XVII - Venganza
Les pido que solo reproduzcan el vídeo cuando lleguen a la parte de la historia en la que sea necesario, gracias. Reyna en el vídeo no sera una chica en especifico, sera las chicas que están cantando.
El peinado de Reyna en la foto
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Al día siguiente
Reyna e Ibrahim se levantaron con cierta tensión entre ambos, lo que había ocurrido estaba muy presente.
—No tienes que estar seria, avergonzada ni nada parecido.
—No puedo dejar de pensar que estás molesto.
—¡No lo estoy! ¡Estoy feliz! —Él sonrío a ver si así lograba convencerla, pues de verdad, no le gustaba esa actitud.
—¿En serio?
—Estaría molesto si después que hiciéramos el amor, te estuvieses arrepintiendo ahorita. Estoy feliz de que me hayas detenido porque quiero que cuando llegue el momento, estés totalmente segura —Suavizó su tono y le dio un beso en la frente mientras ella cerraba los ojos, disfrutando de ese contacto.
—¡Me encanta que seas así! —Ella le dio un beso en los labios y se apartó con una sonrisa, eso era lo que había esperado escuchar.
Terminaron de vestirse, esta vez riéndose y sin ningún rastro de tensión por lo ocurrido.
Salieron hacia la habitación de Reyna, que ya estaba ansiosa por ver a Yancelis y hacerle el tetero, la verdad es que se sorprendió mucho al ver que todos estaban jugando con ella en una especie de círculo en el piso —parecían una secta satánica—; sin embargo, al verlos llegar, se levantaron.
—¡Hola parejita! ¿Hicieron mucho ruido? —preguntó José con una sonrisa pícara.
—¡Eso no te importa! —Soltó Ibrahim con brusquedad, viendo seriamente a José, quién entendió que dijo algo que no debía.
—¡Buenas! ¿Cómo está mi chiquita? —Gabriel recién venía llegando. Saludó a las chicas con un beso en la mejilla, a los chicos con un golpe de puños excepto a Ibrahim, y con un enorme beso y abrazo a Yancelis—. Me dijeron que te busca el director —Se dirigió a Ibrahim.
—¿Y para qué lo busca? —Quiso saber Reyna.
—Eso fue lo que me dijeron —Gabriel se molestó por el interés que ella demostró, pero se encogió de hombros y concentró su atención en Yancelis.
—Lo mejor será que vaya —Ibrahim le dio un beso a su novia, y se fue. No entendía para qué pudiese quererlo el director pero era mejor no hacerlo esperar.
En el pasillo, vio a uno de los amigos de Gabriel, sin embargo, siguió de largo, no prestándole atención.
—¡Ey tú! Espera —El muchacho se refería a él, por lo que se detuvo y se giró para encararlo, si mal no recordaba, su nombre era Nicolás.
—¿Qué quieres?
—Soy Nicolás, sé que no nos hemos tratado ni nada pero necesito que me hagas un favor.
—¿Qué favor?
—Verás, yo ayer llamé a Gabriel para que me acompañara a la farmacia a comprar una prueba de embarazo para mi novia, y aquí la tengo; pero no puedo dársela porque está castigada y los padres no me quieren ver ni en pintura. Yo quería saber si tú podías dársela —pidió mostrándole la test.
—¿Y por qué no le dices a Gabriel?
—Porque él también les cae mal a sus padres, ya lo conocen como mi amigo y no dejaran que se acerque a mi novia —explicó nervioso.
—¡Está bien! Pero tiene que ser ya —Ibrahim asintió y se fueron hacia la entrada del liceo donde los esperaba un taxi que Nicolás había llamado desde antes.
Una vez que se montaron y le indicaron la dirección al taxista, Nicolás dijo, con una sonrisa de agradecimiento:
—¡Muchísimas gracias! Te deberé una grande —Ibrahim solo negó con la cabeza, realmente no quería imaginarse en sus zapatos, estaría volviéndose loco.
Reyna le pidió a Lupe que siguiera a Ibrahim para saber qué asuntos tenía que hablar el director con él, esta enseguida fue.
—Necesito saberlo, ¿qué pasó entre Ibrahim y tú? —preguntó Vico sonriendo, al parecer no captó la tensión en la respuesta que Ibrahim le dio a José, o simplemente le valía un comino.
—No sé de qué hablas —Reyna desvío la mirada, avergonzada.
—¿A qué te refieres Vico? —preguntó Gabriel dejando a Yancelis sobre la cama. De la nada, se produjo aquel silencio incómodo que solo molestó a Gabriel—. ¡Respóndanme!
—A ver, no hables así. Nadie está en la obligación de decirte nada —dijo Cristian molesto por la actitud que tomaba.
—¡Ella me lo va a decir! A ver Reyna, respóndeme.
—Ayer ellos se vinieron a esta habitación para que yo pasara la noche con Ibrahim —Soltó con altanería.
—¡Estás mintiendo! —Sonaba confuso y se negaba a creer lo que ella había dicho.
—Si no quieres, no me creas —Reyna se encogió de hombros.
—Te vas a lamentar.
—¡Tal vez! Pero por ahora no lo hago —Sabía que quería amenazarla pero no le daría la oportunidad.
—¿De verdad te acostaste con él? —Gabriel sentía como iba a estallar en cualquier momento, su cordura dependía de esa respuesta.
—¡Eso no te importa!
—¡Solo responde! ¿Tuviste sexo con él, si o no? —La agarró de los hombros con la intención de zarandearla, pero ella lo miraba sin ninguna expresión en el rostro, cosa que lo impresionó.
—¡Suéltala! —José lo empujó.
—¡No te metas! —Gabriel le devolvió el empujón.
—¡No van a pelear! Lo que pasó entre Ibrahim y yo es cosa nuestra —dijo con determinación, mirando a Gabriel, quien supo que no le iba a contestar nada por más que insistiera.
—¡Bien! No me digas... pero ese mal nacido se va a arrepentir, me las va a pagar. Y tú... eres... cuando te des cuenta del error que cometes, yo voy a estar ahí —Se marchó sin más, dejando esa clara amenaza.
—Será mejor que se vayan. Y si Ibrahim llega, no le digan nada de lo que pasó —pidió Reyna.
Los chicos se despidieron y salieron de la habitación para dirigirse a la suya. Aunque evitaron tocar el tema en el camino, fue inevitable no hablarlo una vez que llegaron a su cuarto.
—No hicieron nada —José se sentó, sintiendo que de no hacerlo, se caería.
—Yo también me di cuenta —Cristian estaba pensativo.
—Ahora eso no es lo que importa. Lo que es verdaderamente preocupante, es que Gabriel amenazó a Ibrahim y sus amenazas no son a juego. —Diego estaba verdaderamente preocupado; sin embargo, para no ponerlos más nerviosos, aclaró—: Mientras esté con Reyna, no hay de que preocuparse.
—¿Y si ella lo deja hoy? —preguntó Cristian nervioso.
—No podríamos dejarlo solo. Ibrahim y él han tenido mil y un problemas, y una vez que Gabriel explote, va a arremeter sin contemplación —dijo José preocupado.
Todos compartían esa preocupación, pues José y Diego que conocían a Gabriel desde hace años, sabían que si se lo proponía, podría hacerle la vida imposible a Ibrahim.
Reyna bañaba a Yancelis mientras les explicaba a sus amigas que no había pasado nada entre ella e Ibrahim, sin dar muchos detalles; solo dijo que no se sentía totalmente segura y le dijo que no, omitiendo todo el drama que hubo en ese momento. Ninguna dijo nada respecto a eso.
Vico, enseguida contó que se dio unos besos con José, que besaba como los dioses y que estaba pensando seriamente en hacerlo uno de sus amigos especiales. Carmen por otro lado, no se veía dispuesta a contar lo que había pasado con Diego, tomando en cuenta que durmieron juntos.
Después de casi media hora, Ibrahim y Nicolás llegaron a la casa de la novia de este último, quién se adelantó al centro comercial donde se vería con ella.
Ibrahim tocó la puerta y le abrió una chica rubia, menuda, de ojos verdes y sonrisa amable, su nombre es Vanesa.
—Hola Ibrahim, ¿cómo estás? —preguntó abrazándolo.
—Bien. Vine a buscarte para tomarnos algo.
—¿Quién es este joven? —Apareció un señor mayor detrás de ella, de canas y expresión dura, con el ceño fruncido.
—¡Es Ibrahim, un amigo! Vino a buscarme para que nos tomáramos algo —dijo Vanesa, con naturalidad.
—¡Así es señor! Solo será un momento, prometo traerla temprano —Ibrahim se puso repentinamente nervioso, pensando que el señor no se creería esa historia.
—¡Está bien! Pero la traes temprano —El señor sonrío, a primera impresión, ese joven parecía el prospecto que él quería para su hija. Vanesa se acercó a Ibrahim y le dio un beso en la mejilla, lo tomó de la mano y se encaminaron hacia el centro comercial dónde Nicolás los esperaba.
—¡Muchas gracias Ibrahim! Te debo una grande —Vanesa lo abrazó eufórica.
—¡No fue nada! Vamos para que te hagas la prueba —Se fueron juntos al centro comercial y vieron a Nicolás sentado en las mesas de un café, esperándolos.
Apenas se vieron, él le dio la prueba y ella fue al baño a hacérsela, necesitaban salir de dudas cuanto antes.
Los minutos de espera les parecieron eternos a los tres, pues hasta Ibrahim estaba nervioso —gracias a que Nicolás le transmitió sus nervios—, pero cuando se marcó una sola rayita, pudieron respirar con tranquilidad nuevamente, había dado negativa.
Se dedicaron a comerse un helado y para suerte de Ibrahim, ambos a pesar de ser pareja, no lo hacían sentir incómodo, por lo que pudieron pasar un rato agradable sin ningún inconveniente.
Sin embargo, a las 2:00 p.m., regresaron a Vanesa a su casa y se encaminaron ambos para el liceo, solo que esta vez, Ibrahim le pidió que hicieran una parada para poder comprar algo, una pequeña sorpresa que le daría a Reyna antes de soltarle lo de la venganza.
Lamentándolo mucho, lo que Ibrahim no sabía es que en el momento que fue a buscar a Vanesa a su casa, una persona dentro de un taxi lo había estado viendo y grabó todo con la intención de mostrárselo a Reyna, para abrirle los ojos de una vez por todas.
Luego de bañar a Yancelis, Reyna fue a buscar a Eustaquia, quién era como su segunda madre y a la cual llamó para pedirle que se encargara de Yancelis un par de horas mientras ella cantaba las canciones en la fiesta.
Eustaquia era una señora de 52 años, tez morena clara, cabello castaño caoba, ojos cafés y sonrisa dulce; con una personalidad cariñosa, amable y maternal.
Ambas tenían tiempo sin verse —cinco meses para ser exactos— y eso solo hizo que el saludo fuese más emotivo. Reyna se encargó de ponerla al tanto de todo lo que había ocurrido en su vida, cosa en la que se les pasó toda la tarde.
Eustaquia le estaba haciendo el tetero a Yancelis mientras Reyna aprovechaba para buscar a Ibrahim, la fiesta ya había comenzado y él no daba señales de vida; sin embargo, aunque buscó por toda la fiesta, no lo encontró, por lo que fue a la habitación de él y vio a Diego sin camisa, a José saliendo envuelto en una toalla y a Cristian poniéndose los zapatos.
—¡Pero que guapos se ven! Tienen que bailar conmigo. —Todos se rieron por la picardía con la que lo dijo—. ¿Alguno de ustedes ha visto a Ibrahim?
—Dijo que te iba a buscar —mintió Diego, pues lo cierto es que los tres estaban igual que Reyna, sin noticias desde la mañana.
—¡Entonces iré a vestirme! Le dije que me iba a poner muy bonita para que me viera. ¡Bailan conmigo! —Se fue a su habitación, pensando en que peinado se haría, hoy cantaba la canción que le había escrito a Ibrahim y debía estar más hermosa que nunca.
Al llegar, vio a Yancelis dormida y a las chicas ya listas, solo faltaba ella, lo cual le indicaba lo atrasada que iba, pues a Vico le tomaba bastante tiempo arreglarse.
Se metió a bañar, se vistió con un vestido blanco casual, con unos sutiles bordados a la altura de la cintura y en la punta de la falda, era ligero y bastante fresco. Además, se puso unos tacones plateados, se maquilló levemente resaltando sus ojos y labios, y se hizo un cintillo tejido con su cabello, dejándose el resto suelto.
Al verse en el espejo, no es que fuera vanidosa ni nada por el estilo, pero se veía espectacular. Fue por un bolso plateado que había preparado y combinaba perfectamente con su vestuario, cuando llegó Lupe con no muy buena cara.
—¡Hasta que llegas! Tienes que cambiarte, la fiesta empezó hace un rato. ¿Por qué tardaste tanto? ¿Averiguaste que le dijo el director a Ibrahim?
—¡Reyna déjala respirar! Nosotras nos vamos a animar la fiesta, recuerda que tienes que bajar dentro de una hora —Vico salió con apuro, llevándose a Carmen.
—Yo mientras voy al baño —Se excusó Eustaquia.
—Estuve pensando cómo decirte esto porque no te va a gustar.
—¿De qué hablas? —preguntó preocupada por la expresión de su amiga.
—Reyna... Ibrahim te engañó —Soltó sin tacto.
—No empieces con eso —Lupe le entregó el celular para que viera el vídeo sabiendo que no lo creería solo porque ella se lo dijera. Reyna no podía creer lo que veía.
—¡No puede ser! ¿Por qué? ¿Por qué me hace esto? Si dijo que me quiere —Reyna sentía las lágrimas acumularse en sus ojos, el vídeo mostraba como una chica rubia abrazaba a Ibrahim efusivamente y él correspondía al abrazo.
—¡Por venganza Reyna!
—¿De qué hablas? —No entendía a que se refería Lupe; aunque haciendo un poco de memoria, recordaba escuchar a Ibrahim mencionar una venganza cuando hablaba con su madre por teléfono.
—No me preguntes más y solo aléjate de él.
—¡Me engañó! Se burló de mí... pero se va a arrepentir —Reyna agarró un cuaderno y se encerró en uno de los baños que quedaba a mitad de los pasillos. Sin embargo, no se dio el lujo de llorar, era inevitable que se le salieran unas lágrimas pero aprovechó eso para ponerse a escribir la nueva canción que cantaría, una que le gustaría aún más a Ibrahim.
Cuando terminó, fue a hablar con Vico y con el Dj de la fiesta, pero en el camino se encontró con Ibrahim, se veía algo agotado, seguro su "amiga" lo hizo agotarse.
—Mi amor te estaba buscando, te ves... ¡Hermosísima! ¿Dónde estabas princesa? —Quiso darle un beso pero ella lo rechazó.
—Reyna, ya me tengo que ir y no has bailado conmigo —Apareció Hernán desnudándola con la mirada, como hacía cada vez que la veía.
—¡Entonces vamos! —Reyna lo tomó de la mano y lo llevó a la pista de baile; Ibrahim los siguió, sorprendido por esa actitud de su parte. Vio como ella empezó a bailar sumamente pegada al cuerpo de Hernán, el cual estaba fascinado.
—¿Qué demonios te pasa? —Ibrahim la separó agarrándola del brazo de manera firme.
—¡No le hables así! —Hernán lo empujó, molesto porque interrumpiera el baile que Reyna le estaba haciendo.
—No te preocupes Hernán, yo sé cómo tratar a los tipos como él —Reyna se llevó a Ibrahim, agarrándolo por la muñeca. Y una vez lejos de la pista, este le preguntó:
—¿Por qué hiciste eso? Yo vengo acá con el afán de decirle a todo el mundo que realmente te amo, ¿y tú haces eso? ¡A ver explícame!
—¿No sabes? —Reyna luchaba con las lágrimas y con el nudo que tenía atorado en la garganta, el cual no le dejaba hablar sin que se notara un grado de afectación en su voz.
—¡No! Por eso necesito una respuesta —Ibrahim sentía como su sangre se calentaba al pensar que Reyna se burlaba de él.
—¿Quieres una respuesta? Pues ahí va tu respuesta. —Fue hacia el escenario y luego de hablar un breve momento con Vico, quien animaba la fiesta desde la tarima, tomó el micrófono y empezó a descargar la rabia y el dolor que sentía—. ¡Chicos! Antes de cantar, quiero hacerles un anuncio.
»Vico, amiga, querida... ¡Te gané la apuesta mi niña, porque si estoy saliendo con Ibrahim! Lo apostamos así como para pasar el rato y no saben como me divertí, era impresionante verlo arrastrándose a mis pies todos los días. ¡Ay pobrecito! Porque ubican que parece todo rudo, pues estaba todo el día "Reyna, Reyna, Reyna".
Todos abuchearon a Ibrahim y le gritaron cosas como «Fracasado» «¡Recógela! Es tu dignidad» «Te botaron», mientras él se frotaba el cabello con frustración. Reyna hizo que la atención recayera en ella nuevamente.
—Así que vamos a festejar el hecho de que por fin me libré, del tormento de andar con esta cosa, este idiota de cuarta bajado del cerro. Y como gané la apuesta les voy a cantar una canción —Se rió haciéndole una seña al Dj para que pusiera la pista que ella le había indicado, y empezó a cantar la canción que escribió en el baño.
No soy mujer de las que creen
Que entienden lo que es sentirse bien o mal
Nunca tendré las palabras que
Te digan cosas sin lastimarte
Sé que no es fácil
Hacer lo que quiero sin importarme
Puedes ser parte de mí
Déjame ir o será muy tarde
No te pido perdón
Pues sé que fue tu error
Ámame, déjame, búscame
Pero déjame seguir
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca sabe hacia donde ir?
Si me equivoco, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Hasta que regrese a ti
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca ha dado el corazón por ti?
No me entiendas, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Porque santa nunca fui
No soy mujer, de las que ven
Y juzgan todo tan solo con mirar
No soy igual que las demás
Que quieren las cosas que no les puedes dar
Ven y ayúdame a sentir
Que no necesito ya de nadie más y así
No me mate la verdad
Pues no soy igual, pero santa nunca fui
No te pido perdón
Pues sé que fue tu error
Ámame, déjame, búscame
Pero déjame seguir
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca sabe hacia donde ir?
Si me equivoco, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Hasta que regrese a ti
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca ha dado el corazón por ti?
No me entiendas, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Porque santa nunca fui
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca sabe hacia donde ir?
Si me equivoco, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Hasta que regrese a ti
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca ha dado el corazón por ti?
No me entiendas, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Porque santa nunca fui
Santa no soy y no seré
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca sabe hacia donde ir?
Si me equivoco, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Hasta que regrese a ti
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca ha dado el corazón por ti?
No me entiendas, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Porque santa nunca fui
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca sabe hacia donde ir?
Si me equivoco, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Hasta que regrese a ti
Y dónde queda la parte de mí
Que nunca ha dado el corazón por ti?
No me entiendas, solo ámame
Déjame, búscame, quédate
Porque santa nunca fui
A mitad de la canción, vio como Ibrahim se secaba las lágrimas y se marchaba. A ella le costó no hacer lo mismo, cada que cantaba sentía el nudo crecer en su garganta.
Al terminar y tener la oportunidad, se acercó a Lupe que estaba junto al Dj y la abrazó, permitiéndose derramar unas cuantas lágrimas en su hombro asegurándose de que nadie más la viera.
Cuando se calmó, se dirigió a su habitación encontrándose a Jhonny en los pasillos, al parecer había regresado del viaje de negocios que tuvo que hacer de improviso.
—¡No puedo creer que lo hayas hecho!
—Apuesto que no eres el único
—¿Por qué hiciste eso?
—Porque me provocó, estaba harta de él —respondió seria.
—Eres cruel, ¿sabías? —No pudo evitar el tono hiriente, pues verdaderamente pensaba que se había pasado.
—No eres el primero en decírmelo —Se encogió de hombros, restándole importancia.
—¿Te dolió terminar con él, verdad?
—¡Claro que no! Si solo dirás tonterías, ve a fastidiar a alguien más —Reyna estaba dispuesta a irse pero él la detuvo.
—¡Espera! Tengo una sorpresa para ti y un regalo para tu hermana.
—¿Cómo sabes de mi hermana? Estabas de viaje.
—Me enteré de que te gusta cantar e invité a un amigo mío, dueño de una disquera, que está interesado en ti, ¿qué te parece? —Jhonny sonreía, ignorando completamente la pregunta de Reyna.
—¡¿En serio?!
—Aquí está su tarjeta. Te llevaré mañana a tu cita con él.
—¿Y cuál es el regalo para Yancelis? —A pesar de todo, no pudo evitar sentirse emocionada por la noticia.
—Tengo tres entradas para un concierto infantil sobre hielo, es este domingo. Van a estar Mickey, Peppa pig, las princesas y esos muñequitos.
—Entonces mañana hablamos con el productor y el domingo vamos al concierto. ¡Gracias! —Reyna lo abrazó con euforia y se fue a su habitación, esto le había devuelto un poco de emoción.
Eustaquia y Yancelis estaban dormidas, así que con sumo cuidado cerró la puerta y se puso a llorar. ¡No podía creer que Ibrahim le haya hecho eso!
Ella cambió por él, dio lo mejor de sí misma, incluso llegó a humillarse por él.
—¡Te vas a arrepentir! ¡Juro que te vas a arrepentir! —Se secó las lágrimas y bajó a bailar, quería olvidarse de todo.
O0O0O0O0O0O0O
Una vez que empezó a sentirse cansada, fue a su habitación, no tenía estabilidad y sentía como todo le daba vueltas. Claro que antes de regresar, compró una botella de vodka y se dispuso a tomársela en un rincón de su cuarto hasta quedarse dormida de la borrachera.
Desde que había salido huyendo de la fiesta, se encerró en su cuarto. No podía creer como había cambiado todo, resulta que ella jugó con él, solo fue una apuesta, no significó nada, todo lo que le dijo era mentira.
¡Se sentía como una mierda! Y lo peor de todo esto, es que muy en el fondo, él sabía que se lo merecía.
En toda la noche, lloró y se ahogó en su desdicha; sus amigos se cansaron de tocar la puerta o de intentar abrirla, pero había atravesado el armario, no quería ver a nadie. Esa niña rompió su corazón sin importarle nada.
En un arranque, rompió varias cosas que estaban sobre su buró, entre esas, el marco en el que estaba la foto de su padre, junto a la que se arrodilló y lloró, pidiendo perdón por las cosas que había hecho mal. Se podía decir que sacó toda la miseria que llevaba dentro.
¡Hola a todos! ¿Cómo están? He aquí el tan esperado capítulo. ¿Qué les pareció? Me alegra saber que hay 509 lecturas. ¿Creen que fue justo lo que Reyna hizo? ¿Creen que se lo merecía? ¿Las cosas se arreglaran? ¿Podrán perdonarse? Todo esto y más en el próximo capítulo, bye.
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