Extra: padres
Alguien que no conocía, quien se movió hacia Magnus justo cuando el brujo recostó a Livvy en la larga mesa. Era un hombre joven de la edad de Jace, con el cabello oscuro que lucía como si se hubiera dormido en él y no se había molestado en cepillarlo. Llevaba un suéter lavado y pantalones vaqueros. Miró fijamente a Magnus. -Despertaste a los niños, dijo.
-Alec, aquí tenemos una especie de emergencia -dijo Magnus.
Así que este era Alec Lightwood. De alguna manera Kit había esperado que pareciera mayor.
-Los niños pequeños que están despiertos también son una emergencia, -dijo Alec. -Sólo digo.
(Lord of shadows)
* * *
Otro extra por el día del padre, ya saben qué hacer, lean o esperen al siguiente...
* * *
[Extra: padres]
Era una mañana como cualquier para los dos brujos en Brooklyn, excepto que para los mundanos era el día del padre y eso, inevitablemente, los hacía recordar a aquellos que ya se habían ido: Alec y Rafa.
Estaban sentados en el sofá, en silencio, habían regresado apenas unos días atrás de su viaje por el mundo para ayudar a Magnus en su duelo. Max, poco a poco, fue acercándose a su padre, hasta recostar su cabeza en el hombro de él. Suspiró feliz cuando Magnus empezó a acariciar, casi inconscientemente, su cabello azul.
-¿Estás bien? -preguntó Magnus, preocupado por su hijo.
-¿Sabes qué día es?
-Domingo -contestó medio en broma, aunque bien sabía a lo que Max quería llegar.
Él se giró para enfrentarse con los ojos de gato, verde dorado, de su padre. Había ahí tristeza, seguramente un reflejo de los suyos. -¿No los extrañas? -preguntó, en un susurro, volviendo a la posición de antes, esperando que Magnus reanudara sus caricias.
No importa cuántas décadas, o siglos, tuviera. Max siempre sería su bebé. Su pequeño Arándano.
-Siempre lo hago -dijo, con sinceridad, Magnus.
-¿Cuál es tu recuerdo favorito? -Max sentía ganas de llorar, pero empezaba a quedarse adormilado con las caricias de Magnus. Quiso preguntarle si estaba haciendo magia en él, pero ya no pudo...
Lo último que escuchó fue: -Aquel día en el parque de atracciones. Con ustedes pequeños, en nuestros brazos...
Max se durmió sobre Magnus, ya no era un niño, como el de aquel recuerdo, pero él siempre buscaría protegerlo, evitarle cualquier dolor siempre que pudiera.
Siguió acariciando a un Max, ya adulto, durmiente. Mientras recordaba aquel día.
<<Max seguía siendo un bebé, en sus brazos, adormilado. Justo como ahora, con una pequeña estrella dibujada en su mejilla. Era su adoración ese pequeño brujo que, por supuesto, que sí podían amar.
Magnus había visto sus ojitos azules brillar emocionados, al ver las luces de los juegos mecánicos, había escuchado sus balbuceos y sentido sus manitas en su rostro, cuando vio los algodones de azúcar y, claramente, quería uno y no sabía cómo pedirlo.
Alexander, su Alec, casi había llorado de emoción al ver su enorme sonrisa cuando le compraron uno y Max lo abrazó gustoso.
Eran una familia feliz. No podían pedirle más a la vida. Se amaban y tenían dos hijos hermosos.
Rafa había jalado el pantalón de Alec, haciendo que él se agachara para escuchar su aún tímida voz diciendo: -Yo también.
-¿También quieres un algodón? -preguntó Alec, con dulzura, acariciando el dibujillo que tenía en su mejilla y que él no reconocía. ¿Era un ratón?
Rafa asintió efusivamente. Y Alec lo alzó en sus brazos. -¿Qué color?
-¡Amarillo! -gritó, para después esconder su rostro en Alec y susurrar: -Como el dibujo de papá Magnus.
Susurro que Magnus escuchó por supuesto. Se acercó a ellos, aún con Max en sus brazos, feliz, arrancando pedazos de algodón, y dejó una caricia en el cabello de Rafa que salió de su escondite para mirarlo.
Magnus le sonrió mientras pedía otro algodón, amarillo, con brillos de su magia, para Rafa.
Y otro más para compartirlo con Alec, entre besos, cuando sus hijos por fin se durmieran.
Dejó un beso en los labios de Alec cuando iban ya de salida, uno con cada uno de sus hijos dormido en sus brazos.
-Aku cinta kamu, Alexander Lightwood de Bane.
Y Alec sonrió como nunca lo había hecho, totalmente pleno y feliz. -También te amo, Magnus Bane de Lightwood. Me lo has dado todo en la vida, amor, seguridad, un hogar, una familia. Eres mi sueño hecho realidad.
Magnus se apresuró a quitarse una lágrima. -Ustedes son mi sueño, Alec.
Alec se las arregló para tomar a Magnus de la mano y entrelazar sus dedos, mientras abrazaban a sus hijos con sus brazos libres.
No se soltaron para nada, hasta llegar al loft, dejar a sus hijos en sus habitaciones, y amarse hasta el amanecer bajo las sábanas de su cama compartida desde hace ya algún tiempo.
Caminaron hasta el loft, para que Magnus no tuviera que hacer un portal.>>
Con esas imágenes en su cabeza, Magnus se quedó dormido con su hijo en brazos. Sin saber que la vida les daría una segunda oportunidad de disfrutar a Alec en sus vidas.
Un nuevo comienzo...
CONTINUARÁ...
¡Gracias si decidieron leer! ❤
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