Un grupo pequeño de jóvenes iban charlando animadamente mientras iban avanzando por el camino. El sol estaba bien alto en ese día de marzo, se notaba que la primavera ya estaba cercana por el calor que hacía, ¿o quizás era el calentamiento global? Bueno, eso no importa, igualmente nadie sabe hasta qué punto puede hacer daño el hombre al mundo. La más baja, era una chica castaña, de ojos marrones, y pelo largo y lacio recogido en una trenza a un lado de su cabeza. El más alto, era un joven también castaño, de ojos verde-azulados, con gafas, y su pelo despeinado, a cuestas llevaba una mochila azul pequeña del Decathlon que parecía tener un peso considerable. La tercera muchacha, una pelinegra con el pelo suelto y lacio, de ojos marrón obscuro, casi negros, y levemente rasgados, con otra mochila más grande que la de su amigo y también de un peso notable. Extrañamente, un coche pasa por su lado, haciendo que se aparten mientras la pelinegra saluda sonriente y los castaños gritan locuras suyas. ¿Por qué extrañamente? Porque hace un tiempo que los chalets se quedaron atrás en su caminata, aunque siempre era probable que hubieran ido a algún lado, ¿qué iban a saber ellos? El coche ya lejano, la pelinegra miró a su alrededor y gritó:

–¡Tommy! ¿Dónde te has metido? –Con una correa en la mano, comenzó a llamar al tal Tommy–. ¡Tommy! ¡Ven aquí, chico!

Un pastor alemán grande, salió de las huertas corriendo hacia ellos.

–Mira, Tommy, ¡una uva! ¡Tommy, come la uva! –dijo el chico, siguiendo al perro que se alejada de nuevo, con una uva recién cogida de una parra–. ¡Tommy! ¡Ven aquí! ¡Debes comer la uva!

–Eicon está fatal de la olla –dijo la castaña refiriéndose a su amigo–. Aunque nosotras tampoco es que estemos mucho mejor –finalizó riendo a carcajadas.

–Pero sabes que él es la mala influencia, Adhara. –Le respondió su amiga–. Además, ¡nosotras somos las reinas!

– ¡We are the queens of the world!

Ambas comenzaron a reír a carcajadas, mientras que Eicon Seinekatz volvía cansado de correr tras el perro de su compañera.