El maullido de un gato activó la vida en la cabaña. La maraña de cabellos fue desenredada y el chapoteo de la leche cayendo contra un bol de madera resonó por el bosque. Tras terminar con su desayuno, salió con su paraguas y una bolsa de tela colgada al hombro. Era una joven con una apariencia normal, poco relevante en la historia, ni que fuera la protagonista... Oh, bueno, sí lo es, pero ¿qué importa?

Los árboles eran gigantes, la mayoría cubiertos por la hiedra y el musgo, igual que la vivienda. ¿El cielo? Este estaba cubierto por oscuras nubes que avisaban de tormenta, y bien que avisaban. Al fin y al cabo, era domingo, todos los domingos eran absolutamente iguales.

Para suerte de la chica que antes habíamos dejado saliendo de casa, ella había abierto antes de salir su paraguas. Apenas unos pasos dados, un minino color anaranjado le cayó encima. Bendita maldición o jodida bendición, ah, no, era al revés. Al final de cada semana, durante 24 horas, esos animales con bigotes tan adorables llovían, literalmente. Sin embargo, esto no duraría para siempre, pues era 31 de octubre. Por fin era el día.

Sin mucho problema, cogió al que le había caído encima y lo metió en su bolsa. El siguiente no tardó en caer por su alrededor, y el siguiente, y el siguiente, y así constantemente. Cogió dos al tuntún y cargó a cada uno bajo sus brazos. Sujetando aún el paraguas y haciendo malabares con los maléficos bichos, abrió una especie de trampilla en el suelo y tiró a los animales.

En lo profundo se escuchaban varios maullidos, aunque era difícil saberlo con tantos mininos rodeándola. Antes de cerrar, tiró una esfera de metal y se tapó con fuerza los oídos. Grande fue la explosión que calló sus tristes sonidos, pero aún mayor fue su alivio. Por fin había llegado el día, mil gatos asesinados. Cerró la trampilla y encendió la última vela que le quedaba en su poder.

—¡Satanás, ven a mí! —chilló con fuerza, riendo con una locura antinatural y sintiendo cómo la tierra bajo sus pies temblaba—. ¡Libra al mundo de estos seres y conviértelo en tuyo!

Los mininos dejaron de caer, las nubes se fueron y una luna redonda apareció entre la niebla que iba surgiendo. Al volver a abrir la trampilla, brujas, fantasmas, espíritus y criaturas indescriptibles salieron dispuestos a acabar con todo ser vivo que se interpusiera en su camino. Tras volverse el campo gris y los animales inertes, un hombre de cabellos oscuros y piel morena salió del inframundo. Un suspiro de alivio salió de la protagonista, por fin había salvado a su padre, fallecido hace un año tras verse superado por su alergia a los gatos.

LLEGO TARDE PARA HALLOWEEN, PERO ME LA SUDAAAAAAAAAAA. ACÁ TIENEN EL RELATO MÁS RANDOM SOBRE HALLOWEEN QUE VERÁN EN SUS VIDAS (en verdad no) Y SIN REVISAR. 

BARABAIIIIIIIIIIIII :D)

psd: seni, pa que te quejes, te prometí algo pa antes del viernes y acá me tienes.