Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪10. Nuevos comienzos≫•❈

—Así que, ¿Hongjoong se encuentra durmiendo en tu habitación ahora mismo? —preguntó San con cierta incredulidad. Viéndolo con ojos grandes, como los de un gato.

—Sí —fue la respuesta breve de Mingi, un asentimiento minúsculo y una expresión evasiva.

—¿Cómo? —cuestionó Jongho, el más desentendido del tema de todos.

—Sólo pasó —contestó el moreno con un encogimiento—, la noche de ayer fue una mierda —continuó, pasándose una mano por el pelo, recordando los sucesos con cansancio—. ¿Acaso no lo sabes todavía? Seonghwa actuó como un imbécil.

—Al menos ya tienen algo en común por lo que llevarse bien —resopló el más joven por lo bajo, mirándolo de soslayo. Lo que no le sentó muy bien y éste supo leerlo de inmediato—. Lo siento —murmuró con una sonrisa apretada—. Sé que es un tema sensible. San me contó un poco.

—Sí, fue un desastre absoluto —concordó con reticencia—. Y todo por un tonto malentendido.

—Yo no lo calificaría de tonto —susurró San, desviando la mirada—. Daba pasos a las dudas, ¿sabes? Eres su único amente por lo que todos sabíamos y su cuello era un verdadero horror, no avalo las acciones de Park, pero no lo culpo por concluir de manera precipitada. Incluso si sé que nunca serías violento con nadie fuera del hockey.

—Lo sé —reconoció el alfa.

—¿No entiendo qué causó tanto lío con respecto a Hongjoong? —murmuró Jongho, falto de información—. ¿Lo mordiste fuera de temporada y lo heriste sin querer?

Mingi sacudió la cabeza, inclusive si mordía a Hongjoong fuera de temporada las laceraciones no serían tan graves como para armar un escándalo por ello, se notarían y seguro, no lucirían lindas de ninguna forma, pero aún así seguiría siendo de aspecto decente. Contrario a los moretones que se hallaban bajo capas profundas de maquillaje. Eso sí era algo por lo qué escandalizarse. Y lo admitía. Pero la cuestión allí, es que era un acto consensuado, no un abuso como Seonghwa erróneamente había asumido.

Sin embargo, Jongho no tenía conocimiento de esto, porque de nuevo, Mingi no estaba ni tenía el derecho de contárselo, porque correspondía a la vida privada de Hongjoong. San se había enterado meramente por accidente.

Y atrincherado en esta situación, el alfa del grupo no sabía qué decirle al beta más joven. Mentirle le sentaba fatal, pero exponer a su amente era dos veces peor, ya que se trataba de un tema delicado y difícil de abordar. No podía sólo ir y soltar como si no fuera nada que Hongjoong era un masoquista al que le gustaba la degradación y el sexo rudo. Simplemente no. Era incorrecto, sin importar cuánto lo pensara.

A pesar de ello, no tuvo que esforzarse por armar una explicación lo suficientemente creíble y cercana a la realidad, porque en el instante menos esperado, se proyectó una cuarta voz que inundó la cocina ocupada por el grupo de amigos, dejándolos desconcertados por lo inopinado de su aparición.

—Esta fue la causa.

Cuatro palabras que dejaron helado a Jongho, ojos grandes y labios bien abiertos en una conmoción sin nombre. Sus facciones juveniles desfiguradas en mil emociones que no podían describirse. Yendo desde el horror a la preocupación.

—¿Qué rayos te pasó ahí? —inquirió Jongho, bañado en la incomprensión absoluta.

A diferencia de en otros escenarios, el cuello de Hongjoong en esta ocasión lucía horrible, algunas zonas más moradas que otras, y sólo en algunos sectores, se podía visibilizar un tono amarillo verdoso. Señal de que comenzaba a sanar.

Pero en términos generales, era impactante. Algo de terror si no estabas acostumbrado.

Y quizás la falta de sensibilidad de Mingi con respecto a las heridas de Hongjoong, se debían a que veía demasiado de ellas en su área. Incluso peores. Tobillos torcidos, rodillas hinchadas, labios rotos y ensangrentados, ojos morados y lacerados. Inclusive hombros salidos de lugar. Todo tipo de horrores que consagraban al hockey sobre hielo los había presenciado en primera persona. Por lo que, tal vez, un cuello con varios hematomas por el uso excesivo de un collar, no era algo de gran impacto para él. Eso, sin embargo, no significaba que le diera igual su estado.

—Mingi lo hizo bajo mi consentimiento —respondió el omega con toda la calma del mundo. Encaminándose a su lado, postura recta y mentón en alto—. ¿Sabes lo qué es un masoquista, Jongho-ssi?

—¿Alguien que disfruta del maltrato? —murmuró el beta, inseguro. Labios resecos y mirada temblorosa.

—No —descartó Hongjoong, meneando la cabeza con ligereza. Una reprimenda sutil—. Es alguien que disfruta del dolor. Pero por encima de eso, es alguien que consigue placer a través de la degradación y de la humillación; de la bajeza y de la rudeza; del sometimiento físico y del abuso emocional. Eso es un masoquista. No lo confundas.

—¿Por eso te mantenías tan hermético con respecto a contarnos algo de su relación? —preguntó el beta más joven, viéndolo.

—No me correspondía a mí divulgar ese tipo de cosas —confirmó con un asentimiento vago.

—¿Y le has visto el cuello? —preguntó Jongho, todavía sin asimilarlo.

—Sé que es impactante, pero fue bajo consentimiento. No me está maltratando.

—¿Y desde cuándo tú eres un sádico? —cuestionó el más joven. Desorbitado.

Y Mingi lo entendía, si no fuera más abierto mentalmente y receptivo a otras actividades, por así llamarlo, estaría igual de confundido. Pero Jongho sólo tenía viente años y era inexperto en muchas áreas, por lo que, lo comprendía aún más.

—No me considero uno...

—¿Entonces, qué, lo haces por obligación?

—No, claro que no. Dios. Tú mejor que nadie sabes que no haría nada por obligación —masculló con cierta frustración, sintiendo la mirada pesada del único omega allí sobre él—. Disfruto de verlo rogar, ¿de acuerdo? Si quieren que sea honesto, así es cómo es. La sensación de tenerlo bajo mi control me genera placer. Es una rama distinta del sadismo.

—¿Pero te excita causarle dolor?

—Un poco —reconoció tras carraspear—. Pero como ya dije, es más la idea de la dominación.

—¿Saben lo peligroso que son esas prácticas? —inquirió el pelinegro de veinte años. Todavía trastornado.

—Mingi es cuidadoso —defendió el omega casi de inmediato, frunciendo las cejas—. Mira, Jongho-ssi, no espero que lo entiendas por completo, sencillamente espero que no me juzgues. Es todo.

—Es sólo que no entiendo porqué pondrías tu vida en riesgo...

—No hacemos juegos de respiración tan seguido —explicó el rubio, un tanto reticente—. Y las lesiones son más por el collar, que por éstas mismas, por lo que no estoy poniendo mi vida en "riesgo". Y como ya dije, Mingi es cuidadoso conmigo y sabe interpretar las señales de cuándo detenerse.

—Sólo no comprendo porqué no optar por una vía más...

—¿Normal? —interrumpió el omega con una sonrisa torcida, sorprendiendo al beta—. Define qué es normal para ti.

—Bueno, ya sabes —dijo con las mejillas rojas—, el sexo seguro.

—Tenemos sexo seguro —afirmó Hongjoong con una paciencia de mil santos—. Usamos preservativos y no cruzamos los límites del otro. Sabe lo qué no me gusta y lo respeta. ¿No es suficiente para ti? —preguntó con atención—. Porque lo es para mí.

—Sólo no lo comprendo, ¿de acuerdo?

—Y estás en todo tu derecho —avaló San con tranquilidad, palmeando la espalda del muchacho confundido—. Pero la realidad es esta, es su estilo de vida y ninguno de nosotros tiene el derecho de juzgarlo. Menos cuando es consensuado y ambos lo disfrutan.

—Así que, ¿eso vio Seonghwa-hyung ayer?

—Lastimosamente —respondió el rubio, aceptando el plato con arroz frito y vegetales por parte del alfa.

—No me sorprende porqué el escándalo entonces. Pero como ya dije, no apruebo sus acciones. Retenerte de esa forma fue violento y un abuso grande de su parte.

—Lo sé —dijo Hongjoong con incomodidad, removiéndose en su asiento. Claramente no queriendo tocar el tema. Notándolo, el alfa intervino. Arrimando el plato con insistencia.

—Deberías comer algo —musitó con serenidad, mirándolo un segundo antes de redirigir su atención a sus amigos—. Dejen que coma algo, al menos, ¿no? Suficiente preguntas fueron ya.

—Sólo para aclarar, ¿así comenzó su relación, producto de su peculiaridad?

Suspirando, Mingi miró a Jongho con exasperación—. No, sólo fue una consecuencia de ello. Ahora deja que desayune en paz, por favor.

Y dicho al hecho, el beta se calló, permitiendo que el omega pueda ingerir algunos nutrientes. No obstante, se lo notó incómodo. Las miradas sobre su cuerpo no cesaron y las interrogantes grabadas a fuego en sus pupilas lo atravesaron incluso si hizo su mejor intento por ignorarlas. Y Mingi se dio cuenta de ello. Por lo que, inconscientemente, liberó sus feromonas, procurando aliviar el malestar del rubio a su izquierda.

Lo que tuvo efecto para su sorpresa. El chico a su costado se relajó visiblemente, bajando los hombros y suspirando profundo. Procediendo a comer con mayor gusto y facilidad.

Eso por alguna razón lo hizo sentir bien consigo mismo. Al final del día, había conseguido que su omega se sintiera cómodo con él. Con sus feromonas. Eso era un gran logro, por no decir que uno astronómico. Pavoneándose en ello, no pudo evitar sonreír con sutileza. Lo que no pasó desapercibido para ninguno de sus amigos, pero no le importó.

Y una vez lo vio terminar de desayunar, le quitó el plato de las manos y se levantó de su asiento, llevándolo al fregadero, donde lo depositó junto con el suyo que anteriormente había usado. Y sin más, se dispuso a lavar en silencio. O eso creyó, porque pronto estuvieron las voces de sus amigos proyectándose de nuevo.

—¿Wooyoung-hyung lo sabe?

—Por supuesto —respondió Hongjoong con calma—. Es mi mejor amigo.

—¿Y simplemente se lo contó?

—Jongho... —advirtió el beta mayor. Sin embargo, el omega se rió cortamente.

—Está bien, San —le dijo a modo de consuelo, aparentemente despreocupado—. No se lo dije, él se enteró por su cuenta —respondió con el sonido de una sonrisa y una cadencia agridulce en la voz—. Una de mis antiguas parejas me dejó una parte del rostro inflamado a causa de unas cachetadas, por accidente se le fue la mano —agregó de forma sarcástica, haciendo sisear al pelinegro y más joven del grupo con horror—. Ambos eramos jóvenes, por lo que no conocíamos nuestros límites aún. Y por accidente me topé con Wooyoung, y como era de anticipar, creyó que me había golpeado, por lo que tuve que explicarle que no era lo que creía. Apenas tuve que hacer un esfuerzo para hablar, cuando él ya había concluido de que era un masoquista.

—¿Y lo aceptó sin más?

—Ahí está la cuestión, él no tiene nada que aceptar, Jongho-ssi. Es mi estilo de vida, el cual no influye en el suyo en lo más mínimo. Se mostró en desacuerdo y no lo comprendió al principio, pero con el correr del tiempo supo entender cómo funcionaban las cosas.

—¿Y cómo funcionan?

—Esto es lo qué soy, te gusta o no, pero la realidad es que no lo puedes cambiar.

—¿No es muy extremista ese punto de vista?

—¿Tú crees? —preguntó con gentileza, sonriendo con una dulzura que podía olerse—. En mi opinión, no lo es. Si a alguien no le gustas porque estudias canto, ¿cambiarías de carrera para complacer a esa persona?

—No —contestó Jongho de inmediato. Decidido.

—Es tan sencillo como eso —le indicó Hongjoong, en una tesitura afable—. Estás a mi lado o no lo estás, pero no voy a fingir que soy diferente sólo para complacerte o entrar en tus estándares de normalidad.

—Ya veo —susurró el más joven, introspectivo.

Suspirando largo y tendido, Mingi cerró la llave del agua y para sus adentros supo que a Jongho le costaría entender lo qué ellos dos hacían. Había sido criado en un ambiente más convencional, incluso si tenía cierta amplitud mental, todos tenían sus trabas y sus rocas por escalar hacia una claridad mental más elevada y profunda. No era simple y costaba, pero sin dudas, valía la pena el intento.

—De acuerdo, chicos. Suficientes preguntas por hoy —dijo él, girándose a ver al trío—, tengo que atender a Hongjoong y llevarlo a su dormitorio, ustedes pueden esperar aquí unos minutos. No tardaremos.

Una vez dicho eso, estiró la mano hacia Hongjoong, quien para su sorpresa, la tomó sin mucha resistencia. Complacido por esto, le mostró una sonrisa de dientes disparejos y lo llevó de regreso a su habitación, donde le pidió que tomara asiento en la cama. La cual se encontraba hecha.

—Gracias —susurró hacia el rubio, apuntando con su mentón hacia las sábanas perfectamente acomodadas—. No tenías porqué hacerlo.

—Me dejaste quedar contigo pese a que fuera tarde, es lo menos que podía hacer.

Mingi asintió, sin darle pelea y procedió a tomar el recipiente blanco de su escritorio, abriéndolo, miró el contenido gastado en el interior y procedió a tomar asiento junto a Hongjoong. Con delicadeza y detenimiento, tomó un porcentaje de la crema con los dedos y la aplicó al cuello del omega. Masajeando la consistencia espesa hasta hacerla desaparecer, el aroma del áloe vera, le llegó a sus fosas nasales. Un calmante natural a sus latentes nervios.

Era la primera vez que se hallaban en un contexto tan tranquilo sin conflictos de por medio, que lo tenían inquieto. Un poco inseguro consigo mismo también, al no saber cómo comportarse. Aún así, para completa sorpresa suya, el omega esturo una mano y se puso a juguetear con su remera gris de dormir. Llamándole la atención y haciendo que pierda la concentración. Consecuentemente, sus manos se volvieron torpes, presionando de más en áreas sensibles.

—Lo siento —murmuró de inmediato, al escucharlo quejarse.

—Está bien —replicó el omega, viéndolo desde abajo y a través de sus pestañas—. Pero, ¿tú lo estás? —cuestionó con la cabeza a un lado, intrigado—. Te ves nervioso —señaló—. No es como si fuera la primera vez que estamos en esta situación, ¿sabes?

—Lo sé, lo sé —murmuró con algo de pena, bajando las manos un segundo antes de tomar otra porción de crema—. Es sólo que me pones algo nervioso.

—¿Un omega poniendo nervioso a un alfa? —preguntó entre risas, incrédulo—. Eso es nuevo.

—No para mí —respondió el pelinegro con mechas.

—¡Dios! —exclamó el rubio, cubriéndose los labios para amortiguar su asombro y su resolución espontánea—. Por eso recientemente siempre estabas con las plumas agitadas a mi lado, es porque te ponía nervioso.

—Puede ser —reconoció a regañadientes. Desviando la mirada.

Carcajeándose del gozo, Hongjoong se lanzó hacia adelante y enredó los brazos en su cuello—. Eres más lindo de lo que pensé en un inicio —le confesó con franqueza, haciéndolo sonrojar—. Jesús, ¡te estás sonrojando! —destacó con entusiasmo, apuntándolo con un dedo. Apartándolo fuera de su rostro, el alfa resopló, viendo hacia otro lado.

—Gran novedad, genio —masculló por los canales de la vergüenza, una inflexión aguda y una cadencia dudosa—. Ahora déjame terminar, para que te puedas ir. Sé que tienes cosas que hacer.

—¿No te gustaría besarme antes? —preguntó con una sonrisa torcida, inclinada a la deliberación—. Porque yo sé que quiero.

—Vas a arruinarme —le dijo antes de lanzarse a capturar esos labios finos con los suyos más gruesos. Fascinado con la diferencia. Eran una contraposición de todo tipo: tamaño, altura, peso; simplemente increíble.

—Deberíamos dejarlo por un tiempo —dijo Mingi al separarse—. Los juegos de respiración están bien, pero usar el collar tan seguido terminara arruinando tu garganta.

—Sí, lo sé. A este ritmo terminaré quedando sin voz —reconoció con una sonrisa ligera, apartándose y volviendo a tomar asiento en la cama—. Y odiaría mucho si eso pasa, además, creo que me obsesioné demasiado con la dinámica.

—Es porque te ayuda a entrar en tu espacio mental más rápido.

Sonriendo en grande, Hongjoong asintió en aprobación—. Alguien hizo su tarea.

Y lo había hecho, él había investigado, descubriendo así, que las maneras más efectivas de meter a una persona en trance, era mediante un objeto, tal como un collar; un detonador físico, ya sea cualquier acción;  una orden, de cualquier clase; o un estimulación emocional, como la degradación o los cumplidos acompañados de un apodo característico de esa persona.

En el caso de Hongjoong, lo que más parecía funcionar para llevarlo a ese espacio mental de sumisión, era el collar, la idea de sentirse oprimido y limitado bajo el mando de otra persona. En este caso, él.

Y para Mingi no era tan difícil entrar en el rol de dominante, porque en primer lugar, se encontraba potenciado por su genética alfa, incluso los más blandos de su tipo, tenían un lado territorial, inclusive si rara vez salía a flote. Aparte de eso, lo hacía sentir un poder más allá del imaginable el tener una persona dependiendo de su voluntad. Esa clase de entrega y compromiso, era algo que siempre había anhelado pero nunca había encontrado la manera de que se manifestara.

Ahora sabía porqué, tenía que ver con una rama del sadismo que nunca había investigado. Incluso si ya tenía ciertas tendencias "autoritarias" en la cama con sus anteriores parejas.

Era alucinante lo que uno podía descubrir de sí mismo con alguien nuevo.

—¿No estás orgulloso de mí? —preguntó con la frente en alto, haciendo reír al omega con aroma a jazmín.

—Muy orgulloso —confesó el más bajo, para acto seguido, inclinarse a besarle la mejilla. Sus orejas enrojecieron como dos claveles por la acción tierna del contrario. Era tan inusual, que lo tenía de alguna manera descolocado, pero entusiasmado a partes iguales. Ya quería ver a dónde terminarían.

—De acuerdo, de acuerdo, me quedó claro —dijo entre risas, alejándolo con suavidad—. Ahora continuemos con tu tratamiento.

Y así lo hicieron, entre muchas risas y besos robados, pero continuaron con la tarea pendiente que se había prolongado más de lo previsto. Para cuando acabaron, fueron observados con sospechas por un par de betas. ¿Y la reacción del alfa y el omega? Reír con secretismo. Como si hubieran hecho algo más allá de lo apropiado, cuando no era así.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

En lugar de terminar en su dormitorio, Hongjoong se encontró visitando el de su mejor amigo, quien lo recibió con los brazos abiertos y una mueca preocupada que no tardó en borrar con los dedos. Frotándolos suavemente en su entrecejo mientras se dirigían a la habitación de éste.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó el de cabellera violeta, desplomándose en su propia cama.

—Como la mierda —admitió el omega mayor, derrumbándose a su lado. Piernas y brazos extendidas. Pese a haber descansado con propiedad, se sentía agotado. Más emocionalmente que físicamente.

—¿Vienes del dormitorio de Mingi? —preguntó el más joven con delicadeza.

—Sí —admitió con simpleza, girando el rostro y encontrándose con los ojos de su amigo—. ¿Qué me delató?

—Bueno, aparte de las feromonas, yo diría que esa sudadera es demasiado grande para ti, incluso si tienes un par similares.

Hongjoong se rió, y asintió en confirmación, como Mingi no tenía maquillaje de su tono y apenas si usaba corrector para las ojeras, tuvieron que ponerse ingeniosos y la mejor manera de hacerlo, fue tomando una sudadera holgada y cubriéndose hasta la cabeza con ella. Lo que por consecuencia, tapó los hematomas de su cuello. Indirectamente, esto hizo que se sintiera resguardado, más por el aroma en la prenda que por ésta misma.

—Buen punto —murmuró con un amago de sonrisa.

—¿Te trató bien? —quiso saber el de hebras violetas, mirándolo con un brillo particular en los ojos.

—Por supuesto, ya te lo dije, no es tan malo como parece —defendió de manera vaga, pasando a respirar hondo—. Anoche me confesé. Sobre mis sentimientos y mi lazo emocional.

—¿Cómo lo tomó?

—¿No vas a preguntar desde cuando los tengo? —cuestionó con las cejas levemente alzadas—. ¿O por qué nunca te lo dije?

—No —contestó Wooyoung con una sonrisa amable—. Todos tenemos nuestros tiempos para reconocernos a nosotros mismos y saber quiénes somos. Estabas en tu derecho de no compartirlos. Además, siempre lo supe.

—¿Es así?

—Tenías la tendencia de poner esa cara boba cada vez que lo veías, no mucho después de su enfrentamiento por el ranking en su clase de música. ¿Fue un flechazo instantáneo?

—No, yo diría que llevó algo de trabajo —murmuró pensativo, torciendo sus labios un poco—. ¿Recuerdas que al principio no me prestaba demasiada atención y apenas notaba mi presencia?

—Sí, nunca entendí cómo pasaron de eso a llevarse como el infierno.

—Fue mi culpa, supongo. Comencé a esforzarme en las notas por las razones equivocadas, queriendo que me preste atención de alguna manera u otra, que los cruces simplemente se dieron. Era el mejor de la clase y yo quise quitarle eso compitiendo constantemente.

—Jamás lo dije, pero siempre pudieron compartir el triunfo y celebrarlo, ¿sabes? Ambos son inteligentes y buenos en la materia, pudieron ahorrarse todo esto.

—No estaríamos aquí ahora si no fuera por nuestra inmadurez.

—Ese es un modo de verlo —reconoció el bailarín, viéndolo con atención—. ¿Por eso en tu segundo semestre buscabas chicos con las características de Mingi, porque te gustaba?

—Era algo inconsciente, supongo.

—Estabas jodido desde mucho antes de notarlo, ¿eh?

Riéndose, Hongjoong asintió—. Nunca fui bueno para manejar mis emociones de la manera adecuada.

—Lo sé, siempre tomas riesgos innecesarios —comentó tras rodar los ojos, sin embargo, el afecto empañó su voz—. San me escribió, estuvieron allí. ¿Qué tal te fue?

—Sí, yo diría que pudo ser peor. Jongho lo sabe. No lo tomó muy bien, pero no me sorprende. Es un cachorro todavía y se nota más reservado que San.

—¿No te dijo nada ofensivo? —preguntó el omega, acomodándole el flequillo con cariño y suavidad.

—No realmente, se mostró desentendido, pero bastante curioso. Hizo muchas preguntas.

—¿Estuviste bien?

Sonriendo, él asintió—. No fue nada traumático, relájate. Simplemente tuve que sincerarme en un par de cosas. Mingi estuvo ahí para apoyarme.

—¿En serio?

—Es un buen chico —insistió con una sonrisa, aceptando la mano que sostenía la suya con delicadeza—. Sólo tienes que darle una oportunidad.

—Tal vez tengas razón y deba hacerlo —comentó por lo bajo, distraído—. Pero dime, ¿qué piensas hacer con Seonghwa?

Acurrucándose en el costado de su amigo, el omega rubio suspiró con pesadez, recordar la manera en la que había sido retenido por el castaño y encima, dos veces. Lo había descolocado. Ese no era el Seonghwa que conocía y le había asustado un momento. Entendía que su reacción fue producto de la frustración y de la incomprensión por su estado, pero eso no le otorgaba el derecho de retenerlo del modo tan violento en el que lo hizo. Si no hubiera sido por la intervención de San, no se habría podido escapar de su agarre.

Y la sola idea le generaba escalofríos.

—No lo sé —susurró con honestidad, sintiendo las notas de la lavanda emerger y los brazos de su amigo, rodearle la cintura—. Es claro que no lo entiende, así que, ¿qué sentido tiene hablar con él? Pero al mismo tiempo, siento que debo hacerlo. Incluso si no quiero verlo ahora mismo.

—Déjalo estar entonces, deja que su cabeza se enfríe y que reflexione sobre lo que hizo y luego actúa. Es la mejor alternativa que tienes hasta el momento.

—Fue horrible, ¿sabes? —comentó por lo bajo, en un tono estrangulado—. La impotencia que sentí cuando puso sus manos sobre mí y me retuvo contra mi voluntad. Me dieron ganas de golpearlo. Poner algo de sentido en su cabeza.

—Lo sé, Hong, yo me sentí igual de impotente al no poder hacer mucho.

—Estuviste para mí, eso es más que suficiente.

Riéndose, el omega más joven sacudió la cabeza y frotó la mejilla en su cabellera rubia—. Al final nunca me dijiste cómo lo tomó. Respecto a tus sentimientos.

—Fue dulce, me trató bien y se confesó también. Desarrolló un apego por mí, ¿puedes creerlo?

Apartándose unos centímetros, Wooyoung le mostró su cara de sorpresa—. ¿Estás de broma? —cuestiono—. ¿Un apego?

Hongjoong asintió, sonriendo en grande—. ¿No es increíble? —preguntó con un entusiasmo que podía palparse—. Y yo que me había hecho a la idea de que no era correspondido y se trataba sólo del sexo.

—Bueno, si lo piensas bien, siempre estaba encima tuyo. Molestándote como un niño que no sabe confesarse a la persona que le gusta.

—¿Tú crees?

—Es sólo percepción mía, Hong. Pero si me lo preguntas dos veces, diría que es así.

Riéndose de manera tonta, el omega mayor se resguardó en la seguridad de los brazos de su amigo. Apretándolo más cerca. La euforia tomando posesión de su cuerpo.

—Si tú lo dices, te creo —susurró con un esbozo de sonrisa. Riéndose, Wooyoung sacudió la cabeza en el otro con diversión.

—¿Qué quieres hacer ahora? —le preguntó—. Podemos ver algunas serie o comer algo.

—En realidad estaba pensando en dormir, ¿sabes? —comentó en suspiro—. La plática con los chicos y recordar lo vivido con Seonghwa, me tienen agotado. Además, necesito prepararme mentalmente para retomar los ensayos para la competición de mediados de otoño. Se dice que vendrán algunos reclutadores del equipo nacional, tengo que estar enfocado en eso y en no arruinarlo.

—Siempre lo haces excelente, no te presiones ahora.

—Se lo estás diciendo a quien no quedó en el rol principal de la obra de la universidad.

—Esto es mucho más grande y sé que lo harás excelente, confía en mí. Sabes que no miento.

Y Wooyoung nunca mentía, era uno de los seres más francos que había conocido por lo que le dio la razón y se aferró a sus palabras como salvavidas.

En esta ocasión, no tenía que hacerlo bien. Su rendimiento tenía que ser excelente y sobrepasar cualquier expectativa.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro