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Capítulo 3

Hadley Pearce

El director nos citó hoy por la mañana a todos los estudiantes que cursamos el último año, ahora entiendo porque nos dividen por grupos, son demasiados estudiantes. En el que quede yo, estaba formado por Elena, Thomas, el grupito de los muñequitos y muñequitas de plástico, y otros cuantos alumnos más.

—Buenos días, jóvenes, para lo que no saben todos los años antes de comenzar las clases hacemos un campamento en el que ustedes se pueden conocer, por ende están aquí para avisarles que hagan sus maletas, por qué en una hora los recogerán —Formulo el director— Debieron haberla hecho desde ayer, pero para los que no las hicieron se les da este tiempo.

—¿Es obligatorio ir? —pregunto una chica entre la multitud

—Si señorita es obligatorio —respondió el director

Me dirigí hacia el comedor para comer algo, mi estomago estaba que explotaba de tanto rugir. Menuda costumbre me dijo mamá. Elena y Thomas llegaron al rato, ya con sus cosas listas solo para irnos.

Como dijo el director, una hora después nos recogieron. Todos subimos al autobús, tome asiento al lado de la ventana con Elena a mi izquierda. Llegamos al campamento, bajamos nuestro equipaje y nos ubicamos en nuestras habitaciones, por suerte nos dejaron escoger con quien compartir nuestras habitaciones solo que no fuera con ningún chico. Una chica morena clara se unió a nosotras, ella era un poco más calmada que nosotras dos, pero llegaba a caer bien, tenía una dulce voz que te hacia obedecerle.

Las habitaciones eran muy grandes, tenía un jacuzzi y un baño privado, con una vista hermosa hacia el mar. Definitivamente tendría un perfecto panorama para captar lindo atardeceres.

Había demasiado calor, así que tomé una ducha y opte por ponerme un short jean con un top de tirantes. Elena me comento que había una tienda cerca del campamento, donde podríamos comprar golosinas para comer a media noche. A las nos pareció la idea de ir, pero antes fuimos a preguntarle a Thomas si nos acompañaría, éste dijo que no iría, ya que se encontraba con sus amigos. Elena se quedó un rato tratando de convencer a su novio de ir.

Mientras Luna y yo decidimos caminar sin destino alguno por el campamento, haciéndole espera a la pelinegra. Luna por accidente tropezó en una piedra, perdiendo el equilibrio, trate de atraparla pero lo logro, afortunadamente alguien más lo hizo por mí.

—Gracias —agradeció la morena clara, mientras recuperaba el equilibrio.

—No hay de que —respondió el chico, no había notado que era uno de los amigos de ese tal Adrián, el pelirrojo. —La próxima vez asegúrate de tener cuidado, con esa amiga que tienes se pueden caer ambas juntas, por quererte sujetar —bromeó.

—Sin duda —rio la chica, la observe indignada provocando que riera más.

—Trate de ayudarte, pero mi tobillo se torció —expliqué, no mentía. Andar con sandalias en tierra no era la mejor opción.

—No pues si casi le caes encima, gran ayuda le darías. —rio el chico. —Son nuevas, ¿cierto?

—¿Como lo sabes? Hay demasiados estudiantes para que los reconozcas a todos. —inquirió la morena.

—Simplemente lo hago —se encogió de hombros—. Soy Luka Revenel.

—Luna Cooper —sonrió amistosa, el pelirrojo mi observó en espera de mi presentación. Me había distraído por una notificación que llegó a mi celular

—Disculpa, me distraje un poco. Soy Hadley Pearce.

—Luka aléjate de ellas —apareció Susan detrás de él.

—¿Por qué lo tendría que hacer?

—Como que porque, ¿estás ciego o que? No son de nuestra clase social.

—Por que no te cayas Susan —escupió, agobiado—¿Sabes? me harías un gran favor haciéndote un lavado de cerebro.

Nos alejamos un poco de ellos, para evitar la incomodidad.

—Huy, problemas en el paraíso —comente, divertida. Estando lejos de ellos.

—Tú eres única Hadley —aseguró entre risas, mi compañía.

—Claro que lo soy.

Decidimos ir en busca de Elena ya que ésta aun no regresaba. Llegamos hasta donde estaban ella y los amigos de su gemelo. Matthew al parecer no le apetecía ir y ella le estaba rogando para que si fuese. Finalmente, ella se cansó y emprendimos viaje solas.

La tienda casi cerraba, así que tuvimos que hacer las comprar rápidamente. Gastar en cosas innecesarias es mi especialidad, habían collares de flores algo veraniegos y pensé en comprarlos. Mi compañía no me ayudaba mucho a poder detenerme de ser una compradora impulsiva, ellas también eran iguales. Menudo grupo. Compramos una canasta entera llena de golosinas, todas las suficientes para esta semana.

Cuando regresamos al campamento parecía que había una reunión. Un hombre de mediana edad nos se encontraba dándonos instrucciones, al parecer teníamos lo que restaba del día para nosotros. En ese momento todos gritaron felices y se fueron, algunos se tiraron a la piscina otros fueron a comprar bebidas alcohólicas mientras otros como yo nos fuimos a encerrar a nuestras habitaciones.

Esta en un maratón de películas junto con Luna. Optamos por ver Home Alone. Diran, ¿Quien mira Home Alone en Agosto, casi septiembre? La respuesta es; nosotras. Únicas e irrepetibles.

—Dame un poco de gomitas —Luna se encontraba sirviendo las golosinas mientras yo ponía la película. Afortunadamente había televisión y si tenia tosas esas aplicaciones para ver series y películas. Esto me empezaba a gustar.

Alguien tocó la puerta a la mitad de la película, fui a abrir y resulta que era Elena. Ella si había optado por estar en la fiesta, pero subió más temprano que los demás.

—Voy a vomitar —musitó, yendo hacia el baño a paso rápido. Luna fue a ayudarla con su cabello, mientras que yo fui por sus pertenencias que había quedado en la fiesta.

Habían personas ebrias por doquier, no se como el guía no se daba cuenta. Muchos ya se habían quedado dormidos en esquinas pero la mayoría seguía activa, bailando al pie de la música. Me pare en un lugar lo suficientemente alto para poder encontrar a Thomas o Matthew. Un idiota borracho se apoyo en mis dejándome sin equilibrio y como resultado allí al suelo.

Menudo tortazo me di. Me extendieron una mano y a pesar de la oscuridad pude notar que era el castaño claro de ojos bonitos.

—Gracias —acepté su mano—¿Sabes donde esta Thomas? —tuve que gritar para que me pudiese escuchar.

—Ni idea, pero hace poco lo mire por el lado de la piscina —señaló hacia la dirección. —Para tu suerte allí esta. —Y así lo era.

—Gracias, pero consejo; no bebas tanto acabaras con una gran resaca mañana.

Edna Moda, ¿se preocupa por mí? —cuestiono burlesco.

—Claro que no, solo te aconsejo. —aludí.

Moví mis piernas hacia la dirección del pelinegro al otro lado del lugar. ¡Bingo! Las cosas aun seguían allí, revise si estaba todo completo para luego marcharme. Thomas estaba muy en su rollo que ni se dio cuenta que me acerque y tome el monedero de su hermana.

Volví hasta la habitación, Elena se encontraba dormida en las piernas de Luna. La ayude a colocarla sobre la cama. Terminamos de ver la película con Luna y cuando ya estuvo, le morena también fue a dormir.

En cambio yo, no lograba conciliar el sueño. Me acerque al balcón y desde los lejos pude observar a alguien a la orilla del puente a punto de tirarse al mar. No había nadie más a su alrededor, mi corazón empezó a palpitar a mil por hora. Salí lo más rápido que pude del cuarto tratando de no hacer ruido.

A medida que me iba acercando pude distinguir de quien se trataba, Adrián.

—¡Adrián! ¡Aléjate de la orilla! —exclame al llegar al puente. Éste se dio la vuelta y me observó sin expresión alguna, tambaleaba y en una de esas se caerían. —Ven.

—Edna Moda a mi rescate —se burlo, abriendo los brazos de par en par. Volvió a tambalear.

—Ten cuidado. Si caes te ahogaras, Johnny Bravo —. Aparto su mirada y rio amargamente, aproveche para acercarme lentamente hacia él.

—Eso es lo que quiero. Librarme de una jodida vez de todo.

—No digas tonterías.

—No lo son. —susurro tan bajo que a penas pude escucharle.—¿No te pasa que estas cansado de todo? Sientes que todos están en tu contra y que ya lo les importas.

—Muchas veces, créelo, pero te aseguro que la forma más fácil no es la correcta. —Formulé de la forma más pacifica posible, aunque por dentro me estaba muriendo de nervios.

—Ja —ladeo.

—¡Hey! Mírame —me acerqué más a él, pero retrocedió—Ya lo entiendo, no me acercaré más. —extendí mis brazos al aire en señal de paz.—Solo, no escojas el camino más cobarde. Debes de luchar contra tus problemas, no tirar la toalla tan pronto.

—Lo dices porque no eres tú. No sabes nada de mí. —ladeo.

—Tienes razón. No se nada de ti, apenas se tu nombre. —admití—Pero si se lo que es estar en esa situación. Lo intente dos veces, en la primera mi madre me detuvo de hacerlo, me encontró a tiempo y me logro convencer de que no lo hiciera. En la segunda pues, estaba a punto de rajar mis muñecas cuando me mire al espejo y supe que eso no era lo que realmente quería para mí. No quería ser una cobarde que en el minuto que las cosas se complicaron en su vida, decidiera quitársela.

Sus ojos por fin mostraron una pisca de sentimiento, sorpresa en especifico. Logre quitarle la botella de cerveza de las manos, pronto después él mismo empezó a caminar hacia mi dirección. Estando él un poco más cerca, lo tome del brazo, para prevenir que no tropezara y cayera. Al llegar a mí solo sentí como sus lagrimas mojaban mi vieja sudadera, lo rodee con mis brazos dejando que se desahogara todo lo quería.

—Todo estará bien, ¿si? —Susurre con voz entrecortada a su oído. Mis ojos se empezaban a cristalizar, los recuerdos que creí haber dejado atrás se desbloquearon.

Cuando mi abuelo falleció, todo se vino abajo. Él era mi figura paternal y al irse me sentí desolada. Si, mamá y mi abuela estaba conmigo, pero no era igual que el calor que el solía darme. El más parecido al de un padre. Lo intenté dos veces, en la primera mamá pudo intervenir a tiempo, antes que logrará tomarme la pastilla. Y, en la segunda como lo dije antes no fui capas de hacerlo, sente cabeza.

Una vez su llanto iba cesando, se fue separando de mí. —Vamos, te llevaré a tu habitación —ordené, posando una mano en su torso y colocando uno de sus largos brazos en mi hombro. A paso de tortuga logramos llegar hasta su habitación, él se sacó la llave de su bolsillo y abrí la puerta. Arrastró sus pies en dirección a lo que aparentaba ser su cama.

Le saqué un poco de agua que encontré dentro de un termo y le tendí el vaso. Lo tomó, soñoliento. —Muchas agracias —murmuró con una mediana sonrisas.

—No ha sido nada. -volví a colocar el termo en su lugar y apague la lampara de su mesa de noche. —Buenas noches, Johnny Bravo.

Rio en su almohada—Buenas noches, Edna.

Salí de allí con suma precaución de que nadie me viera, podrían mal interpretar las cosas si lo hacían. Volví a mi habitación, no se escuchaba nada más que los ronquidos de Elena y Luna. Parecían tener una competencia de quien lo hacia más fuerte, llegue con cuidado hasta mi cama. Encendí mi lampara y cambie de ropa.

La curiosidad me estaba consumiendo, quería saber el porque Adrián iba a tirar de allí. ¿Qué lo estaba obligando a hacer eso? Desde que me sucedió lo mismo, me propuse ayudar a todas esas persona que estaban pasado por cosas así, aconsejarlas y darles a entender que todo era pasajero. Eso trate de hacer con él.

El sonido de unas trompetas provocaron que le levantara de golpe, lo primero que me imagine era que Jesus había vuelto. Me queje al ver que no era más que la trompeta del despertador, ¡A las cinco de la mañana! Eso era el colmo. Ayer nos habían sobre explotado con todas esas actividades del campo y hoy nos levantaban tan temprano. Pense que nos daría por lo menos una hora más de descanso.

Después de aquella noche, solo lo había vuelto a ver unas dos veces. Me lo agradeció el día siguiente ya estando sobrio, esa fue la primera; y la última fue hace unos tres días que nos toco formar equipo para el juego de los sacos.

Me levante a regañadientes de mi cómodo colchón. Entre a la ducha antes que alguna de mis dos compañeras de habitación lo hiciera, si yo tardaba una década en salir, ellas lo hacían un siglo. Me había tocado todos estos días bañarme y cambiarme a lo flash, ya que cuando las lindas señoritas salían a los pocos minutos nos llamaban para desayunar.

—¡Vamos, levántense! —les quite las sabanas que cubrían sus cuerpos a casa una, tal y como lo habían estado haciendo ella conmigo estos días. Yo, la menos vengativa. Ambas gruñeron y fruncieron sus ceños de inmediato.

—Definitivamente es hija de Maléfica —se quejó, la pelinegra. Tomo asiento en su cama y allí froto sus ojos varias veces hasta lograse despertar.

—El que ríe de último ríe mejor —sonreí abiertamente-Se le hara tarde —insistí, se levantaron como niñas caprichosas y mal humor. Las entendía, odiaba cuando mamá hacia lo mismo conmigo, sin embargo, no sentía pena alguna porque ellas lo hicieron antes conmigo.

La mañana se me hizo una eternidad, nos pusieron a ejercitarnos como si fuéramos prisioneros de cárceles y acabáramos de cometer algún delito. Mi hora de la felicidad alfin había llegado, el almuerzo. Las mesas que se llenaran en un abrir y cerrar de ojos, al parecer no solo yo moría de hambre.

Antes de comer siempre hacíamos una pequeña melodía con nuestros cubiertos, algo parecido a las películas. Sería mentirosa al decir que no me estaba gustando este campamento, lo único que ya me tenía exhausta era la hora en la que nos hacían levantarnos. Y, que habíamos estado comiendo lo mismo todos estos días, yo soy de las personas que se aburre rápido de comer lo mismo, eso debido a que con mi madre y yo ordenábamos distinta comida todos los días, era raro el día que cocináramos.

—Por lo menos no sabe tan mal —Soltó, Thomas viendo directo a su plato.

—Olvídenlo, ire a comer mis papas fritas —dijo Elena, levantándose de su asiento. —La comida saludable no fue hecha para mí.

—Ni para mí —asegure.—¡Trae dos bolsas más! —grité para que escuchara, ya que se había alejado.

—Sigo arrepintiéndome de no haber ido con ustedes es día. —comentó, el pelinegro, comiendo si ganas—Son tan malas que me restriegan en la cara lo que han comprado y no me comparten.

—Tu te lo perdiste, preferiste quedarte con tus amiguitos —le recordó, la morena. Thomas resoplo, irritado y continuó con su comida.

Al parecer el guía escucho mis plegarias y nos dio el día libre. Era por demás que nos hicieran continuar haciendo más actividades después de habernos matado con esos ejercicios. Decidí broncearme un poco, hace mucho que no lo hacía, me coloque mi traje de baño y con un libro de compañía me acosté sobre una de las sillas de playa.

Luna y Elena, por otro lado, había ido a comprar más golosinas. Yo decidí quedarme ya que no era posible de caminar debido al dolor producido por los ejercicios de hoy. El deporte no es lo mío a decir verdad.

—Las letras se están empezando a pegar a tu cara —habló, alguien a mis espaldas, retiré mi libro de mi campo de visión, encontrándome con el castaño ojos bonitos.

—Mejor, así tendre el nombre de Peeta tatuado en mi cara y de forma gratuita —le dije, sus ojos se achinaron al reír, pude notar como dos hoyuelos se marcaron en su mejilla. Lucía tierno cuando reía. —¿Que hay de tu vida?

—Igual que siempre, nada nuevo -tomó asiento el la otra silla-¿Qué hay de ti, Edna Moda?

—¿Cuando dejaras de llamarme así? —cuestione divertida.

—Cuando por fin me digas tu nombre. —se encogió de hombros— El día que te dije el mío fuiste bien grosera, me lastimaste —bromeo, poniendo ojos de cachorrito.

Solté una fuerte carcajada por sus expresiones —. Me llamo Hadley —me presente. Sonrío triunfante—, ¿que sucede?

—Ya lo sabía, escuche a la loca de Elena llamarte y a la otra chica —le di un leve golpe en el hombro por haber llamado así a la chica. —¡Auch! —se quejó.

—No le digas así —. Reprendí—Y, si ya lo sabías, ¿porque seguías preguntando?

—Primero lo segundo; quería que me lo digieras tu misma —explicó—Y, lo primero pues, eso es verdad.

—No lo es —defendí.

—Ok, si tu lo dices que no lo es, no lo es —extendió, la manos en señal de paz.

—No me digas lo que quiero escuchar —me queje, se lo confusa que puedo llegara a ser.

—Ok, no lo dire —siguió, con una sonrisa burlesca y divertida. Lo fulmine con mi mirada, haciéndolo reír aun más.

Su sonora risa y a la vez ronca logro contagiarme, parecíamos un par de retrasados riendo a la nada. Un par de retrasados que de pronto se completarían unos a otros.

***

Hasta aquí a llegado este capítulo, espero que les haya gustado.

¿Que les ha parecido? Cuéntenme en los comentarios.

¡Los quiero, bye! 😘

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