Aquí les va su final feliz, puedes tomarlo como la continuación del anterior o como otra dimensión por así decirlo

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Bajo el Cerezo

El viento de primavera soplaba suavemente, moviendo las ramas del cerezo bajo el cual Itachi Uchiha permanecía de pie. La luz del atardecer teñía el cielo de tonos cálidos, reflejándose en su mirada profunda y serena. A pesar de todo lo que había vivido, de las sombras que cargaba sobre sus hombros, en aquel momento su expresión estaba relajada.

Frente a él, bajo la lluvia de pétalos, estabas tú.

—No pensé que volveríamos a vernos así —dijiste con una sonrisa tenue, observándolo con atención.

Habían pasado años desde la última vez que te encontraste con Itachi. En ese entonces, él aún llevaba el peso de su misión, de su sacrificio silencioso por Konoha. Pero ahora, después de tanto sufrimiento, después de tanto dolor… ahí estaba. Vivo.

No sabías exactamente cómo había sido posible. Te contaron que Sasuke lo trajo de vuelta, que con la ayuda de los mejores ninjas médicos lograron salvarlo antes de que la muerte lo reclamara por completo. Pero los detalles no te importaban. Lo único que te importaba era que él estaba allí, mirándote con esa calma inquebrantable que siempre había tenido.

Itachi inclinó la cabeza levemente.

—Tampoco lo esperaba —dijo con su tono tranquilo—. Pero hay cosas que van más allá de nuestro control.

No supiste si se refería a su destino, a su resurrección, o a la forma en que tus caminos volvieron a cruzarse. Quizás a todo.

Caminaste hacia él con pasos medidos. Había tantas cosas que querías decirle, tantas preguntas que hacerle, pero al final solo soltaste una risa suave.

—Sigues hablando en acertijos, Itachi.

Por un instante, el fantasma de una sonrisa apareció en sus labios.

—Es un hábito difícil de abandonar.

Te detuviste a solo unos centímetros de él, levantando la mirada para encontrarte con la suya. Sus ojos ya no tenían el peso de antes. No había sufrimiento, ni culpa, ni la carga de secretos imposibles. Era un Itachi distinto, uno que finalmente podía vivir.

Y eso te hizo sentir un calor inesperado en el pecho.

—¿Qué harás ahora? —preguntaste en voz baja.

Él miró hacia el cielo, observando cómo los pétalos flotaban a su alrededor.

—No lo sé. Por primera vez en mucho tiempo, no tengo un camino predeterminado.

Tú lo miraste en silencio, comprendiendo lo que significaba para él tener la libertad de elegir.

—Entonces… ¿por qué no intentas ser feliz?

Itachi bajó la mirada hacia ti, sorprendido por la sencillez de tus palabras.

—¿Crees que pueda hacerlo?

—Creo que, si alguien lo merece, eres tú.

Hubo un instante de quietud antes de que sintieras su mano, cálida y firme, posándose sobre la tuya. No era un gesto impulsivo ni apresurado; era un acto silencioso de aceptación.

—Si es contigo… tal vez pueda intentarlo.

El viento sopló de nuevo, esparciendo los pétalos del cerezo a su alrededor. Y bajo ese árbol, en ese momento que parecía suspendido en el tiempo, supiste que todo iba a estar bien.

Porque esta vez, Itachi Uchiha había elegido vivir.

Y te había elegido a ti.