Capítulo 39. Christian.
Estaciono en doble fila para que Luke suba en el lugar del pasajero. Espero a que se siente antes de comenzar a gruñir.
— ¿Qué mierda haces aquí y dónde está tu puto auto?
— En la clínica donde está el viejo Et.
Pongo de nuevo el auto en marcha porque estoy deteniendo el tráfico.
— ¿Que hiciste? ¿Viste a Ethan?
— Nope. Leila lo vió y alguna mierda pasó que me llamó llorando.
Mierda, espero que esto no provoque que ella recurra a sus hábitos dañinos.
— ¿Y dónde está ella? ¿La llevaste a casa?
— No, — Responde con tranquilidad. — Se quedó en el bar.
Presiono el freno tan rápido que Luke se estrella contra el tablero del auto, su jodida cabeza dura salvada por los buenos reflejos de sus manos.
— Mierda Luke, ¿Por qué la dejaste ahí? — Me pongo de nuevo en movimiento y giro a la izquierda para rodear la calle. — Vamos por ella.
— Déjala en paz, está bien. Su amiga está con ella y dudo que le sirvan un trago.
— ¿Seguro?
— Si. Ahora llévame por mi auto.
No estaba seguro de lo que estaba pasando cuando me llamó hace 20 minutos para pedirme un favor, no tenía su auto y asumí que se descompuso. Luke mira sobre su hombro al asiento trasero y frunce el ceño.
— ¿Dónde está Ana?
— En casa, tomando un baño de burbujas mientras yo estoy aquí salvando tu culo.
— ¿La cosita sexy está en la tina y tú aquí? — Una sonrisa se estira en sus labios. — ¡Eres el mejor amigo del mundo!
— Cállate, idiota. Y no te imagines a mi esposa desnuda.
— Oye, — Levanta las manos en un gesto de inocencia. — Ella fue la que se paseó sin nada frente a mi en tu departamento, no me culpes por tener buena memoria.
— Buena memoria... — Gruño con irritación.
Mi jodido mal humor de siempre no parece afectar a Luke como otras veces, seguramente afectado por ver a Leila llorando.
—¿Cómo está ella?
— Mejor. Lloró un par de minutos y luego sugirió venir al bar por un trago... De agua. — Agrega rápidamente.
— Bien, entiendo. ¿Necesitas algo más?
Me detengo junto a su auto y lo veo abrir la puerta para bajar, se inclina en la ventanilla para hablarme.
— ¿Estoy invitado a ese baño de burbujas?
Jodido idiota.
Sonríe al mismo tiempo que acelero mi auto, observando su gesto mientras me alejo de él para volver a casa. Con suerte mi Cerecita aún me estará esperando en la tina.
Estaciono en el garaje de Escala y subo a toda prisa en el ascensor, luego voy hasta el baño quitándome la camiseta.
— ¿Nena? — La llamo.
Pero ella ya no está en la jodida tina, sino que se seca el cabello frente al espejo, envuelta en su toalla de algodón.
— Llegas tarde. — Se ríe un poco y gira para mirarme. — ¿Que pasó? ¿Luke está bien?
— Está vivo. — Gruño molesto por perderme el espectáculo. — Lo llevé por su auto para que pueda volver a casa, y yo retomaré lo que dejé pendiente.
Deslizo un lado de la bata para descubrir su hombro y besar ahí, un pequeño camino hasta su cuello mientras mi mano acuna su seno. Ella gime bajito cuando pellizco su pezón ligeramente.
La bata cae un poco más de su brazo, revelando otro tramo de su piel blanca. La presiono contra el lavabo con mi cadera, de modo que ella no puede huir de mi mientras sigo besando su piel.
— Christian... — Sus dedos se clavan en mis antebrazos. — Cógeme.
Mierda.
— Tú y tu jodida boca traviesa, Cerecita.
Me inclino mas para meter el pezón erecto dentro de mi boca, acariciando con mi lengua pero pierdo la concentración por la vibración dentro de mi bolsillo.
— Tu teléfono. — Susurra.
— Ignóralo.
— Puede ser importante.
— No lo es, — Gruño. — Y si es el puto Luke, juro que le daré un tiro en el pié.
— Christian, — Se ríe. — Contesta. Te espero en la cama...
Me aparte y se aleja dándome una gran sonrisa, se detiene en el umbral de la puerta para dejar caer la bata y sale desnuda.
— Mierda. Mejor que sea jodidamente importante.
Y lo es. El nombre en la pantalla es de la persona que he estado esperando, en el maldito momento más inoportuno.
— ¿Taylor?
— Grey. Tengo la información que me pediste.
La sangre debe estar todavía en mi miembro, porque por un momento no recuerdo qué fue lo que le pedí. ¿Era sobre Steele y Carla?
— Nadie aquí sabe sobre Anastacia Steele o Anastacia Wilks, y si alguien lo sabe, se aseguró de dejarlo fuera del registro.
Eso.
— ¿Por eso no congelan sus cuentas?
— Investigué por mi cuenta y encontré que ella tiene dos actas de nacimiento, la primera la señala como hija de Carla Wilks y Franklin Lambert. La segunda, que creo que es la que ella conoce, solo aparece como hija de Carla Wilks, sin información del padre.
— ¿Cómo es eso posible?
— De alguna forma, ambas actas fueron válidas porque la cuenta de la que hace uso Anastacia Wilks, fue abierta por Franklin Lambert. Y ambos sabemos que él no tenía los recursos para heredar ni una mierda.
— Era una pantalla...
— Si. Steele lo usó para asegurar a su hija y seguramente se deshizo de él en el proceso.
— ¿Van a presentar cargos? ¿Algo de esto afecta a Ana?
— Creo que es mejor que este asunto permanezca como hasta ahora. Exponer el posible homicidio de Lambert solo hará que tu esposa sea investigada, ¿Lo prefieres?
— No.
— Entonces, asunto terminado. Hasta luego, Grey.
Taylor termina la llamada antes de que pueda agradecerle y me quedo ahí mirando el móvil un momento. Si Ana aparece como hija de Lambert, ¿Significa que el chico Elliot, como hijo biológico, podría pelear su herencia?
— Mierda, esto es un jodido lío.
— ¿Christian? — Ana me llama desde la habitación. — ¿Terminaste?
Decido dejar el asunto para otro momento cuando mi Cerecita no esté desnuda y esperándome en la cama. Apago el móvil y dejo el resto de mi ropa en el piso antes de unirme a ella.
— ¿Terminar? Apenas estoy comenzando.
— Me alegro.
Abre sus piernas y me deja ver sus dedos presionados contra su centro, moviéndose lentamente arrancando pequeños gemidos de ella. Mi erección volviendo inmediatamente.
— Cerecita, abre bien tus hermosas piernas para tu esposo. — Me acomodo entre ellas sintiendo el calor de su cuerpo. Me preocuparé por el resto después.
~ • ~
Próximo capítulo: El final.
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