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Bajo el Cielo Azul

El viento soplaba suavemente, revolviendo los mechones blancos de Gojo mientras él se recostaba despreocupadamente sobre el césped. Su venda estaba baja, dejando ver esos ojos azules como un cielo despejado. Parecía estar disfrutando del momento, pero tú sabías que con Gojo nunca era tan simple.

—No me mires así —dijo de repente, girando su rostro hacia ti con una sonrisa burlona—. Sé que soy hermoso, pero te sonrojas demasiado fácil.

Rodaste los ojos, tratando de ignorar el calor en tus mejillas.

—No es mi culpa que seas tan molesto.

Gojo rio, ese sonido ligero y despreocupado que siempre hacía que tu pecho se sintiera un poco más cálido.

—Vamos, no seas tan cruel conmigo —dijo, girándose para apoyarse en su codo y mirarte con intensidad—. Después de todo, soy tu favorito, ¿no?

Abriste la boca para refutarlo, pero te callaste al notar la forma en que te observaba. Aunque Gojo siempre jugaba y bromeaba, había algo en su mirada ahora… algo diferente.

—¿Gojo…?

—Satoru —te corrigió suavemente—. Quiero que me llames Satoru.

Tu corazón se detuvo un segundo. Nunca antes te había pedido eso.

—Satoru —probaste su nombre en voz baja, y él sonrió de una forma que nunca antes habías visto. Como si algo dentro de él se hubiera aliviado.

Antes de que pudieras reaccionar, Gojo se inclinó sobre ti, acercándose lo suficiente para que su aliento chocara contra tus labios.

—Sabes… —susurró—. Contigo, el mundo deja de ser tan ruidoso.

Era una confesión envuelta en el tono juguetón de siempre, pero sabías que era sincero.

Y así, bajo ese cielo azul, sus labios tocaron los tuyos en un beso que fue dulce, pausado, pero lleno de todo lo que Gojo Satoru no podía decir con palabras.