Capítulo 9: ¿Será un adiós?
Cuando enfrentas a un león, tienes que ponerle de frente a otro que esté a su misma altura, o de lo contrario... tendrás que aceptar las consecuencias que se den como resultado de esa mala decisión. Sin embargo, y para fortuna de Chuuya, él estaba con el sujeto correcto en el momento correcto, solo que su contrincante, el cual fue provocado por ese ratón, decidió de repente embestir a Fyodor, no obstante, la rata tomó a Chuuya por la muñeca, obligándolo así a dar un salto con él hacia atrás, en donde un portal inexplicable se abrió sorprendiendo de buena gana al mafioso contra el cual pretendieron luchar.
—¡Nos vemos luego! —saludó Fyodor a los implicados, y justo después de desaparecer, la cabeza de Nikola se asomó para sacarles la lengua e instintivamente, se volvió a meter dentro, dejando una sombra de ira en el rostro de Mori al verlos desaparecer; Fyodor había logrado desechar el peligro en un santiamén solo porque había hecho un plan previo a todo esto; así como dijo, no iba a arriesgas su pellejo siendo quien era ahora. A todo esto, Mori, tocado por toda esta impertinencia, no se quedó de brazos cruzados.
—Vayan por ellos; no deben estar muy lejos —ordenó después de normalizar la apariencia de Alice.
—¡Sí señor! —y de inmediato partieron, mientras tanto: Fyodor, Chuuya y Nikola, aparecieron del otro lado de la pared, o sea que ese payaso de circo, no estuvo para nada ajeno; permaneció todo el tiempo lo suficientemente cerca como para activar sus habilidades dimensionales.
—¿Qué te pareció mi actuación, amorcito? —preguntó el peliblanco quitándose el sombrero con esa típica sonrisa burlona.
—Me resultó excepcional —comentó Fyodor yendo a rascarle debajo de la barbilla, y obteniendo una reacción muy original de parte de Chuuya:
La inevitable pregunta surgió desde lo más profundo de su ser en cuanto los vio juguetear de ese modo, y como era de esperarse, esa bebedora empedernida que le causaba escalofríos a este pelinaranja, no tardó en despejarle la sien a éste.
—Él es mi novio —señaló al susodicho.
—¡Es un placer! ¡Mi nombre es Hugo! —le extendió la mano lleno de florecitas a su alrededor.
—¡Ah! ¡El cuñado de ese loco también está aquí! ¡No puedo creerlo! —Chuuya se llevó las manos a la cabeza en lugar de responder el saludo, y aunque se sintió asqueado también estaba profundamente intrigado, así que preguntó—. ¿Y tú cómo terminaste aquí? —a lo que, sin importarle su falta de cordialidad, Nikola se llevó las manos a la cintura y amablemente le explicó.
—Cuando llegué a la casa de Candela, me encontré con mis suegros tratando de reanimarla, así que ofrecí llevarlos al hospital y entonces... —levantó un dedo en suspenso, pero Lucas le cortó el relato.
—No me digas que terminaron chocando...
—¡Así es! ¡Eres increíble! ¿Cómo lo supiste? —le soltó impresionado.
—No... lo increíble aquí, es el cómo todos los familiares y amigos de Kevin, terminaron en el mismo lugar —después de afirmar esto, Fyodor y Nikola se miraron mutuamente para entonces mover los hombros en señal de confusión—. Como sea... —Chuuya se acomodó el sombrero y alegó—. ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Nos reuniremos con Francesca y Kevin? —apenas terminó de decir esto, Nikola se llevó una mano a la oreja, y de ahí, pasó a otro tema.
—Me temo que no podemos hacerlo por las buenas —dio a entender.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —indagó.
—Al parecer fueron capturados, así que deberemos ir a rescatarlos —anunció el payaso elevando un dedo.
—Corrección, deberás, porque yo no sé usar bien mis poderes y podría matar a alguien más sin querer —comentó Fyodor.
—¡Entonces en verdad mataste a alguien! —se llevó una mano al pecho Chuuya horrorizado.
—¡Sí, fue muy sanguinario! ¡Cuando una de mis palomas se apoyó en su hombro, ésta explotó! —expresó dicho acontecimiento con señas acordes a lo dicho.
—... ¿cómo puedes considerar como un individuo a un animal? —lo miró serio el pelinaranja en lo que se cruzaba de brazos, pero justo en medio de la charla sin significado, levantó la mano Fyodor y avisó.
—¿Podemos dejar las charlas moralistas para otro momento?, les recuerdo que mi hermano y su novia están en peligro —ahora, enderezándose y con su inevitable sonrisa retorcida, prosiguió—. Es hora de usar todos los recursos que tenemos a la mano.
La vida humana podía ser tratada de muchas formas y tonos, pero... lo cierto es que solo vivimos una vez, por lo tanto, tenemos la obligación de disfrutar de cada amanecer, cosa que quizás en un momento menos bizarro, esto se aplicaría para Osamu y Oda, quienes fueron capturados en su hora mágica, y como era vital en toda trama, resultaba necesario que no se cortara la pasión entre ambos protagonistas para terminar de hacer degustar a los espectadores. Ahora, pasando a un tema más serio, Osamu estaba de pie con muletas porque le dolía demasiado las caderas como para mostrarse más digno, mientras que Sakunosuke se encontraba a su izquierda, siendo testigos de cómo el líder de la Port Mafia, había decidido reencontrarse con ellos en lugar de ir por su cuenta detrás de los otros tres que se le habían escapado.
—Saben que sus días están contados desde que llegaron aquí, ¿cierto? —comentó serio Mori.
—Y usted sabe que nuestras vidas no son lo único aquí en juego, ¿no? —se atrevió a soltar Osamu. Este simple comentario, acentúo la expresión lúgubre en el líder de la Port Mafia.
—¿Qué quieres decir con eso? —comentó a secas y con poca paciencia.
—¡Oh! ¡Nada más que...! —expresó largamente con un tono cómico en lo que inclinaba su cabeza a un lado y entonces, con la debida seriedad que Dazai tenía en ocasiones respondió con una divertida sonrisa—. Seguramente el nuevo miembro al que le han dado la bienvenida... sea el que termine por hacer caer a su organización.
—... —dicha afirmación, no logró liberar ni una silaba de la boca de Mori, quien se quedó observando a la pareja ahora inmutable, mientras tanto, Fran estaba... algo aturdida por el comportamiento de Kevin. ¿Desde cuando ese muchacho cargaba con tanta astucia? ¿O es que siempre estuvo tan acostumbrada a mirarlo con esos aires tan enrarecidos que no se dio cuenta hasta de sus altas capacidades mentales? Por otro lado, Dazai continúo al no tener una respuesta por parte de ese hombre.
—Así que... ¿por qué no nos dice dónde encontrarlo y nos libera para que nosotros mismos nos hagamos cargo de él?, de este modo ambos bandos nos sacamos un peso de encima, ¿no cree? —explicó como quien estuviera hablando del clima, pero en lugar de responder inmediatamente para darle de baja a su propuesta, éste cerró los ojos un momento hasta que al fin habló.
—Lo cierto es que no es como si no supiera que él es un arma de doble filo —al dar con esta información, Dazai y Oda lo miraron estupefactos—. Por eso más que nunca deseo conservarlo —dio a entender sin reparos.
—Lo que significa... —una incómoda gota bajó por la mejilla de Dazai; este nuevo aire que se le pintaba en el rostro, describía cómo le habían regresado el golpe.
—Qué no voy a ceder —sentenció abriendo los ojos con calma—. Sé perfectamente que no son de nuestro mundo, y que quizás, sus habilidades implican más que remplazar a nuestros miembros o a cualquier persona que él elija, pero estoy dispuesto a correr el riesgo por mis propias ambiciones.
—No tiene sentido... ¿cómo es que...? —susurró Fran.
—¡El señor Mori parece bien informado! —se mostró notablemente alegre Kevin mientras reía.
—No hay que ser un genio cualificado cuando se trata de prestar a tención a los pequeños detalles como, por ejemplo: el cambio de nombres, la ausencia de control en sus poderes, el inexplicable comportamiento que diverge con el de los originales... —relató ese hombre mayor—. Pero eso no explica el cómo supieron adaptarse, lo que me lleva a la conclusión, de que saben sobre nuestro mundo de alguna u otra manera.
—Tendría que haber supuesto que había micrófonos dentro de esa habitación... jeje —se rascó la mejilla riendo a medias tintas el de las vendas.
—No creo que sea momento de arrepentimientos; esto es grave —lo reprochó Oda por lo bajo.
—Admito que al comienzo tenía pensado asesinarlos si se mostraban ineficientes, pero han sabido atajar los obstáculos, por lo tanto... —Sakunosuke sintió la propuesta que se les aproximaba, por eso mismo detuvo a Mori.
—No —arremetió.
—¿Cómo?
—Dije que no.
—¿Cómo puedes negarte cuando ni siquiera he terminado mi idea? —y antes de que Odasaku le respondiera, dio con el porqué él mismo—. Entiendo... ¿será por tu habilidad premonitoria?, o será porque compartes los mismos principios de Odasaku, señorita... Fran, ¿no? —el pelinegro se enderezó y entonces, apoyando ambas manos entrelazadas en el escritorio dijo—. Es una lástima... ya que su impecable idealización del honor, la llevará por el complejo camino de la ruina, tanto a usted, como a su antecesor —después de decir esto, Dazai al ver que todos levantaban sus armas contra la persona que amaba, se metió en el medio; la confrontación sería inevitable y quizás... la muerte para ambos también, por lo que, sin mayores esperanzas de salir ilesos, cerraron los ojos apenas escucharon el ruido de las armas predispuesta a estallar contra ellos, pero aun así, y en contra de toda predicción, no sintieron dolor alguno a pesar de que oyeron claros los disparos.
—¿Ah? —soltó Dazai en confusión, y en cuanto se atrevieron a espiar, las balas estaban suspendidas y rodeadas por una aura rojiza que enseguida reconocieron, además, todos miraban a la ventana boquiabiertos, por lo que también lo hicieron.
—No me esperaban, ¿no? —preguntó Chuuya sonriente, quien asomaba la mitad de su cuerpo por un portal mientras estiraba su mano por éste; él había logrado detener las balas—. ¡Hora de regresarles el regalo! —anunció, y haciendo uso de lo que había aprendido en base a su instinto de supervivencia, regresó los proyectiles con sus respetivos dueños, logrando que las armas les explotaran en las manos a los dichosos y en algunos casos, hiriéndolos, cosa que no pasó con Mori, quien usó a Alice para defenderse del resto. Por otra parte, Osamu no se quedó de brazos cruzados, y aprovechando el caos, arrojó las muletas contra las ventanas, dejando así despejado el camino hacia el exterior, de ahí tomó la mano de Oda.
—¡Andando! —desde aquí, y dando un increíble salto de fe, Dazai atravesó el marco con Oda, en donde el primero, fue atrapado en el aire por la mano de Chuuya, para entonces, ser arrastrados dentro del portal, y así llevarlos del otro lado.
—¡Señor! ¡Se están escapando! —Anunció uno de los subordinados de Mori.
—Déjenlos ir —ordenó el pelinegro mirando ahora por la ventana desde su escritorio.
—¿Disculpe? —expresó desconcertado.
—Si son capaces de luchar así... les daré una oportunidad para que se ganen su libertad —dio por hecho mientras sonreía—. Pero no será nada fácil —así que levantando una mano ordenó—. Avisen a los miembros que no fueron afectados por el poder de nuestro nuevo invitado, y que se encarguen de darles el desafío que buscan.
—¡Sí señor!
Después del discordioso encuentro, nuestros protagonistas de nuevo estaban reunidos, aunque no tuvieron descanso para saludarse, por lo que de inmediato la charla escaló hacia otros intereses, los cuales eran tratar de averiguar dónde estaba el sujeto que los trajo ahí desde un comienzo.
—¡Bien hecho Chuuya! ¡Te dije que podías hacer esto! —comunicó Kevin siendo cargado por Oda en medio de la huida.
—¡Deja de burlarte de mí, Kevin! —lo regañó corriendo a su lado—. ¿Y tú por qué lo cargas?
—Pues...
—¡Eso no tiene importancia! —se entrometió en la charla Dazai sonriendo de una forma retorcida.
—Pero lo que sí tiene importancia es a donde nos dirigimos —comentó el pelinegro todo relajado a pesar de que estuvieran corriendo.
—Cierto, cierto —asintió varias veces Osamu—. De hecho, ese tipo no nos dijo dónde estaba, pero nos dio a entender que es consciente del peligro por el que pasaba, lo que nos lleva a la conclusión de que...
—... el único lugar al que puedes ir en el caso de que tengas dos grupos en tu contra es... —mencionó Fyodor.
—La Agencia Armada de Detectives —concluyeron: Oda, Osamu, y Fyodor.
—Increíble... entonces esto será más difícil de lo que esperabamos —comentó Oda.
—Yo lamentablemente no sé usar mis poderes, tampoco hay pistas en el manga porque no se ha dicho nada; Fyodor por sí mismo es un misterio, pero al menos puedo usar mi ingenio, así que seremos inbencibles si nos lo proponemos.
—Oye, oye, yo soy el protagonista, así que no te andes dando aires de grandeza aquí, Candela —comentó Kevin.
—Básicamente somos varios aquí que pensamos muy bien las cosas a excepción de Chuuya —dio a entender Fran.
—¡Oye! ¡Aunque me cueste admitirlo, Chuuya no es tan tonto porque al final salió del libro de Poe o se olvidan de eso! —reclamó Lucas.
—Bueno, tienes razón, de otra forma nunca hubiera sobrevivido... —recalculó Fran.
—Como sea, nos queda de otra que seguir. ¡Centrados equipo! —señaló Dazai.
—¡Sí! —afirmaron.
En una buena historia abundan las explosiones y las risas, cosa que aquí sobresalían, aunque para que ésta sea realmente excelente, debía estar compuesta de ciertos elementos; elementos llamados momentos que, al recordarlos, te parten el corazón y que a su vez te impulsan a arder más en la vida para dejar una marca dentro de ella, lo que nos lleva a hablar de Akutagawa y Atsushi. Ambos, ajenos a todo, se encontraban acomodados en la cama del motel que el pelinegro había alquilado, siendo solamente abrazados por ropas ligeras que anteriormente, y sin dar mayores explicaciones, habían sido desacomodas como a su vez retiradas para darle paso a los deseos mundanos de Sheila que, en consecuencia, fueron consumidos. Después de semejante actividad, ella se encontraba mirando el techo del cuarto, rodeando con un brazo al dormilón de Atsushi, y al mismo tiempo pensaba en todo lo que esto implicaba, después de todo, estaba tratando con un chico de buen corazón, al cual, si ella desaparecía, terminaría por romperle el corazón, por lo que... presintiendo que sus amigos harían algo para volver a su mundo pero no sin ella, dio por hecho que... era mejor disculparse.
—Hombre tigre, hay algo que tengo que decirte... —el anuncio repentino, despertó al albino, quien se restregó un ojo, y después de liberar un bostezo, respondió de mala gana al sospechar de sus intenciones.
—Si quieres hacerlo de nuevo, me temo que tendré que decir que no; ya fueron 4 veces y he llegado a mi limite —este comentario, hizo que Ryu empezara a toser de nuevo porque se ahogó con su propia saliva, no obstante, esto no le impidió responder aunque sea a los tropezones.
—¡No! ¡No se trata de eso! —aclaró sentándose en la cama, dejando sorprendido al chico, quien lo miró un poco más atento.
—¿Entonces...? —preguntó con inocencia. Previa a esta situación, Sheila entró en detalles sobre sus propias circunstancias y, posterior a eso, ella le dejó claras sus intenciones con él, y aunque Atsushi se opuso, al final fue engatusado por los encantos de Sheila de alguna manera, lo que terminó con un gatito muy sumiso.
—Bien... —si bien, quería disculparse, esa palabra se le había quedado atorada en la garganta, de modo que, y gracias a que poseía un gran orgullo, en lugar de dirigirse a él con arrepentimientos, remplazó su idea por una de mayor significado—. Escucha, tal vez tenga que irme en cualquier momento, y si llego a regresar a mi mundo, quiero que uses la información que te he cedido para buscarme, solo en el caso de que las cosas resulten como yo pienso.
—¿Cómo? Entonces... ¿te irás? —Atsushi empezó a hacer pucheros, por lo que Akutagawa suspiró y lo tomó de las manos.
—Claro que no, solo... se volvería un hasta luego —le dio a entender, pero su contrario se quedó en silencio y bajó la cabeza angustiado, de modo que, para sorpresa de Nakajima, fue soltando de las manos por Ryu lentamente, para después ver cómo éste se levantaba de la cama, lo que puso en alerta al peliblanco, de modo que le cuestionó su proceder.
—¿A dónde vas? —preguntó él—. ¿No te quedarás más tiempo conmigo?
—Creo que he estado actuando un poco irresponsable de mi parte —admitió mientras se cambiaba—. Pero no puedo seguir negando que mis amigos pueden estar en peligro, y necesito ayudarlos, por lo que debo irme —comentó acomodándose el saco al final. Sin embargo, a pesar de que ese chico entendía su razonamiento, no podía evitar sentir que no debía dejarla sola, entonces se le ocurrió soltar la siguiente frase.
—¿Puedo acompañarte? —consultó gateando hasta el borde de la cama.
—¿En verdad quieres venir? —le preguntó sorprendido girándose hacia él, a lo que, algo avergonzado, Atsushi se llevó una mano al torso y entonces respondió con pudor.
—Sí, bueno... ahora que somos pareja, así que... —el comportamiento tan lindo que estaba teniendo él ahora, cautivó a Sheila, así que cedió con bastante facilidad.
—Bien, pero primero iremos a visitar a alguien para que te den una mano —advirtió. Si en dado caso las cosas resultaban como pensaba, entonces debería tomar sus preocupaciones y asegurarse que al menos Atsushi terminara en buenas manos cuando saliera de esta dimensión.
—¿Eh? ¿A quién? —ese tigre tan joven salió de su vergüenza y le prestó su completa atención.
—Iremos a ver a la Agencia Armada de Detectives.
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