☆ 𝟢𝟦.𝖤𝗑𝗉𝖾𝖼𝗍 𝗍𝗈 𝗌𝖾𝖾 𝗒𝗈𝗎
TUYO ★ 🦕 ★
𝟢𝟦.𝖤𝗑𝗉𝖾𝖼𝗍 𝗍𝗈 𝗌𝖾𝖾 𝗒𝗈𝗎
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🎧 𝐅𝐋𝐄𝐂𝐇𝐀𝐙𝐎 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐂𝐄𝐍𝐓𝐑𝐎 -𝖸𝖲𝖸 𝖠, 𝖡𝗁𝖺𝗏𝗂, 𝖬𝗂𝗅𝗈 𝗃
" 𝖬𝖾 𝖼𝖺𝗎𝗍𝗂𝗏𝖺𝗌𝗍𝖾 𝖿𝖺𝖼𝗂𝗅
𝖭𝗈 𝖾𝗌 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝖺𝗇𝗍𝖾, 𝖾𝗋𝖺 𝖽𝗂𝖿𝗂́𝖼𝗂𝗅, 𝗉𝖾𝗋𝗈 𝖼𝖺𝗌𝗂
𝖯𝖾𝗋𝗈 𝖽𝖾𝗃𝖺𝗋 𝗆𝗂 𝗆𝖾𝗇𝗍𝖾 𝖾𝗇 𝖼𝗋𝗂𝗌𝗂, 𝗇𝗈 𝖾𝗌 𝗇𝗈𝗋𝗆𝖺𝗅
𝖸𝗈 𝗎𝗌𝖾́ 𝗍𝗎 𝖼𝗎𝖾𝗋𝗉𝗈 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝖾́𝗑𝗍𝖺𝗌𝗂, 𝗒 𝗅𝖺𝗌 𝗌𝖺́𝖻𝖺𝗇𝖺, 𝗊𝗎𝖾𝖽𝖺𝗋𝗈𝗇 𝗉𝖺 𝗇𝖺𝖽𝖺𝗋
𝖸 𝗊𝗎𝗂𝖾𝗋𝗈 𝖺𝗁𝗈𝗀𝖺𝗋𝗆𝖾
𝖠 𝗅𝖺 𝖺𝗍𝗋𝖾𝗏𝗂𝖽𝖺 𝗇𝗈 𝗅𝖾 𝗍𝗂𝖾𝗆𝖻𝗅𝖺 𝗉𝖺,𝗋𝗈𝖻𝖺𝗋𝗆𝖾 ''
UNA SEMANA DESPUÉS
Aquella cómoda almohada dónde reposaba su cabeza, junto al hermoso calor entre las sábanas que la cubrían hasta los hombros dejó de ser suficiente cuando la luz empezó a estorbar. Un pequeño rayo de sol se plantó justo en su cara causándole molestia y frustración. Decidió voltearse buscando un poco de consuelo al lado opuesto donde aún se acentuaba un poco de oscuridad, alguna que pudiera calmar su dolor de cabeza.
Su dolor solo se intensificó con la irritabilidad de que la tocaran en ese estado, arrugó sus ojos tras sentir caricias en sus hombros desnudos, acto revelado cuando arrugo sus ojos, no la dejaban seguir durmiendo. Odiaba despertar por las mañanas, ese día no iba a ser la excepción y aquellos movimientos no estaban ayudando para nada.
Al final se dejó vencer por la curiosidad y frustración abrió los ojos, haciendo que en su radar entrara un castaño de ojos color miel, este la miraba con mucha intensidad pero a su vez se veía completamente perdido en su encanto. Tenía el torso desnudo, suponía que el resto de su cuerpo estaría igual pero aquello solo era parte de su imaginación ya que estaba cubierto por las sabanas. El chico era realmente guapo, su cabello se encontraba con el cabello desordenado, ojos visiblemente cansados, junto a una pequeña sonrisa de labios cerrados.
Ella no pudo evitar mirarlo sin simpatía, nada en su rostro mostraba signos de alguna emoción, intentaba recordar poco a poco su noche anterior, si es que aquello podía ser posible, nada venía a su cabeza, sobretodo los actos de los que debería estar arrepentida, pero mientras más lo deseaba menos se acercaba la culpa. Miro con disimulo el brazo de aquel hombre que se encontraba sobre su cuerpo, lo tocaba con mucha delicadeza. Al reconocer la situación en la que se encontraba su cuerpo empezó a relajarse debido al toque encima de su piel, dejando poco a poco la frustración, cambiándola por un poco más de calma para no responder a todo sentimiento en contra del pobre chico, tampoco intentaba ser agresiva con él.
Por cierto, ¿cómo se llamaba?
— Buenos días, guapa — Dijo el Catalán. Dicho eso, la rubia decidió levantarse, hasta quedar sentada encima del colchón mientras tapaba su cuerpo y sobaba sus ojos. Intentaba recordar qué tan lejos estaba de su casa o la oficina.
— Buenos Días — respondió con cortesía dejando al chico un poco desconcertado. No quería acercarse mucho para que el chico no confundiera la situación, además había solo pasado la noche no tenía intención de mostrar cariño. — ¿Te molesto si uso tu ducha? — El chico negó con una sonrisa provocando una pequeña en ella.
La italiana decidió ponerse de pie, olvidando cubrirse y dándole la espalda al chico, a su vez decidió empezar a recoger toda su ropa del piso para meterse a la ducha.
Pensaba en sus pendientes del día, agradecía que fuera Miércoles, porque entraba aún más tarde al trabajo de lo usual, llegaría a la sesión programada para esa tarde con completa tranquilidad.
Cuando el agua terminó de mojar su cuerpo a los minutos de entrar lo recordó a él, tenía que ir donde Daniel. Hace dos días habían tenido una discusión, por lo que no se hablaron, ni se vieron en todo el día anterior. Iba a llevar la cena para intentar arreglar las cosas, al final de cuentas todo había sido su culpa. Pero no podía negar que de solo pensarlo le llegaban las ganas de quedarse tirada en esa cama e ir por la segunda ronda con ese chico, desaparecer por ese día, claramente odiaba las discusiones.
Secó su cuerpo y desató su pelo que anteriormente había amarrado en un moño para que este no se mojara, se vistió con la ropa del día anterior y salió a la sala del pequeño departamento. Revisaba su celular, buscando su calendario para confirmar lo que tendría hoy y que no llegaba tarde, igual aún eran las 9 de la mañana.
— Gracias por lo de anoche — mencionó la chica al levantar la vista de su celular encontrándose con una taza de café extendida hacia ella. Ella lo recibió gustosa.
— Ha sido divertido — contestó el chico con una sonrisa. Era muy temprano para que alguien estuviera tan radiante.
— Sin duda — río. Cuando iba a sentarse en el sofá al frente de la pequeña mesa de café junto al chico, su teléfono sonó, mostrando una notificación. — Mierda, me tengo que ir — se acercó al chico y le dio un pequeño beso en la mejilla. — Adiós Cameron —
Se dirigió a la puerta cuando oyó su voz detrás — Soy Calvin, Gia. — corrigió con una risa acompañada, entendía que anoche las cosas se hicieron muy rápido, le causaba pequeñas cosquillas en la panza. Las mejillas de la italiana se tiñeron de un rojo carmesí el cual solo esparcía vergüenza.
— Tenías más cara de Cameron, perdón — mencionó mientras salía.
Al salir se colocó unas gafas de sol negras, evitando que se notaran sus ojos cansados por la noche anterior, nunca se sabía quién podía estar viendo. Abrió su teléfono para intentar ubicarse, quería llegar al metro más cercano para evitar coger un taxi.
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Después de un cambio de ropa a una más apropiada y guardar todo en su bolso se dirigió a la agencia en la que trabajaba, iba a llegar tarde otra vez. Varios ya la conocían a la perfección al respecto, por alguna razón siempre llegaba tarde a todo lado, a cada una de sus sesiones de fotografía, citas, eventos, etc; siempre solía decir que era parte de su personalidad, marcaba una diferencia con las demás personas, aunque claramente esta no fuera nada buena; a Daniel solía divertirle bastante, soltando una pequeña risa cada vez que veía su cara de vergüenza o cansancio al llegar, la admiraba al hacerlo. Definitivamente ese chico estaba hasta las trancas de la italiana.
— Perdón por la demora — se disculpó con todo el equipo a su alrededor mientras dejaba su bolso encima de una de las mesas.
— Para la próxima haré que nos traigas donas a cada uno — molesto Iris desde una esquina con una pequeña sonrisa sin dientes. Iris era la encargada del maquillaje en casi todas sus sesiones, tenían casi la misma edad, siendo la italiana más joven. Ambas en el último año habían empezado a formar una pequeña amistad, llegando a tener tardes de chisme y café en casa de la mayor. — La mia de chocolate y maní por favor —
— okey, okey, anotado. ¿Algún otro? — preguntó la italiana con una risa saliendo de la boca. Al notar este último gesto todos en el cuarto empezaron a alzar las manos, respondiendo a su vez un sabor diferente cada uno, tendria que traerse la tienda entera.
— Una rellena de crema por aquí — se oyó una voz al fondo de la sala, haciendo que todos voltearan a ver a la dueña de tan refinada voz — siempre llegando tarde Margot. ¿Ni siquiera una pequeña excepción por mi? —
— Ya sabes, lo mejor se hace esperar — río otra vez. — cazzo, pero que guapa estas Bianca. Un gusto tener que fotografiarte —
— Gracias, digo lo mismo — contestó la modelo. — Siempre seras la primera en hacerlo querida — Bianca Padilla, modelo madrileña de 27 años, la imagen de Givenchy Beauty y también la primera española en desfilar dos veces para Victoria's Secret; la mujer era toda una diosa.
— Espero y siga manteniendose asi — contesto Emma después de acercarse a la mujer y darle un abrazo — Bueno empecemos que ya hace hambre —
La sesión comenzó, con un equipo de producción que se movía a toda prisa, ajustando cada detalle para garantizar que todo estuviera perfecto. Todo el equipo ya estaba familiarizado con Emma y conocían cada uno de sus gustos, lo demandante que solía ser a veces. Bianca se encontraba en el centro de atención desde el primer momento, irradiando una elegancia y seguridad que capturaba la atención de todos en el set. Las cámaras disparaban sin cesar, capturando cada uno de sus movimientos, mientras la italiana ajustaba ángulos y luces para resaltar su figura, buscando la toma perfecta que la hiciera lucir como una verdadera diosa moderna, la mismísima Afrodita encarnada.
La luz natural era lo que más le gustaba, por lo que hacer las sesiones a medio día siempre terminaba favoreciendo a su trabajo y los modelos, dicha luz solía combinarse con reflejos y filtros cuidadosamente colocados para destacar su piel impecable y sus rasgos delicados. Los asistentes de maquillaje y peinado se movían constantemente, retocando su look entre toma y toma, acomodándolo a los cambios de vestuario que iban desde vestidos de alta costura hasta piezas más atrevidas y extravagantes, nada menos para una modelo de su talla.
Ser la fotógrafa principal de una revista española de renombre no era una oportunidad que llegara todos los días, y el nivel de presión era simplemente agotante. Sin embargo, nada podía exaltarla más que dicha adrenalina que soltaba su cuerpo con cada flash, se sentía libre con cada minuto que la cámara se encontraba entre sus manos, le encantaba la delicadeza de cada una de sus fotos. La búsqueda de la perfección era incansable, pero el resultado era preciso: cada toma capturaba no solo la belleza física de Bianca, sino también su carisma y la poderosa presencia que la convertían en una modelo.
— Muy bien, ¿qué te parecen? ¿quieres repetir alguna? — preguntó la italiana mientras mostraba la computadora desde la mesa para que la madrileña pudiera admirar cada detalle con sigilo.
— Estan perfectas, aunque sí me gustaría que repitieran las fotos con el tercer atuendo, el peinado no me favorecía para nada — mencionó Biana, pasaba las fotos y examinaba cada parte de su rostro, buscando alguna prueba de cansancio o imperfección que no fueran con el estilo de la foto. — siempre sacas lo mejor de mi, gracias —
— tranquila, tu siempre me has facilitado las cosas — contestó Emma con amabilidad, bebía un poco de café, quería despertar completamente de la ensoñación que siempre terminaba dejando los flashes de las cámaras, le mostraban una ilusión de la perfección, aquella que solo se podía alcanzar con la punta de una cámara. — Y respecto a las fotos, podemos repetirlas mañana en la mañana, la luz arreglara las condiciones; también podemos hacerlas en el balcón para cambiar la dinámica del resto de las fotos. —
— Por mi no hay problema, a las 10 te parece? —
— Por supuesto, y si no yo te mando un mensaje —
— Gracias Margot, siempre es un placer trabajar contigo — respondió Biana con un abrazo a la rubia.
— Gracias a ti —
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Emma se encontraba en su oficina, esta era bastante amplia, con paredes color blanco vibrante y una puerta completamente negra de madera, ocultando así a la chica de todo el mundo, servía mucho cuando llegaba hecha mierda por las mañanas después de ponerse en tono con alcohol o con sus demás adicciones. De hecho ahora estaba fumando de su cigarrillo electrónico mientras intentaba editar las fotos que hace un par de minutos le había tomado a la modelo madrileña, había sacado el detector de humo de su oficina apenas lo vio puesto. Escuchaba música en sus audífonos tarareando canciones de Myke Towers al mismo tiempo que el artista, estaba completamente perdida en su mundo que no noto cuando alguien le abrió la puerta entrando cautelosamente a su oficina.
— Disculpa, Margot — dijo una pequeña voz mientras colocaba un café encima de la mesa, aquella acción hizo asustar a la rubia.
— Selene, por Dios, me has asustado — dijo después de un pequeño salto en su silla y tirar sus audífonos a un lado de su laptop. — Que casi me da un infarto —
— Cuanto lo siento Margot, pero he venido a dejar el café que me pediste y ha decirte que ella quiere verte — menciono la chica mientras extendía su brazo hacia la italiana, esta le dio su vape haciendo que Selene le diera un par de caladas intentando relajar su cuerpo por un momento, después lo dejó encima de la mesa.
Selene era una chica delgada, de aproximadamente unos 30 años, su cuerpo portaba muchos lunares alrededor de su cara, aunque estas fueran claramente opacadas por las ojeras que rodeaban sus orbes color miel, su pelo completamente atado en una coleta alta, todo en ella de alguna forma refleja paciencia y carácter, al menos hasta que la conocieras a profundidad.
— ¿Y ahora que quiere? Es aún muy temprano para sus sermones sobre la puntualidad — respondió la rubia al levantarse de la silla y cerrar su computadora.
— No estoy muy segura, pero está de buen humor, por favor que eso no cambie — le extendió su café para que al final saliera de la oficina.
— Entendido, no hacerla enojar —
Mientras subía en el elevador hasta el piso de la directora, llevaba su celular en mano mientras le daba un par de vistazos a Instagram, revisaba sus mensajes y notificaciones por parte de algunas marcas y amigos. Y despues de un rato viendo historias, fue cuando apareció, una historia en la que aparecía, el canario con cabello oscuro y acento de muerte que había llegado a admirar desde muy cerca. Ella aun guardaba todas las fotos de él en su teléfono, ocultándolo de su novio, ya que algunas imágenes no eran para dominio público. Viendolo ya en frio, que tonto era ese futbolista por dejar tomarse fotos por una chica que apenas y conocia, en otras circunstancias esto pudo haber resultado muy mal para su imagen.
En la historia de Ferran se mostraba al canario junto al mar mientras le daba una sonrisa a la cámara, sería modelo si él lo quisiese, y ella pagaría hasta lo que no tenía por ser su fotógrafa, claro. La italiana se quedó mirando un buen rato dicha foto, hasta que las puertas del elevador se abrieron, haciéndola volver a la realidad para apagar el celular y guardarlo en el bolsillo de su pantalón.
— Por primera vez no te has demorado Margot — declaró la directora desde su silla mientras abría los brazos al ver a la rubia entrar a su oficina.
— El gato no se comió mi tarea esta vez — bromeó en respuesta — Buenas tardes directora —
Emma se sentó en una de las sillas enfrente del escritorio de la mayor, dejando su cuerpo caer en el mueble, mostrando la relajación que solía caracterizarla. Le dio sorbos a su café mientras la mayor hablaba sobre un par de retrasos con las portadas de los últimos meses, intentó hacerle caer en cuenta que debía apresurarse con las fotos tomadas esta mañana. En momentos elogiaba a la italiana con su talento para la fotografía, recordando así su primera sesión y sus mayores logros, como unas fotos para Vogue España, todo para llegar a este punto... no quería que dejara su puesto proximamente.
— Y es por eso y más que no entiendo por qué quieres dejar tu puesto? — completo la directora, Emma soltó un suspiro.
— Ya hablamos de esto María, no estoy renunciando, solo ya no vendré a la oficina todos los días, solo para las sesiones y despues me ire — Su contrato era bastante flexible, se había encargado bastante en que esto fuera así, queriendo en algún momento expandirse para más proyectos relacionados con el deporte o con el cine, su contrato le permitía venir a las sesiones y después hacer el resto desde su casa, dándole un gran horario de trabajo, algo envidiable. Claramente su sueldo había ido subiendo de acuerdo al resultado pero a veces no era más que un salario básico.
— Margot, querida, te hemos dado de todo, ¿para que irte? —
— Es solo por un año, necesito un par de cosas para terminar mi segunda carrera. Si lo veo necesario volveré a mi trabajo como hasta ahora, relájate — mencionó con firmeza, no era más que una vil excusa para sus verdaderas intenciones, se estaba aburriendo de la rutina que había formado los últimos años. — Mejor te invito a comer, ¿te parece? —
— Solo porque tú pagas, pero no creerás que ganaste niñita — recordó Maria mientras agarraba su bolso del mueble y se dirigía con ella a la puerta. — Vamos a ese restaurante Italiano de la última vez —
Emma soltó una risa delicada, definitivamente cada vez que hablaba con ella llegaba a la misma conclusión, su jefa tenía una clara preferencia por todo aquello que viniera de Italia, siempre que era posible mencionaba algo que estuviera relación con el país. Esto provocó que resaltará su favoritismo hacia su fotografía estelar, a la cual usualmente le pedía que hablara en Italiano para ella. Aunque esta relación que tenían a pesar de ser empleadora y empleada iba más allá de cualquier carisma que pudiera tener nuestra protagonista, iba hasta una relación con sus padres los cuales no estaban en su vida activamente pero que siguen influyendo en su día a día.
Las influencias en cualquier ámbito son fundamentales; las conexiones son las que moldean a las clases sociales, creando una red que entrelaza a cada persona. Aunque Emma perdió cualquier empatía con sus padres desde su adolescencia, eso no le impidió aprovechar cada una de sus relaciones para conseguir lo que deseaba. Si podía avanzar, era suficiente, y al ver su apellido en un documento, quedaba claro de dónde provenía. La familia De Luca estaba destinada a imponer su presencia.
El almuerzo no había sido nada extravagante, aunque fuera algo fuera de lo común. Ambas solían comer juntas a diario, alternando sus preferencias de manera sutil. Era un talento innato de la italiana; siempre lograba congeniar con todos, formando vínculos inesperados que sabía aprovechar a su favor. Sabía preparar el terreno para obtener lo necesario en el momento oportuno. Y así lo hizo con su jefa, ganándose rápidamente su confianza y obteniendo beneficios claramente envidiables.
Después de un almuerzo tranquilo entre las dos, en el cual la mayor siempre sacaba a relucir cada una de sus experiencias en el mundo de la moda y prensa; Emma había vuelto a su oficina, terminando así su trabajo de la mañana. No muchas veces era así, prefería constantemente dejar todo para último minuto, según siempre decía trabaja mejor bajo presión, logrando perfeccionar cada una de sus acciones; pero para aquel momento e incluyendo que Bianca era la modelo, necesitaba acabar lo antes posible para empezar a hacer su papeleo, claro que dejar el trabajo de oficina en la empresa de sus sueños iba tener papeleo, formularios que nunca había llenado y fichas inconclusas pasadas por alto de su jefa acerca de cada una de sus sesiones.
Termino de llenar una que otra de estas cuando una notificación apareció en la esquina de su computadora, avisando de un nuevo correo enviado, para su sorpresa este era envía a su cuenta personal lo cual significaba una cosa, más fichas por llenar, para su suerte estas no tenían nada que ver con su trabajo en dicho puesto, eran mas sobre su hoja de vida y uno que otro requisito que se solicitaba para completar el contrato en su nuevo empleo, era el mismo usuario que le había escrito aquella noche en casa de su novio. Ella supliría como fotógrafa y se encargaría de las redes sociales de uno de los clubes más grandes de España, el FC Barcelona; hace aproximadamente unos 5 meses se habían abierto vacantes como encargadas de redes del club azulgrana, apenas su manager le había comentado al respecto no dudo ni un segundo en postularse para un periodo corto en dicho club, al momento de hacer la solicitud solo pensaba en el canario, en conocerlo, claramente no tenía previsto su encuentro en Grecia de hace un par de semanas. Al ver su curriculum y hacer un par de llamadas para confirmar sus recomendaciones el club la había contratado y asignado también al apartado de fotografía el cual quedaba vacante después de que la actual quedara embarazada.
Respondió con rapidez el correo para después llenar la ficha que habían mandado con sus datos personales faltantes en su hoja de vida. Estaba expectante del día en que pudiera por fin entrar por las puertas del club de sus amores y juntar aquellas dos parte de su vida que la mantenían cuerda y feliz, la fotografía y los deportes. De hecho el nuevo empleo había sido una de las razones de su pelea con Daniel; él tenía una gira con su banda por Francia e Italia, la cual duraba alrededor de unos 2 meses en los cuales él esperaba pudiera acompañarlo en su mayoría, quería mostrarle lo que hacía a su novia, que esta pudiera sentirse de alguna forma orgullosa de aquello que le apasionaba y en lo que le iba bien, quería compartir cada una de sus experiencias con ella y Emma parecía que solo quería huir. La gira de la banda justo coincidía con el inicio de su trabajo en el club y para ser el inicio claro que no lo dejaría pasar. Daniel estaba furioso al enterarse, lo que había ocasionado el inicio de una discusión por parte de ambos.
Emma por otra parte no podía sentirse menos culpable, estaba cumpliendo uno de sus sueños más sepultados.
Al terminar, alzó la vista en su computadora, hacia la esquina derecha superior, donde un pequeño reloj digital mostraba su hora de salida, la cual era las 6 de la tarde.Gracias a la programación de sus sesiones de fotografías está bastante cómoda e irregular, brindándole a la italiana mucho tiempo libre.
Luego de acomodar todo en su oficina y cerrar todo por fin salió del edificio, mientras se estiraba en la entrada, intentaba relajar su cuerpo para que esta no se afectará por las horas pegada al aparato y sentada en la silla. No se podía quejar por su trabajo el cual le apasionaba a sobremanera, en pocos años había logrado aquello que muchos buscan toda su vida, estabilidad. Su talento la había llevado muy lejos logrando llegar a boca de revistas importante, modelos y artistas los cuales querían que hiciera su magia con ellos, capturarlos a la perfección.
Emma avanzó hasta la estación del metro para agarrar aquel que lo llevaría al restaurante de comida tailandesa favorita de su novio, iba a pedirle disculpas, intentando arreglar las cosas antes de que se pusieran más pesadas.
Por alguna extraña razón la italiana amaba tomar el metro, lo llamaba uno de esos pequeños placeres cotidianos, los cuales disfrutaba, prefería eso que conducir aunque a veces usaba el auto de Daniel para transportarse. Ya en el transporte le enviaba mensajes a Tina contándole sobre sus planes para la noche, la mexicana tras ello solo podía refutar, siempre clamando que nada de lo que había pasado había sido culpa suya y el que debía disculparse era el chico pero ella siempre le hacía caso omiso, prefería acabar con el problema de una vez, no le gustaba estar de malas con su novio y para ser completamente sinceros nunca había podido enojarse con él por ninguna razón, lo quería demasiado
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Por otro lado estaba Pedri, nuestro otro protagonista el cual habíamos dejado de lado, la italiana siempre recibía intención, hasta de esta narradora, era casi imposible no hacerlo. El canario desde aquel vuelo había intentado no pensar en aquella chica que había conocido 3 días en Grecia, aquella que había fingido que no lo conocía por el simple hecho de su comodidad, aunque al final lo había sorprendido por mucho. Mentiría si dijera que no la había buscado tras pisar tierras españolas, encontrando un campo lleno de gente completamente distinta a la que estaba buscando, dándose por vencido, intentando dejarla cómo un recuerdo ameno. Pero siguió con su vida como todos los días antes de conocerla, haciendo una pretemporada estupenda junto al equipo de sus sueños, al cual adoraba pertenecer. Disfrutó de varias fiestas y un par de mujeres a lo largo de su estancia en los Estados Unidos durante la pretemporada, disfrutaba como cualquier chico de su edad en otras situaciones. A pesar de todo lo bueno que recibía día con día llenando cada parte de su existencia, de vez en cuando por las noches revisaba las fotos y videos que le había tomado a la italiana, hasta que tuvo una pequeña recaída en su lesión muscular, ocasionando su ausencia de un par de partidos al inicio de la temporada.
Después de semanas de recuperación por fin estaba otra vez en línea por así decirlo, había logrado volver a los entrenamientos con normalidad, preparándose mental y físicamente para el siguiente partido. En su instancia de recuperación debido a las fuertes sesiones de fisio y cansancio había por fin logrado sacarla de sus pensamientos, llegando a ocultarla en lo más fondo de su mente, seguía escuchando aquellas canciones que le había presentado la italiana pero por pura costumbre.
Ese día después del entrenamiento Ferran y Gavi habían propuesto relajarse aquella tarde con un día en la playa, ambos querían despejar la mente del canario y que este pudiera tomarse un momento de todo aquello que pudiera pasarle por la mente. Pasaron varias horas en la arena y el mar, jugando futbol o simplemente sintiendo el sol cubrir sus pieles, al canario le encantaba, siempre le recordaba a su hogar natal; cuando se estaba haciendo de noche decidieron ir a un restaurante el cual amaba Sira, la novia de Ferran.
Así que ahora Pedri estaba comiendo junto a sus dos compañeros, el restaurante estaba lo bastante alejado de lugares turísticos de la ciudad, bajando así sus probabilidades de encontrarse con algún grupo de fan que pudiera agobiarlos. El trío conversaba sobre bastantes temas, entre ellos llegando a burlarse del menor por no poder sacar el carnet de conducir, siempre el canario lo llevaba con él a los entrenamientos, siendo varias veces captados por las cámaras. Gonzalez se encontraba metido en el ambiente, completamente sumido en la conversación cuando por la puerta entró una pequeña brisa que logró que sus vellos se erizaran completamente, alguien había entrado al restaurante. Después de un pequeño escalofrío por fin pudo volver en sí, volviendo a la realidad en la que hablaba con sus amigos, pero no esperaría que un olor familiar le arrebatara toda la atención que había vuelto a tener, era un perfume a flores combinado con un ligero toque a ácido al cual era completamente adicto, se paralizó por completo al recordar de dónde venía ese olor, acaso la persona que había entrado era ella y todo lo que había sentido fue causado por la italiana con solo entrar al lugar?
No, es imposible, pensó el canario.
Entonces escuchó su voz con aquel ligero acento italiano que tanto la caracterizaba, había sido como un zumbido en sus oídos como si estuviera apunto de perder el conocimiento, estaba atónito, sin darse cuenta el peligro había abierto los ojos por completo asombrado de su presencia.
— Hola Emma, en 5 sale tu pedido, ¿va? — saludo el encargado del restaurante con alegría, la rubia había venido tantas veces con su novio que ya la conocía de pies a cabeza; aunque este no lo supiera, era de los pocos que la llamaban por su primer nombre.
— No te preocupes Carlos, pero hazlo extra delicioso que es mi paquete de disculpas para Daniel — respondió la italiana soltando una pequeña risa al final contagiando la misma emoción al encargado.
— ¿Han vuelto a pelar? Mejor, para que sigas viniendo — dijo el señor mientras se iba a la cocina, la comida nunca fallaba al momento de disculparse con su novio y eso ocasiona que siempre fuera al mismo lugar.
El canario por fin decidió alzar la mirada de la cara de sus amigos hacia el mostrador, el cual no se encontraba lejos de su mesa, el lugar era bastante reducido; la vio ahí, apoyada la espalda contra la mesa de madera mientras que su atención estaba en el celular en sus manos. Llevaba el pelo suelto dejando cada una de sus ondas, el maquillaje por completo impecable, natural como aquel día en el acuario, traia unas gafas de marco negro resbalándose por su nariz, haciendo que esta se viera mas pequeña, estaba igual de hermosa que aquel día. Sin siquiera darse cuenta sus piernas se movieron por sí solas, dejando a sus amigos completamente desconcertados sobre qué estaba haciendo el moreno, no había dicho ni una sola palabra hasta que la tuvo enfrente. Ella sintió automáticamente una mirada sobre ella por lo que levantó la mirada con desgano y desinterés, despreocupada de quien fuera el responsable de tan punzante mirada en su cuerpo.
Conectaron miradas y ella deslizó una pequeña sonrisa por sus labios, vaya que había sido rápido su reencuentro, se emocionó al instante aunque no lo mostrara.
— Pedri... — mencionó en un leve murmullo mostrando su sorpresa ante la situación.
— Hola marga... — quiso contestar antes de que fuera interrumpido por la voz del encargado, quien traía una bolsa de papel marrón, era la orden de la chica.
— Emma aquí está, dile a Daniel que le puse extra salsa, como le gusta — exclamó Carlos con una sonrisa hacia la chica, para después dejar el pedido sobre la mesa.
— Muchas gracias, Carlos — dirige su atención hacia el encargado después de haberse quedado embobada en los ojos marrones del canario — Aquí tienes y quédate con el cambio — le extiende un par de billetes que acababa de sacar de su bolsillo, todo con una gran sonrisa. El chico solo asiente y vuelve a la cocina.
El silencio hizo presencia al instante al notar la ausencia del encargado, era un silencio cargado de confusión e inseguridad. El canario se encontraba aún sorprendido de verla y ahora había agregado confusión a su diccionario, la mentira de la italiana había salido a relucir con la luz del sol. Por su parte ella no tenía las palabras para explicar, ni sabía cómo actuar ante el ahora, causaba tanto en su cuerpo que su principal pensamiento era no demostrar toda la atracción hacia el canario. A pesar de ser una persona relevante en su medio y ser en parte famosa por la carrera de su novio, en el fondo la italiana seguía siendo una fan de Pedri y como tal no sabía qué hacer al frente de su ídolo.
Entonces el poco valor que había adquirido surgió de sus adentros para actuar por ella, quería escuchar su voz una vez más, apreciarla tal canción y adorarla tal Dios.
— Me llamo Emma De Luca — mencionó con inseguridad en su voz, más que nada vergüenza ante los ojos que adoraba. Era como si hubiera leído la mente del canario al contestar, algo que se haría costumbre con el tiempo — Aquella noche decidí mentir al igual que tú, lo siento — terminó mientras se rascaba levemente la nuca, mostrando su nerviosismo.
— Emma eh? — respondió simple Pedri con una media sonrisa. No podía culparla, estaba claro y no podía más que nada culpar aquellos ojos azules que hipnotizan — Me gusta — La chica solo podía reír ante su reacción — No esperaba verte otra vez... aunque era lo que más quería — terminó a la vez que daba un paso hacia la chica.
— ¿Acaso me extrañaste moreno? — preguntó la rubia con una sonrisa coqueta. La emoción en sus venas se triplicó, no había esperado causar aquel efecto en alguien como él.
El canario tornó sus mejillas de un leve color carmesí casi imperceptible excepto para ella, era como si sus emociones desbordaran el límite de su cuerpo. Era curioso cómo, sin palabras ni gestos, mostraba con absoluta transparencia su estado de ánimo. La chica, observando la reacción, no pudo evitar soltar una leve risa, dulce y espontánea, mientras su corazón latía de prisa. En esa conexión inesperada, ambos parecían compartir algo invisible, un vínculo extraño y profundo, como si cada movimiento y cada suspiro les permitiese verse a sí mismos reflejados en el otro.
Era impresionante cómo los sentimientos podían tejerse tan rápidamente, sin necesidad de un lenguaje en común. En la fragilidad de ese instante, quedaba expuesta la capacidad de los seres humanos de transformarse mutuamente. La simplicidad de aquel momento dejaba en evidencia lo complejo de las emociones, y cómo, a veces, basta con la presencia de alguien más para desatar un torbellino de sentimientos, aun sin una sola palabra de por medio.
La chica decidió acercarse y abrazarlo por los hombros, tomándolo por sorpresa absoluta. Pronto logró reaccionar y la abrazó de igual manera, sujetándola por la cintura con delicadeza.
— También te extrañé — mencionó en su oído con cariño para después soltar un ligero suspiro que hizo erizar la piel de Pedri.
Ambos se quedaron en silencio por unos segundos, disfrutando del calor que producía el tacto del otro, trataban de asimilar cada una de las sensaciones rozadas por sus dedos directo al corazón.
— No esperaba volver a verte — se separaron del abrazo para murmurar. El canario siempre sereno, mantenía su voz suave, como si temiera romper la burbuja que se había creado a su alrededor.
Emma alzó la mirada hasta toparse con sus ojos marrones, esta era simplemente atrapante, con tanta intensidad que le era imposible apartarse.
— Si, bueno yo tampoco — respondió ella con una sonrisa que no lograba ocultar su nerviosismo. — O bueno, no esperaba que te acercaras —
— Que puedo decir, me gusta sorprender — dijo él, con un brillo de diversión en los ojos. — Además, no sabes cuánto he pensado en ti — terminando con una sonrisa de lado, esta tenía un gran reflejo del coqueteo que intentaba implementar.
Ella se sorprendió de que él también la recordara con esa intensidad. En el fondo, siempre había pensado que aquel encuentro había sido un recuerdo efímero para él, algo que resbalaba en su vida, pero escuchar que lo había tenido presente le hacía sentir algo inexplicablemente especial.
— Bueno, siempre es difícil olvidar a un cómplice — bromeó, logrando que ambos soltaran una pequeña risa.
Emma soltó un suspiro de alivio, no había rastro en la cara del canario que declarara disgusto; aunque a pesar de la distancia que habían tomado sus manos aún estaban empeñadas en rozarse, como si temieran perder el contacto. Su sonrisa se ensanchó al ver la media sonrisa en el rostro de Pedri, que parecía tan atrapado en ese instante como ella.
— ¿Te gustaría quedarte un rato más? — preguntó él, dudoso, mientras sus amigos miraban desde la mesa con caras de sorpresa y curiosidad.
Ella lo miró, echó un vistazo rápido a los otro futbolistas en el local y vino a su mente, no podía olvidar por lo que había venido en primer lugar. La rubia volvió a sentir remordimiento con aquellos sentimientos por la persona frente a ella, mientras otra la esperaba en casa. Emma soltó un suspiro pesado y sacó su celular una vez más, revisando la hora para asegurarse, rogar por tener aún tiempo de quedarse con el canario, pero no, si quería disculparse con Daniel tenía que ir ahora.
— Me encantaría pero tengo que llegar a otro lugar, perdón — guardo el celular y le regaló una sonrisa de disculpa al chico, guardando su cara de preocupación, aquella que había atravesado sus facciones algunos segundos atrás. — Fue un gusto verte Pedri —
Pedri solo pudo fastidiarse en sus adentro por no tenerla unos minutos más, por ya no tener su atención sobre el. — Claro, no te preocupes — se despidió con otro ligero abrazo y un beso en su mejilla — también me gustó verte —
La chica agarró la bolsa que se encontraba encima del mesón de madera y salió con pasos firmes hasta la puerta donde al abrirla se volteó hacia el moreno para regalarle una sonrisa que lo dejaría prácticamente soñando con ella, él también le devolvió el gesto con felicidad recorriéndole. Después ella simplemente se fue haciendo que Pedri volviera a su mesa, ahí Pablo y Ferran se encontraban sin palabras para expresar cada una de sus confusiones y pensamientos. Pedri se sentó y siguió comiendo de su plato el cual ahora ya se encontraba levemente más frío. Ferran entonces pudo reaccionar ante todo lo que había pasado y conectó cabos, por su parte Pablo solo pudo seguir comiendo.
— ¿Esa era la chica italiana? — preguntó con simpleza Ferran mientras dirigía toda su atención a las facciones de Pedri, esperando una reacción.
— ¿La que lo secuestró? — preguntó Gavi con la boca llena de fideos, volteaba su cabeza como perro confundido.
— 1. Si y 2. Ella no me secuestró, de hecho siempre fue muy amable — respondió Pedri hacia sus compañeros con una sonrisa.
— Bueno bueno y ¿que te dijo? —
Pedri esbozó una sonrisa con picardía mientras pasaba la parte interna de su dedo por sus labios, recordando, sus ojos brillaban con emoción contenida. Con la mirada clavada en su plato, recordó cada detalle de ella antes de responder:
— No fue tanto lo que dijo, tío, sino cómo se sentía estar frente a ella otra vez. Fue...inesperado. — Mencionó algo sobre que aquella noche decidió mentir, igual que yo. —
— ¿Mentir? ¿Entonces fingió ser otra persona o algo así? — preguntó Ferran, intrigado.
Pedri asintió levemente, recordando aquel primer encuentro lleno de misterio y el juego de identidades.
De hecho desde que el canario había decidido contarles las cosas que había hecho en Santorini con una chica a Ferran la idea de ocultarle su identidad le parecía simplemente infantil, algo muy poco maduro para alguien de su edad, pero respetaba las acciones de uno de sus mejores amigos y ahora solo podía burlarse aún más.
— Sí, algo así. Al final resulta que los dos nos habíamos montado una buena película. Era como si, por un rato, pudiéramos escapar de todo, ¿sabes? Y eso hizo que se sintiera... no sé, distinto —
— Y entonces, ¿ya no la vas a ver o qué? — preguntó Gavi, visiblemente interesado, deteniendo su comida para escuchar la respuesta.
— Pues no lo sé, la verdad — respondió Pedri, soltando un suspiro. — Igual fue solo un encuentro de esos que pasan una vez y ya está, pero... enserio espero que no —
Ferran y Gavi se miraron entre ellos, compartiendo una sonrisa maliciosa. Sabían que Pedri estaba tocado, y que ese encuentro con la italiana había dejado una marca en él.
Tras unos segundos de silencio, Ferran no pudo evitar lanzar una broma:
— Pues, tío, como la cosa siga así, vamos a tener que aprender italiano, ¿eh? —
Pedri soltó una carcajada, agradeciendo el comentario de su amigo por relajar el ambiente. Sin embargo, en el fondo, no dejaba de pensar en Emma, en cómo la simple mención de su nombre había traído consigo una oleada de recuerdos que creía tener bajo control. Había algo en ella que lo atrapaba, algo que no lograba quitarse de la cabeza. A pesar de que intentaba convencerse de que solo había sido un momento pasajero, se dio cuenta de que la intriga no le dejaba en paz. ¿Por qué había mentido sobre su identidad? ¿Y qué es lo que hacía que cada vez que pensara en ella sintiera esas mariposas que lo hacían volver a sus primeros amores de adolescencia?
Por su parte, Ferran observaba a Pedri con una mezcla de curiosidad y preocupación. Desde que habían vuelto a la mesa, el canario no había vuelto a ser el mismo; su mirada se perdía entre bocado y bocado, como si su mente estuviera atrapada en otro lugar, o mejor dicho, con otra persona. Y aunque Ferran intentaba tomarse el asunto a broma, en realidad, la chica italiana le despertaba una inquietud que no podía ignorar.
— Oye, Pedri, no te rayes, pero...— empezó Ferran, bajando la voz, su intención era preguntarle acerca de la chica.
Pedri parpadeó, volviendo al presente y mirando a su amigo.
— Ya la encontré, no fue tan difícil — interrumpió Pablo mientras miraba su celular.
🦕
Mientras por su parte Emma volvió a tomar el metro rumbo a la casa de Daniel. Piel de cordero resonaba en sus audífonos con fuerza, dejando a tras cualquier otro sonido cercano y lejano, aquellos aparatos la sacaban del mundo por unos instantes, momentos efímeros. Disfrutaba de la tarde y de estar un rato a solas, hasta que entró una llamada, de por sí ya sabía quién era con certeza pero simplemente de imaginarlo ya le temblaban las manos y la piel se le ponía de gallina.
"Mamá"
Entonces contestó, a ella no le gustaba que la hicieran esperar, odiaba desperdiciar más tiempo del que lo hacía llamándola.
— Bonjour maman — Habló la italiana, intentaba sonar lo más relajada posible, demostrar lo contrario al efecto que causaba en ella, a pesar de que ella no había sido la causante de ese día no hizo nada para detenerlo hasta que ya había tenido suficiente. — ¿à quoi dois-je ton appel? — (a qué debo tu llamada)
— Peut-être que je ne peux plus appeler ma fille aînée? — preguntó la francesa desde el otro lado, intentaba hacer un chiste con reproche pero su relación no había sido la mejor los últimos años para que se sintiera como uno. (¿Acaso ya no puedo llamar a mi hija mayor?)
— Bien sûr que oui, je suis juste surpris que tu te souviens de moi — Río hacia su madre y su intento por sonar normal. Aunque de hecho había sido una risa amarga llena de rencor (Por supuesto que sí, sólo me sorprende que me recuerdes.)
— Ma fille, je sais que nous ne nous entendons pas très bien depuis ce qui s'est passé avec ton père, mais je voulais savoir comment tu allais.— suspiró la mayor a través del celular, estaba frustrada por no recuperar la relación con una de sus hijas. Y Emma también suspiró para agarrarse el puente de la nariz. (Hija, sé que no nos llevamos muy bien desde lo que pasó con tu padre, pero quería saber cómo estabas.)
— Je vais bien maman, ne t'inquiète pas. J'ai beaucoup travaillé ces derniers temps et je viens de prendre un nouvel emploi dans un club de football. — respondió más ligera la italiana para luego tirar su cabeza para atrás contra una de las puertas aún con el teléfono en la oreja. (Estoy bien, mamá, no te preocupes. He trabajado mucho últimamente y acabo de conseguir un nuevo trabajo en un club de fútbol.)
— Je suis très contente Margot. Si tu faise que tu aimes, tu seras heureuse, ma fille — (Estoy muy feliz Margot. Si haces lo que amas, serás feliz, niña mía.) — Au fait, comment va Daniel, j'ai entendu dire qu'ils partaient en tournée ? — (Por cierto, ¿cómo está Daniel? He oído que se van de gira.)
— Vous savez comment il est, concentré sur son travail. Et s'il part la semaine prochaine mais que je ne pars pas avec lui à cause du nouveau travail dont je vous parle. — ( Ya sabes cómo es, concentrado en su trabajo. Y si, se va la semana que viene pero no voy con él por el nuevo trabajo que te digo)
— Je suis content, chérie... Viens me voir quand tu veux, d'accord ? tu me manques beaucoup — (Estoy feliz, cariño... Ven a verme cuando quieras, ¿vale? te extraño mucho)
— Je vais essayer d'y aller, mais préviens-moi quand il n'est pas là, d'accord ? — (Intentaré ir, pero avísame cuando no esté, ¿vale?)
— Bien sûr, je ne veux pas qu'ils se battent à nouveau. Ma fille, tu es récemment allée chez Santorin? — (Por supuesto, no quiero que vuelvan a pelear. Hija mía, recientemente fuiste a Santorini?)
— Si j'allais voir un de mes appareils photo que j'ai oublié depuis longtemps — (Si fui a ver una de mis cámaras que hace tiempo la olvidé) — Eh bien, maman, je te laisse aller chez Daniel. — (Bueno, mamá, te dejo que ya llegué a casa de Daniel.)
— ok ma fille, je t'aime mon amour — se despidió la francesa con tristeza. (Ok hija, te amo mi amor)
— et je t'aime — correspondió con cansancio Emma. Colgó la llamada y bajó del metro con pequeñas lágrimas recorriendo sus mejillas. A pesar de que ya han pasado varios años desde ese entonces el recuerdo de su padre la seguía persiguiendo sin descanso, la atormentaba sin desvelo.
Al tocar la puerta de Daniel, Emma ya solo tenía pequeños rasgos de la desastrosa llamada con aquella que la había traído al mundo, no quería que él la viera así y en vez de disculparla tener que consolarla como siempre lo había hecho. El rubio abrió la puerta con un cara de pocos amigos, claramente aún frustrado por su discusión, mentiría si dijera que no la esperaba y la deseaba ahí.
— Comida a domicilio, desde tu lugar favorito — dijo la italiana con emoción y una sonrisa brillante adornando su rostro. — Viene con extra salsa y lo más importante, una disculpa de tu bella novia. — dijo ella mientras bajaba la bolsa que inicialmente había estado cubriendo su cara.
El chico solo pudo reír y negar ligeramente con la cabeza para tomar la bolsa, dejándola encima de la encimera para abrazar y besar a su novia con fuerza. La había extrañado con cada fibra de su cuerpo y alma. La chica sonrió en medio del beso para colocar sus brazos alrededor del cuello del más alto.
— Siento que hayamos discutido, cariño. Tú sabes perfectamente lo que vales para mí y si enserio quieres que vaya contigo a la gira les diré que no — mencionó al separarse mientras alzaba su mirada y detenerse justo en sus ojos, aquellos que la traían loca y siempre la hacían volver.
— También siento todo lo que dije, sé que es parte de lo que siempre quisiste y no quiero ser el que te detenga — respondió con alegría en su rostro. Después de meditarlo mucho había entendido el punto de su novia y no quería que esta lo dejara todo por él. — Te amo —
— Yo te amo más Daniel — correspondió para besarlo con dulzura y delicadeza — Ven vamos que se enfría aún más, Carlos le puso extra salsa para ti — lo arrastró hacia la cocina junto a la bolsa llena de comida para ambos.
— ¿Dije que te amo? Me retracto, amo a Carlos — bromeó el rubio mientras agarraba la cintura de Emma con cariño dando pequeños apretones.
— Para la próxima ya no te traigo nada — ella se volteó dándole la espalda, mostraba su enfado hacia la broma de su pareja, aunque estaba claro que esa respuesta era otra broma del mismo hilo.
— Ya amor, era joda, mejor comamos — dijo el chico para pegar su espalda por completo a su pecho y empezar a darle besos en la cara. Ella sonrió.
🦕
🎧 𝐀𝐲 𝐕𝐚𝐦𝐨𝐬 -𝖩 𝖡𝖺𝗅𝗏𝗂𝗇
"𝖲𝗂𝖾𝗆𝗉𝗋𝖾 𝗆𝖾 𝗁𝖺𝖼𝖾 𝗋𝖾𝖼𝗅𝖺𝗆𝗈𝗌
𝖣𝗂𝗌𝖼𝗎𝗍𝗂𝗆𝗈𝗌, 𝗉𝖾𝗅𝖾𝖺𝗆𝗈𝗌
𝖯𝖾𝗋𝗈 𝗅𝗅𝖾𝗀𝗈 𝖺 𝖼𝖺𝗌𝖺 𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝗇𝗈𝖼𝗁𝖾
𝖫𝖺 𝗆𝗈𝗅𝖾𝗌𝗍𝗈 𝗒 𝖺𝗋𝗋𝖾𝗀𝗅𝖺𝗆𝗈𝗌
𝖠𝖺𝖺𝗁, 𝖺𝖺𝖺𝗁
𝖯𝖾𝗅𝖾𝖺𝗆𝗈𝗌, 𝗇𝗈𝗌 𝖺𝗋𝗋𝖾𝗀𝗅𝖺𝗆𝗈𝗌
𝖭𝗈𝗌 𝗆𝖺𝗇𝗍𝖾𝗇𝖾𝗆𝗈𝗌 𝖾𝗇 𝖾𝗌𝖺 𝗉𝖾𝗋𝗈 𝗇𝗈𝗌 𝖺𝗆𝖺𝗆𝗈𝗌
𝖠𝗒 𝗏𝖺𝗆𝗈𝗌"
☆𝖢𝗁𝗂𝗌𝗆𝖾𝗌𝗂𝗍𝗈★ 𝗈 𝖠𝗎𝗍𝗁𝗈𝗋'𝗌 𝗇𝗈𝗍𝖾
¡Nuevo capítulo!
Hola a todas y todos, como están?
Bueno ammmm primero que nada sigo vivita y coleando, sé que desaparecí y lo siento. Ha sido sumamente difícil escribir este capítulo teniendo en cuenta todo lo que tengo que hacer y aparte porque siempre lo posponía ya que para mí no estaba dando lo suficiente para que el capítulo fuera digno de sus atenciones entonces me ponía a leer o a escribir historias que no voy a subir aun.
Entonces les pido perdón por desaparecer por tanto tiempo, sé que siempre lo digo y para las que estuvieron en los inicios de Algo Más lo tendrán más que claro pero enserio intentaré subir más seguido ya que amo escribir e imaginar todas estas historias.
Por otra parte para las fans de Algo Más - si es que siguen vivas y conmigo - he quitado la historia de mi cuenta ya que quiero reescribirla con ideas que puedan conectar mejor y que sean coherentes aparte de que los capítulos sean más largos y con más contenido como estos - aunque este fue de puro relleno - ya que los capítulos los había escrito cuando tenía como 12 o sea una guagua, pero lo más importante es que espero resubirla a final del mes o más tardar el próximo año.
Que más puedo decirles? Espero que enserio les guste aunque sea un poco de este capítulo ya que con mi bloqueo fue súper difícil escribirlo. Comenten porfa que amo cada uno de sus comentarios.
Por último, si pudieran comentarme de qué quisieran que haga un fanfic o recomiéndenme una serie. Por mi parte tengo en mente 2 ademas de los que están en borradores.
Enserio los aprecio y gracias por haber llegado hasta aquí.
Por cierto las canciones me las saqué de la mierda porque no sabía cuáles quedaban con el capítulo.
cuenta en tiktok minicornamenta
Las amo
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── Majo
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