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XX - Banda, Tigre y Ensayos

La foto es la vestimenta de Reyna.

https://i.pinimg.com/originals/f7/09/d1/f709d108486677b8b6ed40eb55015d89.jpg   Vestimenta de Ibrahim

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Al día siguiente

El director iba hacia el auditorio y vio a dos jóvenes dormidos, abrazándose. No se sorprendió al ver de quienes se trataba.

—¿Qué está pasando aquí jóvenes? —Alzó la voz haciendo que ambos despertaran abruptamente—. Lamento interrumpirles su sueño, pero quieren explicarme qué hacían dormidos, abrazados y en un sitio dónde cualquiera podía verlos —Ambos se levantaron.

—Estábamos hablando y nos quedamos dormidos —dijo Reyna bostezando, estaba durmiendo placidamente.

—Ayer armaste un espectáculo bastante vergonzoso y ahora ya estás metida en otro problema, ¿qué quieres que haga contigo? ¿Te expulso? ¿Eso quieres? —El director estaba molesto.

—¡Ay por favor! Sabes perfectamente que no puedes hacerlo, no te conviene perder todo lo que Rubén aporta a este liceo, a parte de la mensualidad que ya es bastante.

—Sabes que eso no... influye en mis decisiones como director —titubeó.

—Entonces expúlsame con Rubén en frente —Lo retó Reyna, sabía que no se atrevería.

—¡No creo necesario llegar a tanto! No pienso seguir discutiendo contigo. Aprovecharé que hoy viene tu padre, se lo diré y ya él verá que hace. Y tú Ibrahim, te voy a citar al representante y voy a pensar seriamente en cambiarte de salón.

—¿Y eso por qué? —A Ibrahim no le gustó oír eso.

—Porque no puede ser que en cada problema que tengas tú, esté ella involucrada. Solo me da a pensar que ella es la razón por la que te metes en todos esos problemas.

—¡Es absurdo! No es su culpa. Ni que me hubiese obligado a quedarme aquí dormido o a pelearme las veces que lo he hecho.

—Eso no lo puedo saber. Yo solo sé que no me pareciste alguien que se metiera en problemas la primera vez que te vi; en cambio Reyna, vive de ellos, por ende, puedo pensar que te ha corrompido.

—¡No seas ridículo! ¡Se nota que no hayas que decir! ¿Crees que no tengo nada mejor que hacer que corromperlo? —Reyna le hablaba sin ningún tipo de respeto, como si fuese un igual, cosa que sorprendía a Ibrahim pero no decía nada.

—Si es así, no debería haber problema en que los cambie de salón. —El director suspiró, ya acostumbrado a recibir ese trato de su parte—. Y no me salgan con eso de que sus amigos están en ese salón porque ustedes comparten habitación con ellos.

—Pero ya tenemos los grupos formados y es conforme al salón en el que estamos —Fue lo único que se le ocurrió a Reyna.

—¿Y no será por ese noviazgo que hay entre ustedes?

—¡Claro que no! —dijeron los dos al unísono.

—Entre nosotros ya no hay nada —comentó Reyna, incómoda.

—¡Como sea! Esto no tengo que hablarlo con ustedes, todo dependerá de lo que sus representantes digan. Ahora vayan a sus habitaciones —Se fue antes de que le dijeran algo más, no tenía ganas de discutir y realmente, ni siquiera avisaría a sus padres.

—Perdón por hacer que citen a Jean Carlos —Desvió la mirada, avergonzada.

—Yo decidí quedarme contigo.

—Me voy, debo ir a la disquera —Hasta ese momento, Reyna cayó en cuenta de que Ibrahim no llevaba camisa, y de que en su lugar, la llevaba ella amarrada a la cintura. Con movimientos lentos y dudosos, se la quitó y se la entregó.

Ibrahim terminó de acortar la distancia entre ambos, estaban a solo centímetros cuando ella le extendió la camisa y él la tomó rozándole la mano, pero inmediatamente se apartó.

—Si quieres puedes acompañarme —Le informó Reyna.

—¡Claro! No más me cambio y te busco —Ibrahim sonrió, aunque no le hacía gracia el que Reyna fuera, no iba a desperdiciar la oportunidad de estar cerca de ella.

Reyna asintió disimulando su alegría y se fue a su habitación. Las chicas se levantaban, Yancelis dormía y Eustaquia se peinaba, pero la atención se volcó hacia ella apenas entró.

—¿Es verdad que hiciste eso? —preguntó Eustaquia, agarrándola del brazo.

—Si, lo hice vieja.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Sabes lo molesto que se pondrá Rubén cuando se entere?

—¡No me importa! Yo no me arrepiento de lo que hice —dijo encogiéndose de hombros.

—¿Y Rocket qué dijo? —Estaba seria, pero no molesta.

—Se molestó y me preguntó por qué lo hice y otras cosas más, pero ya debe estar tranquilo. Él sabe como soy.

—¿Y ese muchacho que te sacó del escenario? No recuerdo su nombre, Abraham... Ibrahim.

—Él también se molestó. Me reclamó y... me besó vieja. Se puso celoso de Miguel —susurró con emoción.

—Con razón estás tan contenta, a pesar de saber el problema que se te viene encima. —Eustaquia sonreía por ver a Reyna así, parecía una niña—. Me voy, estas paredes me asfixian. Cuídate y cuida a Yancelis. ¡Pórtate juiciosa! —La abrazó y le dio un beso en la mejilla, para salir de la habitación, esperando volver pronto.

Reyna se dedicó a preparar el desayuno y a hacerle el tetero a Yancelis en lo que todas despertaban. La primera en hacerlo, fue Carmen, que enseguida le dijo:

—De verdad estás loca.

—¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? ¿Te parece poco lo que hiciste ayer? —Lupe comenzaba a despertarse pero logró oír y entender el hilo de la conversación.

—No entiendo que te molesta —Reyna frunció el ceño.

—¿No te das cuenta que te pueden expulsar por lo que hiciste?

—Mientras Rubén siga haciendo semejantes donaciones, no me van a expulsar. ¡Desde cuándo lo hubiesen hecho! —Se burló, mientras revisaba sus uñas.

—Eso es verdad Lupe —Vico solo quería que dejaran la bulla.

—Me voy a bañar —dijo Reyna entrando al baño.

O0O0O0O0O0O

Luego de casi media hora, se vistió con unas medias pantys negras, una blusa manga larga arremangada en los codos y que dejaba al descubierto su ombligo, un short negro, una bufanda azul, un suéter gris alrededor de su cintura y unos converse negros.

—¿Adónde vas vestida así? —Quiso saber Vico.

—Ayer firmé un contrato con una disquera y tengo una presentación dentro de tres días —Sus amigas gritaron de la emoción y se abrazaron.

—¿En serio? ¡Que alegría! —Carmen sonreía con sinceridad.

—¡Por fin después de tanto escribir te darás a conocer! —exclamó Vico emocionada.

—¡Vas a ser famosa! —dijo Lupe imaginándoselo.

—¡Son unas exageradas! Solo haré dos o tres presentaciones como mucho.

—Vas a tener más presentaciones de las que crees. ¡Tienes un talento increíble! Quizás haces hasta una gira —Vico la animó.

—Deja de soñar y ayúdame a peinarme —La cortó Reyna antes de que se pusiera más imaginativa.

—¿Por qué no te gusta peinarte? —preguntó Carmen, buscando un cepillo para comenzar a peinarla.

—Me da flojera, me gusta tenerlo suelto y al natural, aunque esté enredado —Recordaba los tiempos en que ni podía ver un peine.

—Tienes un cabello hermoso, pero no te gusta peinarlo para que se vea más lindo —dijo Lupe buscando la crema de peinar.

—Yo creo que deberíamos hacerle una cola de pescado. Le quedaría bien con ese look —opinó Vico detallando a Reyna.

—Hagan lo que quieran pero que se vea bien —Reyna bostezaba con flojera, presentía los jalones de pelo que se le venían.



Ibrahim llegó a su habitación y vio a todos sus amigos dormidos, excepto a Cristian, quien apenas lo vio, le dijo:

—Nos cansamos de buscarte por todos lados.

—Estaba en el auditorio —respondió encogiéndose de hombros.

—¿Por qué? ¿Te acordaste del baile de Reyna o qué? —Cristian sabía que no le decía todo y en parte le dolía, porque no estaba seguro si era por el problema que habían tenido.

—Estuve con ella, hablamos y la voy a acompañar a una disquera hoy —comentó nervioso.

—¡¿De verdad?! ¿Y qué estás esperando? Anda a bañarte que hueles a perro mojado —Lo apuró Cristian.

—¡Que consuelo! Tus palabras me hacen sentir mejor —Se rió metiéndose al baño.

Cuando salió, se vistió con la ropa que Cristian le consiguió, la cual consistía en una chaqueta azul denim, una camisa celeste, unos jeans negros y unos skate negros con blanco.

—Ahora échate esta colonia, hará que seas irresistible —Cristian le entregó el frasco, moviendo sus cejas de arriba abajo con picardía.

—¡Estás loco! —dijo Ibrahim echándose la colonia. En el fondo, sabía que Cristian trataba de asegurarse de que no quedara tensión entre ellos.

—Pero estarías perdido sin mí. ¡Ahora ve y apóyala! —Lo sacó de la habitación con apuro.

Cuando Ibrahim llegó a la habitación de Reyna, tocó la puerta y para su suerte, fue ella quien le abrió.

—Dame unos minutos —Le indicó que pasara mientras ella iba a ponerse los zapatos.

—¿Qué hace él aquí? —preguntó Carmen molesta.

—Me acompañará a la disquera —Reyna ignoró la molestia en el tono de Carmen.

—¡Buenos días jóvenes! —dijo Rubén entrando a la habitación.

—¡Buenos días! —respondieron todos al unísono. Las chicas lo saludaron con un beso en la mejilla e Ibrahim con un apretón de manos y un abrazo.

—¡Que raro que viniste! Pensé que vendría Vicente, no sé —Reyna tenía una sonrisa inocente, pero su tono era sarcástico.

—¡Pues no! ¡Estoy yo! —Rubén desprendía seriedad.

—Me imagino que si estás aquí, es porque ya hablaste con el director —Reyna terminó de ponerle el cintillo a Yancelis con cuidado, pues ella era experta quitándoselo.

—Si, hablé con él. ¿Podrían dejarnos solos un momento? —pidió Rubén. Todos asintieron y salieron de la habitación.

—¡Que bueno que estés aquí! ¿Qué pasó? —preguntó Reyna, aún sin dirigirle la mirada.

—Pasó algo muy grave Reyna.

—¡Que serio te pones! Ya que estás aquí, podrías guardar esas cremas y esa ropa en la maleta, ya en el viaje me cuentas con calma —señaló dónde estaba cada cosa.

—No va a haber viaje Reyna. ¡Olvídate de las vacaciones juntos! —dijo Rubén serio.

—¿Cómo? —Quedó boquiabierta.

—¡Es el castigo por lo que hiciste! —Rubén desvió la mirada.

—Pero nunca te vemos Rubén... ni siquiera los fines de semana vienes por nosotras —Reyna se sentía mal al reconocerlo, pero necesitaba convencer a Rubén.

—Sabes que trabajo.

—Acepto el castigo... pero llévate a Yancelis, ella no tiene la culpa de lo que hice —pidió con resignación.

—Las dos van a pasar sus navidades aquí.

—Si no lo haces no... no te lo perdonaré nunca —amenazó con rabia pero a la vez, con miedo.

—¡No digas eso! Además, el viaje no iba a poder ser, tengo asuntos que atender en California —explicó Rubén, pensando que así se le pasaría la molestia.

—¿Por qué mejor no nos pones un moño y nos regalas?

—Ustedes son mis hijas y las quiero, pero no puedo premiarte después del ridículo en el que pusiste el liceo.

—¡Claro! Pero yo te estuve esperando. ¿Sabes lo que sentí? Te esperé durante horas y no apareciste, como siempre, —reprochó molesta, con los ojos llenos de lágrimas—; pero a ti te importa más el ridículo, ¿verdad? Te importa más el ridículo que lo que sienta tu hija —Agarró su cartera, cargó a Yancelis y salió de la habitación.



Ibrahim y las muchachas salieron de la habitación, pero mientras estas fueron al patio, él decidió oír detrás de la puerta; escuchó cada palabra y comprobó que lo que Reyna había hecho, lo hizo por llamar la atención de Rubén.

Al percibir que alguien iba a salir, se escondió y vio a Reyna irse con Yancelis en brazos, estaba llorando. Decidió entrar a la habitación, esperando ayudar en algo.

—Señor, no soy la persona indicada para meterme en su vida, pero necesito decirle que cómo padre, está haciendo un pésimo trabajo.

—¿A qué te refieres? —preguntó haciéndose el desentendido.

—Ahora usted tiene dos hijas. Ya cometió errores con una y no creo que quiera repetir eso con la otra —dijo Ibrahim con molestia.

—¿Y qué sugieres que haga?

—Reyna hizo lo que hizo, pero Yancelis nada tuvo que ver. A Reyna le ha hecho falta una madre, sobretodo en esta edad, es justo lo que trata de ser para Yancelis pero al buscar apoyo en usted, no lo consigue. —Ibrahim trataba de buscar las palabras para decir lo que pensaba, sin ofenderlo.

—No entiendo qué quieres decir —Rubén creyó que así se libraría de ese sermón.

—¡Que no puede castigar a Reyna! ¡Y menos a Yancelis, por algo que usted provocó! —Terminó gritando, exasperado.

—¡No lo provoqué! Ella lo hizo porque le gusta llamar la atención.

—¡Y es su atención la que quiere llamar! No es la del director, la de los alumnos, la de sus amigas o la mía. ¡Es la suya!

—¿Ahora yo soy el responsable de que ella haga un stripper en frente de toda la escuela? —Rubén no daba crédito a lo que oía, le parecía absurdo.

—¡Lo es! ¡Y se lo dijo! Ella lo estuvo esperando, preparó un baile para usted, se emocionó pensando que usted vendría a verla, pero le falló.

—¡Ella nunca ha tenido esperanzas en mí! Ni siquiera me puede decir papá —Se le quebró por un momento la voz, pero mantuvo la compostura.

—¿Y usted merece que se lo diga? Después de abandonarla antes de nacer, ¿cree que lo merece? Después de jugar con sus esperanzas —Ibrahim no sabía que más decirle para que recapacitara, se le estaba agotando la poca paciencia.

—Sé que no lo merezco, pero llevo cinco años tratando que me quiera y no lo he logrado. Ella nunca me va a perdonar haberla abandonado cuando su madre estaba embarazada, para ella es mejor si yo estuviese muerto —Sonaba frustrado.

—¡Tiene razón! Pero no lo está. Le aseguro que si el día de mañana usted se muere, a ella le daría igual. ¿En que cambiarían las cosas? Si total, siempre está ausente. Nunca ha tenido un padre, solo ha tenido un disfraz —Lo miró con sorna, pues eso le provocaba.

—¡A mí no me vas a hablar así! Es cierto que no he sido el mejor padre del mundo pero... —No pudo terminar, no tenía palabras para continuar.

—¿Podría dejar de buscar una justificación? ¡No hay excusa! Si usted no tiene los pantalones para pelear por su hija, por lo menos no la culpe por ello —Se fue, cerrando de un portazo.

Tuvo que caminar un rato mientras la molestia se le pasaba. Iba camino a la salida del liceo y ahí, encontró a Reyna sentada, con Yancelis sobre su regazo.

—Pensé que te habías ido sin mí —Ella, disimuladamente, se secó las lágrimas mientras él se acercaba.

—Yo pensé que al ver a Rubén, ya no me ibas a acompañar.

—No te dejaría plantada. ¿Quieres que llame a un taxi? —preguntó agarrando la pañalera de Yancelis, y al intentar cargarla a ella, esta se ocultó en el cuello de Reyna, cosa bastante rara, pues con Ibrahim siempre cedía de inmediato.

—No te preocupes por eso. Sé de alguien que nos está esperando en el estacionamiento —Se encaminaron hacia dicho lugar y efectivamente, ahí estaba Rocket recostado sobre su carro.

—¡Ya era hora! ¿Creyeron que iba a esperar por siempre?

—¿Quién te manda a venir sin avisar?

—Tú ya sabías que estaba aquí. —Rocket se rió. Viendo la sorpresa en el rostro de Ibrahim, decidió explicarse un poco mejor—. Normalmente, cuando toman vacaciones navideñas, la vengo a buscar para que pase esos días con nosotros.

—¡Estás trastornado! Tienes que llevarnos a la empresa Columbia, en Altamira —Reyna abrió la maleta del carro, buscando la silla para bebés de Rose, pero no la consiguió

—¡Si eres mandona! La silla ya está acomodada. Súbanse y pónganse el cinturón, cierren las ventanas y nada de chistes pervertidos —dijo encendiendo el carro.

—Y la mandona soy yo —Se rió Reyna.

El trayecto fue divertido, se reían, contaban chistes, escuchaban música y cantaban.

Al llegar, estacionaron el carro y entraron a la empresa, Reyna habló en recepción y bajó la asistente personal de Fernando a buscarlos, los dejó en la oficina de Fernando y luego de ofrecerles café, les pidió que esperaran.

—Ese tipo si se tarda —Rocket ya estaba fastidiado, tenían más de quince minutos esperando.

—Parece que es costumbre.

—¿Así fue la primera vez que viniste? —Quiso saber Ibrahim, impaciente.

—Si, solo que esa vez no tardó tanto —Tal como si lo hubiesen invocado, apareció.

—Disculpen la demora, estaba en una junta. A los caballeros que no me conocen, soy Fernando Ríos. —Estrechó la mano de ambos, quienes se presentaron—. ¡Un gusto conocerlos! Imagino que ella es tu hermana, Yancelis —dijo refiriéndose a Reyna, ella asintió mientras Yancelis se reía, Fernando le había caído bien.

—Si, así es. Y antes de que preguntes, no la dejaré con las cuidadoras —aclaró Reyna, pensando que posiblemente se lo aconsejaría.

—¡Entendido! Me imagino que ya están enterados de cómo es todo el asunto. Somos una disquera, nos encargamos de contratar talentos que estén desarrollados, como en el caso de Reyna. Lo principal que tengo que decir, es todo lo relacionado a esta presentación: Va a ser transmitida en televisión nacional, tendrás cuatro minutos para cantar y diez para una entrevista corta, entre estos minutos se incluyen los comerciales así que tendrás como siete realmente.

«Se me ocurrió que se podían hacer shows en fiestas privadas para ir ganando un público. ¡Es importante que aquí hagas lo que te digo! De esto depende tu carrera y ya he visto en dos ocasiones que te gusta desafiar a la gente. Te aviso que el dueño del canal por el que te vamos a transmitir, es Jaime Márquez, no le gusta lo extravagante, lo excéntrico, ni nada fuera de lo normal. Si él dice que estás fuera, no vas a triunfar. Y nos reuniremos con él mañana, a las 3:00 p.m.»

—Ese tipo es increíblemente influyente en este medio, es muy raro que deje que alguien sin fama se presente en su canal —Rocket estaba impresionado, había escuchado infinidad de cosas sobre él.

—¡Si! La banda que iba a estar en ese tiempo, le canceló a último minuto y apenas me enteré, lo llamé para que Reyna llenara ese espacio —explicó Fernando.

—¡Perfecto! Que se haga la reunión, y si tengo que ensayar de una vez, lo hago —Reyna ocultó su nerviosismo bajo una sonrisa.

—Entonces síganme. Te presentaré a tu banda, todos son como de tu edad, seguro se llevan bien; son muy talentosos, les hacía falta una voz principal así que encajan perfectos. —Fernando les abrió la puerta y todos salieron, pero un par de pasos y Yancelis empezó a llorar—. Si quieres puedes dejarla en el salón de juegos, ahí hay chicas que podrían cuidarla mientras tu ensayas y la atenderán bien.

—No hace falta, tiene hambre —Reyna buscaba el tetero en la pañalera pero no lo encontraba.

—La llevaré al carro y le daré el tetero, ustedes vayan —Rocket la cargó y le quitó la pañalera a Ibrahim.

—A lo mejor en lo que termine el tetero, se queda dormida. ¡Ten cuidado!

—¡Tranquila! Recuerda que tengo una bebé en la casa y sé cómo es esto —Rocket se fue y ellos siguieron su camino. Entraron en una sala de ensayo, donde estaban tres chicos y una chica.

—¡Los presento! Él es Gregorio, tu baterista; Leonardo, tu bajista; Rodrigo, tu guitarrista; y Juliana, tu pianista y corista. Ella es Reyna, su cantautora, y él es Ibrahim, su amigo —Todos se estrecharon las manos, excepto Juliana, que abrazó a Reyna y a Ibrahim.

—¡Por fin otra chica! —exclamó contenta.

—Por lo que nos han dicho, cantas muy bien —dijo Rodrigo amigablemente.

—¡Exageran! —A Reyna le avergonzaba mucho que le dijeran eso.

—¡Es pura modestia! —aseguró Fernando—. Les voy a dar unos minutos para que se conozcan, se relacionen, rompan el hielo y todo eso —Y se fue.

—¡Yo comienzo! Me llamo Juliana, tengo trece años, me especializo en el piano, instrumento que toco desde los seis años, y soy muy extrovertida.

—Yo soy Rodrigo, tengo catorce y toco la guitarra, comencé hace unos tres años; suelo hacer bromas y me gusta la gente que sabe disfrutarlas —Ibrahim y Reyna se dieron cuenta, de que Juliana y Rodrigo, parecían niños respecto a su comportamiento.

—Soy Leonardo, ten-go trece años, toco el ba-jo, comencé desde pequeño, suelo ser tím-ido, nervioso y call-ado —dijo jugando con sus dedos.

—Me llamo Gregorio, tengo catorce años, igual que el idiota de Rodrigo. Toco la batería desde hace dos años y medio. Y no me gusta que me molesten —De los cuatro, él era el más serio.

—Yo soy Reyna, tengo doce años, canto, compongo y toco uno que otro instrumento, aunque no lo hago muy bien. Comencé componiendo a los cinco años y con el tiempo fui haciendo lo demás —Le costó encontrar las palabras para describirse a sí misma.

—¿Y tú? —preguntó Juliana, refiriéndose a Ibrahim.

—¿Yo qué?

—Tienes que presentarte —dijo Rodrigo como si fuese obvio.

—Soy Ibrahim, tengo quince años. Sé tocar la guitarra, no recuerdo cuando comencé — No sabía que más decir, no quería comentar que tocaba el piano ya que eso era algo muy personal.

—Ya que todos nos presentamos, puedo decir que seremos algo así como hermanas. —Juliana entrelazó su brazo con el de Reyna—. Podremos hacer pijamadas, prestarnos ropa, ir de compras, hablar de chicos, ir a la peluquería —Ella no paraba de hablar, todo lo decía con carisma.

—¡Claro! Vamos a poder hacer todo eso y más —Reyna se emocionó, la verdad es que ya se sentía en confianza con ella.

—¡Perfecto! Ahora que nos conocemos un poco y que Juliana mencionó la parte de las chicas que lleva practicando desde hace una hora, según dijo Fernando, traerías dos temas para ver cuál tocábamos —intervino Rodrigo, evitando que Juliana respondiera, de lo contrario, nunca empezarían a ensayar.

—Traje tres canciones pero solo una tiene ritmo, aunque creo que hay que hacerle unas mejoras —Reyna sacó las letras de su bolso y se las mostró.

Rodrigo leyó un poco de cada una y un par de minutos después, dijo:

—¿En serio las escribiste tú?

—Si. La que tiene la música es esta —Se la señaló.

—¿Podrías mostrarnos el ritmo con uno de los instrumentos? —pidió Juliana, acercándose a Rodrigo con curiosidad. Reyna se acercó al piano y comenzó a tocar, mientras la cantaba.

—Según la letra y eso que tienes, lo que le hace falta es más emoción —Gregorio se acomodó en la batería e hizo el ritmo de una manera un poco más rápida.

—Disculpen que me meta, creo que todavía puede ser más movido —Ibrahim se colocó la guitarra y empezó a hacer el ritmo.

Unos breves segundos después, se le unió Gregorio. Juliana intentó seguirles el ritmo con el piano y Reyna empezó a cantar a ver si así, a los demás se les hacia más fácil. El siguiente en unirse fue Rodrigo y por último, Leonardo, que tocó a la par de Ibrahim.

La verdad es que sonaba bastante bien. El ritmo era bailable e iba de acorde a la canción; cosa que comprobaron, cuando entró Fernando y quedó sorprendido al escucharlos.

—¡Excelente! No puedo creer que hayan hecho esto en quince minutos.

—Todo es gracias a la canción de Reyna y al ritmo de Ibrahim, el resto solo fue dejarnos llevar —explicó Juliana.

—Veo que tienen mucha química y conexión, eso me gusta. ¿Qué les parece si vamos a grabar el tema y cuando terminemos, se toman el resto del día? —propuso Fernando, pues si tocaban como ahora, no iba a ser necesario mucho ensayo.

Todos asintieron y se fueron al estudio de grabación. Cada uno se acomodó donde les tocaba, habían dos cabinas, una con los instrumentos y otra con el micrófono.

Al estar listos, empezaron a grabar. Fernando hizo unos pequeños arreglos al inicio de la canción para que fuera más pegadiza y junto con esos arreglos, empezaron a venir nuevas ideas.


A las 3:00 p.m.

Ya el tema estaba grabado y listo, habían terminado por ese día, solo quedaban los ensayos para el programa. Fernando se había ido a atender otros asuntos a penas terminaron.

—Nun-ca pensé qu-e terminaría-mos el pri-mer día —Leonardo estaba verdaderamente sorprendido.

—Yo tampoco. Reyna, dijiste que empezaste a los cinco años —Rodrigo no podía con su curiosidad.

—Así es —Se quitó la bufanda, tenía calor.

—¿Y cómo decía tu primera canción? —preguntó Gregorio.

—No recuerdo, se la escribí a una tortuga que se me murió. Recuerdo una que escribí a los seis años, se llamaba "Al diablo la escuela" y decía así:

Al diablo la escuela (2 aplausos pausados)

Al diablo el profesor (Igual)

Al diablo los salones que son un cuarto de horror (4 aplausos)

Al diablo las tareas (2 aplausos pausados)

Al diablo el director (Igual)

Al diablo las maestras que cargan su mal humor (4 aplausos)

—¡Esa me gustó! —Rodrigo se reía agarrándose la barriga.

—Es muy cierto lo que dice esa canción —Gregorio no pudo disimular su sonrisa de medio lado.

—Se nota que te gustaba la escuela —A Juliana se le salían las lágrimas, debido al ataque de risa del que fue víctima.

—Y todavía le sigue gustando —Ibrahim negó con la cabeza, divertido al pensar en la cantidad de problemas en los que Reyna se habrá metido para escribir esa canción.

—¿Est-udian ju-ntos? —preguntó Leonardo.

—Si, en el mismo salón.

—¿Hace cuánto se conocen? —Juliana era igual a Rodrigo, no podía ocultar su curiosidad.

—Nos conocimos en octubre, dos días antes de empezar las clases —Ibrahim se tensó repentinamente al recordar aquello.

—¿Y en qué escuela estudian? —Esta vez, fue Rodrigo el que preguntó. Ibrahim y Reyna pensaban igual: «¿A esta gente no se le acaban las preguntas?».

—En el internado High Vernon —dijo Reyna fastidiada.

—Debe ser horrible estudiar en un internado —Juliana los abrazó a ambos, sintiendo un poco de tristeza por ellos.

—¿Y ustedes cómo se conocieron? —Ibrahim cambió el tema.

—¡Es una historia larguísima! Te la resumiré. Yo vivo en el mismo barrio que Rodrigo, ambos siempre hemos tenido esa fascinación por la música. De alguna manera muy loca, terminamos tocando en el restaurante de un amigo de mi padre, junto con una banda que se presentaba semanalmente. Al parecer les caímos bien y nos invitaron a subir con ellos, fue muy emocionante.

«Ahí vimos a un chico con un bajo colgando en su espalda, le pedimos que se nos uniera y dijo que si, también nos dijo que conocía a un muchacho que tocaba la batería y enseguida fuimos hasta donde ese muchacho, le pedimos estar en nuestra banda, le rogamos por tres meses, hasta que por fin le salió del arco del triunfo decirnos que si. Nos inscribimos en una batalla de bandas, dónde Fernando nos contrató».

—Menos mal que la ibas a resumir. ¿Qué les parece si vamos a comer? Tengo hambre —propuso Rodrigo.

—Yo di-digo que vaya-mos —dijo Leonardo, todos asintieron.

—¡Entonces, vamos! —Reyna salió seguida por los demás—. Iremos en mi carro.

—Ninguno de nosotros tiene edad para conducir —Rodrigo la miró como si estuviese loca.

—¡Yo sé Rodrigo! Nos van a llevar. Y no es mi carro, es de alguien. —Reyna abrió la puerta trasera del carro, no sabiendo describir que era Rocket en su vida. Él estaba en el asiento del copiloto, pero como los vidrios eran polarizados, no se veía—. Suban.

—No me puedo subir, está una bebé —Gregorio señaló a Yancelis.

—Pues cárgala idiota —dijo Rodrigo como si fuera obvio.

—¿Y si se despierta? —Le hizo saber que estaba dormida.

—La vuelves a dormir —solucionó Rodrigo, con total naturalidad.

—Gregorio, siéntate adelante —Reyna abrió la puerta del copiloto.

—No me voy a sentar ahí —Gregorio se puso más serio que de costumbre.

—¿Por qué? —preguntó Ibrahim sin entender.

—Se marea —mintió Juliana, sabiendo que Gregorio odiaba ir adelante por alguna razón que solo él conocía.

—¿Y quién se va a sentar adelante? —Rocket se exasperó.

—Yo me sien-to adel-ante —Leonardo se puso más nervioso por la voz de Rocket y terminó subiéndose en el asiento del copiloto.

—Yo quiero estar atrás con Reyna —pidió Juliana.

—Yo no dejaría de jorungar todo eso —dijo Rodrigo.

—Entonces, yo me siento —Se resignó Ibrahim.

—Me imagino que vamos a comer —dijo Rocket prendiendo el carro, mientras los chicos se subían.

—¡Así es! Déjenme presentarlos, ella es Juliana, ellos son Rodrigo, Leonardo y Gregorio. Les presento a Rocket, es como mi papá —señaló a cada que nombraba.

—¡Lo soy, cariño! —Rocket buscaba su teléfono con la mano que tenía libre.

—Ya dije que eres como mi papá. ¡Yo soy una niña huérfana! —Hizo énfasis en la palabra "como", mientras veía por la ventana distraída.

—¿Qué dices? ¿Acaso no tienes mamá? —cuestionó Gregorio, pensando que lo decía por berrinche.

—Murió cuando yo nací. El parto se complicó y solo podían salvar a una de nosotras —Reyna, inconscientemente, desvió la mirada.

—¿En serio? Que mal Reyna —Juliana la abrazó, sintiéndose triste.

—¿Ves las idioteces que dices? —Rodrigo, le dio un lepe a Gregorio.

—No tenía forma de saberlo. —Lo defendió Reyna mientras todos la veían con lástima—. ¿Van a verme así todo el tiempo? Ustedes dos ya lo sabían —Se dirigió a Ibrahim y a Rocket en la última parte, notando que ellos tenían la misma mirada que los demás.

—No hable-mos de cosas tris-tes en un día que debe-ria ser feliz —Leonardo se sentía mal por Reyna, pero al igual que ella, quería liberar esa tensión del ambiente.

—Mejor díganme, ¿dónde vamos a comer? —Todos empezaron a gritar el sitio en el que querían comer, pero al final, fueron a comer pizza por mayoría de votos.

Mientras comían, se reían y contaban chistes. Rodrigo casi le embarra la cara a Gregorio en la pizza; Reyna y Juliana, a veces hablaban entre ellas, y es que esta última la quería poner al tanto de todo sobre su vida.

—Bueno chicos ya nos conocemos, ya se llevan bien y nos volveremos a ver pero por ahora tengo que llevármelos a ellos tres de regreso —dijo Rocket mirándolos a todos con una sonrisa.

—¡No seas aguafiestas! Quédense un poco más —pidió Rodrigo como un niño; Reyna, Ibrahim y Rocket se rieron, pues se parecía a Cristian.

—Ellos deben volver, ella seguro no ha resuelto un problema que causó ayer en el liceo y yo debo volver a mi casa, mi esposa me va a matar si llego más tarde. —Rocket hizo una mueca de miedo, pero se repuso rápidamente—. ¡Los llevo! —indicó que subieran, abriendo las puertas del carro.

—No hace falta. Aquí solo agarramos metro y ya, y si nos llevas, vas a llegar más tarde y te pueden apretar la correa —Rodrigo se partía a carcajadas y era inevitable que los demás, no se rieran con sus comentarios.

—Reyna dame tu numero —Juliana sacó su teléfono, mientras el antiguo par se dedicaba a discutir. Al intercambiar números, se despidieron y se fueron.

—Me cayeron bien, todos excepto Rodrigo —dijo Rocket, imitando la actitud de un niño de cinco años.

—Son bastante amigables, solo que Rodrigo no te dejó tranquilo con lo de la correa —Ibrahim le dio un juguete a Yancelis, que estaba distraída tocándose su cabello.

—¡Y bastante talentosos! Hicieron maravillas con la canción —Reyna estaba emocionada.

—Imagino que me invitarás ese día, no me tendré que invitar solo, ¿verdad? —Rocket vio a Reyna de manera acusadora, a través del retrovisor.

—Sea como sea, terminarás por ir. Por cierto, Fernando antes de irse me dijo que tengo que hacer una lista de las personas que van a estar en el público y los que van a estar detrás del escenario —Reyna sacó un papel y un bolígrafo de su bolso, y comenzó a anotar a sus amigos, nombrándolos en voz alta para asegurarse de que no le faltara nadie; entre esos, mencionó a Jhonny.

—¿Vas a invitar a Jhonny? —preguntó Ibrahim, repentinamente molesto.

—Si, por él conocí a Fernando.

—¿Es por eso o por qué quieres que esté ahí?

—Me gustaría que estuviera ahí —respondió con mala intención.

—¿Y ya se te olvidó lo que te dije? —Ibrahim, frunció el ceño con incredulidad, no entendía cómo le decía eso.

—El que lo hayas dicho, no quiere decir nada —No pensó bien antes de hablar.

—¿No quiere decir nada? ¿Eso piensas? ¿Te da igual lo que te dije? ¿No cambió algo? —Le había dolido escuchar eso.

—¡No quiero ninguna pelea! ¡Resuélvanlo como adultos! —Interfirió Rocket, tratando de que las cosas no pasaran a mayores.

—¡Nada me garantiza que lo vayas a hacer! —Reyna empezaba a molestarse, no entendía el motivo del reclamo, ella podía invitar a quién quisiera.

—¿Y no te dije que iba a demostrártelo? —Le recordó Ibrahim.

—¿Y mientras qué? ¿Crees que con eso se me iba a olvidar todo lo que pasó? ¡Pues no Ibrahim! —Se oía muy segura y seria.

—¡Cómo no me crees, vas a terminar cayendo en las manos de cualquiera!

—Jhonny no es cualquiera —aseguró encogiéndose de hombros.

—Estoy seguro de que él no va a querer nada serio contigo —Ibrahim se acordó de la vez Jhonny dijo que le iba a pedir a Reyna que fuese su novia y eso solo avivó su rabia, tenía miedo de que eso realmente ocurriera.

—¡Que casualidad! Lo mismo me dijo Gabriel de ti. Además, yo nunca he dicho que sea para algo serio, ni siquiera he dicho algo parecido, pero sea como sea, deja de meterte.

—¡¿Te vale gorro lo que yo piense?!

—¡No tendría por qué importarme!

—¡Ya basta! ¡Se callan! Lo único que van a lograr discutiendo así, es que Yancelis se altere. Al próximo que vuelva a decir algo, lo saco del carro —Con autoridad y carácter, dio fin a la discusión.

En ese silencioso trayecto, Yancelis se quedó dormida. Y unos breves minutos después, llegaron.

—¡Gracias por traernos! —Ibrahim se bajó del carro sin más.

—¡Gracias Rocket! Dale mis saludos a Rose y a Olivia, y dile a todos que están invitados —Reyna se bajó, cuidando no despertar a Yancelis, Rocket la imitó.

—¡Se los diré! Y le diré a Samuel que lo invitaste especialmente a él —Se burló.

—Si te cree, demuestra lo idiota que es.

—Los dejo pero no para que se peleen, paso buscándolos mañana a las 2:00 p.m. —Se despidió y se subió al carro nuevamente. Reyna lo vio marcharse y se encaminó hacia la entrada.

—¿Planeas dejar el tema hasta ahí? —preguntó Ibrahim, siguiéndola.

—¿Y según tú, cómo tendría que dejarlo?

—Quiero que repitas lo que dijiste, pero viéndome a los ojos —Se guardó las manos en los bolsillos.

—¡No lo recuerdo! Y además, no tengo porqué hacerlo —Ni siquiera se molestó en voltear.

—Te dije que si te importaba gorro lo que yo pensara —La agarró del brazo, impidiendo que avanzara más.

—¡Suéltame!

—No te soltaré hasta que no me lo digas —declaró con desesperación.

—Recuerda que Yancelis está aquí, suéltame —Terminó soltándola con resignación, no quería despertar a la niña.

—¡Está bien! Solo porque está Yancelis, pero igual vas a tener que decírmelo.

—¿Y qué ganas con que te lo diga?

—¿Qué hacen aquí a esta hora? —preguntó Jhonny, que iba caminando cerca de ahí y al escuchar voces, se acercó.

—¡Nada! Ya me iba a mi cuarto —Reyna se fue, evitando presenciar cualquier cosa que pasara entre esos dos.

—¿Y tú qué haces aquí? —Esta vez, se refirió a Ibrahim.

—No tengo que darte explicaciones —Giró sobre sus talones, dispuesto a irse.

—¡No te vas a ir! Supe que fuiste a la empresa con Reyna. ¿Qué se supone que quieres lograr? ¿Planeas volver con ella? ¿No soportas la idea de que va a ser mi novia? —Le habló con superioridad.

—¡Ella nunca va a ser tu novia! Ni siquiera te quiere —Se burló, disfrutando de lo que se venía.

—¡No eres quién para saberlo! Lo dices porque te cuesta aceptar algo que tarde o temprano, será un hecho —Jhonny empezaba a molestarse.

—Lo sé. ¿Sabes por qué? Porque la conozco lo suficiente, porque lo veo en sus ojos y además, porque me lo demostró —Ibrahim se sentía satisfecho al decir esas palabras, no solo por el efecto que tenían en Jhonny, sino también por poder decirlas con total certeza.

—¿A qué te refieres? ¿Qué quieres decir con eso?

—No tengo porqué decírtelo. Hay un dicho que dice: "Los caballeros no tienen memoria", dejaré que tú mismo te lo imagines.

—¡Maldito infeliz! —Jhonny estaba a punto de perder los papeles y darle un golpe.

—¡No! Gracias a Reyna, soy el más feliz del mundo.

—Lo dices por fastidiarme —Trataba de no caer en su juego.

—Si creer eso te tranquiliza, entonces hazlo. ¡Me da exactamente igual! —Se fue con una sonrisa triunfante adornando su cara.

—Ese maldito solo quiere provocarme... pero ya verá —Jhonny abría y cerraba los puños a sus costados, procurando calmar su molestia.



Reyna llegó a su habitación y la encontró vacía, no le dio mayor importancia. Con cuidado, acostó a Yancelis y fue a bañarse.

Al salir ya con su pijama puesto, escuchó un grito que decía «¡Sorpresa!» y se topó con sus amigas y los chicos, tenían un cartel que decía: «Bienvenida súper estrella».

—¿Qué es esto? —preguntó sorprendida.

—Una celebración por tu contrato —dijo Vico como si fuera obvio.

—¡Muchas gracias chicos! —Los abrazó a cada uno, fijándose en que no estaba Cristian por ningún lado; sin embargo, antes de que preguntara, este salió del closet con una peluca rubia y traje de danza árabe, mientras sonaba la canción Ojos así de Shakira. Todos estallaron en risas—. Cristian, ¿qué es eso?

—Casi parece la verdadera Shakira —José se agarraba la barriga, pues le dolía de tanto reírse.

—¡Dejen la envidia! Esto Reyna, es mi presentación en vivo. ¿Cómo me veo? —Dio una vuelta para que lo admiraran.

—¿Cómo te vas a ver? ¡Ridículo! —Diego se reía a carcajadas.

—Me veo sexy. Si no supieras que soy yo, me invitarías a comer y quizás a algo más —Cristian se acercó a Diego y lo vio de forma traviesa, mientras le aflojaba la corbata.

—¡Aléjate de mí! —Diego salió corriendo mientras Cristian lo perseguía, todos reventaron en risas.

—No te resistas amor, ven a mí —La puerta se abrió de golpe.

—¿Interrumpo algo? —preguntó Gabriel entrando a la habitación.

—¿Qué haces aquí? —Reyna se dio cuenta de que Gabriel parecía ido.

—Quiero hablar contigo —dijo viendo raro a Cristian.

—¡No me mires así, es una celebración! —aclaró en su defensa.

—¡Como sea! ¿Vienes?

—¿Y de qué tiene que hablar contigo? —Diego frunció el ceño, notando también que estaba ido.

—Es entre ella y yo —Gabriel se molestó por el atrevimiento de Diego.

—Vamos a hablar afuera Gabriel. —Reyna se lo llevó fuera de la habitación, no muy lejos de ahí—. ¿De qué quieres hablar?

—¡Felicidades! Me enteré de lo de tu contrato —Sonrió Gabriel con emoción.

—¡Gracias! ¿Era lo único que ibas a decirme?

—Quería pedirte disculpas por lo del otro día —Gabriel desvió la mirada, sintiéndose avergonzado.

—Hemos tenido varias discusiones por lo mismo —Estaba cansada del mismo discurso, siempre era igual.

—¡Lo sé! Pero sabes que no puedo controlar esos arranques.

—Y mientras, ¿qué vas a hacer? No quieres recibir ayuda y no quieres desprenderte de mí —A Reyna le hastiaba toda esta situación.

—¡No quiero perderte Reyna! Si te vas, me quedo sin nada. ¡Por favor! —suplicó Gabriel.

—¡Eso es lo que tienes que evitar! Debes entender que no me necesitas. Precisas ayuda psicológica —insistió Reyna, como siempre que tocaban ese tema.

—¡Yo no estoy loco! Te necesito a mi lado —Gabriel le agarró la mano con la intención de acercarla hacia sí.

—¡Gabriel, mira cómo estás! ¿Te drogaste no es así? —preguntó seria; él solo asintió—. Hasta que no dejes esa idea loca que tienes en la cabeza y salgas de toda esa porquería, no.

—Solo una oportunidad, te prometo que es la última vez —Sonaba desesperado.

—¡No voy a caer en tu juego!

—Si me dejas... si me dejas me muero. No me dejes, si llegas a hacerlo... ¡Soy capaz de matarme! —La amenazó.

—¿Cómo me pides una oportunidad amenazándome? —Reyna comenzó a alterarse, sabía cómo terminaría esto.

—¿Y cómo quieres que no te amenace, si cuando deje de hacerlo, te vas a ir?

—No pienso seguir discutiendo contigo, no tiene caso —Reyna estaba dispuesta a irse, pero Gabriel se lo impidió.

—¡Si te vas, presiono el gatillo! —Había sacado una pistola y apuntaba hacia su propia sien.

—Gabriel baja eso, no vayas a hacer algo de lo que te arrepentirás —Reyna trataba de controlarse, necesitaba permanecer tranquila para poder calmarlo.

—Dime que no me dejarás —Ella dudó por un momento, pero él reafirmó su agarre y debido a la presión, ella terminó por decir lo que él quería.

—¡No lo haré! Voy a estar contigo Gabriel, pero por favor, baja eso. —Se acercó y él la abrazó con fuerza. Trató de quitarle el arma, pero Gabriel solo reafirmó su agarre—. Está bien, tranquilo —Reyna no imaginó llegar a ese extremo y mucho menos, ver a quien vio.



Ibrahim encontró su habitación vacía, se metió al baño un momento y al salir, prendió la tv, pero no encontró nada que le llamara la atención.

Fue por un cigarrillo y salió al balcón, no podía dejar ese asunto así, tenía que arreglarlo ahora.

Fue hacia la habitación de Reyna, pero en el camino, la vio hablando con Gabriel. Se escondió detrás de una columna para oír mejor; escuchó que Reyna le pedía a Gabriel que soltara algo y cuando iba a acercarse a ver que era, ella le indicó que se quedara donde estaba.

Volvió a colocarse detrás de la columna, pero al segundo de hacerlo, escuchó el sonido de algo caer al piso, era un arma, estaba tirada en el piso junto a Gabriel.

—Acompáñame a mi cuarto —pidió, acariciándole las mejillas a Reyna.

—¡Claro! Guarda eso y vamos —Reyna, rogaba para que Ibrahim no saliera. Gabriel la agarró de la mano y se fueron, siendo seguidos por Ibrahim, quién tomó la pistola y se la llevó para evitar que alguien más la viera o tomara.

Al llegar a la habitación, estaba vacía, por suerte para ambos.

—Quédate hasta que me duerma —pidió Gabriel, como un niño.

—¡Está bien! Acuéstate y descansa —Reyna lo ayudó a acostarse e hizo lo mismo junto a él. En ese momento, Nicolás salió del baño, pero viendo la situación, supo que no era buena idea que Gabriel descubriese su presencia.

—Cántame la canción de tu abuela. —Reyna le hizo caso y empezó a cantarle, sabiendo que pronto se dormiría. Y efectivamente, Gabriel se quedó dormido unos minutos después—. ¡Ya se durmió! —avisó a ambos, pues estuvo sintiendo el peso de la mirada de Ibrahim todo ese tiempo.

—¿Lo mismo de siempre? —preguntó Nicolás, que ya estaba enterado de lo que pasaba.

—¿Qué demonios pasa? —Ibrahim entró a la habitación, como alma que lleva el diablo.

—¡Te lo explicaré afuera! No es bueno que se despierte y te vea aquí —dijo Reyna seria.

—¿Qué te dijo esta vez? —Nicolás no entendía, porqué notaba a Reyna más nerviosa de lo normal.

—¡Lo de siempre! Solo que... fue diferente.

—¿A qué te refieres?

—A que tenía esto —Reyna le sacó el arma a Ibrahim del pantalón.

—¡No puede ser! ¿Te dijo que se iba a dar un tiro?

—Encárgate de que no se despierte, deshazte de esta cosa y para que sepas, está drogado. ¡No le digas nada de lo que te acabo de decir! Se alterará y podría hacer una locura —Reyna le entregó el arma y salió de la habitación, agarrando a Ibrahim de la mano.

Llegaron a la piscina y una vez ocultos de cualquier mirón, gracias a unos árboles, Reyna habló:

—Pregunta lo que quieras saber —Sabía que no tenía cómo zafarse.

—¿Cómo es eso de que Gabriel se va a suicidar? —Ibrahim no sabía ni por dónde comenzar.

—Me amenaza con eso desde hace dos años. Dice que si me alejo, se suicida.

—¿Y por qué después de dos años, caes en eso?

—No quiero sentirme responsable por la muerte de él —Desvió la mirada; sus palabras, tenían un significado mayor del que estaba dispuesta a reconocer.

—¿Alguien más lo sabe? —Ibrahim se mantenía serio.

—Nadie. Si sabe que alguien más está enterado, dice que se va a suicidar. Nicolás está al tanto porque estaba ahí la primera vez que Gabriel me amenazó; obviamente Gabriel no lo sabía.

—¿Y hasta cuándo piensas dejar que te siga amenazando? —Ibrahim se estaba alterando, no entendía cómo era que todo esto estaba pasando.

—¿Y qué quieres que haga? ¡No voy a dejar que se mate por mi culpa!

—¡No puedes dejar que te siga amenazando! ¿Es la primera que lo hace con un arma?

—Si, por lo general eran puras palabras —Reyna tenía miedo, y no podía disimularlo.

—Hay que buscar una forma de que vaya al psiquiatra —A Ibrahim le preocupaba las dimensiones que esto podría tener.

—¡Ya lo sé! Lo he intentado, pero termina sospechando. De alguna forma debo evitar que cometa una locura —Se sentía impotente por no poder hacer nada más que ceder.

—Alguna forma hallaremos. Necesita ayuda urgente, podría hacerse daño a sí mismo o hacértelo a ti. —La abrazó para calmar el miedo que se apoderó de su interior—. ¡Tienes que alejarte de él! ¡No puedes permitir que te siga amenazando! Yo no lo creo capaz de suicidarse.

—Yo tampoco, pero no estoy dispuesta a averiguarlo.

—¡Tranquila! Encontraré la forma de que lo internen —aseguró.

—¡No quiero que te involucres en esto!

—¡Muy tarde! Aunque tienes todo el derecho de dudarlo, me importas y mucho —Le dio un beso en la frente, en un gesto de protección.

—No quiero que te metas en más problemas.

—¡Aquí lo que importa eres tú! —La abrazó—. Reyna, me vas a decir lo que quedó pendiente entre nosotros. Habías dicho algo en el carro de Rocket y te pedí que me lo dijeras viéndome a los ojos —Se apartó de ella, tratando de no presionarla tanto.

—No puedo hacerlo porque... no podría —Se puso nerviosa.

—¿Por qué no? —La mirada de Ibrahim recobró un brillo, un brillo de esperanza.

—Porque lo dije... sin pensar. Quise disculparme después... si me importa lo que pienses —Desvió la mirada, abrumada.

—¡Ya lo sabía! Solo necesitaba escucharlo de tu boca —Sonrió satisfecho.

—Me choca que hagas eso —Ella sabía que lo que quería, era que mostrara sus sentimientos.

—¡Lo sé! —Se encogió de hombros y volvió a abrazarla, pero fue ella quién lo apartó a los pocos segundos.

—En mi habitación están los muchachos celebrando lo de la firma del contrato —dijo sin atreverse a invitarlo directamente.

Fueron juntos a la habitación de Reyna. No decían nada, pero no era incómodo, simplemente caminaban. Y al llegar:

—¿Pero qué es esto? ¡Nos tenías preocupados! —Carmen abrazó a Reyna, apenas la vio entrar.

—¡Cálmate! ¿Por qué estás así? —peguntó sin entender.

—¿Cómo que por qué? Te fuiste con Gabriel en ese estado y me quedé muy preocupada.

—¡No seas dramática! ¿Qué me podría pasar? ¡Estás exagerando! —Le sonrío Reyna para calmarla. Ibrahim, bufó molesto ante esa respuesta.

—Dramática nada, estábamos igual que ella —Diego ya había pensado en ir a buscarla.

—¡Todos exageran! Estoy bien así que dejen el drama —Esta vez, se colocó seria.

—¿Por qué estás vestido así? —preguntó Ibrahim, ayudando un poco a Reyna.

—Aprende a disfrutar —Cristian comenzó a bailar, pues entendía que Reyna quisiese ocultar lo que sea que haya ocurrido.

—He pensado que eres travesti, es la segunda vez que te veo así —José lo analizó con la mirada.

—Si así fuera, te puedo prestar unos vestidos que se te verán divinos —Reyna decidió unirse al bullying que le montarían a Cristian, para relajarse un poco. Todos explotaron en risas.

—¡Me vería sexy! Ahora dejen lo aburridos y prueben mi mezcla. —Cristian sacó una jarra del refrigerador, era un líquido rosado. Lo sirvió en ocho vasos y los repartió—. Mi nueva bebida ¡Salud! —Alzó el vaso para brindar.

—¡Salud! —dijeron todos al unísono. Al probarlo, tuvieron que devolver el líquido al vaso, sabía horrible.

—¡Que asco! ¿Qué es esto? —Reyna puso el vaso sobre la mesa.

—Una mezcla de un mojito de fresa, cacique, ginebra y un poquito de vodka.

—¡Con razón sabe así! Cuando regresen de sus viajes, les voy a enseñar una mezcla de la que se van enamorar —aseguró Reyna.

—¿Cuándo regresen? ¿No se supone que vas a las islas Fiyi? —preguntó José.

—Así era, pero esta mañana vino Rubén y canceló el viaje por el espectáculo que hice ayer.

—¡¿De verdad hizo eso?! —A Lupe se le escapó la pregunta antes de que Reyna terminara la oración. Ella solo asintió.

—Ya era difícil dejar a Ibrahim en el vacan school y ahora también te vas a quedar tú. ¡No se vale! —Cristian sonaba como un niño pequeño.

—Imagino que se llevará a Yancelis —dijo Vico con lástima.

—¡Imaginas mal! Dijo que tenía trabajo en California.

—¡Yancelis ahí lo va a pasar muy mal! —Carmen no pudo disimular su molestia y preocupación.

—Ven a mi casa, sé que mi primo estaría encantado de verte —propuso Vico riendo.

—¡Ni loca! A tu primo le faltan varios tornillos, nunca me deja sola —Se negó Reyna; el primo de Vico, Roberto, la ponía nerviosa.

—Hasta en la puerta del baño la espera —Diego recordaba perfectamente cuando ella le pidió que la besara para que, Roberto, la dejara tranquila; cosa que funcionó por una hora.

—Pensándolo bien, mejor no. Después me pedirá fotos tuyas, tu número de teléfono y que inicie una plática entre ustedes.

—¿Y si la pasas en mi casa? Estará mi madrina —propuso Lupe entusiasmada.

—Tu mamá me odia.

—¿Y si la pasas en mi casa? Hay una piscina, un cuarto dónde podrá jugar Yancelis, a mis padres les encantaría que estuvieran ahí —Esta vez, Cristian se ofreció.

—¡Gracias a todos, de verdad! Pero la pasaremos en la casa de Rocket, así Yancelis juega con Rose —explicó Reyna, no queriendo sonar grosera al rechazar sus ofertas.

—Así nos quedamos más tranquilos —suspiró Carmen.

—Cuéntanos, ¿cómo te fue en tu primer día? — preguntó Cristian.

—¡Muy bien! Los de la banda son bastantes talentosos y simpáticos. ¡Me divertí bastante! Y están todos invitados a la presentación, será dentro de dos días —Comenzó a prepararle el tetero a Yancelis, pues no había comido bien; lamentándolo mucho, debía despertarla.

—Tengo que ver que me pongo, quizá me visto de Lady Gaga —dijo Cristian pensativo, todos se reían al imaginarlo con los distintos vestuarios de la cantante, especialmente con el vestido de carne.

—¡Estás loco! Vámonos antes de que sigas diciendo idioteces —José lo agarró del brazo y se despidió de las chicas, dirigiéndose a su habitación.

—Nos vemos mañana —Se despidió Diego.

—¿Quieres que venga mañana? —preguntó Ibrahim, refiriéndose a Reyna.

—Si quieres —Trató de darle a entender que le daba igual, aunque por dentro quisiera gritarle: «¡Obvio!»

—Entonces paso por ti. —Se despidió de las chicas, excepto de Lupe, quién lo ignoró—. Ya sabes —Le dio un beso rápido y fugaz a Reyna en la mejilla, y se fue junto a Diego.

—¿Qué pasó con Ibrahim? —Soltó Vico, sentándose en su cama y llevando a Reyna con ella.

—¿Qué pasó de qué? —Se hizo la desentendida.

—¡No te hagas la loca! ¿Son novios otra vez? —Carmen se moría por saber.

—Es que hoy estábamos teniendo una discusión en el carro de Rocket; él no estaba de acuerdo con invitar a Jhonny a la presentación, y en eso le dije que me importaba un comino lo que él pensara. Ya que nos bajamos del carro, me pidió que se lo dijera viéndolo a los ojos, pero no pude porque era una total mentira, le hice saber que me importaba y ya —Evitó decir lo de Gabriel.

—¡Mentirosa! ¿Por qué te acompañó? ¿No se supone que se odian? —Vico no entendía que pasaba aquí.

—Desde el día que llegué drogada, han pasado muchas cosas, por alguna razón terminamos hablando. Hace unos días, casi me ahogo en la piscina y él me ayudó. Después de que me sacara del escenario, nos besamos, y así han pasado cosas que nos obligan a juntarnos —explicó Reyna.

—¿No me digas que sigues enamorada de él? —Lupe se alteró.

—Y si así fuera, ¿qué? —A Reyna le molestó el tono de Lupe.

—¿En serio Reyna? ¿Te gusta, después de lo hizo? —Lupe la miraba como si se hubiese vuelto loca.

—¿A qué te refieres Lupe? ¿Qué hizo? —Quiso saber Carmen.

—Reyna se enteró de que Ibrahim tenía otra mientras andaba con ella, y de que solo la utilizaba para vengarse —Lupe usó un tono hiriente, que Reyna casi pudo jurar, que lo implementó a propósito.

—¿Eso es verdad Reyna?

—¡Si! Él me dijo que vino a vengarse —reconoció seria.

—¿Por qué contigo? ¿Por qué no nos dijiste? —reprochó Carmen.

—¡No lo sé! No me sentía bien para hablar de eso, el caso es que si me sigue gustando o no, ¡es asunto mío!

—¡Te gusta! —afirmó Vico.

—Corres el riesgo de que te engañe de nuevo... piénsalo mejor y no discutan por eso —Carmen trató de mediar las cosas, le dolía verlas pelear.

—Lo sé, pero yo no soy la que está buscando pelea, es Lupe que no puede quedarse callada.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Dejar que le vean la cara de tonta? ¿Qué vuelva a llegar a mí llorando por culpa de él? ¿O se te olvidó eso Reyna? —le reclamó Lupe, con rabia.

—¡No! Créeme que no se me ha olvidado; es justo de lo que me estoy acordando para no callarte la boca yo misma —Reyna se sentía a punto de perder el control, si seguían discutiendo, esto acabaría mal.

—¿Y qué me vas a hacer? Entiende que te va a traicionar como lo hizo Vic... —Lupe se calló antes de terminar esa frase, no estaba pensando al momento de hablar.

—¡Es eso! Lo dices porque no puedes superar el hecho de que él te dejara. Quieres que termine frustrada como tú. ¿Tan impórtate fue en tu vida? ¿Tanto significó para ti? —Soltó Reyna sin pensar.

—¡Lo quería y me lo quitaste! No eres la persona que creí, y me da rabia porque no puedo decir que quiero vengarme de ti —A Lupe se le salieron las lágrimas por la impotencia.

—¿Era mentira? ¡Perfecto! Con menos razón debes meterte en mi vida —dijo con decepción.

—¿Qué quieres que hagamos con ella? —preguntó Vico, igual de decepcionada.

—¡Nada! Aunque sea una mentirosa y una traidora, yo no haré nada; si ustedes quieren hacer algo... —Reyna se encogió de hombros—. Cuando regreses de viaje, te largas de esta habitación, y cuidado con decir algo de lo que has visto o escuchado —la amenazó con dureza y se acostó para darle el tetero a Yancelis.

Todas la imitaron, pensativas y decepcionadas.



Los chicos llegaron a su habitación riendo, fueron echando broma todo el camino.

—¿Qué pasó entre Reyna y tú? —Cristian no pudo evitarlo, se iba a morir de la curiosidad.

—¿De qué hablas? —Se hizo el desentendido.

—Te despediste con un beso y ayer la sacaste del escenario, algo tuvo que pasar —Diego buscó un cigarrillo y lo encendió, tenía tiempo sin fumar.

—Ayer le di un beso, y hoy me dijo que le importaba lo que yo pensara —Ibrahim no quiso dar detalles.

—¿Y crees que vuelvan? —José le quitó un cigarrillo a Diego y se puso a fumar con él.

—Creo que si. Yo todavía la quiero, ella me ha demostrado que aún siente algo por mí.

—¿Cómo te lo ha demostrado? —José sentía curiosidad.

—¿Qué te importa? ¡El caso es que lo sé! —Sonó un poco brusco, pero no llegaba a ser ofensivo.

—Es mejor que hagas que todo funcione, dejando tu absurda venganza —Cristian abrió la ventana para evitar el olor a cigarro, lo odiaba, pero lamentándolo mucho, era el único del grupo que no fumaba.

—¿Por qué lo dices así? —José frunció el ceño.

—Me molesta que no hayas sabido valorar a Reyna.

—Es cierto, no la supe valorar, pero no va a pasar esta vez —aseguró Ibrahim.

—¡Más te vale! Ella no soportaría volver a pasar por eso —Esta vez, fue Diego el que habló.

—¡Y no lo hará! —Ibrahim le dio una pequeña calada al cigarro de Diego—. Vámonos a cambiar y a dormir, mañana debo madrugar —Le quitó los cigarrillos a ambos y los apagó.

Todos se acostaron rápidamente, pues estaban cansados.

Ibrahim no pudo dormirse inmediatamente como pensó, necesitaba fumarse un cigarrillo antes, tenía mucho en qué pensar. Lo que había visto de Gabriel, fue algo que nunca esperó, siempre supo que la actitud de Gabriel con Reyna no era normal, pero nunca se imaginó la dimensión y el alcance de ese comportamiento.

Al terminarse el tercer cigarro, se enjuagó la boca y se acostó a dormir, consiguiéndolo unos veinte minutos después.


Al día siguiente

Fue casi igual que el anterior, llegaron a la oficina de Fernando y como cosa rara, no había nadie. Habían dejado a Yancelis al cuidado de las muchachas.

—Ese tipo me desespera, siempre llega tarde —Rocket estaba harto de esperar.

—¡Cálmate! —Reyna suspiró, intentando apaciguar sus nervios.

—Todo saldrá bien —Ibrahim la notaba tensa.

—¡Buenas tardes! Disculpen la demora. La reunión será en la oficina de mi padre, todos están allá, solo faltamos nosotros —Llegó Fernando, un poco agitado.

—Entonces vamos —Reyna se levantó y lo siguió, luciendo muy segura de sí misma. Llegaron a la oficina, donde ya todos estaban sentados, nada más esperándolos.

—¡Ya estamos todos! Podemos empezar —Fernando le movió la silla a Reyna.

—¡Buenas tardes! Mucho gusto. Tengo entendido que usted va a ser la que cantará en mi canal, ¿no es así? —El tigre le extendió la mano, era un hombre imponente, de tez morena, cabello y ojos marrones, con porte y elegancia.

—¡Buenas tardes! Así es señor —Reyna le estrechó la mano, sintiéndose más nerviosa.

—Al ser Fernando un conocido mío desde hace años, me imagino que ya le explicó lo que no me gusta —Le dirigió una mirada a Fernando.

—Si, ya me lo explicó, y no tiene que preocuparse por eso.

—¡Me alegra escuchar eso! Aprovecho para presentarle a mi nieto, Carlos; él asistirá a su presentación, cualquier duda que tenga, se la resolverá —Carlos, le extendió la mano a Reyna.

—¡Mucho gusto! —Reyna estrechó su mano, sin prestarle verdadera atención.

—Si su presentación sale bien, me gustaría firmar un contrato para que se presente cada cierto tiempo.

—¡Eso sería perfecto! Te aseguro que Reyna tiene mucho talento y que es una diosa cantando —aseguró Fernando emocionado.

—No lo dudo. Al hablar, se ve que tiene una voz hermosa, además, siempre agarras buenos talentos —dijo el tigre con simpatía—. Dígame señorita Reyna... imagino que es consciente de que depende de lo que yo diga, para que usted triunfe o se hunda —Sin rodeos, tal como era ese hombre.

—¡Eso lo sé! Sé que dependo de su crítica para continuar en esto —reconoció, seria.

—Eso es un punto clave, sabe también que tengo mucha influencia en el mundo artístico —El tigre mantenía una sonrisa de suficiencia en el rostro, que molestó de sobremanera a Reyna.

—Eso no lo creo —Todos la vieron como si estuviese loca.

—¿A qué se refiere? —El tigre parecía desconcertado.

—Sé que tiene influencia, pero no creo que sea en el mundo artístico en general. Tiene influencia en su programa; si, es difícil que si usted le da una mala crítica a una persona, esta pueda triunfar... pero no lo creo imposible.

—¿Está cuestionando mi autoridad? —El tigre se notaba molesto.

—No la cuestiono, solo digo que no es tan influyente como cree —Reyna sonrió de lado, sabía que podía cagarla, pero no se echaría para atrás.

—Fernando, será mejor que le expliques a esta señorita, que si yo quiero puedo hacer que su carrera termine antes de iniciar —Disimulaba una sonrisa cargada de rabia, con un tono amable.

—¡No le hagas caso! ¡No sabe lo que dice! —Fernando veía a Reyna reprobatoriamente.

—Yo solo digo que cualquier crítica mala, podría destruir mi carrera, no tiene que ser precisamente la suya —Reyna se encogió de hombros, solo podía echarle más leña al fuego.

—¿Piensas que mi crítica y la de cualquiera, es igual? —Esta vez, dejó notar su molestia, golpeando la mesa con el puño.

—¡Si! —Ocultó sus nervios trás de una máscara de serenidad.

—No le hagas caso, te dije que tenía su carácter —Fernando trataba de mediar todo, pero si Reyna seguía abriendo la boca, no conseguiría nada.

—Y sucede que yo también tengo el mío. Sabes perfectamente cómo me pongo cuando me desafían.

—Mi intención no fue ofenderlo. Yo solo dije lo que pensaba, que usted lo haya tomado así, ya es su problema —Reyna no pensaba disculparse ni corregir lo que dicho.

—¡Yo no tomé nada, usted lo dio a entender así!

—Entonces sea profesional, dé su critica sobre mi presentación y ahí le demostraré si se equivoca o no —Reyna lo desafió descaradamente; ese acto le molestó, pero asimismo le gustó.

—¡Perfecto! Entonces espere mi crítica —Volvió a sonreír con superioridad.

—¡La estaré esperando! Ya no hay nada más que discutir, por lo que nos podemos retirar —Reyna se levantó con gracia, elegancia y seguridad.

—Fue... un gusto conocerla señorita Reyna. Espero que no deba arrepentirse de sus palabras —El tigre le besó la mano, se tomó ese atrevimiento, en parte para demostrarle que no se contendría.

—El gusto es mío, y créame que así será —Reyna sonrío como si nada.

—¡Vámonos Carlos! —Carlos le lanzó una sonrisa amistosa a Reyna y fue tras el tigre. Una vez que estos se fueron:

—¿Estás loca? ¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¿Sabes a quién se lo acabas de hacer? —estalló Fernando, verdaderamente molesto.

—Relájate.

—¿Qué me relaje? ¿Sabes que con esto vas a tener una mala crítica? —Se oía frustrado, contaba con que Reyna pudiera controlar su carácter, pero no.

—No está tan mal, solo necesita hacer que la gente la quiera —Juliana trató de calmarlo, pero lo cierto es que ella estaba igual.

—¿Y si no lo consigue?

—No es el único canal que existe, Reyna tiene mucho talento —Sonrió Rodrigo.

—Estoy seguro de que si ese tipo dice algo malo, igual lograremos presentarnos en otro sitio —Gregorio le restó importancia, aunque en el fondo, estaba igual que todos.

—Vayan a ensayar —Fernando salió de la oficina, no diría más.

—¿Por qué hiciste eso? —Rocket se mantenía serio, no quería regañarla pero sentía que debía hacerlo.

—¡Me molestó su suficiencia!

—Lo que tienes que hacer, es ganarte a la gente, y se tiene la suerte de que sabes cómo hacerlo —Ibrahim trató de subir un poco los ánimos.

—Ibra-him tiene mu-cha raz-on —apoyó Leonardo.

—Entonces, vamos a ensayar —Rodrigo abrió la puerta para que todos salieran.

Una vez que estuvieron en la sala de ensayo:

—Me imagino que se acuerdan del ritmo —dijo Reyna.

—Si —dijeron todos al unísono.

—Un, dos, tres —Gregorio golpeó las baquetas entre ellas y empezaron a tocar.

Al haber repetido la canción seis veces, se tomaron un descanso

—Reyna me dijo que habían hecho maravillas, pero se quedó corta —Rocket estaba boquiabierto.

—¡Todo fue obra de Reyna que puso la letra y de Ibrahim que puso la melodía! —Juliana abrazó a Reyna, brincando como una niña.

—¿Tú tocas Ibrahim? —A Rocket le sorprendió.

—La guitarra.

—Él te podría enseñar a tocar Reyna, siempre dijiste que querías aprender —propuso viéndola con emoción, pues aunque quiso ponerla a recibir clases, su tío se lo impidió.

—Por una razón en especial, ahora ya no —Había un deje de tristeza en su voz.

—¿Por qué no? — Gregorio no pudo evitarlo

—Quería cantarle una canción a alguien que ya no está.

—Siempre preguntas estupideces —Rodrigo le dio un lepe, al parecer era una costumbre que tenía cada vez que este último, metía la pata.

—Está bien, me callo —Gregorio se sintió mal por ver a Reyna así.

—Sigamos con el ensayo —Reyna se acomodó frente al micrófono y volvieron a ensayar.


Practicaron durante una hora más, pero debido a que ya era tarde, decidieron regresar a sus casas, ya mañana sería su último día de ensayo.

Tal como el día anterior, Rocket los dejó en la entrada y se fue, solo que esta vez, no estaban discutiendo. Iban hablando y caminando por los pasillos, como dos amigos.

—¿Crees que los muchachos estén en tu cuarto? —Ibrahim sentía curiosidad.

—Dijeron que hoy también iban a celebrar —recordó Reyna.

—¿De qué estará disfrazando Cristian?

—A lo mejor de Nicky Minaj, sale bailando Anaconda —Ambos se rieron y apresuraron un poco el paso para llegar cuánto antes a la habitación. Esta vez, la luz estaba encendida.

—¡Sorpresa! —dijeron todos al unísono con unos pitos—. Esta vez voy directo a lo interesante, ¿dónde está Cristian? —Reyna lo buscó con la mirada, pero no estaba.

—¡Estoy aquí! —Salió del baño.

—¿Y tu disfraz de Nicky Minaj? —Ibrahim sonaba decepcionado.

—Nunca dije que me disfrazaría de Nicky Minaj, me quería disfrazar de Adele, pero no encontré una peluca.

—¿Y mi bebé? —A Reyna le preocupaba no ver a Yancelis por ningún lado.

—¡Tráela! —gritó Vico, mientras Diego salía del closet con Yancelis, la cual tenía un vestido anaranjado con flores blancas, un lazo alrededor de su cintura y unas zapatillas blancas.

—¡Está hermosa! ¡Parece una princesa! —Reyna la cargó y le dio una vuelta, mientras Yancelis se reía.

—¿Te gusta? Lo compró José para que se lo ponga el día de la presentación —explicó Carmen, acomodándole el lazo del vestido.

—¡Claro que me gusta! ¡Muchas gracias José! Se ve preciosa. —Le dio un beso a Yancelis, que insistía en que Ibrahim la cargara; este sonrió y le extendió los brazos, ella no lo pensó y se fue con él—. Le queda bello, de verdad muchas gracias —Lo abrazó, agradecida por ese gesto.

—¡No fue nada! Sé que ibas a estar ocupada —José se sorprendió por lo cálido que le resultó ese abrazo. Ibrahim, para ir al baño, dejó a Yancelis sobre una colchoneta que estaba en el piso, pero se sorprendió al ver como se levantó.

—Quiere caminar —dijo cuidando que no se cayera.

—¡Carmen trae la cámara! —dijo Reyna emocionada; esta fue enseguida a buscarla—. Vamos princesa ven, anda. Carmen ten lista la cámara —Reyna la incentivó para que caminara. Yancelis la vio con duda, dio un paso y todos gritaron de la emoción.

—¡No griten que la asustan! —Ibrahim les indicó que hicieran silencio. Yancelis lentamente dio un paso tras otro, hasta que no pudo más y casi se cae, pero Ibrahim la agarró a tiempo; sin embargo, ella no quiso seguir intentando.

—¡Eso! Ya camina, mi bebé ya camina —Reyna la abrazó, y todos se unieron al abrazo.

—Ma-má —Yancelis veía a Reyna.

—¿Qué? — Reyna no estaba segura de haber entendido bien

—Ma-ma-ma-ma —Yancelis se rió, agarrando la cara de Reyna.

—Me... me dijo mamá —Estaba sorprendida, juró haber escuchado mal.

—¡Si, eso dijo! —Vico se emocionó. A Reyna se le llenaron de lágrimas los ojos, no podía creerlo.

—Mi Tititi ya camina y habla —Diego le dio un beso en la mejilla y la cargó.

—Esto es mucho para un solo día, Minnie —Cristian le agarró la nariz haciendo que Yancelis lo mirara molesta, pues era algo que odiaba. Ibrahim vio a Reyna sentada en su cama, viendo hacia la pared. Se acercó hasta ella y le preguntó:

—¿Qué tienes? —Se preocupó al ver que se secaba las lágrimas.

—¡Nada! Que me dijera mamá me... me tomó desprevenida. —Se secó las lágrimas, él se sentó junto a ella—. Es que... nunca pensé que me diría mamá.

—Puedes llorar. Aunque sea difícil creerlo, de felicidad también se llora —La abrazó, simplemente porque quiso.

—¿No me digas que te puso sentimental? —Diego vio a Reyna y le sorprendió darse cuenta de que Ibrahim la abrazaba, pero más aún, de que ella estaba llorando.

—¿Por qué están las luces encendidas? —Jhonny abrió la puerta—. ¿Qué hacen chicos aquí?

—Estamos celebrando lo de la reunión con el tigre —Vico trató de justificarlos.

—Ustedes saben que está prohibido que los chicos estén en el dormitorio de las chicas, más a esta hora —Jhonny frunció el ceño.

—No estábamos haciendo nada malo, igual ya se van —Reyna le dio la espalda a Jhonny para terminar de secarse las lágrimas.

—¡Adiós chicas! Me avisan que hace mi Tititi —Diego salió junto con los demás.

—Mañana paso por ti —Ibrahim alzó la voz para que Jhonny lo escuchara.

—Creo que Rocket dijo que pasaba a las 9:00 am —Reyna se volteó a verlo, sin entender por qué alzaba la voz.

—Entonces vengo mañana a esa hora —Ibrahim le dio un beso en la mejilla a todas, y cuando se disponía a irse, Jhonny le advirtió:

—Voy a pasar por la habitación de ustedes.

—¿Y eso por qué? —Ibrahim dejó salir su lado altanero.

—No pensaste que no tendrían castigo por esto —dijo como si fuese obvio.

—¡Pero no estaban haciendo nada malo! —Reyna enseguida salió en su defensa, frunciendo el ceño.

—¡No pueden estar aquí Reyna!

—¿Y si no lo vuelven a hacer? No les pongas nada, Ibrahim y Cristian son becados y no les conviene tener un castigo por algo así —pidió sin saber que más decir. Jhonny suspiró, no podía creer que cedería nuevamente.

—No tendrán castigo, pero que no se repita. Ibrahim anda a tu habitación y Reyna, ven un momento —Jhonny suspiró, saliendo de la habitación hacia el pasillo contrario a las escaleras.

—Carmen, hazle el tetero a Yancelis por favor —Reyna se fue detrás de Jhonny, junto con Ibrahim.

—No te lo pienso repetir, anda a tu habitación —Jhonny estaba harto de verle la cara.

—Anda Ibrahim, por favor. —Este se fue molesto—. ¿De qué quieres hablar?

—¿Estabas llorando por Ibrahim?

—No, por otra cosa.

—Me quedo más tranquilo por ese lado. Fernando me dijo que retaste al tigre —Jhonny estaba preocupado por eso.

—Fue él que se lo tomó así —Reyna le restó importancia.

—Va a ser difícil que te dé una buena crítica después de eso —Jhonny la veía seriamente.

—¡Lo sé! Fernando se encargó de decírmelo.

—Entonces, tengo que decirte que pase lo que pase, debes lograr que no te olviden y que quieran ver más de ti —Jhonny sabía que era la única manera de que Reyna pudiera volver a presentarse en otro sitio.

—No tengo idea de cómo hacerlo —Se sinceró, tenía miedo.

—¿Por qué no piensas en una buena coreografía? Eres buena bailando —Fue lo único que se le ocurrió, pues con el tiempo que tenían, no había muchas opciones.

—¡Claro! ¿Por qué no lo pensé antes?

—Anda a tu habitación y descansa. Mañana ensayas y te aprendes la coreografía —Jhonny le abrió la puerta y le sonrió.

—Por cierto, mañana me dan los pases para estar detrás del escenario y en el público, ¿dónde prefieres estar?

—¡Tranquila! Ya Fernando me apartó lugar.

—Entonces espero verte ahí, adiós —Reyna le dio un beso en la mejilla y cerró la puerta.

Las chicas estaban dormidas, cada una en su cama, mientras que Yancelis dormía placidamente en su cuna. Recién en ese momento, se dio cuenta de que no estaba Lupe, pero sus cosas estaban ahí, así que supuso que vendría luego.

Se cambió y se quedó admirando a Yancelis, se veía tan hermosa.

—Te amo princesa —susurró y le dio un beso en la mejilla.



Ibrahim llegó a la habitación, molesto.

—¿Por qué traes esa cara? —preguntó José con preocupación, Cristian y Diego estaban dormidos

—Porque me molesta dejar a Reyna sola con ese tipo. Y lo que más me saca de mis casillas, es que ella me pide que la deje con él.

—¡Cálmate! A lo mejor lo dice para evitarnos un problema, de seguro ese tipo nos quería poner un castigo.

—Si, pero no puedo dejar de pensar que le va a pedir que sea su novia y ella va a decir que si —Ibrahim se pasaba las manos por el cabello con desesperación.

—Si ella te quiere de verdad, no lo va a hacer. Además eso le traería problemas a Jhonny.

—Vamos a dormir —Ibrahim ya no quería seguir hablando del tema.


Al día siguiente

Una vez que estuvieron en la empresa, buscaron a los chicos y Reyna les comentó lo de la coreografía, a todos les gustó la idea.

—¿Y qué coreografía tienes en mente? —preguntó Rodrigo. Ella negó con la cabeza.

—¿Qué pasa? —Fernando, que recién llegaba, quiso saber.

—Trato de pensar en una coreografía para la canción.

—¡No me parece buena idea!

—No te estoy preguntando, le voy a poner una coreografía —Reyna lo miró seria, desafiándolo a llevarle la contraria.

—Ya me imaginaba una respuesta así, ni siquiera por lo de ayer has perdido esa rebeldía. Buscaré a quién se encarga de eso. —Fernando se fue y volvió luego de cinco minutos, con una chica de unos veintinueve años, morena y de ojos marrones—. Ella es María, nuestra coreógrafa. Ella es Reyna, nuestra cantante; quiere que le pongas una coreografía a su canción.

—¡Mucho gusto! Muéstrame esa canción —dijo María con entusiasmo. Empezaron a tocar y a ella le gustaba lo que oía, pero realmente, no encontraba una coreografía que fuese con la letra.

—La canción es muy movida y la letra es alocada —Reyna pensaba y pensaba, pero simplemente, la mente no le daba.

—Háganlo de nuevo por favor —pidió. Volvieron a tocar, solo que esta vez, María hizo unos pasos que iban con la música y la letra.

—¡Me gustan los pasos! Reyna, hazlos tú —A Rodrigo le preocupaba que fuesen muy difíciles para ella. María volvió a hacer los pasos, lentamente para que Reyna la imitara.

—Los dejo para que ensayen —Fernando se fue, esperaba que todo esto diera buenos resultados, pues tenía sus esperanzas puestas en Reyna.

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Luego de horas y horas de ensayo, Reyna se aprendió la coreografía y habían podido practicar todos juntos. Acordaron verse a las 10:00 a.m. en el canal del tigre para finiquitar algunos detalles. Con los nervios a flor de piel, se despidieron y se fueron.

Rocket habló igual que Ibrahim, pero Reyna estaba ensimismada, perdida en sus nervios y pensamientos. Al llegar a su habitación, fue que reaccionó.

—¿Cómo te fue? —preguntó Carmen, agarrándole las manos.

—Necesito practicar una vez más la coreografía y acostarme. Mañana necesito que me peinen —Reyna ocultó sus nervios, como solo ella sabía hacerlo.

—¡Claro! Ensaya tranquila. Yancelis se cansó de esperarte y se durmió —dijo Vico buscando una ropa para mañana. Reyna se puso triste al escuchar eso, le gustaba verla despierta y ver su carita sonriente, pero era lógico, era demasiado tarde, pasaban las nueve de la noche.

—Vayan a dormir, mañana será un día largo —Reyna se acercó al balcón, donde tenía suficiente espacio para poder hacer los pasos.

—No te acuestes muy tarde, mira que después vas a tener unas ojeras horribles y no quiero que uses mucho maquillaje —La regañó Vico, ella solo asintió y siguió en lo suyo.

Ensayó lo que para ella fueron minutos, pero lo cierto es que fueron horas. Se acostó a la 1:30 a.m., por los regaños de Vico, que al verla despierta, casi que la arrastró a su cama. Nuevamente, Lupe no estaba.

Al llegar Ibrahim a su habitación, vio una ropa sobre su cama con una nota que decía:

«Para que te luzcas mañana con Reyna».

Por la letra, parecía de Diego; la acomodó en un gancho de ropa, se cambio y se acostó. Sabía que mañana sería un día de muchos nervios y tensión, y que debía estar ahí para Reyna, así el tigre dijera lo que dijera.






Hola a todos. ¿Cómo están? Me gusta ver que hay 732 lecturas, si que subió bastante. ¿Reyna logrará una buena crítica? ¿Superará los nervios o estos la traicionaran? ¿Qué pasará en esa presentación? ¿A Reyna de verdad le importa lo que Ibrahim piense? ¿Podrán volver él y ella?

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