
Parte 22
–¿Por qué no querría saberlo?– preguntó Kyungsoo molesto.
–¿Quieres saberlo?
–Por eso pregunto. Quiero saberlo, quiero saber por qué soportas a una persona como yo. No tiene sentido, podrías tenerme lástima, pero no creo que sea eso y...
–No seas absurdo, Kyungsoo. Hago todo lo que hago porque estoy enamorado de ti.
Kyungsoo se quedó sin palabras. No podía encontrar la forma de reaccionar, se sentía envuelto en una extraña sensación a la que sólo los dos pertenecían y, al mismo tiempo, lo ahogaba un poco. Jongin parecía tan tranquilo en ese momento. Sabía que era cierto, también sabía que esos sentimientos eran correspondidos y que era algo ya dicho sin palabras entre los dos, pero escucharlo lo hacía tan abrumador.
–No.
–Sí, Kyungsoo. Cuando está enamorado, te entregas a la otra persona y la apoyas así esté pasando por una crisis. Pero hay límites, por mucho que yo intente ayudarte, si te vas en mi contra, las cosas pueden ponerse feas.
–¿Quieres... entregarte?
–Sí, quiero entregarme. Pero tú no me dices las cosas de frente. Prometiste que lo harías y no lo haces, ¿por qué? Dijimos que daríamos un paso a la vez, pero mientras más avanzamos, parece que eres menos parte de esta relación.
–No entiendo a qué te refieres– admitió el cantante. Estaba tan sorprendido, que la furia se había esfumado.
–Yo sé lo que sientes por tus acciones, pero jamás haces el esfuerzo por decirlo o darlo a entender. Eso me quita mucha seguridad, me hace las cosas más difíciles aún.
–¿Qué es lo que quieres que haga, Jongin?– preguntó el chico y el menor de los dos negó con la cabeza, molesto.
–Quiero que me digas lo que sientes por mí. Quiero que me mires a los ojos y escuchar que también me amas. No quiero un "me gustas" o "me alegra que estés aquí" o que me agradezcas por quedarme. No quiero escuchar que esta también es mi casa y que puedo hacer lo que me plazca. Quiero que me digas lo que sientes, quiero una confesión. Así como acabo de hacerla yo, con el peligro de ser cruelmente rechazado.
–¿Por qué justo ahora?– Kyungsoo sintió un nudo en la garganta y no podía creerlo. –Dijiste que mis palabras y mis actos servían más que una confesión, dijimos que daríamos un paso a la vez. Estamos dando pasos, ¿no?
–Claro que sí. ¡Hemos dado cientos de pasos juntos!– Jongin respiró hondo, porque no quería alterarse. –No es suficiente, Kyungsoo. Dar pasos implica más que tener las llaves de tu departamento o un cepillo de dientes aquí. No quiero las cosas a medias. O sientes algo por mí, o me estás usando.
–Jongin...
–Sé que me amas, intento escucharlo por mi cuenta, en tu mirada, en tus caricias, en tus besos, en tu preocupación, pero no es suficiente. No me sirve de nada poder hablar contigo si no sé lo que me quieres decir en realidad. ¿De qué me sirve tu voz, si tus palabras se pierden, porque no son significativas? Si quieres que esto acabe, si estás cansado de mí, si no correspondes mis sentimientos como yo pienso, puedes dejarme ahora. Si lo haces después, vas a acabar conmigo.
Perder a Jongin. Empujarlo fuera de su vida. Dejar de verlo y de estar con él. La idea le revolvió el estómago. Había perdido a las personas que más amaba una vez, no podría soportarlo de nuevo. Los ojos de Kyungsoo se llenaron de lágrimas que empezaron a caer lentamente hasta que ya no pudieron detenerse. Empezó con un pequeño gemido y terminó en un llanto alto, fuerte y desesperado. Jongin dudó antes de acercarse, pero terminó teniéndolo entre sus brazos, mientras Kyungsoo dejaba salir todo el dolor que había acumulado desde que su madre había muerto hasta ese mismo momento.
Lloró durante horas, gritó, sollozó, hipó y hasta tosió un poco por el esfuerzo. Terminó rendido, pegado al cuerpo de Jongin mientras pequeños suspiros ocasionales interrumpían su calma. Jongin no pudo evitarlo, en algunos momentos lloró con él, otros intentó calmarlo y hasta soportó que el chico golpeara su pecho, acusándolo de ser el causante de sus problemas y que él podía ocultar sus sentimientos antes de que él apareciera en su vida.
Al día siguiente, ambos se despertaron con un ruido escandaloso. Aparentemente, algo pesado se había caído en alguna casa cercana y los asustó. Eso, en parte evitó que el nuevo día empezara con una situación incómoda, como ambos callados sin decir nada, pero su conversación sobre lo que había pasado no duró mucho.
–Fui un idiota– los chicos hacían el desayuno cuando Kyungsoo decidió hablar. –Mientras tú actuaste de forma madura y agradable, yo fui un idiota. Lo lamento, no debí comportarme de esa manera.
Jongin se acercó y lo abrazó. Sabía que estaba pasando por un mal momento, lo era para ambos. Sus nuevos horarios, todos los dolores de cabeza que tenían en la empresa, los problemas de la misma industria y su increíble incapacidad para no ponerse de acuerdo y no poder verse como lo hacían antes le afectaba a él y temía que también fuera un problema para Kyungsoo.
–No eres un idiota, sólo necesitas aprender a lidiar con las cosas que te molestan. No es fácil, pero necesito que pongas de tu parte. No puedo ayudarte si me alejas.
–Tienes razón, Jongin– Kyungsoo lo rodeó con sus brazos y le regaló un largo, sentido y apasionado beso que pareció mejorar considerablemente las cosas. –No voy a alejarte más y voy a poner de mi parte.
–Gracias– el más alto de los dos dejó un beso sobre su frente.
–Te amo.
La confesión tomó a Jongin por sorpresa. A diferencia de Kyungsoo, a él no le resultaba tan difícil llorar. Unas gordas lágrimas cayeron por sus mejillas mientras tapaba su boca. Lo había dicho. Directo, sin adornos, sin nervios, sin dudarlo. Las dos palabras fueron entregadas con tanta sinceridad, que desmoronaron al bailarín.
–Hyung... tú, ¿lo dices en serio?
–Yo no bromeo con estas cosas, Jongin. Es un problema para mí. Tengo tanto miedo de perderte que voy a seguir haciendo las cosas mal. Pero si todo lo que dijimos es cierto y en serio nos amamos, podremos soportar muchas cosas juntos. Mereces escucharlo, mereces que te lo diga. Es difícil para mí.
–Lo sé, por eso estoy tan agradecido– Jongin se secó las lágrimas y tomó su rostro.
Atrapó el labio inferior de Kyungsoo entre sus dientes y mordió un poco para tener un poco de acceso a su boca. El beso se intensificó cuando sus lenguas bailaron juntas por un rato y luego se separaron, pero no duraron mucho tiempo antes de empezar a besarse de nuevo. Jongin cargó al cantante y lo llevó de regreso a la habitación.
Ya en la cama, se deshicieron de sus prendas con rapidez. Ninguno de los dos recordaba cuándo había sido la última vez que habían estado juntos de esa manera. Los tiempos habían sido complicados, pero en ese momento nada más importaba. Kyungsoo jugó un poco con su pareja, haciéndolo desearlo más y más con cada toque. Jongin se esforzó mucho el ayudarlo para que el otro chico no sintiera nada de dolor y sólo placer. Terminaron uno encima del otro, rodando encima del colchón, mientras buscaban la postura perfecta para poder ir lento, pero fuerte. Una, dos, tres veces siguieron, empujando y recibiendo, besándose y dejando salir pequeños quejidos mientras se susurraban cosas al oído.
–Me encanta como hueles– dijo Kyungsoo mientras se colgaba de su cuello y aspiraba el delicioso aroma. Jongin no respondió, estaba demasiado ocupado manteniendo el ritmo correcto.
Terminaron con el mayor de los dos sobre el bailarín. El chico besaba la clavícula de Jongin y dejaba pequeños mordiscos en su hombro, intentando obligarlo a abrir los ojos, porque tenía frío, pero no quería abandonar su posición.
–Tenemos que tener mucho cuidado– adivinando sus pensamientos, el menor de los dos los cubrió con una manta. –Este lugar no puede ser descubierto.
–La dueña de casa firmó un contrato de confidencialidad. Yo jamás me dejo ver la cara cuando vengo y tú tampoco.
–Baek piensa en todo, ¿verdad?
–Sí. Además, en el peor de los casos, podremos ir a otra parte si nos descubren. Nadie hará un escándalo de citas si nos visitamos mutuamente. Diremos que somos mejores amigos y todo estará arreglado, ya que no es mentira.
–Soy tu pareja, no tu mejor amigo– aclaró Jongin un tanto dolido.
–Sí, pero la gente no tiene por qué saberlo.
La confirmación dejó a Jongin satisfecho, así que se acomodó para seguir acariciando la piel de su novio mientras recuperaba las fuerzas. Iban a necesitar más que sopa después de tanto ejercicio.
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