Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

25/02/2010

Ivelisse esperó pacientemente sentada sobre una vieja caja dentro del garaje, la puerta estaba abierta y podía ver la calle a la perfección. En cuanto viera la silueta de Asher aproximarse lo confrontaría, ella lo había llamado decenas de veces y en cada oportunidad la única respuesta fue ser ignorada. También había ido a su casa, pero en las dos ocasiones nadie se hallaba presente o con simpleza no querían verla.

Rayos, sería solo un segundo lo que le tomaría explicarle la situación.

Se había pasado los últimos días repitiendo lo que le diría, trataría de dejar a su prima fuera de su conversación. Ella se arrepentía de haberle mentido, pero no era Erin y no iba a tomar responsabilidad por lo que su prima había hecho.

—Vamos, profesor. ¿Acaso faltaras al trabajo? —dijo ansiosa, mordiéndose las uñas y mirando impaciente su reloj de mano.

Era ella quién iba a llegar tarde. No debería sorprenderse, después de todo, él había dejado de pasar frente a la casa.

—¡Bien, ya entendí! ¡Es estúpido hacer esto! —bramó dispuesta a rendirse.

Se puso de pie con el abatimiento haciéndola pesada, siguió balbuceando maldiciones mientras se colgaba la mochila al hombro con movimientos bruscos y cogió su bicicleta para salir del garaje con la cabeza gacha. El chirrido espantoso de la puerta metálica se cerró a su espalda, el sonido la aturdió durante un momento y la brisa de la mañana se sintió más fría en comparación a otras.

—Piensa, Ivelisse. Se coherente y relájate. Déjalo ser. Tal vez es mejor así. —Subió los hombros e inhaló profundo—. No eres mala al haber mentido por Erin, tú sabes que no había opción... aunque pudiste haber dicho que no. No es como si Nessa te hubiera matado ¿Cierto?

Se detuvo. Levantó la mano hacia su cabeza para rozar una cicatriz bajo su cabello, la textura de la antigua herida le llenó de angustia al revivir el recuerdo de aquel día en que se la había hecho. Su madre aun creía que su hiperactividad infantil había sido la culpable, pero estaba muy equivocada. Sufrió un escalofrío involuntario, pero no duró mucho porque el destello de una bicicleta roja arremetió delante de sus ojos y su cerebro tardó demasiado en asimilar la realidad.

Para cuando quedó libre de su aturdimiento era demasiado tarde.

—¡Asher! —gritó viendo al hombre alejarse. Una oportunidad de oro perdida—¡Mierda!

Asher imprimió velocidad, pedaleó con fuerza y se concentró en la canción que salía de sus audífonos; I Want to Break Free hacía vibrar sus tímpanos al máximo para animarlo esa mañana que en retrospectiva le resultaba nefasta, fría y agobiante. Percibía el aire pegajoso y saturado, agradecía que a esa hora no hubiera casi tráfico porque estaba llegando tarde al trabajo por haberse quedado dormido.

Las calles emanaban una sensación de calma que le hacía sentir enfermo, era gracioso como el mundo perdía su imagen perfecta cuando uno estaba de mal humor.

Apretó los dientes, había visto a Ivelisse saliendo de su casa y eso no ayudó para mejorar el inicio de su agobiante lunes. Llevaba tres días cambiando de ruta para ir al trabajo, intentando eludir la posibilidad de encontrarse con la mujer. Sin embargo, dejaría de pensar en la familia de Erin por al menos 24 horas porque se encontraba demasiado agobiado como para seguir dándole vueltas al tema.

Giró a la derecha al terminar la manzana, las viviendas del vecindario enaltecían una común gama de tonos blancos y anaranjados muy claros, los patios delanteros secos con algún que otro arbusto dando mínima vida a la naturaleza verde. Sorpresivamente ni un alma se hallaba presente en las aceras, solo algunos perros callejeros que merodeaban en busca de algo de comer. Aprovechó ese lapso de paz para cerrar los ojos. Un instante y nada más. El viento le golpeó las mejillas y le revolvió el cabello, respiró tanto oxígeno como le dejaron los pulmones para sentirse inundado; sanando su mente compulsiva y abrasiva.

Entonces vino el golpe.

El accidente se dio en un flash de colores y quejidos metálicos, las bicicletas impactaron, el amarillo y el rojo se mezclaron en un borrón extraño; la cabellera femenina de color chocolate irradió brillo por la luz del sol en el punto perfecto. Asher salió volando de su bicicleta, no supo exactamente como acabo dando un par de piruetas miserables por el asfalto hasta que finalmente su mirada se clavó en el cielo y sus extremidades quedaron extendidas a cada lado de su cuerpo, estaban menos adoloridas de lo que hubiera imaginado.

—¡Ah, maldita sea! ¡Mierda! —gritaron. Conocía esa voz, pero fue incapaz de encontrar las energías para levantar la cabeza o siquiera voltearla—¡¿Tenías los ojos cerrados?! ¡¿Estás loco?! ¡Si hubiera sido un coche habrías muerto!

Un Click lo obligó a parpadear, se enderezó furioso y nuevamente se impresionó por no sentir dolor en ningún lado.

Ivelisse estaba a cuatro patas sobre ambas bicicletas. El contenido de la mochila que ella traía se había esparcido por la calle, desde tikets de compras viejas que cedían a ser arrastrados por la brisa hasta un tampón junto a sus pies; absolutamente todo había explotado.

La mujer se había interpuesto en su camino y como tenía los ojos cerrados no alcanzó a verla a tiempo.

—¡¿Me estás diciendo loco cuando eres tú la demente que se paró delante de la trayectoria de la bicicleta?! —exclamó molesto—¡¿Qué rayos te pasa?!

El rostro de O' Neal se puso rojo por la vergüenza y la rabia que le producía la situación.

—¡Llevo gritando tu nombre las últimas dos calles y ni siquiera miraste!

—¡Tenía puesto los auriculares, además... ¡¿Cómo voy a esperar que alguien me esté acosando a las 8: 00 de la mañana?!

—¡¿Tú nariz está bien?! —preguntó consternada.

—¡Sí! ¡¿Y tu muñeca?! —O' Neal levantó ambos pulgares—¡Excelente! ¡Ahora dime! ¡¿Por qué me acosas?!

Él se puso de pie con esfuerzo e Ivelisse se tambaleó para ponerse de rodillas.

—¡No te estoy acosando, pero me quedé sin opciones! —bramó ella—¡Tú me evitaste todos estos días y ya sé que estas enojado conmigo, pero es demasiado!

—¡No te estoy evitando! —mintió. No es que estuviera tratándola de imbécil, pero la explicación de por qué no quería verla eran muy humillantes y difícilmente las entendía el mismo—¿Quién te dijo eso?

—¡Nunca contestaste mis mensajes ni mis llamadas!

—¡Mi teléfono murió y tengo uno nuevo!

—¡¿Es en serio!? —cuestionó incrédula frente a su mala suerte.

—¡Sí!

—¡¿Rompí tu teléfono nuevo?!

Diablos, debía revisar eso y buscó el móvil en su bolsillo. Chequeó el dispositivo y milagrosamente seguía funcionando.

—Esta perfecto.

—¡Genial!

—¡¿Hiciste todo esto porque no te respondí un par de llamadas?!

—¡No solo fue eso! ¡También fui a tu casa, nadie me atendió y pensé...

Asher se masajeó la sien con los dedos tratando de serenarse.

—¿Sabes que tengo una vida por casualidad? Estuve bastante ocupado con mi hermana, hemos estado comprando lo necesario para el bebé y la he acompañado porque Clyde está haciendo horas extra en la oficina esta semana.

Ivelisse frunció el ceño analizando sus palabras, luego volvió a mirarlo con los labios apretados.

—¿Por qué dejaste de pasar frente a mi casa? No has cambiado tu ruta en los últimos años y de repente decides tomar otro camino. Ya sé que es muy arrogante de mi parte asumirlo, pero me sienta fatal considerar posible que modifiques tu vida porque no quieres ver mi cara...

Rayos, no tenía forma de explicar eso. Buscó en su mente excusas sobre minimizar su tiempo de viaje, no obstante, sonaba ridículo porque justamente la ruta que tomaba desde siempre era la mejor por mucho. Los acusadores y culpables iris café claro de la mujer lo pusieron nervioso, su mal genio flaqueó al notar que ella temblaba al reprimir las ganas de llorar por el golpe que se habían dado.

Decir la verdad le haría sentir patético, pero por algún motivo sus deseos de eludirla se habían esfumado.

—Tienes razón, cambié de ruta porque no quería verte. —Ella subió los hombros y agachó la cabeza, la vio asentir al confirmar su suposición. Sin embargo, él aún no acababa de hablar—. Estoy confundido y por eso te estuve evitando.

O' Neal alzó la mirada, su nariz roja le atrajo un segundo y suspiró. Demonios, iba a llegar tarde a la escuela. Malo para él. Bueno para sus alumnos. Aunque después de todo, lo que se iniciaba debía terminarse y había decidido confesar la verdad.

—¿Estas confundido? —preguntó la mujer.

Asher le tendió la mano para ayudarla a levantarse y el fuerte apretón le hizo saber que la muñeca de Ivelisse estaba bien. Le alegró ese dato.

—Escúchame, por favor. No quiero que esto se malinterprete de alguna manera, pero estoy más enojado contigo que con Erin y eso me está alterando. No entiendo por qué me irrita tanto si no sé nada de ti, pero sí sé que me enloqueció que Skye saliera herida en todo esto. Ella ha estado pasándola mal, la conozco muy bien y sé que le agradaste muchísimo, así que me dolió que la engañaras mostrando falso interés en ser su amiga.

Eso la consterno, él quedó en shock por la semejante expresión de ofensa que reflejo delante de sus palabras.

—¡Yo no fui falsa, eso es algo que no te permitiré que digas! —acusó empezando a levantar todos sus objetos personales esparcidos en la calle. Asher la ayudó sin sacarle un ojo de encima al verla murmurar entre dientes—. A mí también me agradó Skye, creo que la has subestimado excesivamente y nunca tuve intención de hacerla sentir mal... la pasé increíble con ustedes ese día. Todo lo que dije fue sincero.

—¿Y qué dices de mentirme por Erin? No nos conocemos y tampoco da una buena impresión de ti.

—Yo te mentí. No quise, pero lo hice al fin y al cabo. Lo lamento muchísimo. Verdaderamente me arrepentimiento de haberlo hecho. —Ivelisse se tapó la cara con las manos, su respiración se tornó errática y suspiró—. No mentí al decir que me encantaría tomar un café con Skye alguna vez... te juro que no mentí en eso. Tomé una mala decisión, no sucederá otra vez y siendo sincera contigo... me gustaría hablar con tu hermana para disculparme también. Es una buena persona.

—Es una gran persona y por eso no me gusta que se aprovechen de su ingenuidad.

—Te lo dije antes, la subestimas demasiado.

—Espero que esto no tenga que ver solamente con usarla para tu trabajo —recordó refiriéndose a la sesión de fotos para la portada del libro.

—Claro que no tiene nada que ver.

Se sostuvieron la mirada, Asher le tendió los objetos que había recogido y la mujer los guardó nuevamente en su mochila. Los dos se distrajeron observando sus bicicletas amontonadas una sobre la otra, resultaba irónico que hubieran salido ilesos esta vez y que en el accidente anterior ambos terminaran torpemente con una fractura.

—Tenemos que dejar de encontrarnos así —comentó él cambiando de tema.

—Sería preferible. Nos ahorraría otro viajecito al hospital, pero debería pensarlo porque hay un enfermero muy lindo en el turno de la mañana.

Sonrió. Mal momento para una broma, no obstante le hizo olvidar durante unos minutos su mala semana.

—Eres una persona intensa si me seguiste dos manzanas desde tu casa.

—Mi madre dice que podemos esperar o podemos actuar, las O' Neal tenemos poca paciencia y fuego en la sangre. No iba a dejar pasar la oportunidad.

—Estoy llegando tarde al trabajo —refuto él.

—Yo también, pero tenía que disculparme.

—Podrías haber aguardado a mañana.

—Sí, podría.

—¿Haces esto para sentirte bien contigo misma o realmente lo sientes?

—Ambas. Podríamos decir que tengo un Complejo de Caperucita, no puedo estar quieta y no sirvo para estar parada sin hacer nada sabiendo que puedo hacer algo por los demás. Ustedes fueron agradables conmigo y yo contribuí para engañarte... la culpa es insoportable. —Hundió los hombros—. No soy una santa. También lo hago por mí misma, porque es mi forma de sentirme mejor y no una basura en el mundo.

—¿Complejo de Caperucita?

—No te burles, sí existe.

—No me burlo, tranquila.

—Eso no importa, yo lo siento. Lo lamento, Asher.

Nuevamente silencio.

Asher pasó su peso de un pie a otro inquieto, no tenía idea de qué decirle porque básicamente aún estaba indeciso, Ivelisse lo confundía por su peculiar e inventiva actitud. Aún era una extraña, tres encuentros narraban su relación y si lo pensaba le había dicho cosas que ni siquiera su propia hermana sabía. Ahora la tenía delante de él, agitada luego de perseguirlo y atropellarlo —cosa que sonaba perturbadora fuera de contexto—, y a pesar de ello, se sentía tanto estúpido como desconcertado frente a una sensación nunca antes vivida. Euforia. La euforia le inflaba el pecho al considerar que ella había venido por él, egoístamente alimento medianamente su ego haciéndolo sentir importante. Demonios, como un incoherente la había perdonado desde el momento en que empezó a hablar.

De repente, la mujer levantó la mano en su dirección y la dejó suspendida en el aire.

—¿Ya podemos hacer las paces? —cuestionó con las mejillas sonrosadas por el ejercicio de hacía rato.

Él suspiró cansado de buscar la aguja en el pajar, abierto a la opción de la ridícula estipulación infantil y poética de que conocías personas que te hacían sentir como cuando acabas la universidad. Espantado y emocionado a la vez. Asher apretó los labios, todo se resumió a un mal presentimiento en la boca del estómago; el mismo que sintió la noche en que la señora O' Neal le pidió que le llevara un paraguas a su hija.

No creía en señales, pero la coincidencia le estranguló frente a lo desconocido.

Asintió y estrechó la mano de Ivelisse con la contundente sensación de que algo en el mundo había cambiado al concretar aquel contacto entre ellos. No supo qué, no obstante algo era diferente.

—Hagamos las paces —murmuró sonriendo.

—¿Seguirás tomando esa ruta nueva?

—No, creo que tendrás que volver a ver mi nariz, que tú arruinaste, mañana a mañana.

—¡Oh, tú y tu nariz! ¡Déjalo en el pasado! —se quejó ella notablemente feliz.

—Mi nariz. Mi cuerpo. Mis reglas. Hablaré de ella cuanto quiera.

Fue allí donde se soltaron las manos, Asher percibió el frío treparle por los dedos. Cada uno levantó su bicicleta y se montaron en ellas listos para marchar.

—Entonces ¿Ya está todo bien entre nosotros? —inquirió Ivelisse nerviosa.

—Ya está todo bien.

—¿Tu hermana está en casa mañana?

—¿Vas a ir a mi casa?

—No eres el único que merece una disculpa, arruiné su noche también y aún tengo sus zapatos —dijo con objetividad.

Él sonrió otra vez.

—Sí, mañana estará en casa todo el día —contestó conforme.

—Bueno, le llevaré una sorpresa como regalo de paz y no lo sé, tal vez nos hagamos amigas. ¿Soy muy vieja para decir eso? Creo que suena demasiado adolescente.

—Yo creo que está bien.

Ella rió y se dio la vuela, antes de avanzar en dirección contraria a la suya gritó:

—¡No vuelas a conducir con los ojos cerrados!

Si dijo algo más no lo entendió, solo se giró y se fue.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro