4. Evitando lo inevitable
Dos pájaros se encontraron de manera inesperada, ellos se miraron a los ojos durante un momento y ninguno retiraba la mirada, uno diría a simple vista que se estaban diciendo muchas cosas aún que nadie dijera nada.
Pero uno de esos pájaros se dio cuenta que el otro no estaba viendo realmente, él no podía ver, pero ¿Por qué se sentía tan genuina esa mirada de aquel pajero que no veía?
Ethan
Sábado por la mañana, siempre me ha resultado aburrido el fin de semana, no hay trabajo, estoy solo en esta casa.
Normalmente Mateo siempre viene a mí por cosas de trabajo o mejor dicho a "revisar que esté bien" odio que haga eso, soy un adulto, tengo veinticinco años, solo por tener una discapacidad muchas personas llegan a la conclusión que los necesito cuando no es así.
Estoy realmente bien sólo, lo he estado casi toda mi vida, estoy bien sólo...oh bueno eso creía antes de conocerte.
No puedo evitar sonreír, como un idiota acordarme de ti.
Eres tan torpe, con solo escucharte decir tantas tonterías, eres extremadamente rara, muy gruñona, y siempre trato de evitar mezclarme contigo, quiero saber más de ti.
Eres la primera persona que no me ha tratado como un discapacitado.
Deje de vagar por mis pensamientos y toque mi reloj que me indicaría que ya son las 10.
Me levanté de mi sofá, y caminé un poco q donde se encontraba la radio.
La encendí extrañamente con tanta prisa como si esperara que algo o alguien se escuchara en ella.
— Es imposible que vuelva a...
Hola, mis queridos oyentes, sé que no es la voz que escuchan con frecuencia, muchos ya me conocen y otros no.
Mis labios se curvearon brevemente formando una sonrisa. — ¿Qué haces de nuevo allí ladrona?
Soy Solar, y no esperaba estar junto a ustedes tan pronto.
— Y yo no esperaba escucharte tan de pronto.
Pero así se dieron las cosas, espero ya hayan tomado su desayuno e ejercicio matutino, tengo que admitir que odio levantad tan temprano un sábado, soy algo perezosa.
— ¿Algo?
Parecía un tonto hablándole a una radio.
Pero admito que me encanta hacerlo si se trata de ustedes, son las 10 de la mañana y cómo es de esperarse será un fin de semana hermoso con el sol tan brillante como una estrella.
Cómo algunos sabrán, tengo la costumbre de leerles alguna cita de algún libro o cualquier cosa que para mí haya significado algo alrededor de la semana y esta no es la excepción.
Esa chica, tal vez parecía tonta y torpe, pero por alguna razón, su voz era como la música para mí, era tan armoniosa que era hipnótico escucharla.
Amm, así que espero que les guste y pueda hacer un pequeño cambio en ustedes.
Algún día, alguien llegará a tu vida; Y la sublimidad de su presencia se derramará sobre ti, cómo un antídoto.
Porque,
Hay manchas de oscuridad en la luz. Hay capas de luz, en la oscuridad. Y ese alguien te hará...
~ ¿Qué haces aquí?
Fruncí el ceño cuando su voz fue interrumpida abruptamente por la problemática de Sophia.
¿Sophia?
~Creo que no comprendiste cuando te dije que no te metieras en mi programa.
Escucha, hablemos después estamos en vivo.
~ Al diablo, ellos están aquí por mí no por ti, una pasa te cualquiera.
Eh, mis queridos oyentes, creo que estamos teniendo dificultades técnicas así que nuestro dj, los dejará con algo, mientras se resuelve.
¡Hugo! pongo algo rápido y cierra el micrófono.
— ¿Qué demonio está pasando?
La transmisión se cortó de repente, y seguía tratando de asimilar que carajos acababa de pasar.
Saque de mi bolsillo y estire el bastón listo para irme, cuando se escuchó la puerta abrirse desde afuera.
— Ethan, ¿Escuchó la radio? -La voz de Mateo apareció sonando algo agitado y preocupado.
Empecé a caminar. —Si, tenemos que irnos rápido. Por cierto ¿cómo llegaste tan rápido?
— Ehhmm, yo estaba haciendo ejercicio en el parque que queda cerca de aquí mientras escuchaba la transmisión y vine corriendo.
— Es mejor que respires, y empieces a llamar que vamos para haya.
— Si ahora mismo.
Salimos de mi casa lo más rápido que pudimos en el auto.
Estaba furioso, por problemas como estos los inversionistas encuentran una excusa para no invertir más.
Me encontraba ya en el auto, pensando en todos los problemas que me ha metido Sophia últimamente.
—Mateó. -adujé en voz tenue.
— ¿Sí?
— ¿Él sabe lo qué pasó? -Pregunté.
—Aún no.
—Bien. -respiré tranquilamente.
— Para ser honesto, creo que debería de saber lo que...
—No, no le he hablado en años menos ahora.
— Lose, pero él te dejo a cargo en esta emisora.
— Si exacto, algo que no pedí y si no lo aceptaba seguiría insistiendo.
— Está bien, no le diré nada.
******************
— Joven Ethan, yo puedo explicar todo.
— ¡Cállate! -Dije subiendo el tono de voz. —¿Sabes cuánto perderemos por una estupidez como esa?
— Realmente no sabía que esto pasaría, ella es tan solo una pasante compréndala.
Levante mi ceja. —¿Y quién diablos está hablando de la pasante?
—Bueno, lo que ocurrió fue por culpa de ella.
Me recosté un poco en la silla y sonreí de lado. —Sabes que es gracioso, que le hechas toda la culpa a una simple pasante que solo hacía su trabajo. Escuche la radio, mi querido gerente no puedo ver lo qué pasa a mi alrededor, pero si escuchar y escuchar muy bien, tanto así que escuché quien empezó.
—Lo siento es mi culpa.
—Claro que lo es, ahora mi teléfono está lleno de llamadas y sin imaginar qué dirán las personas en las redes.
— Arreglaré este asunto, lo prometo.
— Bien, pero, no creo que sea necesario decirte que tú y Sophia, se quedarán sin sueldo este mes ¿No?
— Está...Bien.
Cada vez está emisora me está dando más jaqueca, necesito un fin de semana en paz.
Ayana
Media hora antes.
—¡Hugo! pongo algo rápido y cierra el micrófono. -Dije aturdida.
No sabía qué diablos estaba pasando, estaba tan tranquila y entusiasmada por mis 5 minutos de fama, pero todo se fue al retrete por una egocéntrica peli teñida.
— ¿Por qué haces esto? -Fruncí el ceño.
— Te lo dije hace uno días ¿no? No te metas en mi territorio. -colocó como una reina de belleza sus manos en la cintura.
Volteé los ojos. —Escucha, nadie quiere robarte tu lugar, no estabas y nadie podía reemplazarte en tan poco tiempo.
— ¿Y por eso viste ventaja en robarte mi lugar? -Subió su tono de voz.
— ¿Qué querías que hiciera? Había miles de personas que esperan el programa no podíamos simplemente dejarlo. -cerré los puños con fuerza tratando de contenerme.
Empezó a caminar de un lado a otro con una risa hipócrita. — Fácil, esperarme. -Se dio la vuelta para mirarme y de apoco se acercó a mí, al punto de tenerla a unos centímetros. —Escucha, llevo años aquí y mi programa es el más escuchado, así que no te emociones porque terminaron tus 5 minutos de fama. -Dijo susurrándome al oído.
Sentía una pesadez en el estómago, y no de miedo ante su "amenaza" si no por las ganas que tenia de darle una a bofetada.
Pero lamentablemente no estaba en las circunstancias adecuadas para permitírmelo. —Está bien. -Ella sonrío con satisfacción ante mi respuesta. —Ya no te molestare más peli teñida. -mofé.
Okey, pero la reacción de ella de sorpresa no tenía precio. —Repítelo. -se acercó de nuevo hacia mí.
—Creo que lo escuchó muy bien señorito Sophia.
Ella bufó hipócritamente. —Escúchame bien niña. -Ella tomo de pronto de mi cabello jalándome de mi coleta con fuerza. —Tu solo eres una pasante que sirve café, así que no me estorbes.
Debo de agradecer que no fui yo en dar el primer golpe. Sonreí asintiendo con la cabeza y jalé de su cabello también.
—Como te atreves.
Y aquí estábamos como dos niñas peleando por una paleta a ver quién podía jalarle más el cabello a quien.
—Acaso creíste ¿qué me iba a dejar de ti? -Dije forzando aún más mi agarre.
— Debo de admitir que tienes carácter. Peor no creas que me vas a vencer niña. Ya suéltame.
— No hasta que tú lo hagas.
—Lo haré si lo haces primero.
— ¿Qué demonios está pasando aquí? - sin darnos cuenta el gerente estaba frente a nosotras viendo cómo nos dejábamos calvas. —¡suéltense ya!
—No si no lo hace primero ella. -gruñó Sophia.
— Está bien, al mismo tiempo ¿ok? -Dije quejándome mi pobre cuero cabelludo ya no soportaría tanto.
—Bien.
— A la 1, a las 2 y a las...-dijimos al unísono mientras nuestras cabezas cada vez iban más abajo mientras nos jalábamos más fuerte el cabello.
—¿Por qué no sueltas? -Dije quejándome.
— Porque no lo has hecho tú...Ahh.
—Dejen de hacer ridiculeces. -Dijo el gerente yendo encima de nosotras para separarnos.
Por fin en sus varios intentos logro separarnos, estábamos jadeando y mirándonos enojadas la una a la otra, pero no podía evitar sonreír al ver la peli teñida que siempre está tan bien peinada toda hecha un caos.
— Compórtense como adultas que son y no anden peleando como dos niñas a ver ¿Quién empezó?
Ambas nos señalamos frunciendo el ceño intentando recuperar el aliento.
— Ella, empezó me agarro primero el cabello. -Dije en defensa.
—Cariño prácticamente tú empezaste, te robaste mi programa de hoy. -Se cruzo de brazos.
— No estaba ella. -Dije mirando al gerente. —Y todos estaban ocupados.
— Ahora por la culpa de amabas el jefe vendrá.
— ¿Qué? ¿Él vendrá? -Dijo Sophia cambiando drásticamente su personalidad a una dulce y tratando de acomodarse el cabello.
— Si, por ustedes dos la página oficial, está hecha un caos, y está inundada de comentarios.
— Eh, si me disculpan tengo que ir al baño, a reglarme un poco él no puede verme así. -Se fue Sophia dejándome con una gran incógnita en mi cara.
Paso de comportarse como una bruja a volverse impaciente por el según jefe.
— Ustedes dos se terminarán matando. -Dijo pegando un suspiro el gerente, dejándome sola.
Me senté estupefacta del escándalo que acababa de ocurrir.
— ¿Quién diablos es el jefe? ¿tú lo conoces? -pregunté al pobre Hugo del otro lado de la cabina.
El solo negó con la cabeza dejándome aún más confundida así que empecé a dar vueltas en la silla intento pensar.
Después de estar unos minutos pensando, fui al baño tranquila y titubeando mi canción favorita.
Cuando justo cerca de los lavabos estaba cerca la peli teñida dándose un retoque de maquillaje. No pude evitar verla de pies a cabeza y es increíble que por el "jefe" hasta se haya cambiado de ropa, paso de tener unos jeans cual quieras a tener un vestido extremadamente corto para mi gusto.
Ella por fin noto mi presencia, y me lanzo una sonrisa egocéntrica, guardando sus cosas y empezando a caminar hacia mí.
Pasó dándome un empujón con su hombro, y me concentré en no ser más brusca así que se lo dejé pasar.
Tranquilamente fui hacia el lavabo y mis ojos se abrieron al igual que mi boca, al verme.
— Ahora parezco la esposa de Chucky. -Dije para mí.
Contando que mi cabello parecía un nido de pájaros, y el poco delineador que me puse se corrió todo, daba miedo.
Tome un poco de papel humedeciéndolo, para quitarme el delineador.
Pero fue en vano. —Maldito delineador a prueba de agua. -gruñí
Hice mi mejor intento y para mí era más que suficiente.
— Bien Ayana, no importa. -Sonríe al espejo. —Total ahora tomas tu mochila y te vas sin hablarle a nadie. -Dije tomando un respiro, lista para salir hecha un desastre del baño.
Era evidente que todos se me quedaban viendo y mi única salvadora se le ocurrió no venir hoy, pero está bien solo unos pasos más y llegarás a tu escritorio Ayana.
Llegue lo más rápido que pude, tome mi mochila y la carpeta de libretos para darle marcha a mi huida, necesitaba irme antes que empezaran a preguntarme por el lio de hace rato.
— Oye, Ayana es cierto qué...
— Lo siento ya me voy. -Dije a Lu sin mirarla y sin parar de caminar.
Estaba a unos pasos del ascensor y a ver logrado huir, cuando una cara familiar me hizo retroceder mi paso.
Cerca de la sala de juntas estaba el rostro de un chico guapo y alto, que se me hacía conocido.
—Oh, es el chofer del profesor Ethan. -Dije en voz baja.
Era algo completamente extraño que estuviera allí, estaba cerca de la puerta de la sala de juntas.
Era obvio que no trabajaba aquí, lo habría visto de no ser así, además sé que podemos vestirnos informales aquí, ¿Pero ropa deportiva?
Le di una última vista al ascensor, y al chofer. ¡Vamos Ayana huye ¡
Inconscientemente y me empecé a alejar de mi salida de escape y caminé de apoco hacia la
Sala de juntas.
No podía evitar dejarme con esta gran incógnita.
Camine lo más discreta que pude actuando normal, así que coloque mis brazos hacia tras.
Llegue Justo a su lado, pero él ni si quiera me ha volteado a ver para que notara mi presencia.
Carraspeé un poco y sonreí un poco. —Hola
El frunció su sonrisa. -Hola.
—¿No recuerdas verdad? -Negó con su cabeza. —Hola mucho gusto, soy Ayana, y trabajo en la escuela del profesor Ethan.
— Oh, ya te recuerdo eres la persona con la que estaba Ethan ayer cuando yo fui por él. Y me llamo Mateó.
—Siii. -Reí nerviosa. — Y dime Mateó, ¿Qué haces aquí? Oh no me digas te despidió y viniste a buscar trabajo aquí. Estoy contigo es un gruñón.
—Ehh, no yo...
— Así que gruñón eh.
Tuve que parpadear varias veces para caer en cuenta que no estaba teniendo una pesadilla.
Seguramente el color de mi rostro desapareció, no podía creer quien había aparecido enfrente mí.
— Profesor Ethan...
Inconscientemente pase mis manos sobre mi cabello tratando de quitar el nido de pájaros que llevaba.
— Señorita ladrona. - La comisura de su boca se curveo.
—¿Qué... hace... aquí? —Empecé a tartamudear.
— Lo mismo que tú, trabajar. -Dijo regresando con su rostro impasible.
fruncí el ceño extrañado, tratando comprender que ocurre. —¿Trabaja...
— Señorita Dayana ¿Qué hace aquí? -pregunto el gerente saliendo de la sala de conferencias.
— Este yo...solo estaba...
— No se quede allí parada y saludé al joven Ethan Davies, nuestro jefe.
En este momento pude sentir como cada uno de mis músculos se tensaron y mi cara probablemente estaba blanca al escuchar esas cuatro letras "J-e-f-e" el profesor Ethan, el profesor de música de ese instituto era ¡Mi jefe!
Debo de estar durmiendo, y teniendo una horrible pesadilla.
Volteé a verlo y pude ver cómo de sus labios se formó una pequeña sonrisa de satisfacción, como si estuviera disfrutando esta situación.
— Pero no se quede allí Dayana, salude. -Dijo el gerente dándome un empujo que me hizo volver a mis sentidos.
— Hola señor Davies. -Sonreí nerviosa.
— Bien los dejo, le avisaré señor Davies. -Dijo el gerente dejándonos solo a nosotros tres allí parados.
Me sentía tan incomoda, en esta situación, sabía que no tenía que acercarme a Mateó.
—Bueno yo...-Me rasque la nuca, empezando a balbucear.
— ¿Por qué no dijiste que ya nos conocíamos? -Por fin dijo sus primeras palabras después de eso segundo agobiantes para mí.
—No creí que le gustaría que mencionara eso en el trabajo. A parte jamás mencionó que trabajaba aquí por eso me sorprendió un poco.
— De hecho, tú trabajas para mí, ladrona.
Fruncí el ceño al escuchar de nuevo esa palabra. — ¿Me podría dejar de decir ladrona?
— Entonces te empiezo a decir ¿Dayana?
Rodé los ojos. — Me llamó Ayana, señor "jugo". -dije acentuando más esa palabra y me crucé de brazos.
— Ethan se nos hace tarde. -Dijo Mateo después de estar un rato solo mirándonos.
— Si claro. -Dijo sin ninguna expresión en su rostro.
Ese chico de verdad era una incógnita, era difícil de leerlo.
— ¿Quieres que te llevemos a algún lado? -Dijo Mateó regalándome una sonrisa.
— Eh, no de hecho tengo que hacer unas cosas. -Dije tratando de soñar creíble.
— No le insistas, que pague por un taxi. -dijo el profesor Ethan, manteniéndose impasible.
Es enserio ¿qué ni si quiera vas a preguntar si de verdad necesito un aventón? Si que es todo un gruñón.
— Bien entonces te dejamos, gusto en conocerte Ayana. -Dijo despidiéndose Mateó con su adorable sonrisa.
— Igual. -Sonreí, agitando mi mano.
El profesor "gruñón" pasó a mi lado y ni si quiera se despidió, creo que necesita un poco de cortesía.
*****************
Por fin salí del edificio, y por fin pude tomar una bocanada de aire, me sentía asfixiada en esa situación.
Maldita sea, acabo de recordar que me veía como la novia de Chucky.
— Maldición que vergüenza. -Empecé a dar varios gritos ahogados. —Tranquilamente pude a verme ido, y evitar toda esta vergüenza, pero no a la niña, se le hizo inevitable ignorar al Mateó, soy tan estúpida. -Alborote aún más mi cabello.
No podía con mi vergüenza, solo quería desaparecer. — ¿Por qué justo tenía que ser él? Dios ¿Por qué? Solo trágame tierra. -Empecé hacer lloriqueos.
Tranquila Ayana, relájate y has varios respiros. —Inhala, exhala. Listo ya paso, nada puede empeorar. - Empecé a reír para no llorar, pero sabía que lo malo ya había pasado.
De verdad espero que me trague la tierra y me haga desaparecer para no verlo el lunes.
De repente sentí como un brazo pasó sobre mí cuello, dejándome paralizada.
— Dame todo lo que tienes.
Mierda,no hablaba enserio de desaparecer Dios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro