Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1

— Madre por favor no llore que no me voy a la guerra. Tan sólo, me voy a Milán para trabajar en un nuevo proyecto. Ya sabe madre, no me gusta estar a la sopa boba.

— Ya lo se mi hija querida,  estoy totalmente de acuerdo de que vayas a trabajar a otro país para así puedas cumplir tus sueños. Pero mi hija...¿Porque a Milán? A Italia, tan lejos de mí. — Ruedo mis ojos bajando la intensidad de paciencia que debo soportar con mi madre.

— Madre, suénate los mocos y beba agua. Solo van a ser unos meses. Nada más termine el proyecto que me han encargado vuelvo a casa a seguir haciendo la vaga. Pero ahora déjeme que me vaya porque pierdo el avión. — Abrazo a mis padres y el resto de mi familia despidiéndome de todos ellos.

Junto con mi amiga Anne me marcho hacia Milán donde nos espera un proyecto importante.
Debemos de organizar la boda de la hija del presidente del país.
Es un encargo muy serio e importante para mí, y si no fuera porque no voy a ver  tantos billetes morados juntos  en toda mi vida y esto es una oportunidad que no le cae a una todos los días donde podré ascender en mi carrera, no me hubiera planteado la idea de volver a Milán donde juré no volver.

Me relajo en el asiento del avión cerrando los ojos para volver a retroceder en el tiempo  recordando cuando estuve de vacaciones y por una borrachera conocí a Sabino.
Me flechó nada más verlo con el bañador ajustado a la paquetera.
¡Qué culo! Pensé. ¡Qué paquetera!, que andares con unas piernas largas y sin depilar caminando por la arena como  David Hasselhof en vigilantes de la playa.

No pude remediarlo, me levanté de la toalla donde ya comenzaba a tostarme y me fui hasta él un poco tambaleando por motivos que aún desconozco, echándome encima de él fingiendo que me había torcido un tobillo. Cuando en realidad era que iba con un par de cervezas de más.
Sabino estuvo mirándome el tobillo como si fuera a encontrar algo pacientemente, lo único que encontró fue mi sonrisa y unas ganas locas de irme a pasar la noche con él.
De juerga mal pensados.

Por supuesto no pasó nada esa noche, simplemente nos conocimos antes de entrar en faena un mes después, el último día que me quedaba de vacaciones.

Sabino era el hombre de mi vida. Me enamoré como una idiota que no sabía lo que era estar con un hombre maduro claro.

Después de las vacaciones seguimos en contacto, pasaron algunos meses hasta que volvimos a vernos y éste me propuso ir con él a Milán.
Acepté encantada, más feliz que una codorniz hice mis maletas y me mudé a Milán con él.
Tenía tantas ilusiones puestas y me sentía tan enamorada como que nada retuvo ni me importó mudarme ha Italia.
En ese momento no sé dónde tenía la cabeza.

Después de un año de relación comencé a ir desconfiando de él, hasta que descubrí que llevaba doble vida.
Estaba casado y tenía dos hijos.
Al descubrirlo lloré durante tres días, no tenía fuerzas para enfrentar nada. Hasta que al fin pude hablar con él, por supuesto él me hizo prometer que acabaría divorciándose de su mujer, no la amaba y si estaba a su lado era por sus hijos.
Lo creí, dejé de pasar el tiempo y él seguía con su familia mientras yo seguía esperando convertida en su amante que acabase con su matrimonio.
Desengañada, herida y con mi corazón roto en mil pedazos volví a Luxemburgo donde juré no volver a Italia y mucho menos conocer a más italianos.
He conocido a bastantes hombres interesantes a lo largo de estos  años, pero en verdad no deseo estar con ninguno.
De momento estoy muy bien así haciendo mi vida de soltera sin tener que dar explicaciones a nadie.
Si me apetece una noche de Safari, pues solo debo decir sí, y en menos de  un cantar sevillano me encuentro en una habitación de hotel dándole marcha al cuerpo.
Al terminar, me largo más feliz que una codorniz.

— Paty despierta que ya hemos llegado a Milán. — Con pequeños movimientos me avisa Anne de que debo abrócharme el cinturón porque vamos aterrizar.

— Anne por favor, sabes que yo a Italia se la tengo jurada y más a los italianos que para mí desgracia están todos muy buenos. Te lo ruego no me dejes hacer una locura, mira que la tentación es muy golosa.

— A ver si te aclaras. O tienes alergia a los italianos o te mueven el piso.

— Alergia, sin duda. Me da reacciones  en mi cuerpo que ni las ciencias han podido averiguar de qué se trata.

— !Qué exagerada eres! Venga vayamos preparándonos para salir del avión. Y ten cuidado, que los pasajeros son italianos. — Le lanzo una mirada asesina a mi amiga de alma, mientras me voy despegando del asiento.

Pues no te jode aquí el otro que tengo hasta miedo.
Tuveras que sé que me va pasar algo.
Para mí que en otro tiempo tuve que ser gobernadora en Roma y por eso me han maldecido.

Caminamos hasta la cinta donde debemos recoger nuestro equipaje.
Mientras espero que pase mi maleta le envío un wuasat a mi madre diciéndole que he llegado muy bien.

— Mira Paty cómo está el italiano trajeado que está enfrente nuestra. Es guapísimo, tan sexy.
¡OMG! Estos hombres son tan guapos que yo no me resisto a probar un poco de su caramelo.

— Escúchame con atención Anne. Que estás más salía que el pico una plancha. Solo puedes comértelo con los ojos. Ya de por sí que todos los hombres tienen algo que nos vuelven majaderas, los italianos desprenden sensualidad por su piel, nos hipnotizan y acabamos despelotándonos gritando como locas. Y luego, cuando esos minutos acaban se pierde la memoria.

— Paty hija de mi vida no hace falta que me eches un sermón. Solo te he dicho que lo mires no que vaya a tener algo.

— Por si acaso. — Refunfuño contestando los wuasat a mi madre.

Después de una eternidad al fin sale mi maleta.
Pero un momento, está no es mi maleta.
Yo siempre le pongo un lazo para no equivocarme.

Anne me dice que cree que el hombre trajeado de antes, tenía otra maleta indéntica a la mía.
Ves, lo que yo digo. Me han gafao, alguien de la era de los dinosaurios me la tiene jurada y se está vengando.
Salgo corriendo cargando la maleta que no es mía como una loca para hacer el cambio.

— Paty, mira allí está. — Vocea Anne parándose para recuperar el aliento.

A pesar de que me duelen los pies de estar corriendo buscando al hombre que equivocadamente se ha llevado mi maleta, sigo corriendo voceando para que se gire.

— Signore, Signore...— Ni señor ni leches, este tío tiene que estar más sordo que una tapia.

Vuelvo a insistir a ver si aquí el colega se para o va hacer que se me salgan todos los órganos por la boca. Qué hacer cardio con tacones tiene su mérito.

— Signore...mongoliniiii, posso fermarmi. — Al fin paró el mongolito este.

— Mi scusi signorina, mi conosci? — Y ahora qué me ha dicho.

— No hablo italiano, solo cuatro palabras. Habla francés, inglés, alemán, chino mandarín, griego, coreano, latín.

— on peut parler francais.

— Perfecto, hablamos en Francés. — Que inteligencia tiene el X- Men porque yo no sé más idiomas.

— Disculpe señor, creo que ha cogido la maleta equivocada. Esa maleta es mía. Ve, tiene un lazo aquí en un lado. Asique es mi maleta. — Veo como el X-Men comienza a revisar la maleta mientras yo saco de mi bolso la llave del candado.

— Ve, es mí maleta. — El X-Men me mira sorprendido al mismo tiempo que él también abre su maleta.

— Oh, es verdad. Disculpe señora no me di cuenta. Lo siento mucho. — Mirándolo bien es guapo el X-Men, pero si no fuera porque les tengo alergia a los italianos, estaría flirteando con él. Mira que está para hacer una fabada con él.
Pero no puedo, estoy a régimen.

— No pasa nada señor, suele ocurrir.

— No suelo equivocarme con mi maleta. Pero estaba tan distraído con el teléfono.  — Sin duda este hombre es todo un caballero. Pero es italiano, ya pasé por una mala experiencia con un italiano y no pienso caer en la misma tentación dos veges. Después seré yo quien lo pase mal.

— Tranquilo, ya está solucionado. Ahora sí me disculpa tengo que marcharme. Gracias.

— Espere un momento, al menos acepte una taza de café.— Ni el cupón de la lotería con premio seguro de navidad acepto yo de un italiano un café.
Que no vamos, que aún tengo mi capacidad mental puesta al día para decirle al X-Men que tengo prisa que me dejado las lentejas puestas en el fuego.

Empiezo a caminar dándole la espalda buscando a mi amiga la cual se encuentra sentada en el suelo sudando como un pollo.
Tomo asiento a su lado bebiendo un poco de agua.

— Qué, ¿Le has pedido el número de teléfono al sexy italiano?

— No, le he dicho que me tengo que ir porque me he dejado la olla puesta en fuego.
Y no insistas más, no, no y no voy a pasar por lo mismo dos veces. Enamorarme de un italiano y después sufrir horrores.

— ¡Qué exagerada! Eso te puede pasar con cualquier otro hombre. Es que le tienes manía a los pobres italianos porque aquel desgraciado se aprovechó de tí, te engañó y te utilizó hasta que fue descubierto. Pero eso no significa que vayan a ser todos iguales.

— Mira Anne, aquí hemos venido a trabajar. Cuando terminemos volveremos a Luxemburgo, y ya no hay más que decir. Como mucho haremos turismo, pero nada de ligar.
¿Me explico?

— Perfectamente, y ahora vamos a la salida nos estará esperando el chófer.

— Venga, vayamos hacer nuestro trabajo y deja de pensar en braguetas.

Anne pueda que lleve razón con hacerme ver que todos los hombres no son iguales.
Pero es que cuando me enamoré perdidamente de Sabino, y digo perdidamente porque hasta yo no sabía lo que estaba haciendo, entendí que una no debe ser tan confiada. Y a pesar todo sigues aferrada a ese amor que solo tú le tienes, él solo buscaba mi cuerpo, no le importaba mis sentimientos.
Jugaba conmigo diciéndome lo mucho que amaba añadiendo que su vida no tenía valor para él si yo no estaba a su lado.
Por eso cuando le presioné para que se divorciarse él cambió su versión.
Jamás se iba a divorciar de la madre de sus hijos. Dejándome claro que yo solo era una zorra consentidora por seguir a su lado.
Estaba sola en un país que no era el mío, sin apoyo de nadie y lejos de mí familia. Amaba a un hombre que me estaba lastimando con sus hechos y palabras.
Lloraba y callaba. Me mortificaba yo sola, no quería aceptar todo lo que estaba sucediendo hasta que un día lo vi por casualidad en un supermercado con su familia.
Hay fue donde abrí los ojos.
Y sin decir nada, recogí mis cosas llamé a Anne para que fuera a recogerme al aeropuerto y así poderle contar todo.

Esa experiencia me sirvió para madurar, para alzar mi barbilla con valor y dignidad y continuar con mi vida.
Aprendí la lección.
Y si una cosa tengo clara es que cuando me enamore de nuevo, ese hombre que suelte por su boca que me quiere, deberá demostrarlo.
Hablar cuesta poco, lo que vale son los hechos.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro