Capítulo 12 - Kilómetros por recorrer antes de dormir
♪...I would walk to the edge of the universe for you,
Paint you a crimson sunset over sheltering skies.
I could learn all the world dialects for you,
Whisper sonnets in your ear discovering truth.
I could never worship pagan gods around me,
I will only follow the path, that leads me to you baby, always...♫
La nación estaba inmersa en los preparativos para una de las festividades más esperadas y veneradas en tierras aztecas y en otras latitudes de Latinoamérica: el Día de Muertos.
Calles de ciudades y pueblos ya podían verse engalanadas desde mediados de octubre, y el espíritu de una de las celebraciones más populares se respiraba como el incienso que en muchos hogares ya se preparaba para las solemnidades de recibir las almas de quienes ya han partido al otro mundo y retornan a visitar a sus seres amados en el plano terrestre.
Benjamín estaba un tanto alicaído por aquellos días, no solo por el hecho de recordar a su difunta abuela, a quien le encantaba celebrar el Día de Muertos, llamándola la fiesta de las fiestas en México, sino porque Ángel le había anunciado que iría a su pueblo natal para visitar la tumba de sus padres. La noticia no le había agradado mucho:
_ Ben, todos los años estoy allí, y preparo el altar en su honor. Quisiera quedarme contigo, pero esa es una tradición que no dejo pasar por ningún motivo.
_ Te entiendo._ suspiró Benjamín abrazándolo._ Pero me choca que tampoco quieras que vaya contigo.
_ Ya discutimos sobre ese asunto. Me gustaría más que en vez de ir conmigo a mi pueblo, fueras a visitar a tu familia y te arreglaras con ellos.
Días atrás, Ángel conoció accidentalmente a Clara, la mamá de Benjamín, cuando esta se apareció de improviso en la mansión. Clara se sorprendió un poco al ver a aquel chiquillo con una sudadera larguísima, sin pantalones y de maneras tan delicadas. Suponiendo que se trataba de algún amiguito de Benjamín, solo se limitó a sonreír y a presentarse como la madre del joven:
_ ¡Ay qué gusto!_ sonrió el chico._ Pero adelante, pásele. Y disculpe estas fachas, es que Ben y yo estamos sin hacer nada y pasando el rato. Martha y Ximena fueron a vivitar a unos familiares enfermos y nosotros nos quedamos acá, viendo unas pelis. Enseguida le digo a Ben que usted vino a verle.
_ ¡No, no, no!_ se negó la mujer de inmediato._ Mejor no le diga nada. No quisiera que se molestara.
_ ¿Y por qué iba a molestarse?_ preguntó el otro con una sonrisa no exenta de asombro._ Usted es su mamá. Lo cierto es que ya me sorprendía que Ben nunca hablara de usted o...
_ ¡Chiquito! ¿Por qué te tardas tanto? ¿Quién es?
Benjamín estaba descendiendo la escalinata. Iba descalzo, con un short que caía bajo en sus caderas y sin camisa. Se detuvo en seco al ver a la mujer charlando con Ángel:
_ Tu mamá vino a darte una sorpresa. Ya iba siendo hora de que me la presentaras.
_ Hola mi'jo._ saludó Clara con una sonrisa intermitente en los labios y la emoción a flor de piel por ver a su hijo, del que hacía casi dos meses, solo tenía noticias por boca de otras personas.
_ Hola._ repuso Benjamín con tono seco._ ¿Qué haces acá?
_ Pues pasé a preguntarle a la Martha por ti. Sé que no quieres vernos, pero yo te extraño mucho, mi'jo. Este chavito tan educado y agradable me atendió rebien... ¿Es tu novio?
Ángel reparó en la tensión en el cuerpo de Benjamín. El joven se cruzó de brazos sobre el pecho:
_ Pues ya me viste. Ahora ve y diles a Lorenzo y a Alfredo, y a Rolando, que conociste al chavo que está conmigo, que ahora sí pueden tener la certeza absoluta de que soy gay.
_ ¡Benjamín!_ exclamó Ángel.
_ No seas así mi'jito. Puedes creerme o no, pero en casa te extrañamos muchisísimo. Se me parte el corazón cuando veo tu lugar vacío en la mesa a la hora de cenar. Y Paulina...
_ ¡Por favor!_ exclamó Benjamín con un gesto exasperado._ No quisiera ser grosero contigo, mamá. Pero... agradecería que te fueras.
_ ¡Benjamín, es tu madre!_ chilló Ángel._ ¿Cómo puedes hablarle así?
_ Déjelo, joven._ musitó Clara con un esfuerzo supremo por no echarse a llorar allí mismo._ Él tiene sus motivos para estar enojado conmigo, con su padre y con el resto de la familia. Solo espero que alguna vez pueda ser capaz de perdonarnos.
Fue a marcharse, pero se giró antes para añadir:
_ De más está decir que las puertas de la casa están siempre abiertas para ti. Quisiéramos que celebraras el Día de Muertos con nosotros. Y tu novio también puede venir. Nos dará gusto recibirlo.
_ Si, como no._ masculló Benjamín con una mueca.
Cerró la puerta de un tirón cuando Clara se hubo marchado, y al voltearse, encontró a un Ángel muy enojado, que le dio la espalda y regresó a la habitación sin decirle ni una sola palabra en el resto de la tarde.
En la noche, cuando finalmente se acostaron a dormir, Ángel le dijo sin voltearse sobre la cama para verle:
_ Siempre percibí que te costaba hablar de tu familia cuando te preguntaba sobre ellos. Solo me decías que no se llevaban bien, pero jamás me diste explicaciones al respecto, y yo respeté tu decisión de no hablar del tema. Pero después de lo que vi hoy... Me dolió mucho la forma en que trataste a tu madre, Ben.
Benjamín se humedeció los labios y contuvo los deseos de acariciarlo:
_ No es fácil para mí tocar ese tema. A veces la gente me ve y piensa: ¡Qué cómoda es su vida! ¡Lo tiene todo!... Y no saben que es precisamente lo contrario.
Ángel se giró entonces hacia él, mirándolo fijo a los ojos. Benjamín le tomó una mano y se la apretó con afecto:
_ Mi familia no es lo que todos creen. No somos el modelo perfecto ni nada por el estilo. Mi mamá es lo que viste, una persona muy simple, aunque muy divertida, alegre, a veces hasta un poquitín resabiosa. Mis hermanos son insoportables y mi padre..._ suspiró profundamente._ mi padre es un caso aparte.
_ No entiendo, Benjamín._ intervino Ángel._ ¿Tu familia no te quiere, no te acepta?
_ Un poco de ambas.
_ ¿Y eso es todo? ¿No te comprenden y es suficiente para que desees estar lejos de ellos?
_ Lo ves muy fácil Ángel. Si estuvieras por un momento en mi lugar, conviviendo bajo el mismo techo con personas que se burlan y te juzgan constantemente...
_ No vengas a hablarme de burlas a mí._ rogó Ángel con ironía.
_ Bien, pero si tuvieras que sufrir el desdén de tu propio padre solo porque no le gusta lo que haces, y quien eres... ¿Cómo te sentirías?
Ángel se sentó sobre la cama, sin dejar de mirarlo:
_ Benjamín... Realmente te envidio.
Él lo miró sin comprender:
_ Tú tienes todo lo que yo deseo tener._ prosiguió Ángel._ Una familia auténtica. Padres, hermanos. Quizás no entienden que ames algo que para ellos resulta difícil de comprender. Es posible que les cueste aceptar la persona que eres realmente. Pero hoy vi a una mujer sufriendo por la ausencia de un hijo que casi le tiró la puerta en las narices. Yo perdí a mis padres hace seis años. Y hace poco supe que ellos siempre supieron o sospecharon quién sería yo más adelante, y aún así nunca me demostraron no quererme o aceptarme. Mis padres me amaron hasta el final de sus días.
Benjamín soltó una risita burlona:
_ Quisiera que conocieras a mi padre a ver si desearías tener uno como él.
_ Dibujas a tu papá como un ogro o algo así. El mío murió. Y al poco tiempo perdí a mi mamá por un cáncer fulminante. Desde entonces he vivido con unos tíos y unas primas que me han esclavizado y maltratado y humillado de formas de las que ya estás al tanto. Como ves, no puedes hacerme historias de convivencia con ogros, ya que vivo con los peores descendientes de la estirpe... Benjamín, ¿te has puesto a pensar que quizás debas ser más flexible con tu familia? Darles una oportunidad para que te conozcan, te entiendan, te acepten. No vas a encontrar una familia que sea perfecta, pero tienes que aprovechar al máximo la que Dios te dio, porque cuando ya no la tengas, entonces la vas a añorar.
_ Es que si al menos me comprendieran, pero mi padre y mis hermanos son tan machistas...
_ Ayúdalos a entenderte. Hazlos ver que no tienen por qué sentirse prejuiciados con respecto a ti.
_ ¿Crees que no lo hice?
_ No lo suficiente. Mira, no te voy a engañar. Martha me estuvo hablando del tema hace poco. Te quiere mucho y está dolida por la forma en que rechazas a tu pobre madre, que solo trata de acercarse a ti. Estás actuando como alguien sin corazón, que se rindió de luchar por aquellos a los que ama. Porque digas lo que digas, estoy seguro que, en el fondo, muy en el fondo, todavía sientes cariño por ellos, solo que dejas que sea el dolor y el resentimiento quienes hablen por ti. Optas por estar fuera de tu casa porque no soportas hacer frente a los conflictos. Prefieres que el abismo entre tu familia y tú se haga más profundo en vez de disponer un puente para cruzarlo. Ese no es el Benjamín que he conocido en estos días. Ese no es el Benjamín del que me enamoré.
Los ojos de Benjamín brillaron:
_ Espera... ¿Acabas de decir que...? ¿Me amas?
_ No intentes cambiar el tema.
Benjamín se mordió los labios. Si, todo cuanto decía Ángel era cierto. Estaba harto de luchar. Por esa razón había optado por marcharse sin mirar atrás. La voz de Ángel lo hizo volver a la realidad:
_ Por graves que sean sus defectos, hay una realidad que se impone: Son tu familia y si tu madre está buscando la manera de que regreses a ellos, es porque realmente quieren que formes parte de ellos, sin importar la clase de vida que lleves. Tu familia siempre estará ahí para ti, aunque no aprueben tu estilo de vivir. Pero no les des tú la espalda.
Benjamín la miró a los ojos y trató de sonreír:
_ Quisiera creerte, pero me lastimaron tanto... Cuando mi abuela murió esperé que ellos pudieran hacerme olvidar tanto dolor, pero... ni siquiera pude contar en ese momento con ninguno, ni aún con mis padres.
Y por primera vez, Ángel vio a Benjamín del Castillo echarse a llorar. Lo envolvió en sus brazos y le besó los cabellos negros enmarañados.
No volvieron a tocar el tema de la familia del joven hasta esa ocasión. Ángel tenía pasaje para el día siguiente, y Benjamín seguía comportándose como un niño malcriado que no quería liberar a su mascota. Martha no hacía más que regañarlo por aquella conducta infantil, y Ximena solo se burlaba crudamente:
_ Estaré de regreso lo más pronto posible. Te lo prometo._ le dijo Ángel besándolo._ Además, tengo que conseguir los papeles que me solicitó el abogado y ver la manera de que pueda contactar al antiguo abogado de mis padres.
_ Me preocupa que tus parientes puedan lastimarte. Sobre todo el mal nacido de tu tío. Si se atreve a ponerte un solo dedo encima.
_ No te preocupes. Esta vez no será como antes. Creo que ya va siendo hora de que aprenda a defenderme y a decir ¡Basta ya! Si fui capaz de enfrentar a Dalilah y a Dante, y de incluso enfrentarte a ti, podré plantarme de una vez y por todas a mis parientes.
_ ¿Me llamarás todos los días?
_ En cada momento. En la mañana, al mediodía, en la tarde, y antes de dormir.
_ ¿Lo prometes?
_ Te lo prometo._ sonrió Ángel besándolo largamente en los labios.
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♪...But when you touch me like this,
And you hold me like that,
I just have to admit
That it's all coming back to me.
When I touch you like this,
And I hold you like that,
It's so hard to believe but,
It's all coming back to me,
It's all coming back,
It's all coming back to me now...♫
Ángel despertó sobresaltado sobre el asiento del bus. Acababa de tener un sueño horrible. Espantoso. Soñó que Benjamín iba en su motocicleta, y tenía un terrible accidente. Vio el cuerpo ensangrentado y sin vida del joven en medio de la carretera, y trató de gritar sin poder escuchar el sonido de su propia voz. Se arrancó de los oídos los audífonos, tratando de no escuchar a Céline cantando para colmo, It's All Coming Back to me Now. El video de aquella canción le recordó el sueño y el terror se intensificó dentro de él. Tomó el teléfono y se dio prisa en llamar a Benjamín. Respiró aliviado cuando escuchó su voz:
_ ¿Qué pasa chiquito? ¿Ya me extrañas?
_ Acabo de tener una pesadilla muy fea.
_ ¿Y qué fue lo que soñaste?
Ángel le contó. Benjamín no tardó en echarse a reír:
_ ¡No te burles! ¡Fue refeo y me desperté muy asustado, pensando que algo así podía pasarte! ¡Y para más ayuda, adivina qué estaba cantando Céline Dion en ese momento!
Las carcajadas de Benjamín se intensificaron:
_ Por favor, dime que no era It's All Coming Back to me Now.
Siguieron platicando por un rato, hasta que Benjamín le dijo que Roxana, Luciano, Kai, Brenda, Sergio y Kenia acababan de llegar para pasar el rato:
_ Salúdalos de mi parte. Y tú, pórtate bien y no hagas ninguna trastada a mis espaldas.
_ Prometido._ su voz sonó provocativa al decirle._ Y prepárate esta noche porque tendremos una cita caliente por vía telefónica.
Ruborizado, Ángel se dio prisa en colgar, aunque igual sonrió ampliamente y suspiró, al solo pensar que estaría unos días tan lejos de Benjamín y de sus besos, y sus caricias y su cuerpo cálido y desnudo.
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Notó que la gente lo miraba demasiado al llegar al pueblo. Por un momento pensó que era por la misma causa de siempre, los chismosos y metiches que sentían lástima del pobrecito huérfano, o que se burlaban y comentaban sobre el chavito blandengue que estudiaba ballet en la ciudad. Luego se dio cuenta de que a San Martín del Valle habían llegado los periódicos con las fotos suyas y Aida se había encargado de hacer correr la voz diciendo que Ángel Márquez Pereira se había convertido en alguien famoso. No sabía qué era peor.
Aida armó gran alboroto cuando lo vio llegar. No paraba de abrazarlo, besarlo y decirle lo orgullosa que estaba y que, de seguro, sus padres, desde el cielo también estaban felices por el hijo tan talentoso que habían dejado en la tierra. Luego, se enfocó en saber cada detalle del novio misterioso. Ángel tuvo que contarle cada detalle de su relación con Benjamín. Aida lo escuchó atentamente, fascinada por aquel noviazgo que definió como de telenovela:
_ Solo mírate. Estás viviendo con él, y hasta te compró toda esa ropa elegante que llevas puesta.
Días antes, Benjamín lo había sorprendido llevándolo a una tienda de lujo donde se gastó una fortuna comprándole todo un guardarropa. Ángel quiso negarse, pero no hubo forma de que pudiera evitar que se realizara la compra. Lo cierto es que ahora lucía como todo un joven de clase alta:
_ Como siempre debió ser._ suspiró Aida con lágrimas de emoción en los ojos.
Ángel entonces le habló de las intenciones de Benjamín de ayudarle a recuperar su herencia, habiendo contratado a un abogado que se encargaría de hallar evidencias de que sus tíos habían robado la fortuna heredada de sus padres. Aida casi bailó y gritó de puro gozo, y se ofreció a ayudar en lo que fuera. Cualquier cosa con tal de quitar de en medio a esos mal nacidos de Marisol e Israel:
_ Siempre me resultó sospechoso que tu madre los hubiera dejado a tu cuidado. Era bien sabido que Azucena y la pinche bruja de Marisol nunca se llevaron muy bien. No por parte de tu madre, que era un ángel del cielo, sino por esa envidiosa de su hermana, tu tía. Y lo otro fue que el abogado desapareció de la noche a la mañana tras la lectura del testamento. Claro que, yo estaba tan dolida por la muerte de Azucena y que te hubieras quedado huerfanito, que hasta años después no me preocupé por esos detalles. Pero si en verdad esos rufianes se han estado aprovechando de ti y robándote, los haremos pagar.
Ángel le habló entonces de algunas decisiones que había decidido tomar, y Aida le ratificó nuevamente su disposición de apoyarlo en todo momento:
_ Aida, quisiera que averiguaras algunas cosas con los antiguos empleados de la fábrica y de la plantación de maracuyás. El abogado que contrató Benji dice que es muy importante saber cómo manejaron Israel y Marisol todo este asunto, por qué de repente todo comenzó a irse a pique. Sé que no podré dedicarle tiempo a lo que construyó mi padre, pero no quiero que se pierda. Deseo que su legado permanezca, porque además fue lo que hizo grande a este pueblo. Si mi carrera despega al final de este año, estaré mucho tiempo fuera, y necesito a alguien de confianza que se encargue de velar por mis intereses...
Le tomó entonces una mano a la mujer:
_ Eres como una madre para mí, además de mi madrina de bautizo. No confío en nadie más que en ti en todo San Martín del Valle. Por eso no se me ocurre alguien mejor para que sea mi socia y gerenta del negocio que fundó mi papá. Junto con mi padrino, por supuesto.
_ ¡Ay mi'jo!_ lloriqueó Aida, toda emocionada._ ¿Estás seguro? Mira que yo soy rebruta.
_ No manches, Aida. Eres una mujer preparada, aunque nunca ejerciste carrera porque te dedicaste a ser esposa y cuidar hijos. Eres la persona ideal para mantener vivo lo que tanto esfuerzo le costó a mi padre. No permitiré que mis tíos se salgan con la suya. Suficiente tiempo aguanté sus malos tratos. Ya es hora de que los mande a la fregada. Además, llevas tiempo diciendo que mi padrino quiere regresar a San Martín del Valle para estar cerca de ti y los chavos. Él podría volver a ser el administrador de la fábrica, como antes.
Aquella promesa fue el colmo para Aida, que se echó a llorar con emoción. Maclovio, su marido, quien siempre había sido el mejor amigo de José María, el papá de Ángel, y había sido el administrador de la fábrica, hasta que, tras la muerte de José María y la enfermedad de Azucena, Marisol e Israel tomaron posesión de todos los bienes. A los cuatro años, se las arreglaron para comenzar los despidos alegando las pérdidas que estaban sufriendo, y uno de los afectados fue precisamente Maclovio, quien era además el padrino de bautizo de Ángel. Maclovio se vio forzado a aceptar un trabajo lejos de San Martín del Valle, en otro estado, y podía venir a visitar a su familia al menos par de veces en un mes, y en ocasiones hasta una.
La idea de que su marido volviera a estar a su lado, con su familia, hizo que Aida se emocionara al extremo. Sus hijos llegaron en ese momento del colegio y se preocuparon al verla lagrimear de aquel modo. Lorena no pudo evitar una mueca de asco al ver a Ángel abrazando a su madre. En cuanto Aida les explicó la idea de Ángel, Abel y Dalia comenzaron a chillar de entusiasmo y abrazaron al muchacho sin dejar de darle las gracias por propiciar el regreso de su querido padre. Solo Lorena se quedó apartada, sorprendida y titubeante, escuchando como sus hermanos se comían a preguntas a Ángel acerca de lo que se sentía ser famoso y salir por la televisión y en las revistas y periódicos:
_ Mamá se encargó de contarle a todo el pueblo cuando vio tu foto en el teléfono._ dijo Abel._ Y en el colegio todos no hacen más que ver tus videos bailando. Hay muchos imbéciles que se burlan, pero en el fondo no son más que unos envidiosos.
_ ¿Y de verdad tienes novio?_ preguntó Dalia con entusiasmo._ ¿Y es guapo? ¿Fue el chavo que bailó contigo? Porque se veían requeterománticos juntitos.
_ ¡Mira esta chamaca metiche!_ gruñó aida aunque sonriendo.
_ El padre Uranis habló el domingo en misa, pidiéndole a la comunidad que rezara por ti para que logres triunfar._ siguió diciendo Abel._ Los únicos que parecen no preocuparse por tu éxito son los chamucos verdes de tus tíos.
_ Mamá escuchó a tus primas hablando pestes sobre ti en la plaza hace unos días. Andaban con el engreído de Alexys y se estaban riendo de ti. Mamá los puso en su lugar enfrente de todo el mundo.
_ Si, fue lo más vergonzoso del mundo._ intervino finalmente Lorena con actitud petulante._ Y todo por defenderte. Total, Alexys no estaba diciendo nada sobre ti que no fuera cierto.
_ ¡LORENA!_ gritó Aida mirando a su hija con desaprobación.
_ Tranquila Aida,_ sonrió Ángel de repente._ No regañes a Lorena. Sé perfectamente que ella nunca me ha soportado. Siempre ha tenido celos de mí.
_ ¿Celos yo? ¿Y de ti?_ intentó reírse Lorena.
_ Si, pero puedes estar calmada, no espero que lo afirmes, y menos delante de tu familia. Sin embargo me gustaría aclararte un par de cosas, Lorena. No tienes que verme como una amenaza. No intento quitarte el cariño de Aida. Ella es tu madre y siempre lo será. Lamentablemente yo perdí los míos, y aunque sé que Aida y mi padrino me quieren muchísimo como a cualquiera de ustedes tres, eso no quita que estoy convencido de que ella no es mi mamá.
_ ¿Y si lo sabes entonces por qué no dejas de venir a fastidiarla?_ escupió la chica con rencor.
_ Esta sí que se zafó._ protestó Abel._ Mamá, dale unos buenos trompazos a esta pelada.
_ Lorena ¿cómo puedes ser tan cruel con Ángel después de que nos ha prometido que traerá a papá de regreso?_ preguntó Dalia con expresión afectada.
_ ¡Ay por favor!_ chilló Lorena._ ¿Y le creen? ¡Esta mariposita no puede hacer nada! ¡Vive de arrimado con sus tíos! ¡Depende de la lástima de nosotros! ¡Todo el mundo está admirado por lo gran bailarín que dicen que es, pero lo único que yo vi, fue a un chavo bailando como una señorita con otro tipo y...!
Los tres chicos se estremecieron al escuchar el sonido del impacto de la mano de Aida en el rostro de Lorena. Aturdida, la muchacha se acarició la mejilla y miró a su madre con expresión atontada. Aida, con el rostro convulso, se aproximó a la mayor de sus hijos y blandió un dedo de manera amenazante ante el rostro pálido:
_ Te prohíbo... Óyeme bien, Lorena... Te prohíbo que vuelvas a decir cualquier cosa mala sobre Ángel en mi presencia... ¿Quieres saber por qué lo aprecio tanto? ¿Por qué me preocupo tanto por él? ¿Quieres saber por qué quisiera haber tenido la oportunidad de traerlo a vivir a esta casa?
_ ¿Porque está estudiando lo que a ti no te dejaron estudiar?_ preguntó la joven con voz trémula por el dolor y la rabia contenida.
Aida sonrió lánguidamente:
_ No, Lorena. Aunque no te niego que una de las razones por las cuales le tomé más aprecio fue por saber que tendría la oportunidad que yo no tuve, y que su difunta madrecita, a quien quise muchísimo, pudo tener y lamentablemente quedó frustrada. A mí me hubiera encantado ser bailarina de no haber sido por el prejuicioso de tu abuelo, que decía que las bailarinas eran mujeres de la vida, que no servían ni valían nada.
_ Si, y quisiste que yo hiciera realidad tu sueño, que fuera lo que tú no pudiste ser, y como no lo hice, porque no me gusta el ballet, te consuelas queriendo al... Señaló a Ángel pero no pudo acabar la frase al ver la expresión amenazante en el rostro de su madre, que sonriendo amargamente, dijo:
_ Qué equivocada estás, Lorena. Este chavito, al que tanto dices detestar, ha soportado lo que tú no has sufrido ni sufrirás jamás. Mientras tú estás aquí en tu casa, tranquilita, sin preocupaciones, viviendo como una señorona, a él lo tienen trabajando como un esclavo, haciendo de todo en una casa donde nadie la quiere. Y lo más lamentable de todo es que es su casa. Su mamá murió de cáncer, su papá también murió. Vive con unos tíos y unas primas que lo tenían desarreglado y avasallado. Por eso me preocupaba por regalarle ropa, y gracias a Dios tu hermano no sacó el corazón de piedra que pareces tener tú y que no sé de quien lo heredaste porque ni tu padre ni yo te educamos de esa manera. Todo el mundo se burla de él, todo el mundo lo critica por ser diferente. Y a mí no me importa si le van o no los machos. Hay cosas peores en este mundo y casi nadie se preocupa o molesta por ellas. Por todo eso yo apoyo a Ángel y me preocupo por él, y eso no quiere decir que lo quiera más a él que a tus hermanos y a ti, pero lamentablemente, a Ángel le falta lo que a ustedes tres les sobra. Pero eso tú no lo entiendes, porque vives encerrada en tu burbuja, en tu pompa de jabón. El mundo gira a tu alrededor pero a ti no te importa siempre y cuando tú seas el centro...
Se detuvo y escurrió dos gruesas lágrimas que resbalaron por sus mejillas, para continuar:
_ De verdad que hoy me siento tan decepcionada de ti, como jamás creí que me iba a sentir por algún hijo mío. Reza... ¡Reza mucho, Lorena, para que tu padre y yo te duremos muchos años y si un día te faltamos, no tengas que sufrir todo lo que Ángel ha tenido que sufrir en su vida!
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Cuando Ángel cruzó el umbral de la puerta de la casa, se detuvo en seco y supo que había llegado en muy mal momento. Todavía estaba afectado por el insidente sufrido con Lorena y Aida, pero al ver lo que estaba sucediendo en el patio interior, guardó silencio y observó con mucho cuidado y precaución la violenta escena que se desarrollaba. No tardó en saber cuál era el problema. Sus primas estaban enzarzadas en una terrible discusión en la que Marisol cumplía el rol de árbitro. Israel, por el contrario, bebía tranquilamente de una lata de cerveza, recostado a una columna.
Por lo que pudo captar, la causa de la disputa era producto a Alexys, el novio de su prima Griselda, que parecía ser, tenía amoríos también con Galilea. Las dos chicas chillaban histéricamente, gritándose toda clase de improperios, pero Marisol chillaba más que ambas, tratando de hacerlas callar. Israel les lanzó una mirada fulminante. Dentro de unos segundos se hartaría y berrearía salvajemente alegando que no lo dejaban disfrutar en paz en su casa.
Galilea y Griselda estuvieron a punto de enrolarse a golpes, pero Marisol fue mucho más rápida que ambas e intervino poniendo fin a toda la discusión con dos sonoras palabrotas que brotaron de su boca, aunque no pudo borrar la furia de los semblantes de sus hijas. Griselda rompió a llorar en plan berrinche, pataleando mientras Galilea se sonreía cruelmente, disfrutando del ataquito de su hermana.
Marisol se acarició la frente con las yemas de los dedos. Tenía el rostro enrojecido, señal de que estaba muy molesta. Miró a su marido con una expresión terrible:
_ Y a ti como si se acaba el mundo. Te pones a emborracharte y te importa un soberano carajo lo que le pase a tus hijas... ¿No estás oyendo que ese menso de Alexys se aprovechó de las dos?
_ Como si tus hijas fueran unas santas y no hubieran querido que el pelirrojo se aprovechara de ellas._ gruñó el hombre.
Marisol le fue encima y lo golpeó con los puños cerrados en el pecho:
_ ¿Cómo puedes ser tan bestia? ¡Animal! ¡Deberías ir a darle de trancazos a ese baboso!
Israel la empujó salvajemente. Marisol se tambaleó, casi a punto de caer al suelo, sosteniéndose de la pared:
_ ¡Ya no chilles, babosa! ¡Estoy hasta la madre de todas ustedes!
Las palabras de Israel provocaron una nueva explosión de parte de Marisol, quien acusó a su marido de mal padre, de desvergonzado, de poco hombre por no ser capaz de defender el honor de sus hijas y otra sarta de insultos que escaparon de los oídos de Ángel por lo abundantes y veloces que surgían de la boca de su tía.
Israel entonces le fue encima a su esposa, tomándola por el cuello. Griselda y Galilea chillaron de espanto ante la escena, sobre todo al escuchar a su padre rugiendo:
_ ¡Me tienen hasta la madre, pinches viejas culeras! ¡Estoy harto de esta maldita casa llena de viejas babosas y chillonas que solo me joden la vida! ¡Estoy harto de ti! ¡Ya me has jodido la vida lo suficiente! ¿Qué más quieres, pendeja?
Griselda y Galilea quisieron intervenir, gritando aterradas y suplicando a su padre que soltara a la mujer. Israel las empujó a las tres y fue a salir, pero se detuvo al ver a Ángel, recostado a la columna del arco que daba acceso a la vivienda:
_ ¡Órale! ¡Y hablando de viejas! ¡Vean nomás a quien tenemos aquí! ¡A la bailarinita famosa!
Hizo una grotesca reverencia. Marisol, tratando de reponerse, avanzó hacia su sobrino:
_ ¿Qué haces ahí parado como un monigote? ¡Ándale y ponte a hacer algo útil! ¡La Chayo no pudo venir así que ándate a cocinar algo para la cena!
Ángel caminó unos pasos y se plantó ante su tía. La miró fijamente, y por primera vez, no tuvo miedo de aquella mujer despreciable. Por primera vez, se sintió la persona que debía ser: Ángel Márquez Pereira, el dueño absoluto de su vida:
_ No._ respondió con calma, aunque también con firmeza.
_ ¿Qué dijiste?_ chirrió la mujer entrecerrando los ojos.
_ Me escuchaste bien, Marisol. Desde hoy, no pienso volver a cocinar ni hacer nada en esta casa de la que soy legítimo dueño, no el criado de ninguno de ustedes.
Marisol pestañeó varias veces, choqueada. Griselda y Galilea se miraron entre ellas, boquiabierta. Israel solo se recostó a una columna y se quedó mirando a Ángel con expresión lasciva, con los brazos cruzados sobre el pecho:
_ Definitivamente tú no puedes estar bien de la cabeza, chamaco._ intentó sonreír Marisol con acritud._ Mejor deja de hacerme perder el tiempo y ve a...
_ ¿Acaso no entendiste, Marisol?_ dijo Ángel alzando el tono de voz._ Acabo de decirte que no pienso cumplir ninguna orden tuya. Se acabó. Este el fin. Desde hoy pienso tomar las riendas de mi propia vida, y ninguno de ustedes formará parte de ella, eso se los puedo asegurar.
Marisol e Israel rompieron a reír a carcajadas, grotescas e hirientes. Ángel ni se inmutó, sobre todo al ver que sus primas también se unían a la mofa de sus padres. Estos, al ver que el chico no reaccionaba de ninguna forma y permanecía impacible, dejaron de reír. Marisol disfrutó cada palabra al decirle:
_ No puedes hacer nada. Solo eres un huérfano, un escuincle baboso. Legalmente sigues siendo un menor de edad, y yo soy tu tutora legal. Tu vida, y todo lo que tienes, me pertenecen.
_ Yo no estaría tan seguro, tía. Dentro de unos días vendrán a investigar cada una de las cuentas de los últimos años. La fábrica, la plantación. Contraté un abogado y se llevará a cabo una pesquisa exhaustiva, y cada fraude, error o lo que sea que hayan hecho ustedes dos en estos años, saldrá a la luz.
_ Eso es imposible. Además, ¿con qué dinero podrías pagar tú a un abogado?
_ Yo no, pero mi novio si. Y está forrado en lana y quiere ayudarme a recuperar lo que es mío por derecho.
_ ¡Maldito maricón...!_ rugió Israel y quiso irle encima con el puño cerrado en alto.
_ ¡ATRÉVETE A PONERME UNA MANO ENCIMA Y JURO QUE TE ACUSO POR MALTRATO INFANTIL!
La voz de Ángel resonó firme y segura en todo el patio interior, contra las antiguas paredes y las hiedras adheridas a estas. Israel detuvo el brazo y se quedó mirando al chico que le devolvía la mirada con fiereza:
_ Ponme un solo dedo encima y seré capaz de ir a la delegación y acusarte por haberme violado todos estos años, desde que tenía once.
_ Papá ¿qué está diciendo Ángel?_ se horrorizó Griselda.
_ Nada,_ gruñó Israel._ solo pinches mentiras de un mariconcete.
_ No puedes decir algo así._ intervino Marisol alzando la barbilla._ Además, no tienes pruebas.
Ángel entrecerró los ojos para mirar a su tía:
_ Entonces tú lo sabías._ no fue una pregunta. Fue una completa afirmación._ Lo supiste todo este tiempo. Las cochinadas que me hacía tu marido. Lo sabías y jamás hiciste nada para defenderme.
Marisol se aproximó al chico, mirándolo como si se tratara de una alimaña que estuviera a punto de aplastar con el pie:
_ Y nadie nunca te creerá. A los maricones no los toman en serio, y por muy famoso que seas, saliendo en TV y en los periódicos, sigues siendo un maricón.
_ ¿Y qué crees, tía?_ la enfrentó Ángel._ Este maricón quiere que se larguen ahora mismo de esta casa, o te juro por lo más sagrado que saldré a la calle y haré un escándalo tan grande, que no tardará en venir la policía. Y con toda la investigación que se les vendrá pronto encima, no les recomiendo ponerse demasiado en evidencia.
_ Mamá, Ángel no puede hacer eso. No puede echarnos de nuestra casa._ chilló Galilea.
_ ¿Nuestra?_ sonrió Ángel._ No, no, no, Galileita... Nuestra no es una palabra que quepa en esta historia. Esta casa es MÍA, aunque ustedes hayan querido apropiarse de ella. Esta es la casa de mi padre, que me fue dejada en herencia. Y les advierto que ese testamento que ustedes presentaron, será sometido a investigación.
Israel se movió con rapidez y tomó al chico por el cuello, incrustándolo contra la pared más cercana. Pero se vio obligado a soltarlo pronto, cuando una mano de Ángel se cerró con fuerza, como una garra, en la entrepiernas del hombre, que lanzó un gemido apagado y su rostro se tormó lívido:
_ Te dije que no volvieras a tocarme._ gruñó Ángel e hizo más presión, haciendo que el hombre fuera deslizándose poco a poco al suelo._ Debería arrancarte los huevos y dárselos de comer a los perros de la calle.
Lo soltó. Israel cayó al piso enlosado con ladrillos rojos, retorciéndose adolorido. Ángel lo miró con asco por un segundo y luego se dirigió a su tía, que no salía de su estupor, escoltada por sus temerosas hijas:
_ Desde hoy, Aida vendrá a vivir conmigo. Es la que siempre debió haber tenido mi custodia, no tú, que jamás quisiste a mi madre, tu propia hermana, y mucho menos a mí, que tan solo era un niño.
_ Ángel..._ dijo Marisol tragando saliva._ Creo que sería bueno que habláramos, querido. Mira, sé que quizás no hemos sido lo que se dice, muy buenos contigo, pero tienes que saber que solo lo hacíamos pensando en tu bien.
_ ¿Puedes dejar de hablar estupideces, Marisol? Lo que dices no tiene sentido. Mejor ve y recoje tus cosas y lárgate de mi casa con tu horrible familia.
_ ¡No vas a sacarme de mi casa, maldito escuinc...!_ quiso gritarle Marisol, pero por la entrada de la casa aparecieron varias personas, con Aida al frente.
Marisol se detuvo, horrorizada ante aquella invasión. Allí estaban la mayoría de los empleados que habían despedido, todos fieles a la memoria de José María y a Maclovio, el antiguo administrador. Todos ellos manifestando su desprecio hacia ella y su familia, con simples miradas. Galilea y Griselda ayudaron a su padre a ponerse de pie:
_ ¡Mídete cuando le hables a mi ahijado, Marisol! ¡Te advierto que llevo años queriendo tirarte de las greñas y no dudaré en hacerlo ahora si se me da la oportunidad! ¡Así que solo dame un motivo para arrancarte los pelos!
_ ¡No tienen ningún derecho de estar aquí! ¡Fuera de mi casa partida de mugrosos!
_ Esta no es tu casa._ aclaró Aida con una sonrisa y encogiéndose de brazos._ Nunca lo fue. Te recuerdo que esta era la casa de José María y Azucena, la hermana a la que siempre envidiaste y que jamás quisiste. Y ahora que ellos no están, tanto la casa como lo demás, es propiedad de Ángel.
Se acercó a la mujer, que retrocedió unos pasitos:
_ En este mismo instante van a ir tú y tu prole a hacer sus maletas y regresarán al hueco donde siempre vivieron, de donde nunca debieron haber salido. Eso, si no quieres que vayamos nosotros y hagamos las maletas por ustedes, arrojando sus tiliches a la calle.
_ No pueden hacernos esto..._ dijo Marisol con la voz temblorosa por la ira._ ¡Yo soy la tutora legal de Ángel!
_ ¡Eso se terminó, Marisol!_ vociferó Aida._ Ángel ya no necesitará más de ti, y como intentes hacer algo para dañarlo o te niegues, iremos a la comisaría y te acusaremos por maltrato. Hay testigos que pueden confirmar la manera en que has tratado a tu sobrino todos estos años.
_ ¡Nadie puede decir una cosa semejante!
Las venas de su largo cuello estaban exaltadas, y sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando por entre el tumulto de personas, avanzó una mujer de aspecto indígena, envuelta en un chal de colorines y el largo cabello recogido en una trenza con cintas de varias tonalidades. Se paró al lado de Aida y Ángel, mirando a Marisol con el rostro ceñudo:
_ Chayo, tú has servido en esta casa desde hace muchos años ¿verdad?_ preguntó Aida sin apartar los ojos de Marisol, que parecía temblorosa.
_ Si doñita, desde que los patroncitos Azucena y José María vivían y el niño Angelito era bien chavito.
_ ¿Y Marisol ha tratado bien a Ángel desde que vino a vivir con él?
_ Pos la verdad, solo al principio. Cuando vinieron y se metieron en la casa, luego de la muerte de la patroncita Azucena, que en gloria esté la pobrecita, tan dulce como era... Después empezaron a mandarlo a hacer las cosas de la casa, y a mí me decían que me fuera o que no viniera, porque no hacía falta. Solo cuando el niño Ángel se iba a estudiar a la ciudad ellos me mandaban a buscar, y siempre los oía quejándose de que a mí tenían que pagarme mientras que con Ángel acá se ahorraban unos pesos. Entre otras cosas. Hablaban muy mal del niño Angelito, se burlaban de él todo el tiempo, y cuando el chamaco estaba en casa, había que ver la forma en que lo trataban. Sobre todo la señora Marisol.
_ ¡ESO ES MENTIRA! ¡ESA CAMPESINA MUGROSA ESTÁ MINTIENDO!_ gritó Marisol al borde de un ataque.
_ Ya lo oíste, Marisol._ sonrió Aida._ Y como el de Chayo, hay muchos más testimonios, acerca de cómo manejaron de mal la fábrica y todos los demás negocios. Tú eliges. O se largan de aquí por las buenas, o los echamos a todos por las malas.
Marisol crispó los puños, pero la impotencia la obligó a contener el furor:
_ Niñas, vayan y preparen sus maletas._ ordenó antes de dirigir una mirada de odio a Ángel. Tiró de su esposo y los cuatro se retiraron en busca de sus pertenencias.
_ Chayo,_ pidió Aida amablemente._ por favor ve con otras mujeres y vigilen que no vayan a llevarse nada de valor.
_ ¿También van a acusarnos de ladrones?_ gruñó Marisol volteándose desde la escalera.
_ No te hagas la ofendida, ese papel no te pega._ dijo Aida con indeferencia.
Tardaron cerca de una hora en bajar nuevamente, arrastrando pesadas maletas. Marisol intentó entrar al despacho, pero Aida le cerró el paso:
_ ¿A dónde crees que vas?
_ Necesito tomar unos documentos._ respondió la mujer con frialdad.
_ ¿Ay pues cómo crees mamacita que no se te podrá ser? Tú de esa oficina no sacas ni un solo papelito... ¿Cómo la ves?
_ No puedes prohibirme...
_ ¡Puedo prohibirte lo que se me pegue la gana! ¿Es que no escuchaste? De esta casa no te llevas más que tu ropa, y eso porque vamos a ser generosos, porque teniendo en cuenta que todo lo compraste con el dinero de mi niño, deberías irte con los mismo trapos que traías puestos hace seis años, cuando viniste a destrozarle la vida. Pero se terminó, Marisol. Ah, y no se molesten ninguno de los dos en regresar a la fábrica ni a la plantación. Ángel acaba de relegarlos de sus responsabilidades.
_ Te vas a arrepentir._ masculló Israel limpiándose la boca con un gesto de la mano, mirando al chico directamente. Ángel no pudo evitar un estremecimiento de terror ante aquellos ojos siniestros, pero se mantuvo firme y no le dio señales de sentirse intimidado.
Cuando finalmente se largaron, Ángel pudo respirar calmado. Era la primera vez en seis años que se sentía totalmente libre.
******************
Abel y Dalia llegaron más tarde. Lorena decidió quedarse en casa. Seguía enfadada y dolida por la cachetada que su madre le había propinado. Ángel preparó algo de cenar para todos los presentes, con la ayuda de Aida, de Chayo y de las otras mujeres. La sirvienta le pidió perdón por no haber hecho nada durante aquellos años, permitiendo que el chico recibiera tan malos tratos:
_ Yo quise mucho-mucho a su madrecita, joven. Y me dolió muchisísimo su muerte. Tenía que haber cuidado más de usted, por todo lo bueno que la señora Azucena hizo por mí y mi familia. Y también su papacito, el patroncito José María.
_ No tenemos por qué lamentarnos de cosas que ya pasaron, Chayo. Ahora es un nuevo comienzo, y espero que muy pronto, todo vuelva a ser como cuando mis papás vivían.
Luego de cenar, Ángel se dirigió a los presentes, diciendo que muy pronto las cosas podrían volver a ser como antes, pero que necesitaría del apoyo de todos aquellos que antaño contribuyeron a hacer grande y próspero el negocio de los Márquez-Pereira, beneficiando así al pueblo y a sus moradores:
_ Sé lo que piensan y hablan sobre mí, pero eso no me importa. Nunca me ha importado. Pero si realmente quieren recuperar sus antiguas vidas, sus empleos y que San Martín del Valle vuelva a ser como antes; si en verdad quisieron y respetaron tanto a mis padres, les pido que hagan a un lado sus prejuicios y luchen por salvar el negocio de mi papá. A mí no me verán mucho, pero Aida y su marido tomarán el control y confío plenamente en ellos y sus capacidades para sacar adelante la producción de maracuyás y la fábrica.
No tardó en correrse por todo el pueblo, la voz de lo sucedido en la casona de los Márquez-Pereira, como el joven Ángel había finalmente corrido a los infames de sus parientes y había decidido tomar el control absoluto de lo que era suyo por derecho. Marisol e Israel no eran personas muy admiradas, y por tanto, la gran mayoría de los pobladores aplaudían la determinación del jovencito, además de rezar para que su disposición de volver a traer proposperidad al pueblo levantando el negocio de su difunto padre, se propiciara.
Aida y Ángel revisaron minuciosamente el despacho y hallaron todos los documentos referentes a la fábrica y la contabilidad, además del testamento que se había leído tras la muerte de Azucena:
_ Si quieres me puedo encargar de guardar esto por ti._ sugirió Aida._ Me temo que esos infelices no se van a quedar quietos y tratarán de meterse aquí de nuevo y robar algo.
_ Yo también opino lo mismo._ suspiró Ángel._ ¿Notaste lo nerviosa que se puso Marisol cuando no la dejaste entrar al despacho?
_ ¡Pues claro que me di cuenta! ¡Esa pelandruja está ocultando algo! ¡Ella y el chamuco verde de su marido!
Se quedó mirando al jovencito y dudó un momento antes de atreverse a preguntar:
_ Angelito, también vi la forma en que Israel te miró antes de irse. Creo que debes tener mucho cuidado mientras estés acá en el pueblo. Por eso quise venirme pa'cá contigo, porque me preocupa que estés aquí tú solito en esta casota tan grande.
_ Y yo te agradesco que estés aquí. De hecho... Aida, ¿Por qué no se vienen tú y los chavos a vivir aquí?
_ ¿Qué? ¡No manches, mi'jo!_ se rió ella.
_ No, lo digo en serio. A ver, después de las fiestas del Día de Muertos, voy a regresar a la ciudad. Ahora que esas sanguijuelas ya no están, la casa permanecerá sola, vacía Tú, Abel, Dalia y Lorena pueden establecerse aquí y cuidar de la casa. Y mi padrino también, cuando regrese definitivamente. Yo solo vendré por temporadas.
Aida se emocionó hasta las lágrimas:
_ Ay mi'jo, no sé que decir... Yo viviendo en esta casa tan grandotota... La casa de tu madrecita.
_ Y ella te quería muchísimo, y le encantaría saber que cuidarás de su casa de la misma manera en que has cuidado a su hijo todos estos años.
Aida lo atrajo, envolviéndolo en un abrazo:
_ ¡Chamaco este! ¡Ya me hiciste chillar otra vez!
Ángel sonrió, dejándose envolver por aquellos brazos maternales. De alguna manera, era como estar recibiendo un abrazo de su propia madre.
******************
Galilea y Griselda hicieron una mueca de asco cuando se vieron paradas ante la sombría casita, cuyas formas se dibujaban en la penumbra de la noche, como una silueta monstruosa y amenazante, sumergida en la oscuridad.
Eran apenas unas niñas cuando salieron de aquella vivienda pequeña y se instalaron en la gran casona de unos tíos que apenas conocían, con un primito blandito del que se burlaban por sus maneras tan delicadas, como si fuera una niñita. Llevaban años disfrutando de lujos, y ahora, estaban siendo relegadas a aquel rincón del pueblo, en las afueras, donde apenas residían simples campesinos muertos de hambre.
Las muchachas comenzaron a protestar y Marisol las mandó a callar con algo muy similar a un ladrido rabioso. Acarrearon sus maletas y entraron a la casa. Los golpeó la oscuridad, el olor a polvo, humedad, abandono y miseria:
_ Mamá, no pensarás que nos quedaremos aquí ¿verdad?_ gimió Galilea.
_ ¿Y a dónde piensas ir? ¿Quieres dormir a la intemperie?_ gruñó Marisol mientras recorría la estancia con la mirada llena de asco._ Al menos tenemos un techo sobre nuestras cabezas. Y es nuestro, nadie nos puede sacar de aquí.
_ No puedo creer que Ángel nos haya echado de la casa._ dijo Griselda cubriéndose la nariz por el mal olor.
_ No me menciones a ese maricón._ casi rugió Marisol._ Pero juro que se va a arrepentir de esta humillación. Si él cree que esto se quedará así, está muy equivocado. Estaremos aquí por muy poco tiempo, niñas. Se los prometo. Nuestro lugar está en esa casona, y allí volveremos muy pronto. Se los garantizo.
_ Pero mamá..._ intenttó replicar Galilea.
_ ¡No empiecen a atormentarme y lárguense a sus antiguos cuartos! ¡Su padre y yo necesitamos hablar de cosas muy importantes para nuestro futuro! ¡Lárguense!
Las dos muchachas arrastaron su equipaje hacia el interior de la vivienda, mascullando protestas y lamentos, quejándose del mal olor y la suciedad reinante. Griselda incluso aseguraba haber visto ratas deambulando.
Una vez solos, Marisol se acercó a su esposo, de pie, recostado a una ventana que había conseguido abrir para que entrara algo de ventilación en la estancia. Lo miró unos segundos y acto seguido lo abofeteó. Israel, sorprendido, fue a decir algo pero otra bofetada de su esposa le hizo voltear la cara:
_ ¿Y a ti qué chingados te pasa? ¿Por qué me pegas?
_ Porque eres un enfermo._ escupió Marisol con rencor._ Por eso... ¿Violaste a ese niño? ¿Acaso te volviste loco?
_ ¿Qué? ¡Me dijiste que...!
_ Habla bajo, no quiero que las niñas escuchen nada de esto. Debemos mantenerlas fuera de todo este asunto por su seguridad.
_ Me dijiste que hiciera algo para quitárnoslo de encima.
_ ¿Y solo se te ocurrió eso? ¿Divertirte con el escuincle?
_ Pensé que si lo humillaba de esa manera, y con el sufrimiento de ya no tener padres, se acabaría suicidando, pero parece que al chamaco siempre le gustaron los machos desde chavito.
Marisol suspiró:
_ Debiste haberlo matado.
_ ¿Si? ¿Cómo? Esa pinche bruja, Aida, nunca le quitaba los ojos de encima, y hubiera sido muy sospechoso. Los padres se mueren, nosotros asumimos el control y el niño de buenas a primeras se va con la Catrina... Nos habrían acusado de inmediato.
_ No sin pruebas. Habrías podido hacer que pareciera un accidente, de la misma manera en que lo hicimos con José María.
Israel palideció. Se apartó de su esposa y se mesó la frente con dedos temblorosos:
_ No me lo recuerdes.
_ ¿Qué? ¿Sigues lamentando lo que hiciste? José María te despidió cuando descubrió que robabas, y tú solo te defendiste. Lo mataste para proteger a tu familia, a mí, a nuestras hijas. De la misma manera en que yo apresuré la muerte de mi hermanita para poder asegurarnos un futuro digno, que ahora corre peligro.
_ ¿Nunca te has arrepentido de nada?_ preguntó Israel luego de una pausa.
_ ¿Arrepentirme de qué? Azucena siempre fue la consentida de mis padres. La niña linda y buena, la perfecta, la que tendría un futuro brillante como bailarina. Todas las atenciones siempre fueron para ella. Y yo, me convertí en la sombra, en la olvidada, a la que nadie prestaba atención, la que no tenía talento. Por eso me alegré tanto cuando se lastimó la pierna y no pudo volver a bailar. Pero aún así la muy condenada tuvo suerte en la vida, y acabó casándose con José María Márquez, el joven más rico de la región. José María siempre estuvo enamorado de Azucena, no tenía ojos para ninguna otra mujer.
Se había aproximado a la ventana, mirando hacia la oscuridad del exterior, pronunciando las palabras como si masticara algo desagradable. Guardó silencio un momento y de repente se giró a su marido:
_ Tenemos que contactar a Guzmán de inmediato.
_ ¿Y dónde piensas encontrarlo? Guzmán se largó de San Martín del Valle nada más se leyó el testamento.
_ Tengo su número de teléfono. En todo este tiempo lo he tenido localizado. Sabe que si nosotros caemos, él también.
_ Eres perversa y retorcida._ dijo Israel con expresión neutra.
La mujer se sonrió y cruzó los brazos sobre el pecho, observándolo con cara burlona:
_ Y tú eres una caja de sorpresas... Nunca me imaginé que te fueran esas cochinadas con tipos... ¿El Angelito fue el único o te has revolcado con más hombres?
Esta vez Israel se irguió y avanzó hacia ella, con expresión funesta:
_ Cuida mucho tus palabras...
_ ¿O qué? ¿Qué vas a hacerme, eh?
Por respuesta, Israel la empujó contra la pared. Forcejearon. El hombre comenzó a morderla en el cuello mientras le abría la blusa haciendo saltar los botones, sus manos aferrándose a los pequeños pechos de Marisol, que jadeaba y gruñía grotescamente, refregándose contra su marido.
Israel le bajó los pantalones y las bragas, y él hizo otro tanto con el suyo y los calzones. La penetró sin ninguna cortesía y la poseyó como un animal a otro, olvidando que no estaban solos en aquel rancho abandonado y derruido por el paso de los años.
******************
En su habitación, Ángel pensaba en todos los sucesos que habían acontecido en tan pocas horas. Se había desecho de sus parientes. Estaba convencido de que pronto tendría que lidiar con ellos de nuevo, puesto que Marisol haría hasta lo imposible por regresar, pero mientras tanto, estaba feliz de tenerlos lejos y fuera de su techo.
Aún no era capaz de comprender de dónde había sacado el valor para enfrentarlos, para finalmente poder decir muchas cosas que tenía atoradas entre pecho y espalda. Tantos años de malostratos, de humillaciones, de ser despojado de lo que era suyo por derecho. Pero todo eso había acabado. De ello estaba seguro. Ahora ya no volvería a sentirse solo nunca más. Sus padres tal vez habían muerto, pero contaba con Aida, siempre la había tenido a ella, a su madrina. Y muy pronto su padrino también estaría presente. Ellos se encargarían de los negocios y él podría enfocarse en su carrera de bailarín.
No podía negar que estaba asustado por las amenazas de Israel, pero por otra parte, estaba orgulloso de sí mismo. Le había hecho frente, lo había sometido. De dónde le vino la determinación y la fuerza, no lo supo. Quizás siempre estuvo ahí, aguardando por el momento ideal. Pero Aida tenía razón. Debía ser cuidadoso mientras estuviera en el pueblo. Sus tíos no se quedarían de brazos cruzados y harían lo que fuera por recuperar su estatus y todo lo que él acababa de despojarlos.
Suspiró. Ya ansiaba que pasaran las festividades para poder regresar a la ciudad. Echaba de menos a Roxana, a Luciano y a Kai. Y sobre todo, a Benjamín.
¡Benjamín!
Con tantos sucesos había olvidado telefonearle. Se dio prisa en desconectar el teléfono y marcarle. No tuvo que esperar mucho. La voz de Benjamín le hizo estremecer de pies a cabeza, y un cosquilleo sacudió su entrepiernas:
_ Vaya, hasta que te acordaste de llamarme.
_ No seas payaso. Te llamé durante el viaje.
_ Ya hasta estaba creyendo que me habías dejado por algún chavo de pueblo.
_ Ja-ja... Muy gracioso.
La risa de Benjamín del otro lado de la línea lo hizo sonreírse:
_ Te extraño tanto chiquito. Ya quiero que vuelvas.
_ Yo también._ hizo una pausa, mordiéndose los labios._ Ben, pasó algo aquí en casa.
Casi le pareció parpable la tensión de Benjamín, aun sin verle:
_ ¿Qué sucedió, chiquito? ¿Tus parientes te hicieron algo?
La voz le surgió apretujada entonces:
_ ¿Tú tío volvió a sobrepasarse?
_ No, no. Tranquilo. Todo está bien. Incluso, me atrevería a decir que mejor que bien.
Y procedió a narrarle los hechos, sin omitir ningún detalle. Cuando hubo acabado, la voz de Benjamín no podía expresar más orgullo:
_ Bravo chiquito, estoy feliz por ti, y muy satisfecho de que hayas actuado como lo hiciste. Pero ahora tendrás que ser muy cuidadoso. Ellos podrían intentar hacerte daño, tomar venganza.
_ Eso mismo dice mi madrina, pero no te preocupes. Ella se va a mudar conmigo. Y quedará al frente de la casa. Y mi padrino llegará pronto, así que no tendré que preocuparme por nada más.
_ Hoy llamé al licenciado Olazábal. Me dice que el investigador lleva días allá en tu pueblo y que ha hecho algunos avances. No te asustes si ves a algún desconocido que se te queda mirando fijo. Debe ser el investigador que contrataron para las averiguaciones.
_ Dile que ya tengo todos los documentos, que en cuanto regrese a la ciudad se los haré llegar de inmediato. Estoy más que convencido que mis tíos estaban jugándome chueco, porque intentaron entrar al despacho a llevarse unos papeles, solo que mi madrina no se los permitió.
_ Si te estaban robando, muy pronto lo sabremos.
_ Te extraño, Ben._ suspiró Ángel._ Quisiera verte.
_ Eso es fácil. Vamos a pasar a video-llamada.
En breve ya estaban contemplándose a través de las pantallas de sus teléfonos.
_ Tu cuarto es más grande que el mío._ señaló Benjamín cuando Ángel le mostró una panorámica de la recámara.
_ Te lo dije, que tu mansión no me sorprendía porque mi casa era igual de grandota. Mañana te daré un recorrido por toda la casa, para que la veas. Y te presentaré a mi madrina. Ella está ansiosa por conocerte.
_ Quisiera tanto poder estar contigo allí ahora mismo, en tu cuarto... jugando.
La forma en que pronunció la palabra hizo que Ángel se mordiera el labio inferior. Benjamín se percató de ello y comenzó a masajearse la zona de la ingle:
_ Yo..._ comenzó a decir Ángel sintiendo que su flujo sanguíneo aumentaba de velocidad._ Yo también quisiera que estuvieras aquí, para jugar.
_ ¿Y quién dice que no podemos jugar por teléfono?
Antes de que Ángel pudiera decir algo, Benjamín ya estaba totalmente desnudo y estaba acariciando su pene erguido. Ángel dudó unos segundos antes de quitarse el pijama y el calzón. Titubeó un instante y se sacó la camiseta por encima. Estaba totalmente desnudo ante la pantalla del teléfono, ante la mirada apasionada de Benjamín:
_ Vaya, chiquito. Es la segunda vez que te veo totalmente encuerado.
_ ¿Cuándo fue la primera?_ se sorprendió Ángel.
_ ¿Lo olvidaste? Aquella vez en el baño de la academia, cuando Dante te atacó.
Ángel se ruborizó. Si, en aquella ocasión Benjamín lo había tenido totalmente desnudo entre sus brazos, y él ni siquiera había reaccionado. Ahora se sorprendía, y empezaba a creer que, de alguna forma, Benjamín estaba destinado a ser quien lo despojara de sus miedos hacia el sexo:
_ ¿Escuchas eso, chiquito?
La pregunta de Benjamín lo sacó de sus pensamientos. Aguzó el oído y escuchó la inconfundible voz de Céline Dion cantando:
♪...I would carry the rock of Gibraltar just for you,
Lifted like a pebble from the beach to the skies.
I could build you a bridge that spans the ocean wide,
But the greatest gift I give you would be to stand by your side.
Some can criticize and sit in judgment of us,
But they can't take away the love that lives inside us always...♫
_ Miles to Go, before I Sleep... Amo esa canción. Es una de mis favoritas.
_ Pues todo lo que dice, yo lo haría por ti. Y ahora, a pesar de los kilómetros que nos separan, me siento unido a ti, chiquito.
Sin darse cuenta, Ángel había comenzado a menear su miembro duro y goteante, embelesado en la imagen y la voz de su novio, y el tema musical que los arrullaba a ambos. No podían dejar de mirarse mientras se masturbaban, deseando poder traspasar aquella pantalla y correr al encuentro del otro para abrazarse y amarse como realmente deseaban, pero solo tenían aquel momento y lo disfrutaron. Y vaya si lo disfrutaron. Cuando Ángel alcanzó el orgasmo, segundos después de Benjamín, se sintió como flotando entre las sábanas y almohadones de la cama, recuperando el aliento y escuchando a lo lejos a Céline, todavía entonando:
♪...Every step I take for you
I will always defend, never pretend
That every breath I take for love
I could never be wrong, the journey is long
With miles to go before I sleep, miles to go before I sleep...♫
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