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XXIX






La penumbra reinaba en la estancia, estaba solo y no sabía cuanto tiempo llevaba ahí, llevo sus manos a su cabeza y empezó a hacer memoria, solo recordaba estar abrazado a su padre llorando la pérdida de uno de sus hijos cuando un portal fue abierto y por el pasó el padre de Magnus quien con un simple movimiento de su mano lo hizo dormir.

Llevo sus manos a su vientre pensando en su hijo, temeroso de que ya no estuviera ahí, no tenía forma de comprobarlo ni siquiera sabía si él estaba vivo, el silencio y la completa obscuridad que lo rodeaba auguraba el inicio de sus peores pesadillas.










En el instituto todos estaban desesperados, los nefilim y Magnus estaban leyendo antiguos libros buscando una pista de como ir al Edom, la última puerta por donde habían pasado para ir al rescate de Magnus había sido completamente destruida.

Una larga semana había pasado desde que Asmodeo se había llevado a Alec y la clave ya estaba informada al respecto, varios cazadores de sombras los mantenian bajo estricta vigilancia, dos nefilim habían desaparecido una de ellas llevando a tres futuros Herondale y los querian de vuelta, sobre Alec la orden dada por el concejo era su ejecución inmediata,   como Maryse había sospechado Jace se había ido de la lengua, no logró llegar a tiempo para evitar que lo hiciera y ahora nada podía hacer, solo pedirle al ángel que lo cuidara.

Cuando Maryse le reclamó su proceder el solo le dijo.

- No permitiré que Alec ponga en riesgo la vida de mis hijos, es un anormal que esta embarazado y además es un imán para los demonios, si Clary sigue a su lado podría verse envuelta en alguna pelea y por consiguiente perder a mis hijos, he recurrido a la clave para que la obliguen a volver a Idris, cuando de a luz podrá irse si quiere pero mis hijos se quedarán conmigo.

Maryse no podía creer que el fuera su pequeño rubio al que mostró más amor que a su propio hijo, aunque cuando te conviertes en padre el mundo deja de importante y solo tienes pensamientos para tus hijos, su bienestar y futuro son tu prioridad.

Ella misma lo vivió en carne propia, traicionó a Valentine cuando creía en su causa fervientemente, no le importó aquellos a los que llamaba hermanos, los torturaron y ella no hizo nada, todo porque amenazaron no solo con echarlos sino con quitarles a su pequeño Alexander, la clave coincidía con ella que el niño no tenía la culpa así que dijeron que ellos lo educarían y no pudo soportar la idea de no tenerlo a su lado.

Dejo sus pensamientos a un lado y siguió comunicándose con otros institutos buscando ayuda, preguntando si alguien sabía sobre puertas al inframundo.












- ¿Cuanto tiempo nos tendrás cautivos?  Quiero ver a Alec.

- Pequeña nefilim no fui yo quien los trajo, agradece que aún estás viva al igual que esos idiotas tras de ti. Tal vez debería matar a uno para que dejes de chillar a cada momento.

- La clave...

El solo rio fuertemente ante sus palabras, como si un grupo de mortales pudiesen hacer algo en su contra, solo tenían un poco de sangre de Ángel en sus venas y ya se creían todopoderosos. El único que podría dañarlo acababa de despertar y se acercaba lentamente llevaba dormido una semana y estaba débil, no se había alimentado y el bebé en su interior había empezado a drenar su casi inexistente energía.

La dorada puerta fue abierta y por ella paso Alec, cuando lo vieron corrieron hacia el preocupados, pero no llegaron a tocarlo, Asmodeo apareció delante de él justo cuando sus rodillas se doblaron y estuvo por caer.

- Al fin has despertado, ahora alimentense de mi... mis amados.












Hola.-

Siento mucho haber estado desaparecida pero he estado atiborrada de trabajo, quiero tomarme unos días para viajar así que debo dejar todo en orden además de entrenar a mi remplazó. Espero mis planes salgan bien y pueda escapar del infierno laboral de este último mes.

Este capítulo lo acabo de escribir se que es cortito pero no me da tiempo para más debo ir a trabajar.

Gracias por tenerme paciencia y seguir leyendo Tuyo... Mío... Nuestro.

Sadimila.

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