Es inaceptable que yo haya acabado en esta situación, escondida entre las mantas verdes de mi sala común tras el sillón más apartado de la chimenea, donde se encontraba mi hermanita pequeña haciendo deberes. Sí, yo, Daphne Greengrass, la Slytherin perfecta que no tenía esa manía por la sangre e iba bien en clase, estaba trasnochando únicamente para vigilar a mi hermana. Cuando escuché unos pasos firmes entrando por el tapiz, supe que quizás esta espera no había sido en vano. En efecto, yo tenía razón, el rubio platinado de Malfoy estaba entrando en la sala. Mi hermanita Astoria, encerrada en sus estudios, ignoró la presencia de Draco, cosa que a él no le gustaba nada. Con su porte altivo y egocéntrico, se puso a su lado para mirar qué estaba haciendo.

–No es hora de ponerse a estudiar Pociones, Greengrass –dijo con ese tono de supremacía tan propio de él y marcando las eses.

–Pues dime tú cuándo voy a estudiar, entonces, si mañana tengo una evaluación en la primera clase –respondió mi pequeña Torie, con el carácter desafiante y borde que le caracterizaba.

–Tranquila pequeña serpiente, yo solo decía que tu cara se llenará de ojeras mañana por la mañana. –Y se acomodó en el sofá.

–¿Y eso a ti qué te importa?

–Pues mucho, te verás fea y desaliñada, ¿qué dirían si de repente me da por hacer esto delante de todos? –Y le robó un casto beso en los labios.

Maldito hurón de mierda, ¡¿quién se creía que era para venir a besar a mi hermanita así como así?! Bien, vale, cálmate Daphne, o tus esfuerzos habrán sido en vano. Sabías que esta situación podría llegar a pasar, respira... Respira...

–Bueno, ahora, pongámonos a estudiar de una vez –dijo al separarse de mi hermana y cogiendo sus apuntes, indicándole datos importantes y ayudándola en sus estudios.

Maldito teñido... Quizá le hubiera dejado estar así con mi pequeña si no tuviera esa marca en el brazo, si no estuviera siempre jugando con mi amiga Pansy, si no fuera tan clasicista y egocéntrico, si no estuviera tan sumamente podrido por dentro. Era una manzana, una manzana verde que odiaba a las rojas y a las amarillas por su color, una manzana podrida hasta la médula por un simple gusano, y ahora quería podrir a mi hermanita. No iba a permitirlo, por supuesto que no. Aunque un presentimiento nublaba mi común razonamiento, era una intuición extraña, algo que me indicaba que los siguiera y los cuidara a ambos, esa razón por la que yo me encontraba allí pese a que ellos ya se habían ido hace rato. Puede que Malfoy no fuese una manzana podrida por dentro y por fuera, que no fuese obligatorio que se pudriera por ambas partes. Puede que mi hermanita fuese capaz de sacar al gusano sin partir el corazón de la manzana. Puede que él no sea un simple hurón egocéntrico y asqueroso niño mimado. Puede que ella pudiera hacer que esas barreras de frialdad cayeran y un dragón nuevo resurgiera de esa cáscara en la que se oculta. Espera, espera, espera... ¿A caso estoy valorando la posibilidad de que esos dos tengan un romance?