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Capítulo 7: Abrigo // Tiroteo // Calor

Desde varios francos podríamos decir que se expresaban diferentes tipos de clima, por ejemplo: en el de Dazai, Fyodor y Odasaku, desde afuera les llovían balas, mientras que por el lado de Akutagawa, en realidad él era la tormenta, lo que nos regresa a su situación actual.

—¡Son todos unos inútiles! —dio por sentado, y el tipo que sostenía desde hace un capítulo atrás, voló por el patio de recreo cuando Sheila se cansó de preguntarle, para colmo, la caída de ese hombre perdió toda seriedad apenas se reprodujo desde el celular de su agresor, la canción de Floricienta (la introducción) cosa que desmotivó al pelinegro, y entonces, más calmado, tomó su teléfono revisando éste—. Diablos... olvidé ponerlo en modo repetición —una vez apagó el aparato, levantó la vista, lo que le permitió toparse con un par de ojos leopardados. Tal descubrimiento, produjo que el dueño de éstos como él mismo, se quedaran tiesos un segundo, hasta que, por fin, Akutagawa cayó en la cuenta, y reaccionó—. ¡Oye! —obviamente que, ante esta llamada de atención, el susodicho se acobardó y decidió escapar de él—. ¡Tch! ¡Regresa! —y así comenzó la persecución de estos dos, lo que los llevó luego de un rato de estar corriendo, a un callejón sin salida.

—¡Ay! —gritó acongojado el peliblanco al ver que no tenía escapatoria, y entonces giró a ver a su perseguidor, quien estaba casi sin aliento; de hecho, estaba tan sin aliento, que Atsushi le empezó a tener lastima.

—¡Ugh! Mald... ito... ¡cof, cof, cof! —sin poder evitarlo, comenzó a toser una, y otra, y otra vez, de modo que pidió tiempo con las manos para poder calmarse.

—¿Estás bien? —preguntó el tigre quien, a pesar de su miedo, se acercó a él poquito a poco, para entonces intentar tocarlo, pero justo ahí, Sheila le agarró la mano ya estando recobrada—. ¡Gyaaaa! —gritó Atsushi aterrado.

—Ya te tengo —advirtió sonriente Ryunosuke, y luego, lo soltó, dejando extrañado a ese hombre tigre, quien no entendía por qué los golpes no le llegaron a él como al resto de los miembros del orfanato; sí, en su camino hasta este pasillo en el que fue acorralado, Ryu había noqueado a unos cuantos con sus poderes.

—¿Por qué...? —se atrevió a preguntar con la voz temblorosa ese chico.

—¿Cómo qué por qué? ¡Cof, cof! —se llevó una mano a la boca intentando calmar su garganta; diablos... le picaba y en lo que no miraba, Atsushi se escabulló, y antes de que pudiera maldecir su suerte por perderlo, lo vio regresar con una botella de agua—. ¿Ah? —expresó confundido al ver que éste se la ofrecía, así que... aún extrañado, la recibió; la amabilidad de ese niño... era incomparable.

—Estás tosiendo mucho, así que... —se rascó su mejilla sonriendo tontamente, a lo que Sheila, se vio conmovida—. Tú no eres Atsushi, ¿verdad? —comentó, a lo que destapó la botella y entonces se mandó una buena cantidad de agua para rescatar su garganta, a lo que el otro chico lo miró confundido.

—¿De qué estás hablando? ¿A qué te refieres con que no soy él? Me estuviste correteando hasta ahora —inclinó la cabeza totalmente perdido, a lo que Akutagawa terminó de beber para entonces, regresarle la botella, la cual sujetó Atsushi.

—¿No lo entiendes? —consultó él, a lo que volvió Atsushi a negarse—. Me llamo Sheila, y en este caso, he usurpado la identidad de Ryunosuke Akutagawa en contra de mi voluntad —esta revelación, dejó completamente en shock al muchacho.

—¿Usurpado...? No... sigo sin entender. ¿Y Sheila? ¿Pero no eres hombre? —la chica dejó que el joven procesara lo que le dijo con una escasa esperanza de lo que entendiera—. ¡Ah! —mostró un dedo creyendo tener una idea de lo que decía—. ¿Acaso estás hablando de un personaje de rol? ¿Es eso? —expresó feliz, a lo que esa fan, se llevó una mano a la cara estresada. ¿Entonces esto quería decir que este chico no estaba siendo remplazado por nadie? Siendo ese el caso... al que tenía realmente ahí era al hombre tigre original, de modo que recobró la compostura, y le dijo.

—Como sea... Vengo de otro mundo, y estoy remplazando a este muchacho por ahora, así que, aprovechando esto, vine a rescatarte —apenas terminó de explicarse, no le dio tiempo a Atsushi de asimilarlo o responder, porque pronto se empezaron a escuchar sirenas de policía, lo que significaba que no podían quedarse más ahí—. Debemos movernos, ahora —pero cuando intentó llevárselo, el albino se lo impidió al plantar sus pies sobre la tierra; estaba oponiéndose por mera desconfianza, después de todo, era el primer encuentro entre Atsushi y Akutagawa.

—¡Espera! ¡Espera! ¡Aún no lo entiendo del todo! —esto último sacudió las vísceras de Sheila, quien lo miró molesta, entonces, en un rápido movimiento, tomó a Atsushi en brazos; así consideró que se terminaría todo verso—. ¡Qué estás haciendo! —dijo avergonzado.

—¡Ya cállate! ¡Ahora entiendo porque Akutagawa pierde tan rápido la paciencia contigo! —dando por hecho esto, y dejando completamente confundido a Atsushi, Akutagawa dio un salto, y se perdió entre otros edificios que estaban en la cercanía. Sin embargo, Sheila no tenía la intención de llevarse a Atsushi a la base de la Port Mafia, no, lo que ella quería... era algo más... privado, de modo que lo llevó a un motel, cosa que plantó una sensación muy extraña en el peliblanco, el cual miraba todo a su alrededor con un interés desmesurado, aunque enrarecido por la clase de sitio escogido.

—Oye... Sheila, no es por molestarte, pero... —se acercó a él para hablarle por lo bajo mientras interponía una mano para disimular—. ¿Por qué un motel? —a lo que Sheila se enderezó y miró a Atsushi después de pagar; si le decía sus verdaderas intenciones, lo más seguro era que éste se pondría a la defensiva, y en el peor de los casos, se transformara en el tigre blanco solo para defenderse, en consecuencia, se excusó.

—Tenemos que pasar desapercibidos, así que... este es el sitio indicado —la explicación muy coherente por su parte, convenció muy fácil al inocente de Atsushi, lo que lo hizo relajarse.

—¡Oh! ¡Entiendo, entiendo! Pero... —por un segundo se puso a ver de reojo a la gente—. ¿No tienes miedo de que piensen mal de ti? —susurró, y luego, cuando ese pelinegro se puso a caminar y a señalar que lo acompañara, acató sin temer.

—No, mi reputación como Akutagawa Ryunosuke ya está demasiado mancillada —aseguró él, y entonces, entraron a un elevador.

—Oh... —expresó.

Sin que ellos lo supieran, los demás protagonistas estaban pasando por una situación realmente chispeante; casi tan chispeante como lo que fuera a pasar después de que llegaran a la habitación.

Como si Dazai hubiera tentado a la suerte al transar con Fyodor, la puerta se abrió apresuradamente, dejando entre ver a Chuuya, quien estaba rodeado de un aura roja, propia de su poder; al parecer Lucas activo su habilidad cuando estuvo a punto de morir, pero fue tan poco eficiente al manejarla, que no tuvo de otra que entrar en el bar.

—¡Todos al suelo! —de inmediato, los tres únicos clientes de ese día, se metieron detrás de la barra, acompañados obviamente por Lucas, quien sostenía su sombrero mientras la suave luz roja que lo rodeaba se apagaba.

—¡Qué está pasando Lucas! —lo interrogó Oda más estresado que nunca.

—¡Mori está intentando matarlos, pero como yo llegué antes de que entrara en el bar, quiso asesinarme a mí primero! —explicó de forma apresurada.

—¡Wow! ¡Es increíble que sobrevivieras a eso, Lucas! ¿Ves? ¡Te dije que eras bueno para hacer de Chuuya! —aseguró Kevin burlándose de él en medio de los disparos que rebotaban contra la barra que, por fortuna, estaba hecha de concreto detrás de ellos; si bien la madera que lo revestía estaba hecha pedazos, se mantenía firme con su verdadera vestidura.

—¿Ah? —la cara que Chuuya puso ante tal alegato fue impresionante, y aunque tenía una idea de lo que quería decir, no hizo ninguna mención, así como no le reclamó a Fran por llamarlo por su verdadero nombre debido a la situación, de modo que, al verlo tan pasmado, Oda le hizo el favor.

—Es Kevin —dio a entender en términos cortos.

—Así es —lo apoyó Dazai.

—Ah —soltó no muy impresionado, y cuando levantó la vista de éste, vio que también estaba Fyodor, y que el desgraciado se estaba bajando una botella del mejor licor—. ¡Ese psicópata está también aquí!

—Será mejor ahorrar en explicaciones —bajo el vino ese ruso, y entonces tiró de una argolla de acero, hasta abrir una compuerta oculta debajo del suelo que minutos antes estaba cubierta por una alfombra.

—¿Desde cuándo ha estado eso ahí? —preguntó Oda curioso.

—No hubiera venido aquí si no supiera sobre estas cosas —mencionó engreído, y de repente, una bala les pasó rosando—. ¡Suficiente! ¡Adentro todos! —de uno en uno se apresuraron a meterse, hasta que, por fin, entre la nube espesa que visualizaba Mori desde afuera del bar, lo obligó a ordenar que detuvieran el fuego a discreción.

—Entren a revisar —dio como aviso.

—¡Sí, señor! —y varios de ellos ingresaron, pero no encontraron: ni cuerpos, ni sangre, ni nada. No obstante, no es como si no fueran a dar más pronto que tarde con ese pasaje, por lo que los chicos que estaban debajo deberían atinar con la salida más pronto que tarde.

Estaba claro, que la irreal situación que estaban viviendo en este momento, no podrían experimentarla ni por asomo, en su vida anterior, aun así... aquí pasaba; eran al menos cuatro personas contra una numerosa organización mafiosa que ahora estaba intentando matarlos solo porque no eran miembros fieles a ésta, lo que los volvía "inútiles" a los ojos de Mori, quien no sabía que en realidad los chicos albergaban dentro de ellos los mismos conocimientos de los protagonistas ya que... sus almas remplazaron a las de los mismo, o al menos, a esa conclusión habían llegado, dato que ahora no importaba y que aún se menciona.

—Este lugar es inmenso —se quejó Chuuya en lo que seguía bajando justo detrás de Dazai y delante de éste estaba Oda, encabezando así al resto: Fyodor.

—Y que lo digas... no puedo si quiera ver mis zapatos con la poca luz que hay aquí —bromeó Dazai, a lo que Lucas contestó.

—Sí, pero por fortuna Fyodor estaba aquí para ayudarnos —luego se la pensó un poco y miró mal al tipo de las vendas—, por lo menos podemos depender de alguien que ... parece de confianza.

—Oye... podría haber hecho la misma deducción con una mirada —dio a entender ofendido, luego miró a otro lado dudoso e intentando disimularlo—. Tal vez... —concluyó con una mano en la barbilla.

—¡Mentiroso! —aseguró el otro comenzando a discutir.

—Chicos, no es momento de pelearse —comentó Fran aparentando estar tranquila, pero en secreto incómoda.

—Mil disculpas, sin embargo, este sujeto me tiene los pelos de punta —luego le echó una mirada al ruso—. ¿Y bien? ¿Quién es la persona que nos guía?

—Es mi hermana —dio a entender el suicida, a lo que dejó con los ojos cuadrados a Lucas.

—Ah... eso explicaría cómo alguien de confianza terminó en el cuerpo de este loco...

—Y lo dice aquel que roleó un montón de psicópatas... —soltó Fran rodando los ojos.

—¡Oye! —reclamó Chuuya.

—Ya hemos llegado —anunció Fyodor al detenerse, a lo cual todos observaron una división en el camino rocoso—. Habrá que separarnos —dio a entender, a lo que Chuuya hizo una mueca.

—¡Ni loco voy con él! —señaló a Dazai con el pulgar.

—Entonces está decidido —Candela rodeó del cuello a Lucas y empezó a llevárselo a rastras consigo por uno de los senderos que, había elegido al azar.

—¿Eh? ¡Eeeeeeh! ¡Tampoco dije que iría contigo! ¡Me das miedo! ¡Suéltame! ¡Ayudaaaaa! —estiró su mano hacia sus amigos, pero lo único que obtuvo por parte de Dazai y Oda, fue que entre ambos se despidieron de él con la mano, luego, al perderlos, nuestro suicida favorito habló.

—¡Bien! —se llevó las manos a la cintura y miró sonriendo a Oda—. ¿Qué hacemos ahora?

—Ah... —Oda no supo cómo reaccionar ante su pregunta, por lo que apenas llegó a soltar esta expresión, y al poco, se escucharon voces detrás de ellos junto a fuertes pisotones que descendían de las escaleras; la persecución no había acabado. Sin más opciones, declinaron la charla y Oda, de nuevo alerta, gritó—. ¡Vamos! —y en cuestión de lo que canta un gallo, Odasaku se introdujo por la opción contraria a la de Fyodor, y Kevin, después de asentir, lo siguió por detrás. A todo esto, Fran seguía estando enojada con ese chico; muy enojada, y claro, hizo uso de ese malestar para encontrar la salida del pasaje, el cual los llevó a la base de un edificio en construcción.

—¡Oh! ¡Increíble! —expresó aquel suicida al dar con el maravilloso atardecer que se asomaba entre los náilones y bigas de éste, pero el disfrute se pausó, porque Fran, enfuscada, lo tomó del cuello del uniforme para obligarlo a ir escaleras arriba, en donde terminaron ocultándose detrás de unas cajas donde también había tirados algunos trapos polvorientos; desde este lugar, observaron cómo los secuaces de Mori los buscaban incesantemente, hasta que al final cedieron. Tras verlos regresar por donde vinieron, Dazai suspiró aliviado—. Oh... amigo, eso estuvo cerca —se limitó a decir, y posteriormente, se limpió con el brazo la frente, pero cuando volteó la cara, dio con un molesto Oda—. Odasaku... —murmuró tembloroso, pero entonces se rescató al recordar que no debía guardar más las apariencias—. ¡No! ¡Fran! —se corrigió al elevar ambas manos a la altura del pecho para comenzar a defenderse con palabras—. ¡Yo... realmente lo siento! ¡Ahora mismo voy a explic-! —sin embargo, antes de que terminara de excusarse, la mano del mayor fue a parar sobre el borde de su solapa, y justo ahí, al sujetarlo, tironeó con violencia para ser acercado, dando con el dulce resultando de un confuso "¿Eh?" dentro de la mente de Dazai. ¿Qué era esta sensación tan buena, madura y... atrevida que le hizo remover sus sentidos hasta las entrañas? ¿Qué era eso que... de una forma muy caliente, había entrado en su boca sin que opusiera la menor resistencia ante la sorpresa? ¡Ah! ¡Sí! ¡Le bastó un segundo para asimilarlo! ¡Ahora lo entendía claramente! ¡Se trataba... de un beso! ¡Un beso de Oda! Un inapropiado y... descolocado beso.

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