De la A a la...
Vocaliza la A. Piensa en el be, ce, de, e, efe, ge, hache...
¡Basta!
Para. Se detiene antes de poder reaccionar. ¡Hache, qué letra pedorra! Otra vez, otro intento, e irá más lento esta vez.
A... be... ce... de... e... efe... ge... hache...
¡Basta!
Hache. ¡Hache de nuevo!
A be ce de e efe ge hache
Basta.
Abecedeeefegehache...
A ce be de ge efe hache...
Basta, basta, ¡basta! ¿Qué sigue después de la letra muda? No se sabe, no pasa de ella. ¡Ya no quiere jugar, Denki se rinde! Con lo mucho que le cuesta, de por si, olvidar. Con lo difícil que le es recitar el abecedario rápido, de memoria; disléxico le dicen.
—Kami, hombre, que mala lec...—habla Kirishima, siendo interrumpido por un mal ceño—. Ehm, ¡mejor lo hago yo! ¿Dale?
—Va, dale.
—A...—Y el resto, es mental. Y él lo reitera mentalmente, tratando de no repetir su error.
Espera que el pelirrojo vaya a la misma velocidad. Se espera a estar bien lejos de ella, del hola. Hora. Helado. Ha-...
—¡Basta!
—La ese... ¡Suena bien! Empezamos ¡ya!
Ese, excelente.
Vamos, nombres con ese. Celia, no. Selena, ¿Celena? Sofía. Cosas. Sofá, sillón, lol, ambas cuentan. Colores, celeste. Países, ¿hay? Tal vez. Lo pasa. Frutas, verduras... sandía. Animales, sapo. ¡Todos ponen sapo! Ser-v-iente, sí.
¿Cuántas le faltaran a Kiri? ¿Cuántas le faltan a él? Oh, ¿se ha saltado uno por error? Mira de soslayo: el pelirrojo está igual de nervioso, acelerado. Eijirou muerde su lengua afuera y rasca su mejilla, manchando su rostro de tinta, ¡ja! Revisa, con cautela, su propia (hoja) propio papel.
Apellidos con ese.
Sonrisa. No.
Sinta. No, esperen, cinta. ¿Tiene algún sentido?
—¡Basta para mí basta para todos!
Perfecto. Ya no quiere jugar más.
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Denki agradece tener un poco de batería en su celular, no como hace algunas horas atrás. Enchufa sus auriculares para poner algo, dejar de pensar en él... pero ha olvidado que sólo uno funciona y con ello, no puede meterse de lleno en la música.
En fin, sirve.
Pone lo que sea y está escuchando nada. Está harto, hasta la coronilla de su estúpida forma ser y hastiado de que siempre... ¡Y otra vez, ah, maldición! ¿Cuántas palabras con esa odiosa letra han de hab- existir?
A be ce de e efe ge...
Avanzado en el día, se siente como en un retroceso. Debe volver a su hogar caminando con el poco ímpetu que le queda, bajo el atardecer y la multitud. Ha sido abandonado en hora libre, por supuesto, ninguno de sus padres pudo ir a buscarlo antes.
Bien. Él no los necesita. Tiene dos piernas funcionales y está recargado de bebida energética que Mineta le cedió. Está bien, quiere pensar que así es, le han dicho que si uno se lo cree, funciona... ¡y nada qué ver! Sigue igual, por mucha fuerza que haga con la cabeza, por mucho que intente mentirse.
(O quizás es demasiado tonto como para conseguirlo).
Camina hasta su casa, cabizbajo. No lleva dinero para el bondi. La mochila le pesa, la consciencia también. No quiere saber nada de nadie, cansado emocional y mentalmente. Se siente estúpido, claro que lo es. Un idiota, imbécil, inepto...
De nuevo no, maldición.
Él no es el problema, si se lo pone a pensar mejor. Él solo ha llegado demasiado tarde por despistado, y está en una nube mental. Pero la hache tampoco tiene la culpa: solo vive su vida muda y en paz con quién sea que desee estar.
Francamente, siquiera estamos hablando de consonantes a este punto. ¿Qué quiere decir Denki con esto? No entiende ni su propia divagación, porque no tiene sentido, no tiene culpables, y la música no es lo suficiente alta como para no notarlo.
Genial, al parecer su cerebro va a entrar en una especie de corto circuito...
(Y evitemos las haches, que ya sabemos cómo lo ponen).
Igual, y si tuviera oportunidades con ese chico, esa persona en específico, Kaminari presiente que la jodería mucho. Es un chiquilín. Por algo no ha dicho nada cuando se enteró de la verdad, y por algo tiene una sopa de letras atorada en su garganta.
Jamás confesará lo que siente, resignado a las migajas. Justo cuando cree no poder superarse a sí mismo con sus idioteces, pasa esto. Pasa que, después de la hache, hay un gran repertorio de letras; pero él no puede huir de ella. No puede escapar de lo que siente.
Kaminari está mal y debería aceptarlo: está enamorado de la hache porque es una letra muy genial y carismática, tiene buenas palabras y es bastante necesaria.
Lo hace sentir hipócrita, con h de su mejor amigo (y flechazo secreto) tuvo la oportunidad de una cita con su crush y él solo anda lamentándose de su propia cobardía. Porque no pudo decir sus sentimientos a tiempo. Porque no sabe qué hacer con la opresión en su pecho.
Mejor amigo, solo se ha convertido en un pantallazo de lo que quiere llegar. Es como la hache y la ese, que solo camuflan sus verdaderos sentires.
No. Hanta Sero no es ni una hache ni una ese, el pelinegro es mucho más. Es infancia. Es complicidad y confianza que solo se consigue con los años, es las ininterrumpidas tardes de videojuegos, las noches de hamburguesa y las mañanas a las doce del mediodía. Y de nuevo... Y es él saliendo con alguien más.
Ñoño enamorado, niño decaído, así se percibe el rubio. Probablemente, sus demás amigos le reprocharán con un «te lo dijimos». Probablemente, Denki no quiere oírlos porque no será un genio, mas siempre lo supo.
Obvio que entiende que es un cobarde. Uno que solo quiere llegar a casa y llorar encerrado, quizás poner My Chemical Romance a todo volumen y huir de sí en su habitación. Está solo en esto, podría...
Podría correr.
Que el azabache no haya ido a buscarle en su moto (es el mayor de ambos por poco menos de dos año) le deprime aún más. Hoy Sero tuvo una cita a secas con su crush de la universidad, alguien del que ha estado hablando con cierta frecuencia y destello.
Resulta ser que uno no puede esperar sentado a que las cosas se den, resulta ser que Kaminari Denki y Hanta Sero no son una pareja porque las cosas no se dieron así. Y ahora, resulta que es obvio que el más alto está flechado por otro chico.
Suspira. Denki suspira aguantando sus sollozos en medio de la calle.
Todoroki Shōto, ese otro, debe ser mejor que él en muchos aspectos. Lo sabe a pesar de conocerlo de frases y fotos. Es apuesto, sí, como un príncipe serio e imperturbable. Es precioso e inteligente.
Una lágrima se asoma peligrosamente, una que escapa y es perseguida por varias otras. No puede contenerlas. Está llorando y, ahora sí, debe correr.
(Y ojalá poder escapar de sí mismo que su garganta hierve en un nudo y que su cuerpo no coopera en dejar de ser torpe).
Va tapando, refregando sus ojos porque no quiere que nadie se burle de él, siente que los desconocidos lo están viendo. Lo miran para reírse de su dolor, seguro. Pero no ve el camino y choca con un par de personas, hasta que logra detener el paso para tratar de relajarse.
«Wait a minute» comienza a reproducirse en su único audífono, entonces, y es gracioso como puede escucharla claro, y parece padecer... ¿xilófono? ¿Xilema? ¿Xenofobia? ¡Ah, qué difíciles son las equis!
¿Xenoglosia? Sí, xenoglosia o lo que fuere; que entiende fragmentos de la letra en inglés. Que le llega el significado, porque necesita un segundo para respirar y pensar en claro.
Y pierde su conciencia en la recta final, cuando está por llegar a su casa. Denki queda congelado cuando una cabellera azabache irrumpe en su visión.
Sero está sentado en el cordón de la vereda, observando la nada y con la cabeza apoyada en su mano. Se ve bien, vestido de negro y con toques amarillentos en su ropa. Se lo nota con el ceño desganado, sin embargo.
Kaminari trata de recomponerse antes de siquiera poder acercarse. Por mucho que desee evitarlo en ese momento, no puede. Es su mejor amigo y aparenta necesitarlo mucho, él también lo necesita. Kaminari quiere abrazarlo, a pesar de no saber qué le pasa.
Refriega sus ojos una vez más (ya culparía a sus alergias de primavera) y se acerca a paso titubeante. Percibe olor a humo y asume que Hanta estuvo fumando antes de que él llegara, una mala señal.
—¿Puedo? —Pide lo más sereno que logra.
Le dedican una mirada—Hum —Es una afirmación.
Y Kaminari casi que se tira contra la vereda para sentarse—Ehm, ¿qué tal te fue? —pregunta sin pensar—. Quiero decir, c-con Todoroki…
Una mueca transformada en una sonrisa amarga se dibuja en los labios del azabache—Me fue... bien —confiesa con sinceridad—. Demasiado perfecto para ser verdad, supongo.
—Pero eso parece geni-…
—Excepto porque no me siento bien, ¿sabes? —Corta sin sonar borde, inquietando peor al menor—. Y creo desaproveché una gran oportunidad con Shōto.
Shōto.
—… No te entiendo —Denki miente. Quiere creer que no es lo que está pensando. Quiere pretender que la mención del nombre no lo descolocó—. ¿Qué pasó?
—No me entiendas —bromea finalmente, despeinándole—. ¿Qué tal te fue a ti en la escuela, eh? —Cambia brusco de tema.
—Meh —Rueda sus enrojecidos ojos, aceptando por error—. Aburrido, yo qué sé… Nada nuevo.
—¿Y por qué estabas llorando, entonces?
—Yo no…—Hanta le da una mirada de obviedad—. No es importante.
—No me lo quieres decir, ¿verdad?
Denki se plasma, baja su cabeza para dejar de contemplarle a los ojos. No, no puede. ¿Cambiaría algo si lo hiciese, si dijera que le gusta más allá de la amistad, que lo ama? ¿Sero lo aceptaría, correspondería y serían novios? ¿Sero le dirá que no y se alejará de él…?
Acaba asintiendo con vergüenza, el tema central de la conversación no era ese de todos modos.
—Está bien, hey… Supongo que no es el momento para hacerlo —murmura confundido por la reacción—. Haz estado actuando raro, Denks. ¿Seguro que…
—No, no digas digas nada —cubre sus propios ojos, cansado.
—¿Eh-…? Pero-…
—Por favor, cállate.
El azabache acaba desistiendo, muy extrañado. Se toman unos segundos de puro silencio, sin atisbarse siquiera, para pensar mejor sus sentires. O, en el caso del menor, para divagar en nada, porque no quiere saber nada.
No quiere saber qué fue de esa cita, no quiere saber de sus sentimientos y no quiere estar ahí. No quiere una relación. Quiere ser egoísta. Y cuando un sollozo sale de su boca, Denki entiende que no importa lo que haga, nadie podrá hacerlo sentir mejor. Que de verdad está temblando, que quiere huir…
Lo está por hacer hasta que el inconfundible calor de un abrazo por los hombros se cierne sobre él y debe levantar su visión para entender que Sero está tratando de consolarlo.
—Bueno, no sé porqué estás así… Pero dicen que un abrazo funciona —susurra, en el enrojecido rostro. Los amarillentos ojos contrarios brillan—. Denki, no quiero… No puedo ver que seas como yo, ¿okey? No-
Se corta, notando que también está temblando, que es hipócrita. Limpia las lágrimas del otro, ignora las suyas. Y prosigue—Será mejor que me vaya, lo siento. En serio, lo siento. Te daré tu espacio…
Sero acaricia su mejilla como último gesto antes de escabullirse. Sero es el que escapa, intranquilo como nunca antes. Es perspicaz, entiende que Denki no le dirá qué por más que insista, y una parte de él no quiere saberlo. Da por terminada una conversación de la que el rubio no puede salir…
Zanja el tema sin siquiera haber empezado con este. Y es el peor acto de cobardía entre los dos.
- lectura acabada, gracias por leer 💕
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