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🔪; два

Songdo-
Dong, Yeonsu-GuIncheon, Corea del Sur.

10 de diciembre, 2017.
00:22am.

Momo bajó la velocidad de su auto, estacionándolo en una una esquina de la avenida. Antes de siquiera pensar en bajar, se quedó observando de forma minuciosa todo lo que la rodeaba.

No habían edificios demasiado sobresalientes y las casas más cercanas se notaban desalojadas. Sus sentidos se dirigían esencialmente en el apartado callejón, donde había una mujer con ropa holgada y rota. Parecía estar fumándose un cigarrillo, aunque podría apostar que era una droga mucho más fuerte dado que no podía levantarse.

En cuanto salió del auto, pudo sentirse encerrada, completamente amenazada por lo desconocido. 

Soberbia, comenzó a caminar, oyendo sus tacones resonar con cada paso. Por instinto rozó la yema de sus dedos con las navajas que tenía escondidas en su vestido, volviendo a colocar sus manos dentro del abrigo, verificando que su pistola también estuviese ahí.

No sería la primera vez que presencia cosas infames por culpa de la noche, debía defenderse a costa de lo que sea.

Los multimillonarios tenían la manía de considerarse irresistibles ante cualquiera. Seducían con engorrosos y descarados galanteos, sin mencionar que una gran cantidad de ellos lo hacían con el único fin de arremeter contra sus vidas. Algo muy similar a lo que ella hacía, con la diferencia de que ellos mandaban a otros a hacer el trabajo sucio, y ella no mataba por placer.

"Mina-yah." Llamó. La mujer indigente alzó la vista, sonriendo suavemente mientras expulsaba el humo de sus pulmones. "¿Qué haces aquí?"

"No tengo a donde más ir." Dijo, lamiendo sus secos labios. "No tengo ninguna motivación luego de tener que matar a mi hermano... No me queda de otra que cuidarte la espalda." ¿Creía que podía en ese estado de debilidad? Momo negó con la cabeza. "Imagino que ya sabes que estás en la zona correcta. Aquí te solicitaron."

Mina era la única compañera que Momo respetaba. Demostró ser una persona sincera, generosa y hábil incluso cuando se trataba de defensa sin armas e ideas de escape rápidas.

No podía dejar tirada a Mina, no en esas condiciones, no si ella la había protegido desde siempre. Ella la había visto entrar sin una sola maestría o valentía, siendo un ser enteramente inútil.

Era hora de devolverle toda la ayuda que le brindó.

"¿Qué estás fumando?"

"Sólo es un cigarrillo..."

"¿Uno de los mil que seguramente has fumado?" Si Mina no estaba así por culpa de alguna droga, entonces era posible que no hubiese comido nada durante días. "Tira eso y levántate." Mina la ignoró, apagando el cigarrillo contra el suelo. "Es mi turno de ayudarte, vienes conmigo."

"No pienso ser una carga, Hirai. Yo-"

"Te llevaré con Chaeyoung. Es mi ayudante." Momo se hincó, atreviéndose a tomarla fuertemente del brazo para alzarla. "Le ordenaré que cuide de ti hasta que mi trabajo en esta ciudad termine por completo. Luego puedes volver a las calles si así lo deseas." Mina apretó la mandíbula, exhalando. Estaba a segundos de negar. "No quiero peros, Myoui. Tendrás las llaves de mi auto por si ocurre algún incidente, te esconderás allí."

"Sabes que no me esconderé en tu auto. Iré por ti si algo ocurre, dije que te cuidaría la espalda, sólo con esa condición aceptaré tu oferta."

Momo suspiró, asintiendo sin soltar una palabra más. Se aseguró de que Mina pudiese mantenerse de pie antes de aventurarse por el fondo del callejón, divisando una puerta corroída. En una primera impresión la notó frágil y carcomida, pero en cuanto la abrió supo que únicamente era apariencia disgustante para que nadie se le ocurriese entrar; por dentro estaba acendrado.

El mismo viejo señor que la había mandado a asesinar a Eunha, ahora estaba riéndose junto a dos hombres más. Todos ellos se detuvieron al escucharla.

"Señorita Hirai." Saludó él rápidamente, haciendo una reverencia. Momo lo miró con hostilidad reservada, moviendo la cabeza en un sutil asentimiento. No iba a hacerle una reverencia ni a él ni a nadie, no tenía porqué mostrarles decoro. Aunque a decir verdad, él se veía bastante iluso y su mirada inspiraba cierta confianza inocente, como si ni siquiera fuese capaz de entender lo que hacía allí... De todas formas, asumirlo sería una acción demasiado apresurada. "Ellos son..."

"No me importa ninguno de ustedes." Dijo, encaminándose hasta la mesa en donde se encontraban. "Desean mis servicios, sólo quiero saber quién me necesita y qué es lo que quiere. Esto no es una convivencia."

Era demasiado arriesgado hablar de esa forma con personas de élite, pero Momo tenía el poder suficiente como para imponer sobre el resto.

Ella era una mujer intocable.

"No le haré perder el tiempo, señorita." Un señor de contextura mucho más gruesa se levantó, ofreciéndole su computador. "Soy Shin Dong-hee, yo la solicité." Momo lo vio de pies a cabeza, odiándolo de inmediato. Para su suerte no parecía concebirse violento. Su pulso estaba perfecto para su edad, de no ser así, sería un signo de ira contenida a su vez que autocontrol, seguramente de querer golpearla por algo. Con pasos firmes se acercó hacia él.

"¿Qué es lo que quieres?"

"Te presento a Kim Dahyun."

Momo miró la pantalla de inmediato, alzando una de sus cejas al ver que parecía una adolescente cualquiera. Los psicópatas tenían rasgos similares, y a juzgar por su sonrisa común y los nulos delitos que estaban escrito a un lado, Kim Dahyun no entraba en esa categoría.

¿Qué había hecho entonces?

El silencio inundó la habitación y Momo chistó con la lengua, mirándolo seriamente. "¿Vas a contarme más o estás esperando a que te lo pida?" Shindong rió, negando con la cabeza.

"Lo siento, señorita Hirai. Creí que podría analizar por su cuenta dónde es el lugar en el que sacamos esa foto."

Momo suspiró. "Lo hice, es Myeong-dong."

El hombre alzó las cejas en una muestra de clara sorpresa. "Oh, vaya, eres muy buena." Momo ladeó una imperceptible sonrisa. Sí, lo sabía. Si su mente no estuviese almacenando información constante y fuese más despistada, ya estaría muerta. "Tiene veintitrés años, estudió en Seongnam Bank Elementary School, Bank Middle School y Dolma High School." Momo observó con detenimiento la ropa que llevaba Dahyun. Su apariencia desbordaba riqueza. "Es algo desconfiada, igual de cautelosa que un gato, por eso es que siempre parece pensar dos veces antes de actuar... No le gusta la cercanía de las personas, tiende a ser remisa cuando invaden su espacio personal. Aunque como dato extra: sólo es irrespetuosa con los chicos. Adora a las chicas."

¿Bisexual o lesbiana y multimillonaria? No era común encontrarse con ese tipo de personas. En una sociedad clasista, el poder viene acompañado de la falsedad; aquello significaba que no podían exhibirse como quisiesen porque podría traerles consecuencias bestiales.

"No quiero sorprenderte..." Alardeó, mirándolo con algo de diversión. "Pero percibo tu tono molesto. ¿Es resentimiento? Porque dejas demasiado obvio que esa chica hizo algo que está fuera de tus límites. Quizás... ¿Dañó a alguno de tus hijos?"

Shindong, completamente complacido, sonrió. "Acertó, señorita Hirai... Se metió con uno de mis hijos. Lo enrolló en su trampa hasta dejarlo en bancarrota; suerte que tiene un padre con dinero que puede ayudarlo" Rió falsamente, volviendo a su computador. "Es una maldita perra hija de puta."

"No tolero la misoginia en mi presencia." Dijo, volviendo su semblante más serio. Asesinaba gente, parecía hipócrita pedir que tuviese prudencia con alguien, pero era de verdad. No recordaba la última vez que la ira la comió viva hasta rebajarla en insultos. Era algo básico, poco interesante, no vivía del resentimiento ni odio. "¿Por dónde circula normalmente?"

"Insa-dong." Definitivamente Dahyun no era atrayante. "Aunque prefiere no salir. Lee encerrada en su cuarto."

"¿Y sus padres?"

"No los tiene." Momo pensó en su respuesta. "Aunque tiene un hermano, Kim Myung Soo. También algunos amigos: Wang Jackson, Im Nayeon, Yoo Jeongyeon, Chou Tzuyu."

"¿Qué le pasó a sus padres?"

"Una bala perdida los atravesó a ambos."

¿Ambos muertos por una sola bala?

"¿Qué tipo de arma fue?"

Shindong la miró con curiosidad. ¿Por qué preguntaba algo así? "No lo sé, señorita Hirai. Imagino que fue un arma de fuego corta, porque eso fue lo que escuché."

Momo trató de no fruncir el ceño para revelar su confusión. Un arma como esa debía de estar cerca de ambas personas para poder atravesar sus cráneos... Y suponiendo que murieron por atravesar sus cráneos, porque dudaba de que existiese otra forma de morir con una sola bala. 

Su rápido análisis indicaba que no había bala perdida, porque la bala era para ellos.

"¿Qué es lo que quieres que haga con ella exactamente?" Shindong convirtió su sonrisa en una línea tensa, cerrando el computador y parándose frente a ella. "Aún necesito más información, la que me diste es insuficiente."

"Tengo toda la información que necesite, se la enviaré en unas horas. Y respecto a mi pedido..." Sacó un cigarrillo de su bolsillo. "Quiero que la conquiste." Momo casi rió, pero no hizo más que pestañear. Era una sicaria, no cupido ni aplicación de citas. Si esa era su venganza, era una realmente estúpida. "Le daré seis meses para que se acueste con ella y la asfixie. Debe tomarle fotos a su cuerpo desnudo e inerte..." El hombre rió. "Anhelo que sufra y muera, literalmente, de amor."

"Puedo hacerlo sin tener que acostarme con ella, Shindong."

"Son mis condiciones y le pago por ello. La autopsia revelará si su ADN está dentro de ella. Si no lo está, considérese en la misma tumba que Dahyun, señorita Hirai."

¿Qué es lo que había dicho?

"¿Me estás amenazando?" Uno de los viejos hombres trató de tirar el brazo de Shindong para que se calmase, pero este lo retiró sin un mínimo de cuidado.

"Sí, es lo que hice." Sentenció, provocando que Momo sonriese sin una pizca de gracia. "Le daré la libertad en sólo una cosa: mátela como usted desee. Ponga una almohada en su cara hasta ahogarla, rómpale el cuello, desgarre su yugular con un cuchillo, lo que quiera... Pero debe demostrarme que cumplió todo lo que pedí con su ADN dentro de ella."

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