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XXIII - Razones

Al día siguiente.

Reynaldo se despertó y fue a lavarse los dientes, pero se fijó en que Ibrahim no estaba en la habitación, supuso que debió despertarse antes y bajar.

Luego de alistarse, bajó a desayunar esperando encontrarlo en la mesa, pero tampoco estaba.

—¡Buenos días! ¿Alguno ha visto a lbrahim?

—Pensamos que seguía dormido —dijo Rocket sirviendo el jugo.

—No lo vi desde que me desperté. ¿Y Reyna? —preguntó Reynaldo con duda.

—Sigue durmiendo —Eustaquia sabía que Reyna e Ibrahim estaban juntos, los escuchó hablando en la madrugada cuando intentó verificar cómo estaba Reyna.

—¡Iré a despertarla!

—No es buena idea —Eustaquia se puso nerviosa repentinamente.

—¿Por qué? —preguntó Reynaldo, sin entender el repentino nerviosismo.

—Debe tener resaca, lo mejor es dejarla dormir —explicó Juan como si fuera obvio, pues él mismo sentía que no podía ni con su alma.

Reynaldo volvió a sentarse y todos siguieron comiendo. Esta vez, fue Raúl quién se levantó ofreciéndose a despertar a Reyna.

—Yo la despierto —Saltó Eustaquia enseguida.

—No hace falta —Reynaldo fue detrás de Raúl.

Tocaron la puerta, pero no recibieron respuesta. Al intentar abrir, notaron que tenía seguro, así que Reynaldo fue por la llave que escondían, y al entrar, quedaron sorprendidos.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Raúl con el ceño fruncido. Los tres que estaban en los brazos de morfeo, comenzaron a despertar.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Reynaldo incrédulo.

—¿Quieren dejar el escándalo? —Reyna se tapaba los ojos para que no entrara la luz, pues le causaba dolor.

—¿Qué pasa aquí? ¿Por qué esos gritos? —Llegó Olivia, con los demás.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué estas en la misma cama que ella? —preguntó Daniel con la misma actitud de Raúl.

—¿Acaso no tienen otra pregunta? —dijo Reyna fastidiada.

—No estoy aquí por lo que piensan —Ibrahim intentó explicarse.

—Eustaquia, llévate a la niña, no hay que discutir frente a ella —dijo Rocket esperando a que se la llevara. Ella con sumo cuidado, se la llevó—. ¿Qué hacían durmiendo juntos?

—¡Ay Rocket! Reyna ayer estaba borracha y de seguro este tipo se aprovechó de ella —Reynaldo estaba alterado y tal como cuando lo conoció, le echaba la culpa a Ibrahim.

—¡Eso si que no! Ya dije que no estoy aquí por lo que piensan.

—Reyna, explícame, ¿por qué demonios pasaron la noche juntos? —Reynaldo estaba verdaderamente molesto.

—¡No tengo nada que explicarte! En caso de que no te hayas dado cuenta, no soy ninguna niña y no tengo que pedirte permiso para hacer algo.

—¡Váyanse todos! Necesito hablar con ellos —pidió, o mejor dicho, demandó Rocket.

—No eres el único que... —Oscar no pudo terminar.

—¡Salgan! —dijo Rocket con autoridad. Todos salieron—. Díganme la verdad, ¿tuvieron relaciones?

—¡Eso no te importa! —respondió Reyna molesta.

—¡Claro que me importa! Ibrahim, yo he hablado contigo, he sido sincero y muy claro... Te pedí que esperaras —Sonaba frustrado.

—No hicimos nada, solo dormimos —dijo con seriedad, el mencionado.

—¿Eso es verdad Reyna?

—¡Si!

—Bueno... cuando terminen de desayunar, hablaré con cada uno por separado —Se sentía un poco más tranquilo.

—¡Yo no tengo nada que hablar contigo! —Reyna se levantó y abrió la puerta de su balcón, pero en ese instante, se abrió la puerta del cuarto, dejando ver a quien menos se esperaban ver.

—Ibrahim, ¿qué haces aquí? ¿Y en el cuarto de Reyna?

—Está conmigo, ¿por qué? —soltó Reyna altanera, después de todo lo que había leído ayer, no quería ni verlo.

—¿Te has fijado en lo extraño que se ve? —preguntó frunciendo el ceño.

—¿Y eso qué? ¿Qué haces aquí? ¡Sabes que no eres bienvenido!

—Vine a ver a mis hijas. ¿Acaso no puedo?

—¡No seas hipócrita! Yo no te importo, y desde que adoptamos a Yancelis, no te has molestado en saber de ella —Reyna dejó salir un poco de su rabia.

—Sabes que el trabajo no me da tiempo.

—Dime la verdadera razón de por qué estás aquí —exigió saber Reyna, odiaba la actitud de victima que podía tomar Rubén a veces.

—El director me llamó y me dijo que expulsó a Gabriel por un asunto en el que estuviste involucrada, pero que por prestigio de la escuela no podía decirme —explicó con aparente calma.

—¿Y?

—¿Cómo que y? Debió ser algo muy fuerte y... —Rubén no pudo terminar.

—Mejor hablemos de ayer... Sabes que todos los años hacemos un amigo secreto; este año en particular, me gustó mucho mi regalo —Reyna sonreía de una manera forzada, mientras buscaba la caja y la vaciaba sobre la cama.

—¿De dónde sacaste todo eso? —preguntó Rubén sorprendido, viendo a Rocket con molestia, pues esa caja nunca debió llegar a manos de Reyna.

—¿Te suena familiar? Ella se parece mucho a mí. ¿Es por eso que nunca me quisiste? —Reyna le mostró la foto, sin poder evitar que las lágrimas llenaran sus ojos.

—No digas eso Reyna, yo sie... —Nuevamente, no pudo terminar.

—¡No mientas! ¡No seas tan cínico de negarlo! ¿Sabes que dice aquí? Mi madre habla de cómo le ofreciste dinero para que abortara y desapareciera de tu vida. Imagínate esto en los periódicos, "El empresario Rubén Castillo, a favor de abortar a su hija"; sería tu ruina —Se burló Reyna con solo imaginarlo.

—No tomes decisiones apresuradas —Rubén se dejó ver temeroso, pues si había algo que le daba pánico, era el escándalo y escarnio público.

—¡Lárgate! —dijo Reyna con autoridad. Rubén se fue con una expresión triste y siendo seguido por Rocket, que lo interceptó a mitad del pasillo.

—¡Te prohíbo que vuelvas a poner tus sucios pies en mi casa! —dijo Rocket agarrándolo del brazo.

—Mientras mis hijas estén aquí, los pondré cuantas veces quiera, y dudo que sean más sucios que los tuyos.

—¡A ti no te importan tus hijas! Y yo no recuerdo que hayan sido mis pies los que pisaban el acelerador ese día.

—¡Cállate! Dijiste que nunca hablarías de eso. ¡Tú decidiste ser el culpable! —Y se fue, aunque el nerviosismo era palpable en su expresión.

—Y gracias a eso, Reyna no te odia cómo debería —Suspiró con frustración. Esos dos días habían sido muy estresantes, y eso que este día, apenas estaba comenzando.



—No les vayas a decir la verdadera razón de porqué pasaste la noche aquí —advirtió seria.

—No pensaba hacerlo... ¿Estás mejor? —preguntó preocupado.

—Si. Gracias por no decir nada y por quedarte conmigo. Lamento traerte tantos problemas —Desvió la mirada avergonzada.

—Necesitabas a alguien que se quedara contigo, pero Reyna, no vuelvas a hacer eso. ¡Tomaste demasiado!

—¡No necesito que me lo digas de nuevo! Seguro están abajo esperándonos, no vayas a decir nada —pidió nuevamente, exasperada.

—Están preocupados por ti, piensan que te hice algo —No pudo evitar decirlo con un toque de ironía. Antes de seguir hablando, optó por irse al cuarto de Reynaldo, esperando encontrarlo vacío, pero en lo que cerró la puerta, entró Samuel por el balcón.

—¿Qué es lo que quieres?

—¿De qué hablas?

—Cambio la pregunta, ¿de verdad te acostaste con Reyna? —Samuel se cruzó de brazos, la idea le molestaba. Hasta donde tenía entendido, él había utilizado a Reyna, y pensar que eso había llegado hasta las últimas consecuencias, le hacía querer partirle la cara a Ibrahim. No se llevaban bien, pero no quiere decir que no le importara lo que le pasara.

—¡Eso es algo que debe quedar entre ella y yo! —Ibrahim se mantenía serio.

—Tienes razón... pero no me cuadra que hayas estado con ella por una venganza.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó sorprendido.

—¿Eso importa? Te voy a hablar muy claro Ibrahim, no me caes mal, pero no es de hombres jugar con los sentimientos de una mujer, y menos acostarse con ella para después dejarla —Samuel no pudo disimular la amenaza en su voz.

—Nunca le haría eso a Reyna... pero me sorprende que me lo digas tú; hasta donde sé, se llevan mal —expresó confuso.

—¡Es verdad! Pero el que sea así, no quiere decir que voy a dejar que algo malo le pase. Ella no es mala y no me odia tanto como demuestra... se puede decir que le tengo cariño —Samuel desvió la mirada—; por eso no voy a dejar que alguien juegue con ella. Ese día en el liceo al ver cómo enfrentó a Reynaldo, me di cuenta de que ella si te quería.

—¡No te preocupes que todo quedara aclarado antes de volver al liceo! —aseguró Ibrahim.

—Eso espero. Ahora prepárate para darles una explicación a los demás, están abajo —Y se fue.

Ibrahim se sentía como una basura, Reyna tiene gente que vela por ella y que la quiere, entre esos está él, pero no termina de hacer las cosas bien.



Reyna se cambió y bajó a desayunar, escuchando cada comentario que hacían, pero no dijo nada. Cuando estaba por terminar su comida, se le acercó Eustaquia y le dijo:

—Vicente te dejó esto, lo subiré a tu cuarto —Se llevó la carpeta mientras Reyna terminó de comer.

Al finalizar siguió a Rocket —el cual esperó pacientemente a que ella comiera—, directo a la habitación de este.

—¿Qué quieres? —preguntó seria

—Quería pedirte disculpas por lo de la caja —dijo Rocket con arrepentimiento.

—¿Por qué no me dijiste? ¿Sabes cuánto llevo queriendo tener algo de mi madre?

—Creí que no era el momento. Le di eso a Rubén cuando te fuiste, eras muy pequeña. Acordamos que se quedaría conmigo y que te la daría cuando llegara el momento —Rocket desvió la mirada, avergonzado.

—¿Y tenían que mentirme? ¿Les costaba mostrarme una foto? —reprochó, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

—¡De verdad lo siento! ¡Te pido que me perdones! Pensaba que era lo mejor para ti —Se acercó y le agarró las manos entre las suyas.

—Me conoces... odio que me mientan. Mi madre siempre ha sido un tema delicado.

—Lo sé y lo respeto, pero trata de entenderme un poco, te veo como una hija; de repente te alejan de mí y no supe qué hacer con esa caja —explicó, aún sin ser capaz de entender todo aquello que sintió en ese momento.

—¿Hay algo más que deba saber de mi madre? —preguntó viéndolo fijamente.

—Lo único era esa caja —aseguró con seriedad.

—Entonces dejemos ese tema hasta aquí. Lo importante es que tengo la caja y no tengo nada más que saber —Suspiró Reyna queriendo llevar la fiesta en paz.

—Mejor hablemos sobre por qué Ibrahim estaba durmiendo en tu cuarto.

—No hablemos de algo que nos llevará a discutir nuevamente.

—Ya no eres una niña. Sabes perfectamente que suele pasar cuando dos personas duermen juntas y más si tuvieron algo —Rocket no quiso entrar en detalles.

—¡Ya sé! Pero, ¿qué tiene que ver? —Le incomodaba el rumbo de la conversación.

—¡No pueden dormir juntos! Yo no creo a Ibrahim capaz de forzarte pero, ¿y si me equivoco? No puedes meterlo a tu cuarto sin que nadie se entere —La regañó con seriedad.

—¡Por favor Rocket! Me cansé de meter a Anthony para acá y ustedes si acaso se enteraron.

—¡Si! Y todas esas veces, te ponías en peligro y amanecías con los ojos rojos de tanto llorar, incluso con moretones en el cuerpo —Ese tema en particular, lo alteraba, pero al ver como se le llenaron los ojos de lágrimas, suspiró—. ¡Lo siento! ¡Discúlpame! Lo que quiero que entiendas es que, no puedes dormir con alguien así como así y menos en las condiciones en las que estabas ayer —Suavizó la voz.

—¿Ya me puedo ir?

—Si ves a Ibrahim, dile que venga —dijo viendo como ella se iba, sabía que ya no quería seguir hablando de eso y realmente, él tampoco.

Ibrahim salió del cuarto pensativo y se encontró con Eustaquia —parecía ver las fotos colgadas en la pared—, y al verlo le preguntó:

—Joven, dígame la verdad, ¿usted quiere a mi niña?

—¿Por qué lo pregunta?

—Sé que mi niña estaba llorando ayer y que usted saltó a su balcón para consolarla.

— Si, la amo, pero no podemos estar juntos —dijo con tristeza.

—Ibrahim, Rocket te está esperando en su cuarto —Reyna se acercaba a ellos, pero mantenía su vista fija en él.

Sin siquiera mirarla, se fue. La puerta de la habitación estaba abierta, así que entró sin tocar y se sentó junto a Rocket en cuanto este le indicó que lo hiciera.

—No es de hombres contar lo que se hace con una mujer, ya me aclararon que entre ustedes no pasó nada, pero quiero saber, ¿por qué entraste al cuarto de Reyna?

—Ni yo mismo lo sé... supongo que... no pude dejar de preocuparme por ella. Sabía que debía sentirse mal por lo de su madre.

—¿Cómo entraste? —Quiso saber Rocket.

—Salté por el balcón.

—¿¡Qué!? ¿Y si te hubieses caído? Aunque la distancia es poca, es peligroso. —Lo regañó Rocket, frunciendo el ceño. Al no recibir respuesta—: Tú me dijiste que habías estado con Reyna por una venganza, pero yo quiero saber si sientes algo verdadero por ella.

—¡Si, yo la quiero! Quisiera volver a estar con ella —A Ibrahim le brillaron los ojos.

—Por alguna razón, no puedo molestarme cómo debería. Sé que dices la verdad y aún cuando te conozco hace poco, sé que puedo confiar en ti, eres el muchacho que quiero para Reyna, has demostrado que la quieres, que te preocupas por ella y que no la dejarás sola... por eso te pido que no renuncies ahora.

—¿Aún después de lo que te enteraste, me estás pidiendo que vuelva con ella? —Quiso comprobar si había entendido bien.

—¡Si, eso hago! Sé que no desistirías tan pronto. Reyna cambió desde que te conoció, pude ver ese brillo en su mirada. Si hablas con ella y le explicas todo, te entenderá —aseguró Rocket.

—¡Eso haré! —Ibrahim se fue al cuarto de Reynaldo, necesitaba estar calmado y pensar en lo qué le diría a Reyna.



Reyna se fue a su habitación con Eustaquia, no aguantaba más tiempo la curiosidad, necesitaba saber qué había en ese sobre.

—¿Y Yancelis? —preguntó sentándose en la cama.

—Jugando con Rose y Olivia. —Eustaquia se sentó junto a ella—. ¿Son tan importantes esos papeles? —Quiso saber Eustaquia, indicándole dónde estaban.

—Aquí veré si la venganza de Ibrahim tiene fundamento. —Sacó los papeles del sobre y comenzó a leerlos uno por uno. Al principio no encontró nada hasta que, en una hoja de negociaciones, halló lo que buscaba—. Si, vieja. ¡Aquí está! Asegúrate de que nadie nos moleste —Salió apresurada, dejando a Eustaquia con mil y un palabras en la boca.

Llegó al cuarto de Reynaldo y al ver que Ibrahim estaba solo, le puso seguro a la puerta, eso solo les daría más privacidad.

—¿Qué haces? —preguntó Ibrahim sorprendido por el estado de ella, se veía agitada.

—Necesito hablarte y quiero que seas sincero —dijo seria.

—¡Claro! Dime —asintió.

—¿Cómo murió tu padre? —preguntó sin rodeos.

—¿Para qué quieres saberlo? —Se puso tenso, nunca esperó tocar ese tema con ella.

—¡Solo dímelo! —dijo exasperada.

—Por la inhumanidad de... de... —No sabía cómo terminar esa oración.

—¿De Rubén? ¡Dilo! Tu padre hizo negocios con la empresa en algún momento, pero acá puedo demostrarte que no es lo que crees —Reyna le extendió los papeles, pero el solo los apartó de un manotazo.

—Mi padre había hecho un trato con Rubén, había invertido todo lo que tenía, la pequeña empresa, la casa, el carro. ¡Todo! —Su voz se elevaba con cada palabra—. Un par de meses después, Rubén fue para decirle que ya no había trato, que todo se cancela, que no se molestara en demandarlo porque no contaba con los contactos ni las influencias, y se marchó quedándose con todo. —Se pasó una mano por la cara, suspirando en un intento de contenerse.

«Cuando... cuando mi padre trató de detenerlo... Rubén lo atropelló y se fue dejándolo en el piso como a un perro; ni siquiera tuvo la decencia de llamar a una ambulancia o verificar que siguiera con vida, ¿para qué? Igual no le importaba —Comenzó a llorar, al decirlo, sentía que revivía el momento.

«Mi papá estuvo en el hospital por dos meses, sufriendo. Había tenido varias lesiones, incluso quedó inválido... mi papá era una persona amable, cariñosa, amorosa, sonriente... pero se transformó en una persona fría, amargada, cansada de todo lo que estaba pasando.

—Eso es... muy fuerte y, sé que... las cosas no fueron así. Tu padre lo perdió todo —El nudo en su garganta, le dificultaba hablar, se lo hacía casi imposible.

—Reyna, lo que hicieron se llama fraude. ¡Acá y en China! ¡Tomaron lo que tenía y se largaron! —gritó totalmente alterado.

—Pero... Rubén nunca hizo negocios con tu papá, fue su primo que... —No pudo terminar, no se sentía con valor para mirarlo.

—¡A mí no me importa si fue Rubén, su hermano o su primo! ¡Me quitaron a mi padre! A quién yo más quería en el mundo —Se agachó y escondió el rostro en sus rodillas, meciéndose hacia adelante y atrás.

Reyna no sabía qué hacer, sentía el dolor de Ibrahim como si fuese suyo, y al mismo tiempo, lo sentía tan grande para comprenderlo. Quería poder estirar sus brazos, abrazarlo y con eso calmar su dolor, pero temía que solo se alterase más.

—Reyna, ¿estás ahí? ¡Abre! —Daniel tocaba la puerta e intentó abrirla.

—¡No! ¡No dejes que entren! No quiero que me vean así —Ibrahim se puso nervioso.

—Después abro —Reyna usó un tono de voz fuerte, no estaba dispuesta a permitir que entrasen.

—¡Reyna, sal! —Por la voz, ella supuso que se trataba de Jhonny.

—Salgo en un rato —Volvió a hablar fastidiada.

—Reyna, abre la puerta —Esta vez, fue Juan el que le insistió.

—¡Ya dije que no! Si quieren, esperen abajo. —Tocaron la puerta fuertemente, casi como si quisiesen tumbarla—. ¡No pienso abrir, así que váyanse! —gritó dándole una patada, esperando que con eso, dejasen de insistir; para su suerte, funcionó, se fueron.

Ya asegurándose de estar solos y sin que alguien pudiese escuchar, se arrodilló junto a Ibrahim y lo abrazó, siguiendo sus instintos. Aunque lo intentó, no pudo evitar llorar al verlo así, le dolía su estado y sufrimiento.

O0O0O0O0O0O0O

Luego de varios minutos, Ibrahim se calmó, se levantó y ayudó a Reyna a hacer lo mismo, sentía cierta vergüenza.

—¿Te sientes mejor? —preguntó preocupada.

—¡Si! Disculpa la escena.

—No te preocupes —dijo ella restándole importancia. Los muchachos abrieron la puerta, habían ido por la llave de la habitación para poder abrirla sin causar tanto revuelo.

—¿Otra vez tú? —preguntó Reynaldo viendo molesto a Ibrahim.

—Reyna, aclara esto de una vez —pidió Raúl, serio.

—No hay nada que aclarar.

—¿Cómo que no? No has aclarado lo de esta mañana y ahora te volvemos a encontrar con él —Reynaldo frunció el ceño, al punto de hacer parecer un poco mayor. Además, todo su cuerpo estaba en tensión.

—¡Ya te dije que no debo pedir permiso! —Para Ibrahim parecía sorprendente la capacidad de desafió de Reyna.

—¡Esto es culpa tuya! —Reynaldo empujó a Ibrahim, él sentía que la actitud que Reyna tomaba, era por su culpa, debido a su influencia.

—Chamo, ya me tienes harto —Ibrahim se tensó, tuvo que poner su esfuerzo en contenerse para no darle un golpe.

—No te creas el único que está harto aquí.

—¿Qué te pasa? ¿Cuál es tu problema? —Reyna se puso en medio de ambos.

—El único problema es él —Reynaldo trató de apartarla.

—¡No! El único problema aquí eres tú. Desde que él llegó, no has hecho otra cosa que buscarle pelea —Lo empujó, dejando salir un poco de la rabia que había estado conteniendo.

—Tiene razón —afirmó Samuel, sin querer tomar parte en eso realmente, pero sintiéndolo necesario para que esas discusiones acabasen.

—¿Desde cuándo estás de su lado? —Lo acusó Reynaldo.

—¡Nunca! Pero tiene razón —respondió encogiéndose de hombros.

—¡Esto es absurdo! Van a decirme que todos piensan igual —Reynaldo se estaba alterando, pero volteando a su alrededor, vio como varios asintieron.

—¡Basta! ¡Reyna e Ibrahim no tienen nada que aclarar! ¡Reynaldo, sube y cálmate! ¡El resto bajen a recibir a la visita! —ordenó Rocket, colocándole fin al alboroto.

Todos bajaron, excepto Reynaldo que se fue a su cuarto, y Jean Carlos e Ibrahim, que a petición del primero, se fueron al cuarto de Samuel para hablar.

—¿Qué demonios hacías en el cuarto de Reyna? —preguntó Jean Carlos molesto.

—No la quería sola después de lo que se enteró.

—¿Y la mejor forma era pasar la noche con ella?

—No hicimos nada. ¿No recuerdas lo borracha que estaba?

—Precisamente por eso, la situación da para pensar mal... ¿No hicieron nada? —Jean Carlos fruncía el ceño y lo miraba acusadoramente.

—Parece que no me conocieras. Entiendo que ellos duden, ¿pero tú? —Eso le dolía.

—Lo siento... pero no creas que se me ha olvidado la vez que se quedaron en mi departamento.

—Éramos novios —Se defendió Ibrahim, pues no era la misma situación, ahí ella estaba sobria.

—No estabas seguro de tus sentimientos, y olvidas que es una niña —Lo regañó alzando levemente la voz, pues recordaba que esa no era su casa, pero necesitaba dejar salir un poco de lo que pensaba.

—En ese entonces no lo quería aceptar, pero ahora si, y estoy consciente de que es una niña; una niña de la que me enamoré, una niña que me trae loco, una niña que hace que me olvide de todo —No sabía cómo explicarlo, pero no tenía duda, amaba a Reyna.

—Solo espero por el bien tuyo y de ella, que no lleves las cosas más lejos. —Advirtió Jean Carlos, pero notando la determinación en su sobrino, suspiró y preguntó—: ¿Por qué llorabas?

—Le conté a Reyna la verdad —dijo tenso.

—¿Y qué te dijo? ¿Cómo reaccionó? —Jean Carlos estaba sorprendido, nunca esperó que eso ocurriese.

—Dijo que no fue culpa de Rubén, que fue un primo, que mi padre lo perdió todo. Lo que más me sorprendió, es que... ella lloró.

—¡Esa niña es un ángel! Aún después de lo que le has hecho, sigue queriéndote —Jean Carlos no lograba comprenderlo del todo.

—A mí también me dejó boquiabierto. Por eso no puedo dejarla, y es que... le interesó conocer mis razones, aunque sigo sin entender cómo se enteró.

—Quién sabe... Tienes que hablar con ella —Ibrahim asintió y se fue a desayunar, pero le llamó la atención no ver a Reyna o a Jhonny en el sitio.



Mientras, todos llegaban a la sala, algunos ya se encontraban ahí, incluyendo a Jhonny, que apenas vio a Reyna, le preguntó:

—¿Iremos? —Estaba exasperado de ese lugar y las miradas acusatorias.

Reyna asintió, pues entendía que no se sintiese cómodo. Se acercó a Eustaquia y a Yancelis, despidiéndose de ambas. No vio a Olivia o a Rose, por lo que se fue sin más, no estaba del todo contenta con los demás. Se montó en el asiento del copiloto y arrancaron.

Llegaron al centro de la ciudad y compraron todo cuánto podían necesitar; almorzaron y siguieron comprando, pues había mucho que ver.

Jhonny llevó a Reyna a casa de Rocket ya casi entrada la noche, pero se llevó todo lo que habían comprado a su departamento para mayor facilidad cuando lo necesitaran.

Reyna se despidió y subió a su cuarto, le sorprendía de sobremanera el silencio que reinaba en la casa. Claro, esa sorpresa fue poca, comparada a la que sintió cuando vio a una niña sentada en su cama, sonriéndole de forma traviesa.

—¿Eres la de la tv?

—Creo que si, ¿y tú eres?

—¡Tu fan número uno! —dijo la niña con emoción.

—¡Gracias! Y mi fan número uno se llama... —Reyna esperaba que le dijera su nombre.

—Britany

—¿Britany? Hola, mi nombre es Reyna. ¿Cómo entraste? —preguntó Reyna confundida, el nombre le sonaba familiar, pero no recordaba de dónde.

—Un señor nos abrió —Britany se levantó y se asomó por el balcón.

—¿Viniste con alguien?

—Mi mamá y mi hermano.

—¡Ok Britany! Me voy a vestir, pero te dejaré la tv prendida —Reyna la encendió y se metió a bañar. No sabía qué hacía esa niña ahí ni a quién conocía de la casa, pero estaba segura de que su presencia debía tener un porqué.

Al terminar, salió y no la vio, supuso que volvió con su mamá. Bajó a la sala y los vio a casi todos reunidos, aunque algo tensos.

—¿Viste mamá? Es la de la tv. ¡Es ella! —Britany señalaba a Reyna con emoción, mientras jalaba a su mamá de la blusa.

—Veo que ya conoces a Britany, la hermana de Ibrahim. Él es su hermano Julián y ella es su madre, la Sra. Nancy, le quise dar el regalo a Ibrahim de pasar navidad con su familia —dijo Rubén saliendo de la cocina, con una sonrisa.

—¡Es un gusto! —Estrechó la mano de Nancy, aunque esta sonreía falsamente.

—¡El gusto es mío!

—Bueno Nancy, es hora de irnos —dijo Jean Carlos bajando con todas sus cosas.

—¿Irse? ¿Dónde? —preguntó Olivia confundida.

—Somos demasiados y no queremos incomodar —explicó Jean Carlos apenado.

—Si quieren, pueden quedarse en mi casa —ofreció Rubén, sonriendo

—Gracias, pero sería abusar de su buena voluntad; nos iremos a mi departamento —Jean Carlos se puso un poco más serio.

—Quiero ver a Reyna de nuevo —dijo Britany, como si fuese u n berrinche.

—Prometo que mañana pasearemos —Intentó convencerla Ibrahim, para que al menos hoy, se fuera tranquila.

—¿Irá Reyna? —preguntó Britany seria.

—Si princesa, iré —Reyna le sonrió.

—Entonces vamos mamá, debo levantarme temprano —Volvió a jalarle la blusa, al parecer era la forma que tenía para llamar su atención.

—¡Ya! Ibrahim, vienes con nosotros —dijo Nancy seria. Ibrahim vio a Rocket, a Samuel y a Jean Carlos, recordando lo que habían hablado, y luego vio a Reyna.

—Me quedo —dijo decidido, mientras Jean Carlos sonreía.

—Entonces vamos —intervino Jean Carlos, despidiéndose de cada uno y yéndose al carro de Rubén, quién se ofreció a llevarlos.

Todos se fueron a sus cuartos, había sido un día largo. Reyna durmió a Yancelis y salió al balcón, quería ver a Ibrahim, pero sabía que se estaba quedando en el cuarto de Samuel por los roces con Reynaldo.

Se sentía mal consigo misma, las situaciones que estaban teniendo lugar en su vida, la sacaban de quicio, quería descansar de todo eso. Se sintió como una verdadera porquería al darse cuenta, de que Yancelis había abierto su regalo de niño Jesús esa mañana, y que ella no había estado ahí para verlo; era su primer presente navideño, y se lo había perdido por estar metida en sus malditos asuntos.

Se quedó viendo al horizonte un rato y se acostó, no pudo dormir, tenía muy presente todo lo que había pasado con Ibrahim, pero también, el hecho de que durante todo el día, tuvo la sensación de que la seguían; se tranquilizó diciéndose a sí misma que esa paranoia, se debía al estrés.



Ibrahim estaba acostado, se sentía realmente molesto, sabía que el que su madre estuviera ahí, no era nada bueno, y que debía ponerle un alto desde ya.

Quería ir con Reyna, pero la puerta estaba cerrada y el balcón estaba muy lejos. Tuvo que contener ese impulso y pasar toda la noche pensando, para acabar durmiéndose cuando amanecía.


Al día siguiente

Reyna le terminaba de dar el tetero a Yancelis, ambas estaban listas para salir. La dejó jugando con Rose en la sala y se dedicó a desayunar.

Al terminar, fregó los trastes y cuando los puso a escurrir el agua, llegó Ibrahim.

—¿A qué hora quedaste con tu tío?

—No tienes que ir. Le diré cualquier cosa a Britany —dijo Ibrahim, botando una caja de cigarros.

—Quiero ir, ya le di mi palabra; además, quiero aprovechar de ver unas cosas. —Reyna se acercó al cesto de basura y vio la caja—. Pensé que no seguías con eso.

—Tenía tiempo sin hacerlo —Desvió la mirada, quiso que nadie se diera cuenta.

—Cargas la caja contigo —Lo acusó Reyna, pues eso solo significaba que esperaba la oportunidad para acabarla.

—Inconscientemente —Se excusó él.

—¡No lo hagas! Cuando te des cuenta, no pararás de fumar. ¿Por qué lo volviste a hacer?

—Estaba nervioso. La llegada de mi madre, lo que te dije... quería estar contigo y no podía —habló sin pensar, Reyna no contestó, no sabía qué decir.

—Tu tío llegó —Samuel entró a la cocina a avisarles.

Reyna suspiró, fue a cargar a Yancelis, agarró la pañalera, se despidió y se montó en el carro que estaba en frente de la casa. Ahí, saludó a los presentes.

—Pensé que no vendrías —dijo Britany sonriendo.

—Tany no empieces. —Ibrahim ayudó a Reyna con Yancelis—. ¿De dónde sacaste el carro? —Le preguntó a Jean Carlos.

—Rubén nos los prestó —dijo Nancy sonriendo encantado.

—¿Desde cuándo tanta confianza? —preguntó frunciendo el ceño.

—¿A qué te refieres?

—¡Le aceptas los pasajes, lo tuteas y ahora el carro! ¿A qué viniste? ¡Sé que por mí no es! —Ibrahim elevó el tono de voz, empezando a perder la paciencia.

—¡Cierto! No vine por ti. Pensé en venir a vacacionar con la familia, pero Saúl viajó por negocios y al ver esta oportunidad, dije que si —Nancy sonreía satisfecha, sin importarle lo que decía o el efecto que pudiesen tener sus palabras.

—No has cambiado. Sigues siendo... —No pudo terminar, porque Jean Carlos no se lo permitió.

—¡Déjalo! No puede evitarlo. Se parece a su padre —Soltó Nancy con desprecio.

—¡No tienes derecho a hablar de mi padre! —gritó Ibrahim, haciendo que Julián y Yancelis llorasen.

—¡Basta! Se callan o nos regresamos. ¡Hay niños! —Jean Carlos detuvo el carro y los miró a ambos con el ceño fruncido.

—¡Lo siento Reyna! Nunca hemos podido estar sin discutir —Nancy suspiró y la miró avergonzada, Reyna solo negó con la cabeza y cargó a Yancelis, ya que Ibrahim no estaba en condiciones de llevarla.

Arrancaron en total silencio, había mucha tensión en el ambiente. Esta situación cambió un poco, una vez llegaron al Warairarepano y subieron en teleférico. Patinaron en la pista de hielo, comieron parrilla, tomaron chocolate caliente, etc.

Ibrahim compró una muñeca de trapo para Yancelis, Britany y Reyna, a pesar de que esta última se negó. Comieron fresas con crema y melocotón, y se tomaron muchas fotos gracias a Britany, aunque Nancy no quiso salir en ninguna.

Al terminar el paseo, Jean Carlos llevó a Ibrahim y Reyna a casa de Rocket, Ibrahim y Nancy no se dirigían ni la mirada, realmente era mejor así.

Al despedirse, Ibrahim subió a su cuarto sin saludar a nadie; Reyna saludó y se acercó a Eustaquia, pidiéndole que se quedara con Yancelis mientras ella hablaba con Ibrahim. Fue a la terraza y lo vio sentado en la baranda.

—¿En qué piensas?

—En todo, en nada —respondió Ibrahim, pensativo.

—¡Sabes cuánto odio esa respuesta!

—¡Lo sé! Hacías berrinche si te respondía eso cuando éramos novios —dijo nostalgia—; tienes una actitud muy parecida a la de Britany, no me sorprende que se lleven bien.

—¡Imposible no hacerlo! Es alegre y divertida, sabe enganchar a la gente.

—Lástima que no logra enganchar a sus padres.

—¿Por qué habló así de ti? —Reyna sabía que era indiscreta, pero no podía contener más su curiosidad.

—En mi familia hay muchos prejuicios, infinidad de ellos. Nancy me tuvo sin estar casada y la familia la despreció, solo Jean Carlos se mantuvo a su lado. Cuando nací, la familia solo vio a un niño de color, eso es una vergüenza en una familia racista. Ella dice que desde que nací, traje desgracias a su vida —Se le llenaron los ojos de lágrimas que no se permitió derramar.

—¡Mentiroso! ¿Cómo un hijo le trae desgracias a su madre? —Para Reyna era absurdo—. ¿Por qué con tus hermanos no es así?

—¿No los vistes? Gracias a ellos, la familia volvió a tomarla en cuenta... además son hijos de su esposo —explicó con dificultad.

—¡Bájate! Me pone nerviosa que hables de eso estando ahí —dijo Reyna muy seria; él le hizo caso y apenas puso un pie en el suelo, ella lo abrazó, gesto que fue correspondido.

Siguiendo sus deseos, la apartó suavemente y la besó; ese beso era su refugio, calmó todas sus preocupaciones y disipó todas sus dudas.

—Lo siento, no lo pude evitar —dijo desviando la mirada, temiendo que ella se asustase.

—No digas nada y bésame —Este beso era más apasionado y lleno de necesidad, no sabían el porqué, pero los labios del otro parecían adictivos y los hacían querer permanecer unidos uno al otro.

Fue como un golpe, a Reyna le llegó un momento de lucidez y realidad, y supo que eso estaba mal, por lo que lo apartó y se fue corriendo. Ibrahim quiso detenerla, pero cuando reaccionó, ya se había ido.

La mejor decisión, era irse a acostar, debía aclarar sus ideas antes de volver a hablar con ella, tenía mucho que pensar.



Reyna vio a Eustaquia y Yancelis durmiendo, así que para no incomodarlas, agarró una sábana y se acostó en un rincón del piso; Buscó la foto de su madre y la abrazó fuertemente a su pecho, procurando sentirla cerca de sí.

—Mamita, si estuvieras aquí, las cosas serían más fáciles.

—¿Por qué lloras? —Eustaquia, que se despertó debido al llanto, le indicó que se acostara junto a ella y esta inmediatamente lo hizo—. ¿Qué tienes mi niña? —La abrazó y acunó en su pecho, acariciándole el cabello.

—Soy un desastre vieja... Quiero estar con Ibrahim y decirle que lo quiero, pero recuerdo que besó a otra y me da mucha rabia —Dejó caer gruesas lágrimas por sus mejillas.

—¿Por qué no hablas con él?

—Porque... me da miedo oír que ella le gusta.

—¡Dejen la necedad! —Eustaquia estaba exasperada de todo esto, ambos se querían y deseaban estar juntos, pero eran demasiado necios para dar el primer paso.

—¡No es necedad! Por culpa de Carlos, el primo de Rubén, él perdió a su padre... y me odia a mí por eso —Reyna se sentía impotente.

—Él te ama igual o más que tú a él, dejen de complicar las cosas.

—¿Cómo estás tan segura? —Reyna se limpió las lágrimas y levantó un poco su cabeza para verla a los ojos.

—Cuando me hablaste de Ibrahim, me asusté porque pensé que era como Anthony, pero me equivoqué; él te ha devuelto muchas cosas, —hizo una pausa y continuó—: te devolvió la confianza en los hombres que Rubén te quitó cuando prometía ir a verte y te dejaba plantada; la ilusión que perdiste cuando viste la porquería que era Anthony; esa risa que no volví a ver desde que Tomás murió; el brillo en los ojos que desapareció por los desprecios y maltratos de tu familia; la inocencia que casi se esfuma —Eustaquia tenía los ojos llenos de lágrimas, le dolía recordar por todo lo que ha tenido que pasar Reyna.

—Entre él y yo hay un muro muy grande vieja, es algo insalvable —Reyna negó con la cabeza.

—Quizá no lo haya hecho del todo, pero él ha logrado saltar gran parte de ese muro que dices, a la que le da miedo... es a ti.

—¿Y sabes por qué? Porque sé que cuando le cuente mi pasado, no va a quererme ver ni en pintura. ¿Qué crees que pensará de mí cuando se entere de lo que pasó con Anthony? —A Reyna se le quebró la voz al realizar la pregunta.

—Te comprenderá como lo has hecho tú con lo de su venganza; eras muy pequeña y no tenías forma de saber lo que hacías.

Reyna no dijo más, sabía que Eustaquia tenía razón, que Ibrahim no iba a juzgarla, pero su miedo y vergüenza no la dejaban soltar aquello que había ocultado con tanto recelo, su más oscuro secreto.

Lo poco que durmió, le sirvió para recuperar fuerzas y sentirse un poco preparada para enfrentar a Ibrahim al día siguiente.

¡Hola a todos! ¿Cómo están? Disculpen la demora, pero se me ocurrió algo para los próximos capítulos y tuve que empezar de cero con este, que espero les gustara. ¿Por qué Reyna sentía que la seguían? ¿Qué querrá la mamá de Ibrahim? ¿Reyna e Ibrahim, hablaran? ¿Ahora que saben un poco más del pasado de Ibrahim, lo justifican? Trataré de subir el siguiente capítulo cuanto antes, bye.











Hola a todos, como están? Disculpen de verdad la demora pero se me ocurrió algo para los próximos capítulos y tuve que empezar de cero con este capitulo así que espero que les guste. Porque Reyna sentía que la seguían? Que querrá la mama de Ibrahim? Reyna e Ibrahim, hablaran? Ahora que saben un poco más del pasado de Ibrahim, lo justifican? Espero que les guste y tratare de subir el siguiente capitulo cuanto antes, bye bye

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