XXXIII - El Juicio
3 semanas después.
Reyna terminaba de arreglar a Yancelis, le había hecho un peinado muy bonito, le colocó un pantalón fucsia con dos lazos en los tobillos, una camisa blanca manga tres cuartas con lunares negros y la cara de Minnie dibujada en el centro, y unas sandalias marrones. Ella por su parte, tenía un pantalón rojo, una camisa blanca sin mangas y una chaqueta negra formal, además del cabello recogido en una coleta alta que caía trenzada a lo largo de su espalda
Había guardado todo lo que creía necesario en una pañalera para Yancelis y a su vez, había alistado su cartera con algunos papeles, incluidos los de la adopción de Yancelis, la de sus vacunas, las recomendaciones de la psicóloga, entre otros que podría llegar a necesitar ese día tan importante y decisivo.
Mientras arreglaba todo, era inevitable que recordara el momento en el que habló con los abogados de Rubén, ese instante en el que se dio cuenta de que no tenía más escapatoria que apoyar lo que le propusieron.
Reyna recibía clases de matemáticas junto con sus compañeros, cuando entró el director solicitando que lo acompañara, pues Rubén la estaba esperando. Se levantó de su asiento y fue al estacionamiento.
Vicente le abrió la puerta luego de saludarla con una sonrisa de disculpa, y tal como le informó el director, Rubén estaba ahí, intentó saludarla con un beso, pero ella se alejó. El viaje lo hicieron en silencio, pensativos.
Al llegar a las oficinas de Rubén, la cosa no fue mejor, la molestia de Reyna era palpable en su rostro. Rubén se encargó de presentarle a los abogados, eran tres: Alejandro Bertucci, Lorenzo Villanueva y Bernardo Bennet, pero fue el primero quien se encargó de explicar e ir directo al grano.
—Reyna, fácilmente no hay manera de explicar que Jhonny haya participado en el secuestro. Debes mentir diciendo que todo fue un plan de parte de ustedes. Dirás que tú tenías sospechas de que tu tío estaba detrás de todo esto y que aprovechaste el hecho de que ambos se conocían para que se pusieran en contacto; que era tal el vínculo de confianza, que Argenis le confesó todo y que él decidió formar parte del plan para poder ayudarte a encontrar a tu hermana; que gracias a él llegaste a esa cabaña, pero que él siempre se encargó de velar por ustedes.
—Entonces solo debo decir que todo eso fue planeado, que realmente nunca estuve secuestrada y que Jhonny me ayudó, dejándolo como el héroe que facilitó el que nos encontraran y además, que atraparan a los responsables —Resumió Reyna con palabras más sencillas.
—¡Exacto! A cambio, Rubén podrá hacer esa inversión y recibir las ganancias de las cuales tú tendrás un 10% depositado en tu cuenta cada mes. Además, como ya sabes, eso garantiza que Rubén pueda continuar siendo el padre adoptivo de Yancelis, y por ende, que ella siga bajo tu cuidado —Bertucci, quien de los tres era el que más de acuerdo estaba con lo que Rubén hacía, era el único que hablaba, ya que los otros dos realmente sentían lástima por Reyna.
—Quiero algo más —dijo sorprendiendo a los presentes.
—¿Qué cosa? —Quiso saber Bennet, quien tenía entendido que Reyna estaba siendo chantajeada por Rubén, pero al verla exigiendo algo, ya no estaba tan seguro.
—Quiero que Rubén se comprometa por escrito, a asistir a todas las terapias psicológicas de Yancelis a las que sea llamado, sin importar cualquier otro compromiso que pueda tener.
—¡Eso no es parte del trato! —Saltó Rubén enseguida a oponerse.
—Podemos negociar ese punto Reyna —Intervino nuevamente Bertucci—. Como comprenderás, tu padre es un hombre de negocios, se la vive muy ocupado y habrá compromisos que no podrá dejar de lado por estar cuarenta o cuarenta y cinco minutos en una terapia.
—Lo de las terapias no es algo que se le avisará de hoy para mañana, él será puesto al tanto que debe asistir con una semana de anticipación, tiempo suficiente para marcar sus prioridades y resolver los asuntos que tenga pendientes —Reyna miró a Rubén desafiante.
—¡No puedes disponer de mi tiempo de esa manera! —Rubén comenzó a subir el tono.
—¡Puedo y lo haré! De lo contrario, no hay trato. Nos veremos en el juicio contra Jhonny y los demás, en el que me aseguraré de hundirlos a todos, y tú puedes ir saboreando el dulce sabor de la quiebra —El rostro gélido de Reyna, era algo de miedo.
—¡Cálmense por favor! No hace falta perder los estribos. Está bien Reyna, Rubén se comprometerá por escrito, para mañana yo redactaré el documento y el día del juicio, Rubén lo firmará antes de que todo inicie —Bertucci calmó las cosas, sabía que no les quedaba de otra que ceder a la petición de Reyna.
—¡Perfecto! Entonces supongo que no nos veremos más hasta el día del juicio. —Reyna se levantó dispuesta a irse—. Casi puedo decir que fue un gusto conocerlos —Y luego de mirarlos a todos de una manera despectiva, se fue. Había entrado en la boca del lobo, pero ya no le quedaba de otra.
¿Y qué decir de cuando le contó a Ibrahim lo que había pasado? Lo había hecho con la intención de desahogarse, pero él la tildó de loca y de más, dijo que lo había decepcionado sin siquiera dejarla terminar de explicar, no pudo aclarar la parte que involucraba a Yancelis, él se quedó pensando que ella mentiría en el juicio por el dinero que Rubén le depositaría.
No había nada qué hacer, ya ella estaba lista y justo recibió un mensaje de Vicente informándole que ya estaba en la entrada del liceo esperándolas. Cargó a Yancelis, le dio un beso en la frente y se encaminó hacia la entrada.
Ya montado en el asiento del copiloto, estaba Ibrahim vestido con un traje gris, de brazos cruzados, demostrando de esa forma que no estaba para nada contento con lo que Reyna haría, pero por lo menos, ella agradecía que estuviese presente, eso la hacía sentirse un poco tranquila.
No tardaron en ponerse en marcha y en menos de treinta minutos, ya habían llegado al tribunal, el mismo sitio al que habían estado asistiendo esta última semana, lugar en el que Bertucci había estado defendiendo a Jhonny, y Bennet a Reyna.
Hoy sería el día en el que diría la mentira, dándole un giro a las cosas. Ya habían llegado a un acuerdo con Jhonny, solo quedaba llevar todo a cabo.
—Todos de pie, la honorable jueza preside —informó uno de los guardias que estaba junto al podio donde declaraban los testigos. Todos se levantaron mientras entró una señora de unos cincuenta años, de pelo castaño rojizo, ojos verdes y pecas salpicadas por toda su cara; esta se sentó con elegancia, y dijo:
—Demos inicio a esta sesión. Continuamos con el juicio de Jhonny Ortega, acusado de secuestro por la señorita Reyna Castillo, una de sus víctimas.
—El jurado llama al señor Jhonny Ortega a declarar —comunicó el mismo guardia que habló anteriormente. Jhonny fue llevado al estrado por dos policías—. Levante su mano derecha y coloque la izquierda sobre el libro —Jhonny acató sin objeción la orden—. ¿Jura decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad?
—Lo juro.
—Tome asiento —El guardia se retiró.
—Muy bien señor Jhonny, su abogado ha expuesto aquí, que usted en ningún momento quiso hacer daño a la demandante o a su hermana menor, ¿qué tiene que decir al respecto? —preguntó la jueza, que había decidido que hoy solo hablarían la demandante, el demandado y ella.
—Es cierto, mi intención nunca fue dañarlas, todo lo contrario, pregúntele a Reyna si no hice más que preocuparme —Jhonny miraba a Reyna de una manera desafiante, retándola a llevarle la contraria.
—Dígame de dónde conoce a los involucrados.
—A Gabriel lo conocí por ser estudiante del internado donde yo ejercía como prefecto; Argenis era el camello que le vendía a mi padre, él siempre había velado que a mí nada me faltara, sabía que mi padre se lo gastaba todo en droga y decía que a mí me veía como a un hijo, por lo que yo debía tener las mejores cosas —Jhonny por un momento, se sumió en sus recuerdos.
—¿Tuvo algún problema con la demandante o con su padre?
—¡No! Si le ocasioné problemas a ella en varias ocasiones, pero nunca tuve uno directamente con ella, y menos con su padre.
—¿Con quién?
—Con su novio. Él sentía celos de que yo estuviera con ella y de que, en varias ocasiones, recurriera a mí para desahogarse —Esta vez, Jhonny miró a Ibrahim, este tenía la mandíbula tensa y solo se dedicó a arrullar a Yancelis, la cual estaba presente por solicitud de la jueza, pues los días anteriores, se había quedado con Eustaquia.
—¿Él también estaba el día del secuestro?
—Si, íbamos a entregar una invitación y fue cuando todo ocurrió.
—Regrese a su lugar —La jueza, había anotado algunas cosas y de ahí sacaría nuevas preguntas—; llamo al señor Ibrahim Arango a declarar. —Rubén y Reyna se sorprendieron, no estaba en sus planes que él fuese llamado a declarar, solo esperaban que no metiera la pata. Ibrahim se levantó sin demostrar un ápice de nervios, le entregó la niña a Eustaquia y una vez realizado el juramento, se sentó y acomodó la corbata—. Muy bien joven, ha escuchado lo que el señor Jhonny ha dicho. Dígame, ¿usted estaba cuando ocurrió lo del secuestro?
—Si, yo estuve ahí.
—Podría relatarnos su versión de los hechos.
—Íbamos a entregar una invitación para el cumpleaños de Yancelis, la hermana de Reyna, cuando el carro se quedó sin gasolina; llamamos a una grúa y apareció como a los quince minutos. El señor nos pidió bajarnos del carro y cuando Reyna, Yancelis y yo habíamos subido a la grúa, escuchamos un grito y un golpe, fui el primero en bajar e inmediatamente, me apuntaron con una pistola, eran dos tipos.
«Nos separaron, a mí me golpearon. Uno de ellos tenía a Yancelis, se la había arrebatado a Reyna; tuve una ligera oportunidad y lo golpeé para tomar a la bebé, pero no pude ayudar a Reyna, estaba siendo amenazada por alguien más, tuve que correr con Yancelis solamente, pero nos alcanzaron, me la quitaron y me golpearon hasta dejarme inconsciente, supongo que pensaron que estaba muerto.
—Después de eso, ¿qué pasó con usted?
—Un señor me encontró y me llevó a su casa, estuve casi tres semanas inconsciente; al despertar, no me acordaba de nada. Fue hasta que me llevaron con un doctor conocido, en una clínica privada, que me encontré a Rocket y él me puso al tanto de todo, ya Reyna y Yancelis, estaban siendo atendidas.
—¿Cuándo recordó algo del secuestro?
—Pocos días después que aparecí. Tuve que iniciar las citas con una psicóloga para lo de mis lagunas mentales, ya que no recordaba muchas cosas anteriores al secuestro —Ibrahim se sentía débil al tener que decir todo eso en público, no había comentado nada al respecto.
—¿A qué se debían sus celos con respecto a la relación del señor Jhonny con Reyna? —Ibrahim se acomodó en su asiento, esta vez, tenso.
—Nunca me cayó bien, siempre se creía con algún derecho a mandar en las decisiones de ella y a meterse en nuestra relación; además, en una ocasión me confesó que lograría que Reyna se volviera su novia.
—¡Mentira! —Saltó Jhonny a defenderse, negando esa acusación.
—¡Es la verdad! Me lo restregó en la cara cuando Reyna y yo terminamos hace un tiempo —Ibrahim tuvo que hacerse de todo su autocontrol para no levantarse y partirle la cara por mentiroso y aprovechado.
—¡Basta! No transformarán esta sala en una gallera. Señor Jhonny, no hable a menos que se le solicite, deje al joven rendir su testimonio sin interferencias. —La jueza lo miró seriamente, Jhonny asintió y volvió a sentarse, pues de la molestia, se había levantado y tenía a los policías agarrándolo—. Fuera de los celos o las razones por las que terminaron, ¿tiene alguna otra razón para querer hacerle daño a esta familia?
—La tenía, pero fue algo que ya ha quedado olvidado. Cuando yo vine a Venezuela, lo hice con la intención de vengarme de Rubén Castillo, el padre de Reyna, y para eso la utilicé a ella... pero me enamoré.
—¿Y eso fue suficiente para que desistiera de su venganza? —La jueza quería indagar más en eso.
—¡Claro que si! Me di cuenta de que Reyna no se merecía lo que yo le estaba haciendo, ella nada tuvo que ver con lo que pasó.
—¿Y qué fue eso que pasó?
—Rubén había estafado a mi padre y cuando él intentó enfrentarlo, Rubén lo había atropellado —Ibrahim sentía nuevamente esa rabia que lo movió en un inicio, pero fue capaz de contenerse—; mi papá se deprimió mucho, cambió y todo lo que había construido, lo perdió. Producto de eso, perdió todo lo que tenía y... se tiró al abandono.
—Supongo que debió ser muy duro para llevarlo al punto de necesitar vengarse —La jueza utilizó un tono acusador que no le gustó ni a Ibrahim ni a Reyna, quien escuchaba todo con gran tensión.
—Si, en su momento si —Ibrahim no estaba dispuesto a negarlo, ya suficiente hizo con ocultar la muerte de su padre.
—¡Muy bien joven! Regrese a su asiento. El jurado llama a Reyna Castillo. —Esta vez, fue Reyna quien se levantó y ocupó el lugar en el que anteriormente estaba Ibrahim, hizo el juramento y enseguida empezaron las preguntas—. Dígame señorita Reyna, ¿cómo fue que terminó encontrándose con los secuestradores?
—Uno de ellos se puso en contacto conmigo, me dijo que me entregaría a mi hermana a cambio de una gran suma de dinero, acordamos cómo debía ser el encuentro. Alguien de mi confianza debía ir a buscarla mientras yo me encontraba con uno de ellos y le daba el dinero —habló con total naturalidad.
—¿A quién mandó a buscar a su hermana?
—Al principio, le había dicho a Jhonny, pero luego habíamos llegado a otro acuerdo.
—¿De qué acuerdo habla?
—Me enteré que uno de los secuestradores era mi tío, se lo comenté a Jhonny y él me dijo que lo conocía, que todo eso era una trampa y que él podía ayudarme a encontrar a mi hermana, sin la necesidad de caer en su engaño —Reyna aferró su mano al podio, intentando mantenerse tranquila.
—¿Y qué hicieron al final?
—Pues él se puso en contacto con mi tío, quien no dudó en aceptar que formara parte de todo aprovechando su cercanía a mí. Habíamos quedado en que yo iría a encontrarme con mi tío y darle el dinero, pero que una vez que ellos me secuestraran a mí para pedir un rescate mayor, los tres escaparíamos y avisaríamos a la policía —La impotencia que invadía el cuerpo de Reyna, era inexplicable.
—¿Y por qué en su declaración, no comentó eso?
—En mi declaración no dije que Jhonny participó en el secuestro, el detective que llevaba el caso lo dio por hecho. Cuando nos rescataron, Jhonny todavía no había revelado sus verdaderas intenciones y no tuvo un chance de hacerlo cuando estábamos acorralados ya que mi tío nos tenía amenazadas a mi hermana y a mí con una pistola. Si escucha las declaraciones, gracias a Jhonny atraparon a uno de los secuestradores y se entregó a sí mismo, no atreviéndose a salir de su papel por miedo a la reacción de mi tío.
—Entiendo, pero ese punto no fue aclarado luego.
—Yo estuve mucho tiempo en el hospital, tenía muchas heridas de las cuales recuperarme y también estaba el estado de mi hermana, no tenía cabeza para estar pensando en una declaración o algo parecido —Reyna estaba sorprendida de sí misma, no se había preparado del todo para las preguntas, pero sus respuestas estaban siendo bastante coherentes y naturales.
—Entonces, ¿por qué está aquí, acusándolo de ser parte del secuestro?
—El detective me había dicho que necesitábamos pasar por este proceso del juicio para que él pudiera obtener nuevamente su libertad, sin ningún tipo de impedimento.
—¿Cuál es su relación con el señor Jhonny?
—Al principio éramos solo prefecto y alumna pero... digamos que me metía en muchos problemas en el liceo y él me ayudó a librarme de uno que otro. Poco a poco, nos fuimos tratando y se puede decir que surgió una amistad.
—¿En algún momento tuvo un interés de tipo romántico en él? ¿O sintió que él lo tuvo hacia usted?
—No, para nada. Sólo me aconsejaba en distintos aspectos de mi vida, pero no se involucraba más allá, era capaz de entender que lo nuestro principalmente era una relación de prefecto/alumna.
—¿Sabía usted de esa venganza de la que el joven Ibrahim habló?
—Me enteré por una amiga. Esa fue la razón de que termináramos; tiempo después lo hablamos, resolvimos el problema y decidimos darnos una nueva oportunidad.
—¿Y cómo es su relación con su padre?
—No somos muy cercanos.
—¿Y la relación de él con su hermana?
Reyna tragó con dificultad, debía mentir, debía hacerlo ya que tomarían en cuenta eso.
—Bien, es buena aunque su adoración somos Ibrahim, José que es un compañero de nosotros y yo —Reyna sonrió viendo a Yancelis.
—¿Dónde duerme su hermana? —La jueza tomaba y tomaba notas como si no tuviese otra cosa qué hacer.
—Conmigo y con mis compañeras de habitación. Los días libres, vamos a nuestra casa y nos quedamos ahí —Reyna se sentía extraña a hablar de la casa de Rubén como suya también.
—Vuelva a su asiento —pidió la jueza negando con la cabeza, Reyna lo hizo y luego de un silencio incómodo y sepulcral de un par de minutos, la jueza habló—. De acuerdo con lo expuesto en esta corte y con las declaraciones tomadas en la semana que transcurrió, esta corte ha tomado una decisión.
«Debido a que la versión de Reyna, coincide con lo expuesto por el señor Jhonny en la estación de policía y aquí en esta corte, y tomando en cuenta que el acusado contribuyó con la captura de los verdaderos secuestradores y arriesgó su vida, se le ha encontrado inocente de los cargos que se le imputan y queda libre de toda culpa. Además, debe recibir la suma de 1.500 dólares como indemnización por daños y prejuicios hacia su persona.
Jhonny estaba que no cabía en sí de la felicidad, al igual que Rubén quien también estaba feliz de que todo haya salido como él lo esperó, pero se vieron interrumpidos nuevamente por la jueza, quien prosiguió:
—Además, debido a la reciente situación a la que fue expuesta la niña y a las condiciones en las que se encuentra actualmente, se ha decidido quitarle la custodia al señor Rubén Castillo y entregarla a una casa-hogar donde puedan cuidarla y asignarla a una familia sustituta —Reyna quedó de piedra.
—¡¿Qué?! ¡Usted no puede estar hablando en serio! ¿Cómo que le quita la custodia a Rubén? ¡Eso no puede ser! —Reyna estaba sintiendo como perdía la poca calma que le quedaba.
—Disculpe su señoría, pero no entendemos a qué se refiere con eso de: "las condiciones en las que se encuentra actualmente". La niña está en muy buenas condiciones, está en terapia psicológica, tiene techo, comida, educación y amor —intervino Bennet en defensa de Reyna, pues no permitiría que después de que ella había cumplido con su parte del trato, saliera perdiendo.
—Usted abogado, escuchó lo que dijo la joven Reyna, la niña duerme con ella y con sus amigas, esas no son condiciones para una niña. Usted como abogado, sabe que no es legal ni correcto que una niña de doce años, cuide a otra niña de un año, y menos sin ayuda de un adulto. Por lo que tengo entendido, el señor Rubén se la pasa viajando debido a sus negocios y no cuenta con el tiempo suficiente para visitar a su hija, ni brindarle ese amor del que usted habla —La jueza estaba seria.
—Su señoría... yo puedo hacerme cargo de ella. Rubén si la quiere, vela por ella y su bienestar; pero como comprenderá, puede hacerlo mejor en la parte económica, pero no significa que no le dé cariño solo que no con la frecuencia que quisiera. Para eso estoy yo, le brindo ese amor y calor de madre, por favor, no la separe de mí —A Reyna se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Vamos a hacer una prueba, de la que depende si ella se queda con ustedes o no. Supongo que ya camina —Reyna asintió—, ¡bien! Entonces quédense usted señorita y el señor Rubén en los extremos de la sala. García (El policía que se encargaba de que los testigos hicieran el juramento), traiga a la niña.
—Su señoría, permiso, deje que yo la acerque, debido a lo que pasó, ella no se siente cómoda si la carga alguien que no conoce —pidió Ibrahim con preocupación.
—¡Está bien! Tráigala conmigo. —Ibrahim la cargó y se dirigió con la jueza, quien le habó un momento a Yancelis, con una sonrisa y voz infantil—. Princesa mira, ¿tú conoces a esa muchacha que está allí? —Yancelis miró a Reyna y sonrió—, ¿y a ese señor? —Yancelis vio a Rubén y se quedó viéndolo, no hizo más nada—. Ahora bájela y sepárese de ella. —Ibrahim obedeció y la jueza se puso de cuclillas junto a Yancelis—. Quiero que ambos, empiecen a llamarla, le hablen y con quien ella se vaya, me demostrará a cual de los dos le tiene más confianza y a quien conoce más, teniendo en cuenta que está en una situación de estrés.
Ambos asintieron y empezaron con lo que les indicó la jueza, Yancelis por un momento se quedó quieta viéndolos a los dos, pero como era de esperarse, su reacción fue dirigirse con Reyna apurada y con pasos torpes, que casi la hacen tropezar. Reyna la cargó y la abrazó, mientras Yancelis le correspondía con fervor.
—Está más que claro con la reacción de ella y la suya, que no le tiene un aprecio grande a su papá sino hacia usted, y esa es una carga que no llevará —La jueza iba a volver a su anterior puesto, pero Reyna la detuvo.
—¡Espere por favor! Primero déjeme hablar con usted. Si, es cierto, Rubén está ausente en la vida de Yancelis, pero yo no y no es justo. Mire, aquí yo tengo todos sus papeles, su certificado de adopción, su tarjeta de vacuna, su informe psicológico y pediátrico, todo está bien con ella y estamos trabajando para que supere lo que vivió; si la manda de nuevo a una casa-hogar, todo será en vano —Reyna le mostraba cada papel y hablaba rápidamente, intentando convencerla.
—Usted no puede hacerse cargo de cuidarla, usted es una niña que no puede tomar esa responsabilidad. Y usted señor Rubén, será demandado por incumplimiento en su paternidad —La jueza estaba ordenando sus papeles.
—Él va a cumplir con todas sus responsabilidades, todo esto lo hizo reflexionar y ahora ha decidido ocuparse de todo aquello que antes no, por favor. Si quiere, puede ponerlo a prueba, darle un chance de que se lo demuestre, ¿no es así Rubén? —Reyna lo miró esperando que la apoyara, pero él solo desvió la mirada y fue Bertucci el que intervino.
—Si su señoría, póngalo a prueba y se dará cuenta de que es un padre excelente y que cumple con todas sus responsabilidades.
—He averiguado que la adopción no siguió el procedimiento, por lo que podrán reanudarla de la manera correcta; luego de que yo determine que son los apropiados para quedarse con la niña, seguiremos el proceso psicológico para que ella supere lo vivido. En caso de que no sea así, la niña se irá con otra familia que si pueda ofrecerle las condiciones necesarias. —La jueza miró a Rubén y al ver que él no estaba dispuesto a hablar ni a soltar una palabra, le preguntó—: ¿Y usted señor Rubén, está dispuesto a pasar por eso? —Él volteó a ver a Reyna nervioso, quien lo miraba con firmeza dándole a entender que si se negaba, se arrepentiría el resto de su vida. Y luego miró a Bertucci con ganas de quererle partir la cara por comprometerlo a eso.
—¡Claro que si su señoría! Cualquiera que sea su decisión será aceptada. Déjeme demostrarle mi compromiso con Yancelis —Esas palabras le costaron su orgullo, fueron una sentencia de muerte.
—¡Perfecto! Entonces nos veremos próximamente. Para mañana, llevarán a la niña a la casa-hogar e iniciaremos el proceso ¡Que pase el siguiente caso! —La jueza puso fin a todo eso y el policía le indicó a todos que salieran.
Una vez fuera del tribunal, Reyna se acercó a Rubén y le dijo:
—¡Más te vale seguir con esto hasta el final y luchar por seguir manteniendo la custodia de Yancelis!
—¡Ya sé! No tienes que decírmelo de nuevo, la jueza ha sido muy clara —Rubén obviamente, estaba de mal humor, no todo salió como él planeó.
—Entonces mañana, para que la directora de la casa-hogar dé una buena referencia tuya, me acompañarás a dejar a Yancelis y le expresarás tu enorme preocupación porque ella vuelva contigo. Nos vemos a las 9:30 am., y más te vale no mandar a Vicente —Reyna fue clara en lo que quería. Fue hacia donde estaba Eustaquia, que tenía cargada a Yancelis y la abrazó.
—Mi niña, vámonos de aquí, ambas necesitan descansar, mañana será un día aún más largo —Eustaquia la consoló y le entregó a Yancelis, Reyna la cargó y asintió. Ambas se encaminaron hacia el carro de Rocket, quien hablaba con Ibrahim, pero se calló abruptamente al verlas acercarse.
—Nos vamos, ya no tenemos nada que hacer aquí —Reyna miró fugazmente a Rocket, sin atreverse a verlo directamente a los ojos.
—Los llevo de vuelta a la escuela —Rocket no estaba tan tenso como en un inicio, ya que cuando se vieron ese día y ella le comentó lo que haría, se alteró.
—¿Estás loca? ¿Cómo se te ocurre mentir así? —Rocket elevaba cada vez más el tono de voz.
—Digas lo que digas, lo haré —Reyna se encogió de hombros, queriendo restarle importancia.
—¿Y por qué no dices también que Argenis solo quería pedirte perdón? ¿O que Gabriel pretendía que vivieran una historia de amor?
—No voy a cambiar de parecer —Reyna se levantó de su asiento y se desaparecieron. Había necesitado de mucho valor para decirle eso a Rocket, y aunque se esperó esa reacción, nunca pensó que esas palabras le dolerían tanto.
El viaje de regreso a la escuela, se realizó en un silencio sepulcral y ensordecedor, que fue interrumpido con una despidida incómoda.
Ibrahim y Reyna, subieron al cuarto de ella y enseguida empezó el interrogatorio de sus amigos, quienes al ver sus caras, se callaron.
—Será mejor irnos a nuestra habitación muchachos, mañana venimos —propuso José viendo que Ibrahim estaba tenso y Reyna no despegaba para nada, sus ojos de Yancelis, quien jugaba distraída en la cama.
—Nos vemos mañana chicas. —Ibrahim se despidió de las muchachas—. Vengo temprano a buscarlas —Le dijo a Reyna en el oído y le dio un beso, ella solo asintió y correspondió sin muchas ganas.
Los chicos se fueron preocupados por Reyna, cosa que empeoró una vez que Ibrahim los puso al tanto de lo que había ocurrido en el juicio
—Entonces eso lo explica todo. ¡No es justo! ¿Por qué tendrían que llevarse a Yancelis? —Diego se sentía frustrado al enterarse de la verdad.
—Que porque Rubén no ha cumplido con sus responsabilidades y que Reyna no puede hacerse cargo de ella por ser una niña —Ibrahim estaba sentado en el marco de la ventana, fumando un cigarrillo, justo hoy, lo necesitaba más que nunca.
—¿Y les parece mejor regresarla a esa casa-hogar? Si se espera a que Rubén se haga cargo, entonces Yancelis pasará toda su vida ahí —Para Cristian era absurdo.
—¿Y tú por qué estás tan tranquilo? —Diego no entendía la calma que veía en Ibrahim.
—Dirás que estoy loco pero... yo creo que eso sería lo mejor —Ibrahim se sentía mal al pronunciar esas palabras, pero necesitaba soltarlas.
—¿A qué te refieres?
—A que quizá separar a Reyna de Yancelis, sea lo mejor para ambas.
—¿Te has vuelto loco? —Cristian no podía creer lo que escuchaba.
—Analízalo cuidadosamente Cristian. Reyna no tiene la madurez para afrontar la responsabilidad de hacerse cargo de una bebé, y menos después de lo que ambas han pasado. Si Yancelis regresa a la casa-hogar, podrá ser adoptada por una familia en la que todos los miembros le demuestren amor, cariño y se hagan cargo de ella, y Reyna podrá tener una vida de adolescente normal, sin tener que asumir un papel para el que no está preparada —explicó mientras expulsaba el humo. Hubo un silencio incómodo, el cual pareció eterno.
—Viéndolo así... Ibrahim tiene razón. Quizás sea lo mejor para ambas —Fue José el primero en hablar.
—¿Ustedes se están escuchando? ¿Realmente creen que Reyna podrá estar bien sin Yancelis? José, Diego, ustedes vieron cómo vivió ese tiempo en el que Yancelis estuvo desaparecida, vieron cuánto sufrió y lo mal que la pasó.
—Pero fueron otras circunstancias. Ahí no sabíamos dónde o con quién estaba Yancelis, ni siquiera si estaba a salvo; en la casa-hogar sabremos que estará bien, que será adoptada por una familia buena, y que al continuar con su terapia logrará superar este mal momento, incluso quizás, olvidarlo —José no pudo evitar recordar la crisis que le dio a Reyna cuando fue dada de alta del hospital la primera vez, aquel momento en el que ella culpaba a Ibrahim y llorando le pedía a ellos que le dijeran dónde estaba su hermana.
—No lo dije para que comenzaran a discutir entre ustedes, ya suficiente es con todo lo que está pasando como para que se pongan con eso. ¿Saben qué? Mejor olvídenlo y vámonos a dormir —Ibrahim apagó el cigarrillo, se desvistió y se acostó, pero antes le mandó un mensaje a Reyna:
"¡Buenas noches princesa! Solo quería que soñaras conmigo. No te preocupes, todo se va a arreglar. ¡Te amo!"
No recibió respuesta sino hasta que el sueño se había apoderado de él.
En el cuarto de las chicas, luego de hablar de distintos temas para distraerse, sorprendentemente fue Reyna quien habló del juicio.
—Esta será la última noche que pasaremos con Yancelis.
—Estoy segura de que todo esto pasará más rápido de lo que crees y cuando menos te lo esperes, tendremos a Yancelis de vuelta con nosotras —Vico se sentó junto a ella y puso su mano en el hombro.
—Es verdad. Incluso después de esto, las cosas se te aliviarán un poco, ya que contarás con el apoyo de Rubén —Carmen imitó la acción de Vico.
—A mí me importa un comino su apoyo, no me hace falta, no lo necesito. Yo solo... no quiero que se la lleven —A Reyna se le hizo un nudo en la garganta que le impidió seguir hablando.
—No lo harán Reyna, no te preocupes. Ya tienes tu acuerdo con Rubén, él sabe que no puede dejar que se lleven a Yancelis si quiere que tú sigas firme en lo que dijiste —Carmen no sabía qué decir para consolarla.
—No tienen que intentar decir algo, no hace falta. Llevaré a Yancelis a pasear un poco, casi no hemos salido de estas cuatro paredes. —La cargó con cuidado y salió de la habitación, no tenía un sitio exacto al cuál ir, solo quería despejar un poco su mente, sentía que se asfixiaba en ese cuarto. Fue a dar a la terraza del liceo y cuando se fijó, Yancelis estaba cómoda, con su cabeza en recostada en su pecho—. Vamos a quedarnos aquí princesa, solo un ratito, tú y yo, solas. —Se sentó en el piso y acomodó a Yancelis para que siguiera en la misma posición.
Solo se escuchaba el viento soplar mientras la luna y las estrellas brillaban en su máximo esplendor, queriendo ser testigos de aquel momento.
—Mañana volverás con las mismas personas que te cuidaban antes de que yo llegara, y sé que estarás bien. Te prometo hacer todo lo que esté en mis manos para que vuelvas conmigo —Yancelis se sentó sobre el regazo de Reyna y se puso a jugar con un par de flores sembradas en una maceta junto a ellas.
—Es curioso como lo estoy tomando. No quiero que te vayas pero... en el fondo sé que es lo correcto —Arrancó ambas flores y las puso en el medio de las manos de Yancelis, mientras las tomaba entre las suyas y comenzó a cantar lo que sentía en ese momento, intentó hablar solo de felicidad, nada de centrarse en momentos tristes o deprimentes.
Al terminar, Reyna abrió las manos de Yancelis y las flores volaron con el viento, alejándose junto con sus caminos.
—Así como esas flores, tú también te iras, y yo no podré hacer nada más que dejarte ir. —La impotencia era palpable en la voz de Reyna—. Gracias por todo lo que haz hecho por mí y perdóname por no cumplir todo lo que te prometí. —Esta vez, besó su frente, la arrulló en su pecho y comenzó a mecerse de un lado al otro, logrando lo que quería, Yancelis volvió a dormirse.
Con sumo cuidado se levantó y volvió a su habitación. Las chicas al verla llegar, no dijeron nada, solo la ayudaron a acomodar la cama y a dejar a Yancelis sobre esta con cuidado. Reyna fue a cambiarse e inmediatamente se acostó, el cansancio mental que sentía, era insoportable; aunque eso no impedía que se quedara viendo a Yancelis, admirándola y grabándose en la mente su rostro mientras dormía.
Cómo extrañaría poder disfrutar de esos momentos tan cotidianos como verla despertar, su primer bostezo del día, su manía de salpicar el agua cada que la bañaba, su constante empeño en rascarse el ojo cuando sentía sueño o su pequeña sonrisa que le iluminaba el día, con solo pensarlo, ya tenía los ojos llenos de lágrimas.
Su teléfono, que estaba sobre su buró, tenía la luz de notificaciones encendida avisándole que le había llegado un mensaje, era de Ibrahim. Realmente no lo leyó, supuso lo que decía y respondió de forma automática:
"¡Buenas noches! Te amo, descansa".
No recibió respuesta pero tampoco la esperaba.
Esa noche no pudo dormir pero igual, eso era lo último que quería hacer. Sus pensamientos y recuerdos, le jugaban una mala pasada. Necesitaba mentalizarse y prepararse para lo que ocurriría mañana, o de lo contrario, sería aún más difícil para Yancelis.
Rubén caminaba de un lado a otro, cual león enjaulado, pensando en la carga que se había echado encima. Odiaba y maldecía a Bennet por abrir su bocota y traerle tantos problemas.
—Arreglo una cosa y se dañan tres más —Se sirvió un vaso de whisky y se sentó en el sillón.
Fue interrumpido de sus pensamientos por alguien que entró a la sala.
—Me imagino que sabes por qué vine —La persona que entró, se sentó en un sillón frente a Rubén.
—Ya te habrás enterado y quieres saber qué haré —Rubén vació el líquido en su garganta.
—Supongo que harás todo por conservar a la niña.
—Un proceso legal, sobretodo si involucra a niños, es muy tedioso, y le pedí a Reyna mentir en esto precisamente para ahorrarme el pasar por esto —Rubén se pasó las manos por el cabello, exasperado.
—Si le pediste que lo hiciera, fue para no irte a la quiebra.
—Lo que sea. Ahora tendré que lidiar con todo eso.
—Cuando te vi y hablamos en Dubai, te dejé muy en claro que Reyna no debía sufrir, ya suficiente ha vivido y más te vale que empieces a ponerle seriedad a este asunto —El hombre se levantó y se fue, dejando a Rubén sólo nuevamente.
—¿Por qué nada me sale bien? —Se sirvió otro trago y cuando iba a beberlo, arrojó el vaso contra la pared y gritó con frustración—. Necesito hacer las cosas bien esta vez, es la única oportunidad que tengo de no perder a Reyna para siempre. Tengo que hacer que Yancelis se quede con nosotros. —Fue a su habitación y sacó una foto que tenía de ambas—. Lucharé por ustedes, lucharé como debí hacerlo desde el primer día —Se acostó abrazando la foto a su pecho y un rato después, se quedó dormido.
Hola Tazmanias. Tengo mucho que contarles, comenzando porque estamos participando en premiaciones. Por ahora solo es oficial una de ellas pero estoy esperando noticias de las otras.
«Tus Piezas» participa en los premios «The Moon Awards 2018», y sinceramente, tengo muchas expectativas puestas en esta nueva parte del proyecto, espero contar con todo su apoyo. Les iré avisando del proceso y de las otras premiaciones tanto por la página de Facebook: Trilogía "piezas" Reyna_151 como por mi cuenta de Wattpad.
Recuerden que los quiero, prometo actualizar el domingo que viene, esperen el capítulo. Nos leemos y estén atentos, los quiero, bye.
PSD: Quería aclararles que como tal, lo que más quisieran que escucharan de la canción, es el coro, es hermoso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro