñes, ya sabemos que la tienes pequeña – se reía Kiba.
- Sai, no queremos vértela – se quejaba Deidara apartando la mirada y cruzándose con la de Gaara, lo cual le hizo avergonzarse sin entender por qué.
- Lo que yo decía, gónadas y órgano viril de dimensiones inferiores a la media – comentó Neji.
- Mi polla es superior a la media – se quejaba Sai.
- Pues tendré que investigar cuál es la media, porque si dices la verdad, entonces yo estoy muy por encima de ella – soltó Neji con total seriedad dejando a todos boquiabiertos.
Cuando el estupor desapareció, Sai entrecerró los ojos y señaló a Neji.
- Ni se te ocurra enseñársela a Ino – le advirtió.
Neji le miró con confusión sin entender cómo Sai había llegado a la conclusión de que quería enseñarle su miembro a la única chica de la manada.
- No es de mi interés ir mostrando mis partes bajas a los demás – le aclaró.
- Tío, ya te puedes poner la ropa, ya te la hemos visto aunque no te lo habíamos pedido – le comentó Kiba a Sai.
- No me he desnudado por eso, sino porque voy a demostraros que yo tenía a Ino en el bote pero por culpa de vuestra interrupción, no terminó de caer rendida en mis brazos. Así que voy a ir ahora a su casa y voy a recrear el momento, y cuando nos declaremos nuestro amor, tendréis que pedirme disculpas y admitir que tengo razón.
- No hay huevos – le desafiaba Kiba.
- Ya he dicho que no los hay. Creía que había dejado claro que sus testículos son diminutos – recordó Neji pero fue ignorado.
- Ya veréis cuánto va a disfrutar de mis huevos – soltó Sai antes de salir corriendo en pelotas hacia casa de Ino.
Gaara negaba con la cabeza por lo idiotas que podían llegar a ser sus amigos, mientras que los demás solamente reían ante lo que le esperaba a Sai como se presentase de esa guisa en casa de la rubia.
- ¿Adónde va Sai desnudo? – preguntó Naruto al llegar hasta ellos cuando abrió los ojos un momento y vio al moreno sin ropa.
- A declararse a Ino – le contestó Deidara.
- Y no le habéis detenido porque...
- Porque será divertido ver qué cara nueva le deja Ino después de la paliza que le va a dar – se reía Kiba descontroladamente.
Naruto suspiró y se llevó la mano a la frente mientras negaba con la cabeza incrédulo.
- Ahora nos quedaremos con un miembro menos en la manada. Le echaremos de menos – bromeó Naruto.
- Creo que es él quien se va a quedar sin miembro cuando Ino se lo corte – comentó Sasuke a su lado.
- Que no te quepa duda sobre eso.
***
El incienso seguía ardiendo en la habitación. El aroma de ambas chicas se camuflaría lo suficiente como para que nadie supiera que se encontraban allí, sin embargo, el silencio también reinaba en la estancia. Konan parecía angustiada y preocupada. Siempre estaba muy seria y siempre tenía esa mirada de tristeza.
Cuando Konan venía a verla, ella misma sentía que la tristeza le invadía. Una manada debía ser una familia, un lugar donde reír y llorar juntos, un lugar que considerases un refugio, pero para Konan... era todo lo contrario y eso era lo que Ino sentía cuando tenía a la chica frente a ella. Le trasmitía dolor y pena.
Sus dedos se apretaron con fuerza a la tela del pantalón, dudosa de si iniciar la conversación o no, queriendo preguntar algo que no estaba segura si era buena idea. Por suerte para ella, Ino fue la primera en romper el hielo.
- Él está bien – susurró Ino, con lo que consiguió que Konan elevase la cabeza al instante en un suspiro de alivio – está aprendiendo a controlar sus nuevas habilidades, ya sabes que al principio cuesta un poco y... bueno... su sangre o su genética... viene de la manada de Orochimaru, es muy fuerte, le costará un tiempo adaptarse a su nueva vida.
- Lo entiendo. Al menos está bien.
- La primera luna llena la ha pasado más o menos... bien. Naruto se hizo cargo al igual que su hermano Sasuke. Creo que tendrán que pasar con él unas cuantas lunas llenas más, al fin y al cabo, incluso Sasuke que tiene casi año y medio desde su transformación aún lo pasa mal en la luna llena.
- Incluso para un lobo sin una genética tan dura es difícil superar una luna llena. ¿Pueden los de tu manada controlarse en luna llena?
- Completamente... sólo Naruto, aunque Gaara controla bastante también. Yo no consigo controlar mis instintos.
- Tampoco yo – sonrió Konan – y lo peor es cuando coincide en época de celo.
- Eso da mucho miedo, porque no eres consciente de lo que haces y... tus instintos sólo buscan un macho con el que aparearse. Te entiendo perfectamente. Por suerte, mi alfa se controla bastante bien y me aparta del resto de la manada.
Por el rostro de Konan, Ino supo al instante que no sucedía lo mismo con ella. Seguramente, Pain era capaz de dejar a toda su manada suelta para que disfrutasen del momento sin tener en cuenta los sentimientos de Konan.
- Creo que Itachi te echa de menos – susurró Ino para cambiar el tema de conversación.
- ¿Ha dicho algo de mí?
- No, pero... creo que es por ser reservado. Todavía no está totalmente integrado en la manada, le está costando un poco, pero teniendo en cuenta lo terco que fue Sasuke para encajar, no me extraña que a Itachi también le cueste pese a que está haciendo un gran esfuerzo.
- Tiene suerte de estar en una buena manada que le apoye. Igual que tú – sonrió con tristeza.
- Yo... no siempre estuve en la manada de Naruto, tuve otra antes, la de mis padres, o bueno... ahora mi madre. Mi padre falleció tratando de protegerme en el primer celo que tuve. Tras aquel momento, me uní a la manada de Naruto y no me arrepiento de ello. Todos son increíbles, incluso Sai pese a ser excéntrico e... instintivo – sonrió al pensar en él.
- Parece un buen chico, corrió sin dudarlo a salvarte.
- Es un chico muy raro, pero es especial a su manera. No sé mucho sobre su pasado, apenas habla de él, pero no tiene padres y tampoco habla de ellos, quizá no los recuerda o puede que no le guste sacar el tema. Vivió durante muchos años siendo un lobo completo y cuando se unió a la manada, Naruto le intentó inculcar lo que era ser humano también, pero le cuesta bastante.
- Se rige por sus instintos.
- Sobrevivía siendo un lobo, es lógico que le cueste ser humano pero... lo intenta. O eso quiero creer – se cuestionó la rubia al recordar algunas barbaridades que solía hacer – a veces temo que mi padrastro, que es humano al cien por cien, descubra que Sai es medio lobo, o en su caso... casi lobo completo. Cuando tengo el celo... acampa bajo mi ventana y aúlla como un poseso.
Konan empezó a reír con ganas tras escuchar aquello. Las pocas veces que podía quedar con Ino, le sentaba bien, podía ser ella misma, hablar de cosas de hembras, preocupaciones suyas y sobre todo... podía hablar de chicos y de lobos. No tenía a nadie más con quien hablar sobre el tema. Su manada no estaría dispuesta a escucharla, ni les interesaba cómo se encontraba, se sentía demasiado sola.
- Tómalo como que te cuida.
- Es posesivo... pero sé que en el celo de cualquier otra hembra, él va como loco detrás de cualquiera – se enfadó Ino.
- Te gusta ese chico – sonrió Konan – quizá debas aceptar que puede que le gustes a él, sobre todo por la forma en que llegó a protegerte. Eso no lo haría cualquiera, al menos la mitad de los que yo conozco no entrarían en mitad de una agresiva manada para protegerme. Como bien has dicho, tiene unos instintos muy fuertes, ha vivido la mayoría de su vida siendo un lobo, le cuesta ser humano.
- Lo sé, pero me irrita algunas cosas – se quejó Ino, pese a que rió también con Konan – supongo que sí me gusta, hasta sus excentricidades.
El incienso se apagaba con lentitud, por lo que Ino se dispuso a buscar otra varilla y encenderla. De esa forma, al menos ocultaría durante un tiempo tanto su olor como el de Konan, más una medida de seguridad para la chica que para ella misma. En ese corto intervalo de tiempo, fue cuando ambas arrugaron la nariz, oliendo esa química que reconocían y que hizo que Konan riera y que Ino se ofuscase.
- ¿Eso es...? – preguntó Konan.
- Será cabrón – escuchó el insulto de Ino, quien se aproximó a la ventana y abrió para ver a Sai allí, desnudo completamente y con una gran sonrisa.
- ¡INO! – gritaba Sai desde el jardín.
Estaba completamente desnudo y no entendía por qué estaba allí de esa manera. ¿Podría haberse transformado en lobo y haber corrido hasta su casa? Aunque nunca antes había visto transformado a Sai completamente hasta la pelea contra Pain, así que no entendía nada.
- Por dios santo, Sai. ¡Ponte ropa! Y además... ¿Qué narices has hecho? Huele a... - puso cara de asco, tapándose la nariz.
- He orinado los árboles cercanos para marcar territorio, ningún otro macho se acercará – dijo con orgullo en su mirada, pese a que Ino se paralizó unos segundos y luego apretó los puños en señal de enfado.
- ¡Yo... lo... mato! – gritó Ino enfadada, haciendo reír a Konan.
- ¿A qué huele tu habitación? ¡Apesta! – se quejó Sai del incienso, como si su orina fuera el olor más natural de todos y el incienso algo artificial y desagradable cuando para Ino era todo lo contrario.
- Dijiste que era muy instintivo, ¿verdad? – sonrió Konan – creo que piensa que como el otro día estabas tan preocupada por él y no te importó que te abrazase estando desnudo...
- ¡No! – se quejó Ino al darse cuenta de aquello – aquello era una emergencia, estaba asustada por si lo mataban, me daba igual si estaba o no desnudo, otra cosa es que venga a mi casa en pelotas. Cualquiera puede verle.
- Creo que no le importa demasiado.
- Sai. ¡Maldito pervertido! – le gritó Ino de nuevo – ponte algo de ropa ahora mismo.
- Pero... quería pedirte algo. ¿Puedes bajar a hablar?
Por un momento, miró hacia Konan, pidiendo un permiso que no necesitaba, pero prefería tener puesto que era su invitada. No era su intención dejarla allí sola en la habitación.
- Puedes ir, además seguro que sólo será un momento. Yo pondré el incienso mientras.
- ¿Estás segura?
- Sí. Ve a hablar con él. Además, se te nota en los ojillos que estás deseando verle. ¿Hablasteis de lo que sucedió tras aquella pelea?
- No. La verdad es que no volvimos a tocar el tema de lo que ocurrió.
- Quizá deberías contarle tus sentimientos.
- ¿A ese idiota? Él nunca se dará cuenta de nada.
- Pero ha venido a verte – sonrió Konan –. ¿Por qué no bajas a hablar con él? Esperaré aquí.
Un resoplido fue lo que Ino dejó escapar antes de cerrar la ventana y decidirse a bajar. Por suerte, sólo su madre se encontraba en el salón, la cual sonrió, sabiendo de sobra que Sai estaba allí fuera esperando a su hija. ¡Ese chico era único! Así pensaba su madre, aunque también conocía los sentimientos que albergaba por ella y jamás le había hecho ningún daño, de hecho... era uno de los que más preocupados estaban por ella y más la vigilaban y protegían.
- Voy a salir un momento – suspiró Ino dando una explicación razonable a su madre.
- ¿Puedes decirle que le he cambiado la manta de la caseta del perro del jardín? – preguntó su madre, puesto que conocía de sobra el mal hábito de Sai por dormir en aquella caseta cuando su hija tenía el celo – y dile también, que puede entrar en casa en vez de irse a la caseta, sólo tiene que tocar el timbre.
- Se lo diré... aunque dudo que le entre en la cabeza.
- Bueno... sólo espero que no orine en la rueda del coche, no quiero que vengan todos los perros del vecindario.
¡Vergüenza! Era lo que sentía Ino en ese momento. Estaba completamente roja y sólo esperaba que ningún vecino viera a Sai en ese instante, allí desnudo frente a su casa. Su madre podía entenderlo... pero dudaba que los demás lo hicieran, para ellos sería un pervertido.
Tomó una chaqueta de la percha y salió a la calle, lanzando la chaqueta primero a sus manos antes incluso de hablar. Sai miró ese trozo de tela sin entender qué quería que hiciera con eso.
- Ponte eso anda.
- Pero... creía que te gustaba mi cuerpo...
- ¡Eres un pervertido! – se quejó Ino sonrojada.
Sai sonrió al escucharlo. No es que se considerase así y tampoco pensaba que Ino lo pensase, ambos sabían que así era un lobo y por lo sonrojada que venía la chica, intuía que le gustaba verle desnudo.
- ¿Cuándo te viene el celo? – preguntó con una sonrisa.
- ¡Sai! – gritó Ino ante aquella pregunta tan inapropiada.
- Sólo pregunto... sueles estar más receptiva y cariñosa. ¿O es que le ocurre algo a mi físico? ¿No te gusta? Yo creía que sí. La última vez... hasta me abrazaste estando desnudo. ¡Se me puso bien dura!
- ¡Oh, dios mío! No puedo seguir con esta conversación contigo.
- ¿Por qué? ¿He dicho algo malo? Creo que es muy romántico, quiero procrear contigo.
Un sonrojo todavía mayor apareció en su rostro, aunque finalmente, Sai empezaba a ponerse la chaqueta al ver lo incómoda que parecía estar Ino. Aun así, seguía sin entender si es que le ocurría algo malo a su cuerpo. Lo normal sería que le atrajese pero... su actitud le hacía dudar.
- Ya estoy vestido, aunque no entiendo qué tiene de malo mi cuerpo.
- Sai... no es tu cuerpo, es que no te comportas como un humano, es más bien...
- Es que no soy muy humano, soy más lobo que humano, ya lo sabes. Puede que no sea muy refinado, pero lo que siento por ti no va a camb...
Movía la nariz, eso fue lo que Ino vio, a Sai moviendo la nariz como si le llegase un olor peculiar y por supuesto... cómo salió corriendo gruñendo a un perro que se acercaba a marcar el árbol que él había marcado con anterioridad, ahuyentándolo al instante.
- Sai... maldito idiota – le gritó enfadada, volviendo al interior de la casa.
- Pero... si protejo tu casa – se ofuscó Sai sin entender qué ocurría.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro