1|the games.
Mis pies tocaban la fria y suave arena del distrito cuatro. Con una pequeña rama iba haciendo figuras sobre el piso sin dirección ni con intención de lograr nada.
El viento era calido y con cierto aroma a puerto y pescado podrido.
Mis cabellos volaban y se salian de la coleta que tenia enlazado con un moño color celeste tan brillante como el cielo.
—Es hora, ¿Qué haces aquí?
Una voz se oyó detras de mi.
Sin girar la cabeza me di cuenta de quién era.
—Nunca se sabe si será nuestro último día. Prefiero estar aquí un rato.
—Leiah, nos van a colgar de un tridente.
—Lo sé, Jake.
Reí, levantandome y sacudiendo mi vestido. Jacob estaba al frente de mi; vestido con un traje y tirantes color marrón. Le quedaba bastante bien
Él era uno de mis mejores amigos.
El único por asi decirlo.
—Estas loca.—rió, tomandome de la mano y dejando un casto beso
—Dime algo que no sepa.
—Te ves preciosa hoy.
—Gracias, tú igual.
Sus ojos color avellana me quedaron observandome fijamente, lo cual me hizo incomodarme un poco.
—Deberiamos ir, ya es tarde.
—Eh, si. Seguro.
Fuimos caminando por toda la costa hasta llegar hacia el puerto. Ahi estaba la mayoria del distrito cuatro; niños, niñas, mujeres y hombres que acompañaban a presenciar/ mirar la nueva cosecha.
A la derecha estaba el puesto de identificación de mujeres, que por suerte ya no estaba tan lleno. Pues la mayoria de las chicas ya habia pasado a identificarse.
Yo era una de las pocas que faltaban.
—Nombre.—me dijo una mujer anciana
—Leiah Lucille Gray.
Estire mi mano y con un pequeño dispositivo me extrajeron sangre del dedo e
Hicieron que colocara el pulgar en una papeleta. Me queje un poco, ardia como los mil demonios, pero no me podia quejar.
—Ve con las demás.
Asentí, caminando lentamente hacia el grupo de chicas que conocia del colegio. Este era mi último año, por ende, mi ultima cosecha. Mi nombre no saldria muchas veces, por suerte con mi padre pudimos subsistir sin pedir teselas en todos estos años. Algo que no todos tienen el lujo.
Mi padre se llama Harry y es padre soltero, mi mamá nos abandonó cuando yo tenia apenas dos meses de recién nacida.
Fue trágico, pero ambos nos la apañamos.
Siempre juntos, ese es nuestro lema.
El lugar estaba repleto de agentes de la paz, luces y un enorme escenario con dos pantallas a sus costados. El alcalde estaba de un lado y los vencedores estaban sentados en sillas junto a él. No eran muchos Mags Flanagan, Finnick Odair, Annie Cresta y Borca Marcfish.
Conocia a casi todos, de vista. Con la única que pude hablar una vez fue con Annie Cresta, ella iba unos años más arriba que yo en la academia. Era simpática, pero luego de adentrarse a los juegos, la mayoria dicen que se volvió completamente loca.
Tal vez sea verdad o tal vez no.
Busque a mi padre entre la multitud, me costo visualizarlo pero al fin lo hice. Con una sonrisa me guiño un ojo, dandome un poco de tranquilidad y paz. Sabia que habian pocas posibilidades de que mi nombre salga pero nunca era nulas.
Solo debia confiar y maldecir que otra pobre persona sea electa.
Este era mi último pedido. Y luego seré libre, bueno, en ciertos términos.
Unos malos terminos.
—Bienvenidos, bienvenidos. ¿Me escuchan? Si lo hacen, perfecto.
La acompañante proveniendo del capitolio hizo su gran aparición. Vestia un gran vestido color naranja y una peluca amarilla con patitos pegados encima. Su maquillaje era extravagante, de los mismos colores que su vestido y tocado.
—¡Bienvenidos, Bienvenidos. Aquí a una nueva cosecha de los juegos del hambre. Como siempre es un honor estar aqui en representación del capitolio y de nuestro querido Presidente. Ahora a continuación les traje una sorpresa y un video directo del capitolio hacia todos ustedes. ¡Que comience!
Las pantallas se prendieron y Coriolanus Snow aparecio en ellas con un traje rojo y una rosa blanca característica en su bolsillo.
—Damas y caballeros este es el septuagesimo quinto año de los juegos del hambre. Cuando se escribieron las reglas de los juegos se dijo que cada veinticinco años se haria el vasallaje de los veinticinco.
Para mantener fresca en cada nueva generación la memoria de los que murieron en el levantamiento contra el capitolio. Cada vasallaje se distingue con juegos con un significado especial y ahora en el aniversario setenta y cinco el grupo de tributos sera cosechado de los vencedores y de dos nuevos tributos. Los cuatro pelearan a muerte y uno solo ganara. Bienvenidos al vasallaje de los 48.
Mi piel se erizó y los llantos empezaron a oírse. El miedo y la rabia verdaderamente se sintio.
Por un lado habitantes en silencio y los mas pequeños sollozando
Y por el otro lado los vencedores, Annie Cresta gritando; Mags consolandola y Finnick Odair quieto como una estatua, tratando de asimilar todo.
—Bueno, después de todo este escándalo. Comencemos. Primero con las damas vencedoras.
Metio su mano en la hurna y entre dos papeletas saco una. Con poca paciencia y ansiedad la abrió y dijo el nombre de:
—Annie Cresta.
Ella gritó y tomo su cabeza, mientras Margaret se paraba de su asiento y le susurraba algo por debajo.
—¡No Mags!
Y Mags lo hizo, se ofrecio como voluntaria.
Ahora de la otra hurna llena de papeletas, revolvio y revolvió hasta tomar una.
Kennya sonrió, apretó sus labios e hizo esperar impaciente a todos.
—Y la nueva tributo es...
Por favor
Por favor
Por favor
Coloqué mis dedos cruzados detras de mi
Solo esta y ya.
—Leiah Lucille Gray.
Mis manos comenzaron a temblar y poco a pocos mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Mi respiración se volvió irregular tanto que pensé que podría darme un paro cardíaco justo en ese momento.
Las chicas que estaban delante mío empezaron a mirarme y poco a poco dejando un espacio libre hacia donde estaba.
—¡Es ella!¡La de ahí es Leiah!
Negué y observé la pantalla, ahí estaba yo.
Di un paso para atrás y me tropecé con mis propios tacones. No se si fui yo pero oí la caida en seco en todo el lugar.
Mis brazos fueron tomados e inmediatamente me di cuenta que estaba siendo llevada hacia el escenario por los propios agentes de la paz.
Mi vista estaba nublada, lágrimas caían sobre mis párpados impidiéndome ver cualquier cosa que estaba cerca mío.
Fui arrojada hacia el escenario sin discreción. La acompañente me observó y me tomo de la mano, poniéndome a su lado.
—Tenemos a las tributos femeninas de nuestro hermoso distrito. Mags Flanagan y Leiah Gray.
Justo ahí mi visión se puso borrosa, mis oidos comenzaron a zumbar y mi cuerpo a temblar como un perro mojado.
Y luego de eso todo se puso negro.
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