Día 13 (¿final?)
Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.
(Mario Benedetti)
* * *
[Día 13]
POV MAGNUS
Ayudo a Alec a sentarse y él empieza a renegar, diciendo “Yo puedo solo, Magnus”, aunque veo sus mejillas colorearse levemente.
-Lo sé, querido. Pero quiero hacerlo…
-No me llames así –su cara pasa de rosa a rojo intenso, y entonces cambia de tema: -No contestaste a mi pregunta…
Empiezo a ponerme nervioso de nuevo. Magnus Bane nervioso. Una de las pocas personas que siempre ha tenido ese efecto en mí es Alexander, incluso en esta vida en la que él no sabe que tiene poder alguno sobre mí. -¿Cuál de todas?
De repente, sin saber la razón, Alec sonríe, pero es una sonrisa triste. Sin necesidad de ver sus ojos, ocultos tras esas malditas gafas, sé que está perdido en sus pensamientos. Veo como sus manos se juntan, presionándose entre ellas, avanzando sobre la mesa y, ya que esta es pequeña, llegan casi hasta mí. Pero no se quedan ahí, se alzan como si quisiera tocar algo…
-¿Estás bien, Alexander? –le pregunto un poco preocupado, tomando sus manos con una de las mías. Él las retira al instante y su rostro arde. Pero no me afecta su rechazo, no como antes, veo como sus labios se fruncen, está preocupado, arrepentido, y no sé qué más emociones se reflejan en su rostro que siempre fue un libro abierto. Eso no ha cambiado.
-¿Cómo sabes que amo el café? –me pregunta con voz rota.
Una voz que me hace querer abrazarlo y asegurarle que todo estará bien, pero aún es muy pronto y no quiero asustarlo. No ahora que parece soportar más mi cercanía. –Todos aman el café, supongo –le contesto después de un momento-. Sobre todo si un tipo problemático, con el corazón roto, te saca de la cama a las siete…
Esas hermosas mejillas suyas vuelven a ser rojas, sacándome una sonrisa. Si tan sólo supiera lo que provoca en mí sin pretenderlo. -¿Pedimos ya? –me pregunta tal vez algo nervioso.
-Claro, querido –lo veo hacer una mueca y se me escapa una carcajada.
-¿Te burlas de mí?
Hago una seña al mesero y pido por los dos, ignorando de momento su pregunta. Cuando se va, vuelvo mi mirada hacia un Alec visiblemente molesto. –No me burlo, Alec. ¿Por qué piensas eso?
-N-no me gusta que me llames así –me dice con un puchero que estoy seguro hace sin darse cuenta. ¡Ah! ¿Cuánto más seré capaz de resistir sin besarlo?
-¿Cómo? ¿Alec? –le pregunto un poco confundido-. Es tu nombre…
-Sí, quiero decir ¡no!, me refiero a… lo otro –dice las últimas palabras bajando la voz.
Ay, mi Alexander. Me recuerdas tanto a aquel shadowhunter inseguro y huraño que no quería aceptar que alguien podía sentir algo por él y no por su hermana o su parabatai.
POV ALEC
-¿Te molesta que te llame querido? –por su voz sé que sonríe aunque intente no hacerlo.
-C-claro que me molesta -¡demonios! Al menos debería hacerlo, debería molestarme y no llenarme el estómago de sensaciones raras, incómodas y placenteras-. Te he dicho ya varias veces que no lo hagas y me ignoras…
-Basta, Alexander, basta –una de sus manos encuentra una de las mías y empieza a acariciarla-. Son las siete de la mañana, Alec, no puedes estar de tan mal humor tan temprano…
-No estoy de mal humor –le contradigo intentando, no realmente, quitar mi mano, alejarla de su piel tan suave contra la mía, enviando pequeñas corrientes eléctricas que no deben ser nada normal…
-¿Entonces eres así de amargado siempre? –me pregunta con una risita.
Mi ceño se frunce y por fin retiro mi mano. Y me enojo conmigo cuando empiezo a extrañar su calor y casi tengo que obligarme a no buscarla de nuevo. –No soy amargado, Magnus. ¿Sabes? No sé por qué te aguanto…
-Oh, porque soy irresistible, Alec…
Mi cara estoy seguro que se pone de un rojo imposible y empiezo a balbucear incoherencias. Afortunadamente soy salvado por el mesero.
POV MAGNUS
Llegan los cafés y los hot cakes. Empiezo a comer sin quitar mi mirada de Alec. -¿Necesitas ayuda?
-N-no –me dice inseguro-. No es eso…
-¿Entonces?
-Es que…hace años no probaba uno de esos –me regala una sonrisa triste que estruja mi corazón-. Desde que Max estaba con nosotros…
-¿Max? –por un estúpido momento creo que habla de nuestro hijo.
-Mi hermanito –me dice sin borrar su sonrisa.
-¿Quieres hablar de eso, querido?
Él suelta una carcajada alegrando completamente mi día, y por empezar así mis días sería capaz de despertar siempre tan temprano…bueno tampoco siempre…
-Ay, Magnus –dice llevándose un pedazo a la boca. Veo como su rostro se suaviza y empieza a disfrutar del sabor dulce-. Uumm…
Comemos un momento en silencio, en realidad él come y yo lo observo embelesado completamente. Se ve tan feliz, por primera vez en estas casi dos semanas lo veo de verdad ser libre y feliz.
-¿Quieres contarme algo hoy o me verás todo el rato? –pregunta de repente sacándome de mis pensamientos-. Creo que no te conviene si sólo me invitas el desayuno y no pienso reponerte el día.
Mi cara empieza a doler y mi sonrisa ya parece permanente. –Lo vales, Alec, lo vales completamente. Me gustaría contarte alguna otra historia mía…
-¿Otro corazón roto? –pregunta con la taza de café rozando sus labios.
Cuando la retira queda algo de espuma sobre su labio superior y, sin pensarlo, me estiro sobre la mesa y la retiro con uno de mis dedos. –Algo así… Un amor que tal vez pueda recuperar…
Él se congela un momento, su cuerpo se tensa pero después se relaja y no se aparta. –Ah… Aamm.. M-me a-alegra p-por ti…
POV ALEC
<<Un amor que tal vez pueda recuperar…>>
Claro que sí, Magnus disponible era muy bueno para ser verdad. Antes de que pueda decir algo más su teléfono empieza a sonar, él se disculpa y se aleja para contestar. ¿Por qué no contesta aquí?
Empiezo a removerme incómodo en mi lugar, no me gusta sentirme así, molesto porque alguien le llama y no contesta frente a mí, o simplemente porque alguien le llama…
-Perdón, Alec, tengo que irme –me dice cuando vuelve-. Disculpa estos días, espero pronto volver a la normalidad.
Una mezcla entre suspiro y gruñido sale de mí, sorprendiéndonos a ambos. –No hay problema, Magnus. No estás obligado a ir. No es como que tienes que ir los treinta días, en cualquier momento puedes decidir dejarlo… -no debería dolerme la sola idea de que eso suceda. Y lo hace.
Su mano toma la mía, podría acostumbrarme a eso, y me hace levantarme. –Eso no pasará, querido. Si tú quisieras me tendrías no sólo por treinta días…
Mi cara arde otra vez. A esto nunca me acostumbraré. –Ah, no digas tonterías, Magnus. Vámonos ya. Tomaré un taxi para que no pierdas tiempo…
-Claro que no. Te llevaré a casa. Y… ¿crees que pueda llamarte más tarde? Este tiempo me parece insuficiente, pero de verdad debo irme…
CONTINUARÁ…
Este podría ser mi día más largo si lo sigo. Me gustaría porque sus llamadas me parecen tiernas :3 y no pude meter nada de Max, pero no sé… Lo pensaré…
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