Noche "6"
Inesperadamente, Aini entró estrepitosamente en la habitación, lo cual provocó que nuestros cuerpos obviamente se distanciaran, dejando así en evidencia que algo entre nosotros había sucedido momentos antes. Sin embargo, antes de que él dijera algo, yo mismo tomé la iniciativa.
—¿Qué rayos te pasa, por qué no viniste antes? —lo interrogué—. ¡Le pudo haber sucedido algo a Ángela! —le reclamé. Sin darme cuenta, le estaba exigiendo más responsabilidad sobre un ser al que no debería siquiera tomar en cuenta, es decir, éste ángel. Por otra parte, y sorpresivamente, él sonrió ante mi forma de expresarme.
—Tú mismo te encargaste de todo, ¿no?, así que no te quejes —me respondió, y claro que yo no me detuve y fruncí enseguida el ceño—. Pero cambiando de tema... tu propósito se ha alterado, ¿o me equivoco? —noté como él entraba silenciosamente a la habitación dejando a ambos estupefactos por unos segundos, pero además, como luego se apoyaba contra la pared cruzado de brazos, mientras que yo, me sentía acorralado, y quizás Ángela, avergonzada. ¿Yo, cambiar de propósito?, ¿a qué se refería con eso? Para ser sincero, no tenía la más mínima pista al respecto, más sólo lo ocurrido, y probablemente, las palabras que le dije a ella antes de que él entrara.
Reflexionando unos leves segundos en silencio, logré entender su punto, y sí, efectivamente, mi meta había cambiado por completo, y ahora lo que quería era llevármela lejos, no importaba el cómo, ni el dónde, pues eso era todo.
—Te lo advierto, Aini, digas lo que digas ahora, no me importa, y más aún si tienes pensado atravesarte en mi camino. Pero te aseguro, que no lo pensaré dos veces para hacer que te hagas a un lado —lo desafié, pero a pesar de eso, me dedicó una mirada de indiferencia.
—No busco detenerte ahora, pues al parecer, nada te sacara de tu idiotez. Pero aun así, voy advertirte de nuevo. Vas en contra de las normas de tu padre, y créeme, tendrás más que problemas. Pero admito que me parece divertido el asunto, así que voy a ayudarte, eso, si es que piensas enfrentar a tu padre. Teniéndolo a él en cuenta, tendrás que buscar más aliados, y eso lo lograrás a medida que viajes —debía admitir que él tenía toda la razón, pero no lo diría abiertamente—. Por ahora dejaremos la charla hasta aquí.
—¿Qué? —levanté una ceja sin comprender.
—Sí, mañana hablaremos más a fondo de esto, por ahora vayan los dos a descansar —nos indicó. Yo en consecuencia de aquellas palabras, entre cerré los ojos dudando al respecto, pero él a fin de cuentas nos había recibido, así que decidí tomar su consejo.
—Bien. Vamos Ángela —le ordené a ella.
—¡En habitaciones separadas!, por supuesto —aclaró aquel hombre tan molesto.
—¡Sí, sí! —exclamé irritado, y ambos salimos de la habitación dejando atrás a Sean.
No tenía la plena confianza infundada en ese individuo, y no la tendría hasta que me demostrara que realmente iba a apoyarme en mi causa. Pero bien, era de saber que no podría yo solo contra mi padre, así que, necesitaría aliados poderosos, y en el caso de que él quisiera ser realmente de utilidad para mí, entonces no dudaré en aprovecharme de él. El hecho de que ese sujeto quisiera ayudarme sólo porque tuviera planeando derrocar a mi padre, no creo que fuera suficiente, y quizás ocultaba detrás de esa irónica sonrisa sus verdaderos objetivos.
Una vez llegamos al pasillo en donde nuestras puertas estaban enfrentadas, nos dimos mutuamente la espalda, pero antes, logré observar como ella tomaba dudosa la perilla del portal, y sin poder evitarlo, le dediqué una mirada de "Buenas noches". Luego me adentré a mi cuarto, y dejé que otra vez mis pensamientos lamentables me rodearan. Pasar otra noche sin ella, se transformó en algo aterrador, tanto así, que no pude pegar un ojo en toda la noche.
La luz del sol llegó a mis pupilas, y no sólo eso, sino que también me cegó, puesto que no había dormido, por lo tanto, mis ojos estaban sensibles además de cansados. Justo en ese momento, me había pasado por la mente el irónico pensamiento de que no sólo traicioné a mí creador por mis metas egoístas, sino que también ahora estaba en el medio aquella mujer. Desde luego, solté una ligera risa por eso, que prontamente me hizo percatar de la presencia de heridas sobre mi espalda que revelaban un ardor que antes no había sentido, pero al levantarme, y fijarme en el espejo, pude verlas claramente. No cabían dudas, eran unas auténticas marcas de garras, lo cual significaba que mi padre ya estaba enterado de todo.
No había más nada que hacer al respecto, más que moverme al comedor de esa casa y entablar una charla con su respectivo dueño. Al llegar al lugar deseado, me detuve viendo la escena de Sean y Ángela desayunando una amplia variedad de cosas. No les dije nada al principio, pero tampoco hizo falta, ya que uno de ellos me invitó a acomodarme con ellos.
—Llegas justo a tiempo, Syrkei. Siéntate, empezaremos ahora mismo la reunión —a continuación: me senté, tomé entre mis manos una taza de café con mala gana, y lo escuché atentamente—. Muy bien, aquí les tengo un par de boletos —posó sobre la mesa un par de tikets con la imagen de un crucero—. Éstos lo usaran para el barco que se dirige a Ecuador hoy mismo; la hora de la embarcación es dentro de una hora. Eso es lo primero —dijo, y Ángela agarró las entradas mientras que él seguía parloteando—. Segundo, se encontraran en su viaje a tres demonios que seguramente estarán dispuestos a ayudarte, sin embargo, uno será a tu elección, los otros dos los elegirá el destino.
Lo que Aini estaba diciendo, era agradable de escuchar, sin embargo, estaba el detalle que teníamos que apresurarnos para llegar a nuestro destino, y por si fuera poco, ¡ya era muy tarde!
—¿En una hora? —exclamé levantándome repentinamente de la silla—. ¡Ponte de pie Ángela, hay que irnos ahora mismo! —le ordené, y ella asintiendo levantándose con los boletos en la mano—. ¡La próxima vez deberías avisarnos con más antelación! —le advertí a ese demonio de cabello oscuro.
—No sería divertido en ese caso —elevó un poco las manos después de lo que dijo, por lo mismo, yo me ofendí, y en lugar de perder tiempo, tomé de la muñeca a aquel ángel, y me la llevé con prisa fuera de ese lugar. Pero había un problema, ¿cómo llegaríamos?, era más que sencillo. Detrás de la casa había un portal dimensional, y por lo que llegaba a intuir, éste nos llevaría al puerto más próximo, así que obligué a Ángela a entrar conmigo, llegando así sin mayores problemas a la bahía.
—Nunca antes había visitado un puerto —mencionó ella emocionada mirando vivamente los alrededores.
—Yo tampoco conozco mucho de este lugar —le mencioné dándole poco interés a su entusiasmo, pues buscaba a alguien a quien deberíamos entregarle esas dos trozos de papel—. Por cierto, ¿no es la primera vez que vienes a este mundo, verdad? —le pregunté.
—Bueno, lo he visitado en secreto, porque mi padre no me permitía bajar a la tierra. Solía decirme que era muy peligroso hacerlo yo sola —ahora su entusiasmo había mermado un poco debido a la charla.
—Ya veo, para mí es la primera vez —no es que fuera tonto, me valía de las cosas de alrededor, es decir, las plantas para entender que eran ciertos lugares, es por eso que al ser mi primera vez no me sentía del todo perdido.
—Entiendo, pero supiste que eran estos, ¿no? —me señaló los boletos.
—Sí, porque me lo dicen las plantas que viajan por el viento —le hice saber.
—¡Wow! Es genial saber que puedes hacer eso.
—Puedo hacer muchas cosas.
—Oigan —un hombre rubio, vestido de blanco, y con una gorra que le cubría gran parte del rostro se dirigió a nosotros—. ¿Están buscando su nave para partir?
—Así es —le respondí—. ¿Sabes cuál es? —él asintió.
—Sí —estiró su mano hacia un gran barco que no estaba tan lejos—. Ese es. Tienen suerte de viajar en un lugar tan lujoso.
—¡Yo también lo creo, es mi primera vez! —se le escuchó decir a Ángela realmente feliz.
—Entiendo. Espero que tengan un buen viaje —bajó un poco la cabeza en señal de reverencia.
—Por cierto, ¿tú quién eres? —lo interrogué.
—Oh, tan sólo un humilde trabajador de aquí —nuevamente hizo el mismo gesto, pero por sobre su hombro, y se retiró murmurando algo que no llegué a comprender. Di poca importancia a la locura de ese hombre, así que nos movimos a la nave, en la cual, apenas puse un pie, escuché una frase inquietante que provenía de algún lugar, y que decía: "Las olas que están teñidas de carmín, y entre ellas las tumbas de los que te esperan esperanzados". Al terminar esa frase, miré a mis alrededores rápidamente, y Ángela me tomó del brazo preocupada ante mi inusual comportamiento.
—¿Qué ocurre Syrkei? ¿A quién buscas?
—Ese sujeto... ha desaparecido —murmuré aquello último al entender que quizás no nos habíamos cruzado con un sujeto cualquiera.
—¿Qué?
—Nada. Vamos adentro —con cierta desconfianza, entramos ahora al barco.
Podría decir que el resto de la mañana y día, transcurrió normalmente, sin demasiados problemas, pero al llegar la noche, la distancia entre ambos pareció preocupar a Ángela.
—Syrkei, has estado muy inquieto, casi no has permanecido en el camarote. ¿Qué es lo que te pasa? —me preguntó.
—No he podido permanecer tranquilo... siento como si alguien pudiera atacarnos en cualquier momento.
—¿Pero qué dices? —ella sonrió y se acercó para tomar mi mano, lo cual me sorprendió.
—Relájate, no creo que vaya a pasar más nada durante el viaje —me aseguró, pero yo aún tenía mis dudas.
—Eres demasiado confiada para ser un ángel —dije entre cerrando los ojos—. ¿Estás segura que no planeas nada contra mí?
—Ya te dije que mi misión es solamente acompañarte, ¿por qué no me crees? —la vi formar un puchero con los labios, e inmediatamente miré a otro lado; no soportaba esas expresiones de angustia que ella tenía.
—Maldita sea... eres una llorona —me quejé, y pasé mi mano por su cabeza imitando así unas cuantas caricias—. Bien, te creo.
—Gracias por entender —pareció estar más aliviada, pero el momento no duro mucho, ya que empezamos a escuchar unos arañazos en el vidrio, así que inmediatamente volteamos a ver que era.
—¡Qué es eso! —señaló con su dedo a la ventana. Allí, entre las penumbras del océano, unos ojos diabólicos se reflejaban del otro lado del vidrio.
—¡Quédate atrás Ángela! —y la acomodé detrás de mío. De inmediato, el cristal se agrietó hasta estallar en mil pedazos. Antes de que alguno de los cristales pudiera dañarla, la abracé contra mí, y esos trozos simplemente rebotaron sin hacerme daño. Sin embargo, no contento aquel tipo con su peculiar presentación, la criatura sombra entró por la ventana, e hizo su aparición: era un chico con ropas destrozadas, cabello largo de un tono verde flúor, sus ojos estaban inyectados claramente en un rojo sangre, y su estatura era mucho menor que la mía; al juzgar por su apariencia, pertenecía a la clase vampírica.
—¿Qué es lo que vienes a hacer aquí? —me acerqué al individuo, dejando atrás a un inseguro ángel, pero con la confianza de que esta criatura no era demasiado poderosa. El individuo que estaba envuelto por las sombras, elevó su mirada hacia mí, y con una ronca, pero débil voz me dijo.
—Tengo órdenes que cumplir —mencionó.
—Pareces estar más muerto que vivo. ¿Acaso te enviaron como carne al matadero por ser un inútil? —entrecerré los ojos.
—¡No soy un inútil, y he venido específicamente para matarte Dark Knight! —elevó sus manos cerca de su rostro mostrando tanto sus colmillos como sus garras.
—¿Enserio? —pero antes de que poder decir algo más, él me atacó, yo lo esquive con la misma facilidad que lo hice con Belfebor, y en el transcurso no pude evitar hablarle—. Veo que eres muy rápido, así que puedo decir que estoy en desventaja —aquello era una vil mentira, pero eso fue suficiente como para motivar al chico a detenerse.
—¿De verdad? —mencionó con cierta desconfianza, después de todo había esquivado todos sus ataques.
—Sí, estoy seguro que puedes matarme, pero antes de eso, quiero que me des tú nombre.
—Mi nombre es Kamui —no podía creerlo, sólo me encontraba con puros idiotas, es por eso que me reír con ganas.
—Te dijo su nombre —la escuché a Ángela expresar sorprendida.
—Parece que hasta tú sabes que significa —le dediqué una mirada a ella con una enorme sonrisa.
—¿Qué pasa? —retrocedió él confundido y con miedo, pues la situación no la comprendía al parecer.
—Gracias... —cerré mis ojos—. Por concederme este último deseo —abrí nuevamente mis parpados, y dejé ver como mis orbes se transformaron en unos más demoniacos con unos tatuajes rectangulares debajo de mis ojos. Este poder hacía que mi enemigo fuera inmovilizado.
—¡No puedo moverme! —el muchacho, hacía innumerables gestos tratando de liberarse, pero mi poder mental era mayor al suyo, además, al poseer ahora su nombre, podría volverlo mi esclavo.
—No has sido muy listo de tu parte darme tu nombre. Ahora puedo controlarte —estiré mi mano hacia él y elevando mi aura demoniaca diciendo lo siguiente—. De ahora en adelante sólo servirás a una persona, y esa será a mí! ¡El futuro rey del inframundo, Syrkei! —después de decir esto, mis ojos destellaron en carmín, y finalmente, él cayó de rodillas ante mí. Como era de esperarse, Ángela fue en su ayuda, aunque no me sorprendía demasiado debido a su linaje. Por otra parte, el muchacho pareció volver en sí, ya que su color de ojos ahora se trataba de un ámbar brillante con un toque inesperado de inocencia. Quizás el sujeto no era muy poderoso, pero me serviría como protector para Ángela cuando yo me encontrara en batalla.
—Parece que se encuentra bien —soltó un pequeño suspiro de alivio.
—Mi señor, mi nuevo amo —lo vi moverse hacia mi persona—. Ahora le serviré eternamente a usted. Y déjeme decirle que le estoy agradecido por haberme liberado de tan vil embrujo —él se arrodillo, y ahí entendí que simplemente lo habían manipulado.
—No necesitas agradecerme, vasallo.
—No lo llames así Syrkei, es un chico, y parece amigable —mencionó la castaña.
—¿Tú crees que vine a este mundo para hacer amigos o algo así? —la miré severamente.
—¿Qué tiene de malo hacer amigos?
—Los demonios somos muy complejos. No poseemos reales amistades entre nosotros debido a la existencia de la traición, la cual repercute más en nosotros que en cualquier otro ser —le hice saber—. No pienso hacerme amigo de este tonto, pero sí su amo, es lo justo.
—Eso suena triste —ella pareció angustiarse.
—No te preocupes, a mí no me importa —le dijo el muchacho.
—De cualquier manera, te daré tu primera orden —anuncié.
—¡Sí! —respondió con firmeza.
—Me pagaras por tu liberación de la siguiente manera: serás el protector de este ángel estúpido por el resto de tus días. ¿Has entendido?, y mas te vale que no me defraudes.
—Sí señor.
Fue así como conseguimos nuestro primer aliado. Pero no conformes al ver sus harapos, nos vimos interesados en empezar a cambiar su apariencia. Entre las cosas que había en el camarote, encontramos un Hakama, que es un pantalón grande y azul, y para la parte superior un Kimono recortado que sólo poseía sus mangas característicamente largas que también tenían el mismo color. Se lo colocamos, y para asegurarme de que él nunca me traicionara, me tomé la libertad de ponerle un pañuelo con una piedra roja, la cual lo castigaría por mí en dado caso.
—Esto será suficiente —mencioné, y una vez ambos contentos por el trabajo, dejamos pasar las horas. Era una fortuna para nosotros que la clase de demonio que era Kamui, no le afectaba (como en las películas) los rayos del sol, es por eso que cuando desembarcamos, bajamos todos juntos mezclándonos entre la multitud.
—¡Oye, mira eso! —señaló Ángela con el dedo observando unos puesto a lo lejos.
—¡Espere, señorita Ángela! —ella se distanció de nosotros, y como yo le había ordenado a mi esclavo que la protegiera, fue tras ella en cuanto vio que se alejaba, por lo tanto, me quedé solo en un descuido.
—Diablos. ¿A dónde se fueron? —pregunté algo irritado por su ausencia apenas me había dado cuenta. Sin embargo, una presencia me hizo ponerme en guardia. Esa energía envolvía a toda la zona, por lo que me era muy difícil ubicarla, pero no siendo eso todo, una más se manifestó, pero en esta ocasión era angelical. Por un ligero momento me creí atrapado, y allí fue cuando lo vi: era un muchacho castaño, de mi misma altura, de ojos azules, pero que también cargaba una gargantilla del mismo color que Ángela, sólo que en lugar de un corazón era una gema de oro, lo cual me hacía entender que se trataba de un ángel.
De repente, el tiempo empezó a ir más lento, permitiendo al extraño hablarme.
—Mas te vale que no le hagas nada, demonio, quiero que sepas que te tengo bien vigilado —él prosiguió su caminata luego de pasar por mí, y al voltearme ya no estaba.
—¡Maldición! —gruñí.
—¡Syrkei! —Ángela nuevamente se reunió conmigo, y eso me hizo olvidarme momentáneamente de la otra aura, por lo que no me di cuenta que alguien se había parado detrás de mí, hasta que sentí una mano sobre mi hombro.
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