Capítulo 15 - Cenizas
♪...What's left to say?
These prayers ain't working anymore.
Every word shot down in flames.
What's left to do,
With these broken pieces on the floor?
I'm losing my voice calling on you...♫
♪...'Cause I've been shaking
I've been bending backwards 'til I'm broke
Watching all these dreams go up in smoke...♫
Ángel creyó necesario que su tío, el padre Pancho, supiera todo lo concerniente a lo que le habían hecho Israel y Marisol durante aquellos años, y las acciones que se estaban preparando para hacerlos pagar por sus delitos. El padre Pancho montó en cólera, y más aún cuando Ángel le reveló que había sido víctima de violación por parte de Israel durante todo ese tiempo. El anciano quedó muy afectado y lamentó no haber estado más al tanto de su sobrino. Benjamín y Ángel tuvieron que emplear gran esfuerzo para impedir que llamara por teléfono a Marisol para insultarla y pedirle explicaciones. El sacerdote acabó por entender que si actuaba de modo tan precipitado, podría alertar a Marisol y a Israel, poniéndolos al tanto de los planes que se estaban llevando a cabo contra ellos, pero igualmente siguió furioso y sintiéndose culpable.
A Ángel le sorprendió no ver a Felicia en su ajetreo en la cocina. En su lugar estaba Bibi. Mientras el padre Pancho se retiraba a descansar, alegando tener un fuerte dolor de cabeza, Ángel se aproximó a Bibi y le preguntó si Felicia estaba enferma. La joven suspiró y luego de servir unas tazas con una infusión de hierbas, le contó a Ángel lo sucedido en la familia de su futuro esposo:
_ Felicia y yo estábamos haciendo limpieza en la casa para la fiesta del Día de Muertos. Estábamos en la habitación de Chuy y entonces..._ hizo una pausa, como si le costara mucho explicarse._ encontramos algunas cosas.
_ ¿Qué cosas?_ preguntó Ángel con mucho tacto.
_ Pues... unas revistas.
_ ¿Qué clase de revistas? ¿Pornográficas?
_ Si, pero no como se suponía que debían ser.
_ ¿Te refieres a...?_ quiso decir Ángel, tanteando las palabras.
Bibi bajó la voz lo suficiente para que el chico apenas la escuchara:
_ Eran revistas como las que te gustarían a ti, por ejemplo.
_ ¿Porno gay?_ casi exclamó Ángel también en susurros.
_ Felicia quedó muy mal tras ver aquellas cosas. Sabes lo que piensa Patricio acerca de esa clase de personas. Tú mismo has sufrido en carne propia su rechazo.
_ ¿Y qué hizo Felicia?
_ Esperó a que Chuy regresara del trabajo y trató de hablarle. Siempre supimos que Chuy guardaba un secreto, que ocultaba algún secreto, pero jamás se nos ocurrió que fuera algo así. Felicia intentó que se sincerara, que le dijera la verdad. Solo quería decirle que a pesar de todo ella era su madre y lo amaba, fuera como fuera. Pero Chuy enfureció. Recogió todas sus cosas y se marchó de la casa. Desde hace días nadie sabe donde está.
Ángel fue a visitar a Felicia no bien salió de la casa de su tío Pancho. La mujer lo recibió con lágrimas en los ojos, y cuando lo abrazó se echó a llorar de modo desconsolado. Ángel hizo su mayor esfuerzo por confortarla.
Se sentaron en la humilde sala de estar, y Felicia le contó los últimos acontecimientos:
_ Chuy me llamó hoy por teléfono. Me pidió perdón por haber reaccionado de esa manera cuando intenté hablarle. Me dijo que lamentaba no haber sido un mejor hijo y haberme decepcionado. Yo le dije que nunca me había decepcionado, que yo siempre iba a quererlo a pesar de todo, y que seguía siendo tan hijo mío como Nico y Polo. Pero me dejó claro que su padre no pensaría lo mismo si supiera lo que él era, y prefería marcharse lejos antes que saber que su padre descubriera lo que era y lo odiara por ello. Me dijo que estaría bien, y que siempre estaría en contacto conmigo, pero que no pensaba regresar.
Tomó una mano del jovencito que la escuchaba en silencio, y la apretó afectuosamente:
_ Y me pidió que te dijera algo a ti.
_ ¿A mí?_ se sorprendió Ángel.
Chuy siempre había sido muy escurridizo y arisco con él, evitándolo todo el tiempo, mirándolo con la misma reprobación que su padre, Patricio. Por ello le sorprendía que le hubiera dejado un mensaje con Felicia:
_ Chuy me pidió que te dijera, que lamenta mucho haberte tratado como lo hizo en el pasado. Es solo que tú le recordabas lo que él era y que no deseaba ser. Verte a ti era como verse ante un espejo, y eso lo enfurecía, le hacía sentir mal y odiarse a sí mismo. Pero en el fondo siempre te envidió y admiró, porque tú nunca te escondiste, siempre fuíste auténtico. Me rogó que te dijera, que de todo corazón, espera que seas feliz con Benjamín, y que pase lo que pase, y te digan lo que digan, nunca cambies. Nunca dejes de ser tú.
Ángel abrazó a Felicia, y le dijo entonces:
_ Sé que no es suficiente y que no compensa en nada. Pero sabes que en mí tienes un hijo que te quiere y te respeta, y que siempre estará para ti.
_ Lo sé, mi niño, lo sé._ sollozó Felicia aferrándose al chico y besándolo en los cabellos.
******************
Días después la academia fue sacudida con una noticia nada agradable. Dalilah había sufrido un terrible percance, cayendo por una escalera y estaba hospitalizada con fracturas severas en las piernas y la columna. Según los chismes que rondaban por los pasillos de la institución, todo había ocurrido en la casa de Dante. La chica se había presentado de imprevisto y descubrió al joven con otra muchacha en la cama. Todo indicaba que habían tenido una gran discusión, y en el ardor de la pelea, estando en lo alto de la escalinata de la mansión del joven, este acabó empujándola accidentalmente, haciéndola rodar por la gradería.
Dalilah estaba internada en una de las mejores clínicas privadas de la ciudad y los pronósticos médicos no eran nada positivos. Los daños en su estructura ósea eran verdaderamente serios, y tardaría mucho en recuperarse, por lo que su carrera de bailarina, podía darse por acabada.
En cuanto a Dante, estaba bajo investigación policial. Sus padres habían contratado a los mejores abogados y estaban haciendo hasta lo imposible por limpiar la imagen de su hijo, quien estaba siendo acusado de intento de homicidio por parte de los padres de Dalilah:
_ No hay dudas de que el mal se destruye a sí mismo._ dijo Roxana con una mueca.
_ Cuando lo dices de esa manera suena horrible._ se quejó Luciano.
_ Casi siento lástima por Dalilah._ suspiró Kay._ Debe ser espantoso ver como tus sueños y proyectos se van a la mierda así de fácil.
Y chasqueó los dedos. Roxana entornó los ojos:
_ Pues a mí no me da lástima ninguna. Ella era una persona horrible, que siempre le hizo daño a los demás, sintiéndose superior, humillando a los que consideraba inferior a ella. Y Dante, ese siempre tuvo alma de psicópata, oculta bajo su cara bonita.
Benjamín suspiró. Ángel le acarició una mejilla:
_ ¿Te sientes mal por lo de Dante y Dalilah?
_ No puedo decir que me alegro por lo que están pasando, pero tampoco puedo negar que me afecta. Es como dice Kay. Es terrible estar tan cerca de alcanzar una meta y que esta se te vaya de las manos. Dalilah era una persona horrible, es cierto, pero era una bailarina talentosa y prometía tener un gran futuro en el mundo del ballet. Y ahora eso solo será un recuerdo. Me pongo en su lugar y creo que me volvería loco si me pasara algo así. O a ti.
Miró su teléfono ya que acababa de recibir un mensaje. Era de Brenda, y le pedía que acudiera corriendo a la recepción de la academia:
_ ¿Qué habrá ocurrido?_ preguntó Ángel siguiendo a Benjamín.
_ No lo sé, pero espero que no sea nada grave.
Brenda estaba de pie en la entrada de la institución, junto a Sergio y a Kenia, quienes vestían ropas de calle. Benjamín sintió un ligero estremecimiento recorriéndole de pies a cabeza:
_ ¿Qué sucede?_ preguntó.
Sus temores de que algo malo estaba pasando aumentaron cuando advirtió que los tres jóvenes tenían los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas. Sergio y Kenia abandonaban la academia. La chica estaba embarazada y se negaba a abortar al bebé. Sergio había decidido asumir su responsabilidad de padre y renunciar a su carrera de bailarín para casarse con Kenia cuanto antes y convertirse en esposo y padre:
_ No es justo que yo siga adelante cuando ella ya no podrá. Estamos juntos en esto, y juntos lo afrontaremos.
_ ¿Y en serio quieren hacerlo?_ preguntó Benjamín._ Son demasiado jóvenes para convertirse en padres.
_ Mis papás no aprueban el aborto._ explicó Kenia enjugándose las lágrimas._ Y yo tampoco. Si Sergio y yo tuvimos la madurez para meternos en este rollo, pues tendremos la misma madurez para afrontar las consecuencias. Ya hablamos con nuestros padres. Matricularemos en una carrera universitaria y Sergio comenzará a trabajar en la empresa de mi papá. Nos vamos a casar dentro de un mes. Esperamos que estén con nosotros ese día.
Brenda abrazó a la chica:
_ Por supuesto que estaremos allí con ustedes.
_ Y cuando nazca el bebé queremos que ustedes dos sean los padrinos._ anunció Sergio con lágrimas en los ojos, señalando a Brenda y a Benjamín.
_ Eso está de más que lo digas, pinche cabrón._ dijo Benjamín tirando de él para abrazarlo._ Te voy a echar muchísimo de menos.
_ Prométannos que van a ser unos grandes bailarines._ rogó Kenia._ Que van a alcanzar sus sueños por ustedes y por nosotros.
_ Así será._ dijo Brenda limpiándose las lágrimas del rostro._ Y estoy segura de que ese niño o niña que esperan, hará realidad el sueño de sus padres, y se convertirá en el gran bailarín o bailarina que ustedes no pudieron ser para que él o ella tuviera un lugar en este mundo.
Siguieron a la pareja que se alejaba rumbo al auto que los esperaba parqueado en la calle, y que se alejó por la calzada. Brenda reclinó la cabeza sobre un hombro de Benjamín, sollozando quedamente. Ángel abrazó a Benjamín, que trataba de controlar las lágrimas para que no fluyeran, pero era demasiado tarde. La partida de Sergio y Kenia le dejaba un gran vacío en el corazón.
******************
Un par de días después, Benjamín y Ángel acudieron a la boda de Bibi y Nico, oficiada por el padre Pancho. Fue una ceremonia muy bonita, aunque la familia seguía afectada por la ausencia de Chuy. La fiesta fue celebrada en la plaza frente a la iglesia, adornada con guirnaldas, globos y flores. Un grupo de mariachis amenizaba, interpretando canciones de amor a los novios que los invitados bailaban o aplaudían. Las hermanas salesianas servían los dulces y bebidas, aunque Sor Virtudes estaba más al tanto de Sor Agustina, que quería irse a la pista a bailar. Finalmente pudo salirse con la suya y sacó a Benjamín a bailar, ante la mirada divertida de Ángel. Sor Carmela se reía discretamente y Sor Virtudes, como siempre hacía ante cada arrebato de la simpática religiosa, solo movía la cabeza de un lado a otro, consciente de que aquella peculiar monjita no tenía remedio.
En medio de todo el jolgorio, Ángel recibió una llamada telefónica de Aida:
_ Debes venir de inmediato a San Martín del Valle._ dijo la mujer con voz grave.
_ ¿Qué sucedió?_ quiso saber Ángel poniéndose a la defensiva.
_ Tu padrino perdió la cabeza. Se encontró a Israel en la plaza, hablando pestes sobre ti, y no se pudo contener y le fue encima, agrediéndole y acusándolo de ladrón y de violador. Gritó ante todo el pueblo que Israel y Marisol te habían robado y que él había abusado de ti.
Ángel se puso pálido y se tambaleó ligeramente. El padre Pancho estaba sentado a su lado y tuvo tiempo de sostenerlo antes de que perdiera el equilibrio y cayera. Benjamín corrió de inmediato hacia él:
_ ¿Qué pasa, chiquito? ¿Qué tienes?
Ángel les contó lo ocurrido. Benjamín decidió que lo mejor sería partir de inmediato. El padre Pancho se ofreció para acompañarlos.
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Ángel llegó a San Martín del Valle al amanecer del siguiente día. Le acompañaban no solo Benjamín y su tío, el padre Pancho; también iba Lorenzo, el padre de Benjamín, y su hermano Alfredo, en calidad de abogados.
El pueblo parecía revolucionado, y una gran turba estaba plantada frente a la iglesia, armados con palos y machetes. El alcalde y los alguaciles hacían un esfuerzo por contener a la muchedumbre enfurecida, que gritaba improperios y lucía más amenazante a cada segundo. Los recién llegados descendieron de los autos y se quedaron atónitos ante aquella escena cargada de violencia. Aida, se les acercó corriendo:
_ ¿Qué está sucediendo aquí, madrina?_ le preguntó Ángel.
_ El maldito de Israel, que está escondido dentro de la iglesia. Cuando la gente se enteró de lo que te hizo, de lo que te ha hecho todos estos años, enseguida quisieron arrancarle la cabeza. Una cosa es robar, pero otra bien distinta es abusar de un niño como él hizo contigo. El padrecito Uranis ha mantenido a todo el mundo quieto, pero ese maldito no va a estar eternamente allí dentro, en algún momento tendrá que salir. Y entonces recibirá lo que se merece.
_ Hija eso no está bien._ señaló el padre Pancho._ No es derecho de nadie tomar justicia por su propia mano. Dejemos que la ley se encargue de él.
_ Usted perdone padrecito Pancho,_ gruñó Aida,_ pero lo que le hicieron a Angelito no tiene perdón de Dios... y a ti escuincle, no te voy a perdonar que no me hayas dicho lo que ese mal nacido te hacía. No puedo creer que hayas soportado todo ese daño en silencio tú solito. Nunca me voy a perdonar no haberme percatado de nada.
Y abrazó al chico mientras rompía a llorar desconsoladamente, acusándose de no haber sido más atenta, y solo Ángel intentó consolarla, echándose a llorar también.
La puerta de la iglesia se abrió y apareció el padre Uranis. Parecía envejecido, y no podía negar lo afectado que estaba ante aquellos desagradables sucesos. Avanzó hacia el pueblo aglomerado que intentó romper el cerco de los alguaciles para correr al encuentro del sacerdote, clamando justicia. El presbítero, alzando los brazos, dijo en una súplica:
_ Calma, hijo míos, calma... Sé que están furiosos, pero esta no es la manera de resolver las cosas. La violencia y la justicia por venganza no son la solución.
_ ¡Ese hijo de su madre tiene que pagar, padre!_ bramó el padrino de Ángel.
_ ¡No queremos violadores en este pueblo!_ vociferó alguien entre la multitud, cuyo furor se elevó con violencia.
Ángel sintió que se mareaba. Aquellos gritos se clavaban en sus oídos y ratumbaban con ímpetu. Miró a Benjamín, cuando sintió los brazos del joven sosteniéndole con firmeza, y el agradecimiento silencioso brotó por sus ojos color miel. De repente alguien gritó, señalando a lo alto del campanario de la iglesia.
Todas las miradas se alzaron y vieron a Israel parado justo al borde. Varias exclamaciones escaparon de entre el gentío, que se convirtió en un grito unánime de terror cuando el hombre se dejó caer al vacío y quedó colgando del cuello por una cuerda, balanceándose grotescamente, golpeándose repetidas veces contra los altos muros de la edificación. Ángel apenas tuvo tiempo de ocultar el rostro contra el pecho de Benjamín, horrorizado por lo que acababa de suceder.
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Israel dejó una carta en la que explicaba con todo detalle como había decidido poner fin a su vida antes de ir a prisión donde seguramente le esperaba un final mucho peor que no estaba dispuesto a afrontar. Confesó además haber sido el causante de la muerte de José María, cuando lo confrontó luego de que el padre de Ángel lo despidiera tras haber descubierto que estaba robándole a la fábrica. Entre él y Marisol habían logrado que todo pareciera un accidente.
Confesaba también cómo se habían aprovechado de la enfermedad de Azucena para infiltrarse y ganar terreno para asumir el control de todos los negocios y el patrimonio, incluyendo a Ángel. Acusó a Marisol de haber adelantado la muerte de su propia hermana, luego de que consiguiera convencer al abogado Guzmán y al difunto notario del pueblo para hacer un nuevo testamento en el que fuera ella quien quedara como custodia del niño y albacea de los bienes. Narró con detalles como su mujer asfixió a su propia hermana con una almohada y la mayor sangre fría.
Finalmente, asumió su culpa revelando como había violado a Ángel durante años, torturando al niño con la intensión de hacer que quisiera poner fin a su vida, y evitar tener que asesinarlo, como ansiaba Marisol:
...Sé que soy un monstruo por mis acciones, que no tengo perdón de Dios. Y durante años traté de borrar mis culpas con el alcohol. Pero lo hecho está hecho. Adiós, y nos veremos en el infierno.
Con aquella carta no se necesitaban más pruebas.
Antes que la ley fuera en busca de Marisol para apresarla, Aida se dio prisa en correr a la casa de la mujer y le propinó la golpiza que desde hacía mucho tiempo le tenía guardada. En cada bofetada y puñetazo y tirón de cabellos, sacaba fuera el dolor por todo el daño infligido a José María, a Azucena y a Angelito.
Ángel estaba destrozado. Sabía que sus tíos no eran buenas personas, pero jamás pudo imaginarse que fueran tan perversos como para haber asesinado a sus padres, y planear sacarlo a él del medio, y todo por ambición, por el maldito dinero que tanto deseaban.
Benjamín trataba de calmarlo, el padre Uranis y el padre Pancho intentaban hacerle sentir mejor. Lorenzo y Alfredo decidieron hacerse cargo de todo el proceso legal que se llevaría a cabo a raíz de las las acusaciones que tenían contra Marisol Márquez:
_ Quiero que pague._ dijo Ángel entre lágrimas._ Quiero que pague todo el daño que me hizo, el daño que permitió que su marido me hiciera. Y que sobre todo, pague por la muerte de mis padres, por habérmelos quitado. No sé si algún día seré capaz de perdonarla, pero por el momento, quiero que se pudra en una cárcel y que sepa que fui yo quien la refundió allí.
Y lanzó una mirada retadora a los dos sacerdotes, esperando que alguno de ellos se atreviera a hablarle de perdón y misericordia. Pero ninguno de los dos clérigos se aventuró a replicar.
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Horas después, Ángel estaba acostado en su habitación, hecho un ovillo, sollozando sin consuelo. Seis años. Había vivido seis años bajo el mismo techo con los asesinos de sus padres, con los que en algún momento podrían haberse convertido en sus verdugos... ¿Qué clase de personas eran? O mejor dicho ¿Qué clase de monstruos?
Seis años viéndolo llorar sobre las cenizas de sus padres, sufriendo su ausencia, y todo el tiempo seguramente riéndose en silencio de él, disfrutando el verlo lamentar la ausencia de sus progenitores.
¿Cuántas veces se habrían regodeado de sus asquerosos actos? Recordando el haber asesinado a José María Márquez, su padre. Y luego, Marisol, esa arpía monstruosa... ¡Matar a su propia hermana a punto de morir! ¡Qué nivel de maldad debía tenerse para hacer algo semejante! ¿Qué tipo de corazón podrido era el que albergaba en el pecho?
Se estremeció cuando sintió que alguien se acomodaba en la cama, pegándose mucho a él, cruzando un brazo sobre su cintura, entrelazando dedos con sus manos, besándolo suavemente en la nuca. Ángel cerró los ojos y se aferró a la mano que sostenía la suya:
_ Me lo quitaron todo... a mis padres, mi herencia, mi dignidad. Todo... No me dejaron nada.
_ ¿Qué dices, chiquito?_ Benjamín lo hizo voltearse, y le tomó el rostro anegado en lágrimas._ Quiero que me mires... Que me mires y que me escuches. Esas personas te lastimaron, es cierto; robaron lo que era tuyo por derecho; te lastimaron mucho y eso nunca lo podrás olvidar o perdonar. Pero sigues aquí. Estás lleno de vida, de sueños, de deseos de vivir. Y tienes a tu lado a un montón de personas que te ayudarán a salir adelante, a recuperar lo que te quitaron. Personas que te quieren, te aprecian y se preocupan por ti.
Lo besó en los labios y apoyó la frente con la del muchachito:
_ Y me tienes a mí, que no te pienso abandonar.
_ ¿Me lo prometes?_ casi gimió Ángel con los ojos empañados.
_ Seremos tú y yo, de hoy en lo adelante. Para siempre.
Y volvió a besarlo, y luego lo envolvió entre sus brazos mientras en algún lado de la casa, alguien escuchaba a Céline Dion cantando:
♪...Let beauty come out of ashes
Let beauty come out of ashes
And when I pray to God, all I ask is
Can beauty come out of ashes?...♫
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