❈•≪13. Comparaciones y formalidades≫•❈
Mingi se retractaba, vivir el hoy era un poco aterrador. Vistiendo una remera blanca y por encima una chaqueta de mezclilla celeste, remangada en conjunto a unos pantalones grises deslavados, no sabía si iba muy informal a su encuentro con Wooyoung, o muy despreocupado de más.
Qué vistiera realmente no importaba, no le haría sumar un punto extra de ninguna forma ni haría que se lo gane, pero de alguna manera y al mismo tiempo, importaba para él estar presentable, ya que no quería dar la imagen errónea. Porque él se preocupaba y mucho, además, era un acontecimiento importante el que estaba por ocurrir.
Después de todo, se hallaba a nada, a metros prácticamente, de solicitar la aprobación de Wooyoung para el cortejo de Hongjoong. Y bastante se había tardado ya. Y dar este paso no se trataba de aprobación social, era más un tipo de procedimiento para la aceptación de un nuevo integrante a un grupo ya construido. Como por ejemplo lo eran ese dúo de amigos. El concepto iba ligado a ese tipo de significado.
Era como la integración de un cachorro a una manada de lobos adultos, básicamente. Sólo que él era un alfa.
Relamiéndose los labios, Mingi enderezó la postura y abrió las puertas del teatro con cuidado, según Hongjoong y San mismo, le comentaron que las prácticas allí se realizaban los miércoles y viernes. Siendo hoy el último día de la semana. Por lo que era probable que, aparte de encontrar a uno de sus mejores amigos ahí metido, también encontrara al omega de cabellera violeta y aroma a lavanda.
Grande fue su sorpresa, cuando se topó con más estudiantes de lo previsto, y varios pares de ojos se enfocaron en él por la sola razón de que se trataba del Muro Escarlata y rara vez tenía tiempo para escapar de su llamado "iglú". Lo que, en su consideración, era una falta de respeto al gimnasio y al mundo del hockey, pero nada podía hacer sobre las cosas que las personas dijeran o calificaran a sus espaldas. Incluso si era con algún tipo de afecto distorsionado.
Pero volviendo al punto importante, el alfa de cabellera de dos colores, se apresuró en cerrar la puerta con cautela y en tomar asiento en el primer espacio vacío que encontró. Llevando su vista al frente, notó como los estudiantes de baile se hallaban parados, estirando los músculos y respirando con pesadez. Por lo que podía asumir, recién habían concluido con su clase del día, o según San solía contarle, su repaso de la presentación de finales de año. La cual sería presentada a mediados de invierno.
Para lo que faltaban meses, pero como era de esperar del profesor Kwon, se estaban alistando con antelación.
Respirando hondo, Mingi observó como Wooyoung rodeó la cintura de San con uno de sus brazos mientras recogían los bolsos y cuchicheaban de vaya Dios a saber qué. Él sólo los podía percibir risueños y completamente acaramelados. Lo que le hizo llevar la mirada hacia otro sitio distinto, sintiendo que interrumpía algo privado.
La naturaleza de su reciente relación, siempre le generó algo de celos. Era demasiado idílico que no podía tragárselo por completo. Demasiado irreal y puro que le causaba conflicto. Nada muy serio o preocupante, sólo el anhelo de conseguir algo parecido. Ese tipo de sensación.
Suspirando con profundidad, el moreno se deslizó en el asiento y los vio compartir una sonrisa cómplice que no entendió a qué se debió, y después de lo que se acercó a ser una eternidad, el par se movilizó. Avanzando en dirección de las escaleras que daban hacia abajo del escenario. Rehaciendo su postura, el alfa se enderezó de golpe y llevó sus manos inquietas al interior de los bolsillos de su pantalón. Escondiéndolas para no delatar sus emociones, sin embargo, no se dio cuenta que éstas emanaban por sus poros a causa de las feromonas de estrés que había liberado sin notarlo.
Por lo que, para cuando San estuvo lo suficientemente cerca y lo reconoció, en vez de una sonrisa amistosa, obtuvo un ceño fruncido y una cabeza ladeada en señal de intriga.
—¿Qué anda mal contigo? —preguntó cuando la distancia se convirtió en centímetros. Sosteniendo la mano de Wooyoung entre la suya. Un agarre suave, podía apreciarse—. ¿Discutiste con Jongho? ¿Hongjoong, tal vez?
—¿Qué? —preguntó en una inflexión aguada, arrugando las cejas—. No, no, no. No pasó nada de eso —continuó con cierta aceleración en la voz, luciendo sospechoso para el único omega allí—. ¿Por qué lo dices?
—Porque...
—Apestas —se adelantó a decir Wooyoung, totalmente indiferente—. Es como si te hubieras tirado al río y asistido al campus bañado en lodo y porquería más.
—¿Así de malo? —preguntó, llevándose las muñecas a la nariz y tomando una fuerte inhalación. Inmediatamente después, su propia nariz se arrugó—. No lo había notado, ¿alguno tiene bloqueador?
—Es normal si algo te preocupa, no tienes que molestarte en ocultarlo, ¿sabes?
—Si le incómoda, es lo mínimo que puedo hacer —replicó con simpleza, mirando al bailarín más joven en especial. Rodando los ojos, éste resopló.
—No me molesta, simplemente era un comentario realista. Demasiado franco, quizás. No pretendía hacerte sentir mal.
—En lo absoluto —comentó él, sintiendo sus orejas arder mientras sacudía las manos—. Está todo en orden.
—Hongjoong no me dijo nada, ¿pero seguro que no discutieron? —cuestionó Wooyoung, viéndolo con detenimiento—. Actúas extraño.
—No discutimos, la última vez que nos vimos le regalé mi camiseta de entrenamiento. Estamos bien. Lo juro —aclaró con cierto hartazgo. Sus nervios no siempre tenían que verse vinculados al omega rubio, claro, entendía porqué lo asumían de ese modo, pero tampoco era para caer en patrones.
—Entonces, ¿qué te tiene tan alterado? —preguntó San—. ¿Es algo relacionado al enfrentamiento con la universidad de Incheon?
Dicho encuentro era dentro de dos semanas, por lo que no le preocupaba demasiado, el índice de rendimiento de los Green Sirens era promedio, por no decir, mediocre. Tenían buenos defensas y una constitución fuerte de laterales, sin embargo, sus centros no eran lo suficientemente veloces ni tenían unos reflejos dignos de jugadores de categoría media. Parecían en cambio, más aficionados que otra cosa. Por lo que estaba confiado con respecto al resultado del siguiente fin de semana.
—No, tampoco es eso...
—Entonces, ¿qué rayos es? —exclamó Wooyoung, exasperado, para enseguida de ello, cubrirse la boca con una mano. La mirada intensa de San, sobre él—. Lo siento —murmuró con una sonrisa apenada—. No suelo salir de los ensayos con el mejor de los humores. Menos cuando estoy sudado y quiero apresurarme a tomar un baño, ¿sabes? No pretendía presionarte. Lo lamento.
—No te preocupes —le dijo con una sonrisa, o esperó que fuera una. No se le daba bien consolar—. De hecho, la idea era hablar contigo, pero si quieres ir a ducharte a tu dormitorio puede ser otro día...
—¿Tiene que ver con Hongjoong, no? —conjeturó el omega, entrecerrando los ojos—. Esa actitud nerviosa y evasiva. No puede ser por otra cosa y más si quieres hablar conmigo —agregó, seguro de sus palabras—. ¿Es por lo del cortejo? ¿Quieres ideas, es eso?
—Realmente soy serio con Hongjoong —comenzó diciendo, realizando una reverencia de noventa grados. No era la primera en la historia de su corta vida, pero sí era cierto que no había hecho muchas tampoco—, y en serio me gustaría que pudiéramos hablar un segundo...
—Aguarda un momento —pidió Wooyoung, de repente sin aire—. ¿Me vas a pedir permiso para cortejarlo?
—Es más tu aprobación en realidad, hace no mucho más de unas semanas dijiste que...
—Sé lo qué dije —interrumpió el bailarín de cabellera violeta, haciendo tragar en seco al alfa por la seriedad de su tono antes afable—. Pero no me esperaba que fueras a pedir mi aprobación.
—Realmente me gusta, Hongjoong —le dijo con honestidad, levantando la cabeza, sólo para llevarse la sorpresa de encontrarse a San poco impresionado pero a Wooyoung totalmente sonrojado—. ¿Por qué estás sonrojado? —cuestionó con confusión, enderezándose, incluso si no se le dio la autoridad para hacerlo.
—Bueno, es la primera vez que alguien me considera tan importante como para pedir mi aprobación.
Enarcando ambas cejas, el alfa se mostró escéptico—. Tienes que estar de broma, eres su mejor amigo desde que está aquí. ¿No sería lo más lógico considerarte?
—Bueno, para las personas que lo intentaron antes que tú, no parecía ser así. Sólo debieron verme como el omega que siempre estaba a su lado o detrás de él. No lo sé —dijo con un encogimiento, despreocupado. El color de sus mejillas perdiendo intensidad.
—Entonces, ¿soy el primero en tenerte en cuenta?
—Increíblemente —admitió con un asentimiento sutil.
—Vaya —fue todo de lo que se encontró capaz de murmurar.
Riéndose, Wooyoung lo empujó por el hombro con suavidad, un gesto amistoso que no anticipó—. Cambia esa cara, no es tan malo. Eso demuestra que respetas el cortejo, admiro eso. Es lindo.
—Entonces, ¿estoy aprobado?
—Siempre y cuando cuides de él y no seas un imbécil con pésima responsabilidad afectiva, seguro, te apruebo —afirmó con una sonrisa brillante, característica de Jung Wooyoung—. ¿Te lo dije tiempo atrás, no? Con un poco de dirección serías bastante compatible con Hongjoong.
—Aprecio bastante tus palabras, un poco rebuscadas, pero las aprecio igualmente.
Rodando los ojos, el que se pronunció no fue el omega, sino el beta—. ¿Sabes lo qué es gracioso de todo esto? —murmuró con una sonrisa torcida, de intenciones maliciosas—. Aprobamos a Hongjoong el día que le regalaste la camiseta. Estabas tan concentrado en el juego que ni siquiera lo notaste. Por eso él estaba tan contento luciendo tu mierda sudorosa.
—¿Qué carajos? —preguntó, totalmente conmocionado.
—Fue algo encantador la manera en la que lo pidió, debiste verlo.
—¿Y por qué me estoy enterando de esto ahora? —preguntó—. Días después —enfatizó, no sólo con la voz, sino que también con el índice. Presionándolo contra su palma.
—No lo sé, sólo pensamos que él te lo contaría o algo así. ¿Qué hicieron cuando lo llevaste a su dormitorio?
—Besarnos —respondió con una honestidad aplastante. Ellos realmente se habían besado mucho ese día, hasta dejarse las bocas hinchadas y masculladas. No terminaron fajando en el interior de su auto de casualidad, quería creer.
—No me sorprende —dijo Wooyoung—. Son peores que nosotros —justificó ante la mirada suya—. Siempre con las manos encima del otro. Desde el inicio incluso. Saltando al cuello del otro como unos críos —murmuró con un ligero movimiento de cabeza, como si estuviera indignado.
—Discúlpame, pero creo que eso se puede debatir.
—Lo que te siente mejor.
Rodando los ojos, Mingi comenzó a caminar hacia la salida, sintiendo como sus hombros, antes pesados y caídos, se sentían menos rígidos. Aligerados de una carga imaginaria.
Inesperadamente, había sido un buen comienzo, por alguna razón, él había augurado lo peor. Temiendo que, tal vez, Wooyoung haya cambiado de opinión con respecto a él, sin embargo, ese no había sido el caso. Y el chico se mostró comprensivo, un poco incrédulo, pero comprensivo al final del día y eso era todo lo que le importaba.
Había obtenido una victoria, y nada era más valioso que el reconocimiento del omega.
✦• ───── ⸙ ───── •✧
—¿Viniendo por segunda vez? —preguntó el de cabellera caramelo, viendo hacia el alto y castaño tomar asiento en una de los tantos espacios que habían disponibles.
—Realmente no es por ti —insistió Seonghwa al cruzar las piernas, dejando su bolso en un costado—. Tengo entrenamiento —justificó de manera pobre. Reconocía aquello.
Riéndose, el omega sólo le dio una mirada prolongada antes de cambiarse de asiento, ocupando uno más cercano al suyo. Notando desde esa distancia, sus pestañas tupidas y caídas, en un ángulo descendente que hacía sus ojos resaltar de una manera distintiva.
—¿Qué? —lo escuchó preguntar, un tono colorido y juguetón—. ¿Tengo algo en la cara? —continuó, sonriendo de lado. Su marca de nacimiento, destacando como una estrella en el horizonte—. No se vale decir fealdad.
Y por un instante, el alfa se preguntó cómo sería eso posible, ya que objetivamente hablando, Yeosang era uno de los chicos más lindos con los que se había topado dentro del campus. Poseyendo un rostro de cristal, delineado por una mandíbula pronunciada, que se contraponía a la suavidad de sus ojos amplios y de color café oscuro, junto con un cuerpo construido por años de esfuerzo y dedicación, teniendo así, músculos marcados y torneados en una forja de acero.
En una sola palabra, era hermoso. Cargado de oposiciones idílicas que sólo elevaban su apariencia de ángel a un nivel superior.
—¿En qué tanto piensas? —preguntó el omega más joven, sacándolo de su burbuja—. Si es en Hongjoong, te advierto que hoy no tiene ensayo. Lo suspendió, creo que por un celo relámpago. No se veía bien cuando llegó.
—Pudo ser por una discusión con Mingi.
Mirándolo un segundo, los ojos del patinador brillaron un instante antes de que se echara para atrás y marcara algo de distancia—. No todo se tiene que tratar sobre él.
¿Sobre quién? Quiso preguntar, ¿Mingi o Hongjoong? Porque para ser sincero, uno siempre estaría relacionado con el otro indirectamente. Lo que no lo hacía sentir muy cómodo, porque desde que tiene memoria, recuerda que siempre fue así, uno tirando de la cuerda del otro. Interponiéndose en su camino o cometiendo actos perjudiciales con tal de obtener su atención negativa.
Pero él jamás se esperó que fuera a causa de unos sentimientos mutuos y no dichos. Acallados bajo capas de obstinación y reticencia pura.
Era obvio ahora que no tenía un velo de fanatismo y fascinación por el rubio. U obsesión también podría decir, ya que en los últimos días, todos comenzaban a recalcar que lo suyo siempre fue eso en lugar de amor. Pero él tenía el fiel concepto y creencia de que en algún punto, sus sentimientos se deformaron y se torcieron hacia el camino equivocado. Es todo.
Nunca tuvo intenciones maliciosas con Hongjoong. Eso jamás lo pondría en duda y se encargaría de aclararlo a quién tuviera que hacerlo. Porque si algo le habían enseñado sus padres, era a respetar. Incluso si había fallado lastimosamente con la más reciente de las revelaciones que había tenido.
—¿Nunca sufriste de un amor no correspondido? —preguntó en lugar de responder, viéndolo de soslayo.
—Muchas veces, así como también fui rechazado por varias personas —respondió el patinador, una expresión solemne y un tono suave. Sincero—. ¿Difícil de creer? —cuestionó ante sus cejas alzadas, y sin quedarle otra escapatoria, el alfa asintió—. No soy el oasis perdido de todo el mundo, Seonghwa, incluso si piensas que soy atractivo.
—¿Cómo sabes lo qué pienso? —preguntó con una ceja enarcada.
—Tu aroma a sándalo se intensificó en el momento que te me quedaste mirando como un tonto fijo a la cara. Es obvio que no me encuentras feo tampoco.
—Bueno, siendo objetivos, no lo eres. Entras dentro del estándar de belleza a mí parecer.
—Gracias —dijo el opuesto con una sonrisa fugaz—. Entonces, ¿tienes práctica?
—Sí, es sólo entre nosotros. Para reforzar la defensa y la comunicación. No lo hice muy bien el enfrentamiento anterior.
—Tuvieron muchas alas abiertas y oportunidades de tiro perdidas —concordó el omega, sorprendiéndolo—. ¿Qué? —murmuró con afabilidad—. Cuando dije que era un fanático tuyo no mentía. Presto atención a los juegos y a las tácticas detrás de cada jugada. Creo que el hockey es interesante desde un punto de vista más bruto. Lo que hacen no es fácil.
—Hongjoong nunca lo vio de ese modo —susurró sin poder evitarlo—. Piensa que el hockey es demasiado agresivo.
Apretando los labios un segundo, el de cabellera caramelo no evitó decir—. ¿Y acaso no es así? —masculló en un tono que rozaba la seriedad—. Constantemente están chocando entre ustedes, sea por accidente o adrede, y si no es eso, son golpes, codazos e incluso metidas de pata al adversario. Juegan sucio, pero eso no le quita el hecho de que sea un deporte más. Digno de valorarse como tal.
—Hongjoong jamás pensaría de esa manera, él diría que...
—No soy Hongjoong, Seonghwa —le advirtió Yeosang, enderezándose. Una mirada ilegible y construida en una consistencia dura, marcada por el rechazo—. Deberías dejar de compararme con él, antes de que se te vuelva un mal hábito.
—No pretendía compararlos, sé que son muy diferentes. Para empezar, Hongjoong es...
—¿Perfecto a tus ojos? —interrumpió con seques, una ceja enarcada y acusatoria.
—Bueno, no, sé que tiene sus defectos como todos pero... No lo sé, ¿de acuerdo? No intentaba ofenderte de ninguna manera. Simplemente tienen tanto en común que me salió decirlo.
—Lo único en común que tenemos es el patinaje artístico y que nos gustan los idiotas —sentenció el omega, sacando los protectores de las cuchillas de sus patines de eje. Por inercia, el alfa se puso de pie también e intentó sostenerlo de un brazo, ayudándolo con su balance, no obstante, el gesto fue negado casi de inmediato—. Puedo solo, gracias.
—¿Estás enojado por algo en particular? —preguntó, desentendido de la actitud ajena—. Porque en serio no los quería comparar, sé que apesta y es una mierda que te pongan en la misma burbuja de alguien más de forma negativa, así que lo siento. Lo hice sin darme cuenta.
—Y te creo —dijo el omega, mirándolo un segundo—. Pero no necesito tu ayuda, es todo. Puedo valerme por mí mismo.
—No parece que te encuentres bien, ¿sabes?
—¿Y qué podrías saber tú? —replicó con mordacidad, las notas de la cereza perdiéndose en algo más ácido. Revelando su malhumor—. No es como si me conocieras.
—Lo dice la persona que hace estudios sociales de los demás en su tiempo libre.
—No es como si los dañe, además, reconocí que no son del todo confiables.
—¿Se puede saber porqué rayos estamos discutiendo? —farfulló Seonghwa, ojos entrecerrados y puños apretados por la frustración. El omega era una presencia que le traía paz en su estado natural, de ese modo, no hacía más que alterarlo. Lo que nunca antes le había pasado. Ni siquiera con Hongjoong,.
«Mierda, en serio tengo que superarlo», pensó para sí, en una breve epifanía.
—Porque me toca los huevos que sólo pienses en Hongjoong —declaró Yeosang con una brutalidad incalculable—, se supone que debería distraerte conmigo y que yo debería servir de consuelo, no hacerte que lo extrañes más. Pero lo entiendo, te gusta y eso no es algo que se pueda superar tan fácil.
—¿Y qué sabes tú? —masculló con las cejas caídas. Cegado en un enojo fugaz.
—No eres el único a quien le rompieron el corazón.
Abriendo la boca, Seonghwa la volvió a cerrar inmediatamente después, conmocionado por la confesión. Dándose cuenta así, que no era el único afectado en ese enredo de amoríos latentes.
—Lo siento —murmuró por lo bajo, genuinamente arrepentido—. De verdad, Yeosang, no me di cuenta...
—Está bien —dijo el aludido, cortándolo enseguida—. Mis sentimientos no son tu responsabilidad. No debía ser tan idiota, lo siento.
Y una vez dicho eso, se deslizó hacia el interior de la pista de hielo, sus manos enguantadas por en un material negro y su silueta perdiéndose a medida que llegaba al centro, donde no mucho después, apareció el entrenador del omega.
Suspirando con profundidad, el alfa lo miró varios minutos calentar antes de recoger sus cosas y dirigirse a los vestidores, preguntándose si debería dejar de usar a Yeosang como repuesto de Hongjoong, porque viendo el daño que causaba con sus acciones, la respuesta era clara.
Intentar reemplazar a alguien no era lo mismo que superarlo, le susurró una voz en su inconsciente. Y era muy probable que tuviera razón, la cuestión allí, era actuar en consecuencia y de manera coherente por sobre todo.
«Qué situación de mierda», pensó en un resoplido, desanimado.
❃
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro