Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪15. Determinaciones y celos imprevistos≫•❈

Seonghwa realmente se estaba esforzando por intentar solucionar las cosas con Yeosang, sin embargo, el omega parecía haber desaparecido por completo. Ya que por cada sector que lo buscaba, era como si en un principio, nunca hubiera estado en ellos.

Lo que era extraño a más no poder. Y preocupante.

Porque se supone que en la tarde, el omega debería de estar en el gimnasio, ensayando. No obstante, no habían rastros de él. A cada rincón que mirara, era un desperdicio sin gracia. Lo que lo llevaba a preguntarse si realmente estaba allí o no, escondido en algún lugar imposible de alcanzar por sus ojos.

Y él no podía hablar mucho del comportamiento de Yeosang, ya que al final del día no lo conocía tanto, pero sería un poco inmaduro de su parte ocultarse en algún rincón a la espera de que él se vaya. Más aún, luego de haber contemplado la firmeza que lo rodeaba y la templanza con la cual parecía enfrentar los obstáculos que le aparecían enfrente.

Pero al mismo tiempo le hacía sentido, porque el omega mismo lo había dejado en claro, no era un alfa que valiera la pena, entonces, ¿por qué molestarse en seguir frecuentando los mismos sitios o por qué seguir topándose con la misma regularidad de antes cuando ya no había algo de lo cual sacar provecho o que te incentivara a ello?

Si te dabas por vencido con algo o alguien, simplemente seguías adelante. De la forma qué sea. Como en toda esa semana, Yeosang le había demostrado que hizo. Porque si no hubiera sido así, ellos seguirían encontrándose. Aunque sea de casualidad.

A pesar de la decisión que había tomado Yeosang, Seonghwa, no se había rendido. La pregunta que le carcomía los sesos y le destruía las neuronas, ¿era por qué? ¿Por qué seguía intentándolo? ¿Por qué seguía buscándolo cuando estaba claro, que no quería ser hallado?

Eran preguntas tan específicas y simples de alguna manera y tan complejas de otra, porque pese a que llevara casi más de semanas pensándolo, continuaba sin encontrarles una respuesta concreta. Seguía varado en una nada insustancial semejante a un limbo eterno.

Porque incluso si el aroma de Yeosang le atraía y lo encontraba relajante, como a una aguja en un pajar, ese seguía sin ser motivo suficiente para que él estuviera enfrascado en querer solucionar el malentendido. Además, tampoco era una persona muy conciliadora. Si algo se concluía de una manera, a pesar de que fuera catastrófica, así lo dejaba. Incluso si la situación era lamentable y una pérdida grande.

Una imperfección de varias que tenía.

Pero por alguna razón que no podía explicar con palabras, le sentaba fatal dejar las cosas así como así con Yeosang, quien era un buen chico y no merecía para nada lo que le había hecho creer. Aunque si lo pensaba desde otras perspectivas, quien se había armado ideas en su cabeza y asumido erróneamente, había sido Yeosang mismo.

«Qué basura más confusa», pensó para sí, llevándose una mano a la cara y cubriéndola. Sentado en aquella grada metálica y fría, la soledad se hizo presente en el ambiente gélido del gimnasio. Fue como un susurro distorsionado y una manta agujereada.

Sin embargo, hubo una voz, un murmullo cálido semejante a las memorias olvidadas de un recuerdo atesorado que le hizo descubrir la cara de golpe y enderezarse.

—Hola —dijo Hongjoong, un tono tímido y una cadencia afable. Destacando sin embargo, por la vergüenza—. Ha pasado un tiempo —comentó del mismo modo.

Mirándolo, Seonghwa guardó silencio un rato. El rubio vestía sus prendas reforzadas y negras de entrenamiento, amoldadas a su figura menuda pero atlética. Zapatillas blancas y comunes en los pies pero lo que más le llamó la atención, es que su melena se encontrara atada en una moña. Era la primera vez que veía su cabello así y pese a ello, no le causó ningún efecto de ensoñación o místico. Su mente demasiada enfocada en las interrogantes de qué lo traía hacia él, cuando llevaban tiempo sin interactuar o cruzar saludos en lo más mínimo.

Aunque entendía el comportamiento de Hongjoong también, él había actuado demasiado obstinado, siempre queriendo imponer sus pensamientos y su moral hacia el omega, siempre detrás de él como un perro faldero y un lobo feroz, a su vez que quería malograr los avances de cualquiera de la manera más inocente posible, pero no consiguiéndolo en lo absoluto. Siendo en cambio Mingi, quien tomaba esa postura de muralla con respecto a Hongjoong y sus intereses amorosos.

Lo que era irónico porque el defensa de los Red Falcons, actuaba más de forma inconsciente, que consciente con dicho tema, mientras que él, estaba muy seguro de que quería a Hongjoong para él. Sin embargo, fue necio e impuso sus sentimientos por sobre las emociones de éste. Volviéndose alguien denso y pesado al trato. Lo que reconocía fácilmente, después de todo, hasta sus amigos se lo habían dicho en más de una ocasión.

Pero él había hecho oídos sordos.

Porque negar la realidad era más fácil que aceptarla.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó con genuina curiosidad. Viéndolo apuntar hacia el hielo.

—Tengo ensayo a esta hora.

Seonghwa asintió, él sabía eso y Mingi también, que se encontraba a la distancia, sentado con los brazos cruzados y las piernas despatarradas en una postura relajada. Llevaba unos pantalones de mezclilla negros y una sudadera roja sin logo o caracteres especiales a la vista. Miraba en su dirección, pero en lugar de advertencia o recelo, sólo había un par de ojos rasgados y observadores. Intrigados más que amenazadores. Tan distinto a él, que de estar en su lugar, mantendría una postura alerta.

«Estás jodido», pensó.

—Lo sé —terminó murmurando. Sin saber qué otro tipo de respuesta ofrecer. En su opinión era la más ideal, concisa y honesta. Perfecta para lo que ahora representaban.

—Sí, se me olvidó que me solías acompañar algunas veces —susurró con una risa que se notó a leguas incómoda.

—No tienes que forzarte a crear una pequeña conversación conmigo si no quieres —le dijo luego de suspirar, aquello estaba siendo una tortura para los dos. Por un lado, Hongjoong no sabía tocar el tema, cualquiera sea que lo haya llevado hasta allí, mientras que él, sólo quería saber el paradero de Yeosang.

—No, no, no es eso —replicó el omega frente a él, sacudiendo las manos y mirando un segundo a su derecha—. Sólo no soy bueno para estas cosas, es todo.

—¿Qué cosas?

—Acercarme a alguien como si nada hubiera pasado entre nosotros —susurró apenado.

—Estás incómodo —señaló Seonghwa con gentileza, apuntándolo sutilmente—. De ser como si nada, tendrías más confianza en lo qué sea que quieras contarme.

—Sólo no quiero perturbarte, la última vez actúe de una forma extremista, quizás. No lo sé. Siento que fui un poco duro.

—Créeme, de estar en tu lugar también me habría mandado a volar —comentó entre risas, fueron tan secas y sin humor que no tuvieron propósito alguno allí—. Fui terco contigo y mis sentimientos, nunca me disculpé por eso. Así que lo siento. Debí entenderlo a la primera, pero fui un imbécil que esperaba hacerte cambiar de opinión. Pero es hasta ahora que lo entiendo.

—No te disculpes, en dado caso, yo debí de ser más claro contigo. Las indirectas a veces lastiman más que la honestidad —declaró con un dejo de sonrisa—. Nos hubiera ahorrado tanto drama.

—Bueno, de alguna manera esto te llevó a estar con la persona que querías.

—Sigo pensando que habían mejores maneras de que sucediera —murmuró con un encogimiento de hombros, desviando la mirada al suelo—. O de que no pasara nada en lo absoluto. Quién sabe —murmuró por lo bajo.

—Si te enfocas mucho en lo qué pudo ser, te perderás de lo que ya es. Yeosang me enseñó eso de una forma más rebuscada.

—Sí, tiende a ser así —murmuró el rubio con una sonrisa más establecida—. ¿Sigues viniendo por él?

—¿Es tan obvio? —preguntó él.

—Tan pronto la música empieza a sonar, desapareces. Es obvio que no es por mí —declaró con afabilidad—. Ya no más.

Seonghwa mostró un ápice de sonrisa antes de que ésta desapareciera, no estaba seguro de haber superado a Hongjoong en su totalidad, pero si de una cosa estaba seguro, es que ya no era un factor primordial en su vida. Una gema a la que tenía que preservar con locura o alguien más la tomaría y la rompería.

Se había convertido en una especie de recuerdo retratado en las profundidades de su corazón. Ya no era más su golpe de adrenalina ni su sol de cada día.

Lo que le sorprendía, porque luego de casi dos semanas de reflexiones internas, haber llegado a ese punto de madurez personal, era un gran logro en grande. Después de todo, ¿qué otra cosa podía hacer, sino que aceptar lo que el destino le deparaba?

Y estaba claro que eso no era Hongjoong.

—Sí, creo que ese ya no es un camino que quiera recorrer.

Asintiendo de forma apacible, el omega le sonrió con suavidad. Una sonrisa que hacía tiempo no veía en su cara y le rememoraba a los inicios de su relación. Cuando se toparon por primera vez y de casualidad, a entradas del gimnasio, chocando tontamente sus bolsos y confundiendo ambos un segundo. Fue de película, verdaderamente. Sin embargo, hubo una conexión. No fue instantánea ni mucho menos, pero existió. De ahí en adelante empezaron a toparse más seguido y a crear un vínculo casual, que hasta hace no mucho, había subsistido por gracia del universo y nadie más.

—No seas tan terco como yo y sepultes tus emociones bajo excusas baratas. Si están allí, ponles atención —le aconsejó Hongjoong de la nada, haciéndole ladear la cabeza, confundido—. Yeosang cambió su horario, si quieres encontrarlo, tienes que esperar a que mi sesión termine, aparecerá sobre la hora o unos cinco minutos antes, pero aparecerá.

—¿Por qué me estás diciendo esto?

—Sólo concéntrate en lo que te dije, créeme, lo harás bien. Nos vemos por ahí, Seonghwa.

Y una vez dicho eso, el omega corrió hacia donde estaba el alfa esperándolo, aquellos brazos que parecían murallas, pasaron a abrirse como dos grandes puertas y rodear a Hongjoong en el momento que llegó a Mingi. Parpadeando un par de veces, el castaño apartó la mirada de la pareja y se enfocó al frente, pensando en las palabras del rubio.

No sabía a qué se refería pero haría su mejor esfuerzo para no arruinarlo con Yeosang.

Él quería que las cosas funcionaran y si no se daban, daría marcha atrás.

Esta vez, sabría cuándo rendirse.

Y como bien dijo Hongjoong, Yeosang apareció en el gimnasio alrededor de cinco minutos antes de que terminara su práctica, asomándose por las puertas con cautela y sigilo. Como un ratón escurridizo.

De encontrarse en otro estado emocional, le habría parecido cómico, pero en el actual, fue casi doloroso, porque era evidente qué estaba haciendo. Buscando que no estuviera allí, lo presentía.

Suspirando, Seonghwa se puso de pie, lo que dio lugar a que Yeosang lo viera, sus cejas se levantaron hacia arriba y sus ojos cafés se expandieron en grande. Asombrados por su aparición inopinada. Como el sol en una llovizna cerrada. Sin embargo, él no permitió que eso lo detuviera y con una confianza que flaqueaba y una determinación poco clara, avanzó escaleras arriba, arrinconando al omega en la entrada.

—Deja de evadirme —pidió con gentileza, una dureza que se perdió en el camino.

Apretando los labios, el omega quiso pasarlo por un lado, pero sus reflejos de defensa, fueron rápidos para seguirlo, por lo cual bloqueó su escapatoria. Y cuando volvió a intentarlo en la dirección contraria, ahí estuvo él devuelta, tapándolo con su cuerpo bien formado. Frustrando al patinador más joven.

—Apártate del maldito camino —exigió Yeosang con seriedad. Ojos duros y puños apretados. Una imagen que nunca esperaría ver de alguien con su apariencia.

—No —masculló él, envalentonado. Harto de todo esto y de sus actitudes—. Nosotros necesitamos hablar.

—Creo que la última vez lo dejé bastante claro, no vales la pena si no...

—Sólo pienso en ti últimamente —cortó con rudeza, tomándolo por los hombros en un acto de valentía. Sacudiéndolo ligeramente—. ¿Sabes qué significa eso? —preguntó de forma retórica—. Que Hongjoong es pasado.

Mirándolo a los ojos, Yeosang tardó en responder, al parecer impactado o escéptico—. ¿Por qué te creería? —terminó preguntando.

Un razonamiento válido, al final del día, apenas habían pasado dos semanas desde la última vez que se vieron, sin embargo, en ese tiempo, en lo único que pensó fue en el omega de cabellera caramelo y ojos cafés profundos como dos galaxias. No en Kim Hongjoong.

Y eso que había estado enamorado, supuestamente, del chico por más de un año.

Lo que no hacía sentido, aún así, es como había sido. Su mente se había situado en un bucle imparable donde sólo existió Yeosang, Yeosang y más Yeosang. Su ausencia, su aroma, su mirada y la forma en la que se había alejado.

Algo dentro de él insistía en que debía demostrarle a ese omega que valía la pena. Que se lo merecía.

¿Pero cómo lo demostraba? Las palabras podían desvanecerse con el viento, tan simple como eso. Pero las acciones en cambio, eran como murallas. Impenetrables y estables. Lo que necesitaba ahora mismo.

Y sin pensarlo mucho más, Seonghwa tomó a Yeosang por las mejillas en una osadía arrebatadora, para en una acción completamente inesperada, fundir sus labios en un beso superficial que supo a redención y vacilación por parte del más joven. Sin embargo, pronto, una de sus manos fue a parar a su nuca y con una fuerza impensada, los hundió en una profundidad asfixiante.

Al separarse, sus respiraciones resonaban por todo el lugar, sus pechos subían y bajan con aceleración y sus miradas se encontraban obnubiladas por pensamientos indescriptibles. Interrogantes sin fin y dudas sin respuestas.

—¿Por qué fue eso? —preguntó Yeosang, totalmente confundido, pese a haberle seguido el beso.

—Hace dos semanas —comenzó diciendo—, dijiste que te besara si quería que lo intentáramos, y aquí estoy, demostrándote que quiero que lo hagamos. Pero, ¿qué quieres tú?

Presionando un dedo en su pecho, el omega frunció el ceño—. Espero que seas honesto con esto y no me estés usando o vas a lamentarlo.

Sonriendo en grande por primera vez en dos semanas, el alfa asintió de manera solemne. Sus feromonas a sándalo, volviendo a su estado original de frescura—. No vas a arrepentirte.

—Más te vale.

Juró Yeosang, dándole una mirada de advertencia, para no mucho después, apretar su nuca en un gesto de confort sutil. Un ápice de sonrisa bordeando sus labios rosados como pétalos.

Aquello le había salido mejor de lo que, en un principio, había esperado. Por lo que estaba contento. Finalmente.

Sin dudas, ésta sería una oportunidad que no desaprovecharía. El omega era alguien que valía la pena el esfuerzo.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

—¿Cómo piensas que les fue? —preguntó Mingi con notas evidentes de curiosidad. Ladeando la cabeza como un polluelo perdido. Lo que se le hizo adorable pero no lo comentó.

—Tengo un buen presentimiento con respecto a esto —respondió Hongjoong con confianza, sonriendo en grande y mostrando sus dientes blancos. Riéndose, el moreno colocó una mano por encima de sus hombros. Indirectamente, sus feromonas intensas le llegaron al igual que su aroma a gel de baño regular. Fue delicioso.

—¿Cómo estás tan seguro? —preguntó el otro, todavía sonriente y sacándolo de su ensoñación momentánea. Viéndolo desde arriba con un brillo estelar.

—Porque si no lo habías notado, Seonghwa ya no piensa en mí —destacó con seguridad, reafirmando sus palabras con una convicción inamovible—. En lo único que piensa es Yeosang.

—¿Cómo podrías saberlo? —cuestionó mientras ingresaban al ascensor del edificio del omega y apoyaba la cabeza en la suya, frotándolas ligeramente—. ¿Acaso le leíste la mente?

—No, pero si fueras un poco más observador, lo notarías. ¿O caso no te diste cuenta de que cada vez que comenzaba a practicar se marchaba? ¿No percibiste como siempre parecía buscar a alguien? ¿Sus feromonas frustradas y abatidas? ¿Nada de eso, en serio?

—Por si no lo notaste —repitió con énfasis, burlándolo—, mayormente mi atención está dirigida a ti cuando ensayas.

—¿Sólo cuando ensayo? —preguntó con un asomo de sonrisa pícara. Rodeando su cintura con los brazos, el alfa lo pegó a un rincón del elevador con firmeza, importándole poco si habían tres estudiantes más con ellos allí metidos.

—Por lo general, siempre estoy pensando en ti —le dijo cerca del oído, manteniendo un ambiente privado. Seductor incluso que le hizo cosquillas.

—¿Ah, sí? —murmuró, imitándolo. Una cadencia suave y una tesitura de seda—. ¿Inclusive cuando no estamos juntos?

—Aún más cuando no estamos juntos.

Riéndose, el rubio ladeó la cabeza, permitiendo el acceso del pelinegro a su cuello—. Qué romántico —comentó con cierto sarcasmo—. Con esa labia no me imagino a cuantos otros conquistaste.

—Es especial para ti, cariño. Siempre ha sido así —le dijo al apartarse.

—Sólo que actuase como un bastardo conmigo —le replicó con monotonía, poniendo su índice en la punta de la nariz ajena y empujándolo lejos—. Porque siempre se te dio fatal coquetear.

—Aún así puedo hacer que te desnudes para mí y actúes como una zorra —susurró tan bajo que apenas fue audible para el omega sonrojado.

—No hay mucho qué hacer cuando eres así de atractivo.

—Una excusa burda que tomaré como un halago —replicó el alfa, volviéndose a acercar. Sin embargo, ya habían llegado a su piso. Por lo que el rubio esquivó sus intentos naturales por acorralarlo y pasó de él.

—Lo que te deje dormir en la noche, Mingi.

—¿Ya no soy "Min"? —preguntó cuando doblaron en el pasillo—. ¿O acaso sólo lo usas cuando estás en celo, goteando para mí?

Jadeando de la impresión, Hongjoong se giró a verlo, sólo para chocar con la silueta imponente de Mingi, parado a unos centímetros de él. La grandiosidad de su imagen le robó el aliento inevitablemente.

—¿Qué pretendes, de repente llamándome zorra? —cuestionó el rubio con intriga, retrocediendo por la soledad del pasillo—. ¿Que tengamos una sesión en algún rincón como ratas?

—¿Acaso no es cierto? —repreguntó el moreno, estirando una mano y capturando su mandíbula para acto seguido, presionar su cuerpo contra la primer pared que estuvo a su alcance, al mismo tiempo que, presionaba su silueta esbelta contra la suya más pequeña. Pecho con pecho y cadera con cadera, fue abrumador—. ¿No eres mi zorra?

Separando los labios, dispuesto a dar su respuesta, a Hongjoong no se le dio espacio para ello cuando hubo una lengua metiéndose en su canal y saqueando todo por dentro hasta lo que no tenía. Confundido y sorprendido a partes iguales, se esforzó por corresponder. No obstante, la demanda del beso lo dejó obsoleto. Completamente arruinado.

Y cuando quiso abrir la boca más, para respirar por aire, el beso sólo se profundizó. Haciendo que sus terminaciones vibren y el alrededor se sienta distante. Mareado por la cantidad de feromonas que se estaban bombeando hacia él, Hongjoong intentó dar una señal de advertencia, sin embargo, restringido como estaba, se le dificultó. Por lo que tuvo que golpear el bícep de Mingi dos veces, como solían hacer en sus sesiones.

Eso funcionó, haciendo que el alfa se aleje de su boca, pero éste no dejó de besarlo. Porque inmediatamente después, procedió a atacar su cuello, llenándolo de marcas rojizas que se plasmaron con la suavidad de una seda.

Lo que instantáneamente llamó su atención.

Sin importar cuál fuera la situación, Mingi siempre se detenía por completo. Daba igual el calor del momento o la seducción y sus juegos, el moreno siempre sabía cuando parar u obedecía a sus pedidos porque lo hiciera. En este caso, es como si los ignorara y siguiera enfrascado en una burbuja ajena a su alrededor. Lo que de inmediato, encendió alarmas en su cabeza. Este no era su Mingi.

Por lo que, enseguida a reconocer ese hecho, procedió a sujetar su rostro con las manos y hacer que lo mire, sólo para notar sus pupilas desenfocadas y su frente brillante. O era un celo relámpago o el sujeto estaba teniendo un celo en el medio del pasillo.

No habían otras alternativas ni grises en ese punto.

—Mingi —llamó con firmeza, meneando su cabeza con ligereza—. ¿Qué fecha es hoy?

—Viernes —susurró antes de intentar acercarse de nuevo, sin embargo, el omega lo detuvo—. ¿Qué sucede? —preguntó con el ceño fruncido—. Quiero besarte, ¿por qué no me dejas?

—Estás en celo, ¿no te das cuenta? —murmuró cuando comenzó a emanar feromonas más intensas. Buscando seducirlo.

Procediendo a tomar una de sus manos, el omega ignoró ese hecho y se encargó de contar sus pulsaciones, notando que iban demasiado deprisa. Preocupado y viendo el ritmo con el cuál aumentaban sus síntomas, lo tomó de la mano y lo jaló por el corredor, llevándolo directo a su dormitorio y metiéndose en el baño casi al instante. Apresurado, puso seguro a la puerta y lo estrelló contra ella.

—Dame tu mochila —demandó con urgencia, tomándola de sus manos en el segundo que se la tendió, nervioso y un poco inquieto por ser la primera vez que presenciaría el celo de su alfa, Hongjoong no demoró en hurgar en su mochila en busca de un supresor, tardando un minuto entero donde el moreno lo quiso manosear a falta de una mejor voluntad y auto-control—. Abre la boca —le ordenó con seriedad al momento de encontrar las pastillas rojas en un frasco, a lo que el defensa obedeció pero sin entender demasiado—. Buen chico.

Riéndose, el pelinegro con mechas, estiró las manos hasta que lo sostuvo por sus caderas—. Realmente quería verte hoy, por eso salí contigo. No esperaba que mi celo apareciera hasta el final del día para ser sincero.

—¿Y qué esperabas hacer, ocultarlo?

—Bueno, sí —dijo de manera arrastrada—. Me vuelvo un poco pegajoso cuando estoy en celo. No sabía si eso te gustaría.

—¿Pegajoso? —preguntó con la cabeza inclinada, dejando que el alfa lo marque con su olor.

—A diferencia de otros alfas, no quiero tener sexo como un desalmado, seguro, estoy excitado ahora y lo estaré más tarde, pero prefiero acurrucarme en la cama y dormir un rato.

—Eres como un oso —exclamó totalmente fascinado, abrazándolo de golpe—. Podemos hacer eso y luego tener todo el sexo que quieras. No me molesta, descuida.

—Deberías tener cuidado con lo qué dices —susurró el alfa—. Podría volverme insaciable.

Riéndose, Hongjoong se echó para atrás y lo observó bien, sus pupilas seguían dilatadas pero a diferencia de hace unos momentos, se encontraban enfocadas, viéndolo a él y centrado. Lo que era importante. Satisfecho con lo que veía, se puso en puntillas para robarle un beso rápido al desentendido de Mingi.

—Está bien mientras no te canses de mí —susurró con una sonrisa más pequeña, afable.

—Eso no va a pasar nunca, eres mi luna, princesa.

Con el corazón acelerado y las palpitaciones chocando contra su esternón, lo único que pudo hacer Hongjoong ante la declaración impactante, fue golpear a Mingi en el pecho.

—Pensé que para esta alturas, pararías con lo de "princesa" —murmuró falsamente ofendido, hacía tiempo que había dejado de molestarle. Por el contrario, empezaba a familiarizarse con el estúpido apodo.

—¿Cuál es el problema con el que te llame así? —dijo en un susurro—. No es como si te importe. Puedo notarlo.

—Sólo vayamos a dormir, debes estar tan muerto como yo por el entrenamiento.

—Eso no voy a negarlo —replicó el moreno, sonriéndole.

Rodando los ojos con falso fastidio, Hongjoong lo tomó de la mano y arrastró a Mingi por el corredor hacia su habitación un poco desordenada. Sin embargo, ninguno le prestó atención a esto y pasaron directamente a dejar sus cosas por ahí tiradas en el suelo antes de proceder a subirse en la cama y acurrucarse en el otro.

Chocolate y jazmín mezclados en una esencia incomparable.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro