Había recibido la noticia de que Patricia estaba de nuevo en el hospital.
Estaba demasiado preocupado como para prestar atención a las personas que había sentadas en la misma sala de reuniones que yo aconsejándome cómo podría salvar mi empresa.
Había invertido muchos millones en los últimos proyectos, y al parecer no estaban saliendo al mercado con el propósito que se esperaba. Las ventas habían caído, la gente no compraba ya ropa y los pedidos eran cada vez menores.
Y aún seguía sin explicarme, porqué acudían tantas personas a los desfiles para no invertir su dinero.
Aquella idea era la que me tiene al borde del precipicio.
Pero quién más preocupa en estos momentos, es mi esposa.
Nada más terminar la reunión, cancelé mi agenda y viajé hasta Turín para asegurarme que Patricia esté bien.
Había hablado con Anne para que finja ser su compañera de piso y así que estuviera cerca de ella y siguiera hablando sobre su vida y lo buenas amigas que han sido.
Pienso que sí le vamos contando cosas pudiera comenzar a recordar sin tener que afectar su salud.
Consulto mi reloj, son pasadas las diez de la noche, en el hospital no dejan pasar a las visitas debo esperarme a verla mañana.
Antes de entrar en mi apartamento, toco la puerta donde me recibe Anne.
Me invita a entrar ofreciendo me una taza de café.
Anne me pone al corriente sobre el estado de salud de Patricia y cuál fue la causa por la que la ingresaron.
Anne me asegura que Patricia está bien, pero los médicos no descartan la posibilidad de que tenga un aborto.
Debido a esta situación, su tensión sube llegando a provocar problemas para la madre y para el feto.
Me levanto del sofá nervioso, alterado, preocupado por Patricia. Anne me vuelve a repetir que está bien y los médicos la van dejar unos días más en observación.
No sé si quedarme más tranquilo o peor.
Pero hasta el día siguiente que me levanto y me preparo para ir a ver a Patricia no me quedo totalmente tranquilo.
— Buenos días Patricia. —La cara de asombro de ella me dice la sorpresa que acabo de darle.
Tomo sus manos entre las mías luchando contra esta necesidad de querer besarla.
Ella me pregunta por mí visita, yo debo nuevamente mentirle.
— Es porque tenía que venir para hablar con un diseñador para que me dé ideas de cómo sacar adelante el próximo desfile y cuando llegué tú...— Maldición, me cuesta mucho tener que inventar argumentos innecesarios. — Anne me dijo lo que te había ocurrido.
— Gracias por venir y por preocuparte por mí. Ahora dime, ¿Cómo estás? Te veo agotado.
— Estoy bien no te preocupes. Solo necesito hablar con Urko Mandelol, el diseñador y verás como poco a poco todo se va ir solucionando.
— No sabes cuánto me alegro de que al fin todos tus problemas se vayan solucionando. Y...¿Has podido hablar con tú esposa? — Desvío mi vista hacia otro lado soltando el aire acumulado en mis pulmones.
Exactamente no encuentro las palabras acertadas para expresarle lo mucho que necesito que todo sea como antes.
— No. Aún no he hablado con ella. — Se hace un silencio, hemos sido interrumpidos por una enfermera y un doctor.
Me salgo al pasillo para dejar que los médicos hagan su trabajo.
Fuera, hablo con Anne diciéndole por cuanto tiempo debo seguir con este teatro.
Ella guarda silencio durante unos minutos, después me aconseja de que no desista y siga haciéndolo tan bien como lo estoy haciendo.
En parte no creo que lo esté haciendo bien del todo.
Tampoco es que tenga mucho donde escoger y aún así debo seguir adelante.
Al tercer día de haber estado en el hospital, le habían dado el alta a Patricia.
Por un lado estoy feliz de poder cuidar de ella y saber que nuestro hijo pudiera perderlo me entristece la idea y más en el estado que se encuentra.
Esa misma noche me encuentro reunido con Urko Mandelol uno de los mejores diseñadores y gestor de fianzas de París.
Urko me está asesorando de cómo debía cambiar la perspectiva de los diseños. Al escuchar a Urko inmediatamente se me viene a la mente lo que me comentó Patricia de crear una linea de moda para mujeres que puedan permitírselo y sobre todo para aquellas mujeres rellenitas que le resultaas complicado encontrar ropa de moda de su talla.
Nada más proponerle la idea de Patricia a Urko, este lo medita durante unos instantes hasta que chasqueando sus dedos me confirma que es una buena idea. De hecho, el mismo hará los diseños.
Respiro aliviado, después de haber pasado cerca de un año viendo cómo mi empresa cae, ahora veo una pequeña solución para alzarla de nuevo y no despedir a los trabajadores los cuales dependen de sus puestos de trabajo.
Feliz, le cuento la buena noticia a Patricia al día siguiente cuando salí a correr y decidí comprar unos dulces para desayunar los tres.
Patricia se alegra mucho por mí y acaba dándome un abrazo el cual acepto gustoso.
Cuanto la extraño. Ojalá comenzara a recordar, así podría hablar con ella para disculparme y que las cosas vuelvan a ser como antes.
A pesar de que Patricia sigue sin recordar, yo sigo con mi plan de seducción. Necesito que se vuelva a enamorar de mí y poder decirle quién soy en realidad.
Durante todo el día lo hemos pasado juntos, de hecho viajemos hacia Pisa, donde hicimos turismo y por la noche volví a reunirme con Urko.
Durante la cena Urko me comenta de hacer un desfile con los primeros diseños realizados.
La idea me parece excelente, pero no tanto cuando Urko propone a Patricia desfilar.
¿Cómo? No esto no puede estar sucediendo porque Patricia ha aceptado encantada.
La idea me parece buena, pero no estoy a favor de que mi esposa en el estado que se encuentra desfile.
Inmediatamente me niego, lo que provoco que Patricia saque su mal genio.
— No le veo nada de malo que la señora Patricia encabece el desfile. — Urko sin saber que está pasando realmente, anima a Patricia para que desfile.
Mientras yo guardo silencio negando con la cabeza aguantándome las ganas de darle un puñetazo a Urko por haber propuesto a Patricia que haga de modelo.
Para mí pesar, la idea le gusta demasiado a Patricia. Tanto que cuando terminamos de cenar me toca discutir con ella.
— ¿Que tiene de malo que haga de modelo? Además estaría desfilando para tu firma y empresa. Deberías de sentirte orgulloso.
— Lo estaría en otras condiciones, pero en tú estado es mejor que no lo hagas.
— ¿Qué no lo haga? ¿Porqué? A ver Alexis explicame por qué no debo hacer de modelo. Algo por lo que siempre he soñado. — Soñado. ¿Desde cuando a mi esposa le gusta ser modelo? Hasta dónde recuerdo ella siempre le ha gustado estar al margen del foco mediático nunca me ha referido que quisiera ser modelo.
— Patricia escúchame — Inflo mis pulmones de aire varias veces soltando el aire por la nariz para lograr calmarme pensando más en ella que mi empresa.
Pongo mis manos en sus brazos mirándola con preocupación y con voz calmada le sugiero que lo mejor que puede hacer es no hacer de modelo, no tengo nada en contra de que quiera ser modelo, de hecho me sentiría muy orgulloso de verla en la pasarela, pero no en estos momentos.
— Patricia, ser modelo se lleva mucho trabajo y muchos cuidados. Uno de ellos es la alimentación, el ejercicio, y muchas horas de ensayos. Tú no puedes hacer de modelo en estos momentos, acabas de salir del hospital y debes de permanecer en reposo. Entiende que en estos momentos no puedes hacer tal cosa. Aunque te agradezco mucho el detalle de querer ayudarme, te prometo que cuando te encuentres mejor te llamaré para que desfiles.
— Lo siento mucho Alexis, pero voy a hacerlo. Te guste o no. Solo será una vez, nada malo me va ocurrir.
— No. Lo siento, pero no desfilarás.
— Yo digo que sí, que es algo que quiero hacer y me da igual lo que digas.
Patricia y su temperamento acompañada de su terquedad. No soporto cuando se pone de esa forma y no entiende que no puede subirse a una pasarela porque podría perder a nuestro hijo, si algo le ocurre debido a la presión que son sometidas las y los modelos para que todo salga perfecto.
Ella no es consciente de todo el trabajo y sacrificio que se lleva para que todo salga perfecto en una sola noche.
A pesar de intentar de hablar con ella y convencerla entre yo y Anne para que desista de su decisión de subirse a la pasarela, Patricia hace oídos sordos a nuestros consejos y dejándose guiar por Urko y su manera de poner las cosas de color de rosa cuando no lo son, ella comienza con los ensayos.
Hablo con Urko contándole la verdad sobre Patricia, confío en Urko y sé que guardará el secreto, aunque Patricia no lo sepa, ella es mi esposa y trato de evitar que algo malo le suceda.
Urko escucha con atención mi historia, al terminar de contarle todo él con mirada apenada me pide que ceda solo una vez para que Patricia haga el desfile y después todo terminará. Él mismo se va encargar de hablar después con ella.
Muy amable el gesto de Urko, sin embargo, conociéndola sé que no desistirá en su idea de hacer de modelo.
Mientras se comenzaba con preparativos para el desfile, yo tuve que viajar hacia Milán para dejar listo algunos trámites.
Hablaba todas las noches con Anne, la cual le ha comentado lo feliz que se siente Patricia de hacer de modelo.
Debería alegrarme por ella, pero es que no puedo.
Yo sé perfectamente lo que supone ser modelo, he trabajado durante muchos años en este mundo y he visto muchos casos de modelos que han llegado hasta enfermarse por la fama.
Patricia es mi esposa, y no puedo permitir que haga algo así y más en su estado. Estaría exponiendo de que llegase a enterar de todo y eso sería peligroso para seguir con su embarazo.
Definitivamente debo de impedirlo.
Un día antes del desfile viajé hasta Pisa donde se daría el desfile. Todo ya estaba listo para la siguiente noche, hasta Patricia ya se encontraba preparándose.
Al verla sonreír hablando con la maquilladora tan entusiasmada me alegré mucho.
Me quedo observando como la están preparando y como luce tan hermosa haciendo que me preocupe más debido a que varias modelos la han reconocido y sin ningún problema hablan entre ellas mirando a Patricia sacando sus conclusiones.
A mí me da exactamente igual lo que digan o piensen esas personas, pero tratándose de Patricia veo como se avecina una nube negra cargando muchos conflictos.
Antes de que dé comienzo el desfile, hablo en privado con Patricia.
— Patricia sé que esto es muy importante para tí, pero piensa que vas a escuchar muchas cosas de otras personas y te van afectar mucho. Por favor, te suplico que no subas a la pasarela y piensa en tú salud. Yo mismo te encontraré sustituta. Piénsalo bien Patricia estás arriesgando mucho innecesariamente.
— No tienes de qué preocuparte Alexis. Estoy bien y quiero saber que se siente subirse a una pasarela.
— El problema no es ese Patricia. Por favor, confía en mí y vámonos de aquí a otro lugar, no deseo de que nada malo te ocurra. — Extiendo mi mano con la esperanza de que recapacite y poder ponerla al salvo de los comentarios de las personas que nos conocen, contando con que los periodistas alarmados por la novedad de ver a mi esposa en una pasarela comiencen con sus malditas preguntas. Esas, que ella no sabría responder y podría además de enterarse de todo y así tener otra recaída.
El desfile comienza, me encuentro sentado en primera fila junto a Urko y algunos conocidos observando con detalle cómo se está desarrollando todo.
De momento no ha habido incidente, aunque algo me decía que nada bueno iba a salir esta noche.
Terminado el desfile con mucho éxito, tuve que reunirme con algunos socios para tratar el asunto de la nueva colección.
Aunque me encuentro de pie entablando una conversación de negocios algo dentro de mí me está avisando de que algo no anda bien. Busco a Patricia con la mirada en el salón pero no la veo.
Llego a pensar en que estará cambiándose.
Continúo hablando con los hombres de negocios hasta que veo a una joven periodista salir del lugar donde se encuentran las modelos.
Alarmado y preocupado salgo dirección hacia donde se encuentran todos los modelos cambiándose.
Me quedo parado en la puerta esperando inquieto e impaciente para ver a Patricia.
Mientras espero puedo llegar a escuchar como los modelos comentan sobre el desfile y la impresión que le ha dado de ver a mi esposa desfilando.
Cierro mis ojos notando como una ola de furia azota mi pecho.
Cierro mis puños intentando controlar la ira que ya se ha formado en mi cuerpo.
La gente no para de mencionarme y el tema de conversación es sin duda mi matrimonio.
Harto de esperar paso dentro donde hay algunas mujeres aún terminándose de cambiar.
Estoy tan furioso que me da exactamente igual verlas desnudas.
Cuando veo a mi esposa, me paro de golpe viéndola como termina de maquillarse.
Nuestras miradas se cruzan pero no de mucho afecto que digamos.
Ella, se levanta mirándose por última vez al espejo.
Acto seguido, comienza a caminar, todos los allí presentes guardan silencio observando lo que está pasando.
Patricia cruza por mi lado sin apenas hablarme.
La sigo hasta darle alcance agarrándola por su muñeca llevándola a parte para poder hablar.
Me imagino que hasta alturas ya sabrá toda la verdad.
— Patricia necesito explicarte algo. — Comienzo hablando.
— ¿Qué me vas a decir Alexis? ¿Qué soy tú esposa? ¿Qué la mujer la cual te referías era yo?
— Sí. Esa eres tú. Ahora déjame explicarte.
— ¿Porqué no me dijiste toda la verdad? Una periodista me ha hecho preguntas que no he podido responder, ha seguido insistiendo hasta me ha llegado a decir que nuestro matrimonio era un fracaso. No entiendo nada Alexis, estoy muy confundida.
— Antes de nada cálmate, y déjame explicarte y hablemos.
— Me ocultas algo Alexis, por eso no querías que supiera la verdad.
— Me puedes dejar hablar y deja de sacar tus conclusiones.
— Yo solo sé que nuestro matrimonio no era perfecto, que me tratabas como una mujer florero y que yo estaba dispuesta a dejarte.
— Deja de hablar por boca de otros. Patricia todos los matrimonios tienen sus altos y sus bajos. Además estás esperando un hijo mío.
Vamos hablar y darnos una oportunidad por nuestro hijo.
— Lo haces por el hijo que estoy esperando, no por nosotros. ¿Qué nos pasó Alexis?
— Eso no es cierto. Yo he cometido algunos errores y estoy dispuesto a corregirlos. Pero entiende que te quiero y no puedo vivir lejos de tí y de este bebé que será nuestro primer hijo fruto de nuestro amor. — Pongo la mano en su vientre para que sienta que en verdad estoy dispuesto a cambiar y volver a intentar que las cosas sean como antes.
Patricia se queda pensativa como si estuviera tratando de encontrar las palabras para expresarse.
En ese momento somos interrumpidos por un flash y varios paparazzi comienzan a entrevistarnos.
Quién habla es Patricia contando su experiencia, acto seguido se dirigen a mí haciéndome la pregunta qué tanto detesto.
Si mi empresa está en quiebra y porqué ahora mi mujer debe de hacer de modelo.
No me molesto ni en responder. Agarrando la mano de Patricia para sacarla de ese círculo de sanguijuelas para comenzar a caminar hasta el parking.
En el auto Patricia comienza a discutir nuevamente conmigo.
— ¿Porqué tratas de ocultar lo que es evidente? ¿Acaso te da vergüenza que haga de modelo? — Enfadado, me desvío hacia un lado de la calzada parando en seco el auto.
— Escúchame Patricia. Me tienes harto con tus reproches, pareces una niña pequeña con la misma pataleta.
No siento vergüenza alguna de tí, estoy enamorado tal y como eres, pero entiende que todo esto lo hago por protegerte. Eres mi esposa y la madre de mi hijo, no quiero que andes en las pasarelas sin venir a cuento. Tienes tú trabajo, tú vida y pronto una responsabilidad, al menos hazlo por el bebé que está creciendo dentro de tí.
Vamos a casa, allí podrás descansar.
— ¡Basta ya Alexis! Estoy más que harta de que trates de hacer de mí una mujer inútil. Soy adulta y sé lo que hago, no tengo memoria pero no soy idiota. Y hoy, he podido comprobar que nuestro matrimonio se ha desgastado, y si porque estoy embarazada piensas que voy a seguir siendo la misma estúpida de antes lo llevas claro.
— ¿Qué me quieres decir? — Trato de contenerme, de pensar que ella está actuando bajo la influencia de los demás.
— Alexis quiero seguir modelando y lo haré en el siguiente desfile. Te guste o no, me encanta subirme a una pasarela. — Atónito abro mis ojos sin dar crédito a lo que me dice.
— No lo hagas Patricia. Te prohíbo de que vuelvas a subirte a una pasarela. — Grito furioso golpeando al mismo tiempo el volante.
— Pues va ser que no voy hacerte caso. Si te cuesta aceptar que no me voy a someter a tus órdenes, ese es tú problema Montinelli. — Con chulería se baja del auto caminando hacia la parada de un taxi donde veo que se monta en un taxi dejándome más furioso y golpeado por su terquedad.
Dos semanas han pasado desde que vi por última vez a Patricia.
Durante este tiempo ella se ha estado preparando para el siguiente desfile que será en Viena.
Yo simplemente he estado encerrado entre cuatro paredes trabajando y bebiendo whisky en la habitación del hotel preocupado por ella.
Había hablado con Anne, la cual me cuenta de cómo Patricia ya sabía que era mi esposa y quería darme una lección.
Aquello fue una jugada sucia por parte de ella, de hecho ya no sabía que pensar sobre el concepto de nuestro matrimonio.
Solo siento que mi corazón late por ella dándome las fuerzas necesarias para querer seguir luchando por ella y mi hijo.
La noche del desfile había llegado.
De primeras me había entrevistado con algunos socios felicitándome del aumento de ventas y como mis proyectos están saliendo a la perfección.
Debía sentirme orgulloso, pero no lo estaba.
Había recibido tan buenas felicitaciones y comentarios sarcásticos aludiendo a mi esposa que ya no sabía ni que pensar.
El desfile comienza, pero en esta no me senté en primera fila como siempre lo he estado haciendo.
Había hablado con Anne la cual me comenta cómo Patricia se está dejando de influir por la prensa y los comentarios de otras modelos.
Incluso había dos modelos que habían sido despedidas por haber tratado de meterse con ella.
El ser mi esposa lleva muchas ventajas y al parecer ella sabe muy bien como utilizarlas.
Ahora que la veo como luce, pienso que no la conozco.
La Patricia de la cual me enamoré, de la que me hizo sentir que podía volver a enamorarme, no la encuentro en la mujer que en estos momentos está subida en la pasarela, son físicamente iguales pero su manera de actuar y de pensar ya no son las mismas.
Siento como mi cuerpo se tensa al escuchar comentarios de varios hombres sentados delante mío refiriéndose a ella.
Ganas de golpearlos no me faltan, pero es normal que un hombre hablé viendo a una mujer bonita con poca ropa.
Controlar mi rabia me resulta muy difícil, por eso prefiero levantarme de mi sitio y salir de aquel lugar antes de que pueda cometer una locura.
Camino directo hacia la salida, no quiero seguir viendo y escuchando cosas sobre la mujer que amo. Las cuales me afectan demasiado.
Me quedo apoyado en una pared mirando hacia el cielo estrellado buscando en la estrella que más brille el rostro de la mujer que un día juré amarla y protegerla hasta nuestra vejez.
Derrotado me apoyo en mis rodillas aguantando un grito de ira por no haber hecho las cosas bien desde su principio.
Ahora me arrepiento de todo, mis fuerzas comienzan a flaquear hasta dejarme caer de rodillas en el suelo frustrado y abatido por todo lo está sucediendo.
En mitad de mis pensamientos cargados de tristeza escucho la voz de Anne preocupada.
— Alexis, debes de venir inmediatamente Patricia se la llevan en una ambulancia al parecer se ha desmayado y ha caído al suelo.
— ¿Cómo? Vamos inmediatamente hacia el hospital.
Acompañado por Anne, conduzco hasta el hospital donde ha traído la ambulancia a Patricia.
Esperamos en la sala de urgencias varias horas hasta que al fin sale una doctora y me comunica lo que más temía.
— Doctora, ¿Cómo se encuentra mi esposa? — Pregunto apresurado y nervioso.
— La paciente está en estos momentos en observación después de haber tenido un aborto. Sentimos mucho lo sucedido.
La doctora se marcha y yo me quedo impactado por la noticia.
Anne me abraza llorando, yo quiero hacerme el valiente pero no puedo.
El haberme enterado de que Patricia ha perdido a mi hijo por su maldita obstinación de querer hacer las cosas a su manera y no haberme escuchado ha conseguido que me planteé si este amor que siento hacia ella me va permitir quedarme a su lado, o debo escoger el camino que me señala mi orgullo. El divorcio.
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