Capítulo 21: Futuro y pasado
Aviso importante: Espero no tener que estar repitiéndolo constantemente, ya me estoy agotando un poco de repetirlo en casi todos los comentarios y las notas del primer capítulo está escrito y notificado que somos dos autoras escribiendo, así que por favor, espero no habléis en singular en lo referente a este fic, porque es como si no tuviérais en cuenta el esfuerzo de mi compañera. Somos dos autoras escribiendo el fic y sienta muy mal cuando no se tiene en cuenta este hecho, puesto que ella pone el mismo o más esfuerzo que yo para realizar su parte.
Y tras esta aclaración, disfrutad de la historia, esperamos que os guste. Un saludo a todos :)
Capítulo 21: Futuro y pasado
Los primeros rayos de sol se colaron por los pequeños huecos que la cortina de la oficina de Asuma no cubrían, iluminando ligeramente la oscuridad en la que se encontraban Naruto y Sasuke. El alfa observó con alivio que la luz que entraba no era suficiente para despertar al moreno que aún dormía apoyado sobre sus piernas.
Había sido una noche larga en la que no había pegado ojo, atento a cualquier cambio que pudiera presentarse en el estado de Itachi a lo largo de las horas pasadas. Por suerte, no había ocurrido nada de lo que preocuparse y por lo que hubiese tenido que despertar a Sasuke.
Naruto acarició su cabello con cuidado para no sacarle del mundo de los sueños mientras le miraba con cariño pero también con preocupación. Pese a no haber querido al principio alejarse de su hermano y descansar, por fin pudo convencerle y, contrario de lo que había creído Naruto, Sasuke no se había despertado por sí mismo en toda la noche. Debía estar realmente exhausto, el golpe emocional que se había llevado era realmente fuerte como para dejarlo fuera de combate. Naruto tan sólo esperaba que no se llevase un segundo aún más duro...
Unos pasos le hicieron desviar su atención del beta y centrarse en el ritmo y velocidad de los mismos tratando de averiguar si quien se aproximaba a la oficina traía malas noticias. A los pocos segundos, la puerta se abrió dejando pasar no sólo más luz dentro de aquella estancia en penumbra, sino a su antiguo maestro quien traía un par de humeantes vasos.
- Te traigo unos cafés recién hechos – le comentó Kakashi en voz baja acercándose al rubio y ofreciéndole uno de los vasos.
- Gracias – le dijo tomando con cuidado la taza.
- Sé que con nuestras capacidades podemos aguantar más tiempo desvelados, pero he creído que necesitaríais renovar energías, aunque veo que Sasuke aún sigue durmiendo.
Kakashi acercó una silla y la puso frente al sofá donde se encontraban los dos adolescentes, tomando asiento mientras aún seguía con la otra taza de café en la mano izquierda.
- Sí, por suerte ha dormido más o menos de un tirón. De vez en cuando, murmuraba algo entre sueños, pero conseguía calmarlo antes de que fuera a más – dijo acariciando de nuevo el oscuro cabello de Sasuke –. ¿Cómo sigue Itachi?
- Pues, tu padre sigue vigilándole muy cerca, pero por ahora no hay cambios. Por suerte, la herida no ha vuelto a sangrar y parece estable, pero tampoco ha empezado a regenerarse, por lo que no sabemos si la mordedura ha hecho efecto.
- Al menos, parece que ha superado la noche. Eso es una buena señal – comentó Naruto con cierto optimismo pero no demasiado, porque todavía no se encontraba fuera de peligro.
Kakashi se mantuvo en silencio, no quería dar falsas esperanzas, porque como Naruto, él sabía que aún estaban en una fase peligrosa y no había que cantar victoria antes de tiempo.
- ¿Has recibido noticias de Gaara? - cambió de tema Kakashi.
- Todavía no. Supongo que aún siguen vigilando a Pain y a su man...
- ¡SASUKE! ¡SASUKE! - se escuchó por toda la clínica.
Aquellos gritos sobresaltaron a ambos alfas y despertaron al moreno, quien se incorporó con tanta rapidez que se mareó ligeramente.
- ¡Itachi! - gritó también Sasuke con preocupación al reconocer la voz de su hermano a la vez que se ponía de pie e hizo el amago de empezar a correr hacia la puerta de la oficina para salir de allí.
- Sasuke, espera – intentó detenerlo Naruto al ver que se tambaleaba un poco todavía.
No sirvió de nada, ya que Sasuke abrió la puerta y la cruzó dispuesto a ir hacia su hermano y averiguar qué ocurría, así que Naruto y Kakashi le siguieron con rapidez hasta alcanzarle en mitad del pasillo. El moreno sintió que alguien le agarraba de la mano y al girar el rostro, vio a Naruto a su lado.
- Te dije que estaría a tu lado en todo momento – le dijo y Sasuke asintió en señal de agradecimiento.
Continuaron con rapidez hasta llegar a la sala donde Itachi había pasado toda la noche, y cuando llegaron, vieron a Minato tratando de contenerlo, ya que se revolvía con fuerza. Los tres acudieron en ayuda de Minato y sujetaron a Itachi por los brazos y piernas mientras Minato aprovechaba para buscar una jeringa y un sedante para administrárselo.
- ¡SASUKE! ¡SASUKE! - seguía gritando Itachi mientras trataba de liberarse.
- ¿Qué le ocurre? - preguntó Naruto al darse cuenta de que el moreno tenía los ojos cerrados mientras le sujetaba de los hombros.
- Creo que es una pesadilla – respondió Minato mientras clavaba la aguja en un bote y lo llenaba.
- ¡SASUKE! ¡SASUKE! - gritaba una y otra vez con desesperación, por lo que Minato se dio prisa y terminó de llenar la jeringa.
- Estoy aquí, Itachi – trató de calmarle agarrando la mano derecha de su hermano con las suyas –. Estoy aquí – repitió mientras se apartaba un poco para dejar espacio a Minato y que inyectase el sedante a Itachi, pero antes de que la aguja se clavase en la piel, el adulto se detuvo.
- ¿Sasuke? - dijo Itachi mucho más tranquilo.
- Sí, soy yo, estoy aquí – le respondió acercándose un poco más a Itachi para que notase su presencia.
El joven dejó de forcejear al escuchar la voz de su hermano y, muy lentamente, fue abriendo los ojos, lo cual sorprendió a todos los presentes. Minato se apartó para alejar la jeringa de Itachi y dejarle más espacio a Sasuke, mientras Kakashi y Naruto aflojaban su agarre, aunque no lo soltaron del todo por si acaso.
- ¿Sasuke? - volvió a preguntar Itachi tratando de enfocar su vista.
- Ey, Itachi – dijo Sasuke incapaz pronunciar alguna palabra más ya que notaba que se le iba a quebrar la voz, mientras peleaba para evitar que las lágrimas salieran de sus ojos.
Itachi volteó con lentitud la cabeza hacia la derecha para mirar a Sasuke, pero éste se dio cuenta de que aún no le veía, ya que estaba desorientado todavía.
- ¿Qué... ha pasado? - preguntó mientras volvía a cerrar los ojos durante unos segundos y los abría de nuevo para tratar de ver con mayor nitidez, y al hacerlo, se percató de que ya no estaba tirado en aquel callejón - ¿dónde estoy? ¿Esto es un hospital?
Todos se miraron entre sí durante un instante, sin saber muy bien cómo empezar a explicar todo lo ocurrido. Sasuke abrió la boca para hacerlo, pero antes de que pudiera pronunciar alguna palabra, Minato se le adelantó.
- Estás en mi clínica - le contestó el veterinario.
Itachi buscó con la mirada a quién pertenecía esa voz que le resultaba tan familiar, pero que no podía identificar porque su cerebro estaba trabajando a un ritmo muy lento.
- ¿Minato? - se sorprendió al ver al padre del novio de su hermano.
- Necesito revisarte. ¿Me permites? - le pidió permiso ya que tocarle sin previo aviso podría haberle descontrolado de nuevo.
Itachi asintió por inercia y se dejó tomar el pulso todavía confuso. Minato hubiese preferido revisarle a solas, no sólo por la privacidad de Itachi, sino porque le resultaría más fácil, pero por una parte, sabía que Sasuke no se iba a ir del lado de su hermano por más que lo intentase, y por otro, porque ahora mismo, la presencia de éste es lo que parecía mantener en calma a Itachi.
El adulto siguió inspeccionándole hasta que llegó a su herida. Le quitó parte del vendaje para ver cómo iba y no pudo evitar sonreír al ver que la herida empezaba a curarse por sí sola.
- Ha funcionado – informó a los demás y todos sintieron cómo una parte del peso que habían cargado durante esas eternas horas de la noche desaparecía, y volvían a respirar con cierta tranquilidad.
- ¿El qué ha funcionado? - preguntó Itachi sin entender lo que estaba pasando en ese momento.
Todos volvieron a mirarse con cierta inquietud porque sabían lo que tocaba en ese momento.
- Tenéis mucho de lo que hablar, así que será mejor que os dejemos privacidad. Después, volveré para terminar la revisión – comentó Minato antes de llevarse a Kakashi consigo, dejando a Naruto y a Sasuke a solas con Itachi.
- ¿Qué está pasando? - dijo Itachi una vez los adultos se marcharon y vio la seriedad en el rostro de su hermano pequeño.
- Itachi, ¿qué es lo último que recuerdas? - le preguntó Naruto.
El joven se percató por primera vez de la presencia del rubio a su lado, quien acababa de soltarle los hombros. ¡En serio que su cerebro estaba trabajando muy lento! Se centró en lo que su cuñado le había preguntado tratando de recordar porque todo estaba muy borroso dentro de su cabeza.
- Que estaba con Konan y... un tipo apareció – contó mientras se esforzaba en rememorar lo últimos momentos antes de que todo oscureciese.
Sasuke apretó la mano de Itachi dándole su apoyo moral, porque sabía que lo que venía iba a ser duro para él.
- Ese tipo le estaba hablando mal a Konan y... le dejé claro que no me gustaba que lo hiciera. Ella me pedía que no interviniera pero parecía muy asustada de él y, por eso mismo, no quería quedarme al margen – seguía relatando. Su mente parecía ir despertando poco a poco –. Él se fue acercando a nosotros y, de repente...
La mano que tenía libre se dirigió hacia el costado donde notaba el vendaje que Minato le había vuelto a colocar antes de marcharse, recordando que le habían atacado esa noche.
- No sé con qué me atacó, pero...
Seguía palpándose la herida confuso mientras sus ojos estaban fijos en las vendas, aunque realmente no estaba mirándolas, sino que su mente se había quedado en el momento en que fue atacado.
- Sentí que... - tragó saliva – ...me moría.
Recordar ese momento, alteró a Itachi y su respiración se volvió más pesada e irregular, lo cual preocupó a ambos adolescentes. Naruto estuvo a punto de ir a por su padre, pero vio que Sasuke posó una de sus manos sobre el hombro de Itachi mientras seguía agarrando la mano de su hermano con la otra, y eso pareció tranquilizar un poco a Itachi.
- Notaba que me costaba respirar – relató cerrando los ojos, volviendo a aquel momento – podía saborear la sangre en mi boca y ni quería mirar mi cuerpo porque sabía que...
Itachi se detuvo y abrió los ojos centrándolos en su herida de nuevo, pero esta vez sí la veía.
- ¿Cómo puedo seguir vivo? - les preguntó confuso, porque sabía que había quedado muy malherido. Entonces, cayó en algo –. ¿Cómo estás tú vivo? - dijo mirando a su hermano – recuerdo que apareciste y te enfrentaste a ese tipo, pero yo tenía miedo por ti, por que acabaras como yo. ¿Cómo lograste escapar? ¿Cómo llegué aquí? ¿Y por qué? ¿Por qué no estoy en un hospital?
La cabeza le empezó a doler por el esfuerzo de tratar de recordar y entender lo que había ocurrido la noche anterior, aunque a Sasuke le quedó claro que su hermano no vio o no recordaba lo que le había hecho a Tobi, lo cual le aliviaba porque no quería que su hermano viera esa parte violenta de él.
Sasuke quiso hablar y explicarle todo a su hermano, pero su voz era incapaz de salir.
- Itachi, lo que te vamos a contar puede parecer una locura, por lo que, por favor, mantén la mente abierta – Naruto acudió en ayuda de su novio poniéndose a su lado.
Itachi se sintió aún más confuso y no sabía si sentirse nervioso, asustado o aliviado de que le fueran a dar una explicación.
- Tanto Pain, el tipo que te atacó, como Sasuke y... - no estaba seguro de si revelarle la verdad sobre Konan, quizás era mejor que ella misma le contase su secreto – ... yo, somos hombres-lobos, y ése es el motivo por el que Pain pudo herirte de gravedad y por el que tu hermano pudo hacerle frente – le contó con lentitud para que pudiera ir asimilando toda la información antes de soltarle la última bomba –. Cuando Sasuke espantó a Pain y a los demás y vio el estado en el que te hallabas...
- No ibas a sobrevivir, Itachi – intervino Sasuke, queriendo ser él quien le contase la verdad. Él era el responsable de su nueva situación, se lo debía – tu vida se escapaba de mis manos y...
Sasuke agachó la cabeza tratando de esconder la tristeza que le invadía al recordar el momento en que creía que iba a perder a su hermano, pero también de ocultar la culpa que le invadía por haber dado un giro de ciento ochenta grados a la vida de Itachi que él no había pedido. Se recompuso como pudo porque sentía la mirada confusa y preocupada de éste sobre él.
- Te mordí para convertirte en hombre-lobo, era la única posibilidad de que pudieras sobrevivir y de que me diera tiempo a traerte aquí. En un hospital, tendría que haber dado muchas explicaciones y lo más importante de todo, no sabrían cómo tratarte, sin embargo, Minato sí. Él tiene experiencia en este mundo y entiende la fisiología de los hombres-lobo. Si había una remota posibilidad de conseguir que el mordisco funcionara, era con su ayuda – terminó de explicar levantando la cabeza pero incapaz de enfrentar la mirada de su hermano.
Toda la estancia se sumió en un profundo silencio. Naruto observaba con preocupación a Sasuke, no le gustaba verlo así ni que se culpase por salvar la vida de una de las personas más importantes en su vida, por eso pasó un brazo por la cintura de éste y le acercó a él en un abrazo. Pero también se sentía inquieto ante cómo se iba a tomar todo aquello Itachi, su posible reacción y cómo podría afectar a Sasuke.
Por su parte, Itachi se quedó mirando a ambos adolescentes incapaz de reaccionar todavía. No sabía cómo tomarse todo aquello, porque Naruto tenía razón, ¡era una locura! En el momento en que Naruto había soltado toda esa descabellada explicación sobre hombres-lobo, por supuesto que había pensado que se le había ido la cabeza y que no era momento de soltar tonterías para evitar contarle la verdad. ¿Quién se iba a creer semejante locura?
Pero ver a su hermano en aquel estado, casi al borde del llanto e incapaz de mirarle a la cara... Él no era de los que se inventaban historias y menos tan disparatadas, así que, ¿por qué iba a apoyar la explicación de Naruto y más en un momento tan delicado como en el que se encontraban? No sabía qué pensar, todo era confuso y complicado.
No pudo evitar volver a tocarse la herida y tuvo curiosidad por ver cómo estaba y, sobre todo, por saber qué había visto Minato como para decir que había funcionado. Sintió cómo Naruto le observaba atento cuando empezó a quitar las vendas, pero no le detuvo en ningún momento, lo cual creía que era una reacción lógica. Si estuviesen en la situación del otro, no habría dejado que se traumatizase aún más al ver que le faltaba una parte de su cuerpo. Aquella reacción o, más bien, falta de ella, despertó aún más su curiosidad.
Terminó de destapar todo aquel vendaje y no pudo evitar abrir los ojos como platos al ver que su lesión era mucho menor de lo que era anoche. ¡Era imposible! Le habían arrancado casi todo el costado con órganos internos incluidos. Ya de por sí era un milagro que hubiera conseguido sobrevivir a algo así, pero, ¿aquello? Aquello no tenía una explicación lógica.
Durante largos minutos, se debatió entre la lógica de lo que debía ser la realidad y lo que sus ojos estaban viendo. ¿Naruto y Sasuke le estaban contando la verdad? Entonces, ¿ambos eran hombres-lobo? ¿Y ahora lo era él?
- No... – trató de hablar pero no sabía cómo expresar todo lo que estaba experimentando en ese instante.
Naruto notó que Sasuke, en cuanto había escuchado la voz de su hermano, se había puesto muy nervioso, por lo que afianzó su abrazo alrededor de la cintura de éste.
- No sé qué pensar aún de... todo esto, porque mi mente racional me dice que es una locura, sin embargo, no hay explicación lógica para que mi herida esté en mucho mejor estado, ni siquiera la cirugía podría conseguir algo así en tan poco tiempo. Así que... ¿podríais explicarme mejor el tema?
Por fin, Sasuke se atrevió a levantar la cabeza y mirar a Itachi, quien no le miraba como si tuviera tres cabeza ni con odio por lo que había hecho, simplemente le miraba con determinación por saber más y entender mejor lo que ocurría. No pudo evitar que toda la tensión le pasara factura y acabase derrumbándose, dejando escapar las lágrimas que había estado conteniendo y abrazando con fuerzas a Itachi.
- Claro – le contestó entre sollozos.
Naruto observó aliviado la escena, pero su atención se desvió cuando notó que Gaara se acercaba a la clínica.
- Creo que os dejaré un momento a solas. En un rato volveré y te resolveré las dudas que Sasuke no haya podido. ¿Te parece bien, Sasuke? - le preguntó ya que le había prometido que estaría a su lado en todo momento y necesitaba saber que él estaba de acuerdo.
Por suerte, a Sasuke no le importó, ya que le dijo que sí. Sin más dilación, salió al encuentro de Gaara, necesitaba saber lo que había pasado en la vigilancia y obtener toda la información posible para planear su estrategia.
***
Una araña descendía desde un hilo al otro lado de la ventana. Su fino oído escuchaba cómo rozaba sus patas construyendo su telar. Dio la vuelta, dando la espalda a la ventana y cerrando los párpados para intentar dormir.
¡Gritos! Es lo que le llegaba a sus oídos. Ni siquiera los escuchaba, estaban inmersos en su cabeza, grabados a fuego en su mente, reproduciéndose, los gritos de Konan tratando de defenderse de aquellos que debían ser sus compañeros y que la iban a violar. Se tapó los oídos con las manos y dejó que lágrimas brotasen de sus ojos, elevando las rodillas hacia el pecho y quedándose en una posición defensiva como si eso le fuera a ayudar a conciliar el sueño. ¡Nada servía! No podía dejar de pensar en lo que estaría sufriendo Konan en aquella casa.
Su respiración se agitó y su mente devolvió aquellos recuerdos que siempre quiso olvidar y nunca fue capaz. Habían pasado unos cuantos años desde aquel suceso. Nunca esperó volver a recuperar una vida normal, pero con Naruto y toda la manada, lo había hecho.
Era diferente a los demás, siempre lo supo. Sus padres eran lobos y ella nació siéndolo. No era fácil adaptarse y, desde luego, sus padres habían sido muy protectores con ella. Evitaron la guardería y fueron muy meticulosos en todo, incluso trayendo profesores particulares para evitar que se relacionase con otros niños humanos, para evitar precisamente lo mismo que hizo Naruto, al que no conocía en aquel entonces... que pudiera morder a otro niño sin ser consciente de los riesgos.
Rodeada con los miembros de su manada, siempre se sintió a salvo. Otros niños algo más mayores que ella jugaban en los alrededores. Entrenaban juntos, aprendían como una manada y, sin embargo, nunca fue capaz de realizar una transformación completa.
Su padre era un gran lobo, de él recordaba la gran sonrisa que le caracterizaba y, sobre todo, su sabiduría. Para su madre, hacer una transformación completa a lobo era todo un desafío pero su padre... él sí era capaz de hacerlo. Era uno de los mejores de la manada y su hija quería ser igual que él. Por eso, Ino siempre entrenaba, practicaba más que cualquier otro niño pero nunca consiguió una transformación completa.
Todavía sonreía al recordar la conversación que su padre le ofreció sobre el tema. La transformación completa en lobo era algo que pocos lograban en toda su vida, algunos tenían un don para ella, otros simplemente... nunca serían capaces de alcanzarla aunque todos la ansiaban.
Para Ino, su manada era el mejor lugar, donde más segura se sentía. Tenía suerte de poder estar con sus padres allí, pero... todo cambió en su primer celo. Aquel día vio la cara oculta de su preciada manada, una cara de la que tanto su padre y su madre trataron de protegerla.
Lentamente, empezó a dormirse, secándose sus lágrimas en el transcurso. Pero sus recuerdos no cesaron.
Flashback
Sonoros jadeos invadían el tenebroso bosque. Sus piernas, algo ensangrentadas y con arañazos, la mantenían en movimiento gracias a la adrenalina de su cuerpo y al temor que la invadía. ¡Su madre iba unos metros tras ella! Escuchaba su respiración, escuchaba cómo de vez en cuando, cuando se giraba para comprobar que estuviera a su espalda, ella le gritaba que siguiera corriendo sin detenerse. ¡Tenían que llegar a la ciudad! Era lo único que le importaba en ese momento a su madre.
Con lágrimas en sus ojos que nublaban su visión, hacía caso. No podía quitarse de la mente el cuerpo de su padre tirado en el suelo, no podía olvidar los gruñidos, los mordiscos y la batalla que varios lobos iniciaron contra él por el derecho a aparearse cuando él trataba de defender a su hija. ¡Jamás había tenido el celo! Era la primera vez y todos parecían desquiciados.
No pudo moverse, se paralizó al ver a su padre enfrentarse a su propia manada enloquecida por las feromonas. Ni siquiera eran capaces de pensar, tan sólo... se dejaban llevar por sus sentidos y sus bajos instintos. Fue su madre la que la tomó del brazo poniéndola en pie, la que la empujó gritándole que empezase a correr.
¡Lo hizo! Pese al temor, pese a que no quería dejar allí a su padre ni a su madre, sólo obedeció y empezó a correr en busca de protección. ¿Dónde iba a sentirse protegida? ¡No lo sabía! Para ella, toda protección residía en su manada pero era su propia manada la que la acechaba.
El dolor en su pierna fue lo primero que sintió, seguido por un grito asustado al ver cómo la garra de uno de los lobos de su manada se había afianzado a ella y arrastraba su cuerpo entre las hojas caídas del otoño. A la desesperada, trató de encontrar algo con lo que defenderse mientras el lobo empezaba a escalar por su cuerpo, arañando parte de su ropa, descuartizando los vaqueros con desesperación para culminar su objetivo.
Se transformó lo poco que pudo, arañando el rostro de su atacante y tratando de escabullirse nuevamente, pero él era mucho más fuerte y más agresivo. Forcejeó contra él, intentando cerrar las piernas pese a que su enemigo las abría con facilidad. La fuerza empleada era sobrenatural, a veces creía que le rompería las piernas con tal de mantenerlas abiertas. Sin mucho éxito, trataba de darse la vuelta, ponerse bocabajo para agarrarse a una raíz de un viejo árbol para hacer fuerza y escapar, pero todo parecía inútil.
Gritó y cerró los ojos con fuerza creyendo en lo inevitable, hasta que dejó de sentir el peso del lobo sobre ella. Su madre estaba allí, sujetando en sus manos un gran tronco con el que había golpeado al atacante.
- Corre – le gritó su madre viendo cómo el lobo se levantaba una vez más, quedando ella atrás para defenderla todo lo posible o permitirle ganar tiempo.
A su fino olfato llegaba el hedor de su propia sangre, toda la manada sabría dónde se encontraba, todos perseguirían sus feromonas y no podría evitarlos, pero se puso en pie y volvió a correr. No sentía el dolor de sus piernas pese a las heridas, la adrenalina que recorría su cuerpo la permitía seguir avanzando sin descanso y, a los pocos segundos, observó que su madre corría tras ella, seguida por varios miembros de la manada.
Sus fuerzas flaqueaban tras largos minutos de persecución y una vez más, echó la vista atrás para ver a su madre, sin embargo, al girarse nuevamente para ver el camino, se chocó contra el pecho de alguien. Un chico estaba detenido frente a ella y en el suelo donde había caído, arrastró el trasero hacia atrás entre las hojas, intentando alejarse del nuevo desconocido que había aparecido.
Su madre, que venía detrás, arremetió contra él con todas sus fuerzas en un intento desesperado por defender a su hija, pero su brazo fue detenido sin apenas esfuerzo por el joven, tirando de él para empujar a su madre a su espalda donde otro hombre agarró a la mujer para evitar que siguiera con su ataque o pudiera meterse en medio.
- NO – gritó la madre con desesperación, pataleando entre los brazos de aquel lobo y viendo cómo el adolescente daba unos pasos hacia Ino, que retrocedía por el suelo con temor en sus ojos.
Jamás había visto a ese chico pero se detuvo al escuchar que tras ella, venía su manada dispuesta al apareamiento. ¡No había solución! Era ese chico al que no conocía, era su manada atrás... todos ellos con un solo objetivo y entonces, cuando uno de su manada saltó hacia ella, el adolescente se puso en medio gruñendo de tal forma, que el lobo se detuvo al instante frente a él. Entendieron que era un enemigo o podría ser que sólo estuviera marcando su terreno, que la quisiera para él solo, fuera lo que fuera, Ino permaneció en el suelo.
Toda su manada rodeó al recién llegado, todos dispuestos a atacar en grupo y cuando lo hicieron, Ino cerró los ojos, cubriéndose la cara como si fueran a atacarla a ella. Gruñidos, mordiscos, aullidos lastimeros de dolor y su madre... sobre todo escuchaba a su madre gritar hasta... que dejó de hacerlo.
Cuando abrió los ojos, su manada había desaparecido, pero quedaba un charco de sangre en el suelo. El adolescente frente a ella tenía heridas pero no parecían demasiado graves. Sus ojos azules como un mar en calma la visualizaron antes de que se agachase frente a ella. Retrocedió unos milímetros, haciendo un gesto de dolor por sus piernas heridas.
- Ey... ya está, estás a salvo – susurró el chico.
- ¿Quiénes... sois? – preguntó su madre, viéndose libre cuando el otro hombre la soltó.
- Kakashi Hatake – susurró el hombre – y él... fue mi alumno hasta hace no mucho.
- Es muy joven. ¿Cómo es posible que no le afecten sus feromonas?
- Sí le afectan – sonrió Kakashi – pero ha sido lobo desde muy pequeño, está acostumbrado a esto. Aun así, es mejor que no se transforme entero en esta situación o podría perder el control. Y dicho esto... es mejor marcharnos antes de que vengan otras manadas.
Naruto le tendió la mano a la asustada chica. Ino dudó asustada si aceptarla o no, mirando hacia el otro hombre primero que parecía calmado y luego hacia su madre. Las lágrimas brotaron con mayor intensidad de sus ojos cuando giró la cabeza atrás, pensando en su padre al que dejaron atrás.
Todo ese dolor, incertidumbre y miedo llegaba hasta Naruto, incapaz de sonreír en una situación semejante pese a saber que seguramente aquel gesto tranquilizaría a la joven. Miró atrás también, comprendiendo lo duro que debía ser y entonces, se agachó frente a ella.
- Lo siento mucho, pero por favor, confía en mí, hay que irnos – susurró Naruto – no voy a hacerte nada, ¿vale? Lo prometo. Con los míos estarás a salvo.
Ino asintió con la cabeza al ver que su madre le insistía también en que aceptase la ayuda. Con delicadeza, Naruto colocó el tembloroso brazo de Ino tras su cuello y metió sus manos bajo el cuerpo para poder cargarla. Sus piernas estaban tan heridas que le habría sido demasiado doloroso caminar.
- Gracias – susurró su madre, mirando hacia atrás una última vez, suponiendo... que su esposo ya nunca volvería.
Fin Flashback
***
Su respiración era tranquila y todo su cuerpo parecía estar agotado del ajetreo de aquel día. La luna roja pronto pasaría y un nuevo amanecer surgiría, pero aunque trataba de dormirse antes de que los primeros rayos de sol aparecieran en un par de horas, no lo conseguía. En su última inhalación, una brizna de paja se introdujo en su fosa nasal, creando un desagradable cosquilleo que le hizo incorporarse con rapidez y sacudir la cabeza para quitarse esa sensación tan molesta. ¡No había forma de dormir! Y aunque quiso echarle la culpa a la dichosa brizna de paja, en realidad era otro tema el que le tenía angustiado.
Se puso en pie como alma que lleva el diablo, teniendo esa extraña sensación que estrujaba su corazón. No era demasiado supersticioso y de hecho... desde que era un niño, en su cabeza sólo dejó que se concibiera una idea, sobrevivir. Pero todo cambió cuando entró en esa manada, ya no sólo era sobrevivir, sino conseguir que toda su manada lo hiciera.
Salió corriendo del cobertizo introduciéndose entre los árboles. La oscuridad que tanto asustaba a otras personas, a él le agradaba y le camuflaba. El silencio y la soledad era algo habitual en él pero no le desagradaba en absoluto. Sin embargo, esa corazonada absurda sí le preocupaba.
No tardó ni quince minutos en llegar a la casa de Ino pero a esas horas, prefería no molestar a nadie pese a que su madre estaba acostumbrada a que se colase por allí de vez en cuando y a que aullase bajo la ventana a cada celo de su hija. Por suerte... su nuevo marido no había llegado a enterarse del gran secreto que ocultaban. Sai entendió que no sería conveniente tocar el timbre, pero necesitaba saber que Ino estaba en esa casa. Toda ella olía a ambas mujeres y a ese hombre que dormía en el cuarto, pero podría ser sólo un rastro por vivir allí, un olor acumulado o reciente. De hecho, ni siquiera era tan intenso como de costumbre y eso que conocía bien el de Ino.
Miró el árbol frente a la ventana de Ino y, sin dudarlo, trepó por él hasta la ventana. Se acercó lo suficiente para ver el oscuro interior. Ino debería estar durmiendo así que revisó la cama lo primero. ¡No estaba! Las sábanas estaban movidas y la cama vacía.
- Maldita sea, Ino – se quejó Sai antes de salir corriendo. ¡Se hacía una idea de dónde podía estar! Aun así, se centró en el aroma y en cómo se intensificaba en dirección al bosque, siguiendo la calle abajo hacia los árboles del fondo.
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