❈•≪Final. Sudor y lágrimas≫•❈
Luego del juego en Incheon, la rutina se había instalado con relativa facilidad para todos los involucrados, volviendo a sus tareas y responsabilidades con normalidad. La euforia se había gastado y la sed casi sanguinaria por otra victoria, había disminuido gradualmente. Poniendo a todos en un estado de reserva hasta que se diera el enfrentamiento contra Busan.
Lo que demoraría en ocurrir.
Y mientras que todos se instalaban en una mentalidad de exámenes y pruebas, Hongjoong se enfocaba en su rutina musical. Ensayando el doble de veces por semana y eludiendo las salidas con Mingi por la misma razón. Volviendo al gigante de ciento ochenta y cuatro centímetros, una masa de quejidos y lamentos. Lo que fue bastante lindo de presenciar, en realidad.
Nunca se imaginó que alguien como Song Mingi tendría una faceta como esa.
—En serio no me gusta esto de que ensayes el doble de veces, ya lo hacías bastante bien con tu horario regular —comentó una vez mientras estaban en la pista de hockey, solos.
Ambos se encontraban en el hielo, y mientras que Hongjoong practicaba un par de posiciones y aperturas con los brazos, llamados líneas, Mingi se encontraba de brazos cruzados viéndolo con el ceño fruncido. Un gesto poco intimidante en este punto de su relación, pero divertido.
—Exacto —dijo al detenerse para mirarlo de regreso, bajando las manos—. "Bien" —resaltó—. Yo quiero hacerlo excelente. Ahí está la diferencia.
—Exigirte demasiado no te va a dar los resultados que buscas, podría llevarte por otros caminos.
—¿Cómo cuáles, experto en el patinaje artístico? —preguntó el omega con sarcasmo, resoplando sin humor. Abriendo grande los ojos, el alfa se puso rígido.
—No tienes porqué contestarme de esa manera —replicó, claramente ofendido—. Sólo estoy preocupado por tu condición física. A veces tambaleas.
—Tú sólo te preocupas porque ya no te metes en mis pantalones con la misma regularidad que antes.
—Okay, estás siendo un imbécil ahora mismo. Sigue con tu mierda por tu cuenta, no sé porqué me molesto en acompañarte todos los días.
Chasqueando la lengua, el moreno sacudió la cabeza con incredulidad y se apresuró por dirigirse hacia la salida de la pista, sin embargo, Hongjoong fue un poco más rápido y lo tomó por el brazo derecho, deteniéndolo y sintiendo los músculos tensos bajo su tacto.
—Aguarda un segundo, no pretendía ser un idiota, simplemente es la frustración, ¿de acuerdo? Lo siento.
—Es la tercera vez en esta semana que me respondes igual, Hongjoong. Todo por la competencia esa.
—No es cualquier competencia, ¿entiendes? —masculló, soltándolo—. El equipo nacional estará presente, es algo grande y...
—¿Y eso te da el derecho de ser un idiota conmigo cuando sólo estoy preocupado?
—Tú has sido un idiota gran parte de tu vida desde que nos conocimos.
Y al instante de decir esas palabras, el arrepentimiento lo consumió por dentro como un agujero negro de gusano, tragándolo por completo y escupiéndolo de una forma asquerosa. Llenándolo de una sensación trepidante que no se deshizo con nada. Mingi lucía conmocionado, y más allá de eso, enojado. Verdaderamente enfurecido por sus palabras descuidadas.
—Genial, Hongjoong, gracias por hacer que lo recuerde. Buena suerte con tu rutina. Nos vemos luego si es que tienes ganas.
Y Hongjoong quiso detenerlo por segunda vez, pero en esta ocasión el alfa no se dejó y actuó con mayor agilidad que él y se escapó de su agarre con rudeza, saliendo del hielo con pisadas fuertes y quitándose los patines con una velocidad sobrehumana. Y él estuvo a punto de seguir al defensa que subía las gradas en zancadas, pero al instante de hacerlo, tropezó con sus propios pies y se fue de inmediato al suelo, amortiguando su caída con las manos y las rodillas, las cuales resintieron el impacto.
Sentándose en el suelo frío del hielo, Hongjoong comenzó a sacarse los patines con brusquedad, notando las heridas sin curar y los raspones por el exceso de trabajo. Inmediatamente después de eso, su vista fue a parar hacia la puerta ahora cerrada por la cual había cruzado Mingi, y sin él esperarlo en lo más mínimo, sus ojos se llenaron de lágrimas.
No pretendía ser un idiota con Mingi, mucho menos tratarlo mal, pero la rutina lo tenía cansado y la falta de resultados le preocupaban, además, esto era algo serio para él. Algo para lo que había soñado parte de su vida, sin embargo, estaba muy bien enterado, de que eso no justificaba su comportamiento de imbécil y su malhumor hacia el defensa. No podía descargar sus frustraciones contra éste como si fuera un saco de boxeo. No era justo ni se lo merecía.
Por lo que al día siguiente intentó hacérselo saber, aparte de querer disculparse, porque como éste bien dijo, era la tercera vez en la semana que actuaba de la misma forma inadecuada. Lo que no estaba bien.
No obstante, sorpresa fue la suya cuando el alfa lo eludió por completo al instante de notarlo entre el público que había asistido a su práctica de todos los días. En vez de ir en su dirección, el defensa derecho salió por la otra punta de la pista de hockey, opuesta a su extremo y se encaminó derecho a los vestidores. Ignorándolo como si no fuera nada.
Y con esa actitud, supo que había dañado más que el ego del alfa. Había perforado profundo en sus sentimientos. Lo que le sentó como una puñalada en el hígado. Así de mal.
Sintiéndose con ganas de vomitar, se quedó allí esperando a que el alfa saliera en algún momento, pero a los únicos que vio cruzar esas grandes puertas, fue a sus compañeros. Uno tras otro, los observó empacar sus cosas e irse. Pero de Mingi, no supo nada, aún así no perdió las esperanzas y una hora después, el defensa derecho de los Red Falcons, finalmente se mostró. Sorprendido eso sí de verlo allí todavía.
—No puedes hacerme esto —fue lo primero que le dijo cuando bloqueó su camino—. Ignorarme de esa manera como si no fuera tu novio, está mal. Me dañas.
—Tú no pensaste dos veces a la hora de contestarme de mala manera en estos días o de tratarme fatal a causa de tu estrés. Sólo lo hiciste.
—Lo sé, lo sé, ¿pero piensas que eres mejor por comportarte de la misma manera? —preguntó, indignado—. Pues te equivocas, sólo creas una brecha entre nosotros. Deberías saberlo...
—Hongjoong —le dijo con firmeza, haciéndolo callar—. No puedo saberlo todo, tienes que hablar conmigo no desquitarte como si te hubiera hecho algo malo recientemente. Llevamos saliendo casi tres meses, no toda una vida, incluso así tienes que comunicarte conmigo. No soy un maldito adivino, por si no lo habías notado. No puedes sólo decir lo siento y seguir actuando de la misma manera sarcástica e hiriente.
—Lo sé, en serio que lo sé y me arrepiento...
—Entonces demuéstralo, cambia de comportamiento y concéntrate más en tu alrededor. Entiendo que la competencia es importante, no quise sonar como un idiota y desestimarla, pero Hongjoong, si esto se vuelve un patrón, no llegaremos muy lejos. Da igual el apego o el lazo que tengamos. Lo sabes.
Y él lo sabía muy bien, podían tener un lazo emocional o un apego hacia el otro, pero eso no les garantizaba absolutamente nada, ni que durarían más de dos meses juntos ni de que estarían una vida con el otro, podían separarse aún estando emocionalmente atados a la otra persona y sólo se quedarían con el recuerdo de lo que una vez fue y el vacío de la existencia de la otra persona latiendo en sus pechos. Nada más.
Lo que era casi como un castigo doloroso y perpetuo de los dioses.
Atreviéndose a cometer un acto de osadía, Hongjoong se impulsó hacia adelante y envolvió sus brazos en la cintura de Mingi, haciendo que por consecuencia de la brusquedad de sus acciones, el bolso de éste se cayera al suelo. Impactado por su acción, el alfa apenas pudo soltar un quejido por la fuerza de su abrazo.
—Lamento haberte tratado de esa manera, ¿podemos ya reconciliarnos? —preguntó con la voz al borde de un hilo—. Voy a esforzarme porque el estrés no se me suba a la cabeza y la competencia no me llene de mierda, Wooyoung me dijo que me comporté como un imbécil con él también así que, puedes ver la gravedad del asunto. En serio esta será la última vez que me comporte así, lo juro.
—¿Juramento de explorador?
Riéndose ante la pregunta del moreno, el rubio asintió—. Juramento de explorador —declaró con determinación, y al separarse, realizó una cruz en su pecho. Gesto que fue imitado por el otro.
—Prometo no volver a ignorarte de esa manera, sé que no estuvo bien de mi parte. Inclusive si quería demostrar un punto habían mejores formas de hacerlo, hablando, por ejemplo. No lo sé, pero esa no era la indicada.
Asintiendo, Hongjoong levantó la cabeza y miró directo a los ojos de Mingi—. ¿Estamos bien? —no pudo evitar preguntar.
—Estamos bien, no te preocupes.
Y de esa manera, lo que pareció ser un conflicto mayor, se vio solucionado con relativa facilidad y luego de una apropiada comunicación. Felices ambas partes, decidieron irse juntos ese día y pasar algo de tiempo compartido.
✦• ───── ⸙ ───── •✧
La siguiente vez que la pareja fue a la pista de hielo, lo hicieron con una actitud relajada y centrada. A las risas incluso. Ninguno tenía entrenamiento ese día al ser sábado, por lo que lo aprovecharon para tener una cita a escondidas de sus amigos curiosos.
Al principio sólo permanecieron fuera del hielo, conversando y viendo a los demás patinar, sin embargo, de un momento a otro, Mingi se halló levantándose y tironeando de Hongjoong hacia la caseta de patines. Para buscar un par y sumergirse en el pequeño grupo que parecía estarla pasando muy bien. En un inicio bastante breve, el omega se negó a seguirle el juego, aún así, y de alguna manera, se encontró deslizándose hacia el interior de la pista. Siendo seguido por el alfa.
Fue ridículo lo fácil que cedió a su capricho, sin embargo, no es que le haya importado demasiado. Estaban allí para divertirse, y si eso implicaba el hielo, que así fuera. No había cosa que amara más después del patinaje o Wooyoung, que no fuera Mingi.
Así que, ¿por qué no dejarse guiar por éste?
¿Qué podría salir mal?
Y en la pista de hielo, jugaron a diversas cosas: atrapadas, carreras y esquivar obstáculos; díganse, las personas que estaban allí, tratándolas como si fueran zombies. Fue una verdadera tontería casi infantil que los tuvo riéndose a carcajadas. Que fue lo más importante.
Pero llegados a un tramo, Hongjoong se vio envuelto por los brazos de Mingi desde atrás, lo que le causó intriga, preguntándose qué tramaba, sólo para terminar recibiendo un beso en la nuca y ser soltado. Desconcertado, se giró, casi al mismo tiempo que sus manos eran sostenidas y sus dedos eran entrelazados.
—¿Alguna vez patinaste en pareja?
Sorprendido por la pregunta, el omega asintió con lentitud—. Cuando era más joven. Solía participar en competencias juveniles de pareja con una amiga de la infancia.
—¿Y por qué ya no participas en ellas? —preguntó con la cabeza ladeada, acercándolo para poder rodearle la cintura con los brazos.
—Me di cuenta que nunca me fascinó —respondió con sencillez, enredando sus brazos en los hombros ajenos—. No era lo mío —agregó—. Lo hacía más por la idea de estar en el hielo y patinar, que por una causa mayor o una motivación más honesta. No me enfocaba del todo ni daba lo mejor de mí. Se supone que yo tenía que ser el soporte de mi pareja de baile, no codiciar su ausencia.
—¿Aspirando a grandes cosas desde pequeño, eh?
—¿Demasiado arrogante? —preguntó con una sonrisa tímida, dejándose balancear de un lado al otro en los patines.
—¿Por qué? —cuestionó Mingi con el ceño momentáneamente fruncido—. Sólo estabas persiguiendo tus sueños, está bien. Tú sólo te diste cuenta de que no era lo tuyo y seguiste con una rama distinta. No hay nada ofensivo o arrogante en ello. ¿Tu amiga cómo se lo tomó?
—Como si lo hubiera traicionado —contestó en un resoplido sin humor—. Tenía planeado nuestro futuro, era una beta visionaria pero un poco obsesiva a veces que la idea de que ya no tuviera compañero para las competiciones locales de nuestra ciudad, le jodió todo el plan. Y la entiendo, ¿sabes? Yo también me hubiera enojado si me lo avisan un día antes de competir.
—Los tiempos nunca fueron lo tuyo, me doy cuenta.
Riéndose, Hongjoong asintió—. Era peor cuando era adolescente, me creía más conocedor e inteligente de lo que era en realidad, por lo que jodía las cosas bastante seguido.
—Lo importante es que maduraste esa versión de ti.
—¿Qué hay de ti? —preguntó con una sonrisa afable, apegándose más al defensa en el momento que casi choca con otra pareja—. ¿Cómo nació tu interés por el hockey?
—En mi barrio había un pequeño gimnasio donde jugaba una selección del distrito, mi padre me llevaba a verlos todos los sábados. Sin excepción.
—¿Así que simplemente fue el destino?
—Nah, yo diría que costó un poco de su parte que me involucrara en las actividades o sintiera algo de pasión por el deporte. Era un niño, lo único que me interesaba a esa edad eran mis juguetes y series.
—¿Quién lo diría? —murmuró con un esbozo de sonrisa.
—Era un cachorro, mi padre tenía demasiadas expectativas.
—Pero mírate ahora, podrías hacer de esto tu carrera profesional. Tienes el potencial de subir al siguiente nivel.
—Dicen que es un camino duro.
—Estás hecho para eso, no te preocupes.
—¿Qué hay de ti? —preguntó Mingi, la deliberación explícita en su propuesta—. ¿Tienes las capacidades para soportarlo?
Parpadeando un par de veces, Hongjoong lo miró con incredulidad—. ¿Hablas de mi viaje personal o del tuyo?
—¿Qué crees tú? —repreguntó con una sonrisa altanera.
Arrimándose más contra el alfa, el omega le sonrió a lo ancho—. ¿Quieres tenerme ahí? —murmuró con sus labios rozándose—. Sólo dilo y así será. Puedo enfrentar cualquier cosa que me pongan adelante, ¿no te lo he demostrado ya?
—Me has demostrado muchas cosas, eso es seguro.
—Entonces, ¿a qué viene esa pregunta?
—Me gusta asegurarme de las cosas, darlas por sentado no es lo mío últimamente. ¿Sabes a lo qué me refiero, no?
—Las relaciones se construyen todos los días, Min, sé de qué estás hablando. Y en ese caso, deberías visitarme en las vacaciones de invierno, me iré a casa, pero si te apareces por allí, podrás ver mis premios juveniles de mi antigua ciudad. Apuesto a que te impresiono algo.
—Ya me tienes bastante impresionado.
Riéndose, la pareja terminó sellando su pacto silencio de una longevidad perpetua con un beso delicado y lánguido, donde sus lenguas no se vieron entrometidas y el aprecio de sus corazones palpitó en un solo ritmo. Acompasado en sus respiraciones tranquilas.
Había sido un día espectacular, cargado de una magia sin igual. Y eso sólo provocó que el amor de Hongjoong creciera un poco más.
✦• ───── ⸙ ───── •✧
—¿Nervioso? —preguntó Wooyoung, una sonrisa amplia y divertida. Casi burlesca.
—No sé qué esperar —contestó el moreno, restregando las manos entre sí en su regazo.
—Es lo mismo que has visto siempre sólo que esta vez, con todos los adornos que lo hacen lindo.
Fingiendo indignación, Mingi le dio una falsa mirada malhumorada al más bajo—. Siempre es lindo.
—Me refería a la competencia, idiota.
Con el pasar de las semanas, su relación había avanzado a ese punto donde los apodos ofensivos y las pullas eran algo frecuente. Los grupos de amigos se habían integrado tan bien entre sí, que era casi sorprendente. Irreal a un punto más allá de lo concebible.
Pero le gustaba, le hacía sentir que se acoplaba a la vida de Hongjoong de la misma manera. Con una facilidad y una naturalidad que debían de ser. Que permanecían al otro en el orden original de las cosas.
Era agradable.
Como una sensación de calidez que lo acogía por fuera pero lo calentaba por dentro de forma constante. Era un abrigo invisible que se sentía a la medida.
Y como dijo, con el pasar de las semanas, no sólo se amoldó a los amigos de su pareja a la perfección, sino que también, la brecha de la competición universitaria en la que participarían reclutadores, se fue reduciendo lógicamente. Pasando de días a ser la fecha exacta en menos de lo que uno esperaría.
Casi que en un parpadeo.
Y es aquí donde se encontraban ahora, en el gimnasio de la universidad, rodeado por más de cien estudiantes, adultos, padres y personas desconocidas, las luces reducidas de forma tenue para dar aires de secretismo y los parlantes generales pasando música comercial mientras que el siguiente competidor era anunciado con propiedad.
Y mientras estaban en ese pequeño descanso, si es que se lo podía llamar así, Mingi ya había dejado su gaseosa de lado y acabado con su comida hacía tiempo, cediendo la mitad de esta a su mejor amigo ante la falta de apetito. O mejor dicho, a causa de su estómago cerrado por los nervios.
—Comienzas a llenar el lugar con tus feromonas —le advirtió Seonghwa, quien para sorpresa de nadie, también se encontraba allí.
Porque sí, de alguna manera al Yeosang ya estar integrado al grupo gracias a Jongho y Hongjoong, indirectamente y de forma consecuente, Seonghwa se terminó sumando también. Siendo parte de lo que una vez calificó como una pandilla juvenil.
Al principio fue incómodo y extraño verlo tan seguido con ellos, ya sea en los almuerzos o reunidos en las prácticas, ya sea de Hockey o patinaje.
No era una cara habitual que su cerebro pudiera registrar con facilidad, por lo que sus interacciones fueron en demasía torpes, rodeadas por un halo de tensión sutil pero que, con el tiempo y la paciencia, se había disminuido hasta ya no existir. Costó mucho trabajo por parte de ambos, pero al final del día, lograron congeniar de buena manera. No eran los más cercanos del grupo ni por lejos amigos, pero tenían un trato cercano y afable que hacía las cosas más simples.
—Estoy un poco nervioso —respondió luego de tomar una profunda respiración y regular sus feromonas.
—¿Por qué lo estarías? —preguntó el otro alfa, relajado. Una postura despreocupada y una sonrisa afable en los labios—. Viste a Hongjoong romperse los huesos por esto, lo tiene. Puedo apostarlo.
—¿No deberías de estar alentando a Yeosang? —cuestionó con una ceja enarcada.
—Sangie no se lo tomó tan en serio —justificó con una mirada fugaz al otro—. Mantuvo su concentración en la obra de teatro de hace un mes.
—Así que, ¿la rutina que lo veía 'practicar, era para la obra de invierno?
Seonghwa asintió con sencillez—. La rutina que va a presentar hoy es completamente diferente.
Y antes de que Mingi pudiera decir algo al respecto, las luces se encendieron de nuevo y fueron enfocadas a la pista, atrayendo su atención y las de quienes estaban a su alrededor. Por los alta voces sonó la voz, tanto de un hombre como de una mujer, anunciando la siguiente sección de la competencia. Comenzando por decir el nombre de la pieza que sería tocada hasta pasar al nombre de quien la interpretaría: Kim Hongjoong. Omega de último año.
Datos específicos que fueron dichos por los alta voces.
Relamiéndose los labios, Mingi miró hacia la puerta de ingreso por la cual Hongjoong apareció, deslizándose sobre el hielo con delicadeza y una técnica bien amaestrada. Él quedó asombrado. Hongjoong lucía deslumbrante, vistiendo un traje morado que descendía en un negro grisáceo, piedras diminutas y brillantes por todo el frente y el alrededor del cuello de la prenda. Hilos de colores que simulaban los ojos de un pavo real. Pantalón completamente negro y patines del mismo color para no romper la composición. Cabellera rubia estilizada hacia atrás con gel, dejando apenas dos mechones sobre su frente.
Mingi jamás se esperó que luciera así de hermoso, porque para empezar, él sólo lo había visto con unos de sus trajes de competencia y era el azul, por lo que estaba acostumbrado a verlo con colores más fríos pero brillantes. Muy diferente a verlo con colores oscuros. Era un giro de 180 grados por completo que lo tenía totalmente impactado.
Pero lo que lo dejó sin palabras fue su presentación, la cual se trató de un ave enjaulada queriendo ser libre de los hilos del destino que, cruelmente, lo habían atado a la severidad de un mundo sin color. O de eso iba la letra de la canción.
Mingi no sabía a qué prestarle atención, si a la música que de repente se había vuelto instrumental, o si a Hongjoong en el hielo que fluía bellamente. Porque después de todo, ese era su elemento. Para lo que se había formado, lo que le había hecho sudar, sangrar sus tobillos e incluso derramar lágrimas de frustración.
Y cuando la música llegó a su clímax, la presentación lo hizo a la par, en ese momento, su corazón latió con fuerza, golpeando su esternón con una intensidad dolorosa. Porque fue en ese preciso instante, que Hongjoong realizó no sólo uno ni dos saltos en el aire, sino que cuatro como tanto temía cada vez que su entrenador lo sugería, y con éxito, consiguió caer sobre la pierna opuesta con la que se había impulsado. Brazos a los lados de forma hermosa y cabeza en alto. Orgulloso.
Acogido por un sin fin de emociones diferentes, el alfa no pudo evitar sumarse a la marea de aplausos que estallaron a su alrededor.
Tuvo que esperar cerca de tres horas más, para que al final, pudiera rencontrarse con Hongjoong en el día. Y eso fue al final de la competición. En la cual notó a varios hombros, por no decir que tres y de mediana edad, acercarse a su pareja. Curioso por ese pequeño detalle, no pudo evitar preguntarle de quiénes se trataban, escuchando la risa característica de Jongho y siendo, de la nada, abrazado con fuerza por el rubio. Una felicidad que exudaba por sus poros.
—¡Recibí tarjetas de presentación! —exclamó con una euforia que podía palparse.
—Felicidades —le dijo Wooyoung de manera genuina, siendo seguido por San quien puso más énfasis en sus palabras. Y así empezó el coro de felicitaciones, excepto por él. Lo que sobresalió.
—¡Yah! —musitó el más bajo de su novio, golpeándolo en el pecho—. ¿Por qué no me estás felicitando?
—Bueno, para empezar, no tengo idea de lo qué es una tarjeta de presentación.
—Tienes que estar de broma —susurró Yeosang, quien también había recibido unas—. ¿Nunca recibiste alguna de un reclutador?
—¡Ah! —exclamó de repente, comprendiendo y pasando a mirar a Hongjoong. Se referían a las tarjetas empresariales. Entendiendo la situación, besó la mejilla del omega—. Lo siento, todavía sigo sorprendido por tu atuendo, te veías fantástico. ¡Felicidades! —dijo segundos después.
—Gracias —murmuró el rubio con una timidez inesperada para todos—. Realmente no tenía muchas esperanzas...
—Eres bueno —aseguró Yeosang, sonriéndole—. Sólo te falta más confianza en ti mismo. La ejecución de los saltos fue inmaculada, deberías verla después. Wooyoung te grabó.
—Antes de que saltes a regañarme, era muy necesario y Mingi me lo pidió.
—Sólo vayamos a celebrar que ambos lo hicimos excelente, me muero de hambre.
—Concuerdo con ese plan —dijo Yunho, riéndose—. No tuve suficiente con las porciones olvidadas de Mingi.
—¿Preocupado? —preguntó el omega a su costado una vez comenzaron a caminar, el traje había desaparecido para dar lugar a unas prendas más cómodas y abrigadas.
—Nervioso, se amolda mejor —corrigió con una ligera sonrisa—. Sentí incluso nauseas.
—Que lindo —murmuró el omega, aferrándose a su brazo—. No sabía que me querías tanto.
Y con el corazón desbocado, Mingi se desbordó como una presa sin cimientos fuertes y una estructura endeble. Revelando la realidad que almacenaba en las profundidades de su alma.
—De hecho —comenzó diciendo con una voz temblorosa—, creo que te amo.
Y con esas palabras, tuvo la capacidad de detener al mundo. Hongjoong a su lado dejó de caminar y la sonrisa de su rostro se borró, permaneciendo una mueca indescifrable.
—¿Qué dijiste? —preguntó con la voz queda, dejando al grupo que iba a las risas ir por delante.
—No es que no esté seguro de mis sentimientos, simplemente pienso que es demasiado pronto para decir te amo, pero estoy bastante seguro de que en realidad lo hago. Y con locura. Además, todavía somos jóvenes, nuestra relación empezó hace poco relativamente y....
—Creo que también te amo, Mingi.
—¿En serio?
Riéndose de forma nerviosa, el omega asintió—. En serio —confirmó Hongjoong.
Girándose, el moreno rodeó con sus brazos al más bajo, apretándolo contra su pecho y sumiéndolo en un beso arrebatador que los dejó sin aliento a ambos.
Al separarse, sus ojos brillaban como dos constelaciones conectadas por una misma estrella.
—¿Qué pasa con ustedes dos? —preguntó Wooyoung de repente, notando sus ausencias y deteniéndose—. ¿Se comprometieron?
Compartiendo miradas conocedoras, el dúo se rió por lo bajo y se apartó. Siendo Hongjoong quien tomó la palabra.
—No digas tonterías —pronunció con un ademán, descartando la ocurrencia de su mejor amigo.
—Entonces, ¿qué? —preguntó—. ¿Por qué esas caras de bobos?
—Prometió que iría a verme en las vacaciones de invierno, es todo.
Parpadeando varias veces, el omega de cabellera violeta puso una expresión plana—. Ustedes sí que son raros —acabó diciendo.
Compartiendo risas, tanto Mingi como Hongjoong no contestaron. Sencillamente se miraron y sintieron como sus corazones se fundían en uno. Lo suyo no había terminado, apenas y había empezado. Con un camino por recorrer y piedras por esquivar, entrelazaron sus manos y se sonrieron en grande.
Lo suyo no había sido convencional, pero había estado bien para ellos. Les funcionó, y con un invierno por delante, muchas cosas podían suceder todavía.
Faltaba una promesa por cumplir y un amor por consolidar.
F I N.
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