Capítulo 22. Leila.
Lo intenté.
De verdad lo intenté pero no pude y jamás me sentí más humillada que hoy, después de beber esas botellas.
No solo llamé a casa de Ethan completamente ebria sino que le grité a su madre que no me dejaba verlo. Tampoco estoy segura de qué más dije.
Ana tenía razón, no he superado a Ethan en lo más mínimo. Incluso Luke tuvo razón al decir que ésta no era yo y que estaba muy decepcionado de mi. Luke. El chico que se contagia de clamidia como si fuera gripe.
Limpio el reguero de botellas de ayer y de esta tarde para no avergonzarme más frente a la pequeña señora Grey, luego tomo una ducha para limpiar el olor a alcohol de mi cuerpo.
Preparo un café muy cargado sin azúcar y crema para asegurarme que estoy muy despierta para el sermón que sigue. Carajo. El timbre en mi puerta suena.
— Un momento.
Me paso las manos por el cabello húmedo y las mejillas para despabilarme antes de abrir la puerta. Esperaba encontrar a Ana con su expresión alegre, pero solo hay compasión en sus ojos.
— Gracias por venir. — Me hago a un lado para que pase. — No tengo muchas personas a quienes recurrir.
— No te preocupes. — Camina por mi sala tratando de no mirar el desorden. — Dije que me gustaría ayudar y lo dije en serio.
Señalo el sofá de la sala y ambas tomamos asiento una frente a la otra, luego me mira como si esperara que vierta mi corazón y mi mente en la mesa.
— Soy un desastre, lo admito. Estar sobria duele y estar ebria es confuso y humillante. Así que, ¿Qué se supone que haga?
— Solo tres cosas: — Levanta tres dedos de su mano derecha. — Uno, no molestes a Ethan. Dos, no te acuestes con Jesse. Y tres, no te llenes de alcohol.
Parece sencillo.
— No estoy segura de lograrlo. Esta mañana cuando Luke sugirió que volviera aquí, creí que sería fácil hasta que encontré media botella de whisky. Luego encontré otra y en un par de horas ya estaba intoxicada.
Espero a que me mire de esa forma que me hace sentir incómoda, sintiendo pena por mi. Así que me sorprende cuando ella sonríe y palmea mi pierna.
— ¿Quieres hacer algo ahora?
— ¿Cómo qué?
— No lo sé, ver una película podría ayudar a qué te distraigas. ¿O prefieres salir a algún lado?
— Me gustaría más evitar la tentación, así que supongo que una película está bien.
Ana revisa su móvil mientras enciendo el televisor y señalo el apartado de películas para que elija una.
— Nada romántico, por favor. — Pido.
— Y nada que me asuste, ¿te parece una comedia?
— Claro.
Voy a la cocina y traigo dos vasos con agua, dejándolos en la mesita de la sala junto a su móvil.
— Espero que tengas ganas de pizza porque acabo de pedir una.
— Genial. — ¿Quién diría que la hija del ex senador Steele podría ser amigable? La pantalla de su móvil se ilumina con un mensaje. — Siento interrumpir tu tarde, seguro que prefieres estar con Christian.
— Él está bien. — Bebe un sorbo de su agua. — Está en el departamento con Luke.
Dios, ese chico es una maldita garrapata.
— Lo siento por eso, debí advertirte que salir con Christian es como un 2x1 donde obtienes una mascota.
Ana arruga la nariz en una mueca graciosa.
— Estoy tomándolo de la mejor forma posible, como si Christian fuera un padre soltero con un hijo odioso.
Eso me hace reír.
— Odioso ni siquiera comienza a describir a Luke, pero buena suerte con eso.
Levanto mi vaso de agua hacia ella como si brindáramos antes de volver nuestra entera atención a la película que comienza. En algún momento próximo el repartidor de la pizza trae una extra queso con peperoni y pimientos que me hace agua la boca.
— Dios, se ve deliciosa. — Tomo un trozo grande.
— ¿Te gusta mucho?
— ¡Si! Aunque a Ethan no le gustan los pimientos.
Mierda.
Sé que Ana está esforzándome para no mirarme con tristeza, incluso yo quiero abofetear mi cara por el doloroso deslice porque seguro luzco patética.
— ¿Más agua? — Ana toma mi vaso fingiendo que nada pasó.
— Si, gracias.
Miramos el resto de la película en completo silencio, riendo ocasionalmente y manteniendo mi mente ocupada en algo agradable.
Son más de las 8 cuando Ana mira el móvil en la mesita.
— Tengo que irme, ¿Estarás bien tu sola?
— Si. Podría mirar otra película o escoger una serie con muchas temporadas para mirar.
— Me parece bien, y llámame si necesitas algo.
— Gracias Ana.
En contra de todo pronóstico, ha resultado una tarde agradable y me levanto para abrazarla.
— Nada qué agradecer. — Me regresa el apretón. — Te veo pronto.
— Si.
La acompaño a la puerta y espero hasta que desaparece en el pasillo para volver a mi puesto en el confortable sofá. Tener encendido el móvil es demasiado tentador para mí por lo que decido apagarlo.
Seleccionó una serie con buenas referencias sobre un asesino sexy y perturbador antes de envolverme en la cobija y volver al sofá.
— Veamos qué tiene de espectacular este hombre.
Subo el volumen de la televisión para concentrarme cuando los golpes contra la puerta me sobresaltan.
— ¿Quién? — Pregunto pero no obtengo respuesta. — ¿Quién es?
Ante la insistencia, tomo mi arma de la mesa de la entrada y echo un vistazo por la mirilla, al chico de camiseta blanca y pecho musculado.
— ¡Me asustas, idiota! — Golpeo su brazo.
— ¿Esa era Ana? — Señala con el pulgar hacia el pasillo.
— Si.
— ¿Que hacía aquí?
— Somos amigas.
Jesse pasa por un lado, mirando la caja de pizza casi vacía en la mesita y acomodándose en el sofá.
— ¿Por qué estás aquí? — Cruzo los brazos sobre mi pecho.
— Te llamé pero no entra la llamada, vine a comprobar que estás bien.
— Si piensas que estaba embriagándome, llegas unas horas tarde.
— Puedo ir a traer más alcohol. — Sonríe.
No debería. Mierda, lo prometí. Debería hacer todas esas cosas que dijo Ana pero lo único que quiero hacer justo ahora es sentarme junto a Jesse y beber hasta que no recuerde nada.
Y lo logro después de algunas botellas de cerveza.
— ¿Qué dijo Ana? — Pregunta curioso con su voz un poco arrastrada por el alcohol.
— Que no molestara al alcohol, no cogiera con Ethan y no me llenara con Jesse... O algo así. — Hago un gesto con la mano pero estoy algo mareada para tomarle importancia.
— Todo eso suena muy extraño. — Se ríe. — Pero ya que estoy aquí, podríamos hacer algo más interesante.
Carajo.
Lo siento, Ana.
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