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Extra: Magnus

Dios mío, yo te ofrezco mi dolor:
¡Es todo lo que puedo ofrecerte!
Tú me diste un gran amor, un solo amor,
¡un gran amor!
Me lo robó la muerte
…y no me queda más que mi dolor.
Acéptalo, señor;
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!
(Amado Nervo)

* * *

EXTRA: accidente de Magnus.
(Ya saben qué hacer si no les gustan los extras. Y gracias a los que lo lean)

* * *

Rafael Lightwood Bane murió joven. Tenía 40 años.

Alexander Gideon Lightwood Trueblood vivió hasta los 85. Hasta el último suspiro se lo dedicó al amor de su vida, a Magnus Bane.

Alec había sufrido la muerte de uno de sus hijos, él ya estaba en su sexta década cuando eso sucedió, ya no era joven, y aun así tuvo que ser un doble pilar, para Max y Magnus.

Fue la primera persona que la mortalidad le quitó a Max, aunque a ella le siguieran varias…

Alec ya sabía lo que era que la muerte se llevara a sus seres queridos. Él era un cazador de sombras, no muchos llegaban a viejos, los shadowhunters sabían que en cualquier momento podían no regresar ellos o algún familiar. Pero nada lo preparó ni se comparó a la muerte de SU hijo.

Magnus hubiera querido ser de más ayuda, un apoyo para su hijo y su esposo, pero no pudo. Había visto morir a muchas personas, cazadores y subterráneos. Y muchos de ellos, Will, Ragnor, Rapahel, le dolieron, demasiado.

Pero la muerte de uno de sus hijos lo desgarró completamente. Pudo sentir con una parte de él salía para no volver cuando aquella noche le avisaron que Rafa había muerto, asesinado por un demonio, y él no pudo hacer nada…

Ni él ni Max, lo que sólo hizo que al dolor se añadiera la culpa. ¿de qué servía su magia si no pudieron salvar a Rafa?

Alec tuvo que lidiar con su dolor, con el pedazo de su corazón que murió ese día junto con su hijo, y con el de ellos dos, repitiéndoles incontables veces que estaba bien llorar, sacarlo todo, que podían derrumbarse y él estaría ahí, que no era culpa de ninguno, no había nada que pudieran hacer.

* * *

Cuando Alec estaba en su séptima década, ya cerca de los ochenta, murió Jem. Y Magnus no pudo apoyar tampoco a su amiga, no pudo estar para ella como cuando lo de Will, porque la salud de Alec ya no era la mejor. Y él tenía miedo de serpararse de su nephilim y no volver a tiempo.

Fueron días, semanas, meses, años tormentosos, pasando noches en vela, diciéndose que él podía, por Max, sería fuerte por Max, pero después volteaba y veía a su Alexander, su cabello blanco, su hermosa piel, pálida, llena de runas, había dejado de ser lisa hace tiempo, pero para él seguía siendo hermoso, el más hermoso, el amor de su vida, de su existencia.

Lo veía dormir, su pecho bajar y subir suavemente, cada vez más lento… Y entonces era consciente de que no podría. No quería una vida después de él, sin despertar y ver cada día esos ojos azules, tan azules, tan brillantes, porque ni el tiempo pudo robarles ese brillo único que enamoró a Magnus desde la primera vez que los vio en aquel restaurante, aunque estaba tan ebrio que no lo recordaba… *

Así que una de esas noches lo buscó: el libro blanco. Era su salida, una salida cobarde, pero no importaba. No después de Alec.

Ocho décadas y un lustro, el corazón de Alec se detuvo después de ese tiempo. Y no, no estaba listo, nunca lo estaría.

Alec se despidió en privado de Max y después pidió lo mismo con Magnus, él nunca olvidaría sus palabras:

<<Prométeme que no me vas a olvidar, sé que es difícil porque vivirás eternamente, pero prométeme que me recordarás aunque tengas que recurrir a algo tan mundano como una fotografía o a tu magia para hacerlo. Pero, sobre todo, promete que vas a vivir, que no intentarás alcanzarme del otro lado, porque en realidad no sabemos si hay un después de esta vida. Intenta volver a amar, porque tu corazón no merece estar solo. Porque, si de verdad hay otra vida, yo estaré siempre esperando verte sonreír…>>

Magnus se aferró a él, al cuerpo de su amado esposo, ocultó su rostro en su pecho, intentando acallar los sollozos y detener sus lágrimas. No podía prometer eso, pero lo hizo, lo hizo para que su ángel se fuera en paz.

Y sus ojos celestes se cerraron, frente a él, lo último que vieron fue a él, su corazón dejó de latir a la par, su último latido para él. Para Magnus Bane.

* * *

No es que la muerte de Rafa no le haya dolido, por supuesto que sí, desgarró su alma, dejó una herida abierta en su corazón, una que nunca cerraría… Pero la partida de Alec se sintió como si tomaran directamente el corazón de su pecho y lo arrancaran de cuajo.

Fue como morir en vida, sin volver a sentir nada más que un vacío enorme. Un vacío donde antes hubo un corazón. Un vacío en su cuerpo, porque su alma se fue con Alec. Un vacío en su cama, ahí donde antes había un cuerpo cálido y ahora había sólo frío. Un frío que se instaló en Magnus y no se quitaría hasta un siglo después, pero eso él no lo sabía…

Tessa, Catarina y Max dormían con él. ¿Qué tan egoísta fue apoyarse en su hijo, en vez de dejar que se apoyara en él?

No lo dejaron solo ni un momento, ni uno. Pasaron años, años en los cuales se turnaban para pasar las noches con él y Tessa siempre accedía a regalarle la ilusión de su nephilim a su lado, hasta que un día Magnus les pidió dejarlo solo, quería acercarse lo más posible a los restos de su esposo.

Y no era del todo mentira, quería…despedirse, pedirle perdón, y prometerle que pronto volverían a estar juntos.

Se despidió de Cat y Tessa, y de Max con un fuerte abrazo, sintiéndose algo culpable por dejarlo,  pero habían sido los peores años de su vida y ya no podía más.

Ellos tres dijeron que aprovecharían para dar una vuelta por la ciudad, ya que habían tomado la decisión de viajar por el mundo para distraer al Magnus, y partirían al día siguiente.

Alec no había muerto en batalla, así que le fue permitido ser enterrado fuera de la ciudad silenciosa, lo que hizo posible que Magnus, siendo un subterráneo, visitara sus restos.

Fue a su tumba la que pensó sería una última vez, lloro recordando tantos años juntos, buenos y malos momentos, habló en voz alta, como si Alec pudiera escucharlo, aunque no recibiera respuesta. Y después de un “Aku cinta kamu”, volvió al loft a prepararlo todo.

Era lo que Camille le había propuesto a Alec, era lo que Asmodeus quería: quitarle su inmortalidad. Dejar caer de golpe los siglos en él para dejar de existir. Ahora lo aceptaba, lo quería.

Leyó una última vez el hechizo, una de las opciones era invocar a un demonio, en otra había un conjuro. Pero una pócima le pareció lo más práctico. Y así lo hizo.

Sólo debía beber hasta la última gota y volvería a reencontrarse con su amado nephilim.

Quedaba poco, sólo un poco más y estarían juntos para siempre. Cerró los ojos un última vez antes de acabársela por completo, y entonces su ángel apareció en sus pensamientos, sus ojos azules mirándolo con reproche y dijo sólo dos palabras que hicieron que la pócima cayera al piso justo cuando la puerta del loft se abría: -Lo prometiste.

Max, Tessa y Cat habían querido facilitarle el trabajo después de eso y matarlo. Pero, en cambio, hicieron aquel viaje que duró décadas.

Y Magnus nunca lo aceptaría, porque él NO había querido suicidarse, era Magnus Bane, el gran brujo de Brooklyn, fue sólo un error con una pócima, un accidente…

CONTINUARÁ…

Bueno gracias a quienes leyeron, lo siento si fue triste… Aunque creo que no fue tanto, ¿o sí? 🙈
Sigo mañana con el día 16, volviendo a Alec…

*No sé si han leído ese extra de Cassie, donde Magnus ve a Alec por primera vez (antes de la fiesta de Presidente), si no creo que por ahí tengo en link, pueden pedírmelo o buscarlo Ustedes 😉

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