Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Noche "9"

Otra vez yo estaba detrás de esa mujer, y está vez lo hacía atado a la palabra amor.

Un frío espectral me recibió apenas traspasé la entrada, pero a su vez, todos los males que me atormentaban desaparecieron con el mismo soplo. Por otra parte, la ligera luz de la luna que entraba por la ventana, me hacía el favor de iluminar la penumbrosa habitación, así que no tardé en ingresar con más seguridad hasta llegar a mi objetivo.

Su rostro inmaculado, sin rastros de falsedades, me mostraba un paisaje que me llenaba de tentaciones, y sin poder evitarlo, me incliné sobre su lecho apoyando suavemente mis manos a sus costados. Tenía la clara intención de robarle algún que otro suspiro esa noche, pero ella al parecer tenía otros planes. Como si de un espectro se tratase, la vi abrir los ojos de golpe, y producto del espanto, me hizo retroceder hasta chocar contra unos cuadros que estaban sostenidos en la pared, logrando así que estos cayeran, para más tarde, provocar un gran estruendo al estallar los cristales.

—¿Syrkei? —ella pronunció mi nombre, y se sentó inmediatamente sobre la cama con una expresión alarmada. Mientras tanto, yo que tenía una mano en el pecho, suspiraba por la reciente impresión que me había hecho llevar—. ¿Estás bien?, pero más importante. ¿Qué haces aquí? —una vez retomé la compostura, volví al sitio donde se encontraba ella.

—Estoy bien. ¿Pero qué clase de despertar fue ese? Casi me matas del susto —le reproché, y luego respondí a lo demás—. Simplemente no podía dormir, así que en lo que caminaba por los pasillos, sentí tu presencia, probé la puerta, y simplemente entré —era medianamente lo que había pasado.

—¿Entonces te sentiste solo y viniste a verme? —ella sonrió con una brillantes que hizo que me faltara el aire, así que baje la vista un poco.

—No exactamente... sin embargo —cerré mis ojos, me acerqué, y me medio giré posando mi mano en la cintura para luego ofrecerle la otra—. Ya que estamos despiertos, ¿por qué no damos un paseo por el valle que está cerca?

—No me importaría —mencionó emocionada, pero en cuanto tomó mi mano, se percató de que Alouqua no estaba.

—¿Dónde está Alouqua? —inclinó su cabeza con extrañeza.

—No lo sé —claramente no me interesaba que había pasado con ella después de encontrármela, tampoco deseaba infórmale sobre lo sucedido, no lo veía necesario. Por otra parte, no dejé que volviera a mencionar el dichoso tema, porque la tomé de la muñeca, abrí la ventana y me saqué la tiara dejando así mis alas expuestas junto a mi cola—. Agárrate fuerte o caerás —le advertí.

—¡Pero! —cuando ella menos lo esperaba, yo salté por la ventana con ella a cuestas, y entonces empezamos a surcar el vasto territorio. Imaginé enseguida que sentir sus pies flotando fue suficiente como para que ella se quedara callada y se aferrara con fuerza a mis ropas—. ¡Wow! —expresó cuando vio la altura en la que estábamos, pero además, por el extenso campo de magnolias al que nos aproximábamos.

—Aquí nos quedaremos —le notifiqué ya descendiendo, y finalmente aterrizamos tocando suavemente la tierra.

—¡Este lugar es hermoso Syrkei! —inmediatamente se separó de mí sin contemplaciones, y se dirigió rápidamente hacia las ramas más cercanas al suelo para poder así apreciar la belleza de aquellas plantas.

—¡Hey! —me quejé un poco al ver como se alejaba e iba por su cuenta, pero a paso lento me acerqué a donde estaba.

—¡Me gusta mucho, gracias por traerme aquí! —se volteó a verme con esa significativa expresión que tanto me había puesto los pelos de punta últimamente, pero yo no pude hacer más que mirar hacia otro lado.

—No es para tanto —luego, me llevé una mano al pecho, apreté mi camisa con mis dedos, pero también clavando un poco así mis uñas en éstas; estaba algo inquieto.

Por un leve instante, en lo que ella seguía recorriendo cada espacio de nuestros alrededores, sentí la necesidad de pedirle algo, pero no antes de dedicarme a observar ese camisón rosado que cubría su cuerpo hasta las rodillas y, que a duras penas cubría sus hombros, sin mencionar el detalle de que hoy también se encontraba con su cabello recogido.

—Ángela, necesito que hagas algo por mí —me atreví a decir, y ella se detuvo en sus movimientos para voltearse a ver.

—¿Sí? —me observó intrigada.

—¿Podrías quitarte el listón de tu cabello? —le pregunté un tanto nervioso.

—Claro, no tengo ningún problema —ella sin indagar frente a lo dicho por mí, inmediatamente acató mi petición, y en tres parpadeos, ya la pude ver con su cabello suelo.

—Bien, ahora, quítate ahora tu gargantilla —le ordené.

—Pero mi gargantilla —se llevó las puntas de sus dedos a esa zona, y me miró con algo de preocupación—. ¿Para qué? —yo chasquee la lengua.

—Sólo hazlo —le volví a insistir.

—Está bien —con algo de dudas, ella se quitó la misma, e inmediatamente sus alas aparecieron resplandecientes, además, podían verse estelas de luces doradas caer de estas, como si de un polvo se tratase, al mismo tiempo, hacía destacar más la belleza de esa mujer.

Aún ahora recuerdo aquellos instintos salvajes, los cuales nunca desaparecieron, absolutamente nunca lo hicieron en ningún momento, pero hoy, estaban tan cercanos a la luz que no pude contenerme más debajo de la luna.

—¡Ya no puedo! —grité, e inmediatamente me arrojé sobre ella, en ese instante sujeté sus muñecas firmemente contra la tierra, mientras tanto, los pétalos se distribuían sobre nosotros ante el impacto.

—¿Qué haces Syrkei? —exclamó sorprendida, pero no dejé que continuara hablando: mi mente, mi cuerpo, mi alma, estaban esperando por ella. Estaba determinado a continuar con mi inhumano ataque, es por eso que lo siguiente que hice, fue fusionar mis labios con los suyos con extremo fulgor. Yo ardía, en verdad me sentía en llamas ahora mismo, no podía mantener la mente clara, ni tampoco poseía estabilidad en mí, es por ello que una de mis manos siguió sujetando las suyas, y procedí con la otra a explorar con cierta delicadez ese cuerpo sin magulladuras. El tacto era sin dudas exquisito, podría compararlo a devorar la frutaba más jugosa y prohibida del paraíso.

Aun cuando nos correspondíamos en sentimientos, ella buscó escapar, pero no, no se lo permití. Mi sonrisa era lasciva, mi fuerza era temeraria, y en cuestión de segundos, ya la tenía sometida. Lo más salvaje que había en mí se encontraba despierto, mis dientes desgarraron su fino camisón, y eso dio por resultado que no pudiera mirar atrás en mis acciones.

Gradualmente dejamos que el sabor de la pasión nos envolviera a ambos, y a pesar de que no era mi primera vez, podría decir que no había experimentado un elixir como éste. Sin embargo, por el contrario de mí, ella era virgen hasta la medula, y lo sabía por sus expresiones, las cuales eran muy delicadas pero a la vez extensas. Por lo demás, no sabría exactamente cuánto tiempo transcurrió, pero hasta que no di por concluido mi delirio no la solté.

Para cuando desperté de ese gran y húmedo sueño, me di cuenta de que mi espalda ardía, y eso se debía a que estaba llena de rasguños, de sus rasguños. Poco a poco fui enderezándome, pero no tan pronto, después de todo, ella estaba debajo de mí, lo que me hizo darme cuenta de que había cometido una falta terrible. Yo siendo un demonio que no poseía el menor de los arrepentimientos, de pronto me veía azotado por la culpa, después de todo la había obligado a sucumbir a mis deseos. Ante éste nuevo mal que me desbordaba, la abrace contra mi pecho sin siquiera ver su expresión, y de inmediato con mi voz un tanto temblorosa, empecé a suplicar su perdón.

—¡Lo siento mucho Ángela, hice lo mejor que pude para contenerme, pero... el deseo era demasiado fuerte! ¡Realmente lo lamento! —el dolor empezó a ser tan inmenso, que de mis ojos comenzaron a expulsar agua salada, y enseguida me oculte contra su cuello. Era la primera vez que lloraba, es por eso que no reconocí las lágrimas enseguida. Por unos segundos, pensé que la había dejado inconsciente, después de todo, no sería la primera vez que me pasaba estando con alguien. Pero fue entonces que ella acarició mi mejilla con extrema dulzura, y me dedicó las siguientes palabras.

—Syrkei, tranquilo, esto también es amor —abrí mis ojos sobre exaltado ante su respuesta, y dejé de ocultarme sólo para mirarla directamente.

—Ángela, ¿lo dices enserio? —mis ojos tiritaban, todo mi cuerpo lo hacía, pero ella calmaba con sus caricias mi caóticos sentimientos.

—Sí —ella sonrió de una forma agradable. Su calidez, su amabilidad, ¿acaso esto era lo que se lograba obtener con el amor hacia otro ser?, si eso era cierto, entonces... era algo que no quería perder, después de todo, ella provocaba en mí esta sensación tan adictiva, inigualable, por no decir, única.

—Ángela —murmuré su nombre.

—Yo te amo, Syrkei —sus ojos brillaban, se revelaban contra la luna, incluso contra la ausencia del sol, pero lo más importante de eso era, que esos ojos azul cielo, sólo me miraban a mí.

—Yo también... también te amo —le aseguré y la abrace aún más fuerte.

Me sentí feliz, tanto, que no quería separarme de ella, no quería romper ese vínculo que apenas habíamos establecido, lo que me llevaba a desear seguir plantando en ella mi semilla de amor.

Pero sin siquiera saberlo, pronto el destino querría que nuestro tan atesorado encuentro fuera interrumpido, ya que detecte enseguida la presencia de algún ser.

—Ángela, toma esto —me separé rápidamente de ella, y le entregué la camisa que tenía, luego me acomodé mis ropas y le ordené que se mantuviera a mis espaldas—. No te muevas, alguien se aproxima.

Ella, en silencio, hizo caso a mi mandato, y pronto, llegó el sujeto que se había atrevido a interrumpir nuestro nido de amor: una mujer de cabello castaño, ojos esmeralda, y una estatura promedio, me hizo frente—. ¿Quién eres tú?

—No tiene que estar a la defensiva señor Syrkei, soy una aliada más, una mensajera del señor Abigor. Mi nombre es Pandora —sí, exactamente sabía de quien se trataba, como era de esperarse, era la mujer que trajo miles de males a los humanos.

—¿Qué es lo que quieres? —le pregunté más relajado.

—Mientras tú disfrutas de los placeres que este ángel te entrega, tus aliados están ahora mismo luchando contra miles de legiones que tu padre ha mandado para exterminarte. Tal vez tus camaradas sean fuertes, pero no podrán vencer si no poseen tu ayuda.

¿Cómo podría ser esto? ¿Entonces mi padre había aprovechado el tiempo en el que estuve con Ángela para destruir a mis hombres? ¡Debía apresurarme y detenerlo cuanto antes!

—¡Maldición! ¡Debemos irnos Ángela! —la tomé enseguida del brazo obligándola a volar conmigo.

Desde las alturas, cuando estuvimos cerca de la casa de Addu, logramos observar que la batalla de mis compañeros era terriblemente sanguinaria, pero que de alguna manera, estaba controlada. Desde una punta, Addu protegía con esmero al indefenso Kamui, quien apenas podía hacer frente a algunos demonios, mientras que otras legiones de parte de Abigor enfrentaban a otras provenientes de mi padre. Extrañamente algunas batallas estaban siendo enfrascadas, como la de aquel duque pelirrojo contra la nueva aparición de Belfebor.

—¡Amo Syrkei, por fin llega! —gritó Addu, quien parecía haberme visto—. ¡Son demasiados, por favor haga algo! —me rogó.

No cabían dudas, teníamos a todo el inframundo detrás de nosotros, pero eso no me impediría que hiciera arrodillar a esos bastardos. Yo era el heredero de oscuridad después de todo, quien se denominaba a sí mismo el próximo rey de este mundo, y no me dejaría vencer tan fácil.

—Es hora de ponerlos en su lugar. Ángela, sígueme, y quédate detrás de mí —era evidente que necesitaba desplegar mi fuerza, y eso significaba liberar mi energía sellada, por ende, nuevamente volvieron aquellas marcas debajo de mis ojos, que luego fueron acompañadas por un cambio abrupto en mi vestimenta. Mi ropa ahora se apegaba a mi musculoso cuerpo, también poseía una contextura flexible, como el látex, y eso me permitía moverme con mayor facilidad. No podría olvidar como mis garras nuevamente hacían acto de presencia, y por si fuera poco, entre mis manos apareció mi espada bañada de sangre, la cual únicamente yo podía maniobrar.

—¿Qué vas a hacer Syrkei? —preguntó ella detrás de mí.

—Sólo observa —con un solo movimiento, hice que mi espada quedará de cabeza, y entonces la arroje a la tierra con fuerza. Apenas mi arma tocó el suelo, un terremoto se hizo presente junto a una onda terrible de oscuridad que devoró increíblemente a las fuerzas enemigas, y así reduciendo su número significativamente.

—Parece que esto no va a ser tan difícil —mencioné detrás de una máscara negra que me cubría la boca, y me dediqué unos segundos a disfrutar del terrible resultado que había causado mi arma.

—Estás muy equivocado si crees que eso bastara para detenerme —el dueño de aquellas palabras me había hecho helar la sangre, puesto que ni siquiera había notado su presencia, lo cual indicaba lo peligroso de su poder, y para colmo, ahora se expresaba su silueta en una sombra contra la luz de la luna.

—Ese... es —entre cerré mis ojos para divisar más la figura, dándome cuenta de quién se trataba, lo cual daba por hecho, que la batalla final apenas comenzaba. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro