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II - Existe Un Secreto

Ibrahim estaba esperando los resultados junto con los demás, en el mismo salón donde presentaron el examen. Entró una señora morena de ojos cafés, de unos 45 años aproximadamente, dio los buenos días y se presentó, su nombre era Helena Ríos y sería la encargada de dar los resultados.

—María Barreto, reprobada; Hilda Méndez, aprobada; Arianna González, reprobada; Alejando Fuentes, reprobado; Cristian Pérez, aprobado; Ibrahim Arango, aprobado —Y así siguió nombrando a cada uno.

A Ibrahim se le formó una sonrisa enorme en el rostro, lo logró. ¡Consiguió lo que quería! Una vez dentro de ese internado, todo sería más fácil, solo le quedaba poner todo su empeño y concentración en la hijita consentida de papi.

En lo que les informaron que podían salir, se dirigió a la que le asignaron como su habitación, la cual compartiría con José Ledezma, Diego Álvarez y Cristian Pérez; este último, si mal no recordaba, presentó la prueba con él. Esperaba que ninguno de ellos fuera arrogante o problemático.

Una vez que se instaló, quiso esperar a sus compañeros pero no tenía tiempo que perder y no sabía que tanto podrían tardar, así que fue a hacerle una visita a su nuevo juguete y ver que podía adelantar desde hoy.

Caminó y caminó pero no supo ubicarse, se vio en la necesidad de preguntarle a una muchacha que estaba parada en el pasillo, era morena y un poco pasada de peso pero parecía muy simpática.

—¡Hola! Me llamo Ibrahim, un gusto —Le extendió la mano y ella la tomó nerviosa—. Disculpa pero soy nuevo y no me ubico bien, estoy buscando a una amiga, su nombre es Reyna Castillo, ¿sabes dónde puede estar?

—Es ami-ga mía, deb-e estar en el cu-arto. Tie-nes q-ue seguir por e-se pasillo, gi-rar a la izquierda en la prim-era puerta, subes las escaleras y ca-minando derecho vas a ver l-a puerta que tiene su nombre.

—¡Muchas gracias! ¿Y tu nombre es? —preguntó por educación, pero la muchacha le hizo un ademán con la mano despidiéndose, y se fue.

Si no es porque prestó mucha atención y que es bueno para recordar direcciones, se hubiera perdido. Ese internado parecía el verdadero laberinto, tenía infinidad de pasillos, salones, escaleras, etc.


Un par de minutos después

Encontró la puerta y tocó tres veces pero no recibió respuesta, así que entró y recorrió con la mirada todo el cuarto, al parecer estaba vacío. Sin embargo, escuchó que alguien cantaba desde el segundo piso, no era difícil reconocer la voz, era ella, su canto era el de un ángel.

—Tienes una voz muy hermosa. ¿Esa canción la escribiste tú?

La vio asomar su cabeza y al verlo, su cuerpo pareció relajarse, no entendió realmente su expresión pero no le dio importancia.

—Eres un mal educado, ¿no sabes tocar la puerta o qué? Además, ¿a ti que te importa si la escribí yo o no? Lo único que te debería importar, es si pasaste el examen, cosa que dudo —De estar aliviada, pasó a verse molesta.

—Pues justamente venía a darte la buena noticia de que aprobé el examen, ya estoy en este internado... y te tengo otra sorpresa bombón —dijo con una sonrisa burlona—, probablemente esté en tu mismo salón.

—¡No te soporto! ¿Qué haces aquí? ¡Lárgate de mi cuarto! —Al ver que no tenía intención de moverse, gritó—: ¡¿Eres sordo o qué te pasa?! ¡Te dije que te largaras!

—Está bien bombón, no te molestes que te ves muy fea. Yo me voy pero no te dejaré tranquila tan fácil, y por favor, no me vuelvas a gritar, no suelo tener paciencia —La sonrisa de aparente calma que adornaba su rostro, daba miedo.

—Te equivocas si crees que vas a amenazarme ¡Yo no te tengo miedo! —afirmó Reyna desafiándolo con la mirada. Ibrahim suspiró y se metió las manos en los bolsillos del pantalón.

—Mejor me voy. Nos vemos mañana —Y salió dirigiéndose a su habitación.

—Púdrete y olvídate de mí, imbécil —respondió asegurándose de que él la escuchara antes de salir.

No le gustaba para nada la actitud que tenía Ibrahim, era innegable que imponía y que con aquella expresión con la que la amenazó, llegó a causarle cierto miedo, pero no se iba a dejar intimidar. Sacó valor de la rabia que sintió en ese momento y le dio cara.

Después de calmarse un poco, se bañó, habló un rato con Vico y Carmen quienes regresaron hace unos breves minutos; no mencionó algo de Ibrahim para no amargarse el rato ni amargar a sus amigas.

Se fueron a dormir luego de un rato, ya que mañana debían asistir a una reunión que realizará el director para que todos conocieran a sus nuevos compañeros; la verdad es que les daba flojera ir pero era obligatorio.

Reyna no sabía que era exactamente lo que pasaba, reconocía que Ibrahim había llamado su atención, pero después de lo de esta tarde, no podía siquiera pensar en tenerlo cerca; sin embargo, no hacía más que pensar en él.

Aunque fue algo breve, alcanzó a ver la sorpresa en su rostro luego de que lo enfrentara, y quiso saber el por qué de su insistencia con ella, supuso que por lo mismo que todos, su físico y su dinero.

Se dispuso a dormirse cuando vio que ya pasaba de la media noche. Debía descansar y esperar hasta mañana, tal vez y ni siquiera le tocaba estudiar en el mismo salón que él, pero de lo contrario, ya pondría en su lugar al machito ese.



Desde que salió de la habitación de Reyna, no dejó de reprenderse por el arranque que tuvo, la amenazó sin poder evitarlo, y ella no se quedó callada, lo enfrentó sin ningún tipo de miedo. Ya le había sorprendido bastante el hecho de que no se pusiera a gritar como una loca histérica al verlo en su cuarto, pero ¿que lo enfrentara? ¡Era más de lo que esperaba!

Debía reconocer que tenía agallas, o que estaba loca; después de todo, él era un desconocido, pero poco le importó.

Ahorita descansaba en la que terminó siendo su cama, acuerdo al que llegó con sus compañeros de cuarto, con quienes estuvo hablando un rato, le parecían buenos muchachos.

Estaba exasperado, llevaba más de una hora intentando dormir pero no podía, no dejaba de pensar en Reyna, de analizarla, de recordarla.

Mañana mismo pondría en marcha su siguiente paso, ahora ya tenía acceso a ella y estaba seguro de que no le tomaría mucho tiempo lograr lo que se proponía.


Al día siguiente

Todos los alumnos de primer año de secundaria, estaban reunidos en un salón esperando a que el director llegara. Esa aula era idéntica a la anterior, sólo que en vez de tener tres ventanas, tenía cuatro.

Para Ibrahim no pasó desapercibido el hecho de que Reyna no estaba, «Seguro se quedó pegada a las sábanas», pensó él.

Como si la hubiese invocado, ella apareció llamando la atención de todos, algo entendible tomando en cuenta que tenía puesta la falda negra un poco más arriba de lo reglamentario, esas botas de tacón que la hacían ver más alta y la camisa blanca manga larga pegada a su abdomen plano, con los dos primeros botones desabrochados dejando a la vista el inicio de su pecho que para tener doce años, estaba bastante bien.

¡Esa chica podría despertar deseo sexual en cualquiera!

Ibrahim salió de sus pensamientos obscenos, cuando vio que ella se sentó al lado de su amiga, la misma que ayer le había indicado como llegar a la habitación; pero no fue eso lo que llamó su atención, sino que el muchacho sentado detrás de ella, la violó con la mirada y le dijo algo en el oído, que ella ignoró.


30 minutos después

Llegó el director, le asignó las secciones y el salón a cada uno; y sin más, se retiró excusándose con que tenía otros asuntos que atender, al parecer era su costumbre retirarse así.

Para suerte de Ibrahim y desgracia de Reyna, tocaron juntos.

Todos empezaron a salir del salón apenas pudieron, algunos se fueron con su grupo de amigos a la cafetería, a encerrarse en su cuarto y otros a la biblioteca.

Ibrahim iba a ir a la cafetería para saber donde quedaba, pero se detuvo a mitad del pasillo cuando vio a Reyna tratando de alejarse del mismo tipo que le dijo algo en el oído; este la agarraba del brazo y le dio rápidamente un beso en la mejilla, ella lo miró con asco y se limpió el beso en un movimiento brusco; él en cambio, la miró lujuriosamente y se fue.

Ibrahim aprovechó para acercarse mientras ella guardaba un libro en su casillero, distraída.

—Hola bombón ¿Cómo estás? Parece que no muy bien con la compañía que tenías hace un rato —Se recostó en el casillero junto a ella.

—¡Si eres fastidioso! Parece que no tuvieras vida propia ¿Qué haces espiándome? A ti no debe molestarte lo que yo haga con Gabriel ¿Me vas a decir que estas celoso? —respondió con una sonrisa burlona.

—¡Si! ¡Lo estoy! Me da mucha rabia saber que él te dio un beso cuando yo de broma puedo hablarte —Aprovechando la sorpresa que provocó en ella, la besó.

Al sentir como le correspondía, lo intensificó aún más. Sus lenguas tenían una guerra, una danza de la cual, sólo ellos conocían el ritmo.

Él la agarró de la cintura y ella le rodeó el cuello con sus brazos. Ambos estaban perdidos en los labios del otro, en las sensaciones que los recorrían; ninguno había experimentado algo así en sus vidas.

Pero como nada dura, Reyna empezó a forcejear y a apartarlo; él cedió aunque no quería hacerlo, estaba disfrutando ese beso y bien sabía que ella igual.

Lo siguiente en escucharse, fue una cachetada sonora, ella lo había golpeado de manera fuerte y certera.

Cuando Ibrahim iba a reclamarle, la vio con los ojos llorosos, estaba asustada. Se sintió culpable y quiso abrazarla, pero al intentar acercarse, ella retrocedió un paso y decidió no insistir.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estas así? ¿Por el beso? —preguntó preocupado por el estado en el que ella estaba.

—Solo te dejaré bien en claro que no quiero que te acerques otra vez, eres lo peor que puede existir ¡No quiero que me toques más nunca! ¡Olvídate de mí! —Cerró su casillero de manera estrepitosa y se fue a su habitación.

Ahí quedó Ibrahim, parado como un idiota a mitad del pasillo preguntándose que fue lo que hizo mal. Ahora resulta que lo odiaba, pero bien que le había correspondido el beso.

Se fue a su habitación y ahí se quedó toda la tarde, haciendo nada. Al ver que pasaban de las 7:00 p.m y sus compañeros no llegaban, decidió llamar a su tío, se había olvidado de llamarle antes, debía estar como loco por no tener noticias suyas.

Marcó el número y dos tonos después, atendieron:

—Hasta que por fin llamas ¿Acaso te olvidaste de que existo? ¿Sabes lo preocupado que he estado desde ayer?

—Se me olvidó llamarte. No te preocupes que todo está bien. Quedé como becado, comparto habitación con otros tres muchachos y mañana comenzaré las clases —explicó Ibrahim levantándose de su cama.

—¿Y viste a la muchacha?

—¡Si! La conocí ayer y... la besé hoy —Dudó al decirlo pero era el único a quien podía confiárselo.

—¡¿Qué?! ¿Tan rápido? Ibrahim, no te apresures —Le aconsejó Jean Carlos suspirando.

—¿Qué importa si voy rápido? Así me ahorro tiempo —dijo de mala gana—. Pero me apartó y... me abofeteó —Se acarició su mejilla inconcientemente, recordando ese momento.

—¿En serio? ¿Por qué? ¿La besaste a la fuerza? —preguntó empezando a molestarse, pues eso si no iba a permitirlo.

—Al principio ella cedió pero después quiso apartarme, lo hice y me golpeó —Sentía un mal sabor en la boca al decirlo, no estaba del todo seguro del por qué.

—¡Si te vas a vengar, haz las cosas bien! No puedes forzar a esa chica ¿Qué esperabas que hiciera? Por lo menos sabe defenderse —Se sintió un poco mejor al ver que esa chica no le iba a poner las cosas tan fáciles a su sobrino, le daba tiempo de hacerlo cambiar de opinión.

—¡No empieces! Me voy a dormir, mañana será un día largo. Hablamos después, chao —No esperó respuesta, colgó apenas terminó de hablar.

Intentó dormirse, pero Reyna seguía dándole vueltas en la cabeza y provocando que se hiciera mil preguntas

—Quizás resultes ser todo un reto —dijo sumido en sus pensamientos.

Sin embargo, no se iba a dar por vencido, sabía que podría lograrlo.

Sus compañeros llegaron unos minutos después pero se fingió dormido para evitar hablar con ellos, no tenía ganas de interactuar con nadie.

No tardaron mucho en caer en los brazos de Morfeo, aunque los otros más rápido que él.



Reyna estaba acostada, triste y pensativa, no podía sacarse a Ibrahim de la cabeza, tenía en mente el beso que se habían dado esta mañana, fue tan intenso y placentero, casi perfecto.

De no ser por sus malditos recuerdos, ella hubiese podido disfrutar plenamente. Sin embargo, con lo que pasó no podía permitir que se repitiera de nuevo.

Debía evitar que él dijera algo, no quería poner en riesgo su secreto; debía mentalizarse que no permitiría que pasara de nuevo.

Intentando hacerse a la idea, no logró pegar ojo en toda la noche.








¡Hola a todos! ¿Qué les parece? ¿Cómo creen que va la historia? ¿Cuál creen que sea el secreto que esconde Reyna? Eso se sabrá más adelante, por ahora disfruten del capítulo, espero les guste.

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