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Caso #5: Paul Locke - We Made It

I promised and no matter how far we've come no matter
I'd leave my heart in the palm of your hand
I promise and no matter I try to lose I always do it again
It's crazy but we made it

EL fin de semana fue el mejor del mundo para la pequeña Andrea, quien estaba feliz de estar Erick y Jenny.

Su vida había tenido un cambio de ciento ochenta grados, comió lo que ella quisiera, hamburguesas, hot-dogs, hot-cakes, waffles y un sinfín de dulces. De igual manera pudo ver lo que ella quisiera en la televisión, ya sea películas, caricaturas, programas de música y demás y no solo eso, lo había hecho acompañada por sus nuevos padres.

Erick y su novia le habían mostrado a la chiquilla que no todo era malo, que sin duda había momentos difíciles, pero eran solo eso, tiempos con obstáculos, los cuales podrías sobrepasar con mucha dedicación y esfuerzo.

Ya no iba a sufrir como lo había hecho antes, ya no se iba a dormir con el estómago vacío ni con dolor en su cuerpo por los golpes que recibió por parte de sus papás, ya que sus nuevos padres solo la llenaban de amor y cariños.

Fueron a comprar su recamará la mañana siguiente, se había vestido con parte de la ropa que le habían comprado sus nuevos papis, ella se sentía tan bien cuando su mamá Jenny la ayudaba a bañarse y la peinaba, o cuando tomaba la mano de papá Erick o este mismo la cargaba en sus brazos o en sus hombros.

Que su mamá la procuraba y la tomaba de la mano cuando cruzaban la calle, o la ayudaba a amarrarse sus agujetas, era muy feliz.

La mueblería era grande con muchas repisas, camas y mueblres aparte, ella no sabía leer los números bien, pero vio muchos y sabía que eso era costoso, sin embargo, a ellos no les importo cuando les señalo una cama, que tenía grabados de estrellas talladas en la madera, con unos muebles del mismo diseño, los cuales cuando se los mostraron brillaban en la oscuridad con el barniz usado en ellos. Era como si fuera un universo, y sin titubearlo lo compró la pareja, para que se los enviaran el mismo día.

Andy quedó maravillada por esto, nunca había tenido una cama en toda su vida, solo dormía donde podía en su antigua casa, en el sillón o cuando no tenía suerte en el suelo con alfombra un tanto sucia cerca de la puerta, pero ahora tenía una cama para ella sola, una recamara.

De ahí fueron a una juguetería, donde quedó maravillada con todas las cosas que había, juegos, muñecas, pelotas y un sin fin de cosas. Pero lo que captó su atención eran los instrumentos de juguete, guitarras, micrófonos entre otras cosas. Esto maravilló a Erick, él pensaba que cuando iba a las mentorías la pequeña era para solo estar ahí lejos de su casa, pero, al parecer tenía gusto por dicha arte de las musas.

—¿Te gusta mucho la música Andy?

La pequeña lo volteó a ver con sus grandes ojos miel sonriendo.

—Si papá, más la que tú haces —contestó como si fuera lo más obvio del mundo la pequeña haciendo reír a Jenny y sentirse orgulloso Erick.

—¿Quieres aprender a tocarla y hacerla? —le preguntó Jenny.

—Si...aunque...me gustadia, pode habar bien, pada cantal— dijo muy triste la pequeña bajando un poco su mirada.

Ella se avergonzaba mucho de su problema del habla, era algo que la frustraba mucho y era algo que notaban ambos chicos, que, de hecho, Jenny ya había empezado a buscar los mejores terapeutas de lenguaje para ayudarla y Erick comenzó a ayudarle con clases de canto para que desarrollará bien el habla.

—Vas a ser una cantante hermosa Andy, eso tenlo siempre por seguro— dijo Jenny mientras que la pequeña apretó con su mano su primer juguete de todos, aquella Kitty de la cajita feliz, iba a todos lados con ella, era su posesión más preciada, amaba esa pequeña figurita de plástico más que nada en este mundo, su primer regalo, dado por los mejores papás del universo.

Los chicos compraron varios juguetes entre ellos otras consolas de videojuegos, un Xbox y un Switch para el cuarto de Andy, al rato le enseñarían a jugar con ellos, otra actividad en familia que tendrían.

Eso los emocionó demasiado, era perfecto porque de esa manera se iban a acercar más a la pequeña, saber sus gustos y como la iban a empezar a criar, que era algo que querían hacer bien.

Posteriormente fueron a otra tienda de ropa, para poder comprarle más a la pequeña, pantalones, playeras, blusas, zapatos, ropa interior, y demás iba en las bolsas que cargaron entre Erick y la abogada.

No tenían miedo de gastar todo esto porque si bien les iba de maravilla con el trabajo y sus ganancias, también lo veían como parte de que la niña necesitaba sus cosas y que iba a ser la chiquilla más amada y cuidada del mundo. No les molestaba hacer nada de esto por la pequeña, eran ahora sus padres y estaban felices de poder hacerlo.

Al terminar las compras se dirigían a un restaurante de comida oriental, más específico comida japonesa, algo que habían notado que le gustaba mucho a la pequeña, sobre todo el ramen y el sushi.

Pidieron una mesa para tres en la cual se sentaron y vieron la carta, donde la pequeña pidió unos rollos "California" con un ramen, y un refresco "Sprite" siendo que los chicos no la dejaban tomar mucha Coca-Cola a su corta edad, solo pequeños sorbitos, así se le quitaban la tentación a la chiquilla y era algo que les gustaba, que fuera obediente.

Sin duda estaban muy felices.

Lunes, juzgado de la familia, centro de Nueva York

Erick portaba un traje gris con zapatos negros y una camisa blanca aunado a una corbata metálica, con los documentos necesarios para poder adoptar a Andy.

Jenny traía un traje sastre negro, con una blusa formal blanca junto con unas botas de tacón negras, su portafolio en la mano diestra, y la niña de la mano libre de ambos, ese día los acompañó Robert con Emily y la pequeña Leira, los demás chicos estaban en turno en la disquera, pero estaban al pendiente de cualquier cosa que pudiera pasar.

—Todo saldrá bien chicos— comentó Robert.

Le dio una palmada en su espalda a su mejor amigo de toda la vida, él sabía cuál importante esto era para ambos, siendo que ellos no podrían tener hijos de manera biológico lo último que les quedaba era poder adoptar lo cual estaban prontos a hacer.

—Lo se man, créeme que estamos muy nerviosos pero tenemos el caso ganado.

—Claro, Jenny es la mejor abogada de todas, nadie puede contra ella—comentó Emily abrazando a la chica menudita amante del cosplay.

—No es para tanto Em.

—Amor, tu hiciste que Fer pudiera adoptar a Annie antes de los veinticinco años, hiciste que muchas personas que abusaban de niños hace un año, estén tras las rejas, eres una excelente abogada, que digo excelente, eres la mejor de todas— Erick señaló de manera firme mientras besaba los labios de su amada.

Andy por su parte estaba feliz, sus tíos siempre estaban también amándola como sus padres, Robert era muy cariñoso con ella al igual que su tía Emily que le había comprado unas cosas también, entre ellas playeras y pantalones, era la primera vez que se sentía tan feliz y amada en toda su vida.

Entraron a la casa de las leyes, viendo la típica estatua de la diosa Némesis, representante de la justicia ciega, un símbolo de todos los abogados, que mostraba mucho como debía ser la ley en todo caso, ciega a muchas cosas basándose solo en los hechos documentados y que se pudieran comprobar.

La abogada ya sabía a donde tenía que ir en esos momentos y guió a todos hacia una de las salas donde estaría el juez Achery, su amigo de la facultad de leyes, con quien había hecho una estrecha amistad junto con su pareja, un chico de relaciones comerciales, eran muy cercanos a Erick y a Jenny, quienes siempre mínimo una vez a la semana cenaban ya sea en la casa de ellos o en la del juez y su pareja.

Él los estaba esperando a fuera de la sala.

—¡Amigos! —decía muy emocionado el juez, un chico afrodescendiente, de ojos marrones con un cabello corto chino, muy bien vestido con su clásica sotana.

—¡Hola Jimmy! —dijo la abogada abrazándolo, para que después Erick lo abrazará igual —¿Cómo estás?

—¡Bien! A este Tyrone le dio un resfriado, pero ya fue al doctor, le receto medicina, hoy se quedó en casa.

—Válgame el cielo que mala noticia, pero según dices ya estar mejor ¿No? —preguntó Erick mientras cargó a la pequeña Andy por que se veía un poco agobiada.

—Si, afortunadamente no paso a mayores. ¿Así que ella es la princesa? —la vio el juez.

—Así es amigo, ella es nuestra Andy —rio Jenny —Y ellos son Emily y Robert, quienes fungirán como testigos.

Señaló a sus amigos, quienes saludaron de manera cortes al joven frente a ellos.

—Un gusto conocerlos, he oído solamente maravillas de ustedes.

—Gracias su señoría, igual nosotros solo hemos escuchado muy buenas cosas de usted y su pareja, es un gran gusto poderle poner cara a esa gran persona de la que hablan con tan alta estima nuestros amigos —dijo Emily.

Dieron las doce de la tarde y entraron a la sala donde ya estaban esperando los padres biológicos de la pequeña quienes la vieron y le daban una mirada fulminadora.

Ambos se veían como drogadictos y tomadores, su fisionomía demacrada y en un pésimo estado de salud les dio un poco de asco a los amigos, sus ojos parecían desorbitados, pero al ver cerca a la niña era como si un zombi percibiera la carne humana.

—Ahí está la maldita escuincla— se escuchó la voz del hombre quien se intentó levantar de su asiento para ir por ella.

En un acto de reflejo tanto Robert como Erick se pusieron enfrente de la chiquilla y las chicas para no dejar que nada pasará, pero era regresado a su lugar por el abogado que le había dado el estado para este caso.

Jimmy solo vio las cosas y negó con la cabeza, si ya tenía echa la idea de que iba a pasar y más que decidido el veredicto en este caso, ahora con ese desplante lo tenía más que seguro.

Todos tomaron su lugar, expectantes a lo que iba a suceder ese día.

—Todos de pie, el honorable juez Archey entra a la sala —dijo el alguacil.

Se pusieron de pie mientras que el joven tomó asiento en el estrado donde empezó a ir por el papeleo que habían entregado para las evidencias.

—Caso F-26387456, demandantes por la custodia de la infanta, Andrea Montoya, Erick Levaister y Jennifer Quezada, siendo representados por la segunda —dijo el juez —. Defensor, Luis y Carmen Montoya.

Todos estaban expectantes ante lo que sucedía, la pequeña había sido llevada a otra sala por ley ella no podía presenciar esto.

El juicio inició con una exposición de Jenny.

—Mi muy apreciado juez y jurado, estamos presente a dos personas que han sido unos monstruos hacia una pequeña— tomó un control señalándolo a un aparato de diapositivas.

Comenzaron a salir las fotos de los moretones de la pequeña, que marcaban gran parte de su cuerpo.

— Así llego Andrea Montoya a nosotros el sábado tres de marzo del año en curso, aún se dolía de los golpes a lo cual la llevamos al doctor para que fuera checada.

Mostró con ello el certificado médico que había sido expedido por el hospital general de Nueva York, donde se señalaron diversos traumatismos en su cuerpo, pero nada de gran gravedad.

Jenny le pasó una copia a cada uno de los jurados, quienes lo leyeron y asintieron entendiendo la gravedad del asunto.

El juicio iba de manera lenta y tortuosa para la pareja, el abogado que defendía a la pareja intentaba salirse por la tangente, señalando que muchas de esas acciones eran por la influencia del alcohol en ellos o de las drogas. Que podían salir adelante con ayuda y demás cosas que sabían que no era cierta, hasta que llamaron a testificar al estrado a la pequeña.

Andy estaba muy nerviosa por estar enfrente de tantas personas, pero era valiente por sus nuevos papis, quienes le daban una cálida sonrisa.

La comenzaron a interrogar la defensa, preguntándole diversas cosas, desde su edad, que hacía en la calle ese día y por qué no regreso a su casa la noche previa a lo cual Andy explicó que había pasado en su casa y que la mandaron a conseguir cosas para poder comer, algo que luego no le daban a ella que de igual manera la iban a vender a un extraño que no conocía de ningún lado.

Esto fue un detonante para que el hombre se levantará furioso gritando hacia la niña, al punto de tener que ser contenido por el alguacil y reprendido por el juez.

—En mi corte no vas a gritarle a un niño ¿Entendido? —La voz de Jimmy era severa y llena de enojo, mientras tomó un poco de agua.

Continuaron con el procedimiento, mostrando como los chicos habían empezado a cuidar a la niña, mostrando fotos del cuarto nuevo de la pequeña, ya arreglado con closet, juguetes, videojuegos entre otras cosas y que iba a ser cambiada de escuela a una de paga, a donde iban Annie, Nick, April, Kiba y todos los niños del grupo de amigos.

Los jurados se metieron a debatir las cosas, no les iba a tomar mucho tiempo viendo el nivel tan contundente de pruebas y de que había en contra de la pareja que había lastimado de manera tanto psicológica como física a la pequeña.

Por fortuna encontró dos chicos que sólo tenían amor para ella y que estaban dispuesto a todo porque la niña sonriera y tuviera una vida digna de cualquier pequeño, lo cual había sido ayudado por las declaraciones tanto de Robert como de Emily y una carta firmada por Fernanda Lancaster, una de las más grandes empresarias del país.

El jurado salió de debatir el veredicto el cual entregó al alguacil para que este se lo entregará al juez, quien lo abría y lo leyó de pies a cabeza con una sonrisa en su rostro.

—Perfecto, si hay algo que odio en este mundo es cuando maltratan niños, y para su mala suerte ustedes cayeron en la corte de alguien que dará la máxima pena que pueda por ello, así que: en el caso de la custodia y abuso infantil de Andrea Montoya, los señores Montoya se encuentran culpables de abuso y negligencia infantil, serán sentenciados a diez años tras las rejas sin oportunidad de salir por buena conducta o pagar fianza, mientras que por parte de la adopción para la infanta, será aceptada para los jóvenes Jennifer Quezada y Erick Levaister, felicidades papás.

Erick y Jenny se quedaron un segundo completamente sin habla, para después estallar de felicidad abrazándose y llorando, mientras que el alguacil sacó de la sala a los condenados y otro policía trajo a la pequeña, que sin esperar nada los dos chicos corrieron hacia ella y la cargaron abrazándola contra ellos.

—Bienvenida a la familia pequeña—dijo su nueva mami

—¿Si me podré quedar con ustedes? —preguntó la chiquilla.

—Si amor mío, si podrás.

La niña los abrazó llorando de felicidad, era el día más feliz para los tres, tenían la familia que tanto habían añorado desde hace años, era un momento emotivo.

Robert y Emily lo vieron con una amplia sonrisa, mandando un mensaje al chat del grupo.

"Son padres" y con una foto de ellos abrazando a la pequeña.

Todos estaban felices. 

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