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Capítulo 35 | ¿Cómo podría olvidarte?

"𝑻𝒆𝒍𝒍 𝒎𝒆 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝑰'𝒎 𝒂𝒍𝒍 𝒚𝒐𝒖 𝒘𝒂𝒏𝒕

𝑬𝒗𝒆𝒏 𝒘𝒉𝒆𝒏 𝑰 𝒃𝒓𝒆𝒂𝒌 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒉𝒆𝒂𝒓𝒕"

𝐓𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫 𝐒𝐰𝐢𝐟𝐭


A Tyler le habría gustado que existieran pastillas para olvidar. Así como el ibuprofeno sirve para el dolor de cabeza, una pastilla que te ayude a olvidar todo lo que sientes por una persona también sería de ayuda. Fantaseó con la idea de dejar su trabajo y dedicarse a la ciencia, quizás aun estaría a tiempo de conseguir una maestría. Para un doctorado ya sería tarde, pero de seguro con una maestría sería suficiente para que sepa cómo investigar y desarrollar una pastilla que de seguro lo haría millonario.

No pedía demasiado, no quería un corazón nuevo e intacto, solo quería olvidarla a ella.

Pero ¿a quién quería engañar? De seguro desarrollaría aquella pastilla, le pondría el nombre de Tiffany y jamás se animaría a probarla porque perder todos los recuerdos que tenía de ella y todos los que construyeron juntos le aterraba.

No le importaba tener el corazón sano, porque ¿A quién podía entregárselo? Solo quería dárselo a ella, pero ella ya no estaba. Se había ido.

En realidad, él se había ido. Le había dicho adiós un mes atrás en la puerta de su apartamento y los días siguientes necesitó de toda su fuerza de voluntad para no volver a buscarla. De nada servía que eliminara su contacto; sabía su número de memoria y cada vez que abría un mensaje para escribirle se arrepentía y lo borraba.

¿Qué le diría? Si ella no podía perdonarlo por algo que sucedió hace diez años, quería decir que él no era el hombre para ella. Y debía dejarla en paz. Dejar que sea feliz con alguien más, alguien nuevo, alguien con quien no tuviera todos aquellos recuerdos malos que le pesaran, alguien que no la haya lastimado con anterioridad y fuera responsable de su llanto e inseguridades.

Alguien con quien pudiera empezar de cero y enamorarse, pero el solo pensar en eso hacía que quisiera golpear a ese hombre imaginario que solo existía en su cabeza.

Él era el hombre para Tiffany, pero al mismo tiempo no lo era. O lo había sido de adolescente y en ese momento era poca cosa para Tiffany Hamilton. Ahora, ambos siendo adultos, seguía sintiéndose igual. ¿Cómo podía esperar que ella no se haya olvidado de lo que vivieron? ¿Cómo podía querer que se enamorase de él como la primera vez?

Era Tiffany, él jamás sería suficiente para ella.

Debería olvidarla. Crear una pastilla para eso o al menos escribirle a alguna farmacéutica importante para contarle sobre su idea, quizás le darían crédito.

No importaba, solo quería olvidarla.

Pero ¿cómo podría olvidarla?

¿Cómo podía pensar que sería capaz? No importaba si inventasen una pastilla o el aparato que usaban en la película Hombres de negro para eliminarla de su memoria, para llevarse todos sus recuerdos. Porque jamás podría hacerlo.

Nunca podría olvidar su risa suave, sus ojos verdes brillantes, la sonrisa amplia y tierna, las pecas casi imperceptibles que tenía y se veían solo cuando el sol tocaba su piel. Su cabello rubio cayendo como una cascada de rizos de oro sobre su almohada.

Sus besos, sus manos, su voz, sus dedos tímidos que le recorren la espalda cuando ella se despierta antes que él. ¿Cómo podría olvidar el gemido de sus labios cuando pronuncia su nombre? La curva de su cuerpo y su cuello suave siempre estarían grabados en su mente.

Los recuerdos juntos, la primera vez que le dijo que le gustaba, cuando la besó a escondidas de sus padres y ella casi le dio una bofetada. El primer baile a la que la llevó en el instituto, la primera cita, cuando hicieron el amor por primera vez y la última vez que lo hicieron en su apartamento hacia más de un mes.

Nada de eso dejaría en paz a Tyler, Tiffany se le aparecería todos los días, sus recuerdos lo asaltarían en forma de canciones, imágenes e incluso comida. No le haría falta verla, si escuchaba esa canción de Taylor Swift que tanto le gustaba, la recordaría. Si veía a alguien saliendo de su cafetería favorita, la recordaría. Cuando tuviera frente a él un Red Velvet, la recordaría.

Incluso cuando viera los primeros rayos de sol salir desde el horizonte se acordaría de ella porque pensaría en su maldito cabello brillante.

Estaba loco por ella, lo había estado desde los cinco años y eso no cambiaría con una pastilla.

El saber que jamás la olvidaría fue como si alguien le diera un golpe directo en la mandíbula y solo ahí abandonó su habitación. Había pedido una semana de vacaciones en su trabajo, aunque ahora prefería estar en su oficina.

Al menos su mente estaría ocupada en el trabajo y no pensaría en ella.

Hasta que recordara que estuvieron juntos en su oficina.

Todos los rincones de su vida estaban eclipsados por ella, a donde sea que fuera o pensara ella se aparecería.

Ahora estaba acostado sobre las sábanas donde le había hecho el amor una y otra vez, las mismas sabanas sobre las que ella jamás volvería a estar.

Dejó la habitación como estaba y se dirigió a la cocina, mientras se repetía mentalmente que debía seguir adelante sin pensar en ella y en el nuevo tipo que seguro estaría conociendo, uno con el que no tuviera la carga de un pasado triste compartido. Esperó a que el café estuviera listo y ahí buscó una taza donde servirlo, se lo bebió de un solo trago e hizo una mueca al sentir el líquido amargo bajando por su garganta.

Recordó que Tiffany lo bebía muy dulce y él había empezado a acostumbrarse.

Tiffany. Tiffany. Tiffany.

Había invadido todos los rincones de su vida, había conquistado cada parte de él y las había reclamado como suyas ¿cómo seguiría a sabiendas que ya nada era de él, sino que era de ella? Todo era de ella. De Tiffany.

Unos golpes en la puerta lo hicieron volver a la realidad. Parpadeó varias veces para controlarse y dejó la taza sobre la isla de la cocina. Caminó sin un atisbo de emoción hacia la puerta, pensando que de seguro sería uno de sus compañeros de trabajo que le insistía para hacer un viaje en sus vacaciones y así distraerse, quizás conocer a alguien.

Tyler no necesitaba distraerse y conocer a alguien, quería recuperarla, pero como no se podía debía abstenerse a olvidarla a como dé lugar.

Quizás por eso su corazón se detuvo en cuanto abrió la puerta y la vio.

—Tiffany —dijo sin aliento.

Tiffany le había dado muchas vueltas a la idea de hablar con él, pero siempre se acobardaba y lo dejaba para más adelante, hasta que se dijo que si no lo hacía se arrepentiría.

Eso y el hecho de que su mejor amiga le insistía en que de seguro Tyler conocería a alguien más y ahí sí sería tarde. Así que ni siquiera lo pensó y fue a verlo, había tardado un mes en tomar aquella decisión, pero se repitió que ese mes fue muy necesario para aclarar sus ideas, y si era tarde... bueno, debía aceptarlo. Pero no se quedaría con un quizás por miedo, eso no lo haría jamás.

—Tyler —murmuró ella.

Él la miraba sorprendido, confundido y un poco asustado. De repente estaba pálido y parecía que hubiera visto a un fantasma, Tiffany temió haber aparecido en un muy mal momento, pero ya era tarde para huir, debía hacerle frente.

—Bebi demasiado café en la última semana así que dime. ¿Eres real o es mi mente haciéndome una broma?

Ella sonrió.

¡Le estaba sonriendo!

El corazón de Tyler iba a mil por hora y parecía a punto de salir expulsado de su pecho, pero se obligó a calmarse, aunque sostuvo la puerta con más fuerza por temor a caer desmayado.

—Soy real —dijo con la voz suave y tímida, pero más segura que antes—. Quería... hablar. Aunque quizás llego en mal momento, lo siento...

—Espera —la detuvo antes de que pudiera considerar alejarse—. No es un mal momento, es decir, tengo un mal momento desde que rompimos, pero... ¡Lo siento! No quise decir eso. Dios, soy un idiota —cerró los ojos y se golpeó la frente contra la puerta, pero escuchó la risa de Tiffany y abrió un ojo para verla. La encontró con una expresión de alegría que le calentó el pecho—. ¿Estás bien?

—Lo estoy, sí —se acercó un paso—. Pero quería verte porque... te debo una disculpa.

Su cuerpo entero se tensó y la miró sin comprender.

—¿De qué hablas?

—Hablé con Oliver, sé que él habló con mi jefe para que consiguiera ese trabajo. También sé que lo supiste y él te pidió que guardaras ese secreto —suspiró—. Se que no fuiste tú. Lo sé.

Tyler se limitó a presionar los labios, no se esperaba aquella confesión. Pero, aunque una parte de él le dijera que eso era bueno, que por fin ya no había mentiras entre ellos, la otra parte le decía que no debía ilusionarse. Ella solo se estaba disculpando.

—Lamento no haber confiado en ti, lamento haber ignorado mis miedos como si estos no existieran y no serte sincera con respecto a lo que me pasaba. Lo lamento mucho, Tyler.

—Tiffany, no te disculpes. Quizás no hice lo suficiente para que confiaras en mí...

—Ese es el problema, Tyler. No tenías que hacer nada, pero lo hiciste porque preferí responsabilizarte a ti de todos mis miedos e inseguridades. —ambos tragaron saliva, ambos a punto de llorar y con un nudo en la garganta. Pero ella se obligó a seguir y él a escuchar—. Tú lo dijiste, no eres responsable de mis miedos actuales, solo yo lo soy. Y lamento haberte hecho daño de esa forma.

—Tiffany...

—Se que quizás llego tarde pero no quería evitar disculparme. Lamento no haber sabido darte lo mejor de mí, porque no confiaba en mí misma y me obligué a depositar todo lo malo en ti. Eso no fue justo, lo siento —parece que se queda sin aire por un momento, pero se obliga a terminar—. Lamento no haber cuidado nuestro amor.

Tyler parpadeó varias veces, demasiado afectado por lo que ella decía. Por la forma en la que se disculpaba. Quería decirle muchas cosas, como que no tenía de qué disculparse, que él podría soportar cualquier cosa y se haría responsable de todos sus miedos para que ella pudiera estar bien y feliz.

Pero sabía que eso no era cierto, porque no funcionaba de esa forma. No sabía cuánto necesitaba escuchar esas palabras hasta este momento, en el que se sintió liviano como una pluma. Como si Tiffany con aquellas palabras lo hubiera liberado de un peso que no sabía que llevaba, como si sus palabras fueran la llave de la cárcel en la que había estado encerrado por mucho tiempo, y solo podía pensar que quizás... quizás si ya se habían perdonado y habían dejado de lado aquellos recuerdos que pesaban demasiado, quizás... había posibilidad.

Negó, apartando esas ideas de forma brusca. Tiffany solo había ido para disculparse. Nada le indicaba lo contrario; tenía que dejar de fantasear con imposibles.

—¿Me... perdonas?

El silencio de él la estaba matando. No había ido con muchas expectativas; una de las posibilidades era que él no quisiera verla y le echara de su apartamento sin pensarlo, pero había llegado hasta ahí y en su interior brillaba de forma casi imperceptible la esperanza.

Tyler le dedicó una sonrisa enorme y asintió.

—Por supuesto, Tiffany. No existe nada que no haría por ti.

Tiffany se sintió más liviana y le devolvió la sonrisa, luego se dispuso a irse. Le dijo adiós y él también lo hizo, pero no vio en su expresión un atisbo de aquella posibilidad en que había pensado durante toda la mañana: que él la perdonase y la dejara entrar en su vida de nuevo.

Pero claro, él la había perdonado, y eso no implicaba que aun la quisiera. Quizás Kelly tenía razón y en ese tiempo él se dio cuenta que fueron inútiles los esfuerzos que había hecho para conquistarla de nuevo ¿Para qué gastaría energía en ella si podía buscar a alguien con menos complicaciones? Otra chica que no estuviera en proceso de sanación tan... complicado.

Tyler se merecía eso: una chica que estuviera bien emocionalmente y con la que no debiera preocuparse por nada más que estar bien.

Para ese momento ya había llegado frente al elevador que la esperaba con las puertas abiertas, pero se contuvo de entrar.

Estaba harta de tener miedo y sí, quizás era un poco egoísta, pero ella quería ser esa chica. La chica que le hiciera feliz y con la que se divirtiera, y pensó por primera vez que podía serlo.

Así que volvió sobre sus pasos, corrió hasta llegar de nuevo al apartamento de Tyler donde lo encontró aun con la puerta abierta y este la miraba un poco confundido. Ni siquiera le dio tiempo a reaccionar.

Se puso de puntillas y lo besó.

Juntó sus labios de forma suave, al ver que él no reaccionaba y estaba inmóvil pensó en alejarse, muerta del miedo y la vergüenza, pero luego sintió los brazos fuertes de Tyler rodear su cintura. La sostuvo de tal forma que ya no sintió el piso bajo sus pies y debió envolver las piernas en su cintura.

Me está besando, me está besando y se siente jodidamente bien; era lo único que podía pensar Tyler.

No podía pensar en otra cosa más que en sus labios suaves abriéndose junto a los de él, la llevó al interior de su apartamento, de una patada cerró la puerta y la dejó sobre la isla de mármol. La besó de tal forma que a ambos se les escapó el aire de sus pulmones, pero no podían parar, no querían parar porque en el otro siempre tuvieron todo lo que necesitaban.

Y ahora solo necesitaban ese momento.

Tiffany fue quien rompió el beso para alejarse y respirar, Tyler acunó su rostro entre sus manos sin poder dejar de verla con los ojos brillantes de emoción.

Como siempre, Tyler la veía con amor. Y entonces todo tuvo sentido para Tiffany.

Ella no necesitaba una casa, sino un hogar donde sentirse a salvo. Tardó mucho en comprender que ella misma era su propio hogar, Tyler la hacía feliz sí, pero no le quitaba los fantasmas de su pasado y eso estaba bien. Era ella quien debía hacerlo.

No podía usarlo para que en él recaigan sus inseguridades, como cuando era una adolescente. Ella misma debía cargar su propia mochila y superar los obstáculos que se volverían más fáciles cada vez.

Lo miro y lo supo: este era solo el inicio de un nuevo comienzo, sin mentiras, entre dos chicos que se enamoraron siendo un par de niños.

Que cometieron errores. 

Que se perdonaron.

Que se aceptaron.

Y se amaron con mucha fuerza.



🌸 FIN 🌸

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