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tuyo, mio, nuestro

Lamento mucho la demora, muchas acontecimientos importantes en las últimas semanas hicieron imposible que pudiera escribir.
Ahora si no las aburro más y empecemos con el capítulo final.

A pesar del tiempo transcurrido, aún recuerdo todo como si fuera ayer, a veces los amargos recuerdos llegan sin ser invitados y es en ese momento que quisiera olvidarlo todo una vez más, pero me arrepiento de ese pensamiento casi al instante, no todos son malos recuerdos,  hay muchos momentos felices que atesoro con toda mi alma, además todas las vivencias pasadas hicieron al hombre que soy hoy. Un hombre llorón al parecer, no entiendo porque desde hace un par de días mis ojos no dejan de lavarse.

No pude evitar mis lágrimas cuando vi a Peter decir "no me quiero ir Sr. Stark", aunque ya había visto la película muchas veces esa era la primera vez que lloraba por esa escena, tampoco pude evitar llorar cuando aquel pichón cayó desde lo alto del árbol y yo no pude hacer nada para salvarlo, el sentimiento de pérdida fue terrible, y hoy tampoco puedo evitar mis lágrimas cuando despierto sólo y anhelando el calor de mi amado compañero, pero él no está a mi lado y eso me hace querer gritar. Retengo mis lágrimas mientras me doy un par de bofetadas mentales por ser tan idiota, la razón de que el no esté a mi lado, soy yo, fui yo quien lo alejó de mi. No quiero llorar, no debo, hoy es un día especial; me veo en el espejo y me digo que tengo que pensar en momentos felices, cierro mis ojos y es inevitable que recuerdos de mi pasado lleguen a mi mente, sobre todo aquel recuerdo en donde empezó mi vida por segunda vez.

Todo empezó una mañana en que desperté peleando con el gato, no era que lo odiara, solo que cada vez que veía sus ojos una imagen borrosa venía a mi mente y en las noches soñaba con promesas de amor que nunca antes había escuchado.
Yo tenía una vida normal antes que "Mizi" (Presidente Miau) llegará a mi vida, bueno no tan normal, no tenía recuerdos y creía estar enamorado del diablo, bueno de su versión rosa, porque Luzbel de demonio solo tenía las pantuflas con cuernos, jeje, ese es un recuerdo divertido, sobre todo cuando tropezó y uno de los cuernos se torció.

Aquel día un hombre cayó del cielo o más bien del techo y me besó y todo mi ser respondió gustoso nada más sentir el sabor de esos suaves labios, luego lo aleje para reclamarle, pero después de unas pocas palabras mis hijos se hicieron notar, mis pequeños lucharon hasta el último segundo para llegar a mi.

No pude ahogar un gritó horrorizado cuando sus corazoncitos dejaron de latir, lloré desesperado y supliqué que volvieran a mi, a nosotros, no recuerdo mucho de lo que sucedió después, solo ser llevado por unos fuertes brazos a mi habitación.
En la intimidad de la alcoba, Magnus se acostó a mi lado y me lleno de besos en las mejillas y caricias en mi vientre, ni una palabra fue dicha, no eran necesarias, podía entender todo lo que quería transmitir.
A pesar de ser un desconocido para mi, mi cuerpo deseaba sentir otra vez sus brazos rodearme y mis labios picaban por volver a sentir uno de sus besos, lo vi bajar lentamente para luego descubrir mi vientre y susurrar "los amo..., no saben cuánto los amo, gracias por volver" y luego besó mi piel haciéndome estremecer, vi la magia manifestarse con colores azules, dorados y plata y mis recuerdos robados volvieron, Magnus aún seguía susurrándoles palabras de amor a nuestros pequeños así que no se dio cuenta de las expresiones que debo de haber puesto cuando recordé su traición, pero también recordé que no fue su culpa, no solo Lucifer y Leviatán intervinieron sino también Asmodeo, mi querido suegro había sido partícipe de todo el complot para separarnos.

Aún sabiendo todo esto no puedo perdonarlo, quería decirle que se fuera, quería golpearlo, quería herirlo, pero por mis hijos, decidí callar, ellos necesitaban a su padre en ese momento. Cerré mis ojos y al abrirlos hice como si nada hubiese pasado, no mencioné a Magnus que había recuperado mis recuerdos y espere a que me dijera una mentira, él estaba nervioso,  se pasó la lengua por los labios varias veces e intentó decir algo, pero las palabras no le salían, cuando dijo, Alec..., estaba seguro que las siguientes palabras serían crueles mentiras que sólo me harían más daño, estaba seguro que lo haría, pero Magnus no mintió, él me dijo toda la verdad, y lo odie, lo odie muchísimo cuando me contó nuestra historia.

Mi cerebro sabía, pero mi corazón no entendía porque me había sido infiel con el hombre que era más que mi hermano, no hallaba justificación alguna a su traición, no si me amaba como decía. Se supone que "el amor es la magia más poderosa del mundo" y el es el mejor brujo y me ama, ¿cómo entonces fue vencido?, ¿cómo permitió que nos hicieran esto? ¿por qué no me dijo nada cuando empezó a sentir esos sentimientos extraños? no lo entiendo, ¿por qué callar y no ser sincero conmigo y decirme que se sentía atraído por alguien más?, si lo hubiese hecho, tal vez el dolor no habría sido tan grande, tal vez habríamos podido hacer algo.

Decidí que no podía confiar en aquel hombre así que lo aleje de mi lado, le dije que cuando mis hijos estuvieran fuera de peligro se fuera con su amante, el solo me observó con súplica, pidió que por favor le diera una oportunidad, pero yo me negué a ello. Tenía miedo de ser traicionado, además de que en todos estos meses sin recuerdos empecé a amar otra vez, me enamoré del diablo y se lo dije a Magnus. Su expresión fue..., ¡ah! no quiero volver a ver esa expresión en su rostro, no puedo, ese es uno de los recuerdos que quiero olvidar.

Recuerdo que a pesar de dormir con Luzbel en muchas ocasiones no éramos nada más que buenos amigos, solo a su lado podía conciliar el sueño cuando tenía pesadillas que al despertar no podía recordar, yo lo deseaba con toda mi alma, había algo en el que me atraía de manera intensamente pecaminosa, todo esto se lo dije a Magnus y me odie al ver el dolor que le cause, pero no quiero mentir a pesar que quiero hacerlo, después de aquella confesión lo alejaba más que antes, pero aún con mi rechazo Magnus no se alejó de mi, nuestros hijos nos necesitaban y estuvimos para ellos, pasamos una semana entera en la cama sin hacer ninguna de las cochinadas que seguramente están pensando, era un hombre embarazado con una salud frágil.

Después de esa larga semana en que mi cuerpo me traicionaba pegándose a Magnus al dormir por fin nos pusimos de acuerdo con sus nombres, Max en honor a mi pequeño hermano quién había entregado su vida para salvar la de mis hijos y Rafael en honor al vampiro que había sacrificado su vida para salvar la de Magnus, ellos ya tenían nombre, ellos serían Rafael y Max Lightwood Bane.

Dentro de todos nuestros problemas éramos felices, mucho, aquel día les dijimos a nuestros hijos cuanto los amábamos hasta que Magnus me pidió permiso para besar la piel de mi vientre, permiso que concedí, mala idea, el primer beso me hizo estremecer, el segundo suspirar y el tercero lanzar un vergonzoso gemido, mi cuerpo se encendió con esos besos y aunque mordí mis labios para callarme y no avergonzarme más mi cuerpo me traicionó, mis piernas se abrieron para el, era una clara invitación. Lo deseaba, quería ser tocado, quería ser tomado en la manera más íntima posible, mi cuerpo estaba ardiendo por sentir su maravillosa boca un poco más abajo, los pantalones me apretaban mucho, al extremo de ser doloroso y Magnus no hacía nada, veía la duda en sus ojos, quería hacerlo, el quería tomarme pero se estaba conteniendo con todas sus fuerzas, estaba a punto de suplicar cuando la puerta se abrió y Luzbel entró cargando a presidente "Lo siento por interrumpir pero este gato ya estaba haciendo un hoyo en mi puerta, por cierto tu pagas los daños ocasionados a mi propiedad al ser el dueño de esta bestia" luego de decir se eso se retiró, toda mi calentura se fue en segundos, fue como ser sorprendido por tu madre, ya no tenía ganas de nada, Magnus aún seguía mirándome y me di cuenta que había un enorme bulto en sus pantalones, bulto que presidente aplastó con sus patas cuando de un salto subió a la cama, sentí su dolor como propio, a presidente no pareció importarle, el se acercó a mi moviendo su colita y parándose en ambas patas se apoyó en mi vientre, se quedó quieto unos segundos, sólo sintiendo al parecer, luego me acarició con su cabecita para al último darme un largo lenguetazo, quiero pensar que fue un lenguetazo de amor y no que me estaba probando a ver como sabía, ya que no lo habíamos alimentado.

Los días fueron pasando y mi vientre cada vez estaba mas grande, estoy gordo, muy gordo, al punto que en vez de caminar siento que estoy rodando, Luzbel nos ha dicho que mi vientre a crecido tan rápido porque "nuestro embarazo", si, no pienso que sea sólo yo el embarazado, ambos lo estamos, Magnus y yo estamos embarazados, bueno nuestro embarazo va de maravilla, ya no hay peligro alguno y nuestros hijos deben de llegar al mundo en cualquier momento, no hay fecha establecida, la magia puede llevar a terminó nuestro embarazo hoy o mañana o dentro de un mes, será cuando el ángel diga.

Magnus se preocupaba por mi, cualquier deseo por ridículo que fuera, era complacido al instante y en las noches cuando el pensaba que estaba profundamente dormido me daba suaves caricias y me robaba un beso, también me decía te amo, no hubo ni una sola noche que no me lo dijera y es por ello que le confesé a Magnus que ya había recuperado mis recuerdos y que eso no cambiaba nada entre nosotros, lo seguía odiando, cada vez que cerraba los ojos venía a mi el día que descubrí su traición, es por ello que solo lo buscaba en las noches para alimentar a nuestros hijos y en el día me mantenía lo más alejado posible.

La necesidad era grande, mis hormonas estaban alborotadas, quería sexo a la de ya, y creyendo que obtendría lo que quería le dije te amo al diablo, y las palabras en lugar de saberme dulces me supieron amargas, no fue como creí que sería, se supone que lo amaba.

—Lo que dices sentir por mi no es amor pequeño nefilim, solo estás obnubilado por el deseo, todo mi ser a sido diseñado para incitar al pecado, es mi trabajo hacerlos caer en tentación; se que muchas veces se te han insinuado hombres y mujeres realmente interesantes, también un par de demonios con apariencia angelical y también está esa niña llamada Clary, ella hubiese sido una excelente compañera para ti, pero aún así jamás te dejaste llevar por el deseo carnal, incluso cuando te acostaste con Leviatán jamás sucumbiste al placer, fue tanto tu dolor por traicionar a Bane que Mihael tomó tu lugar, él sabía que solo lo hiciste para salvar a ese pequeño niño y te ayudó. Fue admirable tu resistencia, después de todo mi pequeño hermano es uno de los ángeles más hermosos del cielo y siempre obtenía lo que quería, hasta que se encontró contigo.
En mi caso es diferente, mi poder es casi comparable al mismo dios, si no hubieses caído por mi, entonces serías un ser aún más poderoso que el creador, algo que es imposible —Alec lo miró como diciendo "se lo que deseo" pero Luzbel  le dijo que no era así — No te he tomado en todo este tiempo y no voy a tomarte en el futuro, porque muy en el fondo tú no deseas que lo haga, solo te estás dejando llevar por el dolor en tu corazón, deseas sentir el amor y protección que una vez tuviste, pero no soy yo quien te lo dará.

Luzbel tenía razón, no lo amaba, era el deseo de fornicar como conejo lo que me hacía acecharlo, era culpa de las hormonas que me tenían excitado las 24 horas del día. Cuando regresé a mi habitación Magnus estaba llorando, sus lágrimas rompieron mi corazón, el lo había escuchado, escucho el te amo que le dije a Luzbel, y asumió que seguramente a esas horas yo estaría en su cama, apenas me vio corrió y me abrazo, no me dijo nada, sólo me abrazo por largos minutos hasta que la magia nos envolvió, mis pequeños daban las primeras señales de vida, ellos patearon tan vigorosamente que Magnus y yo saltamos por la sorpresa, luego de ello fui llevado en brazos a la cama, Magnus me depositó como si fuera el cristal más frágil y me rodeo con sus brazos y esta vez no esperó a que durmiera para decirmelo, ¿el qué? es obvio, me dijo Te amo, me lo dijo y el mundo se detuvo, mi corazón se lleno de regocijo, su "te amo", fue dicho con el corazón y expresado con su mirada, eso era lo que necesitaba, mi corazón necesitaba escucharlo decirme que me amaba para olvidar, bueno Magnus tuvo la ayuda de nuestros hijos, ellos no dejaron de patear hasta que haciendo malabares por el enorme vientre que cargo pude acercarme para besarlo, y fue un beso perfecto, sus labios eran suaves, me sabían dulces, el sabor de su boca volvió a ser la ambrosía que necesitaba para vivir.

No se por cuanto tiempo estuvimos besándonos, pero debió de ser mucho ya que una luz naranja entraba a la habitación, señal de que el sol estaba ocultándose; aún tenía un poco de miedo, temía que cuando Jace se presentará otra vez, Magnus dudaría de sus sentimientos hacia mi, pero el, sabiendo por donde iban mis pensamientos tomó mi mano y deslizandola debajo de su camisa la colocó sobre su corazón para luego usando un hechizo mostrarme sus más profundos sentimientos, nosotros ocupabamos gran parte de ellos, nuestros hijos y yo éramos el centro de su mundo.
Dormimos abrazados, con las piernas enredadas, a pesar de mi prominente vientre mi cuerpo encajaba a la perfección con el suyo.
Ese es un recuerdo hermoso para mi, el recuerdo de nuestra reconciliación es uno de mis tesoros, aquel día Magnus abrió su corazón para mi.

El espejo me muestra la sonrisa más feliz que puedo dar, aquel recuerdo calienta mi corazón, camino otra vez a mi cama, quiero volver a acostarme aún tengo un poco de sueño, pero el despertador me indica que ya es hora de empezar este día. Me aseo rápidamente para no llegar tarde, luego tomando mi billetera salgo apresurado de casa, tarde, muy tarde, al final demore mucho tiempo en la ducha. Tengo que ir a la universidad, hoy es un día muy especial, el taxi me deja en la entrada y veo a una pareja de adolescentes nerviosos, ambos se miran sonrojados y es la pequeña chica quien le confiesa su amor al enorme chico para luego pedirle salir, la respuesta es un si de él para luego compartir un inocente piquito. Eso me trae recuerdos de cuando recibí mi primer beso, oh si, ahora que recuerdo mi primer beso fue robado, Magnus me tomó por sorpresa, no puedo evitar sonrojarme al recordar la calidez de su boca, su mano en mi cintura..., tengo que calmarme, por alguna razón mi cuerpo se calienta ante el recuerdo de mi primer beso.

Sigo mi camino, ellos me esperan, miro mi reloj y me doy cuenta que llevo 45 minutos de retraso, van a matarme. Prácticamente corro hacia el auditorio y tropiezo a medio camino, estuve a punto de caer, pero fui sujetado por un estudiante universitario, el preguntó si estaba bien y yo sólo pude asentir, ninguna palabra salió de mis labios, mi corazón latía desesperado ante la persona frente a mi, era Jace, no podía creerlo, pensé que jamás volvería a verlo. A pesar de los años transcurridos jamás pude olvidarlo, el fue mi parabatai, mi hermano de alma, mi todo antes de conocer a Magnus, los recuerdos me sobrepasan y necesito sentarme, el joven parece entenderlo y me sujeta del brazo para guiarme hacia una pequeña glorieta en donde me observa fijamente.

Recuerdo cuando nos separamos, eso fue un año después de recuperar mis recuerdos, hasta ese momento había permanecido oculto en casa de Luzbel, no quería ver a nadie, mejor dicho no quería verlo a él, si bien había perdonado a Magnus, no había perdonado a Jace, no podía olvidar su traición, tal vez porque hasta ese momento yo confiaba en el más que en mi mismo, más que en el propio Magnus, cuando nos volvimos a ver el me pidió perdón con lágrimas en los ojos y yo después de ver a Clary y sus trillizos atrás de él, lo hice, lo perdone, pero ya nada volvió a ser igual, el recuerdo de aquel día en que los encontré teniendo relaciones estaba más vívido que nunca.

Clary no recordaba nada, ella había perdido sus recuerdos para salvar a mis hijos, estaba tan agradecido con ella, tanto que me faltaría vida para pagárselo, ella me contó que Jace le había dicho de su traición y que a pesar de ello ella había decidido casarse con él. Ella ya había empezado sus preparativos de boda con el rubio idiota, me alegré por ella, Clary siempre lo amo, aún con tantas crueles palabras dichas, Clary jamás dejo de amarlo. Ellos se casaron unos días después de mi llegada y aunque Jace me pidió ser su padrino me negué a ello, no podía, no cuando aún no olvidaba, ese fue el último día que nos vimos, apenas terminó la ceremonia me fui, volví a mi hogar.

Ahora veo a este joven Jace verme preocupado, diría desesperado y siento la necesidad de calmarlo —tranquilo, estoy bien le digo, sólo fue la sorpresa, creí ver a un viejo amigo — él me mira unos segundos y sonríe aliviado

— Pensé que te estaba dando un ataque, déjame presentarme, mi nombre es Cristhofer Lightwood —el me tendió su mano y me regaló una sonrisa, de inmediato le correspondí y me presenté.

—Mi nombre es Alexander, Alexander Bane — No podía decirle Lightwood, primero tenía que averiguar que estaba pasando. Después de ello él se despidió y lo vi correr y abrazar por los hombros a alguien que tampoco pensé ver, era Simón, el Simón de mi amada hermana, sólo que se veía como un niño de 14 o tal vez 16 años.

Quería acercarme, quería preguntar, pero me estaban esperando y si no hacía acto de presencia vería el mundo arder, el doble de Jace se despidió a la distancia y yo le devolví el gesto, me arrepiento, estoy arrepentido por haberme alejado de él, desde aquel día, el día que se caso, no volví a verlo, bloquee mi corazón y jamás voltee atrás, ni cuando perdió a su hija en aquel ataque al Instituto, ni cuando  perdió a Clary y sus hijos en aquel terrible sismo que azotó Nueva York, lo dejé sólo hasta el día de su muerte y jamás pude perdonarme por ello. El no era culpable, fue manipulado por demonios mucho más poderosos que aquellos a los que cazábamos, Jace estuvo perdido desde el mismo momento en que Leviatán puso sus ojos en él.
Por el rencor en mi corazón perdí preciosos momentos a su lado, momentos como cuando su hija lo hizo abuelo o cuando sus hijos ocuparon el puesto de inquisidor y cónsul respectivamente, debí de estar ahí, debí de estar al lado de mi hermano.

Llegó al auditorio y dos apuestos jóvenes se lanzan a mis brazos, ambos besan mis mejillas y me llenan de preguntas de donde estaba y porque demoré tanto, sólo puedo sonreír y acariciar sus mejillas, en eso unos brazos rodean mi cintura mientras unos labios besan mi nuca haciéndome estremecer.

—Aquí no papi Magnus, esperen a estar en casa y que nosotros nos hayamos tomado un somnífero para elefantes

¿Leen ese reclamo? Son de mis hijos, mis bebés —nuestros bebés Alexander —Magnus me corrige, el puede leer mis pensamientos y yo los suyos, mi brujo me interrumpe con una sonrisa para luego colocar un suave beso en mis labios, después de ello se acerca a Máx y le acomoda la corbata y le da un pequeño beso en sus cabellos y luego va con Rafe, a él lo escanea de pies a cabeza y no encuentra nada fuera de lugar, salvo una pequeña cosita que lo hace enfurecer

—¿Quién osó marcar el precioso cuello de mi hijo? —una nueva guerra santa está a punto de empezar

La ceremonia da inicio, los próximos graduados son llamados a tomar su lugar y Rafe es salvado de que su padre invada su mente, no puedo evitar llorar silenciosamente, apenas ayer estaban en mi vientre, Magnus apoya su frente con la mía y compartimos el recuerdo de su nacimiento.

Unos días después del te amo de Magnus, el me estaba leyendo el libro que dio inicio a su búsqueda, bueno estaba leyendo el último, había una escena candente que me hizo gemir de sólo imaginarnos en esa situación, no se en que momento el dejo de leer y empezó a besarme con tanta ternura que un par de lágrimas de felicidad escaparon de mis ojos, me desnudo lentamente, besando cada parte descubierta con lentitud, el desgraciado me estaba torturando, cuando mordió mis..., mejor dejo ese recuerdo ahí, no quiero gritar de placer en medio de la ceremonia de graduación de mis hijos, Magnus me sonríe con las mejillas sonrojadas mientras mete una mano bajo mi camisa, ni cuenta me di en que momento su traviesa mano se hizo camino a mi piel, el rector sigue su discurso y nosotros volvemos a sumergirnos en nuestros recuerdos.

Al día siguiente de nuestra mejor noche, estábamos abrazados haciendo el álbum de nuestros hijos, Magnus me había tomado fotos en todos los ángulos posibles, no teníamos ecografías así que mi brujo tomó la foto del momento exacto en que mi piel se estiraba por la patada de nuestros hijos, estábamos pegando la última foto, una selfie que Magnus tomó estando mi espalda pegada a su pecho con las manos de ambos sobre mi vientre y dándonos un beso, estábamos riendo cuando de pronto un terrible dolor me hizo gritar, ahí empezó todo, Magnus estaba desesperado sin saber que hacer.

—Yo no puedo operar — dijo Luzbel, quien había ingresado a nuestro dormitorio al escucharme gritar — esos niños quieren salir, Magnus tienes que traer un médico

Magnus no lo pensó, abrió un portal y a los minutos mi padre apareció junto a Catarina y Jem, los tres trajeron a mis hijos al mundo, el dolor fue terrible, no había tiempo para una poción o un hechizo anti dolor y ni hablar de runas, no sabíamos si podía causar daños a nuestros hijos, tuve que aguantar ser cortado sin anestesia, pero solo unos momentos al parecer mis hijos no querían que yo sufriera así que su magia actuó quitándome ese terrible dolor, quisieron evitar que viera el procedimiento, pero no quería perdémelo por nada del mundo, vi como terminaban de abrirme, los vi sacar a mis bebés, Magnus me besó cuando ellos dieron su primer llanto, nuestra recompensa luego de tanto sufrimiento fue tenerlos en nuestros brazos, Magnus y yo lloramos y reímos a la vez, llenamos de besos sus pequeñas cabecitas y juramos por nuestras vidas protegerlos de todos y de todo, fue el momento más feliz de nuestras vidas.

Escuchamos que nuestro Rafe es llamado y eso nos saca de los recuerdos, le estan dando su diploma, luego es Max, somos los padres más orgullosos del mundo, nuestros hijos acaban de graduarse en medicina. Seguimos observando la ceremonia y entonces un reconocido doctor es invitado para dar el discurso final, Maxwell Lightwood dice el rector y yo no puedo respirar, mi hermano, mi pequeño Máx está frente a mi convertido en todo un hombre, lo vuelvo a ver luego de más de doscientos años, si han pasado cientos de años, mi familia y mis amigos ya no están en este mundo. Se preguntarán como es que yo aún sigo aquí, fue un regalo de Luzbel, el me lanzó un hechizo cuando tenía 35 años, ¿por qué lo hizo? No lo supe hasta hace algunos días, ese pedófilo no quería ver sufrir a mi Rafe, al parecer mi hijo una noche despertó llorando, había soñado que me perdía, Luzbel escuchó su llanto y vino a verlo, luego le prometió que yo sería inmortal igual a su padre Magnus. Así de fácil, a ese asaltacunas no le gustaba escuchar llorar a mi Rafe y le daba lo que el quisiera con tal de verlo feliz. Se que se ven a escondidas desde que mi hijo tiene quince años, también se que sólo le robó besos los primeros cien años, oh si, ese demonio mantuvo la pureza de mi bebé por mucho tiempo, ¿la razón? el sólo podía permanecer un par de horas lejos del infierno y luego volvía al averno aunque no quisiera, el quería ser capaz de quedarse con Rafe mucho más que un par de horas, el quería quedarse a su lado abrazándolo después de hacer el amor y es por eso que espero pacientemente, aún a riesgo de que mi hijo se aburriera y se buscara a otro.
Mi hijo me lo contó hace poco, cuando llegué a casa antes de la hora acostumbrada y los encontré desnudos en la piscina, Magnus y Asmodeo van a matar a ese estúpido demonio cuando se enteren, pero antes tendrán que pasar sobre el cadáver de mi suegra, ella sabía de su relación mucho antes que yo, es una abuela alcahueta al igual que mi fallecida madre, según me contó Rafe, mi madre fue la primera en enterarse y darle la charla a Luzbel junto a las respectivas amenazas de parte de mi padre.

La finalización de la ceremonia me saca de mis recuerdos y ya no puedo evitarlo más, dejo a Magnus interrogado a Rafe por el chupeton de su cuello mientras mi hijo Max está tratando de coquetear con una de sus compañeras ante la intensa mirada asesina de su tía Lily. Me acercó a Maxwell, él está hablando con una niña de largo cabello negro, es mi Isabelle, ella señala con el dedo a Jace, al parecer lo está acusando de algo y Máx le jala de las orejas diciéndole rubio entrometido, quiero acercarme, pero tengo miedo, que tal ¿todo es producto de mi imaginación?

— No estás soñando, son ellos —Volteo y veo a una hermosa señora, con unos bebés en brazos — Hola cuñado, ¿me recuerdas? soy Yezalel —La observó un par de minutos mientras el recuerdo de una niña llega a mi mente, cuando me enteré del sacrificio de mi hermano le pedí a Asmodeo me llevará a verlo y el me metió de contrabando a la ciudad de los Ángeles, fuimos descubiertos casi al instante por Raziel, pero aún así pude ver a Max y ella estaba con él, la hija de Leviatán y Mihael, fui feliz al saber que ellos pudieron permanecer juntos — al fin nos encontramos, lamento haber tardado tanto, te busqué por muchos años, pero al parecer no vivían en la cuidad — era cierto, mi familia y yo viviamos en otro continente, recién hace unos cuatro años llegamos a la ciudad, no pude evitar llorar al ver a mis hermanos frente a mi, Yezalel me dijo que les dieron una nueva oportunidad y que no tenían todos sus recuerdos, sólo tres, mi rostro, eso quiere decir que Jace me reconoció apenas me vió, también sabían mi nombre por eso su desconcierto cuando me presenté con el apellido de mi esposo, también conservaban los sentimientos hacia mi grabados a fuego en su corazón.

Todos me abrazaron, tal vez no me conocían en esta nueva vida, pero su corazón si lo hacía, cargue a Isabella en mis brazos y pensé cuidado Simon como te atrevas a profanar la inocencia de mi hermana, le lance una mirada asesina al cuatro ojos cuando de pronto  Magnus se acercó junto mis hijos, ellos se sorprendieron cuando reconocieron a sus tíos, los presenté a ellos ya que al parecer no recordaban a nadie salvo a mi. Me giré para buscar a mi esposo y lo vi mirar fijamente a Jace, pensé que sentiría celos al ver el reencuentro entre Magnus y mi ex parabatai pero en su lugar sólo había felicidad, teníamos a nuestra familia completa otra vez, porque eso éramos, una familia.

Después de las lágrimas salimos todos juntos a almorzar y en el camino Máx me sorprendió al decirme que Yezalel era su esposa y más me sorprendió cuando me presentó a sus hijos Robert y Maryse, eso causó que casi me diera un infarto, mis padres no podían ser hermanos

— Los adoptamos, ellos perdieron a sus padres en un accidente, los papas de Robert acababan de recoger a los padres de Mary del aeropuerto, cuando estaban a pocas cuadras de casa un camión los embistió, ellos protegieron a sus hijos con sus cuerpos, cuando los bomberos lograron cortar los fierros retorcidos los adultos estaban muy juntos y Robert tomaba la mano de Maryse, lloraron mucho cuando los separaron, es por eso que los adoptamos a los dos, ellos se querrán mucho y cuidaran uno del otro como buenos hermanos

Max les contó la historia de sus hijos y Alec observó a los bebés y les sonrió — ustedes se amaran, no como hermanos, están destinados a permanecer juntos —les susurró a los niños siendo escuchado por Magnus quien sólo atino a hacerles muecas para hacerles reír.

Luego del almuerzo y de intercambiar números y direcciones la familia volvió a casa, noté el nerviosismo de Rafe y le pregunté a que se debía, pero el sólo atinó a decirme —llegando a casa lo sabrás papá Alec — eso solo aumentó mi curiosidad y contagie con ella a Magnus quien intentó leer la mente de nuestro hijo para saber que tramaba.

Cuando llegamos a la residencia Lightwood- Bane nos encontrarón a Luzbel sentado en el sillón favorito de mi esposo. Magnus lo sacó de un grito de su lugar, empezando así una discusión que terminó cuando Rafe gritó —papa..., papi..., estoy saliendo con Bel y vamos a casarnos — eso originó una pelea mágica que terminó cuando abrace a mi esposo para llevarlo al sillón.

Fue una conversación larga con gruñidos incluidos, fue una interesante plática en la que tuve que sujetar a Magnus con ayuda de Max para que no se lance sobre el degenerado, pedófilo, viejo verde y muchos sobrenombres más que mi brujo le puso a Luzbel.

—por favor papi, no te opongas

—Es muy viejo para ti cariño, encontrarás a un hombre joven que no esté tan usado.

—Deja en paz a nuestro futuro hijo — casi le gruñi a Magnus — si Rafe lo ama entonces apoyaremos su decisión, además Luzbel ha demostrado en infinidad de ocasiones que daría la vida por nuestro hijo de ser necesario

—¿Tú de qué lado estás?

—Del de mi bebé por supuesto — mi brujo me miró herido por mi falta de apoyo — Magnus..., Rafe ya no es un niño, está por cumplir trescientos años, yo tampoco quiero dejarle ir, pero a estas alturas ya te habrás dado cuenta que él es el hombre por el cual nuestro hijo sonreía cuando estaba triste, es evidente que su relación no es de un año o dos, ellos llevan juntos cientos de años — Después de unas palabras más Magnus aceptó a regañadientes a Luzbel, pero me dijo entre susurros que tenía que recompensarlo por mi alta traición.

—Gracias papas, no saben lo feliz que soy y también queríamos decirles que nos casamos en un mes, ya lo tenemos todo organizado y....

Rafe seguía hablando de los preparativos de su boda mientras nosotros nos mirábamos estupefactos, nos preguntábamos porque querían casarse tan apresuradamente —Rafe..., Bebé ¿por qué las prisas? — pregunté

—tenemos muchas amistades a las que queremos invitar, tiene que ser una boda espectacular con una fiesta, que sea La Fiesta, se casa mi hijo y quiero que el mundo lo sepa —termino de hablar Magnus

Rafe respiró profundamente y se acercó a nosotros, tomó nuestras manos y las puso sobre su vientre, ambos nos quedamos lelos sin saber que decir o hacer, hasta que Magnus gritó un "yo te mató, maldito degenerado, violador de bebés" para luego darle con su puño a Luzbel, mientras yo besaba la mejilla de mi hijo felicitandolo por la dulce espera.

— Dime que a mi no me va a crecer la panza, yo no puedo haber heredado... — mi otro hijo, Máx, se veía aterrado.

— Cállate idiota, si lo heredaste en hora buena, además que te preocupas, tú no eres gay —le contesto mi Rafe.

Días después Magnus estaba mimando a su esposo, Alec lo observaba como repartía besos en su vientre, metía su lengua en su ombligo y luego de nuevo besaba alrededor.

— ¿Magnus? — El brujo no respondió sólo siguió repartiendo besos en su vientre, Alec quería su atención y él seguía saboreando su piel — vamos a tener una niña — el brujo siguió besando su piel unos segundos más hasta que pareció entender sus palabras y se levantó de un salto haciendo también saltar cierta parte de su Anatomía, Alec se lo comió con la mirada, ese gran pedazo de... a medio erguirse debería estar muy profundo dentro de él

— ¿Qué acabas de decir?... —Alec estaba perdido mirando fijamente la entrepierna de su esposo — Alec deja de mirarme el pene

Alec le puso mala cara, se levantó y se acercó a su esposo, "esposo" se dijo mentalmente, aún recordaba su boda y sobre todo su luna de miel — estoy embarazado Mags, de cuatro meses y va a ser una niña

Magnus lo miro boquiabierto y luego de intentar hablar varias veces por fin pudo  formar unas palabras —¿Recién me lo dices?, ¿después de cuatro meses?

—No es que lo haya ocultado, no lo sabía —Magnus levantó una ceja diciendo con ese gesto que no le creía — no tenía síntomas y mi vientre está más plano que la tabla de planchar, pero el día de la graduación de nuestros hijos desperté muy caliente y no estabas, usualmente una ducha fría basta pero no funcionó, tuve que usar los recuerdos de nuestra primera vez, los de nuestra Luna de miel y también aquel de cuando lo hicimos en aquel parque — Magnus le dijo explícate en su mente y un muy rojo Alec no tuvo más opción que hablar —  con un orgasmo no fue suficiente, seguía duro, fueron cuatro sesiones para poder calmarme, por eso llegue tarde ese día

Recien ahí Magnus hablo — ¿Te diste cuenta que estabas embarazado porque estabas cachondo?

— No fue sólo eso, la magia se descontroló, tu sabes que yo no puedo hacer magia pero cuando esa tipa puso sus manos en tu cintura yo.... yo fui quien hizo que su vestido explotará y su tacón se rompiera.... No no me mires así, ella tenía sus garras sobre lo que es mío

Magnus rio y lo cargo, haciendo que Alexander rodeara su cintura con sus desnudas piernas —¿Estamos embarazado entonces?

Alec sólo afirmó y después de un beso le dijo — seremos padres, otra vez, una niña Magnus, es una princesa, mi princesa.

—No, no es así amor — Magnus corrigió — no es tuya, no es mía, es nuestra princesa.













Y llegamos al final.

Se que seguramente dejo algunas incógnitas, espero no sean muchas.

Gracias a todos los que me acompañaron y aguantaron en lo largo de la publicación de "Tuyo..., Mío..., Nuestro".

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