02/04/2018

Erin abrió los ojos exhausta, podría dormir hasta navidad si su maldito móvil no estuviera sonando, se removió molesta en la cama y los brazos de Jules la atrajeron hacia él por reflejo. Lo miró por sobre su hombro y le fascinó lo atractivo que se veía dormido. Sus rasgos duros relajados y los labios enrojecidos por sobredosis de mordidas, la luz del amanecer pintaba su cuerpo en un candor dorado haciendo que su cabello ilustrara reflejos de oro. Oh, y las marcas de chupones que lo cubrían como una segunda piel.

Había sido una noche/madrugada/amanecer para recordar.

El móvil volvió a sonar. Cierto, ese endemoniado sonido la había despertado. Se estremeció de nuevo, espió bajo las sábanas y descubrió que una de las manos masculinas aún descansaba sobre uno de sus senos con sospechosas intenciones. Rió tontamente y lo apartó con cuidado, se estiró para coger el teléfono y frunció el ceño al no reconocer el número.

Contestó desinteresadamente y la sonrisa se le borró cuando la persona en la otra línea habló.

Jules despertó sobresaltado cuando Erin salió disparaba de la cama, desorientado la vio correr desnuda por la habitación en un ilógico pánico y se paró enseguida para entender que ocurría. Ella recogía la ropa del suelo, se puso los pantalones y pareció olvidar que no tenía ni siquiera un sujetador puesto porque siguió acumulando sus pertenencias desesperada. 

—Erin —llamó.

No le respondió.

—¡Erin!

—Tengo que juntar... yo... necesito vestirme y... tengo que...

Su estado lo asustó, se abalanzó sobre la mujer para cogerle ambos brazos y se le retorció el alma al verla pálida como si la sangre hubiera sido filtrada de su rostro, con los ojos sumamente abiertos y temblando como un papel. Acunó sus mejillas heladas y peinó su cabello.

—Respira conmigo ¿Sí?

—No puedo... tengo que recoger todo y... tengo que recogerlo —murmuró ida.

—¿Por qué? ¿Por qué tienes que recoger todo?

Ella alzó la cabeza, su expresión fue indescifrable, era como si pasara por todas las emociones existentes.

—Mi mamá murió ayer en la noche.

Dos lagrimas solitarias se filtraron de sus pestañas y Jules solo pudo abrazarla con fuerza.

Allí fue donde Erin comenzó a llorar desgarradoramente.