Capítulo 21. Christian.
— Lo digo en serio, Christian — Ana cruza los brazos sobre su pecho. — Hay momentos en la vida de una pareja que deberían ser privados.
— Lo sé, nena, pero es inofensivo. No tiene a nadie y a decir verdad siento un poco de lástima por él.
Su cabeza gira para mirarme con una expresión fría, así que dejo de sonreír y estaciono afuera del edificio.
— Ni sabrás que está ahí, lo prometo.
Su boca color rojo se tuerce en un gesto de fastidio al tiempo que tira de la manija, permanezco inmóvil esperando el veredicto.
— ¡Bien! Pero si escucho una sola palabra salir de su boca se larga. Tienes que empezar a poner límites en algún momento y éste sería ese.
Asiento levemente pero la cabeza de Luke se interpone, apareciendo entre nuestros asientos.
— Recuerdan que estoy aquí, ¿Verdad? Puedo escucharlos.
— Cierra la boca, Luke. — Gruño— Ya la oíste, otra palabra y te vas.
— Aún creo que es injusto que no me incluyan en este momento tan importante.
— Cállate. — Le decimos al mismo tiempo.
Bajo del auto para tomar la mano de mi esposa y alejarla de mi mejor amigo antes de que esto acabe en tragedia. Apenas pisamos el vestíbulo, entiendo por qué llaman a éste el edificio más seguro.
— ¿Señor y Señora Grey? — La mujer con el traje gris y la carpeta nos sonríe. — Bienvenidos a Escala.
— Mierda... — Luke suelta un silbido. — Nos estamos mudando a nuevos aires.
— Y ni siquiera ha visto el ático. — La mujer sonríe. — Soy Clarice Bergman, la agente de bienes raíces.
Ella estrecha nuestras manos y también la de Luke antes de pulsar el botón del ascensor. Ingresa un código de seguridad haciendo que la caja metálica se deslice hasta el último piso.
— Este lugar es lujo absoluto con pisos de mármol negro, encimeras del mismo tono, — La mujer señala mientras habla. — Habitaciones independientes para los empleados y un segundo piso que pueden utilizar para invitados.
— ¡Yo pido arriba! — Grita Luke y corre por las escaleras.
— ¡Tú no...! Agh, ¡Christian! — Ana me lanza otra mirada furiosa.
— Ignóralo, Cerecita. — Susurro. — Ahora dígame cuánto cuesta este piso.
— ¿Cómo? — La señora Bergman me mira confundida. — El precio fue establecido en el contrato que firmaron, yo solo vengo a mostrarles su nuevo departamento.
Ahora yo estoy confundido. Volteo para mirar a mi esposa para que comience a explicar qué mierda está pasando ahora.
— Les daré un momento. — La mujer del traje se aleja hasta la cocina.
— ¿Cerecita? ¿Algo que quieras decir? — La enfrento.
— Si. Sabías que quería el ático así que lo compré, dijiste que era el departamento más seguro y te creo, ahora es nuestro.
— Un maldito momento... ¿No deberías hablar de esto con tu esposo?
— No.
— ¿Por qué jodidos no?
— Porque sabía que no estabas de acuerdo en usar el dinero de mi papá, y yo de verdad quiero este departamento. Además, no quiero que vendas tu catamarán.
— Ana. — Gruño. — Esto no está bien, no puedes ir por ahí comprando cosas a mi espalda, ¡Eres mi esposa! ¡Yo cuido de ti!
— Lo sé, y lo haces. — Apoya sus manos en mi pecho. — Es solo dinero, Christian. Si no lo puedo compartir contigo no lo quiero.
Mierda, ahora me siento culpable. Mi sueldo como detective no es tan bueno, no habría forma de tener esto si lo intentara por mis propios medios.
— Bien, pero es lo último que haces. No necesitamos ninguna mierda elegante ni nada, todo lo consigo yo.
Finalmente ella sonríe.
— Como digas, amor. — Deja un pequeño beso en mis labios. — ¿Aún quieres saber cuánto pagamos por este lugar?
— No.
— Bien.
Mi móvil suena con una llamada entrante de Lay, así que me alejo de mi esposa para tomarla.
— ¿Qué pasa?
— ¿Jefe? ¿Puedo hablar con tu señora?
— ¿Leila, estás ebria?
— No. Si. Un poco.
— ¿En dónde estás? — La irritación se filtra en mi tono de voz. — Espero que no estés cerca de un maldito auto, Lay, no te quiero en las calles actuando así.
— Estoy en mi casa, Christian. Pero necesito hablar con alguien y ella dijo que...
Escucho su suspiro y decido dejar mi enojo para otro momento, preferiblemente que esté sobria y conciente de lo que digo.
— ¿Ana? Es Leila, quiere hablar contigo. — Extiendo el teléfono hacia mi esposa pero no dejo que se aleje.
— Hola, Leila.
— Lamento molestar pero, ¿Crees que podríamos vernos?
— Claro, ¿En dónde estás? ¿En el bar?
— No. — La escucho decir. — Luke me invitó el almuerzo y me envió a casa, pero encontré un par de botellas.
Ana me mira, seguramente pensando lo mismo que yo. ¿Luke estaba ahí? ¿Por qué no lo dijo?
— Está bien, no te preocupes. Estaré ahí más tarde.
— Bien, gracias. Y dile a Christian que lo siento.
Antes de que pueda decir algo, ella termina la llamada dejándonos aún sorprendidos.
— Supongo que si escuchó algo de lo que dijiste.
— Estoy muy feliz por eso. — Ana pasa sus brazos por mi cintura y apoya la barbilla en mi pecho. — Ella de verdad está mal, Christian.
¿Mal? He notado su tristeza, pero nada qué señalar porque leila cumple con sus actividades laborales. Tal vez solo el asunto de su consumo de alcohol. Mierda, debería hablar con Ethan también.
— ¡Es fantástico! — Chilla Luke desde arriba de las escaleras. — ¡Sé cuál será el cuarto de juegos!
— No. — Gruñe Ana.
— ¡Si! ¡Con una pantalla plana de 50" y un xbox! ¡Y un mini bar!
— ¡Que no!
— Suficiente. — Intento calmarlos a ambos para que volvamos al punto del nuevo departamento. — ¿Se supone que nos da una llave o algo así?
— No, señor Grey. Solo los documentos oficiales y las instrucciones para cambiar el código de acceso para el ascensor. Felicidades.
La señora Bergman estrecha nuestras manos y sube al ascensor para dejarnos solos.
— Supongo que ya podemos mudarnos, nena.
— Si. Hacen falta algunos muebles pero supuse que querías traer los de tu departamento.
— Hablaremos de eso, ¿Está bien? Y nada de comprar cosas sin decirme.
— Bien. — Pone los ojos en blanco.
Luego de unos minutos también decidimos que es hora de irnos y bajamos hasta el vestíbulo. Programo un nuevo código en el ascensor con una tarjeta electrónica antes de guiar a mi esposa al auto.
— Estamos listos. — Ella sube y rodeo el auto para hacer lo mismo. — ¿Dónde está Luke?
Miro por la ventanilla y lo encuentro recargado en la pared exterior del edificio con una sonriente chica.
— Yo digo que lo dejemos. — Ana se ríe. — ¡Luke! ¿Vas o te quedas?
Mi amigo gira para mirarnos con su jodida sonrisa.
— Un momento, esposa. Estoy ocupado aquí.
La sonrisa de la chica se borra.
— ¿Eres casado? ¡Cerdo!
Golpea su mejilla con tanta fuerza que su cabeza se inclina a un lado, luego ella se aleja furiosa y Ana sonríe.
— Tienes razón, amor. Estoy empezando a ver el lado divertido de Luke.
~ • ~
¡Hola!
Ya sé que quieren ver a Luke emparejado, ese momento llegará pero no en este libro.
Sin embargo, estoy dejando algunas pistas de cómo será Luke en el libro 3, cositas que podrían tomar como una introducción para lo que sigue.
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