Capítulo 2
Hadley Pearce
Mamá no paraba de sollozar, rogando para que no me fuera. Siempre ha sido muy emocional, eso me diferencia de ella. Somos polos opuestos, pero congeniamos bien. En la única situación que soy extremadamente emocional es cuando me enganchó con un libro o serie. Y, en esos casos mamá es la fría.
—Deja de llorar, mamá —la console nuevamente—La gente te esta viendo, probablemente aparecerás en las revistas de farándulas llorando con el titulo «Madre arma show por dejar a su hija de diez y siete años en su instituto», tú sabes que nadie se mira bien llorando. Ahorita acabo de ver una camara a lo lejos. Hay mucha gente refinada aquí. —mentí, pero funcionó. Se enderezó rápidamente y movió su cabeza como ventilador, de lado a lado. En busca de la dichosa cámara, no existente.
—No hay ninguna cámara. —Se quejó—No me mientas, Hadly.
—No me llames así en público, mamá —alargue la última palabra, ella me interrumpió arroyándome en sus brazos fuertemente.
—Me estas asfixiando, te vas a quedar sin hija Grace Whittle.
—No seas tan exagerada, Hadley Elizabeth.
—Lo mismo te digo. Yo se que esto no es nada fácil, créeme. Estoy haciendo el mayor esfuerzo para mantener mi margen insensible intacto. —admití—. Pero hemos podido hacer muchas cosas juntas, y esta no sera la excepción, no estaremos juntas todos los días de la semana, pero estaremos en contacto haciendo llamadas. Esto no sera ningún obstáculo para nuestro imperio Whittle. —aliente.
—Me estas haciendo llorar otra vez. —sollozo—Tienes razón, esto no detendrá nuestro imperio.
—Te amo —exprese—Eso no va a cambiar nunca.
—Yo te amo más, cariño —nos dimos el último abrazo y el más largo de todos, para luego verla subirse al coche y casi arroyar un grupo de muñequitos plásticos que se metieron en su camino, por suerte logro frenar a tiempo. Por las caras de ellos creo que vieron la muerte pasar por su cara, y les doy todas mis condolencias porque admito que Grace Whittle es un desastre a la hora de conducir.
—¡Dile al vecino que te enseñe a manejar! —exclame, formando un megáfono con ambas mano. Ésta sacó la cabeza por la ventada y me fulmino con la mirada. Pidió disculpas y salió hecha un rayo de aquí. Solté una fuerte carcajada, mientras sacaba mi celular y le enviaba un mensaje de texto.
En estos días le he visto mucha química con nuestro vecino de la casa al lado de la nuestra. Se mira que es un buen hombre y la verdad ya es hora de que ella también pueda rehacer su vida. Lo único que deseo es que ella pueda ser feliz.
—Oye, rockerita—por sentido común supe que me hablaban a mí, levante mi vista encontrándome con un el grupito que mamá casi arroya, dos chicas, una rubia y otra pelirroja, colgando de los brazos de dos chicos; uno de castaño claro y otro pelinegro.
Rodeo los ojos con impaciencia.
—¿Ricitos de oro? ¿Ya regresaste de comerle la comida a los tres ositos?
—Muy graciosa —ironizó con su voz chillona, la rubia—. En vez de estar haciendo tus chistes absurdos, enséñale a manejar a tú madre.
—No estaría mal —admití—pero, ¿sabes que suena mejor? que te metas en tus propios asuntos.
—Odiosa —resopló la chica pelirroja.
—Lo se, puedo llegarlo a ser. —asentí repetidamente, arrugando mi nariz. Escuche como ambos chicos reían y dirigí mi vista hacia ellos, al instante ambas chicas los reprendieron y se detuvieron, reprimiendo un sonrisa.
Tome mis valijas, abriendo paso hacia la entrada del instituto. Pesaba demasiado, llevaba una maleta solo de libros, y otras tres de ropa. Un poco exagerada, pero no me quedaría sin mis libros.
La cafetería estaba completamente llena de personas de mi edad, unos cuantos eran dos años aproximadamente menores que yo. Logre tomar una mesa y en ella acomode mi equipaje, me acerque al mostrador por algo de comida, el estomago me empezaba a rugir. Había una gran fila para poder ordenar, pero me sacrifique en a hacerla.
—Buenos días, ¿qué se le ofrece? —luego de unos largos diez minutos aproximadamente, la chica detrás del vidrio me atendió, me dedicó una sonrisa amigable la cual decidí imitarla.
—Buen día, una malteada de chocolate, por favor.
—En un momento estará —pague y de inmediato me dirigí a mi mesa, ésta afortunadamente tenia una vista perfecta al campus, debía admitir que es muy bonito, pero no siento que pertenezca aquí.
O tal vez solo soy yo, como siempre, sintiéndome inferior a los demás.
La chica de hace un momento apareció luego de unos minutos con mi orden en manos. Mientras tomaba mi malteada abrí un libro que tenía en pausa, casi no había podido leer debido al trabajo en la cafetería, no tenía ni un rato libre, pero mereció la pena. Este mes las cuentas estuvieron mejor y pudimos pagar algunas deudas.
El sonido de un equipaje caerse contra el suelo hicieron que desviara mi vista de mi lectura. Toda la ropa de una chica pelinegra se esparció por doquier. Me sometí a una batalla mental en si ayudar o quedarme justo donde estaba, pero al fin y al cabo no soy tan mal persona. Recogí algunas prendas que estaban cerca.
—Muchas gracias —agradeció, la chica encontrándose con mi mirada. —Esta estúpida maleta ya no sirve.
—No hay de que —respondí—¿Ya no hay nada más tirado?
La chica miro a su alrededor buscando con la mirada y asintió con simpleza. —Espero que si...
—Elena —la chica volteó rápidamente hacia alguien, por lo que asumí que ese era su nombre—¿me puedo quedar con este bra? —el chico se lo extendió con una ceja elevada con picardía.
—¡¿Qué te pasa idiota?! —Exclamó ésta, arrebatándole el sostén de las manos y empujándolo fuertemente.
—Tú eres la que anda repartiendo tu ropa interior por todo el comedor.
—Y tu, tu idiotez. —El chico me recorrió con la mirada de pies a cabeza, mordiéndose el labio inferior.
—Nada mal —comento para sí.
¿Y este que?
—No poder decir lo mismo.
—Todas caen y tu no serás la excepción —Susurro acercándose a mi oído.
—Lo que se caerá serán tus huevos de la patada que estoy a punto de darte y no sales de mi vista. —Su mirada cambio drásticamente al ver que no estaba bromeando, paso por mi lado chocando su hombro con el mío .
—Que enojada tu amiguita, Elena. —Le soltó a la chica pelinegra—Me recuerda a ti cuando recién nos conocimos.
—Que te jodan, Miller.
Este sonríe de lado y se aleja por fin. Si este lugar esta lleno de personas como él y el grupo de muñecos de plástico de hace un rato, esto sera una tortura.
—Muchas gracias, nuevamente —sonríe algo apenada y logro ver como se le forma un pequeño hoyuelo por su barbilla, lo que la hace ver algo tierna a pesar de tener una apariencia de chica ruda. —Miller es un patán.
—No hay de que.
Force un sonrisa, no quería aparentar ser tan apática.
— Soy Elena Martini, ¿y tú?— cuestionó y me tendió la mano.
—Mucho gusto. Hadley Pearce —dije mientras aceptaba su mano.
Me dirigí de nuevo hacía la mesa en donde estaba minutos antes, pensando que la conversación quedaría hasta allí, pero para mi sorpresa Elena me siguió.
—¿Puedo sentarme aquí por un rato? —cuestiono.
—Claro, no hay problema.
Aparte algunas cosas de la otra silla para que pudiera hacerlo. Y volví mi vista a la lectura en la que estaba.
—¿Eres de primer ingreso? tu rostro no se me hace conocido.
Su voz hizo que levantara la vista, ella me observaba curiosamente. Vaya memoria, porque hay decenas de personas aquí y aun así puede distinguir quienes son los nuevos.
—Si, lamentablemente —suspire.
—¿Por qué tus padres te enviaron aquí? —se cruzó de brazos
Que curiosa, pensé, pero tal vez solo trata de ser amable. Pensé antes de responder, la verdad no tenía una explicación tan elaborada del porque Marcus quiso que estuviera aquí. Solo le apeteció entrometerse en nuestras vida y ya.
—Ni idea, solo me llegaron con la noticia semanas antes de que terminara el otro instituto.—respondí— Mi... —calle automáticamente, ni de coña le diría padre — Estan algo chiflados.
Concluí. Elena no pareció darse cuentas ya que solo soltó una pequeña risa por mi comentario final.
—Los míos también lo están, pero más mi padre. El le dio a mi madre la idea y ella no pudo oponerse. Estoy aquí desde pequeña.
Bueno, tenemos algo en común. Unos padres chiflados y una madres que no pueden interceder por nosotros. No quise preguntar nada más, lo mire algo privado para estar hablando de ello con solo unos pocos minutos de habernos conocido.
—¡Elena! ¿recogiste la ropa?—un chico alto, ojos color marrón y de cabello negro, se acercó a la pelinegra frente a mí
—Si, si no te preocupes Hadley me ayudo—respondió serenamente.
—¿Quién es Hadley? —el chico frunció el ceño, confundido
—Ella —me señalo—Hadley él es Thomas mi hermano, Thomas ella es Hadley —nos presentó.
—Lindo nombre —dijo el chico con una sonrisa.
—¿Gracias? —comente, dudosa.
—Lo siento, la verdad es que no se que decir cuando me presentan, eso fue lo único que se me vino en mente.
—Te entiendo, soy igual.
—Gracias por ayudar a este murciélago. Si necesitas ayuda en algo cuenta conmigo.
—No fue nada, pero lo tomare en cuenta.
—Lo mismo dijo yo, muchísimas gracias. Si no hubiese sido por ti, todos hubiesen visto mi ropa interior por todos lados.
Reí por lo bajo.
—Cuenta conmigo, pero cobro por favores —bromee.
Los chicos soltaron una sonora carcajada, eran agradables. Empezaron a ponerme al tanto de como eran las cosas aquí, además, comentaron el porque estaban aquí. Al parecer su madre enfermo hace un tiempo y su padre pasaba muy ocupado con su trabajo para ocuparse de ellos. Y que ya hace cinco años en este encierro, no se como siguen cuerdos.
—¡Dios! —se quejo la pelinegra de repente—Pense que ya no estarían —Elena volteó hacia un grupo de chicos , uno era de cabello ondulado, algo parecido al de Shawn Mendes, solo que de un tono castaño claro sus ojos eran de color hazel, otro era ojos gris de cabello negro y el tercer era un chico pelirrojo con ojos miel. Traían 3 chicas una en cada brazo de ellos, una era de cabello castaño rubio de ojos color miel, la otra era pelirroja con ojos marrón y por último era una chica pelinegra de ojos marrones. Era el grupo de hoy, solo que antes no estaba el pelirrojo y la chica pelinegra.
—Lo mismo yo—Thomas tomo asiento
—Eso era muy bueno para que fuera realidad Thomas —sinceró la pelinegra.
—Ellos son el típico grupo de populares ¿no es así? —pregunté con un tanto de curiosidad.
—Exacto—Elena tomo asiento—Son el típico grupo de populares, el que tiene cabello castaño claro se llama Adrián es el capitán del equipo de soccer y los otros dos son sus secuaces; Iván el pelinegro de ojos grises y Luka el pelirrojo ojos miel. Salen con las porristas, la de cabello castaño rubio es la capitana, Emma, y las otras son sus secuaces; Susan la pelinegra de ojos marrones y Lana la pelirroja de ojos marrón. Emma sale con Adrián, Lana con Iván y Susan con Luka.
Dios mío, en tan poco tiempo ya me pusieron al tanto de un demasiadas cosas.
—Hoy mi mamá casi los atropella y se fueron a quejar conmigo. Son irritantes.
—Demasiado diría yo —corrigió la pelinegra, volviendo a girarse a hacia nosotros, chocando los puños conmigo. Thomas rodó los ojos y su mirada viajo por unos minutos donde estaban ellos, pero no los observaba a ellos, si no una chica en especifico.
—No sé por qué, pero tengo el presentimiento que a Thomas le gusta una de esas chicas—volteé hacia Elena
—Obvio no —se sobre exaltó de inmediato, y empezó a negarlo en repetidas ocasiones
—Vamos Thomas deja de negarlo a ti te encanto Emma desde que la viste —insistió su hermana.
—Ok puede que si me haya atraído al principio pero eso quedo en el pasado —suspiro y volvió a ver hacia ella—Tiene actitudes muy desgastantes.
—Como tu digas —ironizamos en unisono.
—Ya, ¡no molesten! —se quejó.
Thomas era muy guapo la verdad, era alto y delgado, sin embargo; se notaba que hacia ejercicio, era pelinegro como su hermana a diferencia que su cabello era revuelto y ojos negros con la mirada parecida a la hermosura de Henry Cavil. Su gemela era casi igual que el a diferencia que los ojos de ella eran un tanto más claros que los de él y que no era tan alta como su hermano, ella era de estatura media como yo. Y si, eran gemelos. Sus padres hicieron una linda combinación, no los conozco pero lo asumo.
En mi caso yo soy una mescla de Marcus y mamá, pero lastimosamente me parezco un tanto más a Marcus. Su mismo cabello castaño oscuro, lacio pero a la vez con algunas ondas. Y sus ojos marrones oscuros, hubiese querido heredar los ojos miel de mi madre, pero no se pudo. Toco soportar.
Thomas se fue con sus amigos y Elena se ofreció para darme el recorrido por el instituto, era enorme y algo moderno. y, a decir verdad no estaba tan mal como me lo imaginaba. Más porque tenia una biblioteca gigantesca y por lo poco que pude verla no solo tenia libros viejos.
—Y pues, ¡esto es ¡Denverli! —gritó, extendió las manos al aire.
—No es tan malo como me lo imaginaba —comente, sonriendo.
—Lo sé.
El timbre empezó a resonar por todo el lugar.
—¿Qué sucede? —cuestione algo confusa
—Hay una reunión, el director seguramente nos indicara cual es nuestras habitaciones. Ven —la seguí hasta la sala de reuniones.
—Buenos tardes jóvenes en este momento los ubicaremos en sus habitaciones, pero para eso necesito que hagan una fila acá las chicas y por aquí los chicos —indicó—. Para los de primer ingreso se les comunica que los chicos y chicas duermen en diferentes habitaciones y no se permite que los chicos entren a las habitaciones de las chicas ni las chicas entren a las de ellos, sin más que decir Lucia les entregara un papel —dicho eso se fue.
—Ojalá me toqué compartir dormitorio contigo —Elena sé voltio hacia mí—Hasta ahora eres con la única chica que he interactuado desde hace mucho tiempo, solo había conocido chicas irritantes. —reí.
—De verdad que si, por lo que veo la mayoría son así —le di la razón—Oye una pregunta ¿con cuántas personas se comparte la habitación?
—Siempre han sido tres personas por habitación. —asentí.
La secretaria nos dio un papel a cada una, en su interior se encontraba el número de habitación
—¿Qué número te salió? —pregunto, ansiosa.
—Me toco la número 3, ¿y a ti?
—7 —Pronunció disgustada.
—No puede ser, voy a... —me interrumpieron
—¡A las chicas de la habitación 3 vengan conmigo! —nos llamo la secretaría.
—Me tengo que ir, te buscare e un rato —me despedí y seguí a la secretaria.
—Oye Lucia, ¿qué hace aquí esta chica? —cuestionó la chica castaño-rubio que si mal no recuerdo se llamaba Emma. Me miro disgustada, por lo que rodee lo ojos.
—Ella compartirá habitación con usted señorita Emma —la cara de la chica fue todo un poema y no pude evitar reírme
—¿De que te ríes? —gruño , molesta. Elevando mis ganas de reír.
—Deja de reírte —exigió una de sus amigas.
—Haber niñas yo no les tengo que pedir permiso para reírme ¿o si? —la chica permaneció en silencio.
—Lucia yo no puedo compartir cuarto con esta chica —se quejo, como niña caprichosa, bueno eso era.
—Según usted, ¿Por qué no puede compartir cuarto con ella? ni la conoce.
—Usted lo dijo, no la conozco. Siempre me ha tocado compartir cuarto con Susan y Lana. Y, ahora dejan a Lana fuera y meten a una desconocida, además mírela, no se parece nada nosotras —cuando dijo lo último me enoje mucho
—Mira niña prefiero ser así que ser una niña mimada como tú que es más lo que grita que lo que habla —digo con desdén, algo que me desagrada muchísimo es que una persona se sienta superior a otras.
—Ya niñas no pelen. Y tú, Emma deja de juzgar a las personas sin antes conocerlas y usted también señorita Hadley —reprendió la secretaria
—Yo solo me defendí—puse cara de inocente y Emma me fulmino con la mirada
—Bueno ya, señorita Pearce pase y ubíquese en su recámara e igual ustedes, señoritas —indicó, abriendo la puerta como señal.
—Pero...
—Pero nada ya entren —les interrumpió, Lucia. A regañadientes, le obedecieron y entraron.
Yo me limite de hablarles y me tumbe en una de las tres camas, elegí la que tenia una ventada al lado. Estuve unos minutos así con mi celular, después opte por organizar mis cosas y darme un baño para relajarme. Me cambie y cuando salí hallé a Susan husmeando entre mis cosas.
—¿Se puede saber que estas haciendo? —ésta se sobre exalto dejando caer uno de mis libros.— ¿No le enseñaron a la princesita a no tocar las cosas de los demas?
—No estoy haciendo nada.
—Si, claro —ironicé—. Si te vuelvo a ver tocando mis cosas te juro que te arrancare extensión por extensión —advertí, recogiendo el libro y poniéndolo nuevamente en su lugar.
—¿Me estas amenazando?
—No se, dímelo tú. —Me encogí de hombros.
Susan rodó lo ojos y salió de la habitación, dejándome a mi sola. Las habitaciones no eran tan pequeñas, tres camas por separado, no en litera como pensaba. Cada una tenia una mesa de noche con una lampara y un escritorio con una laptop incluida. Por otro lado, se encontraba el baño, este si se compartía. Roperos en sí solo estaba uno y al igual era compartido, cada cama traía gavetas por debajo así que allí se guardaba el ropaje.
Recordé que había quedado de verme con Elena, decidí salir. Ella me había dado un recorrido por todo el instituto, pero la verdad que ya se me olvidado de lo grande y todos los pasillos que hay. Probablemente me perdería pero daba igual, eso es mejor que estar con un par de descerebradas. Abrí la puerta, encontrándome con un chico castaño claro, uno de los populares.
Su puño quedo en el aire, al parecer iba a tocar en el momento que abrí. Sus ojos reflejaban confusión al verme allí.
—¿Qué haces aquí? —preguntó.
—Saliendo, ¿no ves? —solté, agobiada. ¿No me podia chocar con alguien más que no fuesen estos muñequitos plásticos?
—No me digas —ironizó, sonriendo—. Me estoy refiriendo a que por que estas aquí. —explicó—¿Entraste a matarlas? —soltó de repente.
—Pues no se, mira por si mismo. —abrí la puerta, y este se asomó ingenuo.—Claro que no idiota, puedo ser de todo menos asesina.
—Das la apariencia —indicó, con su barbilla.
—¡Dios mío! Hay alguien aquí que no juzgue por las apariencias. —Hable a mi misma, tomándome el cabello con frustración.
—Cálmate, solo bromeaba.
—¿Desde cuando tanta confianza? Ni te conozco para empezar. —Cerré la puerta a mis espaldas y empecé a caminar lejos de allí.
—¿Quieres que me presente? —cuestionó, siguiéndome el paso. No hubo respuesta alguna de mi parte así que se presento de todas maneras. —Adrián Howard.
Detuvé mi paso y me voltee hacia a él, encontrándome con sus ojos. No me había fijado en toda esta media... ¿conversación? en ellos, eran de una combinación entre verde y cafe claro, lograban hipnotizarte.
—Gracias por el dato, que no pedí y ni me importaba —. Declare, sonriéndole a medias.
—¿Por que tan ruda, Edna Moda? —cuestionó, sonriendo con malicia.
—Simplemente lo soy, Johnny Bravo —contraataqué.
Río de perfil, mientras se relamía los labios. Volvió a encontrar con mi mirada y dijo—Me caes bien.
—Lastima que no puedo decir los mismo. —Sonreí ampliamente, y me di la vuelta para continuar con mi camino, esta vez no me siguió. Simplemente grito algo que no pude escuchar ya que me encontraba lo suficientemente lejos de él.
—Definitivamente siguen igual de irritables —comentó, la pelinegra. Le había contado todo lo sucedido hace unas horas, y pues al parecer ellos tampoco eran de su agrado.
Teníamos varias cosas en común, pero también había otras en las cuales opinábamos totalmente diferente. ella no era como las demás chicas que había visto en todo este instituto. Era como una Bellota de Las chicas superpoderosas.
—Oye, ¿ya hiciste tu maleta para ir al campamento?
—¿Qué campamento? —cuestione.
—Todos los años vamos a un campamento para darle una bienvenida a el año escolar. Nos quedamos tres días allí, hacemos actividades. Y, pues cuando regresamos ya son a las misma aburridas clases de siempre. —Explicó.
—No suena mal.
—No lo es, lo único malo es que te hacen levantarte temprano durante estamos allí. —indicó.
—¿Qué? no con eso si esta todo mal. —me queje— ¿Levantarme temprano? Eso no va conmigo.
Elena soltó una sonora carcajada.
—Se me había olvidado comentarte que aquí tenemos una salón establecido. No es como en otros institutos en los que tienes que ir de salón en salón, aquí forman un grupo de alumnos que cursan el mismo año y los juntan. Y, los maestros se encargan de llegar al salón, no tú.
—Mejor guía no me pudo haber tocado. —sonreí—En serio, muchas gracias por todo.
—No es nada, además tú me pareces agradable. —Se puso de pie, y me extendió la mano. Habíamos pasado hablando en las mesas del campus. Thomas no había vuelto a acercarse.
Mamá había marcado un millón de veces y creo que un millón era muy poco. Margaret y Tita igual, mi celular no había parado de sonar en todo el día. Pero ni una de esas notificaciones era de Marcus, había estado bien sin él en todos estos nueve años, pero desde el día que volvió no había podido dejar de pensar del por que lo hizo.
Era muy extraño que de un día para otro decidiera volver y meterme en un internado. Si. Era muy desconfiada lo que es una arma de doble filo. Ser muy confiada te expone ante los demás, pero a la vez te hace poder socializar de una manera más abierta y libre. Mientras que ser como yo lo soy, es un caso muy especial. El ser desconfiado te hace sobre pensar mucho las cosas y no descansas, no del todo.
—Vamos, te ayudare a hacer tu maleta —jaló de mi brazo y me arrastro hasta mi habitación.
—¿No crees que una maleta es mucho para tres días? —inquirí.
—No. No lo es, recuerda que tienes que llevar varios cambios de ropa, tus libros obvio. Emm—se detuvo a pensar— ¡Oh! —exclamó, yendo hacia el baño. —¿En que casillero están tus cosas? —gritó estando desde allá.
—El de en medio —me tumbe en un pequeño sillón, a su espera. Elena regreso con mi bote de champú en manos y una toalla. —¿Todo eso?
—Si, señora —afirmó, mientras acomodaba las cosas dentro de la maleta—Mujer prevenida vale por dos.
—Eso si.
Después de un rato, finalmente cerró la maleta del todo. Si hubiese sido yo, solo hubiese llevado lo primero que encontrará. Debo admitir que soy muy perezosa para eso de empacar, todas estas maletas me las hizo mi madre, yo solo forme la de libros.
—¡Listo!
—Parece que me ire a quedar allí por un mes —bromee.
—Probablemente, si. Pero es mejor que te sobre a que te haga falta algo.
—Qué sabia que has estado.
—Obvio, mi reina —lanzó un beso al aire y se echo en el otro sillón. —¿Dónde estarán las Lovely boo? —ese era el apodo de Elena hacia ellas, nada mal.
—Ni idea, pero mejor que no estén aquí.
—Cierto —permanecimos en silencio por un rato, para mi sorpresa no fue incomodo. Ella sacó su celular y empezó a teclear sin parar, sonriendo.
—Límpiate, se te esta cayendo la baba —decidí molestarla, ésta me dio una mirada rápida y volvió hacia el celular, tecleo un par de veces más y lo soltó.
—Es Matthew, el mejor amigo de Thomas. Llevamos saliendo hace dos años —comentó—Al parecer llegara hasta mañana.
—¿Como se lo tomó Thomas cuando empezaron? —quise saber, a veces podría llegar a ser algo curiosa, pero cuando logro saber finalmente lo que quiero me lo quedo para mí misma. No se lo comento a mundo y Reymundo.
—Nada, él es muy neutro en todo esto. Lo único que si nos advirtió fue que si en dado caso dominásemos, no le obligásemos a estar a favor de ninguno de los dos.
—¡¿Qué hace esta aberración en mi habitación?! —chilló, la rubia en el instante en el que entro.
—Emma, ya ¿si? —Adrián, el cual venia a su lado, intento calmarla.
—No me digas que me calme —le reprendió, éste solo rodó los ojos irritado y apartó su mirada de la escena—Sal de aquí —le ordenó a Elena.
—Esta es mi habitación también, si no lo recuerdas —respondí—, yo también puedo decidir quien entra aquí.
—No lo creo. Eres nueva y ya crees tener el poder de todo aquí. Ubicate.
Reí sin ganas. —Por favor, yo lo único que estoy haciendo bajándote los pies a la tierra. La falta te gravedad te puede afectar, ¿sabes?
—Te odio.
—Pues que bueno, porque nunca intente caerte bien o que me amaras. —aseguré—Si ella se va, él también se va —los señale a ambos, Adrián y Elena.
—Eres una...
—Cuidado con lo que dices, que te quitó extensión por extensión como le dije a Susan.
Advertí. La verdad es que en vez de estar enojada, me divertía haciéndola enojar, encontré un nuevo hobby. Emma soltó un gruñido y salió de la recamara enseguida.
—¿Que esperas? —le pregunte a Adrián, el cual aun se encontraba allí—. Ve por ella, príncipe azul.
El castaño rio por lo bajo, rascando su ceja. Se esfumó sin formular ni una solo palabra, dejando a solas a Elena y yo otra vez.
—¡Queen! —exclamó la pelinegra, llena de euforia—Sin duda nos llevaremos bien.
Entre mis planes al venir a Denverli no esta conseguir amigos, nunca a sido una de mis necesidades. Pero, eso podría cambiar. Se que mi carácter a veces puede llegar a ser algo irritante, por lo que muchas personas deciden alejarse y me he acostumbrado a eso. Espero esta vez sea distinto.
***
Hola, hola, querid@s lector@s.
Hasta aquí a llegado este capítulo. Así fue el primer día de Hadley en su nuevo instituto, algo intenso. Entre lo que va de esta historita, irán conociendo mejor a Hadley y a los demás.
Espero les haya gusta, me ayudarían demasiado votando por el capítulo y se los agradecería demasiado
Por otro lado, cuentenme ¿Qué les a perecido?
¡Hasta la próxima!
Los quiero😘
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