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❈•≪20. Fallos y primeras veces≫•❈

Hongjoong creyó que al día siguiente Mingi perdería los ánimos de querer tener una sesión con él, sin embargo, no pudo estar más equivocado en su vida. Porque tan pronto se despertó, tuvo al defensa gravitando sobre su cuerpo, depositando besos de mariposa sobre su mejilla y cuello. Queriendo incentivarlo y despertar su libido. Lo que en realidad funcionó para ponerlo de humor y juguetón. Rodeando los hombros del moreno con los brazos y riendo a medias.

Fue divertido hasta que una de las manos del moreno se coló por entre la abertura de su pantalón corto y sostuvo parte de la piel de su muslo entre sus dedos gruesos. Esa acción por sí sola le robó un jadeo y le hizo abrir los ojos en grande.

—Yo que tú, cuidaría ser más silencioso. Mis compañeros todavía permanecen en el dormitorio.

Fue la advertencia rasposa de Mingi, un tono bajo y una cadencia burlona. Una actitud conocedora de su comportamiento ruidoso. Eso lo hizo fruncir las cejas y apretar los labios en un signo de rebelión.

Él podía ser silencioso, sólo tenían que retarlo y lo probaría. No obstante, no le gustaba que dieran por hecho que no era capaz de algo de antemano.

—¿Qué pasó? —preguntó el defensa de los Red Falcons, sonriente—. El gatito se puso de malhumor —declaró en un resoplido—. Y eso que sólo te di un pequeño consejo, ¿qué tan malcriado debo tenerte para que adoptes semejante mala cara, eh? —murmuró en un chasquido disconforme, para enseguida de ello, sujetarle el rostro con la mano que anteriormente estuvo en su muslo—. Deberías estar un poco más agradecido cuando te estoy dando mi atención, ¿sabes? ¿O qué, debería enseñarte cómo estarlo?

—¿Puedes hacerlo? —repreguntó él, desafiándolo. Ojos entrecerrados en una mirada retadora.

—¿Me estás provocando? —preguntó con incredulidad, casi a las risas—. Debes quererlo demasiado para que sea así.

—A veces alardeas demasiado que sólo dudo de tus capacidades para enseñarme lo qué sea.

Riéndose de forma incrédula, Mingi no le dio tiempo de reaccionar cuando se hizo hacia atrás hasta apoyarse en sus talones y con una velocidad inhumana, lo tomara por su cabellera rubia con una de sus manos, obligándolo a levantarse también. Por inercia, de sus labios escapó un pequeño grito, sin embargo, no hubo dolor real. El agarre era lo bastante flojo como para que se escapara de sentir la necesidad de hacerlo.

Aún así, la acción por si sola le subió los niveles de adrenalina de golpe y lo fundió en un éxtasis inopinado. Fue como si lo tiraran en una piscina de placeres libidinosos y abrasadores.

Y continuó sin poder hacer algo para "defenderse" del moreno, porque éste ni bien lo tuvo donde lo quiso, lo dio vuelta con rapidez, haciendo que se maree y confunda, para acto seguido, volver a tirarlo contra el colchón. Su rostro presionándose contra las almohada, a la vez que, una mano se apoderaba de su nuca con una presión sentida. Manteniéndolo inmóvil, asimismo, podía sentir como un cuerpo más grande se subía encima suyo. Asegurándolo en esa posición de sometimiento con mayor firmeza.

Eso hizo que su corazón comenzara a bombear sangre con más furia y sus ojos comenzaran a ver en todas las direcciones posibles, en busca de una vía de escape. Sus muslos apretándose inconscientemente y sus oídos empezando a distorsionar el sonido en ecos incoherentes.

Desconcertado, Hongjoong tuvo que morderse los labios, cuando Mingi comenzó a frotar su erección contra su trasero. Al principio fue suave, movimientos circulares por encima de la ropa y graduales, para que lentamente, comenzaran a ir en ascenso. Como si las prendas no estuvieran presentes y él en realidad lo estuviera penetrando.

Por alguna razón no tan descabellada, su cerebro lo encontró estimulante y de forma paulatina empezó a generar lubricación. Humedeciendo su ropa interior primero y pasando a su pantalón corto después de un rato de estocadas superficiales. Lo que el pelinegro con mechas definitivamente sintió, porque se detuvo de golpe. Apretando su agarre alrededor de su nuca, hundiendo su rostro contra las almohadas hasta el punto de que fue sofocante.

Y el rubio se encontró a punto de dar una señal para indicar su estado, sin embargo, optó por otra alternativa, girando su cara a un lado para poder respirar mejor. Lo que consiguió a duras penas, cabe destacar. La sujeción era tal que lo tenía completamente limitado por todas partes.

Y eso sólo lo encendió más.

—Qué perra —exclamó Mingi de repente, sorprendiéndolo—. Mojándote en este estado tan patético luego de haberme insultado. Me das risa.

—Min...

—Nada de eso —cortó el alfa de inmediato, un tono duro—. Querías que te enseñara, ¿no? Eso voy a hacer. Voy a enseñarte a respetar.

Y una vez dicho eso, Hongjoong ni siquiera pudo rebatir su postura cuando, de forma inesperada, sus prendas inferiores fueron arrancadas de golpe hasta sus rodillas. Lo que por consecuencia, lo obligó a empinar el trasero para estar más cómodo. De esa forma, el moreno lo vio todo: la humedad de su entrada y el sudor de su espalda, que no sabe en qué momento apareció.

Deslizando la mano por sus globos, Mingi contuvo un gruñido y los apretó, hasta que sus yemas quedaron impresas en el lienzo que era su piel. Entusiasmado y claramente excitado, el omega gimió por lo bajo. Haciendo su mejor esfuerzo por contenerse. Sin embargo sus caderas lo traicionaron y se empujaron hacia arriba, buscando aquella fuente de calor descubierta.

Y antes de que pudiera girar más su rostro para mayor precisión, el defensa de los Red Falcons tomó su remera delgada y la subió hasta arriba, en lugar de sacársela como esperaba, cubrió su cara con ella. Dejándolo totalmente sorprendido y desamparado. Con los brazos un poco inmovilizados.

Y en esa penumbra donde sus demás sentidos se vieron potenciados, Hongjoong se sintió en la novena nube de placer. El cual sólo fue en aumento en el instante que percibió un par de dedos comenzar a juguetear con su entrada sin miramientos. Fueron amables al inicio, acariciándolo con suavidad, delineando su círculo de nervios con gentileza hasta que cediera un poco más, al punto de que las primeras dos falanges pudieran caber. No mucho después de eso, empezó a tijeretear con los dedos, buscando expandirlo. Lo que no le costó mucho trabajo teniendo en cuenta lo humedecido que se hallaba.

Y no sabe cuántos minutos el alfa se enfocó en expandirlo y en agradar su entrada, de lo único que fue consciente fue del ruido en la cocina, de los pasos que se acercaban a la puerta y se perdían directo en el final del pasillo, rumbo al baño. Del bullicio en el campus y de las aves cantando en los árboles alrededor de los edificios. Del sudor resbalando por su espalda y del calor asfixiando su rostro.

Eso fue en todo lo que pudo centrarse, pero en el momento que percibió aquellos dedos largos y gruesos rozar, no tocar a profundidad, pero sólo rozar su próstata, nada más le importó y la penumbra lo terminó consumiendo por completo. Rodeándolo de una oscuridad sin final o comienzo. Fue alucinante. Una clase de ardor que no pudo poner en palabras.

Todos sus nervios vibraron y sus terminaciones se sacudieron con la intromisión, pero cuando se volvió constante, se vio a sí mismo presionándose en las almohadas para sepultar su serie de gemidos continuos.

Todo aumentó de grado, cuando una mano se enredó en su miembro y comenzó a masajearlo, con lentitud y cariño, de arriba hacia abajo. Fue tan tortuoso que no sabe en qué parte del trayecto sus ojos se inundaron de lágrimas. Sólo sabe que se sintió dolorosamente bueno.

Pero cuando esa intromisión desapareció, lo único que pudo hacer fue farfullar palabras incoherentes pidiendo porque regresara. Y lo hizo, para su fortuna. Sólo que fue más grande y vino acompañada de la sensación resbaladiza del látex.

Apretando sus ojos con fuerza, Hongjoong gimió de forma prolongada ante la inserción de Mingi. Centímetro a centímetro, de manera tal que pudiera sentirlo por completo. Fue una tremenda locura que tuvo su cabeza dando vueltas. Pero lo que lo empujó a ese barranco de intenciones oscuras y placeres ardientes, fue que el alfa comenzara a mordisquear la piel de su cuello con insistencia, como si quisiera marcarlo, haciendo maleable la piel de su nuca.

Intoxicado por las feromonas que exudaba por sus poros como cataratas, el rubio de verdad comenzó a sentirse mareado y ligero de mente. Pero en lugar de esa sensación reconfortante de suavidad envolvente, sintió una opresión malintencionada. Y así supo que se estaba ahogando, por lo que, inmediatamente golpeó lo más cercano a una parte del cuerpo de Mingi que encontró, siendo uno de sus muslos. En lugar de dos veces, lo tocó tres. Advirtiéndole de que algo no iba bien.

Y de un instante al otro, el alfa se halló destapando su cara tan pronto sus labios pudieron decírselo. No mucho después, un par de brazos lo rodearon por la cintura mientras que las lágrimas contenidas, seguían derramándose.

—Está bien, está bien, cariño. Ya puedes tranquilizarte. Inhala despacio.

Y como ya era costumbre, Hongjoong le obedeció con relativa facilidad, imitando las acciones del moreno al exhalar y contener el aire. De esa manera, es que consiguió regularse y calmarse. El susto momentáneo quedando presente como un fantasma entre ellos por un par de minutos más.

No era la primera vez que se dejaba ir demasiado y se olvidaba de sí mismo, en el pasado con otra pareja le había pasado y con Mingi también, pero para eso tenían sus códigos y palabras de seguridad, para hacer saber a la otra persona cuando las cosas estaban yendo por el camino equivocado. Y para su suerte, el pelinegro con mechas era bueno leyéndolo y siguiendo instrucciones.

Por lo que pudo prevenir un accidente de mayores magnitudes a tiempo. Al final del día, ninguno quería que el sexo que tenían se volviera traumático o una experiencia pésima o desagradable, por el contrario, querían disfrutarlo.

No obstante, habían ocasiones en las que no todo sería perfecto ni les saldría tal cual lo planearon, y eso estaba bien también.

—Siento haberlo arruinado —murmuró Hongjoong cuando se calmó, haciendo reír a Mingi por alguna razón extraña. No había contado ningún chiste.

—No lo arruinaste —le dijo el moreno en un tono reconfortante—. Estas cosas suceden, lo importantes es que estés bien, ¿recuerdas? Tú mismo me lo dijiste.

—Sí, lo sé, pero en serio estaba pasándolo bien.

—Me doy cuenta —comentó el alfa, sosteniendo sus mejillas—. Luces un desastre.

—Es por tu culpa —contrarrestó el omega, a lo que el impropio le dio un beso rápido en los labios. Mordiéndose el interior de la mejilla, él descendió su mirada unos segundos, y en un acto irreflexivo, soltó lo primero que le vino a la mente todavía atolondrada—. ¿Quieres que te la chupe?

—Dios, Hongjoong, eso es lo más directo que has sido nunca.

—Entonces, ¿es un sí?

—Por favor, adelante.

Poniéndose un mechón detrás de la oreja, Hongjoong se hizo hacia atrás unos centímetros considerables para poder agacharse con comodidad, al instante de hacerlo, Mingi dispuso una mano en su pelo, acariciándolo con suavidad. Relajándolo.

Cerrando los ojos, él se puso a trabajar sobre la erección ajena, al mismo tiempo que, una de sus manos descendía por su cuerpo y se enredaba en la propia. Estimulándose en simultáneo. La sensación fue el doble de satisfactoria. Y sin prisas bombeó ambos miembros. Escuchando de vez en cuando a Mingi gemir, lo que fue increíblemente atractivo.

Y para cuando levantó la mirada, se encontró con que el alfa tenía la cabeza echada hacia atrás, entregado al placer y disfrutando de sus atenciones sobre aquella vena que resaltaba con notoriedad.

—Dios, joder...

Y eso fue lo último que escuchó el omega antes de que su orgasmo lo aplastara por completo, destruyéndolo desde adentro hacia afuera. Haciéndolo así, cerrar sus ojos con fuerza y detener su tarea en proceso, sin embargo, no tardó en sentir el peso de un líquido caer sobre su rostro. Desconcertado, lo sintió incluso entre sus labios semi abiertos, y al abrir los ojos con cuidado, notó que el alfa había culminado lo que él había empezado. Masturbándose.

Relamiéndose los labios, miró hacia el moreno con detenimiento, respiraba pesado y se le notaba satisfecho, lo que fue un mérito para su propia satisfacción personal. Y en cuanto sus ojos se encontraron luego de que su bruma de placer hubiera disminuido, el primer instinto de Mingi, fue estirarse y plantar un beso en su boca. Fue tan corto que apenas pudo saborearlo. Su segundo instinto, fue tomar un par de toallas húmedas y comenzar a limpiar su cara con delicadeza. Eliminando todo rastro posible.

—Gracias —murmuró el alfa al terminar, poniéndole las prendas inferiores con amabilidad.

Riéndose, el omega asintió con cierto ápice de timidez—. De nada —replicó por lo bajo.

Abrazándolo, el pelinegro con mechas volvió a besarlo, sólo que esta vez fue más gentil y profundo en su devoción. Dejando a los dos sin aliento.

En el baño, los besos lánguidos y apasionados continuaron con la misma magnitud. Haciéndolos tardar más de la cuenta.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

Seonghwa se encontraba cambiando el peso de una pierna a la otra y mordiéndose el labio inferior, a la distancia podía ver a Yeosang platicar cómodamente con Hongjoong mientras que por la periferia de su ojo izquierdo, podía visualizar la silueta pacífica de Mingi, sentado de brazos cruzados en una postura ya habitual y con la piernas abiertas de forma exagerada. Invitando a que más de un omega deje caer su mirada allí al pasar por el lado de ellos.

Era de esperarse, después de todo, el Muro Escarlata siempre tenía ese tipo de atención lasciva. Incluso si era bien sabido que estaba de novio con alguien. Pero el deseo no discriminaba a quienes estaban con alguien, sólo a quienes estaban emparejados por una marca. De ahí en fuera, cualquiera era carnada ante sus garras.

—Oye —masculló el defensa adverso de repente, haciéndolo sobresaltar—, ¿podrías tranquilizarte un poco? —preguntó luego de girar el rostro y mirarlo. Facciones bien definidas en una impaciencia transparente—. Comienzas a ponerme de los nervios.

—Lo siento —murmuró, notoriamente incómodo. Todavía no se hacía a la idea de que se llevaran bien o tuvieran algún tipo de vinculación externo al hockey—. Pero por si no lo habías notado, estoy bastante nervioso, por lo que creo que es imposible que me calme.

—Hongjoong me contó, ¿tendrás tu primera cita con Yeosang?

—Bueno, sí, ya hemos salido antes, pero ahora es oficial.

—Entonces, ¿qué te preocupa? —preguntó con una ceja enarcada—. No es como si nunca hubieran salido antes, para empezar, y en segundo lugar, tienes experiencia. Sabes qué le gusta y lo qué no. Tampoco eres un primerizo.

—Ese no es el punto...

—Tienes miedo de arruinarlo, lo sé. Tus feromonas son muy claras, ¿sabes? —susurró con un atisbo de sonrisa, el cual desapareció rápidamente—. Sólo hueles ácido —destacó—. A temor. Es un poco insoportable, pero entiendo porqué.

—¿Nadie te ha dicho antes que tienes un don con las palabras? —preguntó, sardónico. Cruzándose de brazos en una posición obstinada más que relajada.

—Varias personas —respondió con una sonrisa más formada, burlona. Resaltando sus facciones gatunas.

Y Seonghwa lo comprendió. Finalmente entendió qué le veía Hongjoong a Mingi. Era esa capacidad para ser tan bromista y despreocupado al mismo tiempo que él no tenía. Esa aura imponente y los atributos físicos que destacaban como una escultura romana.

Era tan simple como eso.

Encajaban de una manera abstracta que él no podía dimensionar con palabras sencillas o conceptos convencionales. Escapaba de sus manos y estaba bien así, porque es cómo tenía que ser.

Y entenderlo le hizo sentirse aliviado por alguna razón fuera de la lógica.

—Vives demasiado en tu cabeza —declaró Mingi, llamándole la atención. Parpadeando varias veces, ladeó la cabeza. Mirándolo desde un ángulo poco usual.

—¿Eso crees? —preguntó el castaño con un dejo de sonrisa.

—No es lo qué pienso, sino lo qué es.

—Profundo —burló con suavidad, moviendo la mirada hacia el hielo. Al parecer la conversación había finalizado—. ¿No estuviste nervioso en tu primera cita con Hongjoong?

—Lo estuve, pero la diferencia entre nosotros dos, es que yo lo estoy cortejando a Hongjoong, tú apenas estás intentando algo con Yeosang.

—Así que, ¿la clave aquí es la confianza?

—La confianza y qué tan interesado estés en la otra persona —confirmó con simpleza, y muy para su sorpresa, Mingi le palmeó un hombro, de forma superficial y breve antes de agregar:—, que estés tan nervioso es buena señal.

—¿En serio? —cuestionó con incredulidad.

Riéndose, el moreno le dio un apretón antes de volver a cruzar los brazos—. Y se supone que tú eres el hyung de los dos —murmuró mientras sacudía la cabeza—. Como dije, no es tu primera experiencia saliendo con alguien, así que, ten eso presente y te irá bien. Sólo sigue tu instinto en cualquier caso de duda, eres atractivo y carismático, confía un poco más en ti.

—Vaya —fue lo único que pudo decir ante semejante declaración inesperada. Y más viniendo de Song Mingi, quien anteriormente fue su eterno rival. En todos los aspectos posibles.

—¿Listo para irnos? —preguntó Hongjoong hacia Mingi en el instante que llegaron. Haciéndolo sonreír de forma genuina. Emanando feromonas casi al instante y de manera inconsciente.

—Andando, princesa.

Enrojeciendo de manera adorable, el omega rubio golpeó al alfa alto en el pecho—. No me llames así en público —siseó entre dientes. Pretendiendo que no se escuche, pero fallando.

—Lo qué digas, ya vayámonos o llegaremos tarde.

Y entre murmullos, la pareja establecida marchó, dejándolos atrás con despedidas a medio pronunciar. Riéndose de ellos, Seonghwa sacudió la cabeza con levedad, en un acto de cariño del que no fue consciente. No obstante, Yeosang, sí.

—Realmente se han vuelto cercanos —señaló el omega de cabellera caramelo, sonriendo con diversión—. ¿Quién lo diría, tú y él de amigos, eh?

—No somos amigos como tal, sólo nos llevamos mejor.

Riendo, el patinador le dio una mirada de soslayo antes de comenzar a caminar—. Vuelve a decírmelo dentro de unos meses a ver si tu postura sigue siendo la misma.

—Es la realidad, no una postura —replicó con un encogimiento.

—Parecían bastante amistosos antes de que llegáramos.

—Eso por él —destacó tras rodar los ojos—, siempre tiene una actitud despreocupada, no importa de quién se trate.

—Yo pienso que sí hace la diferencia con quién esté.

—Es sólo cuestión de perspectiva —desechó con tranquilidad, realizando un ademán con la mano. Desinteresado.

Riéndose, Yeosang se acomodó el bolso en el hombro antes de pasar a tomarle la mano con casualidad—. Eres realmente terco —observó con simpleza, mirando hacia adelante. Sin embargo, los ojos de Seonghwa se enfocaron en la unión de sus dedos. Era la primera vez que se tomaban de las manos—. ¿Qué piensas hacer hoy?

Parpadeando con rapidez, el alfa intentó mantenerse enfocado—. ¿Tener una cita contigo? —respondió de forma tonta, todavía abstraído.

Carcajeándose en esa tesitura baja, el omega se cubrió la boca con una mano—. Me refería a qué habías planeado para la cita.

—¡Oh! —exclamó con vergüenza, desviando la mirada.

—Eres un poco lindo —murmuró el patinador, sonriendo.

—Gracias —susurró con timidez, esbozando una sonrisa sincera—. Tú también eres bastante lindo.

—Lo sé —replicó con altanería, al mirarlo, éste le guiñó un ojo. Incrédulo él no supo cómo responder—. Entonces, sobre la cita, ¿qué es? —preguntó con intriga, levantando el mentón para verlo mejor—. En serio estoy curioso por qué será.

—Sólo una salida por el campus, realmente no es la gran cosa, una cena y una caminata. Algo simple. Lo siento si no supera tus expectativas...

Rodeando su cuello, Yeosang detuvo su andar y lo hizo chocar contra una pared tras su espalda, a medio corredor. Sorprendido por la actitud intrépida del omega, Seonghwa expandió sus ojos en grande y separó sus labios ligeramente. Atónito.

—¿Puedo besarte? —preguntó el más bajo y de figura esbelta, viéndolo con dos esferas cafés y brillantes por el anhelo. Engatusado por su mirada, él sólo asintió, y para su asombro, eso lo hizo reír—. Una respuesta verbal no estaría mal, ¿sabes?

—Lo siento —dijo entre risas, rodeándolo por la cintura. Un atrevimiento que no sabía de dónde había salido pero le gustaba—. Agradecería mucho si lo hicieras.

De acuerdo con él, Yeosang levantó la cabeza al mismo tiempo que Seonghwa se inclinaba hacia abajo, en una sincronía inesperada que les sorprendió momentáneamente. La unión de sus labios fue lenta, tentativa al principio y cuando se sintieron más cómodos con el otro, se tornó más preciso. Apasionado incluso. Bocas abiertas y lenguas quietas.

Un retrato fresco de la sensualidad.

Al separarse, permanecieron a una distancia peligrosa.

—No veo la hora de que comience nuestra cita —susurró Yeosang, picoteando sus labios una última vez.

Y Seonghwa tampoco, estaba verdaderamente emocionado por esto. Y en especial, quería que a Yeosang le gustara.



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