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Capítulo 8: No importa la forma ni el tamaño

¿Hay cosas en la vida más vigorizantes que el simple hecho de disfrutar de una helada bebida ante los primeros azotes del verano?, para ser exactos, sí que lo había, y en este momento, en un espacio medianamente expuesto, y para colmo, en construcción, unos lamentos que no llegaban del todo a serlo, destacaban en el silencioso paisaje que pronto llegó a ser nocturno en cuestión de minutos. Sin embargo, unas farolas cercanas, permitió que la víctima de ese profundo y desalmado beso, lograra volver en sí después de perderse tras los primeros dos minutos, por lo que obligó a su contrario a tomar distancia cuando le apoyó una mano en el pecho para hacerse hacia atrás.

—¡Qué... qué estás haciendo en un momento como este! —temblando desde la cabeza hasta la última fibra de su ser, Dazai observó las expresiones de Oda, el cual solo entre cerró los ojos con cierta molestia, dándole así una mala impresión a la víctima de sus descabellados actos, a lo que de inmediato, ésta tragó saliva extremadamente alarmado, y a pesar de que aún sentía la mezcla de ese toque escandaloso, que obviamente, lo atravesó con vergüenza, ahora... sin ser consciente, la mezcla de sus fluidos se deslizaba desde su garganta hasta llegar a su estómago, resultando en una unión imperceptible. Desde aquí, se percató de su propia oposición hacia la persona que tenía en frente, y claro... ¡no quería seguir percibiendo la ira de esa mujer!—. No quise decir que no me guste... ¡es decir! —cerró los ojos empezando a sudar frío—. ¡Sí! —levantó un dedo con su típica sonrisa e intentó hacer más amena la abrupta interrupción—. Me... me gustas... pero...

—¿Pero? —Oda levantó las cejas con una expresión completamente neutral; al comienzo, no estaba para nada contento; de hecho, no lo estaba desde que se enteró de la verdadera identidad de Dazai, así que creyó que un poco de drama, le animaría, e incluso, esto le serviría como castigo a su contra parte, para que este muchacho que tanto le había causado numerosos problemas a todos aprendiera su lección y... estaba funcionando, de hecho, lo estaba haciendo tan bien, que ni siquiera escuchaba a Kevin explicarse de la forma más ridícula posible mientras hacía cada expresión tonta que venía del mismísimo cuerpo de Osamu.

—Oye... ¿me estás escuchando? —esa mirada inexpresiva en Oda, y la poca iluminación que había, le caló tanto al de las vendas, que empezó a mostrar signos de que estaba a punto de llorar. Por el contrario, a Fran le produjo una sonrisa—. ¡De qué te ríes ahora! —le reclamó intentando contener un puchero, a lo que ella se acercó a los labios de él, y entonces, en compañía de unas caricias contra una de sus mejillas, a la par le siguió un susurro suave, que sirvió para contener los ánimos desbordantes de su compañero.

—Ya no me siento enojada —dio a entender, dejando confundido a Kevin.

—¿Qué? ¿Por qué? —comentó notablemente tenso sin mover ni un músculo, y aún con la voz algo quebrada.

—Kevin, ya está bien —se alejó un poco de él para mirarlo a los ojos y éste le prestó particular atención, pues quería respuestas por su parte, y como Fran no escuchó nada venir de él, siguió con su monologo—. Hiciste lo que creías correcto, y yo lo entiendo —cerró los ojos un momento y continúo—. También entiendo que has estado pasándola mal por mí culpa, así que tomaré la responsabilidad —dio a entender al llevarse una mano al pecho.

—... ¿Eh? —con numerosos signos de interrogación dándole vueltas sobre la cabeza al de las vendas, se quedó procesando un segundo lo que éste le decía con un dedo ahora cerca del labio inferior. ¿había escuchado bien? Si lo hizo, entonces... esto significaba que...—. Es... Espera... —tragó saliva, y apoyando sus manos sobre las mangas de su contrario, apretó un poco los músculos que sobresalían de allí en señal de inquietud—. Tú... ¿estás diciendo que vas a ser... mi novia? —a lo que Oda se rio mirando a otro lado. ¡¿POR QUÉ DIABLOS ESTABA RIENDOSE?! ¡LO EXASPERABA! De pronto, él se detuvo en su risa ante su silencio, y se explicó.

—Tú serás la novia aquí —advirtió, e inmediatamente Dazai se hizo de hielo.

—ª... —espetó y empezó al segundo su drama—. ¡NO! ¡QUIERO DECIR! ¡AH! ¡NO ESTOY PREPARADO PARA ESO! ¡MENOS CON... MENOS CON ESO TAN GRANDE QUE TIENES! ¡UGH! —de inmediato se llevó las manos a la cabeza— ¿NO PODEMOS ESPERAR HASTA QUE REGRESEMOS? —pidió desesperado—. Sería más... apropiado —dijo contenido; Dazai tenía sentimientos encontrados: por un lado, amaba a Fran con locura y estaba dispuesto a dar su vida por ella, e incluso se hundió por completo en el papel que le había tocado, pero... la persona en su frente, era un hombre, y bueno, estaba buenote, y ojo, él no era fundashi, pero admiraba a Oda, por lo que negar que poseía un atractivo, estaba fuera de sus principios; reconocía la belleza en ambos géneros no por eso lo hacía... gay... ¡PERO TAL VEZ CON ESTO SÍ LO ESTABA POR SER!

—Es tu última prueba. Si me dejas hacértelo, entonces saldremos, ¿qué tal? —ofreció como trato de la nada; Fran se había cansado de mirarlo indeciso, por lo que, era mejor motívalo, ¿no?

—¡Trato hecho! —dijo extendiendo la mano como el idiota que era, a lo que Oda respondió al apretón, y en eso, Dazai se dio cuenta de su error.

—Ay... —se puso azul e inmediatamente se arrepintió desde el fondo de su corazón, pero... todo sea por amor... ¿no?—. Solo... has que no duela... —bajó la cabeza derrotado.

—Lo intentaré —asintió sonriente.

Era una autentica lastima que no tuvieran de compañía la clásica música del bar Lupín, porque de otra forma, hubiera quedado perfecta con la atmosfera que se crearía dentro de la base de este edificio, además, serviría un poco como para romper el ambiente tenso que se plantó por el trato anterior, y que, por consecuencia, se mantuvo en vigencia ese apretón de manos.

—... —hacía menos de un minuto que insistieron con esta peculiar posición, lo que los obligó a mirar sus manos, y luego Oda, al levantar la mirada, se dio cuenta de que Dazai estaba demasiado nervioso y rojo como para dar el paso, así que, tironeando gentilmente del entrelazado, unió sus cuerpos haciendo que ambos pechos chocaran un poco, y esto hizo despertar al otro de sus posibles divagaciones, e incluso tembló al notar la gran mano de Odasaku que se acomodaba sobre en la cintura.

—¡O-Oye! ¡Yo, en verdad no creo que-! —iba a excusarse, pero el más alto no se lo permitió, porque le puso un dedo sobre los labios y así, lo mandó a callar—...¡! —por un segundo, Dazai se sintió superado. La admiración que tenía por ese personaje, era sublime, no algo falso como podría haber pensado Sheila en su momento cuando le dijo que también era "fan" de cierta persona, pero... no hasta este punto. Sin embargo, era un hecho real que Oda poseía un atractivo maduro, el cual se transmitía a través de sus acciones elegantes, las cuales, posterior a este pensamiento, le recorrieron los labios para entonces, atravesar los suyos en un leve rose al principio, y que, en consecuencia, fue aumentando en tono hasta llegar a desvincularse de todo acto sutil—. ¡Hum! —pronto el corazón del nuevo Dazai empezó a acelerarse, y la temperatura corporal se le elevó, en especial cuando una de sus piernas fue acomodada alrededor de la cintura de Oda, dándole el placer de un rose más comprometido; ahora, sentía cosquillas y una latente necesidad desde el centro de sus caderas, lo que lo obligó a corresponder al rodearlo por los hombros con sus brazos, para finalmente, ceder en un deseo carnal al que jamás se hubiera imaginado entregarse. Él nunca visualizó que terminaría así, y mucho menos con un hombre, pero... no era cualquier hombre, se trataba de: Oda Sakunosuke. Este personaje se expresaba de una forma tan única con la vida, que cualquier detalle que realizaba, dejaba a su paso un sembradío de colores, como lo era en este momento. A todo esto, Oda no era ajeno al deseo que había logrado despertar en Osamu, por lo que siguió con sus atrevimientos, así que lo primero que removió de él, fueron las vendas que aún tapaban el ojo derecho de éste, las cuales se derramaron en el suelo, y mostraron los dos castaños acuosos de su amado. Justo aquí, Oda se tomó un momento para admirar a semejante suicida, por lo que, para ello, debió cortar el caliente beso.

—Siempre tan perfecto —comentó coqueto, lo cual avergonzó al mencionado.

—Deja de hablar... me haces ser consciente y eso me pone más nervioso —admitió encogiéndose en su lugar; esto daba a entender que lo apagaba.

—¿Tienes miedo de que nos oigan? ¿Por eso hablas tan bajo? —consultó sonriendo, pero no dispuesto a ceder en sus acciones por su propia falta, e ignorando su error, retomó las caricias y besó con curiosidad ese cuello vendado, hasta el punto de apretarlo con sus labios, desde aquí, Dazai suspiró y se mostró menos reacio a su pasión, e incluso, se atrevió a ir también por los ropajes de ese atrevido, de modo que... con movimientos sutiles, removió la gabardina de Oda, y muy pronto, entre los dos, lograron formar un colchón debajo de ellos que les serviría bien de apoyo para hacer semejante actividad. No obstante, los pantalones de los dos, permanecieron en sus lugares, hasta que este escritor que no llegaba a serlo fuera de la vida real, deslizó con indicada lujuria sus manos a través de los ajustados pantalones de Dazai, y en un intenso afán, apretó sus glúteos, sorprendiendo y haciendo gemir a éste.

—¡Ah! ¡Oda! —apenas expresó este nombre que quizás, no correspondía, y a la vez sí, en lugar provocar enojo a la que era ahora dueña de ese cuerpo, ésta se vio intrigada, pero no le reprochó en absoluto, es más, se inspiró, lo que despertó la confusión en Osamu, porque para cuando se dio cuenta, estaba boca abajo sobre las polvorientas telas y los restos de su ropa—. ¿Eh? ¿Eeeeeh? —confundido a más no poder, las interrogantes en su cabeza iban y venían, hasta que sintió el aire fresco paseándose entre sus piernas y cuando volteó, tenía los pantalones por encima de las rodillas, alarmando al joven suicida—. ¡Ah! ¡Estás yendo demasiado rápi-! —y aquí se cayó la boca apenas discernió la arma de destrucción masiva que portaba su compañero—... —la cara de miedo de nuestro querido pasivo, fue muy original, quizás no podía hablar, pero sí pensó lo que aparece en el siguiente meme.

La voz interna de Dazai se hizo tan pequeña... El pánico se lo había engullido tan rápido, que su voz se apagó como un foco que sufrió un excesivo golpe de alto voltaje, pero no quedó completamente quemado para su fortuna, ya que, apenas esa salvajada de la naturaleza, se apoyó hirviendo contra su trasero, volvió a soltar otra elocuente frase.

¡NO VAYAS A METERLO AÚN! ¡NO ESTÁ COMPLETAMENTE PREPARADO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NOoooOooo! —advirtió moviendo sus caderas de modo que no lograra su "adversario", introducirse a ese nuevo mundo para intentar volverlo un masoquista. Mientras ese desprolijo suicida se removía debajo de Oda como si estuviera bailando zamba, éste ya empezaba a perder la paciencia, y no porque deseara entrar despreocupadamente sin saber las consecuencias de eso, no, ya que estaba al tanto de lo irresponsable que sería por su parte, por eso intentaba prepararlo, pero este idiota lo estaba mal interpretarlo, de modo, que ya enojado, se inclinó sobre él, sujetó lo que tenía entre las piernas aquella momia, y lo apretujó de tal modo que le hizo ver las estrellas y obviamente, detenerse en su pendejada.

Deja ya de lloriquear... —arrastró de tal manera las palabras, que casi se le sale el demonio del alma, y aunque Dazai no estaba llorando al principio, ahora sí que lo estaba haciendo, pero por miedo más que por dolor.

—Sí... —contestó bajito y ahora todo obediente.

—... —la abrupta aceptación ajena, le hizo suspirar profundamente a Odasaku pero, aun así, volvió a ser considerado con su contrario, y al retomar, masajeó la zona que sostenía con su mano, liberando sonidos indecorosos que avergonzaron al que estaba abajo, es por esto, que el mismo ocultó el rostro entre los ropajes con las mejillas notablemente enrojecidas en donde, cuyo rubor se terminó por extenderse hasta sus orejas. Si bien su intento fue valido, el polvo lo hizo estornudar unas cuantas veces, pero no lo privó del placer previo que le permitió a Dazai humedecerse, tanto en su entrepierna, como un poco en su parta posterior, la cual también era tratada, por el contrario, quien usaba su itinerante herramienta al frotarla riguroso en aquella entrada que nunca fue utilizada para otra cosa más que para lo que estaba diseñada. Así fue como el constante trabajo por parte de Oda (quien usó diversas técnicas) dio sus frutos, lo que dejó agotado mentalmente al de los vendajes por tanto trato asertivo en cuanto a sus puntos fuertes; un beso por aquí, un apretón por allá, algún que otro pellizco y mordedura, e introducción de sus dedos... ¡y guala! ¡Estaba lo suficiente preparado como para ser empalado!—. Bien, ¿estás listo para esto? —preguntó Oda soltando una leve nube de vapor.

No —se sinceró a secas. A pesar de estar completamente agitado y encrespado de todos los sitios posibles, seguía aterrorizado. ¿Se podría ser más irresponsable que esto? Sus amigos probablemente estaban en peligro, pero estos dos estaban comprometidos en... otros asuntos más carnales.

—Como sea... —después de suspirar pesadamente, Oda lo sujetó de las caderas, y haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, comenzó a repartir una parte de su sabio ser dentro de Osamu quien, al comienzo, expresó sus más divertidas opiniones.

¡Ah! ¡Qué... qué es eso! ¡QUÉ ES ESO! ¡AH! ¡ESTÁ... ESTÁ ENTRANDO! ¡WOAAA! ¡AY! ¡ME VOY A MORIR! ¡ESTO ES COMO VER LA PELÍCULA DE ALIEN SOLO QUE ESTOY SIENDO PARTE DE UN ELENCO PORNO! ¡UGH! ¡AY! ¡AAAaaaaAH! ¡MÁS DESPACIO! ¡Ugh! —el chico se aferró a las prendas que más tenía a mano totalmente tembloroso, y aunque decía todas estas pendejadas, la realidad es que al principio lo sintió rarísimo, pero claro, a medida que fue avanzando, le dolía un poco más, hasta que Sakunosuke supo que aquel muchacho había llegado a su limite cuando realmente dejó de decir tontería y media, por lo que ahora, conociendo este detalle, e inspirado por las pequeñas lágrimas que se le asomaban a su prójimo, movió sus caderas a un ritmo pausado, cosa para que se acostumbrara.

—Ahora sí que te has callado —bromeó el castaño mayor, pero Dazai no le respondió, no porque no quisiera, sino porque no podía; el de los vendajes estaba más al tanto del chapoteo extraño que producían sus caderas al estar conectadas, y de la mezcla puntual de dolor que fusionada con sus asertivos movimientos, le daba un placer extravagante; a diferencia de cierta persona, él no compartía la dicha de rechazar todo malestar, es más, le agradaba hasta cierto grado... como en este caso. ¿Esto lo hacía masoquista?, no se podía decir con certeza, no obstante, ¿qué tal del verdadero Dazai? Se la pasaba lesionándose, aunque no porque quisiese, solo era un hombre distraído, y supongamos que, tal vez, ya estaba acostumbrado a estar lleno de heridas. En cualquier caso, cierta persona no aceptó que no le respondieran, e ignorando lo incapacitado que lo volvía a su allegado, aumentó la pasión del encuentro, y esta vez, no quiso omitir el fervor del momento; por cada embestida, Dazai se retraía en responder a lo que sea que Oda le susurra o dijera, hasta el punto, que el otro tampoco pudo seguir sosteniendo ningún tipo de conversación gracias a las sensaciones, lo que los obligó a centrarse completamente en la flor del encuentro. Es así como ese pequeño espacio de: ropa, tela y cajas, se había vuelto en algo que presenció los jadeos de dos voluminosos hombres, que disfrutaban un momento intimo sin discreciones, hasta el punto, en que un último empujón, terminó con todo, nublando así los sentidos de ambos sujetos quienes, cansados por la actividad, uno se dejó caer sobre la improvisada cama, y el otro, tuvo la delicadeza de no aplastarlo, aunque... no podría hablarse de lo mismo de las caderas de Dazai...

***

¡Aaaaah! ¡Me duele! ¡No tienes idea de lo mucho que me duele! —señaló el que estaba firmemente abrazado del cuello ajeno como si se tratara de su nueva almohada, y apenas tapados por la gabardina de Oda.

—... no te quejaste tanto cuando lo hacíamos —soltó con simpleza mientras lo acariciaba con una mano desde los cabellos al otro.

¡Ese no es el punto! —volvió a reclamarle, y de repente, se quedó en silencio, cosa que a Oda le extrañó.

—¿Qué sucede? —Dazai se había puesto en alerta y se iba a sentar, pero le dolían demasiado las caderas como para hacerlo, así que actúo como un viejito.

¡Ay, ay, ay! —repitió varias veces llevándose una mano a la cintura, y justo en ese momento, de la nada y por varios lados, aparecieron los hombres de Mori; los habían agarrado con las manos en la masa, de modo que, los implicados, levantaron lentamente las manos y Dazai dijo—. Esto... ¡Esto no es lo que parece! —a lo que entre los sujetos se miraron y entre ellos se dejaron en claro, que sí... sí era lo que parecía.

Si Kevin y Fran la tenían peliaguda, imaginemos por lo que debería estar pasando Lucas, pues él fue arrastrado por la hermana mayor de Dazai, o sea, de la persona que tomaba el nuevo papel de este chico vendado.

—¡Mierda! —alegó el pelinaranja cuando entre los dos se toparon con una pared de ladrillos justo al final del pasillo, el cual no era muy estrecho para su fortuna, así que... si deberían pelear, probablemente tendrían al menos espacio.

—Parece que mi intuición falló —mencionó decepcionado Fyodor al llevarse una mano a la barbilla.

—¡No me digas! ¡Ni que fueras adivino como Oda! —contestó de muy malas pulgas Chuuya, y no era para menos; esa gente estaba pisándoles los talones, de hecho, ya habían llegado a su encuentro.

—La verdad es que me han impresionado —al voltear, se encontraron con nada menos que con el líder de la Port Mafia, quien estaba justo a su frente con esa niñita de ojos malévolos—. Qué unos perfectos forasteros sobrevivan hasta este punto, merece un aplauso en reconocimiento por mi parte —y así dicho, empezó a aplaudir.

—¿Por qué buscas matarnos? ¿No eres acaso el tipo de persona que mientras pueda usar a la gente como le convenga no las desecharía? —Chuuya sabía de lo que hablaba, por eso Fyodor silbó impresionado ante su alegato.

—Qué interesante cuestión. El problema aquí es que ustedes no saben usar bien sus poderes, y el hecho de estar entrenando a alguien lleva incluso años... —se llevó las manos detrás de su cadera haciendo con este gesto una leve pausa—. De seguro ustedes saben sobre esto; lo mencionaron en la cámara de entrenamiento que diseñé.

—¿Cómo puede ser eso? ¿No destruimos las cámaras? —mencionó desconcertado el pelinaranja.

—Claro, pero no los micrófonos perfectamente ocultos —sonrió con amabilidad inclinando la cabeza a un lado.

—Suficiente de charlas —Fyodor dio un paso hacia delante, y antepuso su brazo entre Chuuya y los demás con una aterradora sonrisa—. Si te parece bien, yo seré el que derribe a este tipo.

—¡Qué estás diciendo! ¿No llegaste al mismo tiempo que nosotros a este lugar? ¿Ya sabes manejar bien tus poderes? —Lucas no podía creer lo temeraria que era la hermana de Kevin.

—Claro que sí, y digamos... —cerró un segundo los ojos y luego los abrió de golpe—, que ya tuve el placer de matar a alguien.

Ante semejante revelación, los subordinados de Mori se cohibieron, pero éste no, es más, vio intrigante las ganas de pelear de ese sujeto, por lo que, dando un paso al frente le dio lo que quería a Fyodor.

—Bien, entonces hagámoslo si tanto te place —se llevó una mano cubriendo la mitad de su vista y gritó—. ¡Vita sexualis! 

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