cambiando el destino
Y llegamos al último capítulo, solo me falta el epílogo. Gracias a todas(os) ustedes por haberme acompañado a lo largo de la publicación de esta historia.
Alec alejó suavemente al hombre que lo sorprendió con un beso. Debería de haberle dado con el puño por su osadía, debería de haber sacado la pequeña daga escondida entre sus ropas por si el hombre frente a él no tuviera buenas intenciones, siquiera debería de haberle preguntado quien era y como accedió al lugar más seguro del planeta, pero en su lugar solo dijo —¿Quien te dio permiso para besarme? —por alguna razón Alec sintió que ya había hecho esa pregunta con anterioridad.
—Tu me lo diste Alec, mi Alec... —sintió que esa respuesta ya le había sido dada, pero no recordaba cuando ni dónde. Magnus seguía hablando, pero Alec ya no prestaba atención, estaba perdido en los ojos dorados del brujo, ojos de gato que brillan como estrellas pensó, una imágen llegó a su mente, esos mismos ojos mirándolo con dulzura, sacudió su cabeza para despejarla y prestar atención, pero volvió a perderse en sus pensamientos cuando miro sus labios, deseaba volver a probarlos, se estaba lamentando de haberlo alejado cuando de pronto escucho unos débiles latidos.
No sabía que era, se escuchaba tan lento y lejano, como si estuviera perdiendo su fuerza, como si se estuviera despidiendo y eso lleno su ser de desesperación. Alec caminó siguiendo el sonido y lo encontró en el capullo que Magnus llevaba en sus brazos, acercó su oído y escuchó mientras un par de lágrimas rodaban por su mejilla —¡No! —gritó cuando no volvió a latir más. Magnus abrazo aún más el capullo, estaba llorando al igual que Alec, ambos suplicando que no los dejarán, ambos gritando que lucharán por sus vidas, pero solo silencio y frío fue lo que obtuvieron.
En casa del gran hechicero, Robert daba vueltas alrededor de la mesa, estaba inquieto, tenía el presentimiento que algo malo iba a pasar, cuando de pronto Jace cayó de rodillas, todos se acercaron a ver que pasaba y vieron las lágrimas rodar por sus mejillas —Alec está sufriendo, el corazón de Alec se está muriendo, él esta... — Jace ya no llevaba la runa parabatai pero los sentimientos de Alec llegaron a él de igual forma.
Julián, el hechicero, dedujo lo que había pasado y apretó los ojos antes de decírselos — el capullo debe de haber muerto, esperaba que ellos pudieran lograrlo — todos estaban lamentando la pérdida como propia, estaban aferrados unos a otros cuando un portal se abrió y pasaron un par de hombres vestidos con piel de zorro, ellos traían a Max y Yezalel en brazos, los niños aún estaban inconscientes, Maryse corrió y revisó su estado junto a Julián quien usando sus poderes los despertó.
—Estábamos tan cerca, Alec estaba frente a nosotros y no pude tocarlo, ahora se acabó el tiempo, lo siento tanto, desaproveche la oportunidad —Max se lamentaba mientras explicaba a su familia a que se refería —tenía una oportunidad, una sola, si hubiese logrado siquiera rozarlo Alec hubiese recuperado sus recuerdos, ese fue mi propósito al emprender el viaje a Perú. Tenía que hacerlo solo, si ustedes intervenían entonces no hubiese tenido ninguna oportunidad de hallarlo, ese fue el trato con Raziel, el desobedeció las órdenes de Dios y puso en mi un hechizo de rastreo.
Max lloraba siendo consolado por sus padres, Isabelle abrazó a Simón, mientras Mike se refugiaba en los brazos de su padre como cuando era un niño, el tiempo dado había terminado, un año había pasado, así que todos serían separados una vez más y esta vez para siempre. Clary aún no había recuperado sus recuerdos pero Jace la había puesto al tanto de todo así que sabía que esos serían sus últimos minutos o tal vez segundos al lado de sus hijos.
Solo susurros eran escuchados, se estaban despidiendo, ya no tenían esperanza alguna, pero los designios de Dios son misteriosos —No se preocupen, no serán separados... —Todos voltearon y miraron a Yezalel, ella había sacado sus pequeñas alas de querubin y había dejado atrás los ropajes mundanos —a partir de ahora son libres, el trato de Simón con los ángeles ha sido anulado —todos la miraron interrogantes — cuando Max y Adrián me salvaron de esos secuestradores obtuvieron el favor de padre celestial, él los liberó y cuando Jace, Isabelle, Simon y Robert pelearon contra Amón obtuvieron el favor de tío Miguel, el vio el deseo en su corazón así que Clary, Simón y Alec también son libres. Sin contar con tío Asmodeo que uso el favor que papá le debía para darle una oportunidad de ser feliz a Magnus.
Apenas Yezalel terminó de explicarles un hombre se materializó de la nada —para salvar la vida que yace en el capullo necesitaré de su sacrificio —todos se pusieron alerta y sacaron sus armas —no hay tiempo para explicarles, soy Luzbel y estoy aquí para cumplir la promesa hecha a Asmodeo, ya recibí el pago, pero no es suficiente —luzbel miró a Clary en primer lugar —de ti necesito los recuerdos que aún no recuperas, tú amaste a Alec y esperaste a sus hijos con la misma ilusión que esperaste el nacimiento de los tuyos, si me das lo que te pido entonces me ayudarás a salvarlos, pero olvidarás tu pasado por siempre.
—Tómalos —fue solo una palabra, Clary no dudó en ningún momento. No recordaba a Alec, pero algo en su corazón decía que era importante, que él había sacrificado mucho por ella y que no alcanzaría su vida para pagárselo. Jace la miró con resignación, ella se había decidido por los hijos de Alec sin pensar en él ni un segundo, pero no podía reprocharle nada, si en sus manos estuviera el habría sacrificado su vida de ser necesario, le debía a su hermano la vida de sus propios hijos.
Luzbel solo tomó los recuerdos y luego caminó hacia Simón —una vez le diste toda tu energía a Alec, estuviste a punto de morir por ello, pero no te importó, tu deseabas su bienestar por encima de todo, eres un hombre con un gran corazón y su amistad es tan fuerte como las adamas con las que están hechas sus armas, necesito que lo hagas una vez más, necesito de tu energía, pero esta vez podrías morir.
Simon no dijo nada, solo estiró sus brazos sin dudar, Luzbel esbozó una sonrisa mientras tomaba de la energía que el nefilim le entregaba. Isabelle corrió hacia él cuando la fuerza abandonó su cuerpo y lo sostuvo cuando sus piernas cedieron. Luego siguió el turno de Adrián, de él obtuvo la magia, el brujo se la dio y se despidió para siempre del mundo de las sombras, ahora sería un mundano más y lo único que lamentaba era el no poder proteger más a su hijo.
—Siempre me has cuidado, ahora es mi turno de cuidar de ti padre, no tienes que preocuparte por mí, estaré bien si tú estás conmigo —Mike trataba de consolar a su padre, pero el desde ahora ex brujo no estaba afligido, más bien estaba feliz, estaba agradecido con sus poderes porque le permitían salvar la vida de los hijos de Alec, a quien consideraba como un hijo, además de un amigo y también estaba agradecido con Luzbel porque no tendría que sufrir eternamente el dolor de la pérdida de sus seres queridos.
Por último Luzbel observó a Max —antes de pedírtelo quiero disculparme por no permitirte alcanzar a Alec ese día, fui yo quien le ordenó a las brujas lanzarte al portal —Max se puso furioso porque por su culpa perdió su oportunidad —si lo hubieses tocado Alec habría recibido sus recuerdos y se habría reconciliado con Magnus, pero los niños habrían sido apartados de sus brazos, ya estaba escrito que eso sucedería, lo supimos cuando frustramos la guerra que quería iniciar Lucifer, mis hermanos decidieron que si en un futuro los niños lograban nacer entonces serían educados en el cielo lejos de sus padres, mi sobrino, Amón, sabía de su poder por ello los buscaba, aún sin nacer eran demasiado poderosos y los ángeles decidieron criarlos ellos mismos, sin sus hijos, habría sido irremediable la separación de la pareja, es por ello que intervine aquel día, para cambiar el destino —Max solo asintió, comprendiendo las acciones del demonio —es hora, se que ya sabes lo que quiero de ti..., tal vez deberías de despedirte.
Todos voltearon extrañados por las palabras del demonio así que Max les explicó —para salvar a mis sobrinos necesito entregar mi propia vida —Maryse lo abrazó negando varias veces, no concebía la idea de perderlo cuando recién lo había recuperado —se le dijo a Simón que los demonios tratarían de hacerse conmigo y que por ello debía de cuidarme, y vaya que lo intentaron, volví a la vida por la luz que Dios puso en mí, mis pequeños sobrinos necesitan esa luz, mi hermano me necesita. Ahora me doy cuenta que ese era mi propósito, lo siento, mamá, papá, Isabelle, Jace, fui feliz al poder verlos una vez más, pero deben entender que Alec me necesita, nos veremos algún día... —luzbel solo tomó el hombro del niño y luego desapareció mientras Max caía inerte en los brazos de sus padres.
Cuando Luzbel volvió a casa encontró a Alec y Magnus abrazados, con el capullo entre ellos, le hablaban tiernamente como si aún pudiera escucharlos, sintió mucha pena por Alec, en todo el tiempo que llevaba cuidándolo se había encariñado tanto que su dolor era el suyo. Respiró hondo y moviendo su mano hizo desaparecer el capullo trayendo consigo la ira de los padres que pensaban que se lo había robado.
—Tranquilos, solo está donde siempre debería de haber estado —ellos lo miraron confundidos, aún con el deseo de lanzarle un golpe por haberles quitado a sus hijos —hace un año Leviatán y Mihael vinieron a mi a pedir ayuda, ellos le debían un favor a Asmodeo, y el demonio pidió que su hijo fuera feliz y resulta que la felicidad de Magnus eras tú Alec, tú y sus hijos, pero eso sería imposible, el destino ya estaba escrito.
Así empezó todo, Leviatán pago el precio para cambiar el destino ya escrito, cómo no era suficiente Asmodeo, Rafael e incluso Raziel aportaron en el pago, también lo hicieron una bruja amiga mía y su hijo, ella dio su vida para reunir a Max y Simón con su familia, ella lo hizo por Clary quien en otra vida fue su hija, pero esa es otra historia.
Tomé el pago y empecé a trabajar, lo primero fue atraer a Alec a mí, conmigo estaría seguro, luego empecé a intervenir en la vida de ustedes hasta lograr mi objetivo —Luzbel respiro hondo antes de darles la noticia —sus pequeños están con vida, reposan en ti Alec, en tu vientre, tienes amigos tan bondadosos que pagaron un precio muy alto para traerlos de regreso, ahora sería genial si fueras a tu habitación a descansar, esos bebés están muy débiles, necesitan de la energía de ambos padres y también es importante que les den sus nombres, eso ayudará mucho para su recuperación.
Alec se paró aún palpando su vientre, no sentía nada, era como si las palabras de Luzbel hubiesen sido una cruel mentira, pero cuando Magnus lo tomo en sus brazos cargándolo como si no pesara nada, sintió una descarga eléctrica, sintió la magia de sus hijos entremezclarse con Magnus, una sensación conocida y recordó que ya la había experimentado antes. Sus recuerdos habían vuelto junto a sus hijos.
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