Capítulo 4. Christian.
— Te ves como mierda. — Luke gira para mirarme, llevando lentes oscuros a esta hora de la mañana. — ¿Por qué tienes resaca?
— Porque bebí... genio.
Gruñe algo antes de levantar la bebida hidratante y energizante que lleva en la mano.
— Sé que bebiste, idiota, estoy preguntando por qué te pusiste hasta el culo de borracho.
— ¡Estaba siendo solidario! Leila llegó al bar buscando mi consejo y compañía, ¿Qué querías que hiciera?
¿Consejo a él?
— Dime por favor que mantuviste la puta boca cerrada, Luke.
Me dedica otro gesto de irritación levantando las gafas para dejarme ver sus ojos rojos e hinchados.
— ¿De qué hablas? ¡Soy el puto genio de los consejos! ¡La Martha Steward de las flores y los corazones!
Presiono los labios con fuerza para evitar discutir con el idiota a mi lado o terminaré golpeando su cara. Tomo otro sorbo de mi café americano y vuelvo la vista al frente, al par de uniformados en la orilla de la carretera.
— ¿Qué mierda haces todavia aquí? ¿Le tienes miedo? ¡Dijiste que ibas a tener unas palabras con él ayer! — Sigue gruñendo su mal humor por todo mi jodido carro. — ¿Sabes qué? Yo lo hago, tú quédate ahí sentado luciendo bonito.
Antes de que pueda reaccionar, Luke baja de mi auto y se encamina hacia ellos, señalándolos con la botella.
— ¡Luke! — Bajo del auto para seguirlo y así escucho sus gritos.
— ¡Hey! ¡Abernathy! ¡Ven aquí!
Mierda.
— ¿Luke? — Cerecita es la primera en reconocerlo.
— Si, soy yo esposa, ahora déjame hablar con el chico. — Se detiene frente a él sin quitarse los lentes oscuros. — ¿Que estás haciendo, hombre? ¿Tocando a la mujer de tu superior y faltándome el respeto?
— ¿A ti? — Chilla ella. — ¿Que haces aquí? ¿Dónde está...?
Es entonces que gira más para mirarme con su pequeño ceño fruncido y sus ojos azules brillantes de furia. Carajo, no he dicho nada y ella ya está molesta.
— No entiendo... — Abernathy luce confundido mirando de uno al otro, pero es Sawyer quien le habla.
— Es muy simple, chico. Ella está fuera de tu alcance y más te vale que mantengas tus manos para ti mismo.
¿Qué?
— Christian, ¿Qué ocurre?
Niego con la cabeza hacia mi esposa y tiro de ella para acercarla, dejando a Luke lanzar todo su mal humor sobre el jodido rubio.
— Luke tiene resaca. — Mis hombros se encogen. — No está buscando quién la hizo sino quién se la pague.
— ¿Y por qué Jesse? ¿Qué le dijiste?
— ¡Nada! No sé por qué hace esto, nena. — Miento.
Permanecemos en silencio para seguir escuchando la discusión frente a nosotros.
— No entiendo Saywer, ¿Te molesta que le hable? ¿A la esposa de tu jefe? — El rubio lo mira, incrédulo.
— ¡Por supuesto que me molesta! Ana es su esposa y él mi mejor amigo, ¡Ella prácticamente es mi esposa!
— Oye, no. — Gruño, abrazando a mi Cerecita. ¿Su esposa? — Estás siendo raro, Luke.
— Cállate, Christian. Déjame resolver esto.
El idiota vuelve a ignorarnos para mirar a Abernathy, Ana igual de confundida que yo. La parte positiva es que no está siendo un idiota conmigo.
— Solo aléjate de ella, ¿Está bien? Él no quiere discutir contigo y a mí me vale un pepino lo que tú piensas o si quieres decirle a tu papi.
El jodido rubio mira a Ana, luego a mi y finalmente asiente hacia Luke, que palmea su hombro y señala mi auto.
— Mi labor aquí terminó, de nada Christian. — Pasa por un lado bebiendo de su botella. — Ahora llévame a casa de Ethan porque estoy de humor para otra charla, ¡Estoy pateando traseros a lo grande!
— Mierda. No, no lo hace. Tengo que irme, Cerecita.
Beso a mi esposa y sigo a mi amigo al auto, esperando que su euforia baje un poco antes de investigar el robo que tenemos entre manos.
— No te voy a llevar con Ethan, podrías empeorar las cosas.
— Claro que no. — Hace una mueca con la boca. — Ese tonto está siendo un idiota con Lay y será mejor que yo lo arregle.
— No te metas.
— ¿Y qué se supone que haga? ¿Solo mirar?
— Tu trabajo, eso puedes hacer. Ahora cállate.
Conduzco hasta la escuela que vandalizaron y robaron el día anterior, sabiendo que no hay mucho que podamos hacer sin cámaras o testigos. A veces estas cosas solo pasan.
Cuando volvemos a la estación para hablar con Leila sobre nuestros hallazgos, me doy cuenta de su semblante. No luce mejor que Luke y ella ni siquiera bebe mas que nosotros.
— No te ves bien. — Se sirve otra taza de café, solo escuchando. — Creí que Luke estaba bromeando cuando dijo que apareciste en el bar.
— No tenía nada mejor qué hacer.
— Hablé con Ethan y tienes razón, es muy pronto para él trabajar en la rehabilitación, lo que me parece extraño porque creí que caminar era su prioridad.
— Pues no lo es. — Se burla. — A veces quisiera solo golpearle la cabeza hasta que piense con claridad.
Las cejas de Leila se arrugan en un gesto divertido.
— ¿A quién hay que golpear ahora? — Pregunta Luke desde su escritorio.
— A nadie, mierda, beber los está poniendo violentos.
Vuelvo a mi escritorio porque no tengo nada más qué decir, no soy capaz de reconfortarla después de ver la actitud de Ethan. Y siento que las cosas podrían empeorar rápidamente.
— Ahora soy yo el que tiene dolor de cabeza. — Presiono mi sien con los dedos. — Y no he bebido una jodida gota de alcohol.
— Debiste golpear a Abernathy como propuse. — Luke se ríe. — Créeme, te sentirías mejor.
La risa perversa de Sawyer atrae la atención de Leila al instante.
— ¿Golpear a Jesse? Dios mio, ¿Por qué? — Chilla.
— No lo defiendas, rubia. No viste cómo tenía sus manos sobre la señora Grey del aquí presente. — Me señala. — Estoy seguro que ya le sabe la talla del sostén.
Mis ojos se ponen en blanco.
— No le tocó los senos.
— Porque lo impedí. De nada, Christian.
— Yo no pedí que me defendieras o a Ana, idiota.
— No lo hiciste, pero tenía que hacerse. ¡Créeme, quería tocar las tetas de Ana!
Si no estuviera bien sentado en la silla me caería de espaldas. ¿Por qué este idiota sigue hablando de los senos de mi esposa?
— ¡Deja de pensar o imaginar a mi esposa y sus... Senos! — Golpeo su nuca con mi mano. — Tú también mantén tus jodidas manos para ti mismo.
Idiota.
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